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Innovar

Print version ISSN 0121-5051

Innovar vol.16 no.28 Bogotá July/Dec. 2006

 



Una aproximación a los perfiles ambientales de la empresa

An approach to company environmental profiles

Une aproximation des profils environnementaux de l´entreprise

Uma aproximação a os perfis ambientais da empresa


Danilo Ariza Buenaventura* , Fredy León Paime** & Mauricio Gómez Villegas***

* Profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia, contador público, magíster en Sociología, miembro y directivo del C-Cinco (Centro Colombiano de Investigaciones Contables). Correo electrónico: edarizab@unal.edu.co

** Profesor investigador de la Universidad Militar Nueva Granada, contador público, magíster en Investigación social interdisciplinaria, miembro del C-Cinco (Centro Colombiano de Investigaciones Contables). Correo electrónico: edison.leon@umng.edu.co

*** Profesor y asesor del Programa de Contaduría Pública. Escuela de Administración y Contaduría, Universidad Nacional de Colombia. Estudiante del Doctorado en Ciencias de Gestión, Universidad de Rouen, París 13 y Universidad Nacional. Miembro del C-cinco (Centro Colombiano de Investigaciones Contables). Correo electrónico: mgomezv@unal.edu.co


Resumen

El presente documento hace un análisis general de los perfiles medioambientales de la empresa internacional y nacional, a partir de identificar la relación existente entre las racionalidades técnica, política, financiera y social de la organización y su actitud medioambiental. El análisis de los perfiles de la empresa internacional tiene como eje de comprensión los mecanismos de reproducción social del sistema capitalista, mientras en el caso de los perfiles de la empresa nacional se aborda la caracterización ambiental a través del concepto “inversión diversificada”. Estos perfiles revelan un orden tecnorregional y biorregional que manifiesta condiciones de dominio económico, social, cultural y político, así como una actitud agresiva frente al medioambiente, la cual, para el caso de la Tecnorregión, se ve mediada por el desarrollo científico y tecnológico.

Palabras clave:

perfiles ambientales empresariales, tecnorregión, biorregión, empresa, medioambiente, extractivismo.


Abstract

This document analyses international and national company environmental profiles by identifying the relationship between an organisation's technical, political, financial and social rationality and its environmental attitude. International company profiles were analysed by using the capitalist system's social reproduction mechanisms, whilst national company environmental profiles were characterised via the concept of diversified investment. These profiles revealed techno-regional and bio-regional orders, expressing economic, social, cultural and political domain conditions, as well as an aggressive attitude towards the environment, mediated by scientific and technological development in the techno-region case.

Key words:

entrepreneurial environmental profile, techno-region, bio-region, company, environment, extractivism.


Résumé

Ce document effectue une analyse générale des profils environnementaux de l´entreprise internationale et nationale, en identifiant la relation existant entre les aspects rationnels d´organisation technique, politique, financière et sociale et leur comportement environnemental. L´axe de compréhension de l´analyse des profils de l´entreprise internationale est celui des mécanismes de reproduction sociale du système capitaliste, alors que dans le cas des profils de l´entreprise nationale il aborde la caractéristique environnementale avec le concept « d´ investissement diversifié ». Ces profils révèlent un ordre techno-régional et bio-régional, qui présente des conditions de domination économique, sociale, culturelle et politique, ainsi qu´une attitude agressive envers l´environnement, qui, dans le cas de la techno-région, est touché par le développement scientifique et technologique.

Mots clés:

profils environnementaux des entreprises, techno-région, bio-région, l´entreprise, l´environnement, l´extractif.


Resumo

O presente documento realiza uma análise geral dos perfis meio-ambientais da empresa internacional e nacional, a partir da identificação da relação entre as racionalidades técnica, política, financeira e social da organização e sua atitude meio-ambiental. A análise dos perfis da empresa internacional tem como eixo de compressão os mecanismos de reprodução social do sistema capitalista, enquanto no caso dos perfis da empresa nacional aborda-se a caracterização ambiental através do conceito “inversão diversificada”. Estes perfis revelam uma ordem tecno-regional e bio-regional, que manifesta condições de domínio econômico, social, cultural e político, assim como uma atitude agressiva frente ao meio-ambiente, a qual, para o caso da tecno-região, é mediada pelo desenvolvimento científico e tecnológico.

Palavras - chave:

perfis ambientais empresariais, tecno-região, bio-região, empresa, meio-ambiente, ext


Introducción[*]

La empresa puede ser entendida como una estructura abierta. En tal sentido se constituye en un ámbito de formación que interactúa tanto con el entorno social como con el ambiental (Morin, 1998). Dada esta condición, es posible plantear que la empresa es resultado de un proceso social en el que convergen diversas lógicas; cada una de ellas integra una actitud frente al medio, la cual puede ser representada a través de la configuración de unas trayectorias interpretativas.

Este documento presenta los resultados correspondientes al análisis interpretativo de las trayectorias organizacionales de la empresa internacional y la empresa nacional colombiana[1], para lo cual apela a la revisión de aquella bibliográfica especializada que permite tender puentes entre la relación organizaciónmedio ambiente. El documento entiende por trayectorias a aquel conjunto de antecedentes históricos, políticos y administrativos que tienen la capacidad de condicionar el perfil social de estas organizaciones, ya sea en el marco regional o internacional, lo cual revela un estilo de organización dominante[2], en este caso, de empresa productiva.

Las trayectorias organizacionales resultan fundamentales, porque a partir de ellas se pueden explorar la(s) racionalidad(es) presente(s) en la administración de las organizaciones, las cuales influyen y son influidas por el contexto social y su relación con el medio ambiente. De este modo, se entiende que la organización termina expresando una lógica de apropiación y transformación del territorio. Es importante advertir que el término perfiles, en este documento, expresa una demarcación de las lógicas organizacionales, mas no una revisión a las experiencias (empresa: experiencia), puesto que se trata más de una revisión sintética conceptual que de un proceso de exposición ejemplarizante.

Metodológicamente, el documento realiza una revisión bibliográfica en dos sentidos. En un primer momento se busca demarcar los principales perfiles de la organización en el ámbito internacional, y, en segunda instancia, los perfiles propios de la empresa nacional, para que finalmente se pueda comparar la interacción de las lógicas organizacionales, tanto aquellas que construyen, como las que se importan o se crean en el contexto. Para ello es necesario previamente hacer la discusión de los conceptos de tecnorregión y biorregión, los cuales permiten generar puentes interpretativos entre las trayectorias de las empresas, sus modos de producción y su impacto sobre el medio ambiente natural y social.

El documento plantea que las lógicas de apropiación y explotación, tanto de las relaciones sociales como de los recursos naturales, pueden estar condicionadas por la forma en que la organización se desarrolla en su propia región. Lo anterior se puede argumentar, dado que al comparar las lógicas de actuación derivadas del análisis de la trayectoria de la empresa internacional, frente a las lógicas inmersas en la trayectoria de la empresa nacional, el documento evidencia que:

a. A nivel internacional, la evolución de la relación empresa-medio ambiente se ha visto fuertemente influida por la ciencia y la tecnología. Los procesos socioculturales que jalonaron el desarrollo empresarial gestaron dinámicas de relacionamiento con el entorno, en el que el consumo y los desechos son vistos de manera marginal o técnicamente manejables. El proceso de expansión de la racionalidad técnica, política y financiera en la evolución de la empresa internacional se ha basado en la asimilación y transformación de modelos abstractos de gestión, que se sustentan en estructuras organizacionales concretas, originadas y consolidadas a partir de valores, relaciones, procesos y recursos particulares. Por tal razón, el perfil de empresa internacional, en cada momento de su evolución, se constituye en un prototipo de exportación de modelos de tecnorregión.

b. Así mismo, en el caso colombiano, la inversión diversificada implica tanto un constructo económico- cultural-social en busca del incremento patrimonial, como, simultáneamente, un recinto de poder y control social excluyente, que tiene en su relacionamiento con el medio natural una actitud agresiva y que en el documento se define como una actitud de tipo “extractiva”de la base natural.


PARTE I

Marco conceptual

Son muy frecuentes los enunciados que revelan la trascendencia e importancia de la empresa para las sociedades, las naciones y el mundo. Esto no es gratuito; surge como resultado de las relaciones entre la empresa y su entorno, que conforme a su desarrollo se vuelven más explícitas, dinamizan e impulsan transformaciones tanto en la base natural como en la comunidad. Con lo anterior se quiere dar cuenta de las transformaciones internas de la empresa, el cambio en el entorno y la modificación de la imagen que transmite hacia el exterior del sistema organizacional.

Con el propósito de construir un análisis de las trayectorias organizacionales, se hace necesario revisar dos conceptos presentes en los estudios de Fals Borda (2000), que dan cuenta de la interacción entre los diferentes actores y dos planos de orden estructural de suma importancia. Tales planos son, por un lado, el ámbito local-regional y por el otro un espacio internacional.

En el ámbito local-regional emerge el concepto de “biorregión”, entendido como el “lugar”que aparece como respuesta a la interacción de procesos locales y regionales de desarrollo social, económico y político. En la biorregión se vinculan actividades vitales de producción y reproducción de los recursos en que se ejecutan y se derivan elementos de continuidad social y diversidad cultural de diferentes comunidades. La interacción que la biorregión hace posible, proporciona nuevos elementos no sólo materiales sino simbólicos de cohesión y caracterización social, en los que la comunidad reconstruye permanentemente su relación con el medio natural.

