INTRODUCCIÓN
Desde su ascenso como colonia del Imperio español, y una vez erigida en puerto estratégico durante los siglos XVII y XVIII, Cartagena de Indias se configuró como un territorio segregado, con una notoria desigualdad en lo económico y social (Aguilera y Meisel, 2009). A casi quinientos años de la fundación española a celebrarse en 2033, y después de más de doscientos años de vida republicana tras el grito de independencia de 1811, se le reconoce como una urbe bicéfala que, por una parte, tiene la mayor producción petroquímica y turística y la más moderna infraestructura portuaria del país; y por otra, recibe creciente atención debido a la magnitud y persistencia de su pobreza.
De hecho, Cartagena es considerada como la más excluyente entre las grandes ciudades colombianas (Ayala y Meisel, 2016). Esto ha generado la reacción de diversos sectores políticos y de la sociedad civil que suscribieron el llamado Pacto por Cartagena, un programa de inversiones públicas nacionales de casi USD 650 millones con el que se pretende poner fin a la miseria en las zonas más atrasadas, de aquí a 2033 (Ayala y Meisel, 2017).
La pobreza no solo ha recibido creciente atención en los medios de comunicación (Figura 1), sino también en los esfuerzos investigativos. A partir del análisis sobre pobreza en los barrios de Cartagena (Pérez y Salazar, 2007), los estudios se orientaron a examinar el fenómeno de manera agregada y compararon su naturaleza y magnitud frente a otras ciudades colombianas. Desde entonces, la pobreza se ha planteado como eje de diversos análisis que se orientan a medir la magnitud de la vulnerabilidad (Rueda y Espinosa, 2010), las desigualdades raciales en el mercado laboral y de otras oportunidades (Romero, 2011), los patrones de especialización productiva (Acosta, 2013) y, más recientemente, la exclusión y la segregación espacial en sectores de la población históricamente rezagados (Ayala y Meisel, 2016, 2017; Espinosa, Ballestas y Utria, 2018).

Fuente: elaboración propia a partir de datos de Google Trends.
Figura 1 Noticias sobre pobreza en Cartagena (2004-2018) (% del total)
Estos trabajos lograron conectar la pobreza con fenómenos del desarrollo urbano y económico, e identificar patrones de localización y trampas de pobreza que no solo son causadas por la falta de capacidades de las personas, sino también por procesos de largo plazo que estrecharon la estructura de oportunidades. Aunque valoran la condición étnica de la población y ofrecen evidencia sobre los efectos de la discriminación y la segregación racial (principalmente la de afrocolombianos), ninguno aborda empíricamente si esta condición y otras del contexto local determinan la pobreza urbana. Esto implica responder si, además de variables tradicionales como las laborales y del hogar, la etnia y la localización de las personas en el territorio inciden sobre aquella. Y si, consecuentemente, lo local-comunitario, entendido como capacidades de agencia y capital social, aportan a esta explicación.
En este contexto, y sobre la base de la discusión propuesta, por una parte, por autores como Wilson (1999, 2015) y Power y Wilson (2000), y por otra, por Sen (2000, 2005) y Nussbaum (2012), se analiza el caso de la Unidad Comunera de Gobierno 6 de Cartagena (de ahora en adelante comuna 6), que reúne el 12 % de la población local y representa un conglomerado diverso y muy activo en lo social y cultural. Está conformada por cinco barrios, clasificados en los niveles más bajos (1 y 2) del Sistema de Identificación de Potenciales Beneficiarios de Programas Sociales (Sisbén).
El objetivo del trabajo es evaluar el desarrollo humano y analizar empíricamente los determinantes de la pobreza en esta comuna. Para lograrlo, se parte de la discusión sobre la "nueva pobreza urbana" (Wilson, 1999, 2015) y del papel que el territorio, lo étnico y la estructura de oportunidades desempeñan en esta. El trabajo intenta superar el enfoque socioeconómico tradicional al aportar evidencia sobre el papel de las capacidades individuales y la gestión comunitaria, y las relaciona al mismo tiempo con la estructura de oportunidades de los grupos poblacionales que la habitan y con características como las étnicas, las espaciales y el capital social. Aunque muchas de estas variables han sido usadas sistemáticamente en diversos estudios internacionales (Chen y Wang, 2015; Giang y Pfau, 2009; Machado y Pérez, 2010; Niles y Peck, 2008; Oluoko-Odingo, 2009; Tuñón, Piñeiro y Coll, 2017), y algunas han sido dirigidas al estudio de la pobreza rural local (Prieto, 2011), se pueden considerar novedosas en el análisis de la pobreza urbana en el mundo urbano de Cartagena y la Costa Caribe (Espinosa, 2017).
Se propone alcanzarlo con una base de datos ad hoc que permite abordar el papel del espacio con un enfoque también novedoso: no se centra en el barrio como unidad de análisis (Pérez y Salazar, 2007; Rueda y Espinosa, 2010), sino en contornos (llamados anillos) equidistantes de un cuerpo de agua estructurante del territorio, la ciénaga de la Virgen, que otorga un perfil diferenciado de dotaciones y vulnerabilidades para los hogares.
La contribución del estudio radica en mostrar que la pobreza y, por ende, la calidad de vida, no solo estarían asociados a las desigualdades latentes en capacidades y oportunidades, sino también al lugar que las personas ocupan en el territorio. Estas particularidades acentúan las desventajas relativas al sexo y la etnia, y apuntan a mostrar cómo las políticas públicas deben considerar las acciones comunitarias si, como en este caso, son efectivas para reducir las privaciones.
