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Innovar

Print version ISSN 0121-5051

Innovar vol.13 no.21 Bogotá Jan./June 2003

 

 

La globalización y la gestión financiera internacional*

 

Globalisation and international financial management


La globalisation et la gestion financière internationale

 

Carlos Eduardo Martínez Fajardo
Profesor asociado, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia. Actualmente es director de la Escuela de Administración de Empresas y Contaduría Pública. karlesmf@hotmail.com


RESUMEN

Este artículo constituye una reflexión acerca de la incidencia del proceso de globalización en la evolución reciente de las finanzas internacionales y en la expansión apoyada en la mayor capacidad de gestión de las empresas multinacionales. Dicho proceso se analiza de acuerdo con las pautas derivadas del reordenamiento de la estructura mundial de poder y su incidencia en el sistema financiero internacional.

Palabras clave

Globalización, gestión financiera internacional, estructura de poder mundial, gestión y estructura de empresas multinacionales, estructura de funciones básicas, estructura de grandes divisiones, tecnoestructura.

Summary

This article presents some thoughts about the effect of the globalisation process on international finance's recent evolution and on expansion aided by multinational companies' greater management ability. Such process is analysed according to those guidelines deriving from reordering the world power structure and its effect on the international financial system.

Key Words

Globalisation, international financial management, world power structure, management and multinational companies' structure, basic function structure, large division structure, techno-structure

Résumé

Cet article fait une réflexion au sujet de l´incidence du procès de la globalisation dans l´évolution récente des finances internationales et la croissance, fondée sur une importante capacité de gestion, des entreprises multinationales. Ce procès est analysé d´après les paramètres dérivés de la réorganisation de la structure mondiale du pouvoir et son incidence dans le système financier international.

Mots clés

Globalisation, gestion financière internationale, la structure du pouvoir mondial, gestion et la structure des
entreprises multinationales, structure des fonctions essentielles, structure des grandes divisions, technostructure.

 

Globalización significa un conjunto de procesos sociales, económicos, comerciales y tecnológicos iniciados históricamente con un alcance local y que han evolucionado irreversiblemente a un entorno mundial.

Este conjunto de procesos, que comenzó hace varios siglos, constituye una característica de la sociedad actual. Somos parte de “...una civilización que irradia por todas partes o emite hacia todas partes lo que son sus logros, y que con mensajeros tales como las series de televisión, la Coca Cola y los pantalones vaqueros ha logrado penetrar de hecho hasta el último rincón del globo” (Habermas, 1997, 91).

El proceso de globalización se ha consolidado durante las dos últimas décadas y ha originado la evolución del sistema financiero internacional con el apoyo de políticas de liberalización, la regulación de los mercados nacionales e internacionales, la expansión de las empresas multinacionales y el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación. Este proceso, no obstante, ha generado una serie de secuelas que deben ser enfrentadas mediante procesos locales liderados por la acción gubernamental de los Estados nacionales. Beck (1998, 29) señala además de la dimensión financiera, comercial, de información, de las empresas multinacionales, el impacto de los problemas de la pobreza global, los daños y atentados ecológicos, las corrientes icónicas de las industrias globales de la cultura y los conflictos transculturales.

No obstante, este proceso ha generado una serie de secuelas que deben ser enfrentadas mediante procesos locales liderados por la acción gubernamental de los Estados nacionales. Además de la dimensión financiera, comercial y de información de las empresas multinacionales, Beck (1998, 29) señala el impacto de los problemas de la pobreza global, los daños y atentados ecológicos, las corrientes icónicas de las industrias globales de la cultura y los conflictos transculturales.

Algunos elementos de la evolución del sistema financiero internacional

El sistema financiero en los países desarrollados ha jugado un papel determinante en la producción de conocimiento, en el desarrollo tecnológico, en el crecimiento de la producción, en la generación de confianza social, evolucionando hacia un sistema financiero internacional.

De acuerdo con Rudolf Hilferding (1985), las finanzas internacionales 1 tuvieron un gran desarrollo a finales del siglo XIX con la consolidación de la unión del capital industrial con el capital bancario y la institucionalización del sistema de sociedad por acciones o sociedad anónima.