De otro lado, una dinámica biorregional puede consolidarse, trascender e incidir en otros ámbitos nacionales a través de mecanismos científicos, tecnológicos, de comunicación y de presión política. A este conjunto de instancias superpuestas a procesos autónomos de producción el profesor Fals Borda (2000) los denomina como tecnorregión.

En consecuencia, en el plano bio operan circunstancias vitales de transformación compleja entre el medio natural y los seres que allí conviven; en el plano tecno operan condiciones materiales y simbólicas de diferentes regiones que han trascendido el espacio de lo bio. En este sentido, la globalización puede entenderse como un nuevo espacio de consolidación y reconfiguración dialéctica donde predomina lo tecno sobre lo bio. Lo que normalmente se considera territorio rompe sus tradicionales formas de relacionamiento para redefinirse con acomodo a otra lógica: la biorregión apoyada en un espacio particular cede ante una relación estructural y simbólica, desplazándose de un espacio vital a un tecno-espacio, orientado por una regulación formal e informal que opera en lo internacional y que le “obliga”a transformar el sentido de vinculación y de operar anterior, es decir, de la biorregión.

En el marco de la tecnorregión se construyen los perfiles organizacionales dominantes, los cuales promueven cambios en las formas empresariales. Estos cambios son propios del proyecto de consolidación del capitalismo occidental. Por tal razón, se plantea que esas formas connotan una serie de prácticas de reproducción del orden social, las cuales integran una visión de la dinámica de producción y distribución del producto social, de la comprensión de la naturaleza y del papel del hombre en la empresa y la sociedad.

Para hacer comparable la dinámica existente entre los perfiles propios del ámbito tecnorregional internacional frente a la nacional, este documento entiende a la empresa como producto de un proceso (económico, social, político, técnico y ecológico) en el que convergen diversas lógicas con intereses particulares, que constituyen actitudes específicas frente al medio ambiente.

De esta manera se plantea que, metodológicamente, el concepto más adecuado para poder definir el perfil de la empresa nacional es el de la inversión diversificada. Este perfil se caracteriza en alto grado por una perspectiva de operación y distribución del producto social de orden inversor-rentista, el cual se encuentra cimentado en distinciones de índole social y del usufructo de la naturaleza. En este tipo de empresa la gestión productiva y administrativa se caracteriza por ser adaptada-adoptada parcialmente, como resultado en buena medida de la exigencia de la inversión de índole extranjera, y por una perspectiva técnica de tecnología dura y blanda, que casi siempre ha traído implícita o explícitamente agendas de dominación instrumental o social.

Por último, respecto a la actitud sobre el medio ambiente se plantea el término “extractivismo”, como aquel que permite sintetizar un patrón de comportamiento agresivo con el medio ambiente. De tal manera, el “extractivismo”en el documento expresa un relacionamiento con la naturaleza a partir de considerarla unidimensionalmente como insumo de las dinámicas mercantiles y productivas, desentendiéndose de los demás atributos de carácter ecosistémico que cada recurso natural comporta en su proceso de producción.

Para el caso de la inversión diversificada, el “extractivismo”se complementa con una actitud de relacionamiento de apropiación directa con la naturaleza, que se diferenciaría de la mirada de extractivismo natural de la empresa internacional, en la cual se pueden hallar evidencias de actitudes proactivas transformadoras, las cuales se sustentan en la vinculación de la ciencia y la tecnología. Las peculiaridades de este proceso en torno tanto de la trayectoria de la empresa internacional, como de la empresa nacional, será desarrollada en los apartados siguientes.


PARTE II

Análisis de los perfiles ambientales de la empresa internacional

El proceso de configuración de los perfiles de la empresa internacional parte de reconocer que las formas y prácticas empresariales desempeñan un papel importante en la construcción y el mantenimiento de relaciones sociales propias del capitalismo occidental. Sus lógicas de administración, producción y distribución son fundamentales en la articulación económica y cultural de sus centros de origen. Sin embargo, estos modelos y prácticas, poco a poco, son trasladados a diversos centros biorregionales, lo que no siempre implica el asentamiento de las lógicas con las que fueron creados, y, en algunos casos, incluso plantean choques de índole cultural.

El propósito de caracterizar la relación medio ambiente- empresa, desde el recorrido de sus trayectorias y la configuración de sus perfiles, exige partir de taxonomías ampliamente discutidas y aceptadas acerca del devenir del capitalismo. La perspectiva adoptada busca identificar el desarrollo de la empresa desde la caracterización de cuatro niveles o estadios del modo de producción, como son el capitalismo comercial, el capitalismo industrial, el capitalismo financiero y el capitalismo globalizado financiarizado (Chandler, 1987; Hilferding, 1985; Carcanholo y Nakatani, 2001). Siguiendo este criterio podemos hablar de un perfil de empresa comercial, un perfil de empresa industrial, un perfil de empresa financiera y un perfil de empresa globalizada financiarizada. La agrupación para la clasificación, como siempre, corre el riesgo de simplificar en demasía. La ventaja de esta simplificación es que permite un abordaje y estudio inicial del relacionamiento ambiental de cada forma de empresa así caracterizada.

Otros factores que escapan a análisis pormenorizados, por la simplificación a los perfiles señalados, pueden ser abordados desde caracterizaciones más adecuadas para otros propósitos.

No obstante, la caracterización desde un énfasis de relacionamiento ambiental de las trayectorias empresariales en el entorno internacional es difícil por la amplia diferenciación social, geopolítica, tecnológica, de racionalidades (Marzal, 1986), entre otras variables, en las que se desarrollaron las diferentes formas empresariales en el devenir del capitalismo occidental (Martínez-Echevarria y Ortega, 1997). Por ejemplo, mientras la “empresa comercial”propiamente dicha surge en el contexto mediterráneo al final de la edad media, la empresa industrial se concreta especialmente en el entorno europeo insular, en medio de un fuerte cambio cultural y político, en los albores de las revoluciones de las máquinas, el vapor y la combustión, entre otros. Ni qué hablar del desarrollo de la empresa financiera, que consigue la mayor expresión de su caracterización en el contexto estadounidense, al amparo de la consolidación de los mercados de valores más desarrollados e influida por una dosis de pragmatismo social y de la gesta de la institucionalidad del manager (Chandler, 1987).

Esta dispersión torna compleja la identificación de la biorregión característica de cada forma o perfil de empresa internacional, e inmediatamente nos obliga a plantear que también ha existido un proceso de exportación- importación de “modelos organizacionales o empresariales”, o penetración de la tecnorregión, en países del capitalismo más desarrollado.


La empresa comercial

La consolidación de los burgos o las civitas originó necesidades específicas de aprovisionamiento de recursos (naturales, alimentos y manufacturas, entre otros) hacia tales epicentros pseudourbanos. Este proceso gesta lentamente las dinámicas de pequeños mercados y la profundización y especialización de las labores artesanales, lo que luego imprimirá un particular ritmo a la dinámica de aparición empresarial. Estas tesis son expuestas por Sombart, en el texto El burgués; Sombart ubica la aparición embrionaria de la comandita como expresión de la empresa comercial en el contexto italiano (Sombart, 1997).

El capitalismo mercantil, o comercial, inicia con un prototipo empresarial dedicado a la adquisición y venta de especies, pieles, lana, aceites y otros bienes que, por medio de las actividades de importación de Oriente o del mediterráneo y las islas del Reino Unido, configura expresiones asociativas entre “viajeros o navegantes”y los primigenios inversores que asumen riesgos y encargan –encomiendan–, la compra de los bienes en tierras lejanas para ser traídas a la metrópoli (Bueno, 1979). El desarrollo del comercio y la ampliación de las fronteras urbanas y las connaturales necesidades sociales (materiales y simbólicas) aparecidas en el contexto de la ciudad, van condensando el espacio particular para la complejización de la empresa comercial. El proceso de consolidación de las ciudades-Estado, bajo regímenes monárquicos sintonizados con el comercio en ultramar y con las campañas expansionistas, permitió el afianzamiento de esquemas normativos (jurídicos) para el fortalecimiento de la empresa mercantil. La consolidación de nuevas relaciones del trabajo humano, desarraigado de la tierra por la revolución social que implica la ruptura con el feudo, debió ser asimilada por las estructuras normativas de las ciudades-Estado, para dar reconocimiento a las nuevas realidades sociales. El taller, el artesano y la comercialización de productos y manufacturas básicas son la esencia fundamental de esta expresión social y económica.

Las estructuras familiares nuclearon originariamente el desarrollo de estas expresiones económicas, trasladando estructuras y jerarquías filiales a la organización empresarial. Las germinales expresiones de la empresa comercial no gozaron de una estructura formal ni de una amplia división del trabajo (Mintzberg, 2002). Por esta razón, la racionalidad filial y política primó en las iniciales expresiones empresariales (Marzal, 1986). En este tipo de empresa no se evidencian estructuras formales de administración, más allá de la contabilidad; es decir, mayoritariamente no existieron tecnologías blandas administrativas elaboradas, por lo cual la gestión estuvo esencialmente guiada por percepciones, prácticas e intuiciones del líder-propietario, cifradas en el carisma. Al no existir una especialización de tareas ni una actividad transformadora encadenada, la productividad no fue un factor importante en esta expresión de organización (Mintzberg, 2002). A su vez, también el taller artesanal y transformador estuvo guiado por valores distintos a los de la racionalidad técnica, primando la experticia o maestría artesanal, atados a valores culturales en los oficios.

