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Cuadernos de Economía

versión impresa ISSN 0121-4772versión On-line ISSN 2248-4337

Cuad. Econ. vol.41 no.87 Bogotá jun./dic. 2022  Epub 24-Ene-2023

https://doi.org/10.15446/cuad.econ.v41n87.90050 

ARTÍCULOS

DETERMINANTES DEL EMPLEO JOVEN EN ARGENTINA 2004-2018

Youth employment determinants. The Argentine case in 2004-2018

Federico Favataa 

Julián Leoneb 

Jorge Lo Cascioc 

aUniversidad Nacional de San Martín. Centro de Investigaciones Macroeconómicas para el Desarrollo - EEyN. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: ffavata@unsam.edu.ar

bUniversidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Económicas. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: julian.leone@outlook.com

cUniversidad de Buenos Aires. Escuela Técnica. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: jorge.locascio@gmail.com


Resumen

El presente trabajo explora los determinantes del empleo joven (15 a 30 años) en Argentina, en 2004-2018, por medio de la estimación de los principales atributos individuales de la oferta que explican los ingresos laborales, para inferir los requerimientos establecidos por la demanda de trabajo. Así, se incluye el tipo de inserción laboral, expresado tanto en las especificidades del puesto, como en el tipo de contratación y sector empleador. Se realiza una descripción del empleo joven en Argentina, luego se estiman los determinantes del ingreso horario real de la ocupación principal para el grupo etario, utilizando dos modelos: (1) una regresión lineal por mínimos cuadrados ordinarios y (2) la corrección de Heckman. Se concluye que, para superar el vector de vulnerabilidad de los jóvenes, es necesario crear puestos de trabajo de calidad; y promover el diseño de políticas públicas de inserción laboral, en vinculación con los estudios. El mayor desafío está en el sector de las mujeres jóvenes de menores ingresos, que asumen tareas de cuidado sin remuneración, por lo que sus oportunidades laborales y educativas se reducen.

JEL:

E20, E24, J31.

Palabras clave: distribución del ingreso laboral; mercado laboral; salario

Abstract

This paper explores the working youth determinants defined among 15 and 30 years for Argentina during the 2004-2018 period. It examines the main individual characteristics that explain the labour income to predict the labour demand requirements. Sectorial issues and types of contracts are included to enlighten the disproportion with adult work. After a working youth description, the real hourly income is estimated with two different approaches. The first one is a typical ordinary least squared methodology, while the second includes a sample adjustment by a Heckman model. It is concluded that, in order to overcome the vulnerability vector of young people, it is necessary to create quality jobs; and to promote the design of public policies for labour market insertion, linked to studies. The greatest challenge lies in the sector of young women with lower incomes, who take on unpaid care work, which reduces their employment and educational opportunities.

JEL:

E20, E24, J31.

Keywords: Labor income distribution; labor markets, wages

INTRODUCCIÓN

Los hechos que determinan los ingresos laborales son una disyuntiva plagada de controversias y debates. Una primera visión, desde la teoría neoclásica, sostiene que las retribuciones a los factores corresponden con su aporte al proceso productivo. La productividad aparece, entonces, como la principal variable para dilucidar el interrogante planteado. Sin embargo, es posible pensar que esta, así como las retribuciones, puede corresponder con otro conjunto de causas, en mayor medida, ligadas a la demanda de trabajo1.

De este modo, los aportes teóricos se concentran en dos conjuntos. Por un lado, la teoría del capital humano coloca el foco en la oferta laboral, con especial énfasis en el perfeccionamiento educativo, como determinante fundamental de la productividad y, por tanto, del ingreso laboral. Por otro lado, la teoría de la segmentación laboral y la heterogeneidad productiva circunscriben las remuneraciones a características de la demanda laboral, donde se destacan los tipos de puesto de trabajo, su calidad y sector de producción. No obstante, los determinantes del empleo joven pueden encontrarse a medio camino entre ambas teorías. Considerar ambos aportes será indispensable para un análisis minucioso respecto de un grupo poblacional con estrictas particularidades.

La problemática asociada al desempleo en los jóvenes recibe una considerable atención en los países centrales. Uno de los motivos principales refiere a razones demográficas; una pirámide poblacional invertida, con mayor participación de adultos en el mercado laboral, deriva en enormes desafíos tanto para los sistemas de protección social como para la inserción laboral de los jóvenes. Dado que ambos segmentos etarios resultan sustituibles a menudo, ello repercute en serias retracciones en la demanda laboral para los jóvenes, que se potencian con los posibles aumentos de la edad de retiro (Bertranou y Casanova, 2015).

El "clivaje joven", a su vez, enumera controversias en torno a la inestabilidad laboral. Los problemas asociados al empleo por "primera vez" y la mayor rotación laboral pueden definir la voluntad en las transiciones laborales (Jacinto et al., 2005). Si bien estas entradas y salidas resultan mucho más elevadas en las primeras etapas del historial laboral, un amplio debate se abre en torno al carácter voluntario en que estas transiciones se producen. En las entradas, usualmente, se atribuye la intermitencia laboral a motivos extraeconómicos, como es la educación formal. Sin embargo, dentro de estos también se postula el perfilamiento de una carrera laboral ascendente, en la que se buscan sucesivos "mejores" empleos, dado el desconocimiento de la disponibilidad de puestos de trabajo y sus características.

Por su parte, el periodo de juventud podría corresponder con la exploración de distintas ocupaciones acordes a sus atributos, en búsqueda de una mejor correspondencia ("matching"), mediante el pasaje por distintos empleos, tal como afirman Topel y Ward (1992). La definición de "mejor" podría no solo estar asociada a características remunerativas sino también de mayor flexibilidad, autonomía y realización, atributos no menores en el segmento joven (Jacinto et al; 2005). Hasta aquí, la mayor rotación voluntaria es atribuida a características de la oferta laboral.