A finales de los sesenta un analista francés destacado enfatizaba la importancia del Estado y del acceso al capital financiero mediante bajos costos como requisitos para logra la competitividad de las empresas, señalando que “Para intervenir en la competencia mundial, hay que facilitar a las empresas industriales, al menos en los sectores decisivos, una ayuda masiva, estos sectores son, sobre todo, la electrónica y la informática, la investigación espacial y la energía atómica” (Servan Schreiber, 1969, 22).

La mayor velocidad en la innovación de conocimiento tecnológico, debido al avance de los sistemas de información y comunicación, ha fortalecido la red de vínculos entre los agentes económicos durante las últimas décadas (Castells, 1999, t. 1, 93) y ha contribuido de manera significativa al reordenamiento de la estructura de poder mundial, así como al avance en los procesos de globalización.

La internacionalización del sistema financiero, la expansión del mercado de acciones y las políticas de comercio mundial han afectado enormemente la capacidad de autodeterminación y capacidad de autorregulación de los gobiernos de los países en vía de desarrollo.

Desde 1944 hasta 1971 el acuerdo de Bretton Woods permitió a los Estados Unidos tener la exclusividad de la liquidez mundial a través de la hegemonía de su divisa, el dólar.

Después de los años setenta los Estados Unidos debieron compartir con Japón y Alemania, y posteriormente con los países de la Unión Europea, el privilegio de liquidez y la emisión de monedas divisa como medio de pago del sistema financiero internacional.

Durante las dos últimas décadas se presentó una gran expansión de los mercados de obligaciones y la incorporación de países emergentes en el sistema financiero internacional con movimientos especulativos que han originado grandes crisis en el sistema bancario y un alto grado de volatilidad, producto del reacomodamiento de los países desarrollados y sus centros de influencia.

En teoría la política monetaria, mediante los tipos de cambio fijos (como alternativa a un régimen cambiario de libre flotación) y la libertad de los movimientos de capital deberían contribuir al equilibrio del comercio y las finanzas internacionales.

Sin embargo, como señalan Aglietta y Moatti (2002, 57), ha sido imposible que las políticas de libre movimiento de capital y bienes se integren al tipo de cambio fijo; en la práctica lo que ha pasado es que se ha recurrido a una política de cambio fijo y a tasas de interés alto para tratar de lograr el equilibrio económico y financiero, acentuando el grado de volatilidad del sistema financiero internacional.

Por otra parte se destaca la influencia de organismos internacionales, como el Banco Mundial, que a través de la International Financial Corporation (IFC) ha ofrecido nuevas fuentes de financiación para las empresas más grandes a cambio de que se comprometan a afinar los sistemas de información contable, en función de lograr mayor transparencia en su manejo financiero.

La nueva estructura de poder mundial

La globalización del sistema financiero internacional se ha desarrollado mediante la institucio-nalización de las políticas monetarias derivadas del nuevo ordenamiento mundial y mediante el papel de los organismos financieros internacionales que fijan las tasas de interés para la obtención de crédito, limitan la función reguladora del Estado e influyen en el nivel de confianza del sistema de acciones.

Durante el siglo pasado y hasta la Segunda Guerra Mundial prevaleció el centralismo o hegemonía de una sola potencia mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial, el bipolarismo (EE.UU.-URSS) dio lugar a dos grandes bloques de países, capitalistas y socialistas, ordenamiento que culminó en 1991 con la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dos años después de la caída del Muro de Berlín (1989).

En los años noventa se dio un reordenamiento de los centros de poder mundial y se configuraron tres grandes bloques de intereses regionales mediante alianzas o uniones por área geográfica, que han determinado las grandes políticas de la estructura del mercado mundial actual 2:

- Estados Unidos y sus socios
- La Unión Europea
- Japón y los países del sudeste asiático

Estados Unidos y sus socios

El nuevo reordenamiento mundial de los últimos años condujo a los países desarrollados a integrarse mediante bloques de países y a apoyar el abandono de las políticas keynesianas por una política neoliberal, bajo el supuesto –muy cuestionable– de que mediante esta opción se lograría la modernización y el desarrollo de los países atrasados.