El descubrimiento y la conquista de América dinamizaron y profundizaron el proceso empresarial mercantil fruto del comercio de los recursos sustraídos del nuevo reino. De igual manera, la reforma protestante iniciaría el desarrollo de nuevas valoraciones sociales que encajarían con un espíritu de transformación intencionada del mundo social y natural, junto con criterios de disciplina y valores seculares que potenciarían la construcción de un tejido de relaciones socioeconómicas más racionalizado e intencionado, soportado en apreciaciones de individualidad con fuerte resorte de obediencia religiosa y moralista (Sombart, 1997). El trabajo duro, el ahorro, el éxito y la predeterminación serán expresiones axiológicas del protestantismo y la modernidad, que acompañan el desarrollo y avance del capitalismo mercantil. Estos valores, posteriormente, propiciarían las condiciones para la conformación de un capitalismo productivo o industrial y serán germen de contextos culturales propicios para la gestación e implantación de la racionalidad técnico-instrumental del capital, propia de los líderes o propietarios que enarbolarán la dirección de actividades empresariales (Bueno, 1979).

La estructuración de las empresas comerciales comienza también a mediar en el traslado de oficios y prácticas. Pese a que no se puede señalar un traslado estructural de modelos organizacionales, dada la inexistencia de tales, se puede hablar de una expansión de prácticas en la actividad de la empresa, que comienza a colonizar el espacio del Occidente desarrollado, generando un proceso de tecnorregión; prueba de ello es la expansión e implementación de la contabilidad al “método veneciano”o por partida doble, a lo largo de la Europa mercantil, lo mismo que la incorporación a las estructuras de leyes de los estados monárquicos del soporte jurídico de la empresa, es decir, la figura de la “entidad”como persona ficticia.

El contexto urbano es la arena propicia para la actividad especializada de la empresa comercial. Con la consolidación de los burgos, el “equilibrio”natural sostenido por la explotación excedentaria limitada del feudo (la hacienda) se ve transgredido. Otra lectura sería que la violación de los ciclos energéticos por extracción de recursos en mayores proporciones se profundiza. De esta manera, la naturaleza instrumentalizada, tanto en el contexto europeo como en las colonias de los imperios, será una de las condiciones características y determinantes del advenimiento empresarial.

La empresa como proceso comercial identifica a la naturaleza como recurso intercambiable. Los amplios stocks de recursos naturales y las condiciones favorables de la base natural no permiten percibir el carácter finito de la naturaleza. Pese a que la naturaleza es apreciada como fuente de riqueza, su mirada no se concreta como “riqueza misma”, sino que se concibe al intercambio, mediado por valores sociales, como el origen del excedente. Esto hace que la naturaleza se perciba como fuente infinita de recursos (Fernández y Gutiérrez, 1997).

El proceso de expansión del cultivo, y la consiguiente transformación de los usos ecológicos y originarios de la tierra, presenta problemas de degradación del suelo y cambio de los ecosistemas. Esto acontece, igualmente, con la domesticación animal masificada para el aprovisionamiento en las ciudades y el comercio entre ellas. La transformación de los contextos naturales en las inmediaciones de las ciudades termina gestando nuevos paisajes y reconfigurando pautas de interacción social con la naturaleza. Los métodos agrícolas y pecuarios, que en las comunidades feudales guardaron equilibrio con sus ecosistemas, se ven influidos por la extensión productiva y el traslado de las técnicas y prácticas a contextos biorregionales distintos (Leff, 1998). Por tanto, la importación de especies animales y vegetales usadas en la producción para el intercambio, origina primigenias expresiones de traslado “tecnorregional”; esta tesis es tomada de los argumentos de Crosby (1999) en su libro Imperialismo ecológico.

El proceso de deterioro medioambiental se profundiza con la lógica de extracción para la transformación y las dinámicas de desechos y subproductos de los procesos, ya no simplemente comercializadores, sino productivos. Estos impactos abarcan espacios de la base natural y de los procesos sociales; es decir, se expresan por medio de degradación natural e impactos sociales.


La empresa en el capitalismo industrial

El aprovisionamiento de las crecientes ciudades reclama cada vez esfuerzos más especializados de producción. Estos procesos, y la consolidación avanzada de los mercados nacionales, propician y reclaman el tránsito de la especialización comercial a la especificidad transformadora. A su vez, los desarrollos de la técnica y la ciencia, junto con la secularización y el reforzamiento de la estructura de los Estados-nación, permiten al espíritu empresarial y capitalista la profundización de las actividades especializadas obrando intencionadamente sobre la producción y la naturaleza para aumentar el excedente (surplus).

La síntesis física y química de la energía, primero de tracción animal y humana, y luego mecánica y mecanizada, intensifica la reproducción ampliada de las condiciones materiales. Desde aquí la empresa es unidad productiva antes que comercial. Esta nueva forma de relacionamiento técnico con el entorno implica procesos y condiciones que hacen de la empresa una especificidad biorregional. La transformación productiva se ve mediada por el contexto social y natural, bien sea por la proximidad a recursos (por ejemplo, minas, plantaciones y pastoreo, entre otras) o bien sea por la configuración de las relaciones sociales que trasforman el entorno (pueblos especializados en determinadas actividades productivas).

Los productos básicos manufacturados, los textiles, la utilería domestica, y los demás bienes de consumo propios de la civilización urbana, cobran espacios productivos específicos que son satisfechos por la empresa productiva. La revolución introducida por la máquina y el desarrollo de tecnologías blandas para la gestión, el control y la organización de los recursos y el trabajo (como la contabilidad costos), acompañaron el desarrollo de una estructura empresarial dedicada a la producción (Mintzberg, 2002). La revolución industrial y la incorporación de los avances de la técnica y la tecnología a la empresa productiva, y luego industrial, implican la vinculación de mayores niveles de capital y fuentes de financiamiento, no sólo familiar y crediticio sino también de otros asociados comerciales y capitalistas. Los grandes bancos de igual modo se convierten en agentes protagónicos de la consolidación de la empresa industrial. El fortalecimiento de la relación de agentes que proveen recursos para una actividad concreta con el objetivo de obtener rendimientos, que ya había surgido desde la empresa comercial pero que no se había profundizado por la ausencia o debilidad de las instituciones sociales proclives a tal propósito (North, 1993), genera diversas pautas de relación con la empresa, configurando racionalidades e intencionalidades también diversas en la actividad productiva (Marzal, 1986).

En este periodo son características, no sólo manufacturas básicas, sino también expresiones de la industria pesada. Las industrias del acero, el ferrocarril y los textiles son su expresión protagónica. En tal sentido, el relacionamiento con la naturaleza inicia procesos intensificados de extracción de los recursos naturales. A su vez, la tecnología de combustión y vapor genera procesos contaminantes que son medianamente asimilados y sus efectos nocivos diluidos y poco perceptibles en el mediato plazo. Esto quizás debido a la fortaleza de los sistemas biológicos para aquel entonces.

La primera revolución industrial inglesa del siglo XVIII establece el marco histórico y espacial del advenimiento de este perfil empresarial. Con la segunda revolución industrial, el desarrollo de la administración científica, la organización industrial y las técnicas de administración y cálculo, la producción en masa y de economías de escala irrumpieron e impactaron en el campo de la empresa industrial. Los significativos avances en tecnologías duras y blandas permiten y configuran estructuras organizacionales de dimensiones amplísimas y formas funcionarizadas. La división del trabajo necesario para la especificidad productiva genera un nivel significativo de especialización. Este proceso obra en el desarrollo y en la adopción de una racionalidad técnica por parte de la empresa. Igualmente, la división del trabajo posibilita la especialización de funciones del líder o dirigente, que incipientemente comienza a dedicarse a elementos y características técnicas específicas de la producción masificada. Como consecuencia de la relevancia de la racionalidad técnica, aparecen estructuras a partir de funciones especializadas de producción, administración, finanzas, ventas. Es el ámbito del bureau, la burocracia weberiana, como primera expresión de estructuras formales y prescriptivas de acciones, procesos y actitudes organizacionales (Perrow, 1998).

Las formas organizacionales especializadas y de dimensiones burocráticas generan interrelacionamientos y dinámicas que configuran una racionalidad de institucionalización (Dimaggio y Powell, 2001). Este modelo particular de relación de los elementos que configuran la organización imprime un sentido político de control y jerarquía, que instrumenta de manera funcional a todos los partícipes de la organización. Éste es, por consiguiente, un modelo de biorregión. En tal modelo el entorno externo no es considerado como una variable representativa a observar, y por tanto a gestionar. Por tal razón, los recursos naturales y sociales son gestionados sólo desde su incorporación a la estructura y los procesos productivos en forma de insumos. Los efectos nocivos o las consecuencias de los procesos internos no son evaluados por la racionalidad técnica, al ser variables externas (Martínez- Echevarría y Ortega, 1997). De esta manera, el modelo organizacional burocrático tradicional configura una expresión de biorregión en la que la organización se ve como sistema cerrado.

El contexto inglés y los procesos de industrialización de Norteamérica comienzan a vivenciar una significativa presencia de esta expresión empresarial. El ámbito norteamericano es propicio para la aparición de la forma empresarial de múltiples fuentes de financiamiento. La inmigración de familias europeas y las condiciones particulares propicias para la productividad del oriente norteamericano legitiman y dinamizan la lógica “contractualista”que origina la empresa de propiedad abierta, por ejemplo, la sociedad anónima (Chandler, 1987). Ésta es una clara expresión del traslado de estructuras jurídicas, relacionales, comportamentales, instrumentales, organizativas y de valores de un contexto biorregional a otro (Inglaterra-EUA-Inglaterra); es decir, se evidencia palpablemente el surgimiento de la tecnorregión dominante.