La sección que sigue a esta introducción contiene el marco conceptual con el que se analizan la pobreza y, de manera trasversal, los efectos del territorio y de la estructura de oportunidades, además de los principales hallazgos de la literatura de la pobreza urbana en Cartagena. En la tercera sección, se describe la metodología, la estrategia empírica y los datos utilizados resultantes de la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) aplicada especialmente en este territorio. En la cuarta sección, se muestran los principales resultados del análisis descriptivo de la pobreza y el desarrollo humano, de capacidades básicas y de la estructura de oportunidades. En esta última sección, se utiliza un enfoque poblacional y espacial que permite diferenciar la incidencia de la pobreza. En la quinta sección, se describen y discuten los resultados del ejercicio empírico para establecer el peso explicativo de las variables utilizadas. Por último, se presentan las conclusiones y algunos elementos de discusión.
MARCO CONCEPTUAL Y ESTUDIOS LOCALES
Pobreza, oportunidades y territorio
Tres aspectos clave del desarrollo urbano contemporáneo son la concentración de la mayor parte de la actividad económica en las ciudades, la diversidad de dinámicas sociales, políticas y culturales que inciden sobre la población, y la configuración de patrones de localización que tienden a concentrar espacialmente a poblaciones con características más o menos similares; estos aspectos se asocian estrechamente a la desigualdad económica. Wilson (1999, 2015) vincula este fenómeno con el mercado laboral y se refiere a una "nueva pobreza urbana", es decir, aquella que conforman barrios pobres y segregados donde la mayoría de sus habitantes son desempleados, han desistido de sus trabajos o nunca han hecho parte del mercado laboral.
El proceso de segregación se vincula a la tensión entre la decisión de escoger un lugar donde vivir y los atributos que ofrece. Para Power y Wilson (2000), ello determina quién llega, se queda o se va de un lugar. No obstante, como señalan estos autores, no solo el territorio y sus características definen quienes lo habitan, sino también las personas y sus capacidades. En consecuencia, la concentración de personas pobres y con pocas oportunidades en barrios con baja calidad de vida implica prestar atención a las acciones y reglas de juego que procuren la igualdad, especialmente la basada en criterios raciales (Wilson, 2015).
La persistencia de la desigualdad remarca la importancia de la estructura de oportunidades, entendida como la posibilidad de acceso a bienes, servicios o al desempeño de actividades (Kaztman, 1999b, p. 21), y vinculada a la situación de pobreza de la población. Es casi inevitable que personas más vulnerables y con menos fuerza económica se concentren en áreas de mayor dificultad y con menos oportunidades (Power y Wilson, 2000, p. 4), como ha sucedido a largo plazo en el caso cartagenero (Espinosa et al., 2018). La estructura de oportunidades se puede evaluar en el ámbito de las capacidades; de hecho, para Nussbaum (2012), la pobreza comprende situaciones de privación material (de productos e ingresos) y de oportunidades fundamentales. Estas opciones se restringen debido a limitaciones sociales y circunstancias personales que impiden su aprovechamiento (Sen, 1993, 2000).
Las capacidades tienen fuertes nexos con la calidad de vida. La "capacidad" de una persona "refleja las combinaciones alternativas de funciones que la persona puede lograr, y de las cuales puede elegir una colección" (Sen, 1993, p. 30). El bienestar de las personas, entonces, puede evaluarse desde el punto de vista de su capacidad para lograr "funcionamientos" de valor personal y social (Nussbaum y Sen, 1993). Esta noción de bienestar llega a igualar a una definición de calidad de vida (Ruta, Camfield y Donaldson, 2007), supera la mera medición cuantitativa y examina los aspectos que posibilitan el ejercicio de las capacidades, es decir, ofrece un marco de evaluación de aquellas.
El concepto de calidad de vida es heterogéneo y considera aspectos tanto externos u objetivos de las condiciones de vida de las personas como subjetivos del individuo acerca de sus condiciones de vida (Veenhoven, 2000). Por ello, tiene sentido que para Sen el bienestar de una persona se entienda desde la calidad de vida, lo que permite asimilar el desarrollo como generación de capacidades y por su carácter multidimensional.
Sin embargo, para conectar capacidades, estructura de oportunidades y calidad de vida, se atribuye especial papel al Estado, como agente en procesos de mitigación de pobreza. Kaztman (1999b, p. 24) afirma que "las instituciones del Estado son particularmente importantes en la conformación de oportunidades que, a través de su impacto en la producción, distribución y uso de activos, facilitan el acceso a los canales de movilidad e integración social", y que algunas de sus funciones deben apuntar a proveer nuevos activos o renovar los que ya han sido agotados. Un ejemplo es la provisión de educación gratuita, "cuya eficacia como estructura de oportunidad depende de la utilidad que muestren los logros educativos que se obtienen por esa vía para que los jóvenes puedan incorporarse a trabajos productivos". Su relevancia se sustenta al identificar la falta de capital humano transmitido entre generaciones como uno de los aspectos determinantes de la pobreza (Chen y Wang, 2015, p. 373).
Estudios locales
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), en 2018, la pobreza moderada y la extrema afectaban, respectivamente, al 25,9 % y al 3,4 % de la población cartagenera. Una parte considerable de esta se ubica en una zona del territorio alejada de la Cartagena turística, cuyo eje es el centro histórico. En esta "otra Cartagena", se han presentado diversos patrones de localización y trampas de pobreza, resultados de procesos de largo plazo que estrecharon la estructura de oportunidades.
