INTRODUCCIÓN
La segregación ocupacional de género se refiere a la desigualdad de la composición femenina y masculina en conjuntos de trabajos1 con requerimiento de habilidades similares, considerando la existencia de estereotipos que señalan cuáles actividades son apropiadas para hombres o mujeres (Maume, 1999). Su relación con la contratación laboral ha sido un tema poco abordado desde la ciencia económica, más cuando se trata del entorno microempresarial en Colombia. Los aportes más destacados han girado, en primera instancia, en torno a la disparidad salarial (Meng y Miller, 1995; Barón y Cobb-Clark, 2010), los cuales sugieren la desventaja para las mujeres en la diferencia de ingresos laborales entre actividades económicas, superior cuando se trata de oficios altamente remunerados. En segunda instancia, están los trabajos que explican que, mientras ellas tienen mayor posibilidad de ser empleadas en actividades relacionadas con los servicios como la contaduría, consultoría y la atención médica, los hombres son preferidos para oficios que requieren de habilidades físicas (Pan, 2015; Glover y Kirton, 2006).
El objetivo de este análisis es identificar empíricamente la asociación entre segregación ocupacional de género, con base en los sectores económicos industrial, comercial y de servicios, y el tipo de empleo sin remuneración, permanente y temporal en microempresas colombianas, de 2012 a 2016. El punto de partida está en las pocas investigaciones relacionadas con el tema (Devine, 1992; Carlsson, 2011), las cuales han expuesto la desventaja para la mano de obra femenina en empresas dedicadas a oficios técnicos y tecnológicos y la ventaja referente al empleo en oficios relativos a la atención al cliente, considerando que la división del tiempo laboral de las mujeres entre el hogar y el mercado tiene un peso más alto en comparación con los hombres2. En términos de los pocos estudios enfocados en las pequeñas firmas (Carrington y Troske, 1995; Baines y Wheelock, 1998; Mijid, 2015), los resultados presentan la preferencia de los empresarios por emplear personas de su mismo género y la preponderancia de mujeres entre los trabajadores sin pago. No se encuentran análisis extensos sobre el rol de las modalidades de contratación, como busca el presente estudio.
De este modo, en este artículo se discute (1) la manera como el empleo de hombres y mujeres en microempresas se diferencia según el sector económico, comprendiendo la industria, los servicios y el comercio; y (2) la significatividad de dicha disparidad en el trabajo no remunerado, temporal y permanente en Colombia. Las hipótesis se enmarcan en el predominio del empleo femenino en los oficios de servicios y en el trabajo no remunerado y temporal, en comparación con la superioridad del masculino en el sector industrial y comercial bajo la modalidad de trabajo permanente.
En ese sentido, el estudio es también relevante por sus implicaciones frente a las políticas públicas relacionadas con la paridad de género en el mercado laboral. Considerando que el 92,3 % de las empresas colombianas está constituido por microempresas; al igual que más del 80 % de las firmas en América latina y Europa (OECD/ CAF, 2019) y más del 70 % en Estados Unidos (OECD, 2019), los hallazgos podrían reflejar un contexto de segregación ocupacional y precarización laboral con enfoque de género, en la parte mayoritaria de la estructura empresarial actual.
Para ello, luego de esta introducción, se presenta una revisión de la literatura, seguida de una exposición de la base de datos utilizada, sus estadísticas descriptivas y la metodología de las estimaciones econométricas, empleada para los datos panel. En los siguientes dos apartados, se reportan y discuten los resultados, junto con sus implicaciones, para finalizar con la exposición de las conclusiones.
REVISIÓN DE LA LITERATURA
Distintos economistas han realizado esfuerzos considerables para calcular la magnitud de la desigualdad de género en el empleo, especialmente, a través del nivel educativo y los ingresos salariales. Pero aún son pocos los estudios centrados en la relación entre segregación ocupacional y el tipo de contratación. Inicialmente, la posición desfavorable del género femenino ha sido analizada como producto del trato diferenciador de las empresas hacia su trabajo y su salario (Liao y Paweenawat, 2020; Galvis, 2010), lo que ha conllevado a fortalecer el autoempleo de las mujeres (Boden, 1999).
Otros trabajos (Grimshaw, 2000; Castagnetti et al., 2019) explican que la disparidad de género estaría más relacionada con las brechas salariales entre las ocupaciones originadas en el sector público y el privado. El primero sería más tendiente a favorecer la equidad. Por ejemplo, por una parte, Fortin (2005) aplica un modelo económico explicativo de la participación laboral femenina, considerando su empleo y estatus laboral temporal, a partir de las actitudes tradicionales asociadas al rol de género. Igualmente, Hirsch (2005) analiza la variación del salario real individual por hora a través de una variable binaria que identifica si el empleo principal es temporal; sin centrarse en el aspecto de las actividades económicas. Por su parte, Dube y Kaplan (2010) estudian la asociación entre el salario real individual y dos variables binarias, una del oficio al que se dedica, como Meng y Miller (1995), y otra de empleo temporal.