El proceso tecnorregional que se presentó, también se acompañó de la consolidación en la racionalización y los métodos de cálculo de la ganancia y la medición de la acumulación patrimonial. De esta manera, el refinamiento de la racionalidad técnico-instrumental del capitalismo gana en precisión y consistencia[3]. La racionalidad que prima en este perfil de empresa es la productividad.

En Norteamérica surgen las estructuras multidivisionales y descentralizadas, propias de las primeras empresas trasnacionales (Chandler, 1987). Estas estructuras generan condiciones de monopolio del cual Du Pont de Nemours, General Motors, Standard oil y Sears Roebuck son ejemplos características del más avanzado proceso de la empresa del capitalismo industrial (Chandler, 1987). La expansión de la empresa dentro de los países europeos y Norteamérica genera procesos de transformación del entorno (como mecanismo de producción económica y social) y de las mentalidades (como expresión cultural), lo que configura formas de tecnorregión en pugna con procesos biorregionales. Para esta época las instituciones económicas y sociales del capitalismo han logrado significativos niveles de avance en los países centrales, lo que otorga un halo de triunfo al desarrollo industrial capitalista.

El desarrollo de la ciencia aplicada y de la técnica y la tecnología productiva propiciada por la empresa industrial profundiza los desequilibrios en los flujos energéticos de los ecosistemas. El gran empuje de la industria radica en la capacidad racionalizada del hombre para aumentar la productividad, como aceleramiento de los ciclos biológicos de reproducción para la satisfacción de necesidades. De esta forma, la intensiva utilización de recursos naturales (fuente originaria de toda materia prima), entre ellos de los recursos fósiles y minerales básicos para la síntesis energética, origina el deterioro por su consumo más allá del margen de su reproducción. De igual forma, la transformación energética y la disposición final de las mercancías luego del consumo de sus características útiles y otros residuos originan un nivel de desechos que no logran ser asimilados por los ciclos de degradación naturales (Fernández y Gutiérrez, 1997).

En estas circunstancias, surgen problemas medioambientales y sociales conexos, fruto de la congregación de las actividades transformadoras propias de las urbes, de la densidad y crecimiento poblacional y de la concentración de los beneficios y usufructos del desarrollo industrial. Buena parte de los recursos naturales de los países industriales (especialmente en Europa) fueron consumidos a lo largo de la consolidación del capitalismo industrial, a causa del extractivismo, lo que implicó la profundización de la explotación de los recursos de las colonias.

Finalmente, la producción de escala y masificada, suscita la búsqueda de nuevos mercados, iniciando dinámicas productivas para el comercio internacional y mundial. La producción en masa genera pautas de relacionamiento de las personas con el “producto”, que van más allá de la satisfacción de las necesidades, y que se enfocan en el cumplimiento de los deseos; ésta es la base del modelo de consumo de masas que, con la industriazalición, se exporta a nivel internacional (Fernández y Gutiérrez, 1997). Este proceso se acompaña de la industrialización tardía de las colonias.

Por consiguiente, se puede decir que el proceso tecnorregional configura una nueva geopolítica, que es adecuadamente descrita por la relación centro-periferia. De esta forma, los contextos biorregionales de las colonias comienzan a verse forzados a incorporar criterios técnicos diseñados desde biorregiones externas, que no garantizan los procesos de uso de las potencialidades de la región en favor de lo local. Las consecuencias en cuanto a consumo agresivo, generación de desechos y agotamiento de fuentes de recursos naturales son características de este perfil empresarial (Fernández y Gutiérrez, 1997).


La empresa en el capitalismo financiero

La conformación de los monopolios industriales es el punto estelar para la aparición del capitalismo financiero (Hilferding, 1985). Todo proceso monopolizador demanda grandes dimensiones de las empresas, lo que implica significativas cantidades de recursos financieros (capital). Los bancos se tornan en expresiones importantes de intermediación para la adquisición de acciones y la inversión de los ahorros de sus clientes. El mercado financiero y accionario se desarrolla a la par con el aumento en la productividad. La concentración de la propiedad es predominante, pero dado que las cantidades de recursos necesarias son supremamente amplias, se da cabida a numerosos pequeños inversionistas.

El proceso de conformación de la empresa financiera es posible por la marcada división que se genera entre propiedad y control de los recursos. La gerencia cobra una relevancia sine qua non en el desarrollo del capitalismo financiero (Hilferding, 1985). Por tal razón, la separación de control y propiedad gesta nuevas racionalidades instrumentales, que deben responder a las exigencias técnicas de la gestión y a los requerimientos, ahora estratégicos, del inversor y la empresa. El contexto norteamericano, alejado del peso jurídico y del lastre del Estado feudal, y de su evolución al Estado liberal europeo de reivindicación social, propicia el desarrollo de un contractualismo jurídico bastante flexible que resulta significativo para el desarrollo de esta forma empresarial. La especialización de la actividad directiva será el motor del desarrollo del capitalismo norteamericano, en el que más enfáticamente aparece el capitalismo financiero y la empresa financiera de grandes dimensiones. Incluso, se señala que las jerarquías organizacionales de las empresas y la actividad del manager desplazan al mercado como estructura de asignación de recursos (Williamson, 1989; véase también Coase, 1937). Chandler (1987), le entregará a esta clase empresarial la responsabilidad de la prosperidad norteamericana, señalando que el gerente configura la mano visible del mercado. Galbraith llamará a esta subclase social: la tecnoestructura (Galbraith, 1990).

Estas unidades empresariales alcanzan un alto nivel de complejidad. Su estructura de financiamiento y propiedad es amplia y se encuentra representada por títulos valores negociables (acciones y bonos). En cuanto a su estructura, ella se caracteriza por ser diversificada, multidivisional, multiplanta y multinacional (Mintzberg, 2002). Aquí comienzan a surgir elementos de una nueva racionalidad más allá de la racionalidad técnica instrumental de la empresa productiva. Allí prevalecerá una racionalidad financiera, centrada en la rentabilidad como expresión de los rendimientos de las cantidades monetarias más que de la producción o transformación. Esta racionalidad, propia del inversor, imprimirá políticas lógicas al relacionamiento con la empresa, lo cual genera un modelo biorregional distinto al de la empresa industrial. A su vez, el gerente, obligado a responder a las exigencias de los inversores, deberá mediar procesos que permitan que la producción satisfaga tales demandas y las exigencias propias de la empresa como unidad independiente de sus propietarios, entre ellas la subsistencia, la productividad, el crecimiento y la gestión de los ingresos. Por tal razón, la relación biorregional deberá vincular ahora racionalidades políticas, técnicas, financieras y contextuales. La especialización del trabajo tecnificado y acompañado por los desarrollos de la tecnología electrónica y de comunicaciones, profundizan el ritmo de complejización de esta empresa. Su presencia diversificada de inversión se amplía gracias a los múltiples frentes que su dinámica de monopolio y de integración abarca y a su capacidad de endeudamiento y de generar recursos líquidos fruto de sus actividades, comprometiendo plazos posteriores para el pago de sus obligaciones comerciales. El refinamiento técnico y tecnológico, tanto duro como blando, de esta forma organizacional, es la fuente originaria de la concepción abstracta de la “organización”y la gestión. Si bien desde el proceso industrial existían perspectivas como la de la administración científica, el contexto de la empresa financiera es el principal vehículo de transferencia de los valores, conceptos, concepciones, teorías, doctrinas, técnicas, procedimientos y estrategias de las formas organizacionales de este perfil (Mintzberg, 1983). Por esta razón, las estructuras de gestión organizacional se convierten en fuentes indispensables del traslado de la tecnorregión. Como se desprende de la caracterización de la empresa financiera, podemos señalar que esta entidad es, a la vez, una unidad financiera y una unidad de decisión. La producción está enfocada en conseguir rendimientos superiores a los de cualquier otra actividad productiva que demande la misma cantidad de recursos. Es decir, al ser la empresa financiera una organización diversificada de inversión, las actividades que realiza deben encontrar en el rendimiento mínimo de sus actividades el eje coordinador básico de la inversión y provisión de recursos por parte de la unidad central de gestión-decisión en poder de la tecnoestructura. Esta última deberá rendir cuentas por sus resultados y, además, salvaguardar los acuerdos que vinculan su remuneración con los resultados, generando redes más complejas de interrelacionamiento social al prevaleciente en la empresa industrial. En este orden de ideas, los mercados de capitales surgen como espacios paradigmáticos de transacción de la propiedad empresarial que dinamizan la colocación de inversión y la búsqueda de recursos de financiamiento. Por tal razón, los mercados de valores se configuran como espacios abstractos del capital que condicionan de forma estructural los objetivos políticos, económicos y productivos de las organizaciones productivas reales o concretas (Giraldo, 2004). La relación de financiamiento, en el modelo de empresa financiera, no ha tomado una racionalidad propia y sigue anclada a la racionalidad de productividad. La planificación, reorganización y expresión de las tecnologías blandas de administración a distancia y de producción con eficacia y eficiencia son el eje central de la nueva lógica empresarial. En este plano, la flexibilización exigida para una producción focalizada y diversificada requiere criterios estándar de producción para realizar control a distancia. Éste puede ser uno de los factores de origen de estándares productivos, de calidad y de aseguramiento, que se expanden a nivel internacional. Aquí, se sobrepone una racionalidad política (financiarizada) a la racionalidad técnica, en el proceso tecnorregional. De esta manera, la empresa financiera profundiza los desequilibrios medioambientales y sociales, fruto de la lógica que subyace a su estructura. Las empresas enclave, o productoras por encargo, tornan intensiva la explotación de los recursos humanos y naturales (el extractivismo). Aquellas empresas en las que esta especialización y explotación es superior, se convierten en opciones estratégicas y ventajosas, en términos comparativos, para la empresa financiera, pues entregan rendimientos superiores al promedio. La fragmentación y el desmembramiento del proceso productivo hacen posible el “aparente ocultamiento”de los impactos medioambientales, al distribuirse espacialmente la producción en el globo (Leff, 1998). La explotación intensiva de recursos naturales se profundiza en las antiguas (¿modernas?) colonias. El ejercicio político y la reorganización geopolítica internacional permitieron que las empresas financieras impusieran criterios a las naciones con economías emergentes para reducir exigencias y regulaciones ambientales locales, a cambio de trasladar la producción, significativamente contaminante, a sus regiones. Esto debido a los procesos de concienciación política y social en las naciones industriales, que restringían con sus propias regulaciones el desarrollo de actividades contaminantes en sus contextos.