Al analizar la pobreza en los barrios de Cartagena, Pérez y Salazar (2007) identificaron la comuna 6 como uno de los territorios con mayor tasa de pobreza material y menor acceso a energía, alcantarillado, recolección de basuras y gas. El indicador que utilizan para describirla es el porcentaje de población de bajos ingresos, con las encuestas continuas de hogares del DANE entre 2001 y 2004. En particular, muestran que en la comuna 6 se presentan pocas oportunidades educativas y alta incidencia de la inmigración (en sentido estricto, desplazados por la violencia1), la informalidad y la localización de población afro. Sin embargo, no usan estrategias empíricas para explicar la pobreza a escala barrial.
Son Rueda y Espinosa (2010) quienes utilizan la base de información elaborada por Pérez y Salazar (2007) para explicar empíricamente la incidencia de este conjunto de factores. Los resultados muestran que las variables que mejor explican la pobreza son el nivel educativo y la condición de inmigrante. La condición de afro-descendiente -su peso en el total de la población del barrio- resultó con débil significancia estadística. Estos autores omitieron variables clave como el sexo, el jefe y el entorno del hogar, y no hallaron efectos positivos de la educación para cerrar brechas debidas al trabajo informal y la condición racial.
Por último, Espinosa et al. (2018), con información censal de 2005, encuentran que la segregación residencial de la población afrodescendiente se relaciona estrechamente con la falta de capacidades básicas (p. ej., hambre y analfabetismo). A partir de indicadores locales de asociación espacial que permiten definir patrones de autocorrelación en unidades específicas en el territorio, estos autores identifican clústeres en la comuna 6 que se concentran en la franja más cercana a la ciénaga de la Virgen (Figura 2). Los autores concluyen que el desarrollo urbano local no ha generado resultados esperados en calidad de vida, sino que, por el contrario, "han resultado en clubes de perdedores, siendo estos últimos, en gran parte, de la población afrocolombiana de Cartagena" (p. 24).

Fuente: elaboración propia.
Figura 2 Clústeres de población afrocolombiana y de aspectos de la calidad de vida en Cartagena
Un vacío de la literatura que define los determinantes de la pobreza urbana en Cartagena se identifica en variables relacionadas, de nuevo, con la estructura de oportunidades y el capital social. Una primera aproximación empírica la hace Prieto (2011) para una zona reducida del área rural que incorpora variables de capital social. Aunque no fueron estadísticamente significativas al explicar la determinación de mejores salarios, sí lo fueron al explicar una variable dicótoma de pobreza.
Por lo anterior, el análisis que se propone en este trabajo es novedoso en dos sentidos: a) incorpora variables que no han sido utilizadas en estudios que evalúan la pobreza urbana cartagenera y regional como las étnicas -no solo enfocadas en lo afro- y de capital social, y b) porque es común que los estudios analicen la pobreza por barrios, homogeneicen la unidad de análisis según patrones tradicionales, y no usen alternativas que atiendan a la naturaleza de la expansión urbana, como ocurre con los anillos concéntricos que aporta este estudio.
DEMOGRAFÍA, POBREZA Y ESTRUCTURA DE OPORTUNIDADES EN LA COMUNA 6
Perfil de la población
La comuna 6 está ubicada en la zona suroriental de Cartagena (Figura 3). La conforman los barrios Olaya Herrera, Fredonia, Nuevo Paraíso, Villa Estrella y El Pozón (Figura 4)2, que suman un área de 46,1 km3 (casi el 10 % del territorio local). Es una de las zonas de mayor riesgo ambiental, a lo que se suma su persistente vulnerabilidad social. La primera se debe a su cercanía a la ciénaga de la Virgen y al estar atravesada por canales de aguas pluviales y caños (Calicanto Viejo, Matute, Calicanto Nuevo, Chiamaría, El Limón, Isla de León), que exponen a la población al aumento del nivel del mar y a las precipitaciones. Además, el deterioro de los canales por la sedimentación y las basuras arrojadas por los mismos habitantes agrava el riesgo de inundaciones.
Según la ECV aplicada en el estudio, la comuna 6 cuenta con 97 573 habitantes, de los cuales el 49,2 % son mujeres y el 50,8 % son hombres. Los grupos étnicos predominantes son los afrocolombianos y mestizos, con el 45,9 % y el 29,4 % de la población, respectivamente. El territorio también lo habitan blancos (7 %) e indígenas (2,2 %). El 87 % de la población pertenece al nivel 1 del Sisbén, que la caracteriza como una población pobre y vulnerable. En promedio, los hogares lo integran 4,8 personas, donde más de dos inactivos son sostenidos por cada cuatro de la fuerza laboral. La comuna cuenta, además, con 1321 personas con discapacidad, la mayor de la ciudad.
El 30,1 % de la población es menor de 14 años y el 18,4 % se encuentran entre los 15 y 24 años, lo que evidencia grandes retos de formación de capital humano, ciudadanía y oportunidades de generación de ingreso para esta comunidad.
En la comuna 6, se cuentan alrededor de 15 910 unidades de vivienda. El 59 % pertenecen al estrato 1; y el 41 % restante, al estrato 2. A pesar de asentar más de 60 organizaciones comunitarias, el nivel de confianza en su labor es bajo y se des conoce su incidencia en la superación de la pobreza. Solo el 18 % de la población confía o confía mucho en ellas, el 84 % no confía en las instituciones públicas o privadas y el 46 % no participa en ninguna organización.