La asociación de la desigualdad o trato desigual entre hombres y mujeres según el tipo de ocupación no ha sido estudiada desde la perspectiva de la modalidad de empleo, pues predomina, nuevamente, la investigación con respecto a los salarios. La idea de que segregación de las mujeres en actividades asociadas a la manufactura es la base de la disparidad de ingresos, se ha desarrollado, ya que estas son las que mayor nivel salarial proveen (Meng y Miller, 1995; Ahmed et al., 2011; Strawinski et al., 2018). Incluso, ha sido construida una escala vertical del nivel de discriminación de género a partir del caso de la industria de Inglaterra (Blackburn et al., 1993).
Así, entre los estudios empíricos que relacionan la brecha salarial y el trato desigual en las actividades se encuentran, por ejemplo, los de Dube y Kaplan (2010) y Meng y Miller (1995). Estos autores resaltan el debilitamiento de los ingresos laborales en los oficios de servicios por cuenta de un proceso de precarización, donde las más afectados han sido las mujeres; al igual que en el sector rural industrial que provee pocas opciones de empleo para ellas. Esta segregación interocupacional tiende a ser un reflejo de las representaciones tradicionales de género en las que ellas tienen desventajas. Asimismo, Barón y Cobb-Clark (2010), Fortin y Huberman (2002), Boden (1999) y Grimshaw (2000) concluyen que las diferencias por género en el trabajo se manifiestan en un menor nivel salarial para las mujeres, las menos favorecidas, al ser contratadas en oficios con baja remuneración; por lo que se presenta una exclusión entre ocupaciones y dentro de cada una.
En contraste con los anteriores estudios, existen trabajos centrados en la inserción laboral. Fortin (2005), Belt et al. (2002) y Domínguez y Brown (2013) encuentran que, dadas las ideas discriminatorias asociadas a las mujeres como personas dedicadas a las actividades del hogar, los empleadores temen la baja productividad por el "reto femenino" de conciliar la vida familiar con la laboral. Esa circunstancia ha llevado a que ellas sean más favorecidas en ocupaciones basadas en los servicios, por el estereotipo de que tienen mejores cualidades que los hombres para la atención al cliente. De igual manera, trabajos como los de Friedemann-Sánchez (2006), Bussmann (2009), Pfau-Effinge (1994) y Worrall et al. (2010) enfatizan en las barreras relativas al empleo y la propiedad de activos que enfrentan las mujeres en la industria, a diferencia de los servicios. Aunque también se encuentran estudios (Queneau y Sen, 2007; Belloc y Tilli, 2013), minoritarios, que presentan hallazgos sobre la disminución de la brecha de género en el mercado de trabajo.
Si bien no se han encontrado reportes de información sobre la posible relación entre la desigualdad ocupacional asociada al género y el tipo de empleo en microempresas, los trabajos más cercanos al tema se relacionan con la segregación femenina y la precariedad laboral. Por ejemplo, Blackburn et al. (1993), Forsythe (2019) y Stier y Yaish (2014) analizan los cambios en el estatus laboral de las mujeres considerando elementos que, además del salario, caracterizan la calidad del trabajo como la productividad, la protección social y la autonomía. Dentro de las principales conclusiones, se encuentra que la disparidad de género también es visible en la empleabilidad de mujeres en oficios precarizados, postulado que comparten Hirsch (2005) y Neumark (2018). Especialmente, estos dos últimos trabajos destacan empíricamente, con observaciones a nivel empresarial, la participación de mujeres en el trabajo temporal, como un factor que exacerba su vulnerabilidad en el trabajo.
El estudio de la participación laboral en actividades temporales y permanentes, según el género, ha mostrado resultados de predominancia femenina en el primero, pues los trabajos enfocados en las microempresas son escasos. Según Bartoll et al. (2014), los hombres están menos satisfechos frente a un empleo temporal que las mujeres. Para ellas, ese tipo de trabajos ofrece un alivio relativo a la división sexual del mercado de trabajo, ya que proporciona las condiciones para combinar los oficios familiares y los laborales. Kjeldstad y Nymoen (2012) coinciden al respecto, argumentando la preferencia femenina por empleos flexibles, especialmente en las actividades de servicios y del cuidado, en particular. Ellos encuentran que, en general, quienes de ambos géneros prefieren los contratos temporales tienen edades tempranas y niveles educativos medios en la mayoría de los casos, o bien son adultos mayores. Otros trabajos, como los de Luke y Munshi (2011) y Arulampalam et al. (2004) tienen resultados referentes a la relación entre productividad, tipos de empleo y género, sin hallazgos sobre la segregación ocupacional.