Desde los argumentos antes señalados se puede plantear que la lógica tecnorregional busca regularizar mecanismos de uso y explotación de los recursos en los países periféricos, mientras establece una lógica en la biorregión industrial de protección y salvaguarda estratégica de los recursos propios. Este proceso genera el advenimiento de nuevos relacionamientos con el medio ambiente. En algunos casos aparecen y se muestran como formas de respetar el entorno natural, pero, en general, son nuevas expresiones de consumo, que siguen ancladas a concepciones de cantidad, aunque planteen un ambientalismo centrado en condiciones de calidad (una producción con eco-eficiencia) (Martínez, Echavarría y Ortega, 1997). Es decir, las perspectivas de salvaguarda de recursos locales (por ejemplo, el consumo verde), siguen ancladas al mismo ritmo de consumo, o incluso mayor, pero de recursos de otras regiones o de productos fruto de procesos, menos agresivos pero aún contaminantes –en menores niveles– del entorno (Fernández y Gutiérrez, 1997).


La empresa globalizada financiarizada y las Mipyme

La condición actual de la economía productiva global presenta un arquetipo de industrialización que podría denominarse pos-posfordista (Viloria, 2003). Aquí no puede hablarse propiamente de un “modelo de industrialización”. Por ello es conveniente referirse a él entre comillas. La denominación de pos-posfordismo surge dada la necesidad de caracterizar el reordenamiento productivo que se configura bajo la hegemonía del capital financiero y de la nueva institucionalidad regulatoria transnacional y privada (Giraldo, 2004). La figura de la Mipyme es significativa aquí, al ser enclave de producción con descentralización, bajísimos costos, traslado del riesgo y responsabilidad por la agregación de valor, pero dado que en el modelo económico el Estado-nación sólo cumple funciones en el ámbito de la justicia y la seguridad, las Mipyme ya no hacen parte de la agenda de política económica para el desarrollo, como quizás sí lo fueron en la etapa de la empresa financiera en muchos países industriales (Victoria, 2003). Los mercados internacionales, con las exportaciones- importaciones, y los mercados financieros, se tornan centrales como “promesas”de bienestar económico generalizado.

Son características del perfil de la empresa globalizada financiarizada, la reorganización alrededor de una empresa eje financiero y monopólico, que concentra la toma de decisiones y subcontrata bajo esquemas verticales de autoridad y altos rangos de estandarización. Éste es el prototipo de inversión extranjera empresarial que busca ventajas comparativas en precios de la mano de obra y en regulaciones flexibles y económicas por la producción con riesgos ambientales y sanitarios, entre otros. Se diferencia de la empresa financiera, por el énfasis en las formas de riqueza virtual e inmaterial, tales como la información, las tecnologías, las marcas y el conocimiento. Aquí la racionalidad que prima es la rentabilidad. Así mismo, toma distancia del modelo de empresa financiera, dado que la nueva forma de inversión no es mayoritariamente directa, ni de fundación empresarial.

En este perfil empresarial, la operación organizacional se centra en la subcontratación, la adquisición de canales logísticos y de distribución, y en la compra de negocios maduros de alta rentabilidad como los servicios públicos, las telecomunicaciones y el sector financiero, entre otros. En el ámbito de la producción de mercancías, el desarrollo de la informática y las telecomunicaciones consolidan una economía en red, en la cual se articulan diversos productores que, operando como organizaciones independientes, asumen el riesgo por diferentes gestiones o partes de un proceso productivo mayor, pero quedan bajo la subordinación por relaciones contractuales de franquicia o contratos estandarizados de producción. Las grandes empresas transnacionales operan construyendo o consolidando canales logísticos y de distribución, y articulando diversos proveedores o distribuidores locales, que mayoritariamente son pequeñas y medianas empresas. Las lógicas comerciales ahora se centran en extracción de la financiación del proveedor. Así, esta etapa es propicia para la financiarización[4] de las actividades económicas y empresariales (Giraldo, 2004).

Buena parte de la presión de la competencia internacional hace que las organizaciones, incluso aquellas que no tienen como objetivo su interacción con mercados globales, queden atrapadas en la lógica de la globalización financiera. La financiarización se apodera de las Mipyme de diversas formas. Una forma común es la terciarización de sus actividades, fruto de emular técnicas del management de las compañías globales, que plantean el traslado de actividades productivas de su interior a agentes externos que asimilen el riesgo, el conocido outsourcing.

Lo anteriormente señalado muestra un claro proceso de intensificación de dominación de la tecnorregión sobre la biorregión. Con ello, las empresas no son empresas en su acepción original, pues ellas se caracterizan por la asimilación del riesgo productivo que ahora es trasladado a otros campos (Knigth, 1947, citado en Putterman,1986; Williamson, 1989). De igual forma, en este proceso los gerentes de las empresas se apropian de diversas técnicas de la gestión financiera, que proponen dirigir todos los recursos líquidos posibles a inversiones financieras más rentables y con menos riesgo que muchas actividades productivas, de tal suerte que muchas organizaciones terminan consiguiendo ingresos no operativos más significativos que los recursos generados en desarrollo de su actividad empresarial. Todos estos elementos son característicos de lo que autores como Salama (1998), Pesqueux (2004) y otros llaman la “financiarización empresarial”.

Este proceso organizacional genera una relación cada vez más lejana con el entorno natural y social. La preocupación por los recursos naturales en los contextos locales es cada vez más la emulación o traslado de las concepciones de naturaleza de los países centrales occidentales, lo que rompe la concepción de biorregión de los países periféricos. Pero a la par con ello, no se gestan pautas de salvaguarda de los recursos locales, como sí lo hacen los países centrales con los propios, sino que se gesta una mirada de la naturaleza como riqueza homogeneizable con el capital, que puede generar condiciones de bienestar económico cuando los recursos sean mediados por el mercado (Fernández y Gutiérrez, 1997). Ésta es la síntesis de la mirada tecnorregional sobre los recursos, como lo expresan la compraventa de derechos de contaminación, las lógicas extractivas de minerales y otros recursos naturales, los productos básicos alimenticios, la agricultura sintética y transgénica, entre muchos otros. En el plano colectivo humano, los modelos de sociedad y las relaciones productivas adecuadas son los que se proyectan como internacionales. Ante evidencias de una sociedad global, lo que se impone es actuar y producir como si se hiciese parte de un contexto industrial avanzado. Toda lógica y toda actuación por fuera del estándar internacional se consideran atrasadas y retrógradas. Aquí no media contrastación empírica alguna; el modelo abstracto tecnorregional se concibe, por provenir del proceso internacional o global, como positivo y en gran manera pertinente.

Desde esta perspectiva, el extractivismo se profundiza y la dinámica global de explotación de los recursos y de generación de desechos se normaliza o regulariza por igual para países centrales y periféricos. El ambientalismo internacional y las presiones sociales y políticas se profundizan, pero las respuestas empresariales se centran en aspectos tecnológicos que no frenan los procesos, pero que presentan pautas de menor impacto (Martínez-Echevarría y Ortega, 1997). La tecnorregión se manifiesta incluso en la presentación de estándares para el tratamiento de problemas ambientales, que obedecen a observaciones e impactos en zonas específicas, pero que se esparcen bajo la promesa o el objetivo de satisfacción de todas las condiciones bióticas y sociales a nivel orbital. De ello son buenas exponentes las normas ISO, en particular las de la familia 14000.


PARTE III

Análisis de los perfiles ambientales de la empresa nacional

Al tener en cuenta los procesos derivados de los perfiles empresariales internacionales, y contextualizarlos en el ámbito colombiano, se plantea que el concepto de “inversión diversificada”logra explicar, en buena medida, la confluencia entre un origen de la industria nacional, basada en la utilización de mecanismos de reproducción de orden comercial (orientados al mantenimiento de relaciones patrimoniales) y un avance hacia el relacionamiento científico-tecnológico del capital con el trabajo y la base natural, mirados como insumos, a partir de incorporar avances de tecnología dura y blanda de origen internacional.

