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Innovar

Print version ISSN 0121-5051

Innovar vol.13 no.21 Bogotá Jan./June 2003

 

 

Transition and Economics:
Politics, Markets, and Firms (Comparative Institutional Analysis)

 

Modelos formales de transición

 

Gerard Roland, Cambridge, Mass., The MIT Press, 2000.

 

La transición de la economía planificada a la de mercado por parte de los países de Europa Oriental, Rusia y las repúblicas de la ex Unión Soviética (a los que se podría para la brevedad denominar Eurasia) ha despertado un interés práctico y teórico. Práctico porque se trata del destino político y económico de gran parte de nuestro planeta. Teórico porque la reforma no ha transcurrido según la teoría económica clásica. Las reformas en Europa Oriental y Eurasia se han inspirado en la respetable idea de la superioridad del mercado, pero los resultados han sido heterogéneos y poco convincentes. No ha sido suficiente la estabilización macro, la liberación de los precios ni la privatización. Algo falta para que las nueva s economías de mercado empiecen a funcionar. La polémica desatada ha demostrado las limitaciones del enfoque clásico y ha ampliado el interés hacia la teoría económica institucionalista. El libro de Roland refleja este estado de ánnimo en la profesión.

La primera parte del libro presenta una serie de modelos matemáticos cuyo objetivo consiste en establecer los determinantes del diseño apropiado de los paquetes de reformas. Roland demuestra que para tener éxito, los gobiernos reformistas se ven obligados a compensar a los que van a perder como consecuencia de las reformas. Esto es necesario para ganarlos o por lo menos neutralizarlos. Se formulan las condiciones en las cuales es más apropiada la terapia de choque o una reforma gradual. La discusión de estos temas desilusiona un poco porque el autor, de entrada, hace el supuesto surrealista de que los gobernantes que han liderado las reformas en Europa Oriental han sido unos tecnócratas honestos preocupados por el bienestar general. Braguinsky y Yavlinsky (2000) nos recuerdan que la situación real era algo distinta. Además, el tema de la oportunidad de la terapia de choque era interesante hace diez años.

Otro punto que llama la atención en la primera parte del libro es la comparación de la experiencia de China con la europea. El autor presenta la experiencia china como exitosa y tiene toda la razón. Pero de aquí a recomendar el camino chino a Europa Oriental y a Eurasia hay una distancia enorme, como dice el general Skalozub en la clásica comedia de Goncharoff. Cuando China emprendió la reforma en 1970- 80 se encontraba en unos niveles del desarrollo de su aparato productivo comparables con la Rusia de 1920. Cuando Rusia emprendió la reforma en 1980-90, era un país industrializado, con una economía integrada y sofisticada, predominantemente urbano y políticamente maduro para la democracia. (Mau- Phelps, 1992, 277). En la Rusia de 1990 difícilmente cabían las recetas gradualistas y la experimentación regional estilo chino. Los modelos propuestos por Roland no reflejan este lado de la situación.

El tratamiento de la privatización provoca algunas dudas. El autor aborda los temas de las restricciones políticas de la privatización, su reversibilidad, las ventajas de la política que facilita la adquisición de los activos por los empleados o por el público en general. Todos estos problemas son interesantes solo después de resolver una cuestión fundamental: ¿Por qué la privatización? ¿La propiedad privada es indispensable para el mercado? ¿Es más eficiente que la estatal? El autor evita estas preguntas cómodamente asumiendo que la teoría ya ha decidido todo. Esto no es tan cierto, como lo muestra Buchanan (2001). Mi experiencia personal como víctima del proceso de privatización rusa muestra que la privatización no es un problema político. Pero la forma de privatización es definitiva para la futura distribución inicial de la propiedad que surge como resultado de la privatización. Como bien sabemos, en condiciones de los costos de transacción positivos, la distribución inicial de la propiedad no es indiferente para la eficiencia (Fólder, 2001).

La segunda parte del libro termina con temas menos polémicos, como por ejemplo las fuentes de la caída de la producción como consecuencia de la reforma. Aquí el autor se aproxima a los costos de transacción, introduciendo el costo de la búsqueda de las contrapartes en una transacción como una variable del modelo. En los temas del crimen y la imposición de la ley la discusión es interesante.

La tercera parte del libro trata los problemas de incentivos en las empresas socialistas, la suave restricción presupuestal típica del socialismo, los diferentes modelos de la privatización y sus ventajas.

El libro es denso, lleno de modelos matemáticos, lo que constituye una de sus fortalezas. Está firmemente arraigado en la tradición clásica. Las teorías estándar de los institucionalistas –los costos de transacción, la agencia, el contrato, la propiedad– no se utilizan para el análisis. Tal vez por eso las soluciones de los modelos no producen resultados constructivos y no despiertan polémica ni amplían nuestra comprensión de la reforma. La modelación matemática a veces parece ser un objetivo en sí. Uno se acuerda de la frase de Coase quien decía que la formalización matemática puede ocultar algún defecto, como la trivialidad o la debilidad teórica del planteamiento. Los modelos parecen bien diseñados, pero son mal explicados y están acompañados de una notación confusa. Las hipótesis no se formulan con precisión y no siempre está claro lo que se pretende demostrar con un modelo. Su carácter es demasiado abstracto, sus supuestos, rígidos. La aplicación de estos modelos en los cursos va a exigir esfuerzos adicionales por parte de los profesores. El enfoque del libro en general es ecléctico. La selección de temas no obedece a ningún planteamiento sistemático, no ofrece el tratamiento exhaustivo de los tópicos seleccionados, los cuales no cubren toda la problemática de la transición.

La parte final del libro está dedicada a discutir dos enfoques del tema de la transición: el del Consenso de Washington que promovía la trinidad liberalización, estabilización y privatización, y la corriente evolutiva e institucional que hace énfasis en el gradualismo, los incentivos correctos y el ajuste paulatino basado en el aprendizaje. Roland termina expresando su simpatía hacia el enfoque institucionalista (pp. 339-44). Es un amor platónico porque el mismo Roland no lo aplica en sus modelos. Queda abierto el camino a la conceptualización y a la modelación de la transición desde la óptica institucionalista.

Bibliografía

Braguinsky, S., and G. Yavlinsky (2000). Incentives and institutions. The transition to a market economy in Russia. Princeton: Princeton U. Press.

Buchanan, J., and Y. Yoon (2001). Majoritarian management of the commons, Economic Inquiry, vol. 39(3), July 2001, pp. 396-405.

Felder, J. (2001). Coase theorems 1-2-3, The American Economist, v. 45(1), Spring 2001, pp. 54-61.

Mau, V., and E. Phelps (1992). Prospects for Russia’s economic reforms.

Brookings Papers on Economic Activity, vol. 1992(2), pp. 226-283.

 

Yuri Gorbaneff
Departamento de Administración
Pontificia Universidad Javeriana.
E-mail: yurigor@javeriana.edu.co

 

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