Otros argumentos señalan la presencia de movilidad involuntaria, explicada por la dotación de características en los jóvenes y por el efecto de procesos de segregación ocupacional. Entre los atributos individuales, destaca la menor dotación de capital humano específico, acumulando menor experiencia en el puesto de trabajo, lo que puede derivar en efectos negativos perdurables en los ingresos2. De este modo, el costo de despido directo resulta más bajo en función de un cálculo indemnizatorio, proporcional a los años en la firma.

En torno a la segmentación laboral, las actividades que, mayoritariamente, desempeñan los jóvenes se destacan por su baja productividad, alta rotación y baja acumulación de conocimientos específicos. En consecuencia, la realización de tareas periféricas de menor envergadura en el organigrama empresarial complementa el menor costo de despido directo con un menor costo indirecto, derivado de la facilidad de sustitución de dichas funciones (Osterman, 1980).

Así las cosas, la edad aparece como de uno de los principales condicionantes del acceso a puestos más elevados, con mayores ingresos, incluso por encima de ciertos niveles de escolaridad (de Ibarrola, 2016). De esta forma, con base en lo expuesto es posible preguntarse: (1) ¿qué determina que un joven pueda ser contratado, en un contexto de creciente competencia en el mercado laboral?, (2) ¿cuáles son las razones que pueden explicar las decisiones de entrada (o no) al mercado laboral?, y (3) ¿cómo estimar los determinantes del ingreso laboral de los jóvenes, si se supone que estos difieren del resto de la población ocupada?

Una primera respuesta, que surge de la revisión bibliográfica, lleva a pensar que los atributos individuales aglutinan buena parte del potencial explicativo, a la hora de predecir ingresos. En esta línea, la edad del individuo o de un conjunto de sujetos con características similares, adquiere relevancia central en este trabajo, frente a otros atributos. No obstante, las características del puesto de trabajo que ocupan los jóvenes llevan a conjeturar que la demanda laboral cumple un rol protagónico en la determinación de los ingresos laborales.

Por ejemplo, a partir de resultados empíricos para Argentina, Beccaria et al. (2015) señalan que el proceso de formalización laboral verificado a partir de 2003 resultó mucho más tenue entre los jóvenes, que son el grupo más afectado por la calidad de empleo. Por su parte, Bertranou y Casanova (2015) verifican un aumento de la brecha entre jóvenes y adultos informales a partir de 2009, lo cual revierte la trayectoria proveniente incluso desde 1980, cuando ambos se movían en la misma línea.

En cuanto a la experiencia internacional, Bussolo et al. (2019) muestran importantes desafíos para las cohortes más jóvenes en el mercado europeo3. Mayores segmentaciones, flexibilizaciones parciales y profundización en la desigualdad intergeneracional eran algunas de las aristas de este fenómeno4. Sumado a un escenario de polarización laboral, la desigualdad educativa también amplificaba las distancias de inserción laboral juvenil. El proceso de segmentación aparece tempranamente, a través de las diferencias en la calidad educativa recibida, por lo que se relega la cantidad de años de educación formal (Hanushek y Woessmann, 2009).

En esta línea, pero para el caso de Chile, Zimmerman (2018) expone el papel de las universidades de élite en el sideral aumento de chances de ingreso al top 0,1 % de los ingresos y a los cargos directivos de las principales empresas, exclusivamente en caso de proveniencia de colegios de igual estatus. Señala, entonces, que ciertos efectos de networking ayudan a ampliar las desigualdades de origen, de modo que el mérito se relega como principal razón de ascenso.

Por su parte, para un escalón más bajo del nivel educativo, la deserción escolar temprana conlleva, inexorablemente, a una inserción laboral precaria y, en muchos casos, urgente. La transmisión intergeneracional de la pobreza también puede verse ampliada por condicionantes de género. Hogares con requerimientos de tareas reproductivas, asociadas a la atención y el cuidado, junto con ingresos insuficientes para adquirirlos en el mercado, lo cual hace necesario afrontar dichas tareas dentro del seno familiar, de modo que recaen, mayormente, en mujeres y niñas, quienes adicionan una nueva dificultad en sus posibilidades de inserción (Pérez, 2018).

Por último, la intermitencia laboral se presenta con especial relevancia en los jóvenes, al tiempo que la propia decisión de participar en el mercado laboral se ve afectada por condicionantes específicos. Algunos de estos podrían calificarse como razones voluntarias escogidas por el individuo. Tareas formativas o la búsqueda de empleo, vinculada al perfilamiento de una carrera laboral ascendente resultan las más destacadas5. Existe también otro grupo de razones de carácter involuntario emparentadas con la demanda laboral, dado el tipo de puesto, mayormente de baja productividad, alta rotación y baja acumulación de conocimientos específicos.

Si bien el enrolamiento en el segmento joven ha atraído la atención de la literatura, el problema de selección no ha hecho lo propio en las estimaciones de ingresos. Este trabajo se propone, entonces, identificar los condicionantes que influyen en la entrada al mercado laboral y, de este modo, lograr una mejor determinación de los ingresos y, al mismo tiempo, entender las causas que justifican su intermitencia en el mercado de empleo.

MORFOLOGÍA DEL EMPLEO JOVEN EN ARGENTINA

Como se afirmó, la relación entre juventud y mercado laboral enuncia particularidades con respecto al conjunto de la población. Con una participación laboral notoriamente menor, la educación, las tareas formativas, reproductivas y de cuidado personal adquieren un papel central en su comportamiento, por lo que condicionan las decisiones desde múltiples aristas. La evidencia argentina añade un condimento propio, el contexto macroeconómico, a un comportamiento ya de por sí complejo. Así, en el periodo estudiado, la tasa de actividad joven presentaba en los primeros años, luego de la crisis de 2001-2002, valores muy elevados que superan, incluso, al segmento más longevo6. Dicha situación fue revirtiéndose en el transcurso de la década, al calor de la recuperación económica. Así, los mejores accesos a la educación se correspondieron con una menor internalización de tareas productivas en los jóvenes.