La gran crisis económica de 1989, con una alta deuda externa de los países de la región latinoamericana, obligó a Estados Unidos a ofrecer alternativas de financiación con capital privado y a conformar una gran zona de libre comercio en el hemisferio americano, formalizando la iniciativa Brady y Bush para las Américas.

En la década de los noventa, de acuerdo con John Williamson, los Estados Unidos acogieron el listado de políticas que fueron expuestas en el denominado Consenso de Washington, de las cuales se destacan la liberación de los mercados, la desregulación, la privatización, la reforma fiscal para crear carga tributaria, la reestructuración mediante criterios de achicamiento, la eliminación y fusión de las organizaciones del Estado, políticas que pasaron a convertirse en las directrices centrales de organismos financieros internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo.

En el mismo sentido, la Organización Mundial de Comercio (OMC) acogió los lineamientos básicos de las relaciones comerciales, definiendo una vez más en la Ronda Uruguay (1995) y en Doha (Qatar 2001) diferencias estratégicas a favor de ellos y en detrimento de los países atrasados en relación con programas de transporte, energía, desarrollo científico y tecnológico.

De los países de América Latina, México por su vecindad geográfica se constituyó en el primer socio comercial de Estados Unidos; en segundo lugar, desde 1991, Chile ha realizado acercamientos con el propósito de firmar un acuerdo de libre comercio entre los dos países, lo cual será una realidad en el presente año.

En 1992, los Estados Unidos aprobaron para Colombia y Bolivia, y posteriormente para otros países andinos, el Acta de Preferencia Comercial Andina o Andean Trade Preference Act (ATPA), que autorizó el libre ingreso al mercado estadounidense de cerca de 5.600 productos de los países de esta región, como un medio para luchar contra la producción y tráfico de drogas ilícitas.

Colombia renovó esa posición preferencial el año pasado y el acuerdo va hasta el año 2006, presentando para ese período un conjunto de oportunidades estratégicas.

La Unión Europea

Desde la Edad Media, Europa intentó asociarse comercialmente y lograr una moneda común, pero solamente a mediados del siglo pasado, en 1951, la antigua Alemania Federal, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Holanda pudieron dar un paso significativo al conformar la Comunidad Económica del Carbón y del Acero.

En 1957, estos mismos países firmaron el Tratado de Roma y crearon la Comunidad Económica Europea para formar un mercado común; en 1973 ingresaron Gran Bretaña, Dinamarca e Irlanda; en 1981, Grecia; en 1986, España y Portugal. El sueño europeo de una moneda común se formalizó en 1991, en Maastrich (Holanda), con el cambio de Comunidad Económica Europea por el de Unión Europea; en 1992, crearon un mercado europeo de bienes y servicios sin fronteras internas; en 1994 se fundó el Instituto Monetario Europeo, antecedente del Banco Central Europeo. La política de unión monetaria fijó en 1999 las paridades cambiarias, responsabilizó a los bancos centrales europeos de la política monetaria y en 2002 salieron a circulación los billetes y monedas de la nueva divisa, denominada euro.

La consolidación de la Unión Europea se refleja en el fortalecimiento del euro y en su capacidad para expandir el proceso de integración. Tras la ratificación de los nuevos países de la Unión, su población quedará conformada por 450 millones de habitantes (80 millones de nuevos ciudadanos europeos).

A partir del primero de mayo de 2004, la nueva Unión Europea quedará constituida por los siguientes veinticinco países: Francia, Alemania, Italia, España, Portugal, Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos, Dinamarca, Irlanda, Reino Unido, Grecia, Austria, Finlandia, Suecia, Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia, Chipre y Malta.

Japón y los países del Extremo Oriente

Japón y los países del Extremo Oriente han sorprendido por la capacidad competitiva desarrollada en el período de la segunda posguerra. La valoración del yen se observa en el hecho de que en 1970 con 358 yenes se compraba un dólar y en 1996 con sólo 85 yenes se adquiría un dólar.

