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Estudios Políticos

Print version ISSN 0121-5167On-line version ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  no.35 Medellín July/Dec. 2009

 

ARTÍCULOS ORIGINALES DERIVADOS DE INVESTIGACIÓN

 

Inmigración y asociacionismo (Notas de viaje)*

 

Immigration and Associationism

 

William Fredy Pérez Toro**

 

 ** Abogado. Candidato a Doctor de la Universidad Autónoma de Barcelona. Docente investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia. E-mail: william.perez@udea.edu.co

 

 


RESUMEN

A partir de la información obtenida mediante observación directa y entrevistas, y en el marco del proyecto de investigación sobre las organizaciones de inmigrantes colombianos en España, el artículo ofrece una reflexión derivada de las notas de un "diario de campo" en el que convergen los lugares, las prácticas, las percepciones y las formas de organización de los inmigrantes colombianos en Cataluña, examinados a partir de los enfoques del tema migratorio y la acción colectiva.

Palabras clave: Inmigración; Asociacionismo; Acción Colectiva; España.


ABSTRACT

From the information obtained through direct observation and interviews, and under the research project on Colombian immigrant organizations in Spain, the article offers a reflection derived from the notes of a "field journal" in which converge places, practices, perceptions and forms of organization of Colombian immigrants in Catalonia, considered from the issue of migration approaches and collective action.

 Key words: Immigration; Associationism, Collective Action, Spain.


 

 

Introducción

En razón de los tiempos que corren y el lugar en el que estamos, y en cuanto "en todo caso hay que hacer investigación", es posible que algunas veces terminemos involucrados en temas que siempre hemos evitado. O también, en cuanto "la investigación ha de ser útil" y en todo caso ajustada a las temáticas definidas por las agencias de financiación o por los contemporáneos criterios de excelencia, es posible que jamás logremos inmiscuirnos en la investigación de aquellos objetos y problemas a los cuales podríamos acercarnos con mayor curiosidad, responsabilidad y rigor académico. Pero aunque no deja de ser tentador un mundo en el cual los académicos pudieran escoger tranquilamente aquellas cosas de las que quieren ocuparse, la irónica ventaja de un medio con carencias tan significativas como las nuestras es que tenemos siempre la posibilidad de descubrirnos recorriendo lugares que de otra manera jamás visitaríamos, y entusiasmados con la introducción de un objeto extraño en el dócil territorio de nuestros propios problemas de investigación.

El informe original de investigación (Organizaciones de inmigrantes colombianos en Cataluña) que soporta este texto, fue construido sobre una especie de "diario de campo" escrito a partir de la observación, precisamente, de varios territorios extraños y sobrepuestos: el territorio concreto de los lugares y formas de organización de los colombianos inmigrantes; el territorio disciplinar referido al tema de la inmigración, y el territorio de los debates teóricos sobre la acción colectiva. Extraños, porque el observador en este caso no tenía familiaridad previa con esos discursos y problemas; sobrepuestos, porque el limitado tiempo señalado para el desarrollo del trabajo hacía imposible la desagregación y estudio detenido de cada temática.

Las primeras páginas del diario aquél daban cuenta de las condiciones adversas que se han mencionado. Allí aparece una declaración de aburrimiento e inseguridad por visitar ese inconmensurable campo de las migraciones, "irreconocible, insoportable y repleto de cantaletas", y del cual se ocupan desde hace mucho tiempo tantos y tan capacitados ejércitos de intelectuales, políticos y activistas. Sin embargo, al pie de esa notoria desesperanza, en aquellas mismas páginas se apuntaba una cautela que recordaba los sorpresivos resultados de un recorrido reciente del autor por la "confusa región del género". Allí también se había pronosticado "tiempo perdido". Pero en las últimas páginas del diario aparecen anotaciones según las cuales, como éste, aquel resultó ser un viaje muy satisfactorio, sobre todo, por el descubrimiento de paisajes que siendo en principio extraños, se fueron haciendo sorprendentemente familiares, y de perspectivas que habiéndose presumido conocidas, se fueron haciendo completamente extrañas[1].