Las comunidades cuentan con menos de 1 m2 de parques y parques de bolsillo (<100 m2) por habitante, lo que muestra un déficit de mobiliario urbano. Sin embargo, esto no es considerado por los habitantes como el principal problema de espacio físico: el anillo 1 está relacionado con la contaminación de la ciénaga de la Virgen con canales o caños (74 %); el anillo 2, con las inundaciones (69 %); y el anillo 3, con el ruido (55 %). El 1 % de los hogares encuestados están satisfechos con los espacios comunitarios, aunque el 85 % crean que son importantes o muy importantes.
Pobreza, calidad de vida y estructura de oportunidades
En la comuna 6, el 67,7 % de la población (cerca de 66 050 personas) se encuentran en situación de pobreza moderada. Este porcentaje es 2,5 veces mayor que la cifra correspondiente a Cartagena (26,6 %). La mayor incidencia la tiene el anillo 1, donde cerca de tres cuartas partes son pobres. En el anillo 3, las privaciones afectan una franja apreciable: el 60,3 % de la comunidad (Tabla 1A).
Tabla 1A Capacidades básicas y estructura de oportunidades en la comuna 6

Fuente: elaboración propia según ECV, Fundación Social (FS), Econometría. Datos de zona rural: tomados de Espinos y Alvis (2013). * Porcentaje de la población que no consumió alimentos por falta de dinero.
En cuanto a la población en pobreza extrema, los resultados son inquietantes. Más de una quinta parte (21,4 %) vive por debajo de la línea de indigencia. Esta pobreza es cinco veces más alta que en Cartagena; de nuevo, en el anillo 1 es mayor la incidencia (Tabla 1A). La pobreza extrema se relaciona con el hambre, y esta, a su vez, con la falta de renta. El hambre afecta en mayor medida a los anillos 1 y 2, donde más del 60 % de la población no ingirió alimentos por falta de dinero (Tabla 1A).
Los grupos poblacionales más afectados por la pobreza moderada y extrema son las mujeres y los indígenas (Tabla 1B). Las privaciones de los indígenas son una de las más preocupantes de cualquier grupo social en Cartagena: representan menos del 5 % de la población, pero el 36 % de sus miembros viven en pobreza extrema. A su vez, blancos y afrocolombianos sufren en menor grado los efectos de la pobreza moderada.
La mayor incidencia de las pobrezas se vincula a la baja dotación de capacidades individuales y colectivas, y a las escasas oportunidades de la población. Conexamente, la teoría de capital humano plantea que la familia -a través de sus jefes-ejerce una influencia crucial en el estatus socioeconómico de un individuo, que puede determinar si una persona cae en la pobreza (Chen y Wang, 2015). Para empezar, el nivel de educación -medido por los años de escolaridad alcanzados-es bajo en comparación con el de un cartagenero representativo e, incluso, con grupos en desventaja como los que habitan las zonas rurales (Tabla 1A). Son notorias las brechas educativas a favor de hombres y personas autorreconocidas como blancas, en perjuicio de mujeres y grupos étnicos afro e indígenas (Tabla 1B).
Tabla 1B Capacidades básicas y estructura de oportunidades según grupos de población en la comuna 6

Fuente: elaboración propia según ECV, FS, Econometría.*El 100 % corresponde a la suma de hombres y mujeres. Los grupos étnicos relacionados suman el 77,5 % de la población.
Según Wilson (1999) y Power y Wilson (2000), en el mercado de trabajo se comprende mejor la desigual distribución de oportunidades. En primer lugar, la tasa de ocupación en la comuna 6 es muy inferior a la de Cartagena. En 2014, año de aplicación de la ECV, se logró la máxima tasa de ocupación de Cartagena en los últimos quince años. Este indicador solo es favorable para hombres, blancos e indígenas, que cuentan con tasas de ocupación superiores al promedio (Tablas 1A y 1B). En segundo lugar, las oportunidades laborales se restringen más para su población trabajadora: padecen una tasa de desempleo superior en casi el doble a la general, lo que indica, por una parte, que por falta de capacidades y activos productivos esta población no aprovecha las fases expansivas de crecimiento económico; y por otra, que desempeñan actividades laborales muy inestables.
En particular, la fuerza laboral del anillo 2 es la más afectada por el desempleo de larga duración, aquella desocupación que supera los seis meses. Este afecta principalmente a mujeres, indígenas y blancos (Tablas 1A y 1B), y acentúa la inseguridad económica tanto como el trabajo informal, esto es, cuando un trabajador no aporta al sistema de pensiones.
La informalidad representa un canal de transmisión de pobreza: se ha comprobado que la vulnerabilidad del jefe del hogar se transmite al resto de miembros por la renta insuficiente y la escasa protección social (Rueda y Espinosa, 2010). En la comuna 6, la informalidad afecta a 9 de 10 jefes de hogar, en especial, en los anillos 1 y 2 (Tabla 1A), y a mujeres e indígenas (Tabla 1B).
Un complemento al análisis de capacidades como oportunidades económicas reales y respuesta a la situación de pobreza son los negocios puestos en marcha por la comunidad y la posesión de activos productivos como la vivienda, necesaria para el apalancamiento financiero. Aunque se desconocen datos para Cartagena, en la comuna 6 se observan disparidades en la capacidad de emprendimiento y generación de ingresos entre anillos y grupos de población. Los más rezagados: el anillo 1 (Tabla 1A) y hombres, afrocolombianos y mestizos (Tabla 1B).
Estas desigualdades también son notorias en la posesión de vivienda. Menos de la mitad de la población (41 %) cuenta con vivienda propia (Tabla 1A). Las diferencias en la propiedad son desventajosas para indígenas y afro, y para las mujeres (Tabla 1B). Sin embargo, en la comuna la posesión es menor que en otras comunidades donde predomina población afrocolombiana y la pobreza es más elevada, como en San Basilio de Palenque, corregimiento donde el 81 % de los hogares es propietario de vivienda y el 83 % es pobre (Aleán y Espinosa, 2014).