Ouchi (1982, p. 12) señala que la productividad del Japón se incrementó en 400% sobre la tasa correspondiente a los Estados Unidos durante los años de posguerra y que ello se debió principalmente al mejoramiento de la capacidad del sistema de gestión de las empresas.

En un trabajo posterior, el mismo autor (1986) destaca que las empresas japonesas mejoraron su competitividad en el comercio mundial, mediante una estrategia de integración y una estructura en red de corporaciones, compuesta por empresas privadas y organizaciones del Estado. Especialmente a través del Ministerio de Comercio e Industria Internacional (MCII), lograron mejorar significativamente su capacidad de gestión, de innovación, de financiación a bajo costo, a través del apoyo de la estructura financiera local.

En 1952, Corea del Sur se encontraba devastada por la guerra. Singapur, Taiwán y Hong Kong no tenían industria en los sesenta; sin embargo, en los noventa Corea y Taiwán se constituyeron en mercados emergentes.

Comparadas con las cifras de Estados Unidos y Japón, las de Corea parecen insignificantes pero lo sustancial es que, desde 1979, este país entró en la industria mundial con la producción de fichas semiconductoras de integración de grande escala. En 1981, los tejidos eran su industria más grande; hoy son las industrias de bienes electrónicos y maquinaria, gestionadas mediante una moderna tecnología de eficiencia, calidad y justo a tiempo.

La región latinoamericana

En relación con el comportamiento financiero de los países de América Latina, un estudio de Salama (en Giraldo y Salama, 1998, pp. 59 y ss.) señala que la liberalización de los mercados financieros en la región estuvo ligada a la especulación financiera que aprovechó la sobrevaluación de las monedas, generando el desvío de recursos que debieron invertirse en el desarrollo de proyectos de producción industrial.

Adicionalmente se favoreció la sustitución masiva de bienes producidos por empresas de la región por bienes importados y se intentó elevar los niveles de productividad mediante la aplicación de técnicas modernas de gestión de calidad total, justo a tiempo y la flexibilización de la mano de obra, contribuyendo al deterioro de los ingresos de trabajo y al aumento del desempleo.

En 1986, México inició su proceso de apertura económica; desde ese año la inversión extranjera a través de empresas multinacionales ha aumentado en forma considerable. Empresas como la Ford y la IBM se apoyaron en plantas maquiladoras ubicadas principalmente en la frontera y aprovecharon la ventaja comparativa del bajo costo de la mano de obra, contribuyendo a frenar la emigración hacia los Estados Unidos.

Diez años después de iniciada la política de apertura en México, las exportaciones se cuadriplicaron, alcanzando la cifra récord de 96 mil millones de dólares en 1996, dos veces más que Brasil, y llegando a alcanzar el segundo puesto como proveedor de los Estados Unidos con el 21% en el 2002, detrás de Canadá con el 31%.

No obstante los citados indicadores optimistas del avance de México y los frecuentemente relacionados con Chile, hoy por hoy no son claros los resultados frente al valor agregado neto, al avance de la capacidad competitiva de empresas industriales de esos países, ni se ha podido solucionar el problema de las grandes desigualdades sociales de la población latinoamericana.

Al respecto, Stiglitz (2002) afirma: “... es hipócrita pretender ayudar a los países subdesarrollados obligándolos a abrir sus mercados a los bienes de los países industrializados y al mismo tiempo a proteger los mercados de éstos porque hace a los ricos cada vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres”.

En los ochenta, la crisis del sistema bancario de los países en desarrollo llevó al sector público a acudir al rescate y en 1997 el costo social de dicha política llegó a representar para algunos países hasta el 10% del PIB.

El caso más reciente que ejemplifica los precarios resultados de la implementación de las mencionadas políticas internacionales es el de Argentina, que atraviesa por una gran crisis y que al día de hoy tiene una deuda externa de cerca de 60 mil millones de dólares.