DATOS, VARIABLES Y ESTRATEGIA DE ESTIMACIÓN
El análisis estadístico de este estudio es realizado a partir de los datos de la Encuesta de Microestablecimientos de Colombia (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2018), ya que es la encuesta oficial del sector microempresarial, durante un periodo de cinco años (2012-2016). Esta fue diseñada, implementada y financiada por el DANE, y publicada por el Archivo Nacional de Datos. Las unidades de la muestra son las microempresas, lo que permite estructurar la información estadística como un panel compuesto por 21 739 bloques de información para Colombia, representativo de 48 426 firmas de industria, comercio y servicios con máximo nueve personas empleadas. Dichas unidades económicas están distribuidas en las 24 ciudades principales3 del país, con sus áreas metropolitanas, y contaron con características de ocupación del mismo espacio físico, identificación de la misma unidad legal durante 2010-2011, y con más de un año de operación.
Las variables que se explican son: W_unpaidit: empleo femenino no remunerado; M_unpaidit: empleo masculino no remunerado; W_permanentit: empleo femenino con contrato permanente; M_permanentit: empleo masculino con contrato permanente; W_temporit: empleo femenino con contrato temporal; y M_temporit: empleo masculino con contrato temporal.
Si bien el salario es el pago por la utilización de la fuerza laboral como factor productivo, las dos primeras variables se refieren a la situación de unidades económicas que tienen como parte de su personal a familiares, que desempeñan labores para el funcionamiento empresarial, sin recibir remuneración monetaria ni en especie. Por el contrario, W_permanentit y M_permanentit están relacionadas con el personal contratado a término indefinido; mientras que W_temporit junto a M_ temporit se refieren a contrataciones a corto plazo.
En la Tabla 1 se presenta una breve descripción estadística de la información proporcionada por el DANE sobre las variables dependientes e independientes de los modelos4. En promedio, los ingresos de las microempresas son de 7 780 000 000 COP (1 898 663 USD), el total de empleados es de dos personas. Al parecer, las diferencias de los promedios entre cantidad de mujeres y hombres son más amplias en el empleo permanente (0,35 y 0,31, respectivamente) que en el no remunerado (0,53 y 0,55, respectivamente) y mínimas en el trabajo temporal. La mayoría de los establecimientos desempeñan actividades comerciales (62,37 %); y una minoría, oficios industriales (10,42 %). Con respecto a la antigüedad5, cerca de la mitad tiene entre tres (14,34 %) y menos de diez años (27,10 %) de funcionamiento; además, es baja la proporción de las que tienen menos de un año (0,66 %). Así también, la mitad está concentrada en las regiones oriental (20.34%) y central (29.90%).
Nota: el valor de la media (Mean), la desviación estándar (DE) en los componentes overall (O), between (B) y within (W), junto al del dato mínimo (Mín.) y máximo (Máx.) es presentado para cada variable. Las observaciones son 108 695 y cinco periodos para todas las variables, a excepción de dos variables (W_tempor y M_tempor) que no tienen datos en un periodo (2015), para las cuales las observaciones son 86 956. El efecto de los factores cualitativos podrá ser evaluado considerando que, en el caso de las variables "sector económico", el grupo base es el sector servicios con promedio 0,272; en el caso de las variables tiempo de funcionamiento, el grupo base es de diez años en adelante con promedio 0,476; y en el caso de las variables regionales, el grupo base es el conjunto Orinoquía y Amazonía, con promedio de 0,011.
Fuente: elaboración propia con resultados de los cálculos realizados en Stata, a partir de los datos de la Encuesta de Microestablecimientos 2012-2016 de Colombia (DANE, 2018).
Las variabilidades "overall" y "within" son calculadas a partir de 108 695 datos de microempresas por año; mientras que la variabilidad "between" es calculada sobre 21 739 microempresas; además, el promedio de años en el que las unidades económicas fueron observadas es cinco. La cantidad de mujeres socias, propietarias y familiares sin remuneración (W_unpaid) varía globalmente entre 0 y 8; el promedio de dicha cantidad en cada firma oscila entre 0,0 y 2,8; mientras que la desviación del promedio de cada microempresa varía entre -1,866 y 6,934.