Las diferencias en calidad de hábitat se amplían a lo ancho del territorio. El porcentaje de hogares que ha sufrido inundaciones leves o graves, contaminación de basuras y otros aspectos es muy elevado en los anillos 1 y 2. En general, se trata de comunidades muy vulnerables a episodios ambientales: el clima extremo y la contaminación afectan a hombres y mujeres por igual, pero un poco más a blancos e indígenas que a afro y mestizos (Tabla 2).
Tabla 2 Pobreza, vulnerabilidad ambiental y gestión comunitaria en la comuna 6
Área/grupo social | Pobreza moderada (línea de pobreza) % | Pobreza extrema (línea de indigencia) % | Vulnerabilidad ambiental % | Gestión comunitaria % |
---|---|---|---|---|
Anillo 1 | 73,3 | 26,4 | 91,3 | 6,3 |
Anillo 2 | 68,2 | 19,5 | 93,2 | 5,3 |
Anillo 3 | 60,3 | 17,5 | 78,4 | 8,8 |
Hombres | 61,0 | 14,2 | 86,0 | 7,1 |
Mujeres | 69,8 | 23,4 | 88,7 | 6,6 |
Blancos | 60,2 | 22,0 | 90,3 | 3,4 |
Afro | 64,9 | 19,3 | 88,9 | 6,7 |
Indígenas | 77,9 | 36,1 | 91,9 | 0,5 |
Mestizo | 70,1 | 16,7 | 87,2 | 9,1 |
Total | 67,7 | 21,4 | 88,2 | 6,7 |
Fuente: elaboración propia según ECV, FS, Econometria.
En la comuna 6, la pobreza se relaciona inversamente con la capacidad de gestión comunitaria (Tabla 2). Esta se define como un conjunto de actividades orientadas a la promoción de la agencia individual y colectiva, como participación ciudadana mediante medios que se conocen y se utilizan, como confianza en miembros de la organización comunitaria y como acceso a información y toma de decisiones. Esto último es clave para conocer canales de gestión de proyectos y propuestas orientadas a generar capacidades y aprovechar oportunidades.
La gestión comunitaria es muy baja en los anillos 1 y 2 y en indígenas, mientras que la mayor actividad la presentan mestizos y afro (Tabla 2). ¿Esta capacidad colectiva ha desempeñado un papel positivo en la reducción de la pobreza en la comuna 6? En la siguiente sección, se indagan empíricamente esta y otras relaciones.
METODOLOGÍA Y DATOS
El análisis de la sección anterior identifica la magnitud de la pobreza monetaria, las capacidades individuales y comunitarias, y otros aspectos que condicionan la calidad de vida; sin embargo, no es suficiente para lograr el objetivo propuesto: explicar las relaciones entre pobreza, espacio y desarrollo humano en comunidades étnicas urbanas de Cartagena.
Para analizar la pobreza, se considera la dimensión del ingreso. Bajo esta noción, una persona es pobre si su ingreso per cápita se encuentra por debajo de la línea de pobreza (LP), definida como el umbral monetario que le permite acceder a una canasta normativa de bienes y servicios (alimentos, vestuario, educación, transporte, entre otros) deseables socialmente. Este umbral lo determina la Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad (Mesep) del Departamento Nacional de Planeación (DNP) y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en COP 233 361, correspondiente a las zonas urbanas de las trece principales áreas metropolitanas.
En la estimación, se optó por un modelo binario (tipo probit) que tiene la siguiente estructura general (ecuación 1):
Donde Pij es la probabilidad de ocurrencia del evento de ser pobre de un individuo integrante del hogar i que habita un lugar de la comuna 6 (anillo j). Las variables explicativas X la integran características del hogar (jefe, presencia de niños, etnia de sus integrantes, edad, sexo, escolaridad y situación laboral) (Tabla 3). Igualmente, incluye un vector de variables del entorno: ambientales (acceso efectivo a servicios públicos, exposición a vulnerabilidad), capital social (participación y agencia ciudadana) y percepción de seguridad. Las demás variables no consideradas se recogen en un término de error.
Tabla 3 Variables utilizadas en la estimación

Fuente: elaboración propia según ECV, FS, Econometría.
Se plantea un modelo probit por su potencial de interpretación estructural en modelos de elección discreta que en nuestro caso significa modelizar una variable latente mediante una función índice: la pobreza monetaria. Este modelo también permite incluir adecuadamente variables cualitativas e identificar insumos para políticas públicas territoriales. Frente a otras alternativas, como el modelo de probabilidad lineal (MPL), aporta ventajas en el término de varianza (homocedasticidad), no acotamiento de las estimaciones y no subestimación de los parámetros.
Los datos utilizados se recolectaron mediante una base de datos aâ hoc, la ECV, realizada en 2014 por la firma Econometria para la Fundación Social. Esta cuenta con representatividad por anillos, que dividen el territorio longitudinalmente y describen sectores organizados entre una vía principal, la avenida Pedro Romero, y el mayor cuerpo de agua interno, la ciénaga de la Virgen. La ECV recoge información de personas y hogares, y dispone de una amplia batería de preguntas sobre su entorno. Cuenta, además, con 3076 observaciones individuales que componen 932 hogares de la comuna 6.