Por su parte, la considerable caída en el desempleo joven, verificada hasta 2012, se explicó principalmente por la baja en la tasa de actividad, en consecuencia, la creación de empleo en el segmento etario joven sobresalió por su debilidad. En efecto, parte de estos jóvenes, en lugar de haberse volcado al mercado laboral, hicieron lo propio en el mundo formativo7, observándose además una caída en la contribución del ingreso joven a las arcas del hogar. No solo los jóvenes paulatinamente han abandonado el mercado laboral, sino que, además, quienes permanecieron lo hicieron con menor intensidad y relevancia para el sustento del hogar (Figura 1).

Nota: A: tasa de actividad; D: tasa de desempleo y E: tasa de empleo.

Fuente: elaboración propia, sobre datos de EPH-INDEC.

Figura 1 Tasa de actividad y empleo (eje izquierdo) y tasa de desempleo (eje derecho) por edad 

Aun así, los jóvenes que decidían insertarse al mercado de empleo enfrentaban mayores dificultades para conseguirlo. Las tasas de desempleo continuaron siendo ampliamente las más elevadas, y conllevan una presencia notable en el segmento sub-30; la ralentización de una economía y su reducción en el número de contrataciones afectó de lleno a los nuevos ingresantes. Si bien la reducción afectó a jóvenes y adultos, los primeros son quienes aportan el mayor caudal de ingreso al mercado y, por ende, quienes sufren el mayor desempleo relativo. A su vez, el ingreso laboral se ve afectado por el rol de la escasa (o nula) antigüedad en el puesto y, por tanto, menor capital humano específico acumulado8.

Por su parte, el aumento en la asistencia educativa en jóvenes no implica, necesariamente, una decisión voluntaria de estudiar y permanecer en la inactividad. Las bajas perspectivas de conseguir un empleo pueden hacer que la estancia en un establecimiento educativo se extienda, encubriendo una decisión involuntaria. En efecto, muchos jóvenes, especialmente varones, transitaron directamente desde la inactividad hacia la ocupación, sin pasar por un proceso de búsqueda que los llevara al desempleo9.

El análisis de las calificaciones del puesto ayuda a entender los requerimientos de los sectores demandantes. En este sentido, la brecha observada entre jóvenes y adultos para las mayores calificaciones no es explicada en su totalidad por la amplitud educativa. Si bien la falta de correspondencia no es exclusiva de los primeros, se expresa con mayor potencia en los trabajadores de menor edad10. La baja demanda de trabajo calificada muy lejos queda de acoger a una oferta en aumento, habiéndose ampliado este fenómeno durante el período considerado11.

Al mismo tiempo, la dotación educativa contribuye mucho menos a explicar las distancias en las calificaciones bajas, donde los jóvenes tienen igual participación que el promedio, en la falta de instrucción, pero se desarrollan más intensivamente en tareas de requerimientos nulos. Estos trabajadores probablemente reciban una reducida capacitación en el trabajo, lo cual hace todavía más bajo el costo indirecto de despido.

Por último, la propia matriz organizacional añade otra dificultad con una participación juvenil en actividades directivas y de alto rango, muy por debajo a las de los adultos; y presenta, además, una tendencia decreciente. Esto se corrobora incluso a pesar de una mayor participación en ocupaciones que operan con sistemas y equipos informatizados, asociados a un mayor valor agregado en la compañía. De este modo, se refuerza la hipótesis de variable de ajuste para las firmas empleadoras, no solo por un menor costo de despido dada la escasa antigüedad, sino por el rol periférico en la distribución de tareas de la empresa y la menor inversión en capacitación específica realizada (Tabla 1).

Tabla 1 Correspondencia entre certificaciones educativas y calificaciones ocupacionales 

Fuente: elaboración propia, a partir de datos de EPH-INDEC.

METODOLOGÍA

Uno desafío central para establecer determinantes de empleo joven es dilucidar las particularidades que lo diferencian del empleo, en general. Sin duda, el ingreso al mercado laboral constituye un hito en la vida, así como el tránsito en la educación formal. De este modo, cualquier esfuerzo de estimación y ponderación debe asumir, en primer lugar, el efecto de la educación en el empleo, lo cual no quita considerar los atributos individuales, el tipo de tarea realizada, el sector productivo, la calidad del puesto de trabajo, la cantidad de horas y, claro está, su retribución.

La complejidad en la identificación tanto de la educación individual como del nivel de escolaridad agregada de una población específica se correlaciona con los ingresos laborales por una amplia cantidad de razones, pero no necesariamente implica causalidad (Morduchowicz, 2004). En su mayoría, los estudios utilizan variables instrumentales para una conclusión más precisa. Uno de los más conocidos es el uso del trimestre de nacimiento como instrumento de la educación individual (Angrist y Krueger, 1991), o bien el uso de las leyes de obligatoriedad escolar y mínima edad de ingreso al mercado trabajo (Acemoglu y Angrist, 1999).