Más adelante, localizadas entre página y página hasta el final, en el diario aparecen algunas advertencias que pueden ahora citarse como indicativas de la manera como se fue desarrollando la marcha por esos paisajes y perspectivas. Primera: aunque de cuando en cuando uno pueda quedarse "colgado" en detalles que no tienen que ver directamente con la finalidad del viaje, eso puede hacer no sólo más divertido, sino más comprensible el panorama. Segunda: no es fácil concentrarse en medio del ruido que producen tantos y tan diversos expertos hablando al mismo tiempo; y aunque finalmente no es posible prescindir de ellos, de vez en cuando es recomendable utilizar transportes en los cuales la voraz competencia entre los sabios no sea el principio. Tercera: si otros pasajeros no responden en caso de que intentemos intercambiar impresiones preliminares con ellos, su silencio no sólo se debe al ruido ese que les obligaría a gritar, sino que muy posiblemente nuestros dichos constituyen apenas tópicos. No obstante, no habríamos de perder la calma. Adriana González lo decía con este trabalenguas: los lugares comunes que no son ya los comunes lugares de las comunidades académicas, a veces permiten reconsiderar con mucha fortuna lo que ahora comúnmente aceptamos[2].

Y una última advertencia, un poco más extensa: si se ha tenido la experiencia previa de ser inmigrante en el propio territorio colombiano, ha de hacerse el mejor esfuerzo por no involucrarla en la observación actual, pues podríamos quedar entrampados en recuerdos que, al margen de la cuestión del pasaporte y la visa, nos dificultarían después captar alguna diferencia fundamental.

En efecto, la experiencia del inmigrante en otro país podría terminar comparándose con la sensación de ajenidad, la "comprensible" exclusión y el asombroso "reconocimiento" que marcaron las vidas de muchos provincianos en la gran ciudad colombiana: la ironía de una sensación de anonimato urbano que, sin embargo, no aplicaba en relación con las maneras, vestimentas y orígenes rurales[3]; la sorpresa de ser trabajadores más rendidores y más "agradecidos" que los citadinos; la imposibilidad de "alquilar una pieza"; el reto de pedirle información a un policía; el desconocimiento del mecanismo de los baños; la dificultad para entender la jerga de entonces; la ocasional compasión de un vecino con "los montañeros"; los "giros postales" para la familia; las ganas de volver "cuando las cosas cambien allá" y cuando la situación personal "mejore con lo que hacemos aquí". Sería pues difícil captar algunas especificidades de la inmigración que ahora observamos en nuestro viaje, si no logramos neutralizar temporalmente el recuerdo de que también nuestro status en una gran ciudad colombiana creció al ritmo del salario y que, por ejemplo, apenas un título y la adecuada apariencia en algo nos igualaron; si no olvidamos por un momento que los bancos nos incluyeron seriamente cuando no fuimos "apenas" operarios y que casi fuimos "capitalinos" sólo con unos Adidas y unos Levis. Y no identificaremos adecuadamente la especificidad del inmigrante por el que ahora tratamos de indagar, si no dejamos mientras tanto de recordar que en su momento había también una "colonia del pueblo" en esa ciudad colombiana en la cual fuimos extraños, y que allí en esas precarias organizaciones nos juntábamos para muchas cosas: para donar ropa usada, promover campañas electorales, sentirnos acompañados, recordar lo que éramos, beber como camellos, y eventualmente también, cómo no, para reactualizar nuestras maneras machistas, negociantes y católicas.

Desde luego que aceptar plenamente las similitudes entre unas y otras experiencias de inmigración nos permitiría extraer algunas conclusiones sobre nosotros mismos y tal vez reconsiderar algunas "rupturas" que suponemos tan actuales, pero en todo caso corremos el riesgo de pasar por alto esta diferencia básica: que salir y vivir dignamente en otro país es un privilegio tan escaso como el de mantenerse y sobrevivir en algunas zonas del territorio colombiano; o más concretamente en relación con el caso que ahora interesa, que "salir, llegar e instalarse" son en la gran mayoría de los casos términos clave para aludir a las dificultades de los inmigrantes colombianos en España, mientras que los problemas de la migración o el desplazamiento interno en Colombia pasan básicamente por la imposibilidad que tienen las personas de "quedarse, permanecer o no ser desinstaladas".