La ECV divide el territorio en anillos para entender con flabilidad las características de quienes habitan la comuna 6. Siendo este un territorio que ha crecido informalmente con rellenos a la ciénaga, las condiciones socioeconómicas se precarizan a mayor proximidad a este cuerpo de agua. En el anillo 1, se encuentran los hogares más cercanos a la ciénaga; en el anillo 2, los del sector intermedio; y en el anillo 3, la población más cercana a la vía Pedro Romero.
A continuación, se presentan las variables utilizadas.
Este conjunto de variables permite explicar la incidencia de la pobreza en la comuna 6, de modo que son seleccionadas cuidadosamente para evitar relaciones endógenas con la variable explicada. Por ejemplo, la vulnerabilidad ambiental, el acceso a servicios públicos y la educación, que estarían determinados por el nivel de ingresos. Sin embargo, en el primer caso, los barrios y las zonas de más altos ingresos son igualmente vulnerables que los barrios pobres debido a los efectos del aumento de la marea que ha generado el cambio climático (Stein y Moser, 2014).
Por su parte, desde 1995 se ejecuta un plan maestro de acueducto y alcantarillado que ha reducido de forma notoria brechas de cobertura entre hogares ricos y pobres. En este sentido, se ha documentado que las brechas en alcantarillado más bien son significativas para explicar otras fuentes de vulnerabilidad local como las enfermedades que afectan la pobreza (Toro y Espinosa, 2017). Por último, a partir del carácter intergeneracional de la pobreza que plantean Power y Wilson (2000) en sus estudios de pobreza urbana, y Sen (2000, 2005) y Nussbaum (2012) en el ámbito de capacidades, se introduce el nivel escolaridad del jefe del hogar. En el estudio que hacen para Colombia, Núñez, Ramírez y Cuesta (2005) regresan esta variable para capturar el mismo efecto del bajo nivel de capital humano de los padres, tal como lo plantean Chen y Wang (2015).
RESULTADOS: ANÁLISIS Y DISCUSIÓN
Determinantes de la pobreza
El ejercicio empírico muestra que el conjunto de variables utilizadas explica satisfactoriamente la incidencia de la pobreza en la comuna 6. La mayoría de los coelcientes (que indican efectos marginales) presentan signos que se ajustan a los esperados y son estadísticamente significativos (Tabla 4). Se estimó un modelo básico (modelo 1), a partir del que se hacen extensiones para controlar por tipo de variables: ambientales (modelo 2), capital social (modelo 3), étnicas (modelo 4) y seguridad (modelo 5). Por último, se incluyeron todas las variables explicativas (modelo 6).
Tabla 4 Resultados de estimación de modelo probit (efectos marginales)

Fuente: elaboración propia según ECV, FS, Econometría.
Las variables laborales son las que mejor explican la incidencia de la pobreza en la comuna 6. La más importante es la calidad del empleo del jefe del hogar: si este cuenta con un trabajo formal, reduce la probabilidad de ser pobre de cualquiera de los miembros hasta en 20 puntos porcentuales (pp), comparado con aquellos hogares donde el jefe no cotiza salud y pensión (Tabla 4, modelo 1). La segunda variable más significativa también es laboral: el número de personas ocupadas distintas del jefe. El riesgo de ser pobre se reduce en 14 pp por cada integrante adicional del hogar que se ocupe. Ambos resultados remarcan lo planteado por Wilson (1999) y Power y Wilson (2000), quienes señalan el mercado de trabajo como el espacio donde se refleja la desigual distribución de las oportunidades.
Con menor importancia, la presencia de niños menores de 6 años y el tamaño del hogar explican la pobreza. La presencia de uno o más niños menores aumenta el riesgo de ser pobre de cualquier miembro en 10 pp; a su vez, un integrante adicional aumenta en 4 pp la probabilidad de cualquier miembro. Este último resultado es consistente con los hallazgos de trabajos sobre Cartagena y la Costa Caribe (Del Risco y Martelo, 2015; Rueda y Espinosa, 2010), en los que se observa la relación directa entre la pobreza y la presencia de infantes en el hogar. Sin embargo, el efecto marginal de un niño adicional en un hogar de la comuna 6 es el doble del observado en aquellos ámbitos.
Justamente, los resultados muestran la desventaja de mujeres cabeza de hogar frente a hombres que cumplen un papel similar. Si el jefe es mujer, la probabilidad de ser pobre aumenta en 4 pp frente a hogares donde son hombres. Esto refleja las condiciones inequitativas en las que la mujer de la comuna 6 accede a oportunidades laborales, en particular, en cómo la afectan las mayores tasas de desempleo (incluso de larga duración) y de informalidad laboral (Tabla 1B).
Las condiciones ambientales no resultaron significativas como variables explicativas de la pobreza, aunque muestren los signos esperados (modelo 2). Esto indicaría que no existen diferencias sustanciales en el nivel de afectación ambiental en los hogares cuando se consideran su localización en el territorio, condición étnica o sexo.
Debido a la diversa y consistente agencia comunitaria en la comuna, aspecto documentado por estudios previos (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2006) y más recientes (Fundación Social y Econometría, 2014), se estimó el efecto de un conjunto de variables de capital social. Según el ejercicio empírico, las tres variables consideradas resultan con los signos esperados, aunque la única significativa es la gestión comunitaria, esto es, si sus miembros conocen y utilizan canales -comunitarios, económicos o de cualquier tipo- para presentar proyectos y propuestas a entidades públicas o privadas. Según las estimaciones, realizar esta gestión reduce la probabilidad de ser pobre hasta 13 pp frente a quienes no la hacen, lo que indica el papel clave de la promoción y el fortalecimiento del capital social en la lucha contra la pobreza local (Tabla 4, modelos 3 y 7).