Por su parte, los estudios de género se destacan por corregir los ingresos femeninos dado el enrolamiento de las mujeres en el mercado de trabajo. Aquellas con mayor dotación educativa tienden a presentar la mayor tasa de actividad y, por ende, sus retornos educativos suelen ser sobreestimados en la muestra total, o bien la discriminación subestimada. Si bien distintos estudios incorporan la metodología de Heckman para la variable género, no lo hacen de forma específica para el empleo joven. Al respecto, una investigación reciente realiza una aproximación a este campo. En ese estudio, para una muestra de mujeres jóvenes de Malawi se corrige el sesgo en la estimación de ingresos frente a los hombres (Kim, 2020). Sin embargo, nuevamente el foco se orienta a la problemática de género y no al segmento joven de la distribución etaria. Dado el faltante observado en la literatura, en especial para Argentina, este trabajo utiliza esa metodología para estimar los determinantes del ingreso horario real de la ocupación principal para el grupo etario joven.

Fuente de información

Como principal fuente de información, se utilizará la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) para recabar las características individuales y laborales, como máximo nivel educativo alcanzado, condición de actividad, rubro del empleador12, calificación ocupacional13, ingresos y horas trabajadas, entre otras variables de importancia para los modelos propuestos. Así, para distintos periodos de 2004-2018, se estiman los ingresos reales horarios de la ocupación principal, deflactando por un índice que muestra la evolución de la canasta básica total que se utiliza en las mediciones de pobreza por ingresos14.

Modelo de corrección de Heckman

Para estimar los determinantes del ingreso horario real de la ocupación principal en el grupo etario joven, se proponen dos modelos. El primero utiliza una regresión lineal por mínimos cuadrados ordinarios (MCO), mientras que la segunda modelización incorpora una corrección de Heckman para los inactivos. De esa forma, se presenta la forma funcional de los modelos (ecuaciones 1-3).

Mínimos cuadrados clásicos

Heckman (1era etapa)

Heckman (2era etapa)

Donde: ln(w) es el logartimo del salario real horario; NivEd es el nivel educativo (educación secundaria incompleta, secundaria completa, universitaria incompleta y universitaria completa); CatOc es la categoría ocupacional (asalariado formal privado, informal privado, formal público, informal público, cuentapropista y patrón); REG corresponde a las regiones (Gran Buenos Aires, Noroeste Argentino, Noreste Argentino, Pampeana y Patagonia). Además, T corresponde a las variables dummy temporales. En la ecuación de Heckman se incluye, también, la variable lambda (1), correspondiente a la inversa de Mills para controlar por el posible sesgo de selección (Heckman, 1979). Finalmente v, u y e corresponden a los shocks o residuos de su respectivo modelo.

El modelo de Heckman cuenta con dos etapas, las cuales se añaden en forma conjunta al modelo. La primera radica en las variables asociadas a la ecuación de selección, que determinarán la probabilidad o no de ingreso al mercado laboral y, por ende, una reponderación de la muestra. La segunda expone una regresión multivariada que controla la influencia sobre los ingresos de características sociodemográficas y de inserción laboral.

En la primera etapa del modelo Heckman, la variable regresada para la columna "Inactivos" toma el valor 1, si el individuo se encuentra ocupado, mientras que toma el valor 0 en caso de que esté inactivo. En este caso, el sesgo de selección proviene de no observar a los jóvenes que deciden posponer su ingreso al mercado laboral, por motivos voluntarios, frecuentemente asociados a la educación, o involuntarios (desmotivación). Es de observar que la muestra sobre la cual se aplica la regresión considera las características de aquellos que, efectivamente, se incorporan al mercado frente a quienes, por uno u otro motivo, no lo hacen. De este modo, es necesaria una reponderación de la muestra para corregir el sesgo de considerar exclusivamente a quienes declaran ingresos.

En consecuencia, si el análisis empírico para determinar la incidencia de los atributos individuales en la determinación del ingreso laboral debe realizarse a través de un modelo censurado, la cuestión central es establecer las variables que componen la ecuación de selección que busca corregir el sesgo de selección supuesto. En el caso estudiado, la pregunta es la siguiente: ¿cuáles son las situaciones que explican las decisiones de entrada (o no) al mercado laboral por parte de los jóvenes? El criterio de elección de estas variables no resultó sencillo y, con seguridad, es susceptible de críticas. Para sortear la situación, se realizó un pormenorizado análisis descriptivo de la morfología del mercado laboral y la dinámica de ingresos del grupo etario joven. Asimismo, se consideró la abundante bibliografía, en busca de encontrar cierto consenso y fenómenos recurrentes.

Una variable fundamental que condiciona el ingreso al mercado laboral es el género. En este trabajo se opta, dada su importancia realizar las regresiones, en sus dos etapas, por separado para varones y mujeres. De esta forma, se pueden apreciar las ponderaciones de los determinantes en los ingresos laborales de cada género y rango etario.

Así, las brechas ocupacionales para trabajadoras jóvenes frente a sus pares adultas resultan por demás significativas. Además, un considerable porcentaje de estas aún vive en el hogar familiar, no son ni jefas de hogar ni cónyuges sino "hijas" (Bertranou y Casanova, 2015). Dada la aparente no obligación de absorber tareas productivas en el espacio público, se entiende que muchas mujeres asumen, casi con exclusividad, el trabajo doméstico y tareas reproductivas15. Holzer y LaLonde (1998) concluyen que la mayor inestabilidad para mujeres jóvenes se vincula al estado marital y la presencia de hijos, partiendo de las altas tasas de transición voluntaria (renuncia en lugar de despido) a la inactividad, para las que abandonan el nivel educativo medio. Considerando que, de la mayoría de los jóvenes que no estudia ni trabaja, en 2013, el 60 % estaba constituido por mujeres y el 42 % por amas de casa (Bertranou y Casanova, 2015), las tareas de cuidado deberían presentar un valor explicativo relevante en la inserción joven argentina.