La situación de Colombia también es grave, su deuda externa ha pasado los 100 billones de pesos y enfrenta un gran reto para superar el desempleo y la violencia. Son notorias, entonces, las limitaciones de la función del Estado como ente autorregulador en interacción con organismos internacionales, hecho que se observa en el comportamiento del sistema monetario y en la debilidad institucional para lograr avances significativos en la orientación del sistema financiero local, en interacción con el sistema financiero internacional.

Expansión y competitividad de las empresas multinacionales

La competitividad de las empresas multinacionales ha permitido la producción y comercialización de bienes y servicios a escala mundial, aumentando el flujo de capital entre países y desarrollando la institucionalización de los mercados financieros internacionales.

La lucha económica moderna se desarrolla mediante la mayor competitividad de las empresas multinacionales a través de la institucio-nalización del sistema financiero y su capacidad para invertir en investigación y producir a escala nuevas mercancías, aplicando nuevas tecnologías, formas de organización y técnicas de gestión, como justo a tiempo, que han permitido que estas empresas mejoren sustancialmente sus márgenes de utilidad.

Las empresas multinacionales (EM) se consolidaron durante todo el siglo XX y pasaron de empresas con una estructura familiar centralizada de funciones básicas a organizaciones con una estructura de grandes divisiones, apalancadas financieramente a través de la figura jurídica de sociedad anónima; de manejar cifras de inversión de pocos millones a realizar inversiones de miles de millones de dólares, contribuyendo así a aumentar significativamente el volumen de inversión extranjera directa.

La expansión de las corporaciones o EM constituye un fenómeno social de primer orden en los procesos de globalización debido a su capacidad de gestión para generar valor agregado, mayor capacidad de investigación, innovación y desarrollo de tecnología, eficiencia de los costos, producción de conocimiento, manejo de información y su mayor competitividad e influencia en el sistema financiero internacional.

La estrategia financiera de las EM norteamericanas en 1965 se apoyó en la capacidad de inversión de 4.000 millones de dólares en Europa, financiando cerca del 55% con euroemisiones del mercado de capitales europeos, 35% con subvenciones de las autoridades de los países europeos y solamente una décima parte de la inversión en dólares procedentes de los Estados Unidos (Servan Schreiber, 1969).

Durante las dos últimas décadas la estrategia de inversión, expansión y penetración de las EM cambió sustancialmente debido a la capacidad competitiva y a las ventajas relativas desarrolladas por los países industrializados y sus empresas durante más de un siglo y a las características del proceso de globalización que han originado un alto grado de volatilidad, una estructura frágil de mercado, salarios reales bajos, nuevas formas de inversión, desarrollo de conocimiento e innovación mediante una estructura tipo joint venture que ha propiciado la asociación y las alianzas de EM con empresas locales.

Las nuevas condiciones han favorecido el aumento de los flujos de capital y la expansión de las empresas multinacionales. Según datos de Kozikowski (2000, 6), el número de empresas multinacionales y transnacionales aumentó en 1995 a 30.800, con 250.000 filiales y activos de 2.6 billones de dólares en el mundo.

En este proceso de expansión incluso participan empresas pequeñas y medianas que pasan desapercibidas políticamente pero que han logrado una presencia transnacional con capacidad para operar en varios países, aprovechando su capacidad competitiva en tecnologías de punta. Como observa Drucker:

    Cuando se oye decir “transnacional” uno piensa en compañías gigantes pero en la actualidad hay muchos negocios medianos y hasta pequeños que operan en la economía mundial más bien que en uno o dos países. En realidad para estas compañías medianas y pequeñas es más fácil operar sin tener que prestar mucha atención a fronteras nacionales. A diferencia de las grandes, son políticamente casi invisibles ( Drucker, 1990, 118).

Las innovaciones en el sistema de gestión han contribuido a una mayor integración de los intereses del empresario y el trabajador, responsabilidad y decisiones colectivas, estabilidad en el empleo, disciplina en el trabajo, entrenamiento especializado, desarrollo de círculos de calidad y aplicación de herramientas de planeación, ejecución y control de productividad y calidad, todo encaminado a mejorar la capacidad para copiar, apropiar, adaptar y crear tecnología.