A continuación se presentan algunas notas de viaje sobre las cuestiones de la inmigración, el asociacionismo y las percepciones de los colombianos sobre sus propias organizaciones. Son apuntes cada vez más ordenados, pero que como en casi todo trabajo —apresurado— de campo, y contraviniendo cualquier planificación inicial, han sido obtenidos de forma bastante caótica a partir de entrevistas más o menos libres, lo mismo que de archivos oficiales; en un parque, lo mismo que en el blog y en el foro virtual; en el bar o en la fila del supermercado, tanto como en las bibliotecas; en las revistas electrónicas y en la prensa escrita, lo mismo que en la radio y en el vecindario; en las páginas de clásicos y en los folios avalados por las mecas del pensamiento, lo mismo que en el panfleto de un club de "chavales" o en los reportes policiales.

 

1. Sobre la plasticidad del extranjero

En mayor o menor cantidad los "venidos de fuera" han estado entre nosotros, así como algunos de "los nuestros" han sido extranjeros en muy diversos lugares. Entre nuestras familias, en la cuadra, en nuestras comunidades de referencia, en la ciudad, hubo siempre "extraños que llegaron", de la misma manera y por razones parecidas a las que inspiraron la movilización de muchas personas y grupos más allá de las fronteras nacionales: judíos y gitanos en diásporas hacia cualquier lugar, migraciones de europeos hacia América, centro y sudamericanos en estampidas hacia los Estados Unidos, magrebíes y latinoamericanos movilizándose hacia Europa, y orientales en permanente dispersión por el mundo.

Una tal movilidad de poblaciones ha modificado más o menos los horizontes culturales de los pueblos y ha impactado más o menos la economía de las naciones, pero sobre todo ha hecho que el extranjero se encuentre invariablemente disponible para la defensa, redefinición o reafirmación de una identidad, y al servicio de la localización de los males, los peligros o los enemigos que amenazan nuestra comunidad, nuestra nación o nuestra raza.

[…] La opinión ciudadana europea culpa cada vez más a los inmigrantes, que no tienen "nuestra" moral y nuestros valores culturales, de todas las desgracias socio-económicas producto de la recesión y de los reajustes capitalistas […]. Las alusiones a una "inundación de inmigrantes" y a una "bomba de emigración" se utilizan para intensificar unos difusos temores de la población, distrayendo el cada vez mayor descontento social de las verdaderas causas de la recesión económica. […] Aunque es evidente que no se puede culpar a los inmigrantes del aumento del desempleo, de la escasez de vivienda, y de los deficientes servicios sociales, "ellos" son los verdaderos chivos expiatorios de "nuestros" problemas socio-económicos (Stolcke, 1995, p. 2).

Así, al ritmo de la propia experiencia de los pueblos, de sus necesidades, de sus proyectos de vida y, muy especialmente, de los intereses de grupos específicos, en cada momento la movilidad de poblaciones o las situaciones a las que evidentemente da lugar, han podido ser definidas como problemas sociales, como problemas prioritarios y, aún, como problemas que ameritan la intervención directa de la coerción institucional o la instigación del repudio social. La inmigración ha llegado a ser precisamente una situación especialmente problematizada, "en el sentido que ciertas clases, fracciones de clase, organizaciones, grupos o incluso individuos estratégicamente situados creen que puede y debe hacerse algo a su respecto y están en condiciones de promover su incorporación a la agenda de problemas socialmente vigentes" (Oszlak y O'donell, 1984, p. 109).

Aunque el abandono del territorio, el desembarco, la instalación y permanencia de los foráneos necesariamente den lugar a complejas relaciones de interacción, el carácter de esas mismas relaciones es maleable. Eso explica que, con algún éxito, se hagan desde hace un buen tiempo ingentes esfuerzos por "fomentar entre los europeos un sentimiento de cultura compartida y de identidad de objetivos, tendentes a reforzar la unión política y económica de Europa, [mientras que] por el contrario, los inmigrantes, sobre todo aquellos procedentes del pobre sur (y, más recientemente, también del este), que buscan cobijo en el rico norte, son considerados en toda Europa occidental como forasteros indeseables y amenazadores, como extranjeros" (Stolcke, 1995, p. 2).