Es decir, la empresa nacional configura un proceso de tipo adoptativo-adaptativo, en el que las bases fundamentales de la estructura de propiedad y el mantenimiento de patrimonios sólo evolucionan en forma técnica a través, básicamente, de la adaptación de modelos administrativos y tecnológicos foráneos, que no logran condensar la lógica inmanente de los diferentes perfiles empresariales vigentes en el orden internacional. Así mismo, la empresa nacional se ha caracterizado por un extractivismo contaminador de la base natural.

Para hacer visible este proceso, se analizan cuatro estadios; en primer lugar, el origen y la configuración del tipo de empresa de inversión diversificada de orden tradicional, la inversión diversificada de carácter tecno-estructural y el establecimiento de la lógica contemporánea de este tipo de empresa. Finalmente, se caracteriza la micro, pequeña y mediana empresa como un tipo de organización que se constituye en el complemento de la inversión de orden diversificado, la cual desempeña diversos roles estratégicos en el caso colombiano. Es decir, la Mipyme opera como un subproducto del proceso de configuración industrial colombiano, y es el perfil empresarial complementario al modelo de concentración dominante.


Estadio 1: Origen del perfil organizacional dominante: la inversión diversificada tradicional

La inversión diversificada tradicional cimentó su asociatividad en identidades de cuna, y de fortuna, fundamentada en la apropiación-exclusión, tanto de la base natural como de los espacios y oportunidades lucro. Para ello, cimentó relaciones patriarcales como referente organizador de procesos administrativos y de control. Así, de otro lado, se apalancó en la ideología liberal para adoptar en la formalidad del derecho la personería jurídica de sus negocios, dejando lugar a la asimilación de algunos aspectos técnicos propios de la transformación de insumos.

La mirada de la base natural como obstáculo y como insumo se encuentra anclada en el fondo del relacionamiento inversor diversificado. En esta lógica el desmonte, la quema y la alteración del entorno biótico se tomaban como algo normal y necesario (Palacio, 2001). Así mismo, se encontró como normal el usufructo hasta el agotamiento de los recursos naturales visualizados como materias primas y como producto de exportación. Éste es él ámbito biorregional de la inversión diversificada neogranadina, que hacia el año 1850 se reforzó y complementó con la visión del interés político-económico de tecnorregión y sus empresas (Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos, etc.), la cual había asignado a países como el nuestro la función de ser proveedores de recursos y productos naturales. Esto le permitió a la empresa internacional convertirse en nuestro oferente unívoco de mercancías elaboradas (textiles, medicinas, equipo, maquinaria, infraestructura y equipo de transporte, entre otros).

Nuestro inversor diversificado marchó tras las mejores opciones de exportación e importación que por desequilibrio de precios ofreciera más ventajas en su comercialización. Así, productos como el oro, la quina, el tabaco, el caucho y el café fueron visualizados sucesivamente como mercancías, cuyo fluir se orientaba hacia la metrópoli. Lo anterior, estuvo acompañado de transformaciones en la flora, la fauna y el relacionamiento social con diversas comunidades, lo que posibilitó la continua ampliación de la frontera agropecuaria –léase privatización de las condiciones materiales de vida–, haciendo que la tierras productivas fuesen concentradas en las inversiones diversificadas.

La estructura empresarial que caracterizó la inversión diversificada tradicional tendió a integrar el control de las distintas etapas del complejo mercantil, con lo que, mientras incrementaba la eficiencia del sistema, abría nuevos frentes al capital acumulado. De tal modo que el propietario, al diversificar los riesgos en varias actividades, propendía por un equilibrio financiero de orden lucrativo.

La forma asociativa más difundida fue la “empresa comanditaria”, dado que ésta proveía al “inversor-especulador- diversificado”de una buena dosis de trabajo especializado, el cual atendía funcionamientos técnicos y administrativos, bajo una relación de “mayordomaje”, o de relación social comercial básica (simple atención al público). Generalmente a este socio comanditario se le remuneraba con el porcentaje de las utilidades, en el caso de que las hubiese, haciéndolo co-partícipe del destino del negocio. Es de resaltar que, dado el poder económico que se gestionaba dentro de estas organizaciones, su importancia adquirió un carácter social, cultural, material y simbólico que trasciende el ámbito privado y ancla a sus campos de actuación, la gestión y apropiación de recursos e intereses públicos (Ariza, 2001).

Cuando la “inversión diversificada”quiso incursionar en procesos de producción transformadores de insumos y recursos (por ejemplo la producción de hierro, jabón, cerveza y loza fina, entre otros), acudió a la tecnorregión no sólo por maquinaria y equipo básico, sino que importó el personal profesional necesario para la gestión de ciertas operaciones (ingenieros y mecánicos, entre los más destacados). En estos últimos recayó la ejecución de los estudios de organización de la planta, la dirección del proceso (gestión por especificación), incluso la transmisión e implementación de hábitos y valores disciplinarios tales como el cumplimiento de horarios, la conservación de la atención, la difusión de higiene, la cimentación de la obediencia y el afianzamiento de comportamientos grupales deseados, entre otros. Todo lo anterior implicó el uso germinal del cálculo de gestión del operario, no así de la planificación del proceso productivo por parte del administrador (no necesariamente el propietario). La influencia de este personal extranjero calificado trascendió estas especificidades, para desempeñarse como asesores, empresarios e, incluso, en el campo educativo, como docentes (Jaramillo, 1994).

Esta perspectiva organizacional fue conformando ciertos vínculos y relacionamientos de identidad entre los propietarios y los empleados, y con los operarios, de carácter religioso, partidista e incluso compadrazgos, que generaron lealtades y reconocimientos, que con el correr del tiempo influyeron para que se fuese formando el “obrero leal”dentro de la organización. En esta dinámica, el obrero fue ascendiendo en cargo, funciones, responsabilidades, y en algunos casos en remuneración. Con ello la experiencia fruto de la antigüedad fue tornándose en un sentido de distinción organizacional valorada positivamente en la sociedad.

Dentro de este género empresarial también se fue conformando una racionalidad que vinculaba el ejercicio de poder simbolizado en una estructura vertical de autoridad y mando por el que simultáneamente circulaba la cara de las responsabilidades objetivadas en la forma de tomar decisiones y delegar funciones, de tal índole que entre el propietario, el capataz y el operario existían marcadas diferencias cimentadas en el estatus de propietario y de patrón, y en el estado germinal de la planificación y el cálculo racional, para la perspectiva general, aunque la “in diferenciación”de funciones específicas llevase a cierta autonomía por parte de los operarios acorde con prácticas afianzadas por la costumbre.

Para el periodo 1850-1920 la inversión diversificada tradicional operó con perspectiva de capitalismo comercial, aunque combinada con la racionalidad de distinciones de cuna y de fortuna. Fue muy frecuente que el inversor diversificado operara simultáneamente con negocios de importación-exportación de diverso género, en el marco jurídico de propiedad privada y de relacionamientos familiares, así como de vinculaciones de tipo comanditario asociativo, lo que hizo que la denominación de sociedad anónima no pasará de ser un formalismo jurídico (Weiss, 1997).


Estadio 2: La inversión diversificada tecnoburocrática 1920-1980

En este periodo, el extractivismo continuó operando e incluso recobrando nuevos bríos; la explotación de oro, platino, petróleo, carbón, gas, etc., fueron renglones significativos para las exportaciones de la nación.

No obstante, al medio natural se le connotó como “tenencia estratégica”, el cual supuso el desarrollo de una dinámica de apropiación privada de bienes ejidos (públicos), a través del modelo de terratenencia. Esta dinámica efectuó severas transformaciones de la flora y la fauna, en especial en aquellos ambientes ecosistémicos que orientaron a la constitución de enormes pastizales para la ganadería. A la par, se presentaron procesos de expulsión a aparceros y campesinos, lo que complicó y profundizó las contradicciones propias del desarrollo del ámbito urbano.

En cuanto a la dinámica empresarial, en este periodo se inicia y cristaliza lo que se ha catalogado como la época dorada de la economía colombiana, en tanto le implicará al operar empresarial una ampliación de la capacidad instalada por la vía de producción de bienes de consumo intermedios y finales (textiles, alimentos procesados, medicinas, cosméticos, cerveza, licores, jabones, antes proveídos fundamentalmente desde la tecnorregión). Sus impactos se evidenciaron en una dinámica concentradora de la tierra, el proceso de violencia rural y la configuración de una sociedad de tipo urbano.

La inversión diversificada tecnoburocrática para este periodo (1920-1980) se constituyó en un constructo social “innovador-productivo”para el ámbito interno o nacional, que ejerció poder de dominio y exclusión no sólo frente a sus trabajadores directos, sino también sobre la población desposeída, en general, de la base natural (concentrando su apropiación y uso). Tal poder se fundamentó en la adquisición de una tecnología importada. Su operar se constituyó en un símil bastante limitado de la empresa en el capitalismo industrial, pues su hito más trascendental se limitó a la política de sustitución de importaciones anclada en una visión de proteccionismo. En este marco el Estado aportó mucho, y la organización empresarial de inversión diversificada aprovechó demasiado.

La concepción de la burocracia como parte de una relación de dominación y no simplemente como una estructura funcional, y del taylorismo, no sólo como una tecnología o método de organización del trabajo, sino también como una ideología empresarial (Weiss, 1979), se torna necesaria para captar el sentido del cambio empresarial predominante en el periodo 1920- 1980 en el contexto colombiano.