En 1985, una alianza notable fue la de Daewoo Motors de Corea y la General Motors de Estados Unidos, mediante la asociación de una inversión de 50/50, en donde la primera aportó nueva inversión, mano de obra calificada a bajo costo y un mercado potencial, y la segunda se asoció con inversión y tecnología.

En Colombia, buscando responder a una de las mayores crisis financieras, desde 1998 algunas empresas diseñaron una estrategia de alianzas internacionales en sectores como el automotor. Se unieron el Grupo Corona y Carrefour (Francia), WalMart y Éxito, Danone y Noel, entre otros (ver revista Dinero, septiembre de 1999).

Durante los dos últimos años, los grandes grupos económicos han formulado una estrategia de focalización o concentración en su actividad central y han iniciado una estrategia de expansión internacional: el grupo Bavaria hacia Ecuador desde la década de los ochenta y hacia Panamá y Perú desde el año pasado; Carvajal hacia Brasil y México; el grupo Empresarial Antioqueño hacia México, Centroamérica y el Caribe; Corona hacia Estados Unidos y México; Sanford hacia México y Ecuador; el Grupo Mundial hacia Venezuela, Ecuador, Panamá y Centroamérica.

Capacidad de investigación y desarrollo de conocimiento tecnológico

Servan Schreiber (1969, 27) enfatizó el papel estratégico de las innovaciones en gestión y en sectores estratégicos como la electrónica, transistores, computadores y energía atómica, destacando la sinergia producida por la integración de la gran corporación, el Estado y las universidades.

Este trípode constituye un factor decisivo del desarrollo industrial y, según el mencionado analista, llevó a las EM norteamericanas a controlar en Europa el mercado de la producción de bienes de consumo, como receptores de radio y televisión y aparatos registradores; semiconductores, que sustituyeron a los antiguos tubos electrónicos, y circuitos integrados compuestos por conjuntos miniatura de los que dependen los ingenios balísticos y la nueva generación de computadores.

Las innovaciones de la microelectrónica permitieron aumentar significativamente la productividad mediante el mejoramiento de los procesos, transmisión y almacenamiento de información, la nueva tecnología de los semiconductores y la producción de chips, fabricados primero mediante trabajo del hombre y más recientemente a través del trabajo realizado por chips, como ya lo están haciendo empresas en Singapur y Malasia.

En los últimos años, el avance en la tecnología de información y el desarrollo de las áreas de la biotecnología 3, bioingeniería y la producción de nuevos materiales –como la fibra óptica (tubo de vidrio reflectivo no más grueso que un cabello humano que desplazó el cobre en las telecomunicaciones), el hierro amorfo, el grafito, la cerámica de alta resistencia, los materiales plásticos y de fibra reforzada– permitieron que los procesos de producción aumentaran su capacidad de producción a escala.

Simultáneamente con los avances de la tecnología física se desarrollaron nuevos conceptos de organización y tecnologías de gestión que fortalecieron los procesos de producción, planeación y control estratégico, a través de servomecanismos y de máquinas o herramientas de control numérico computarizado (MCNC), de técnicas de ayudas de diseño y manufactura por computador (CAD/ CAM), de sistemas integrados de producción (SIM), robótica, y sistemas de producción flexible (FMS), que repercutieron en el mejoramiento de los sistemas de gestión, control de eficiencia y calidad, en la evolución de los procesos de autoaprendizaje, referenciación competitiva y rediseño organizacional (Martínez F., 2000, 2002).

La mayor parte de los estudios que tratan de explicar la causa de ese salto significativo de competitividad en la conquista de nuevos mercados destacan cuatro factores estratégicos: la mayor capacidad de gestión, la capacidad de innovación tecnológica, el mejoramiento de la estructura financiera local y la acción coordinada de empresas privadas con organizaciones del Estado, que en conjunto permitieron mayor productividad, eficiencia y calidad de las empresas.

Veamos algunos rasgos básicos de estos cambios en la capacidad de gestión.