La época, el lugar de llegada, la procedencia, las condiciones políticas y económicas de las sociedades de origen y destino, la posición social de los migrantes, los sistemas de creencias de una y otra nación, la visibilidad del grupo social que parte o que llega, y aún la propia representación que esos grupos construyen de sí mismos, son factores importantes en la definición social de aquellas situaciones y de la propia categoría del extranjero. Existe, evidentemente, una escala de los otros (Calvo, 1999) que relativiza bastante la figura del extranjero[4].

"El extranjero" puede desaparecer en circunstancias específicas; es decir que, por ejemplo, en muchas sociedades actuales el inmigrante se esfuma en el mismo momento en que desaparece la sospecha de su peculiaridad. Y no de su diferencia cultural, ni del color de su piel, sino de otras "rarezas" al parecer sobre-determinantes:

[…] Llevo diez años como «empresario», y las cosas cambian radicalmente desde que eres activo económicamente. Entonces la discriminación es menor. El que tiene, el que produce, el que consume, es aceptado. El que no tiene, debe ser mantenido a raya (Ramírez, 2006)[5].

Se trata de una aniquilación de la peculiaridad por poderosos dispositivos de igualación que, por supuesto, sólo alcanzan a quienes han logrado las metas enfatizadas por una sociedad:

[…] «Me apunté a Fondo Comerç hace dos meses porque estoy cansado de que me llamen inmigrante», dice Bahluli el Husin, propietario de un bazar en la calle Dalmau. Bahluli trabajó durante cerca de diez años cargando cajas para ahorrar lo necesario para arrancar su negocio […] «Aquí ya no somos ni blancos ni negros, somos comerciantes. Y yo lo que quiero es que mis hijos sean considerados catalanes, auténticos ciudadanos, y no inmigrantes» (Benvenuty, 2007, p. 7).

Parece entonces acertada la idea según la cual la extranjería no alude necesariamente a una evidente oposición entre interior y exterior, "sino a un complejo y sinuoso espacio estriado que conjuga diversos grados de inclusiones y exclusiones, de ordenaciones y subordinaciones. De esta manera, la figura del extranjero es una categoría relativa y relacional que se define y se (re)actualiza en los distintos contextos sociohistóricos" (Santamaría, 1998, pp. 95-96).

La extranjería es bastante plástica por eso. Y por lo menos con toda la carga simbólica que acompaña esa denominación, la extranjería puede también configurarse en relación con los miembros de una misma comunidad política: en Cataluña por ejemplo, al parecer los propios españoles llegaron a ser considerados extranjeros en grado de "xarnegos" o, por lo menos, fueron "els altres catalans" (como en nuestro caso, guardadas las proporciones, "un rolo" puede ser todavía notificado suficientemente de su rareza cuando trata de instalarse en territorio "paisa").

Así mismo, y también por ejemplo, la condición de haber llegado de otro país puede no ser suficiente para que la marca del extranjero se atribuya indistintamente: en España un inmigrante puede ser más o menos extranjero si es o no "extracomunitario". O más gráficamente, volviendo a Cataluña, algunos extranjeros comunitarios son más bien "guiris", mientras que muchos extracomunitarios más —o menos— que extranjeros son "sudacas" o "moros", o en todo caso propiamente "inmigrantes":

En el contexto catalán, la figura de la alteridad está marcada por la preponderancia de la nacionalización y estatalización de los fenómenos sociales. De ahí nacen categorías sutiles, tales como diferenciar los "extranjeros" de los "inmigrantes" y los "inmigrantes españoles" de los "inmigrantes extranjeros". Categorías a las cuales ciertos investigadores en ciencias sociales recurren y que se han afianzado en el lenguaje político y periodístico, de tal manera que para la mayoría de los barceloneses un extranjero es una persona procedente de un país rico mientras que los inmigrantes son gente que procede de regiones o países pobres […][6].

Pero, como un último ejemplo, aquella plasticidad alcanza inclusive para que esos mismos inmigrantes y sus derechos sean vejados o reivindicados en función de los intereses puntuales de algunos colectivos autóctonos:

Las organizaciones sindicales han mantenido, a lo largo del tiempo, una doble posición en relación a los fenómenos migratorios. Por un lado, han reclamado la igualdad de derechos sociales y económicos entre trabajadores inmigrantes y autóctonos como estrategia para oponerse a las intenciones de la patronal y la concurrencia entre trabajadores. Por otro lado, desde una posición defensiva, han tendido a exigir un control estatal restrictivo de la inmigración, manifestando un pragmatismo y una fuerte tendencia hacia la ideología del proteccionismo nacional sobre el mercado de trabajo (De la Haba, 2002, p. 155).