El objetivo del análisis cuantitativo es identificar la asociación entre la segregación ocupacional de género y las modalidades de empleo en las microempresas colombianas, considerando las variables características de control, como el tamaño de la empresa y su ubicación. El trabajo con datos longitudinales es realizado con el modelo econométrico de datos de panel (Wooldridge, 2010), realizando la comparación de resultados obtenidos por la estimación de los siguientes modelos: mínimos cuadrados ordinarios (MCO) agrupados, efectos aleatorios, efectos fijos, con errores estándar corregidos para panel (PCSE)6 y Poisson. El software STATA fue el elegido para el análisis estadístico.
La ocupación laboral femenina y masculina son las variables que se buscan explicar, medidas en cantidad de personas contratadas por la firma7, de acuerdo con autores de trabajos similares como Conroy y Weiler (2016), Bussmann (2009) y Oster (1975). Las variables independientes de interés son los sectores económico industrial y comercial, medidas como dos variables binarias que tienen como categoría de referencia el sector de servicios, dado que aportes teóricos indican que los sectores económicos pueden incidir en las brechas de empleo. Específicamente, Kübler et al. (2018), Galarza y Yamada (2017), Moreno et al. (2012), Carlsson (2011) y Sullivan y Smithson (2007) han mostrado la discriminación negativa de mujeres en oficios industriales, y positiva en aquellos asociados a servicios y comercio.
El modelo estima la contribución del sector económico en la ocupación laboral femenina y masculina, por tipos de trabajo. Para ello, los ingresos de ventas, el empleo total generado y los años de antigüedad serán variables de control del tamaño empresarial y la pertenencia a regiones será la variable que controle la característica geográfica. Carrington y Troske (1995), Baines y Wheelock (1998), Cowling y Mitchell (2003) y Mijid (2015), entre otros, han mostrado que el tamaño de la empresa y la ubicación geográfica son factores que deben considerarse cuando la unidad de observación es la microempresa.
Entre las limitaciones del modelo económico explicativo está que no incorpora las actitudes tradicionales asociadas al rol de género, como Fortin (2005), ni las características socioeconómicas de los individuos, tampoco una mayor descomposición de las actividades, como Hirsch (2005). Sin embargo, sus principales aportes son el análisis a nivel microempresarial, una unidad de observación poco estudiada; la incorporación de los sectores económicos como una nueva aproximación de las ocupaciones; y la estimación por separado entre hombres y mujeres, según las modalidades de empleo.
Para el presente estudio, se han llevado a cabo cinco tipos de regresión. Según Wooldridge (2010), la regresión múltiple por MCO es el método generalizado para los modelos con múltiples variables independientes; la regresión por efectos aleatorios estima que las diferencias individuales son aleatorias; la regresión por efectos fijos permite considerar que las diferencias individuales son constantes; el modelo PCSE se aplica cuando son hallados problemas de autocorrelación y heterocedasticidad; mientras que el modelo de regresión de Poisson se orienta a la estimación cuando la variable dependiente es discreta no negativa. Con los parámetros descritos, los modelos econométricos de datos panel se han estimado por género, para cada tipo de contratación, considerando la microempresa i en el año t, de la forma señalada por la ecuación 1:
Donde:
W_unpaid it es la cantidad de mujeres empleadas sin remuneración.
Industrial it es una variable independiente binaria de interés igual a 1 si la microem-presa i pertenece al sector industrial (0 si pertenece a servicios).
Trade it es una variable independiente binaria de interés igual a 1 si la microempre-sai pertenece al sector comercial (0 si pertenece a servicios).
X it representa una matriz de variables de control que comprende características empresariales.
u i son los efectos fijos microempresariales y eit es el término de error.
β1 es el parámetro que captura la diferencia atribuible al sector industrial y β2 el que captura la diferencia atribuible al sector comercial en cantidad de personas empleadas sin pago, luego de controlar por el ingreso, la cantidad total de empleados, la antigüedad de la firma y la región geográfica de pertenencia.
Los parámetros β1 y β2 podrían interpretarse como una medida de trato desigual en las ocupaciones. Si el signo de ß 2 estimado es negativo, podría interpretarse que la pertenencia de la firma al sector industrial contribuye a que la cantidad de mujeres empleadas sin pago sea menor, en comparación con el sector de servicios, pues hay una discriminación a favor del segundo. Y, si es positivo, denota la situación inversa. El coeficiente ß 2 mide la diferencia entre la contribución del sector comercial y el de servicios. Por ello, un signo positivo supone que habría una diferencia en las ocupaciones a favor de las actividades comerciales.
Para identificar la segregación ocupacional de género, según el tipo de empleo, se estiman seis ecuaciones en total. Al contrario de la ecuación 1, la segunda procura medir la contribución de los sectores económicos a la cantidad de hombres empleados sin remuneración. De igual manera, las ecuaciones 3 y 4 intentan lo mismo que la 1 y la 2, pero con respecto a la cantidad de mujeres y hombres empleados con trabajo permanente, respectivamente. Así, el quinto y el sexto modelo econométrico permiten analizar si los sectores económicos explican la cantidad de mujeres y hombres empleados con trabajo temporal (ecuaciones 5 y 6).