La configuración del denominado “empresarismo de empresas”(Álvarez, 2003), fue núcleo de la captación de sectores industriales estratégicos en pocas manos a nivel nacional, para pasar a integrar posteriormente redes de inversión que comprendían empresas cultivadoras de materias primas, empresas procesadoras y empresas comercializadoras del producto. Ejemplo de ello es la configuración de las empresas de tabaco, galletas, cerveza, farmacéuticas, dulces y comunicaciones, entre las más representativas.

Este hito se caracterizó por el fortalecimiento de las relaciones de propiedad de orden familiar, la conformación de diversos negocios y la construcción de los procesos de sociedad anónima. Su núcleo fundamental estuvo dado por la reconfiguración de la empresa industrial antioqueña en la década de los cuarenta, y sus relaciones con su origen de orden agrícola y minero. Ejemplo de ello es la fundación de la ANDI y su proyecto de generar mercados nacionales desde el eje antioqueño[5] (Álvarez, 2003).

El hecho de que prácticamente los mismos empresarios (voceros de grupos) que fundaron la ANDI en menos de un mes crearan la Compañía Nacional de Seguros y el Banco Nacional, puede ser indicador del anclaje de financiación que la inversión diversificada ya avizoraba como necesario y de la impronta interés particular que le subyacía a la conformación del “mercado nacional colombiano”.

En cada una de las empresas pertenecientes al grupo diversificado acorde a su objeto social específico se emprendieron transformaciones de índole técnica y tecnológica relacionadas con su proceso operativo, que implicaban cambios en la organización tempo-espacial en el operar empresarial y, simultáneamente, transformaciones en la concepción de mando y control.

Lo primero tuvo que ver con la producción en serie que implicó una visión formal-económica del proceso, objetivado en técnicas mecánicos-eléctricas mediadas por una racionalidad sujeta a cálculo, medición y verificación, y en segundo lugar, en tal proceso la relación capital- trabajo estuvo mediada por un fluir de autoridad de corte vertical burocrático; la acumulación centró su razón de ser en la superioridad de tal racionalidad delegada a profesionales y esparcida en la empresa según áreas específicas con responsabilidades concretas.

La ingeniería, que a la fecha era la profesión que más había asimilado en nuestro medio el ideal de lo práctico anglosajón, estuvo a la vanguardia de esta transformación empresarial. Entre las funciones más caracterizadas del rol del ingeniero a nivel de dirección sobresalen: gerencia general, diseño y planificación, programación de producción, control de producción y manejo de personal. Sus logros más significativos fueron adecuar los productos a las necesidades de los clientes o a condiciones del mercado en algunos casos siguiendo pautas de las casas matrices o aplicando licencias o franquicias. El ingeniero también encarnó la diferenciación elitista entre profesionales y operarios que asignaba a los primeros el mandar y el pensar, y a las segundas el operar obedeciendo. Se criticó “la mediación anticientífica de sabor subjetivo del control tradicional”con lo que el saber empírico y el proceder tradicional basado en la experiencia y la antigüedad son degradados y abiertamente menospreciados. Las juntas directivas como eje de la gestión en este tipo de organización agenciaron diferentes estrategias en este sentido.

Por otro lado, la tecnorregión interactuó de diversas maneras con el mercado nacional, transformando el operar técnico de la organización de orden diversificado. Estas acciones de la tecnorregión se pueden caracterizar en tres tipos de interacciones:

  • Interacción 1: Suministró la maquinaria, el equipo y las patentes de su operar, de los procedimientos e, incluso, de materias primas necesarias para la transformación de insumos en productos.
  • Interacción 2: Suministró la adopción de la burocratización y el taylorismo en la gestión empresarial, que en los años sesenta instituiría formalmente la gestión administrativa de las empresas colombianas.
  • Interacción 3: La empresa internacional (como parte de la tecnorregión) entró a operar como competidora en el suministro de bienes de consumo en el mercado nacional. Esto también propició el traslado de estructuras de producción y de gestión administrativa, que adicionalmente se implementaron en la explotación de recursos naturales vía negocio internacional (petróleo, oro, platino, madera y carbón, entre otros).


Estadio 3: La inversión diversificada y su lógica acumuladora contemporánea

Para este periodo, se hace más evidente la influencia de la empresa internacional frente a la nacional. La primera, mediante la profundización en sus prácticas cotidianas y la penetración de mercados, logra impactar en ámbitos nacionales e internacionales. Su característica fundamental es el apalancamiento en desarrollos científicos, tecnológicos y organizacionales, como de la denominada “calidad total”. Tales procesos llevaron a extremos –imposibles de ser ignorados–, el efecto de sus impactos ambientales (visualizados en las alteraciones de la base natural).

La nueva fase del capital condujo, en la década de los ochenta, a un fortalecimiento de los emporios económicos, que no sólo implicó su afianzamiento tecnológico y organizativo, sino que hizo suya la regulación internacional. De esta manera, la empresa internacional potenció su capacidad colonizadora de mercados, los cuales se moverán con la lógica de la diferenciación especializada, es decir, “según gustos y capacidades adquisitivos de los consumidores”; a tal potencial se le llamó capacidad competitiva.

Para subsistir en la competencia, las empresas deben experimentar cambios según los cuales ya no se orientan por una producción masiva y estandarizada en la que se busca solamente disminuir costos en un proceso de crecimiento extensivo, sino que deben operar en un mercado cambiante con tendencias a la diferenciación y con demandas específicas y variadas muy sensibles a la calidad en un proceso de crecimiento intensivo, en el cual la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas “constituyen la principal fuerza productiva”.

En ese orden de ideas, las biorregiones, máxime las de las periferias como Colombia, en la nueva división mundial del trabajo operan como consumidores de tecnología, por lo que deben importarla como productos específicos (calidad total, informática, sistemas de gestión medioambiental, patentes y franquicias, entre otras), las cuales se encuentran garantizadas por tratados internacionales. Lo anterior no es más que la expresión del proceso de legalización del sentido de la imposición económica y cultural de la tecnorregión sobre la biorregión.

El contexto del Valle del Cauca permite percibir con más nitidez los componentes de la actual inversión diversificada. En este contexto ha sido notoria la influencia de los grupos empresariales que vinculan actividades del agro, actividades transformadoras, actividades de comercio, finanzas y financiarización, de tal naturaleza que su relacionamiento final se determina en los mercados bursátiles tanto de índole nacional como internacional. Lo anterior se facilitó y fortaleció dados los estrechos vínculos económico-culturales establecidos con el exterior en la región vallecaucana desde los años sesenta, especialmente con inversiones norteamericanas desde la década de los sesenta (Urrea G., 2002).

La relación campo-ciudad, agro-industria evidenció un nuevo relacionamiento cimentado en los cultivos ilegales que alteraron los biosistemas en el campo, y su expresión financiera modificó el tejido social urbano, y los relacionamientos de la industria y el sector de los servicios, especialmente el bursátil financiero. La naturaleza adquirió la connotación directa de capital.

El operar de la nueva inversión diversificada no solamente implicó un nuevo relacionamiento de lo económico y lo ecológico, sino que configuró la dimensión cultural en cuanto que colonizó la denominada esfera gubernamental[6] (Urrea G., 2002).

Así mismo, en la década de los ochenta, la adopción en Colombia de la denominada calidad total destacó tres aspectos: primero, cambios en los procesos administrativos o productivos; en los más avanzados se efectuó con carácter sistémico abarcando la empresa en su totalidad e involucrando a proveedores y clientes; segundo, impulsó el establecimiento de procedimientos participativos (rotación, agrupación de funciones), formación interna de trabajadores y establecimiento de círculos de calidad, entre otros; y, en tercera instancia, implantó el control de producción y de personal mediante el cálculo y la medición de resultados (Weiss, 1997).

La información como herramienta de datos fue adoptada en Colombia en los años setenta. Su uso es mejorado posteriormente al implantarse como método para gestionar información que afinó el cálculo y la medición de procesos gestionados en áreas específicas (producción, diseño, control, etc.), lo cual significó avances importantes en la gestión empresarial. Todo lo anterior, expresado en información sistematizada que de por sí evidenció la profundización de la racionalidad tecnocrática, que en la gestión participativa vincula la axiología formal con la material. La sutileza de tal amalgama demandó que la dirección y la estrategia de implantación fuesen asumidas por la dirección general de la organización.

En este periodo los impactos ambientales y sociales, tanto de la empresa de inversión diversificada nacional como de la empresa internacional, en nuestro territorio, hizo evidente una serie de malestares tales como el incremento de la contaminación, la alteración dramática de diversos factores naturales (ríos, atmósfera, suelos, especies de flora y fauna), así como el desmejoramiento de las condiciones de salubridad y salarial, lo que, a la larga, profundizó los sentidos de la dinámica de la exclusión social.

Como telón de fondo, e incluso como marco conceptual referencial, para la adopción del neoliberalismo por parte de la neoinversión diversificada colombiana actuó la nueva política de Estado denominada la apertura económica y social, que creó un clima favorable al operar del capital financiero.


El perfil de la Mypime, complemento de la inversión diversificada

La crisis económica de los ochenta, con sus secuelas de recesión económica, pérdida del poder adquisitivo de los salarios, desempleo, inseguridad social, quiebra de empresas, estrechez presupuestal gubernamental, etc., sometió a un sinnúmero de colombianos a la dureza e incertidumbre del rebusque que, en su expresión más decantada, se expresó en la constitución de pequeñas y medianas empresas, y que en su desarrollo han constituido el sector Pyme, caracterizado por una fragilidad que pone permanentemente a prueba su existencia en tanto que su mortalidad anual cobija al 33% de ellas, aunque, simultáneamente, un número equivalente e incluso ligeramente superior puede surgir anualmente (Ariza, 2004).