Ni todos los venidos de fuera son percibidos y tratados como extranjeros, ni todos los extranjeros son vistos como inmigrantes, ni todos los inmigrantes son discriminados o no lo son de igual forma. Y, desde luego, no necesariamente la inmigración es un problema en todo momento, ni para todos los sectores de las sociedades de llegada, ni en relación con todos "los venidos de fuera". Pero aún más, en el otro extremo del trayecto, en las sociedades de origen, no toda la emigración es vista como apenas una situación, pero también cualquier aspecto de "la partida de compatriotas" puede ser definida como problema. La denominada "diáspora colombiana", por ejemplo, probablemente sería apenas mencionada en el discurso público colombiano (Cf. Peña, 2006), de no ser por la situación de las "remesas" y por el problema de la significativa salida de "nacionales con estudios superiores". Parodiando un aforismo frecuentemente citado en estos temas de inmigración, puede decirse que "esperábamos exportar mano de obra, y se nos están fugando los cerebros"[7].

 

2. Sobre dividendos de la inmigración

El impacto que la inmigración ha producido en las sociedades de llegada, como se sabe, sigue siendo objeto de intensos debates. Es elocuente la discusión desatada en España hace un par de años por el "Informe sobre la inmigración", de Jorge Vestrynge. El polémico informe suponía que "demasiada inmigración matará tarde o temprano a la inmigración, previo pase por cerrojazos y lepinización de las mentes", y que entonces será el momento de "volver a planteamientos inmigratorios más selectivos" (Verstrynge, 2007, p. 31). Mantener "las compuertas abiertas", afirmaba, tendría dos efectos nocivos: la evolución divergente de la situación del obrero y del patrono, "el obrero hacia atrás y el patrono hacia delante" (p. 23), y la excitación del racismo; esto es, el hecho de ver "un racismo inquieto, más locuaz y más agresivo sustituir a un racismo tranquilo" (p. 41).

Más allá de tantas precisiones como se le han reclamado al "Informe Vestrynge" y de las solventes críticas que se le han hecho, el debate desatado[8] ha sido importante por tres razones. Primero, como advirtieron Juan Torres López y Lina Gálvez Muñoz, porque el artículo inicial es "valiente y necesario".

Valiente porque trata un problema sobre el que la izquierda en general ha mantenido a menudo una posición de gran ingenuidad, y lo hace poniendo conscientemente sobre el papel aspectos, opiniones y valores que chocan frontalmente con el pensamiento progresista dominante. Y es necesario porque no cabe pensar que las izquierdas salgan de la parálisis ideológica, política y operativa en la que parecen estar sumidas si no es, precisamente, atreviéndose a poner en cuestión viejos dogmas y verdaderas antiguallas del pensamiento a partir de los que es verdaderamente imposible poder ofrecer alternativas atractivas a los sectores sociales desfavorecidos en las complejas sociedades de nuestros días (Torres y Galvez, 2007, p. 21).

En segundo lugar, la importancia del debate radica en que el "Informe Vestrynge" señaló los aspectos centrales que aún se discuten en esa sociedad —de llegada—, y que serán los que seguramente sigan alentando la construcción, revisión o actualización del tema de la inmigración en España.

Esta síntesis de los que Vestrynge denomina "mitos", y de las respuestas que ofrece, pueden ilustrar la cuestión.