RESULTADOS
La Tabla 2 muestra los resultados de las estimaciones para la modalidad de empleo sin remuneración, a partir de los métodos MCO, efectos aleatorios, efectos fijos, PCSE y efectos marginales Poisson, considerando 108 695 observaciones de 21 739 microempresas, en 2012-2016. En general, las estimaciones de los sectores económicos son estadísticamente significativas del 5 al 1 % para ambos géneros8. En el caso de las mujeres, el sector industrial parece tener una relación inversa con el trabajo femenino sin pago. Por el contrario, el sector comercial tiene signo positivo. Con respecto a los hombres, ambos sectores presentan signo positivo.
Nota: *, **, *** denota significancia estadística al 10, 5, 1 nivel porcentual, respectivamente. La diferencia entre coeficientes Industrial y Trade se refiere a la estimación de la diferencia entre los coeficientes b1 y b2, respectivamente, del modelo 1 y 2.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Encuesta de Microestablecimientos 2012-2016 de Colombia.
Estos resultados parecen reafirmar que los sectores económicos afectan al empleo no remunerado, pero este impacto dependería del género. Las microempresas que desempeñan actividades industriales favorecerían el trabajo o emprendimiento de los hombres; y las que se ocupan de servicios favorecerían el de las mujeres. En cuanto al sector comercial, ambos géneros son más incluidos que en el sector de servicios. Dado que la variable dependiente se refiere también a propietarios y socios, los resultados podrían indicar que las mujeres emprenden más en el sector servicios; y los hombres, en el industrial.
El método de estimación PCSE sería el más adecuado, ya que soluciona los problemas de autocorrelación y heterocedasticidad. Los valores estimados de la prueba de Breusch-Pagan señalan la existencia de heterogeneidad inobservable, al descartar la estimación MCO y, aunque el contraste de Hausman indica que el mejor modelo es el de efectos fijos para controlar tal heterogeneidad, el modelo PCSE ofrece mejores resultados.
Además, la estimación Poisson no corrige los sesgos en los errores estándar. De acuerdo con el modelo escogido, los resultados muestran que, cuando se trata de actividades industriales, las mujeres estarían menos empleadas sin remuneración que en el sector servicios por una diferencia de 0,119 personas en promedio, frente a los restantes renglones de la economía, mientras que los hombres estarían más empleados por una brecha de 0,192.
Al considerar, por ejemplo, mil firmas, en 119 se ubicaría la desigualdad de empleadas o propietarias sin pago, en oficios de servicios, en comparación con oficios industriales; y la diferencia de empleados o propietarios sin pago sería de 192, en oficios industriales, en comparación con oficios de servicios.
Por el contrario, las mujeres son más empleadas sin remuneración en el sector del comercio, en comparación con el de servicios, con una disparidad de 0,053; al igual que los hombres, pero la diferencia es mucho mayor, con un nivel de 0,093. En el caso de mil firmas, lo anterior significa que 53 mujeres son más empleadas en actividades comerciales que en actividades de servicios, pero los hombres son más utilizados en el mismo caso, con una brecha de 93 personas.
Al igual que lo encontrado en trabajos como los de Naidu y Ossome (2016), Mínguez (2012) y Sengupta (2019), los hombres son más segregados ocupacional-mente para las labores no remuneradas que las mujeres. Los resultados presentan que, al parecer, ellas son más empleadas en oficios sin pago, de carácter comercial, que en los relacionados con los servicios y, en última instancia, en los industriales. En cambio, las microempresas colombianas ocupan más a la población masculina en actividades industriales sin pago (coeficientes estimados de 0,192) que en las comerciales (parámetros estimados de 0,093), dejando en último lugar a las relativas a los servicios. Aunque los dos son preferidos para el comercio, los hombres tienen una mayor ventaja (coeficientes estimados de 0,093) respecto a las mujeres (parámetros estimados de 0,053).
Incluso tratándose de trabajo gratuito, los roles de género socialmente generalizados se expresan en el mercado laboral. Es claro que la población femenina es discriminada en los oficios industriales, hecho confirmado por Worrall et al. (2010), Calvo et al. (2019) y Friedemann-Sánchez (2006). Al contrario, la población masculina recibe un trato desigual en los oficios de servicios, de acuerdo con Amarante y Espino (2004). En este caso, el género femenino presenta mayor segregación ocupacional en el empleo sin pago, en comparación con el género masculino.