Cambios en la estructura organizacional y desarrollo de nuevas tecnologías de gestión

La estructura formal de funciones básicas centralizadas de las EM se potenció con la figura de los derechos de propiedad por acciones, permitiendo el desarrollo de la nueva estructura de sociedad anónima que originó un sistema de gestión profesional de administradores con conocimiento especializado y capacidad para manejar el capital de otras personas, con una nueva capacidad de gestión, imposible de alcanzar por parte de empresas de carácter individual o familiar, manejadas mediante estructura de funciones básicas.

Con el mejoramiento de la capacidad financiera, la expansión de la escala de producción, el surgimiento de los conglomerados y el crecimiento significativo del tamaño del mercado, estas empresas avanzaron de una estructura de funciones básicas hacia una estructura de grandes divisiones, coordinadas desde un núcleo de organización centralizada o consejo de administración, a través de una estrategia global y un plan de negocios que incluye las políticas de financiación e inversión, las políticas de estandarización y sistematización de los procesos, del sistema contable de toda la organización, y la estrategia en actividades de investigación, aprendizaje, diseño e innovación tecnológica.

Simultáneamente, este nuevo tipo de estructura originó un núcleo descentralizado de divisiones con autonomía operativa, de cada filial, responsable de la asignación de recursos, formas de subcontratación, compras, canales de distribución, servicio al cliente y formulación de nuevos proyectos.

De la estructura de grandes divisiones, la empresa multinacional avanzó hacia una tecnoestructura 4 conformada por equipos interdisciplinarios con alto grado de especialización y capacidad de autoaprendizaje o relaciones de inteligencia organizada.

A través de la tecnoestructura, la empresa multinacional de países desarrollados potenció su capacidad de investigación y trabajo en equipo con organizaciones del Estado, consiguiendo sinergias o niveles de productividad, eficiencia y competitividad que no son posibles para la mayoría de las empresas pequeñas, medianas e inclusive las de gran tamaño en los países en vía de desarrollo.

Este tipo de estructura permitió fortalecer los procesos de planeación estratégica y de organización en red, logrando mayor capacidad de innovación, planeación y control del mercado a largo plazo.

En los años noventa las empresas multinacionales se reestructuraron bajo el criterio de reducir o achatar los niveles de su estructura (downsizing) con el propósito de bajar los costos fijos, apoyándose en una estructura en red con otras organizaciones externas.

La disminución de los costos de hardware y software constituye un nuevo factor de productividad y competitividad, al permitir eliminar una gran cantidad de actividades y cargos en el área administrativa y de producción, reduciendo los costos directos, mejorando el nivel de eficiencia por economía de materiales, ahorro de desperdicios, eliminación de operaciones manuales de oficina, el trabajo de asistentes, técnicos e ingenieros, afectando la estructura y el tamaño de las EM.

Este proceso ha tendido a favorecer la descentralización, autoorgani-zación y gestión participativa mediante la conformación de equipos de trabajo semiautónomos y con alto grado de versatilidad o polifuncionalidad que buscan mejorar la capacidad de autoaprendizaje y de innovación en interacción con los cambios del entorno. Para ello es necesaria la formación de profesionales con criterios de equidad social, capacidad analítica, visión internacional e interdisciplinaria, capacidad para producir conocimiento en relación con los problemas de la empresa y el mejor estar de la sociedad.

Conclusiones

Los resultados del proceso de globalización señalan que los países más beneficiados han sido los industrializados cuyas principales empresas son capaces de producir conocimiento y lograr alto nivel de competitividad. Estos países, apoyándose además en su sistema monetario, han ampliado la brecha con los más pobres que en los últimos años han generado grandes desequilibrios sociales, perdido capacidad de inversión en actividades productivas y orientado el sistema financiero hacia actividades especulativas con costos sociales muy altos 5.

Una sociedad que intenta avanzar hacia la modernidad y los valores de la posmodernidad debe desarrollar su industria y lograr la capacidad competitiva de sus empresas. Además, requiere la formación de profesionales con habilidad para comunicarse en varios idiomas y capacidad para desarrollar conocimiento con criterios de equidad social.