Otro condicionante de entrada al mercado laboral para los jóvenes es la posición socioeconómica del hogar (PosHog) proveniente de la misma encuesta de hogares. Es posible pensar que hogares de mayores recursos pueden tercerizar o contratar servicios privados para realizar tareas reproductivas, evitando tener que internalizarlos en los segmentos jóvenes de él. Entretanto, hogares de bajos ingresos destinan una mayor parte del tiempo de sus integrantes en tareas domésticas, limitando su capacidad de inserción al mercado laboral. Más aún, su inclusión en interacción con la variable género reviste un especial interés. Desde una perspectiva clásica, la elección racional de las mujeres iría hacia una menor carga horaria laboral, o bien la no inserción, compatibilizando el empleo con funciones de cuidado y reproductivas. Esas tareas recaen casi sin excepción en el sexo femenino y, especialmente, en hogares sin recursos para adquirir estos servicios en el mercado.

Por lo anterior, podría entonces pensarse que la familia "elige" que integrantes se hacen cargo de estas tareas y cuáles de las labores productivas (maximización de la utilidad conjunta, en lugar de una maximización individual ocio-trabajo). En esta línea, Trombetta et al. (2019) muestran un efecto renta para los quintiles altos reduciendo considerablemente la brecha por sexo en tareas de cuidado no remuneradas. Esta se explica principalmente por la reducción en el tiempo que mujeres de hogares más acaudalados destinan a tareas del hogar no remuneradas. Mientras que los hogares de altos ingresos pueden contratar servicios privados para realizar estas tareas, los hogares de bajos ingresos destinarían parte importante del tiempo de sus integrantes para tareas domésticas, labor que realizan casi sin excepción las mujeres, lo cual limita sus posibilidades de inserción laboral.

Asimismo, se observa una interacción entre el nivel socioeconómico y el cuidado de menores, por tanto, la segunda variable en la ecuación de selección es la presencia de menores en el hogar (PresNi), dado que los hogares de mayores recursos destinan más tiempo al cuidado de sus hijos que sus pares de quintiles más bajos. Este fenómeno se repite en países desarrollados; el "tiempo junto a los hijos" se presenta como un bien suntuario. Guryan et al. (2008) comprueban, para un conjunto de países desarrollados, que aquellos padres de mayores ingresos y nivel educativo destinan una considerablemente mayor fracción de tiempo que quienes se ubican en la parte baja de la distribución. Los autores verifican este fenómeno, incluso a pesar de ser los primeros quienes también destinan más tiempo a su jornada laboral fuera del hogar. De este modo, se observa una elasticidad ingreso no solo positiva sino también superior a uno. Mayores recursos del hogar se correlacionan con más tiempo destinado a la crianza, contrariamente a lo que haría suponer un mayor costo de oportunidad.

Se incluye así que la variable quintil de ingreso per cápita familiar opera como control de la posición socioeconómica del hogar. Esta no solo contempla movimientos en función de la percepción monetaria sino también por razones demográficas, en tanto se considera la cantidad de miembros en el hogar. Al mismo tiempo, se añade como variable de control la presencia de niños, entendiendo que su cuidado no reviste las mismas características que otras tareas domésticas16. En promedio, el 65 % de los jóvenes que no estudia ni trabaja habita en hogares con personas menores de catorce años (Bertranou y Casanova, 2015).

Conviene resaltar que en el presente trabajo no solo se incorpora la presencia de hijos en el hogar sino de menores, considerando cualquier relación de parentesco con el individuo analizado. Así, la tasa de actividad femenina se mueve de forma contraria y considerable ante el aumento en el número de menores en el hogar, en tanto la tasa de actividad masculina asciende. En ese sentido, las mujeres ven mermadas sus posibilidades de búsqueda de un trabajo extradoméstico remunerado, al tiempo que se induce a los varones a una mayor búsqueda de ingresos en el mercado laboral17.

De este modo, las tres variables consideradas, tanto en forma individual como en la interacción entre ambas, presentan efectos no neutrales en la decisión de insertarse o no en el mercado laboral y en la intensidad horaria para hacerlo. Por ello, se incluyen estos controles para corregir un posible sesgo de selección que se encuentra en la muestra analizada para el segmento joven (Heckman, 1979)

RESULTADOS

En primer lugar, se analizan los resultados de la corrección efectuada con la ecuación de selección. Antes, conviene resaltar que la significatividad de la variable 1 afirma que la corrección de la muestra es pertinente y, por tanto, se presenta un sesgo de selección para el segmento joven. Esto se debe a que la variable 1 expresa la probabilidad ajustada de que el individuo ingrese al mercado laboral en comparación con permanecer en condición de inactividad. En este caso, se observa que el signo de la variable 1 es negativo y significativo, lo que deja en evidencia que la regresión MCO sobrestima los coeficientes, debido a un sesgo de selección. En otras palabras, los individuos que se encuentran en la inactividad exigirán un ingreso más alto que los que, en efecto, se encuentran ocupados.

De esta suerte, la variable que refiere a la presencia de menores en todos los casos resulta significativa y de signo positivo, lo que aumenta la probabilidad del individuo de estar empleado. En línea con las mayores necesidades alimentarias del hogar, es de notar que la necesidad de internalizar tareas productivas se verifica claramente en la distribución masculina. En el caso de las mujeres jóvenes, la variable "presencia de menores" presenta un patrón mucho más difuso. Para el segmento de 15-25 años es levemente positivo: mujeres jóvenes también asumen tareas productivas ante la presencia de menores, aunque con muchas menos probabilidades que los varones. Sin embargo, lo contrario sucede para las de 26-30 años, donde contar con menores en el hogar, conlleva una menor probabilidad de entrada al mercado laboral. Esto último se encuentra en línea con lo que la literatura describe para la internalización de tareas de cuidado y reproductivas.