En cuanto al empleo permanente y contratación a largo plazo, las estimaciones de la Tabla 3 muestran que las variables de interés relativas a la industria y el comercio son estadísticamente significativas (90-99 % de confianza para todos los modelos, a excepción del de efectos fijos para las mujeres). Los sectores económicos contribuyen al empleo permanente de ambos géneros, pero de manera opuesta.
Al igual que en el caso del trabajo no remunerado, la estimación del modelo PCSE muestra que las actividades industriales tienen una relación inversa con el trabajo femenino (-0,286) y positivo con el masculino (0,223). El sector comercial sigue presentando una relación positiva para los hombres (0,127), pero, a diferencia del empleo sin pago, negativa para las mujeres (-0,149). Mientras los hombres son preferidos en el trabajo permanente para las labores industriales y comerciales, las mujeres solo son favorecidas en las firmas de servicios.
La disparidad de género en la ocupación microempresarial es visible, al tomar como ejemplo mil firmas. El impacto parece ser mayor en el empleo de mujeres en servicios, con una diferencia de 286, en comparación a oficios industriales; y de 149, en comparación con oficios comerciales. En cuanto a los hombres, la diferencia lineal entre los contratados en la industria y los servicios es de 223, mientras que, entre el comercio y los servicios, es de 127. Entre tipos de labores, la diferencia del trabajo a largo plazo para el género femenino es mucho mayor que para el género masculino.
La desigualdad parece ser más fuerte, en la medida en que el empleo es menos precario. Al tratarse de trabajos de largo plazo, las mujeres son más discriminadas que los hombres en comparación con la situación del trabajo no asalariado: ellas son prioritariamente preferidas para oficios de servicios, mientras que ellos lo son para labores industriales y comerciales. Especialmente, dicha precariedad ha sido referida por Forsythe (2019), Lee y Clarke (2019) y Dube y Kaplan (2010), al exponer los bajos salarios del sector de servicios. Antes que ser contratadas a largo plazo para actividades manufactureras, las mujeres son preferidas en oficios comerciales, pues la brecha con respecto al sector servicios es menor (-0,149) que en los estimadores del sector industrial (-0,286).
En todos los casos (Tablas 2-4), el estadístico F de significancia global indica que las variables explicativas son significativas y la medida R2 expresa una baja variabilidad explicada en los modelos9. La discriminación sectorial de género es menor en el trabajo sin pago, porque las diferencias en la contribución a la ocupación laboral son menores. Al tratarse de las mujeres, parece haber más posibilidades de que trabajen en oficios industriales cuando no son remunerados (-0,119) que cuando lo son por medio de contratación permanente (-0,286). Asimismo, los hombres pueden ser menos preferidos en el empleo permanente de servicios (0,223) que en el no remunerado (0,192). La segregación parece ser mayor cuando el trabajo es remunerado.
Para efectos de comparar los distintos métodos, la Tabla 4 resume el resultado de las estimaciones de los diferenciales de la contribución de los sectores económicos al empleo femenino y masculino, en la contratación de corto plazo. Las estimaciones arrojan como resultado coeficientes estadísticamente significativos al 1,0 %, a excepción del modelo de efectos fijos. Como en el caso del trabajo no remunerado y permanente, el signo de los coeficientes de industria para las mujeres muestra una brecha negativa entre las actividades manufactureras y de servicios. Por tanto, ellas serían más preferidas para el último sector con una estimación de -0,211 en la disparidad. Considerando el ejemplo de mil firmas, parece haber una diferencia de 211 mujeres empleadas temporalmente. Al contrario, los hombres serían favorecidos para el empleo industrial con una brecha de 176 personas contratadas en comparación con los servicios.
Los resultados de la variable binaria del sector comercial son (a) similares a los obtenidos en el empleo permanente y (b) contrarios a los del trabajo no asalariado. El género femenino es menos contratado temporalmente que en el sector servicios, por una diferencia de -0,158. Para los hombres, en cambio, se presenta la misma tendencia que en los otros tipos de trabajo: entre los tres sectores económicos, son menos preferidos para los oficios de servicios y más para los industriales. Para el comercio, la disparidad es de 0,053; en el ejemplo de mil empresas, sería de 53 hombres empleados temporalmente más que en los servicios. Ahora bien, el empleo sin pago (-0,119) es la menor diferencia entre la ocupación femenina en industria y servicios, mientras la contratación permanente lo es en la brecha remunerada comercio-servicios (-0,149). Sin embargo, para los hombres, el trabajo temporal es la menor brecha (0,176) en industria-servicios y en el caso comercio-servicios (0,053).