  • El mito de todos contentos: "La inmigración se hallaría, dicen, en el origen del crecimiento español. En realidad, el agente principal del crecimiento español ha sido el ingreso en la UE, el 1 de enero de 1986" (Verstrynge, 2007, p. 17).
  • El mito de que los inmigrantes vienen a desempeñar trabajos que los autóctonos ya rechazamos: "Falso. Vienen a desempeñar trabajos que están muy mal pagados. Si la remuneración fuera decente, esos puestos de trabajo estarían ocupados por los españoles o por los «comunitarios»" (p. 18).
  • El mito: acogiendo los pobres de los países emisores, contribuimos a aliviar, además de coyunturas negativas personales, coyunturas negativas nacionales: "Si la inmigración impide, acá, la mutación necesaria en la productividad, impide en parte allá, es decir, en su origen, el necesario despegue económico y científico […] Cuando más pobre se es, menos se emigra […] El daño provocado a los países de origen puede reflejarse en la noticia de que hay más médicos de Malawi en Manchester que en todo Malawi […] ¿Suplen las remesas esa hemorragia?"(p. 19).
  • El mito según el cual los inmigrantes aportan más de lo que cuestan: "Falso doblemente. Ni con carácter inmediato, ni a término, es cierta esa afirmación. Y además, depende de «¿para quién?». Es evidente que si bien a largo plazo los inmigrantes frenan los incrementos de productividad, a corto plazo son muy rentables para el capital, tratándose de mano de obra barata, sumisa y paciente […] Se disparan, por la inmigración, los gastos públicos en materia de seguridad ciudadana y justicia. También lo harán en otro ítem como es la sanidad. Lo harán vía muchos factores, pero en particular por las interconsultas y los medicamentos" (pp. 19-20).
  • Otro mito: los inmigrantes tienden a rejuvenecer la población y, por ello, a asegurar nuestra vejez: "Realmente aquí coexisten (y se alimentan mutuamente) dos mitos. O mejor, una estafa y un mito […] se nos dice que corresponde a la población activa mantener a los que dejan de trabajar. ¿Sólo a ella? Es decir, ¿no tienen nada que aportar las enormes ganancias de productividad de las que año tras año se beneficia el capital? […] Ahora el mito: la mayor natalidad de los inmigrantes. De hecho éstos se adaptan muy rápidamente al patrón dominante de la madre española. Es decir, dos hijos por pareja como media. Contribución a una sobrenatalidad: prácticamente ninguna […]. Pero, además, ese alineamiento con el patrón dominante no se consigue por la vía, barata, de la contracepción, sino por la cara, del aborto" (p. 22).

La discusión suscitada por ese texto es esclarecedora, sobre todo porque finalmente el debate ha sugerido que muchas situaciones surgidas de la movilidad de poblaciones son efectivamente constitutivas de "problemas", pero básicamente en cuanto ocurren en el escenario de un modelo económico determinado. Tal como lo han dicho nuevamente Juan Torres y Lina Gálvez:

Seguramente sea ya hora de dejar de referirnos a la inmigración como una simple experiencia o proyecto vital más o menos dificultosos y que se contempla básicamente como el ejercicio del derecho a la libre movilidad de los seres humanos. Y en su lugar abordarla como lo que hoy día es, una aspiración al bienestar que resulta muy difícil de satisfacer en el contexto del capitalismo neoliberal de nuestros días y que provoca serios desajustes en los territorios a los que concierne más directamente y al planeta en general (Torres y Gálvez, 2007, p. 22).

[…] hay algo que creemos que no se puede olvidar: el problema que plantea la inmigración no es la existencia de la inmigración misma sino la lógica social, política y económica que domina el entorno en que se produce. Tratar de actuar sólo sobre la inmigración lleva inexorablemente a sostener y fortalecer esa lógica de dominación y frustración bajo la que vivimos (Torres y Gálvez, 2007, p. 27).

 

3. Sobre las respuestas organizadas a la inmigración

 ¿Qué hace o que debería hacer un inmigrante para superar sus dificultades? ¿A qué estrategias recurre o habría de recurrir para que su diferencia no genere sospechas, desventajas y conflictos en el nuevo entorno? Estas son cuestiones que, como se sabe, han sido estudiadas minuciosamente desde diversos ángulos. Pero sobre todo son cuestiones cuya respuesta configura —y es configurada por— estructuras[9], presupuestos[10] y políticas de los gobiernos[11], así como por la intervención de múltiples organizaciones no gubernamentales, colectivos profesionales, centros de estudios especializados, redes supranacionales y unidades especializadas de organizaciones religiosas, sindicatos y, por supuesto, por la propia gestión de las asociaciones de inmigrantes[12].