Por tanto, frente a la presencia de menores las oportunidades de volcarse al mercado laboral descienden para las mujeres, dado que las tareas productivas y remuneradas son asumidas por los varones, aún con mayor probabilidad que en el caso de no existir miembros dependientes. A su vez, el que una mayor edad corresponda con mayores ingresos laborales y que estos impliquen menor tasa de actividad podría entenderse como la valoración de las tareas reproductivas como un bien suntuario. De este modo, se esperará una distribución de tiempo mayor en el cuidado de los menores por aquellas madres de mayores ingresos.

Por su parte, el origen socioeconómico del hogar tiene fuertes implicaciones en la entrada al mercado laboral. Los resultados muestran que cuanto mayor es el ingreso per cápita familiar, las oportunidades de verse empleado son más altas. Esta deducción se opondría a la relación entre hogares de mayores ingresos y jóvenes que aplazan su entrada al mundo del trabajo, producto de una mayor formación educativa. Sin embargo, si bien buena parte de la inactividad se explica por motivos asociados a actividades no económicas como la educación, otra fracción se debe a razones involuntarias.

La inactividad en los jóvenes, en muchos casos, no es más que un eslabón en trayectorias mediadas por el desempleo u ocupaciones informales. Por ello, puede asociarse con motivos involuntarios como una movilidad errática o la salida involuntaria del mercado, producto de la desmotivación. Los jóvenes no solo salen más de un determinado puesto de trabajo, sino que se dirigen con mayor intensidad que los adultos al desempleo y a la inactividad, además de presentar mayores fricciones desde el desempleo al empleo18. En consecuencia, en relación con el nivel de ingresos familiares no parecen verificarse diferencias significativas entre los jóvenes activos y los inactivos, especialmente, en los extremos de la distribución (Maurizio, 2011).

Debe mencionarse que los estados dicotómicos ocupación-inactividad dejan fuera a los desocupados, quienes podrían identificarse con el peor vector de características individuales. Ello obedece a que, si bien el desocupado es parte de la población activa, al no contar con ingresos no puede regresarse esta variable frente a los atributos.

En resumen, la importancia del origen socioeconómico presenta un claro sesgo de género para el empleo adolescente, donde el impacto es superior para las mujeres. Para ellas, la pertenencia del hogar las condiciona en mayor medida tanto para conseguir un empleo como en los ingresos esperados.

Ya para la regresión general, se analizan los determinantes de las remuneraciones laborales. En estas, se incluyen los aportes mencionados de las dos corrientes teóricas señaladas. Se incorpora tanto el enfoque de capital humano (por el lado de la oferta laboral) como el de segmentación laboral y heterogeneidad productiva (por el lado de la demanda), para lograr un análisis que englobe cada factor influyente. El primero hace hincapié en las características de oferta laboral, donde se destaca el perfeccionamiento educativo, incluido a través de las distintas credenciales individuales. El segundo hace lo propio en torno a la demanda laboral, añadiendo distintas características del puesto de trabajo como el tipo de contratación y el sector de producción.

Ahora bien, en cuanto a las regresiones, la diferenciación del género muestra un coeficiente con fuertes diferencias entre el modelo "corregido" y la regresión lineal de MCO. En el caso de las mujeres inactivas que, en términos agregados, poseen menor dotación de capital humano a las observadas en la muestra, la discriminación correctamente medida es mayor a la observada. Para el total de la distribución femenina suele considerarse la diferencia entre el ingreso de mercado y el ingreso de reserva, asumiendo que este último depende de características personales y del stock de capital humano, mientras que el primero solo lo hace en función del capital humano (Perlbach y Calderón, 1998)19.

Si se controlan las variables para la distribución joven, el coeficiente adquiere un signo negativo de mayor intensidad. Esta subestimación obedece a que el vector de características de aquellas ocupadas y perceptoras de ingreso es mayor que el de la población excluida. Solo para el segmento 15-20 se vuelve positivo, lo que muestra que las jóvenes que deciden permanecer fuera del mercado laboral presentarían las mayores dotaciones. Esto puede deberse a una buena proporción de mujeres que permanecen en la inactividad, incrementando sus titulaciones educativas, por lo que postergan su entrada al mercado laboral, prorrogando ingresos presentes.

Los restantes coeficientes de la regresión de Heckman mantienen la misma correlación que una regresión "censurada". Los retornos a la educación muestran una relación no lineal, donde, a medida que se avanza en el número de credenciales adquiridas por el individuo, el "premio educativo" crece de forma acelerada. Los individuos con alto nivel educativo muestran un ingreso esperado mucho más elevado que quienes presentan menores credenciales. Por su parte, la regresión corregida conlleva menores valores, por lo que es posible pensar que hay varios individuos con dotaciones altas que no ingresaron al mercado laboral.

La categoría ocupacional toma como referencia al asalariado formal privado, cuyo ingreso horario únicamente es superado por los asalariados públicos formales, en línea con las mejores condiciones de contratación del sector. Mientras tanto, las restantes categorías presentan una penalidad, donde se destacan los cuentapropis-tas20 y los asalariados informales privados. Nótese que el impacto negativo en el ingreso resulta más elevado para los jóvenes que para el total de la distribución, lo cual potencia la precariedad con el castigo salarial. Por su parte, para ambas categorías de contratación, en promedio, el sector público remunera por encima del privado, hecho no menor, debido al tamaño del sector estatal argentino. La escasa participación joven en este último explica buena parte no solo de los menores ingresos, sino también de mayor informalidad agregada. En cuanto al empleo sectorial, tomando como referencia la producción de bienes, el sector SIC presenta los mayores retornos, al tiempo que los servicios convencionales van en la dirección opuesta, en línea con el análisis descriptivo (Tablas 2 y 3).

Tabla 2 Resultados de las regresiones MCO clásicos y Heckman para varones 

Errores estándar entre paréntesis.*** p < 0,01, ** p < 0,05, * p < 0,1.