La disparidad de género en la contratación por parte de microempresas en Colombia parece expresarse de dos maneras (Tablas 2-4): a través de la discriminación femenina en el empleo de oficios industriales-comerciales y en el trabajo remunerado. El alto nivel de masculinización de las ocupaciones en el mercado de trabajo podría desfavorecer, incluso, la búsqueda de empleo de la población femenina (Maira, 2015). En todos los tipos de trabajo según la temporalidad, las mujeres son preferidas para los servicios, en comparación con oficios industriales; con los hombres, sucede lo contrario. Salvo en el trabajo no remunerado, el comportamiento es el mismo en el comercio: ellas siguen siendo más empleadas para servicios, mientras ellos, para las labores de compra-venta. Lo anterior sugiere que el género femenino podría tener menos posibilidades de ser empleado, ya que el 72,8 % de las microempresas se dedica a actividades de industria (10,42 %) y comercio (62,37%) (Tabla 1).
La restricción de las mujeres al empleo relacionado con los servicios está asociada a los estereotipos de género, presentes en el mercado laboral. De acuerdo con las ideas de Haynes (2012), Belt et al. (2002) y Stier y Yaish (2014), las competencias tradicionalmente relacionadas con las mujeres son sobrevaloradas en los servicios. Para estos autores, las habilidades referentes a la comunicación, la simpatía, el cuidado y la imagen corporal favorecen el trabajo femenino en actividades de publicidad, hoteles, restaurantes, centros de atención telefónica y asesoría profesional. En comparación, las competencias atribuidas a lo masculino, como la competitividad, los conocimientos mecánicos y la fuerza física (Thane, 1992; Brown y Philips, 1986; Blackburn et al., 1993; Fortin y Huberman, 2002) beneficiarían la contratación de hombres en oficios comerciales e industriales, como los referentes a la compraventa y producción de alimentos, bienes textiles y muebles.
Para ambos géneros, la menor posibilidad de superar la discriminación de género está en la modalidad de empleo a largo plazo. Dicha tipología laboral es la que presenta mayor inequidad, puesto que expone la más amplia diferencia industria-servicios estimada (Tabla 3): es de -0,286 para mujeres y de 0,223 para hombres. No obstante, en el comercio-servicios, la mayor diferencia de -0,158 en las mujeres está en la tipología temporal y de 0,127 en hombres en la permanente.
Nota: *, **, *** denota significancia estadística al 10, 5, 1 nivel porcentual, respectivamente. La diferencia entre coeficientes Industrial y Trade se refiere a la estimación de la diferencia entre los coeficientes b1 y b2, respectivamente, del modelo 3 y 4.
Fuente: elaboración propia, a partir de los datos de la Encuesta de Microestablecimientos 2012-2016 de Colombia (DANE, 2018).
En segundo lugar, está la desigualdad industria-servicios en la contratación temporal femenina y el empleo masculino no remunerado, reafirmando que, al tratarse de trabajos con flexibilidad horaria, las mujeres serían preferidas para las actividades del cuidado (Kjeldstad y Nymoen, 2012). La alta segregación ocupacional femenina en el trabajo de largo plazo es, especialmente, un factor negativo considerando que, según Petrongolo (2004), esa circunstancia laboral es la que representa mayor satisfacción para los trabajadores por la estabilidad económica que provee.
Por el contrario, la mayor posibilidad de superar la discriminación de género está en la obtención de un empleo femenino no remunerado y los empleos temporales masculinos. El que la menor diferencia para las mujeres esté en el trabajo sin pago fortalece la precarización en la que están inmersas. Esta situación impone un elemento de análisis para el estudio de la desigualdad de género, el cual ha estado centrado en la preponderancia del trabajo femenino no remunerado en actividades del cuidado.
Aunque ha sido considerado muy poco, también hay ausencia de ingreso salarial -como este y otros estudios demuestran (Baines y Wheelock, 1998; Werbel y Danes, 2010; Petreski et al., 2014)-, en la industria, el comercio y los servicios desarrollados por microempresas. Por su parte, la menor segregación ocupacional en el empleo temporal de hombres, según Hirsch (2005), estaría explicada por la demanda de menores competencias laborales en comparación con las que exigiría el mercado cuando se trata de una contratación permanente.
Las mujeres estarían más segregadas que los hombres en trabajos permanentes de ocupaciones industriales y comerciales (Tabla 3), pero menos discriminadas en empleos no remunerados en ambas actividades (Tabla 2). No obstante, aún en las labores practicadas a término gratuito, ellas son las menos favorecidas para desarrollar actividades de manufactura; cuestión diferente cuando se trata de actividades de compra y venta, donde suelen haber pocas preferencias por la similitud con los servicios en el trabajo requerido de atención al cliente.