Como muestra Sabatini (2006), citado por Espinosa et al. (2018), la concentración espacial de grupos sociales puede fortalecer el capital social y los procesos de construcción y preservación de identidades mediante la generación de externalidades de vecindad. En la comuna 6, se muestra que la gestión comunitaria potencia la transformación social, porque morigera la desventaja que provoca la segregación.
Respecto de las variables étnicas, se evidencia la ventaja relativa de los blancos (grupo de referencia) frente al resto de comunidades; sin embargo, no hay evidencia concluyente para los afrocolombianos (el signo es positivo, aunque no significativo para explicar su incidencia en la pobreza). Por el contrario, las personas que se autorreconocen como mestizas son las más vulnerables: la probabilidad de ser pobre de este grupo aumenta en 8 pp frente al grupo de referencia (Tabla 4, modelo 4).
Según la ECV, la población mestiza la conforman grupos de desplazados asentados recientemente en la comuna 6. Estos grupos se han insertado con dificultades en el mercado laboral, lo que podría aumentar su perfil de riesgo de caer en la pobreza. En resumen, aun en presencia de validez estadística de las tres categorías étnicas, se demostraría a) la ventaja del grupo autorreconocido como blancos frente al resto y b) que existen grupos más vulnerables cuando se comparan con los afrocolombianos, lo que contradice la evidencia de algunos estudios locales (Ayala y Meisel, 2016, 2017). Por último, las variables de seguridad incorporadas no son significativas para explicar la incidencia de la pobreza en la comuna 6, aunque presenten los signos esperados (modelo 5).
Relaciones: pobreza, raza y espacio
Según la ECV, y algunos estudios sobre poblamiento del territorio (De Ávila, 2015), buena parte de los habitantes de la comuna 6 se localizó en la zona aledaña a la ciénaga de la Virgen, porque no tuvieron más oportunidades de escoger lugar de residencia, esto es, llegaron a la zona por ser pobres. Sin embargo, se desea estimar el efecto contrario: la pobreza causada por la localización en una zona con precarias dotaciones de hábitat y de infraestructura. Esta doble causalidad limitaría el alcance explicativo del estudio.
Para evitar esta endogeneidad, se estimó el efecto del espacio con variables instrumentales construidas con la escasa información disponible en la ECV, sin que se obtuvieran resultados consistentes. Alternativamente, para subsanar esta situación, se estimó el efecto por fuera del modelo probit inicial y se dejaron los resultados como pronósticos y no como causales. Para complementar los primeros resultados (Tablas 1A y 1B), se estimaron interacciones entre variables espaciales y étnicas, para establecer cómo cambia el riesgo de ser pobre en cada grupo (Tabla 5). Con esto se obtienen los cambios marginales que se interpretan como probabilidades de ser pobre para cada combinación de anillos y etnias. Según Williams (2012), estas probabilidades permiten calcular predicciones ajustadas de impactos de variables e interacciones específicas. Por el tamaño de la población, se pone el acento en la población afrocolombiana y en los grupos de mestizos y blancos4.
Tabla 5 Interacciones entre variables étnicas y geográficas en la comuna 6

Fuente: elaboración propia según ECV, FS, Econometría.
Se observa que, con excepción de los blancos, para cualquier grupo étnico el efecto marginal de ubicarse en el anillo 1 es positivo y significativo, lo que confirma la frágil calidad de vida de quienes habitan esta parte del territorio. La mayor desventaja es de indígenas y rom (Otros), para quienes la probabilidad de ser pobre por residir en el anillo 1 aumenta en 0,8 pp (Tabla 6).
En el extremo contrario, están quienes habitan el anillo 3. Quienes logran más ventajas por localizarse en este anillo son indígenas y rom (-1,1 pp), seguido de los blancos (-0,9 pp), mestizos (-0,6 pp) y afro (-0,3 pp). En otras palabras, si la persona se ubica en el anillo 3, el efecto marginal sobre la pobreza es negativo, independiente de la etnia (Tabla 6).
En el anillo 2, los resultados son disímiles para los grupos étnicos. El efecto marginal sobre la pobreza es negativo para los afrocolombianos (-0,4 pp), los únicos que "sacan ventaja" por localizarse en esta parte del territorio. Localizarse allí aumenta el riesgo de ser pobre a blancos (0,7 pp) y mestizos (0,4 pp), mientras que para indígenas y rom el efecto marginal no es significativo.
Tabla 6 Efectos marginales de interacciones entre variables étnicas y espaciales en la comuna 6

Fuente: elaboración propia según ECV, FS, Econometría.
Estos mismos efectos del espacio se reproducen al considerar el análisis por sexo, entre los que se destaca el efecto marginal de ser mujer. En particular, serlo y residir en el anillo 1 aumenta el riesgo de ser pobre en 0,9 pp, mientras que vivir en el anillo 3 lo reduce en 0,8 pp (Tabla 7).
Los efectos de estas interacciones también se presentan entre sexo y etnia. Se destaca la amplia desventaja de indígenas y rom, hombres o mujeres (Tabla 7). Otro resultado es la ventaja de las mujeres blancas, quienes reducen el riesgo de ser pobres en 0,6 pp frente a cualquier otra mujer. Por su parte, los hombres afro colombianos reducen la probabilidad de ser pobres en 0,7 pp frente a otros de la comunidad.