Así, puede decirse que hay una especie de "organizacionitis" crecida al ritmo de la inmigración. La siguiente conversación de dos cibernautas, entre muchas que pueden encontrarse hoy en la Internet,[13] es elocuente:

De: 5249 […] 23 (Mensaje original) Enviado: 04/11/2007 17:01

Hola amigos del foro, hace mucho que leí un mensaje de alguien que quería formar una ONG que ayuda a los niños colombianos, pero no he vuelto a leer nada acerca de eso, ni sé si se ha creado dicha ONG […]. otra duda es si puede una persona común corriente formar una Ong? o tiene que ser alguna entidad?

Un saludo a todos.[…]

De: […] Enviado: 22/01/2008 7:33

Hola […],

Me alegra que quiera ayudar a los niños, te envío el modelo de estatutos y acta fundacional, para que puedas constituir una ong, es muy sencillo solo sigue las instrucciones, necesitas dos personas más como minimo y que todos tengan la residencia vigente, luego llevas los estatutos y el acta más la fotocopia de los dni a la oficina de registro de asociaciones de tu ciudad. Hace poco constituimos una aqui en Alicante […].

No debes decistir (sic.) en tu empeño, si sientes que tienes una inquietudal respecto seguramente es que Dios te está pidiendo que lo hagas.

Un abrazo en El que todo lo puede, […][14].

Recurriendo un término ya muy familiar, hay una diáspora de organizaciones correlativa a la proliferación de las situaciones que rodean la cuestión de la inmigración.

La principal preocupación del inmigrado es resolver con prontitud los problemas relacionados con su estancia en España: regularizar su situación jurídica, conseguir los anhelados permisos de trabajo y/o residencia, encontrar y mantener el empleo. Las redes de familiares, amigos y compatriotas intentan cubrir esas necesidades en la medida de sus posibilidades. Sin embargo, quienes se desplazan solos por sus propios medios y, en general, todos los extranjeros en situación irregular, al menos en algún momento del proceso migratorio, acuden a las asociaciones locales de ayuda. Con el tiempo, y a medida que superan las dificultades de los primeros momentos, los inmigrados desarrollan su propia red asociativa (Domingo y Viruela, 2001).

Como se sabe, esas organizaciones son constituidas por autóctonos, por inmigrantes o son mixtas; pueden alcanzar el carácter de "coordinadoras" de asociaciones o confederaciones, y su ámbito de operación puede llegar a ser internacional. Igualmente pueden operar autónomamente o en red en razón del problema que las constituye o convoca, o de la condición étnico-nacional de sus miembros; pueden tener carácter formal o constituirse y funcionar sin reconocimiento institucional o existencia jurídica.

La infinidad de situaciones que rodean los momentos de llegada e instalación, así como las que se siguen de las "necesidades de integración", "convivencia en la diversidad" o "conservación de las raíces" de los inmigrantes, inspiran los estatutos, los objetivos o los programas de las miles de organizaciones existentes y en formación. En el caso concreto de asociaciones latinoamericanas y colombianas, estos son fragmentos tomados de los objetivos o de la misión que algunas de ellas declaran:

coordinar la oferta de servicios calificados que allanen la integración en Catalunya"; "impulso y divulgación de las idiosincrasias particulares, tanto de los países de origen, como de la catalana misma"; "desarrollar actividades interculturales de ayuda mutua y solidaria"; "promover el entendimiento y conocimiento mutuo […]"; "generar un espacio de reflexión y opinión sobre el acomodamiento de los inmigrantes a la sociedad de acogida"; "promover la cooperación internacional hacia Latinoamérica"; "apoyar a comunidades colombianas afectadas por el conflicto"; "sensibilizar a la población inmigrante y autóctona mediante programas culturales"; "propiciar un espacio de encuentro y diálogo que permita a todas las personas interesadas en Colombia y su actual situación política construir una mirada alternativa […]"; "Mejorar la calidad de estancia de los estudiantes colombianos que se encuentran adelantando estudios de postgrado en Cataluña […]"; "desarrollar actividades culturales y asesorar en la realización y presentación de proyectos [para] contribuir y participar activamente en el proceso de cohesión social entre el colectivo latinoamericano y la sociedad catalana"; "planes, programas y/o proyectos integrales para niñas, niños, las y los jóvenes en el eje de paz y desarrollo desde la perspectiva de la cultura […]"; "nos reencontramos con lo nuestro, damos a conocer la enorme riqueza cultural e intelectual […] y extendemos su «esencia ñera de vivir la vida» además nuestros grandes valores como ciudadanos.