En ese sentido es válida la reflexión de Lyotard (1992) acerca de la necesidad de una sociedad posmoderna que ponga el acento en el conocimiento científico-tecnológico, específicamente en las tecnologías de información fáciles de decodificar, para llegar a una sociedad con una ideología de comunicación transparente, pluralidad de discursos y centros de decisión amplios y participativos.

En un mercado globalizado y volátil, el sistema financiero local en interacción con el Estado debe propiciar el desarrollo industrial y sostenible, en el sentido de compromiso de gestión social y técnica orientada hacia la preservación del entorno físico-biológico mediante el manejo de tecnologías limpias, comprometiéndose con la necesidad de producir conocimiento técnico en función de objetivos de inversión en actividades industriales y en proyectos de desarrollo social.

El sistema financiero internacional presenta hoy por hoy un alto grado de volatilidad e interdependencia con las decisiones de la estructura de poder internacional, dominada por los países desarrollados y sus centros de influencia, que limitan la autonomía en la formulación de políticas monetarias de los países en vía de desarrollo.

La velocidad en las comunicaciones y el mayor flujo de capital entre fronteras nacionales ha contribuido a incrementar la volatilidad del entorno financiero y la expansión de las empresas multinacionales.

Para los intereses de los países no industria-lizados se requiere un replanteamiento del sistema financiero mundial sobre la base de nuevas reglas y unas instituciones que respeten los intereses locales.

El sistema de gestión financiera de las organizaciones en Colombia debe mejorar su capacidad de gestión, disminuyendo los márgenes de beneficios en pro del desarrollo industrial en sectores estratégicos y en función de la creación de empleo calificado.

Teniendo en cuenta estos requerimientos, los programas académicos de pregrado y posgrado de Administración de Empresas, Contaduría Pública y áreas afines deberán ser rediseñados con el fin de mejorar la calidad de la formación de los futuros profesionales mediante una visión internacional, sensibilidad social, mayor capacidad creativa y habilidad para aprender los nuevos avances tecnológicos, aprovechando la oportunidad de una mayor velocidad en el flujo de información de ideas y conocimiento disponible en la Internet.


Comentarios

* Este artículo es una reflexión, desde la perspectiva de gestión, en el contexto del debate promovido desde el segundo semestre de 2002 por la Dirección de la Escuela de Administración de Empresas y Contaduría Pública, en relación con el desarrollo de las finanzas internacionales y de las normas internacionales de contabilidad en el actual escenario de globalización. Se recibió en marzo y se aprobó definitivamente en junio de 2003.

1. Hoy en día las finanzas internacionales constituyen un área de conocimiento interdisciplinario que combina factores de gestión, finanzas corporativas, economía y política internacional.

2. Es interesante el planteamiento de Samuel Huntington (1997) acerca de un análisis del ordenamiento mundial de acuerdo con el concepto de civilizaciones, en el cual se destacan como las seis más importantes, en términos de población (en millones) para 1993, las siguientes: sínica 1.341; islámica, 928; hindú, 916; occidental, 806; latinoamericana 508, y africana, 392.

3.. La biotecnología comprende la ingeniería genética, la fusión celular y nuevas ingenierías de bioprocesamiento, con aplicaciones en petroquímica, producción de combustibles sintéticos, nuevos métodos de fertilización de cultivos, alimentación de plantas y animales, control de pestes, tratamiento de desperdicios y recuperación de materias primas.

4. Galbraith (1966) destacó que el factor dominante del poder se movió del recurso tierra en el sistema feudal al recurso capital en el siglo XIX y que durante el siglo pasado el factor principal fue la “inteligencia organizada” o la “tecnoestructura”.

5. Ya desde 1973 el sociólogo norteamericano Daniel Bell (1976) se refirió a los problemas de este proceso y propuso el concepto de “sociedad posindustrial” como el conjunto de cambios históricos necesarios, conducentes a nuevas relaciones sociales de propiedad, nuevas estructuras de poder de las élites y a una nueva cultura derivada de los desarrollos científicos y tecnológicos.


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