En cuanto a su relacionamiento con la base natural, repetimos que heredó la tradición de percibirla como un obstáculo y un insumo, ojalá barato. A partir de 1991 la legislación ambiental le asigna responsabilidades a este género de empresas, que al gravar fuertemente su estructura de costos amenaza su supervivencia, lo que la lleva a mirar con recelo su relacionamiento medioambiental. No obstante, como el espacio de trabajo y la habitación familiar son uno solo en muchas ocasiones, la contaminación afecta la calidad de vida; por tanto, una mejora en sus condiciones y espacios de trabajo originarán una mejora en su calidad de vida, una actitud positiva frente a su relacionamiento medioambiental y frente al discurso contemporáneo medioambiental.

Durante las dos últimas décadas este movimiento de influjo y reflujo ha permitido a algunas de estas empresas aprender a sobrevivir y acumular una experiencia organizacional que paulatinamente se ha ido enriqueciendo (Pallares V., 2003). Este crecimiento cualitativo puede deberse en gran medida a que un alto porcentaje de ellas ha venido operando bajo la figura del empresario- gerente que, a diferencia del inversor diversificado, tiene una perspectiva productora, a partir del dominio técnico del proceso en que ha empeñado su proyecto empresarial, identificado en gran medida con su proyecto de vida.

En su relacionamiento interno cobra singular importancia la conjugación propiedad-liderazgo, vehiculizados en un relacionamiento ejemplarizante. El gerente- empresario de las Mypyme pondera que en el fortalecimiento de su experiencia y éxito tres valores resultan básicos: disciplina, identidad con el trabajo y voluntad; el ejemplo moral frente a sus subalternos (Ariza, 2004).

El segundo factor cohesionador radica en su operar artesanal y en la adopción tecnológica de dominio asequible que torna valiosísima la experiencia y voluntad de maestros- capataces y operarios en donde la experiencia incide en la escala pero simultáneamente en el respeto por el operar virtuoso; el control implica poder ejercido mediante el cálculo material implicado en la intersubjetivación de valores culturales, religiosos, políticos, etc.

El propietario gerente concentra diversas funciones y decisiones que con el tiempo delega a la familia, originándose un direccionamiento autoritario, con un relacionamiento personalizado, en donde mediarán aproximaciones de familiaridad, compadrazgo y amistad. Estas relaciones dan cabida a una informalidad, en tanto en varias de ellas se eluden la seguridad social y las prestaciones sociales, aunque con la Ley 100 de 1993 se viene operando un cambio en el sentido de la afiliación de los trabajadores y vinculación a los regímenes de salud y de pensiones.

De lo anterior se desprende que la cultura organizacional expresa un relacionamiento de jerarquía y autoridad de arriba hacia abajo, mediado por lealtades de índole personal hacia el carisma del gerente. Como consecuencia de ello, la lógica gerencial, influida por la racionalidad del cálculo y su proceso de toma decisiones, no tiene en cuenta las opiniones de sus trabajadores y, en algunas ocasiones, deja por fuera las condiciones internas de la empresa.


Conclusiones

La empresa puede ser entendida como una estructura abierta. En tal sentido, se constituye en un ámbito de formación que interactúa tanto con el entorno social como con el ambiental (Morin, 1998). Dada esta condición, es posible plantear que la empresa es resultado de un proceso social en el que convergen diversas lógicas, cada una de ellas integrando una actitud frente al medio. La empresa ha desempeñado un papel determinante y positivo en la configuración de la sociedad moderna, de la cultura occidental y la civilización. No obstante, los procesos benéficos de la empresa contrastan con las condiciones ambientales que sus diversas lógicas implementan.

A pesar de la perspectiva formalmente preservacionista de la empresa internacional con la base natural de su contexto biorregional, fruto de las presiones sociales y políticas atadas a la idea del desarrollo sostenible, su comportamiento internacional puede caracterizarse como extractivista-consumista, sólo que mediante procedimientos científico-tecnológicos aparenta consumir mercancías y no recursos naturales. Esto se manifiesta en las trayectorias y en el estado actual del perfil empresarial internacional en sus diferentes hitos (empresa comercial, empresa industrial, empresa financiera, empresa globalizada financiarizada). El consumo exacerbado, incubado en la empresa internacional, incrementó la contaminación a escala planetaria.

Del análisis de los perfiles ambientales nacionales caracterizados por la inversión diversificada, podemos concluir que su actitud relacional con la base natural ha sido de carácter extractivista-consumista, dada la connotación valorativa que le subyace, en tanto que con esta perspectiva se concretó una simbología de progreso y dominación admitida socialmente. Se diferencia de la actitud del empresario extranjero o de la empresa internacional en que el extractivismo en los países del centro, por diversas consideraciones sociales, se limitó y se “civilizó”a partir de mediarlo técnica y políticamente, para lo cual logró asignarle a la periferia la función de proveedora de recursos naturales hacia el centro, bajo la forma de exportaciones e importaciones.

Se hace evidente que la perspectiva extractivista-depredadora (de la base natural) del inversor diversificado nacional ha sido estimulada por los requerimientos de insumos de la división internacional del trabajo, la cual también ha presionado por cambios de índole político. Al haber sido adoptados parcialmente tales cambios políticos, la inversión diversificada nacional ha estructurado retribuciones salariales esquilmadoras de la relación capital-trabajo con la limitación del poder de compra y de ahorro. A su vez, esto ha comprometido la calidad de vida de la mayoría de la población.

El denominado problema medioambiental es el resultado, y el encuentro, del sometimiento de la multidimensionalidad de la naturaleza y del ser humano a la razón unidimensional empresarial (Martínez-Echavarría y Ortega, 1997). La versión más refinada de la racionalidad empresarial, es decir, la financiarización, pretende convertir en capital real lo que antes era únicamente opción, al tornar como capital “en sí mismo”al conocimiento y a la base natural, dado que los mayores valores de la existencia final patrimonial deben jalonar, en medio del proceso productivo, el incremento del valor de las acciones de las empresas que propiciaron su movilidad.

La búsqueda de maximización del valor de la empresa global financiarizada explica el tratamiento parcial dado por la empresa al problema ambiental, reducido a una mejor consideración del insumo natural. Las normas, prácticas y tecnologías blandas importadas bajo el proceso de expansión de la tecnorregión, entre ellas la norma ISO 14000, expresa e implica tal limitación; su importación acrítica se puede ubicar en esta perspectiva.

Las condiciones limitadas del capital y de los mercados, así como la forma excluyente del operar existente en el contexto nacional, permitieron al inversor diversificado moverse en la perspectiva rentista-especuladora, refractaria a asumir proyectos con incertidumbre en sus resultados (por ejemplo la investigación y el cambio). La faceta de investigación y transformación social básicamente se le dejó a la tecnorregión o al Estado; por ello la división internacional del trabajo encuentra en la adopción-adaptación la especificidad mediante la cual se vehiculó la función mina-despensa de la base natural. Esta función fue asumida por el inversor diversificado, lo que le resultó benéfico en términos financieros.

El tránsito experimentado por la inversión diversificada (tradicional, tecnoburocrática, contemporánea y complementaria de la Pyme) implica la permanencia de la actitud rentista-depredadora del capital y de su transformación sustentadora de un superior origen de clase y etnia, a una actitud de dependencia científica y tecnológica de futuro incierto y de consecuencias ambientales tal vez catastróficas.


Pie de página

[*] Este documento es uno de los productos de la investigación titulada “¿Es viable la ISO 14000 para el contexto colombiano?, aprobado por la Escuela de Administración y Contaduría y por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia. Posteriormente, el proyecto fue aprobado y financiado por la División de Investigaciones de la sede Bogotá. Hacen parte del equipo de investigación: Elizabeth Soler Castillo y Marcela Bueno.

[1] La empresa, entendida como el conjunto de relaciones sociales, según acuerdos que determinan la forma en que produce y transforma físicamente objetos y valores, para su respectiva asignación y apropiación social de los mismos.

[2] En semejanza con el término trayectoria en Bourdieu, en la cual significa los mecanismos temporales con los cuales se hace la adquisición de capitales que permiten a un individuo obtener una posición en el campo social al que pertenece. Sin embargo, para las características de la presente investigación sólo utilizaremos los conceptos de trayectoria y capitales. Véase Pierre Bourdieu, La Distinción: criterios y bases sociales del gusto.

[3] En este sentido, la generalización y la expansión en la implementación de los sistemas de costos son vitales en la medición de la eficiencia económica productiva y en la fijación de los precios de venta; ésta es una impronta significativa del avance de la empresa industrial que aporta a la planificación y demás funciones administrativas de dirección y control, lo que impacta las estructuras organizacionales.

[4] Giraldo (2004, p. 61), afirma: “La financiarización significa que en el proceso económico la lógica financiera se sobrepone a la lógica productiva”. En: Financiarización: un nuevo orden social y político. Research Papers Series No. 20. Doctorado en Ciencias Económicas. Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Nacional de Colombia.

[5] Víctor Álvarez Morales. De la sociedad de negocios al sindicato antioqueño: un camino centenario, p. 215. En: Empresas y empresarios en la historia de Colombia, siglos XIX – XX.

[6] Urrea Giraldo, Fernando. (2002) La respuesta del empresariado vallecaucano a la apertura económica en los años 90 y la recesión hacia finales de la década, p. 246.


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