Por el contrario, en el trabajo temporal y permanente, ellos son menos segregados en las brechas industria-servicios y comercio-servicios (Tablas 3 y 4), pero más discriminados para las ocupaciones de servicios en el trabajo no remunerado. Lo anterior significa que dicha diferencia de empleo sectorial masculino es más fuerte cuando se trata de trabajo no asalariado y débil en el trabajo de largo plazo y temporal, en comparación con las mujeres. Estos resultados implican que las mujeres serían doblemente discriminadas en el mercado laboral de las microempresas, a través de los sectores económicos y del tipo de contratación.
Nota: *, **, *** denota significancia estadística al 10, 5, 1 nivel porcentual, respectivamente. La diferencia entre coeficientes Industrial y Trade se refiere a la estimación de la diferencia entre los coeficientes b1 y b2, respectivamente, del modelo 5 y 6.
Fuente: elaboración propia, a partir de los datos de la Encuesta de Microestablecimientos 2012-2016 de Colombia (DANE, 2018).
CONCLUSIONES
Con datos panel de la Encuesta estatal de Microestablecimientos 2012-2016 de Colombia (DANE, 2018), este estudio analizó la manera como la segregación ocupacional de género puede estar asociada a las modalidades de empleo en las microempresas colombianas. Los resultados sugieren que, en el trabajo no remunerado, las mujeres son menos empleadas en el sector industrial que en el sector servicios, por una diferencia de 0,119, y más empleadas en el sector comercio en comparación con el sector servicios, con una brecha de 0,053 (Tabla 2). Lo anterior se justifica en que las labores dedicadas a la atención al cliente y la interacción social son estereotipadas como acorde a las habilidades de ellas, mientras los oficios de manufactura y trabajo pesado se considera que están direccionados a los hombres.
Esta tendencia cambia negativamente cuando se trata de empleo remunerado, de largo o corto plazo. Las mujeres son menos empleadas en la industria con trabajo permanente que en el sector servicios, por una diferencia de 0,286, y más empleadas en el sector servicios en comparación con el sector comercio, con una brecha de 0,149 (Tabla 3).
Paralelamente, cuando se trata de contratación temporal, ellas son menos empleadas en la industria que en el sector servicios por una diferencia de 0,211 y más empleadas en el sector servicios, en comparación con el sector comercio, con una brecha de 0,158 (Tabla 4). En ese sentido, ellas estarían siendo discriminadas en el mercado laboral microempresarial, de dos formas: en los oficios industriales y en el trabajo estable. De hecho, solo son menos afectadas por la segregación ocupa-cional cuando el empleo no es remunerado.
En comparación, los hombres tienen una favorabilidad en el empleo del sector industrial y comercial. Ellos son más empleados sin remuneración en actividades manufactureras, a un nivel de 0,192 y en oficios comerciales con un nivel de 0,093 (Tabla 2). Lo anterior ocurre también en el trabajo remunerado. En relación con las labores de atención al cliente, los hombres son más empleados con contrato permanente en actividades industriales a un nivel de 0,223 y en oficios comerciales con un nivel de 0,127 (Tabla 3); y más empleados temporalmente en actividades industriales a un nivel de 0,176 y en oficios comerciales con un nivel de 0,053 (Tabla 4). Estos resultados parecen exponer que, a diferencia de las mujeres, el género masculino es favorecido laboralmente en dos de los tres sectores económicos analizados y en el trabajo remunerado.
El aporte más relevante de este trabajo es la inclusión del tipo de empleo en el análisis económico de la segregación ocupacional de género. La disparidad entre mujeres y hombres parece expresarse a través de la discriminación femenina en los oficios industriales y comerciales, y en la acentuación de la brecha entre los oficios, cuando se trata de trabajos de mejores condiciones laborales. Ellas son más discriminadas en la contratación permanente, que en el trabajo temporal; y más en esta última que en el trabajo no remunerado. Por el contrario, ellos son discriminados en el empleo de servicios, y su ventaja en el industrial y comercial se acentúa más en la contratación permanente que en la no remunerada, quedando en último lugar el trabajo temporal.
Este hallazgo parece ser un hecho nuevo en la literatura sobre disparidad de género, al realizar un análisis a nivel de microempresas y evidenciar que la brecha entre hombres y mujeres en el mercado se caracterizaría por la desigualdad ocupa-cional profundizada a través de la modalidad de empleo. Un nuevo marco de discusión sobre el trato diferenciador en las actividades económicas según el género y las condiciones laborales en microempresas puede extenderse en el futuro. Nuevos trabajos académicos podrían partir de las características individuales de los trabajadores, a fin de identificar la segregación ocupacional vertical por género, al igual que los perfiles educativos y socioeconómicos que contribuyen a que una mujer pueda ser más segregada que otra.