Fuente: elaboración propia con datos de EPH-INDEC.

Tabla 3 Resultados de las regresiones mediante MCO clásicos y Heckman para mujeres 

Errores estándar entre paréntesis. *** p < 0,01, ** p < 0,05, * p < 0,1.

Fuente: elaboración propia, a partir de datos de EPH-INDEC.

CONCLUSIONES

El empleo joven se vio atravesado por un claro vector de vulnerabilidad, durante el periodo analizado. En línea con la evidencia presentada por diversos autores, en el plano nacional y el internacional, se observa un evidente gradiente de fragilidad laboral para la temprana edad. Este perfil de vulnerabilidad laboral se resume en mayores tasas de desempleo, menor absorción de empleo y mayor precariedad laboral que en los adultos.

Esta marcada inestabilidad e intermitencia ocupacional deriva, en parte, del ciclo económico, dado que, durante la fase contractiva del ciclo, se producen mayores despidos y menores contrataciones, procesos que afectan con mayor intensidad a quienes aportan el mayor flujo de nuevos ingresantes. Al mismo tiempo, se observa una clara dimensión joven-adulto en las fases de recuperación, con tendencias más lentas y erráticas, aún más claras para los adolescentes, con fluctuaciones en sus ingresos, más profundas que en el resto del segmento joven.

La vulnerabilidad laboral de los jóvenes se verifica también en una inserción en puestos más precarios, de menor calificación y en actividades que exhiben menor estabilidad. Se observa, además, mayor inserción en sectores de menores remuneraciones y, en estos, un desarrollo intensivo en tareas operarias o de escasa calificación. A su vez, el tipo de contratación resultó el aspecto de mayor capacidad explicativa en los jóvenes, por encima, incluso, del nivel educativo. Es así como el menor alcance del proceso de formalización laboral explicó buena parte del diferencial de ingresos para la dimensión joven-adulto. Por su parte, el tipo de contratación va en línea, por un lado, con un marcado perfil de inserción sectorial, donde la contratación se produce en industrias intensivas en trabajos inestables. Por otro, lo hace con la calificación ocupacional y mayor desempeño en puestos secundarios, para los cuales la formación en el trabajo resulta marginal.

Las peores condiciones de demanda laboral no son atribuibles a la dotación de características de la oferta. Mayores participaciones en tareas de baja calificación no correspondieron con niveles educativos que, incluso, se ubicaron por encima del promedio de la distribución. La reducción en la escolaridad baja juvenil se reflejó en suaves caídas para tareas sin calificación; entretanto, el aumento de credenciales altas no fue de ningún modo acompañado por mayor participación de empleos profesionales.

Así las cosas, se produjo una acentuada sobrecualificación en los puestos laborales ocupados por los jóvenes y mayor ausencia de correspondencia entre credenciales (oferta) y calificaciones del puesto (demanda). Esto se corroboró también en tareas de menor envergadura dentro del organigrama de las firmas, accediendo, en mayor medida, a puestos más prescindibles. Esmerilando aún más el bajo capital humano adquirido, un menor costo de despido directo e indirecto favorecen mayores tasas de salida desde el puesto de trabajo. Emerge, entonces, un círculo vicioso donde los jóvenes se insertan en un perfil de empleo que genera las propias condiciones para su salida, tanto hacia el desempleo como a la inactividad.

La elección de un modelo Heckman resulta elemental para entender los determinantes de los ingresos laborales en los jóvenes. Se encontró evidencia empírica de la existencia del sesgo de selección, dado que los valores de la variable lambda arrojaron significatividad.

Los modelos se corrieron en forma separada para varones y mujeres, utilizando una ecuación de selección que consideró el quintil de la distribución del ingreso, donde se ubica el hogar de pertenencia del joven y la presencia de menores en dicho hogar. Así, una vez realizada la corrección de la muestra, en relación con el nivel educativo que a medida que aumenta la educación, mayor es el ingreso laboral obtenido. Por su parte, al considerar la categoría ocupacional, se advierte que los asalariados formales del sector público reciben mayores ingresos horarios laborales que los asalariados formales del sector privado. Esto se debe, en gran medida, a que los trabajadores del sector público, en promedio, trabajan menor cantidad de horas que del sector privado. Además, en todos los casos, los puestos de trabajo informales poseen un ingreso laboral esperado menor que los trabajadores formales.

Con respecto a las regiones geográficas, Cuyo, Noreste Argentino (NEA), Noroeste Argentino (NOA) y Pampeana poseen ingresos horarios considerablemente menores al de Gran buenos Aires (GBA). Sin embargo, la región Patagónica posee un ingreso horario promedio mayor que en GBA.

En relación con el sector productivo, los individuos ocupados (varones) en servicios no intensivos en conocimientos son los únicos que poseen diferencia significativa con los ocupados en industria (bienes), pues tienen, en promedio, un ingreso laboral menor. En cuanto a las ocupadas mujeres, el sector SIC consigue mejores ingresos.

Por último, la comparación entre los resultados arrojados por ambos modelos discerniendo por sexo, permite advertir la discriminación por género en los ingresos laborales reales de la ocupación principal. Las remuneraciones femeninas mostraron mayor castigo para el segmento joven, sumado a una probabilidad de estar empleada con mayor dependencia del ingreso familiar. Por el contrario, sus tasas de empleo disminuyeron significativamente frente a la presencia de menores, considerando que las mujeres son quienes absorben las tareas reproductivas y de cuidado. Se presentaron así, tránsitos más inestables asociados a una intermitencia involuntaria, los cuales potenciaron las características de vulnerabilidad específica del segmento.