Tabla 7 Efectos marginales de interacciones entre sexo y etnia en la comuna 6
Sexo | Afrocolombiano | Mestizo | Blanco | Otro (indígena y rom) |
---|---|---|---|---|
Hombre y se autorreconoce como | -0 7*** | 0,3 | -0,3 | 0 9*** |
Mujer y se autorreconoce como | -0,1 | 0,01 | -0 6*** | 0 4*** |
Fuente: elaboración propia según ECV, FS, Econometría.
En síntesis, en esta sección, se mostró el papel del espacio como factor que se asocia estrechamente con la pobreza en la comuna 6, en particular, para quienes residen en los anillos 1 y 3. Si como se señaló este ejercicio no comporta relación de causalidad, sí resulta útil para construir un perfil de vulnerabilidad social por grupo poblacional que permita priorizar intervenciones en el territorio. Las iniciativas de agentes públicos y privados, como las del Pacto por Cartagena 2033, deben contemplar explícitamente las diferencias étnicas y de sexo en la comunidad.
CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN
Este trabajo permitió evidenciar el bajo nivel de desarrollo humano y las desventajas en la calidad de vida de una franja significativa de la población cartagenera de la comuna 6. El rasgo más notorio es la alta incidencia de la pobreza moderada y extrema, ligado a las desventajas en capacidades y el acceso a activos y oportunidades frente al resto de la población cartagenera.
Los resultados ilustran una faceta particular del desarrollo urbano local ligado estrechamente a la inserción en el mercado laboral de comunidades atrasadas, tal como lo plantea Wilson (1999, 2010 y 2015) sobre las llamadas pobrezas urbanas. Si bien estos concuerdan con los argumentos del autor sobre la existencia de barrios pobres y segregados con alto nivel de desocupación y baja participación laboral, el trabajo permite ampliar esta visión y documentar descriptiva y empíricamente, primero, el papel de la calidad laboral de los integrantes del hogar y, segundo, su composición demográfica. Wilson centra su análisis en las condiciones de los afroamericanos; en la comuna 6, es notorio el rezago relativo de los afrocolombianos en el contexto cartagenero, mas no respecto de otros grupos de la misma comuna, frente a los que presenta mejor calidad de vida.
De igual forma, el marco de referencia de capacidades permite capturar las brechas poblacionales, cuyo alcance analítico era limitado en anteriores trabajos sobre la pobreza cartagenera y regional. Se muestra cómo, para esta comunidad, la pobrezano solo la define el territorio, sus características y el lugar de residencia (anillos), sino también las capacidades individuales y colectivas que definen el lugar que ocupan en la sociedad local. Siguiendo a Katzman (1999a, 1999b y 2003), este resultado también remarca la necesidad de generar una estructura de oportunidades que se materialice en el acceso a un amplio conjunto de bienes públicos y de mérito (educación, servicios públicos, hábitat, entre otros).
A efectos de posibles intervenciones, los grupos sociales más afectados comparten rasgos comunes: alta exposición a riesgos ambientales y laborales (desempleo de larga duración e informalidad) y menor posesión de activos productivos y gestión comunitaria. Sin embargo, el ejercicio empírico no arroja resultados concluyentes sobre el papel explicativo de la vulnerabilidad ambiental. En el capital social, el aporte del trabajo consiste en a) mostrar sus considerables aportes en la reducción de la pobreza y b) apuntar a transformar la gestión comunitaria y su impacto deseado, y enfocarlos en la generación de capacidades y acceso a mecanismos jurídicos y a la disponibilidad de recursos y activos para elevar la calidad de vida.
Una conclusión adicional es que la pobreza y las desigualdades no están homogéneamente distribuidas en la comuna 6; por el contrario, son marcadas dentro de esta. Si bien las desigualdades halladas son latentes al considerar el sexo y la etnia, también se asocian al lugar que las personas ocupan en el territorio. Esta conclusión se aprecia para quienes habitan el anillo 1, por lejos, el grupo humano más rezagado.
Sin embargo, aunque el estudio ofrece esta perspectiva étnica y espacial sobre la pobreza urbana, puede mejorar su alcance analítico. En ausencia de información georreferenciada en nuestra base de datos, es pertinente hacia futuros trabajos contar con información de cada hogar, tanto para mejorar el análisis espacial de datos -y sus extensiones a lo causal- como para la focalización de las intervenciones. Esto mismo se extiende a la escogencia de otras variables instrumentales para evitar la endogeneidad manifiesta.
Diversas políticas públicas subyacen al trabajo. Las estrategias deben apuntar a aspectos relativos a personas y composición de los hogares, y en especial a factores laborales y del entorno que pueden potenciarse mediante la gestión comunitaria. Una iniciativa como el Pacto por Cartagena 2033, por ejemplo, que promueve grandes inversiones en los territorios pobres, aún no se plantea cómo potenciar su impacto para lograr una participación comunitaria efectiva (Lane, 1994). Este trabajo ofrece pistas sobre este problema, cuando corrobora que las inequidades entre grupos étnicos y anillos pueden compensarse con la acción colectiva informada y coordinada, antes que con la mera participación comunitaria.
En cuanto al mercado laboral, el trabajo evidencia la necesidad de diseñar políticas públicas de lucha contra la pobreza que aumenten las oportunidades económicas en la comuna 6, con el empleo o el emprendimiento, y con mejor educación actual (incluso la enfocada en el trabajo) y futura. Aquí vale la pena recordar lo que plantea Wilson (2015) en cuanto a no definir solo los problemas de los grupos étnicos -en su caso afroamericanos- en términos raciales, para encontrar soluciones que no solo sean de orden racial, como las que resultan de adecuar estas capacidades a las necesidades productivas de la ciudad y su entorno, y mejorar la integración económica y social de la población.