En conclusión, existen indicios para conjeturar que, para superar el vector de vulnerabilidad de los jóvenes, es de vital importancia la creación de puestos de trabajo de calidad; y también se requiere la promoción y el diseño de políticas públicas que atiendan las particularidades de la inserción laboral en vinculación con los estudios. El mayor desafío se presenta en las mujeres jóvenes de menores ingresos, que asumen tareas de cuidado sin remuneración, lo cual reduce sus oportunidades laborales y educativas.

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1Stock de capital físico, las características del sector productivo o el tipo de puesto de trabajo. A ello, puede sumarse también la teoría de segmentación, que pone el eje en los cambios históricos en la organización y procesos del trabajo, los sistemas de control y la aparición de la informalidad (Gordon et al., 1986).

2Estas evidencias fueron halladas entre trabajadores blancos y negros (Bratsberg y Terrel, 1998), así como entre hombres y mujeres (Light y Ureta, 1992).

3Aumento del "empleo no estándar", características de "part time" mediante contratos de corta duración y predominio de labores intensivas en tareas rutinarias.

4Este fenómeno se produce con mayor fuerza en Europa occidental y la región sur. Al mismo tiempo la desigualdad entre los jóvenes también observó un incremento.

5Esta idea señala la intermitencia laboral y la salida-entrada a puestos de trabajo, hasta lograr el que mejor corresponda con sus intereses, dado el escaso conocimiento del mercado.

6Este último se caracteriza por presentar las tasas más bajas de actividad de todo el segmento etario.

7Estos resultados van en línea con Schteingart (2018), quien señala las tasas de empleo joven como las más bajas de la región, producto de la facilidad de acceso a la educación secundaria y universitaria.

8 Pérez (2018) señala que la experiencia laboral contribuiría a que se presente mayor elasticidad que los adultos al ciclo económico, especialmente en la fase contractiva. Sin embargo, Maurizio (2011) afirmaba que el patrón de despidos se verificaba aun controlando por la duración en el puesto, lo que evidenciaba que no se captaba adecuadamente el efecto de la antigüedad o bien la presencia de otros factores no observados. Entre estos, mencionaba la menor experiencia general en el mercado de trabajo o el desarrollo de tareas más prescindibles.

9 Pérez et al. (2013) describen, en este caso, (1) la búsqueda de empleo como un proceso pasivo y (2) la mayor escolaridad como una reacción adaptativa ante las dificultades de inserción.

10Para un análisis más exhaustivo de las brechas salariales por nivel educativo frente a las generadas por calificación del puesto de trabajo, ver Marshall y Groisman (2013).

11En un marco analítico de heterogeneidad estructural, Salvia y Vera (2015), concluyen en que las competencias educativas no resultan suficientes para garantizar el acceso a un empleo de calidad.

12La clasificación utilizada es el Código Industrial Internacional Uniforme (CIIU). Si bien el mismo consta de hasta cinco dígitos, debido a la especificidad requerida, se considera la clasificación de hasta dos dígitos que permite un claro agrupamiento sectorial.

13Se utiliza el Clasificador Nacional de Ocupaciones (CNO-2001) para ordenar las distintas dimensiones de las tareas laborales. Un punto nodal es la confusión habitual de suponer que la calificación ocupacional corresponde con el nivel educativo del ocupado. Al respecto Waisgrais (2005) propone una explicación para la sobre educación de los jóvenes en el mercado laboral argentino. Sin embargo, esta cambió de nomenclatura en 2011. Para solucionar dicho problema, se homogeneizaron los códigos ocupacionales mediante (INDEC, 2011).

14Se utiliza la serie de IPC INDEC para el periodo 2004-2006 y, luego, se toma la propuesta por Zack et al. (2017) para el resto del periodo. De este modo, se logra una serie del IPC para el total del periodo 2004-2018.

15Ver Pérez (2018) en torno a una discusión del carácter social de este fenómeno, en lugar de una elección racional en el mercado laboral. En la misma línea, Trombetta et al. (2019) señalan, a través de una descomposición de Oaxaca Blinder, que la diferencia observada en tareas de cuidado no remuneradas según género responde, principalmente, a un efecto coeficientes (discriminación pura), en lugar de una distinta dotación de atributos.

16Si bien no fue incorporado en nuestro modelo, es esperable que las funciones de cuidado aumenten ante la presencia de menores, aunque disminuyen considerablemente si estos asisten a un establecimiento educativo, por lo que puede interpretarse como un potencial proxy del ingreso, de manera que requiere paulatinamente una mayor dedicación, cuanto más joven es el menor a cargo (Trombetta et al., 2019).

17 Guergoat y Lemière (2014) muestran, para Francia, que el 83 % de los padres de más de tres hijos ocupa un empleo de tiempo completo; este valor desciende a 30 % en el caso de las madres, aún frente a un proceso de convergencia en el desempleo por género.

18Al respecto, ver la reciente tesis de maestría de Favata, F. (s.f.). Duración del desempleo en Argentina (2003-2019). Universidad Torcuato di Tella (UTDT), inédita.

19La probabilidad de obtener un ingreso positivo dependía, en este caso, de los años de estudio formales, la experiencia potencial (edad-educación-6), la experiencia al cuadrado, para corroborar obsolescencia del capital humano, y de si el individuo era o no jefe de hogar.

20En promedio el 80 % de los cuentapropistas es no profesional. Este atributo se utiliza como proxy de la informalidad en esta categoría ocupacional.

21Sugerencia de citación: Favata, F., Leone, J., & Lo Cascio, J. (2022). Determinantes del empleo joven en Argentina 2004-2018. Cuadernos de Economía, 41(87), 481-508. https://doi.org/10.15446/cuad.econ.v41n87.90050

Recibido: 21 de Agosto de 2020; Revisado: 08 de Febrero de 2021; Aprobado: 27 de Febrero de 2021

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