Juntarse en una asociación, sumarse al colectivo o buscar una organización de ayuda, al parecer permite enfrentar ansiedades, resolver situaciones puntuales o suplir carencias. Los colombianos entrevistados que han acudido allí, o que saben de alguien que lo ha hecho, o que conocen estas organizaciones, mencionan motivos que confirman el papel inmediato de ese recurso:

[...] "fui a buscar un abogado"; "asistí a unas charlas"; "fui porque celebran el día de la independencia colombiana"; "supe que van a que les ayuden en problemas de papeles"; "me enteré que organizaban discusiones sobre el problema colombiano"; "a que me ayudaran a resolver una situación administrativa"; "porque convocaban directamente a los colombianos para que asistiéramos a una protesta por los papeles"; "bueno, convocaron una movida muy grande para que fuéramos a la Plaza de St. Jaume, convocado por organizaciones colombianas"; "yo asistí porque allí iba una familiar mía a que le ayudaran". […]

Como se sabe, la discusión en torno del auge de organizaciones como aquellas, ha pasado por preguntas referidas a la función del asociacionismo contemporáneo, al carácter de ese "nuevo" estilo de intermediación, al resultado de las respuestas segmentadas o situacionales que ese asociacionismo puede suscitar, a las posibilidades de sobre-institucionalización de las demandas ciudadanas, a los riesgos de cooptación y alineación de algunos colectivos sociales[15] y, por supuesto, a los fundamentos de la decisión de esos "agentes" que se unen o cooperan.

En relación con esa última manera de abordar el fenómeno, lo que parece claro es que la discusión no se ha reducido a la cuestión de la plena racionalidad, de las pasiones o de los estados de ánimo que explicarían el comportamiento cooperativo. Entre muchas otras variables, en el análisis de la "acción colectiva" se ha considerado también el peso que en ella tiene la búsqueda de identidad de las personas en contextos de incertidumbre; es decir, el problema ya no de la maximización, sino de la definición de preferencias en condiciones de una modificación radical del entorno (Cf. Paramio, 2000).

Es posible que esa sea una indicación plausible para el análisis de la naturaleza del fenómeno asociativo de los inmigrantes colombianos en España. No es descartable la posibilidad de que muchos inmigrantes se junten, cuando se juntan, en búsqueda de una identidad, o que persigan la elucidación de una identidad muy precariamente definida en sus propios y turbulentos países de origen (aunque por supuesto otros también pueden ser los motivos de quienes desatan o gestionan aquellos procesos organizativos)[16].

Las entrevistas realizadas durante el trabajo de campo en Barcelona, Cerdanyola del Valles y Girona, entre otras cosas buscaban documentar la percepción de los inmigrantes colombianos sobre sus formas de organización. Sin embargo, pese a que todos los entrevistados conocían la existencia de organizaciones de colombianos y tenían alguna idea de lo que allí se hacía, sólo los propios líderes contactados eran miembros o participantes habituales de esas organizaciones.

Así, y siendo evidente el desinterés de la gran mayoría de colombianos consultados por asociarse, de la pregunta por lo que hacían las organizaciones de inmigrantes, las entrevistas giraron fácilmente a la pregunta por lo que no hacían las personas en relación con esas estructuras integradas o regentadas por algunos de sus connacionales.

Por razones de espacio no es posible ahora transcribir siquiera algunos ilustrativos apartes de aquellas entrevistas[17]. No obstante, en términos generales puede decirse que los colombianos entrevistados dicen fundar su desinterés por formar parte o participar permanentemente de aquellas organizaciones, en las siguientes razones: un primer contacto poco favorable o francamente desagradable; el tipo de actividades que desarrolla la organización; el tiempo que implica participar y del que no disponen; el hecho de que esas organizaciones representan precisamente lo que se quiere dejar; porque hay otras maneras de mantener contacto con su pueblo; el temor de estar y ser vistos juntos; "cierto recelo" en relación con sus propios compatriotas; una preferencia por la discreción, por "no aparecer mucho"; el hecho de que los colombianos van a España a "labrarse su propia realidad individual"; una rememoración de la propia historia de su país "donde asociarse es muy peligroso";[18] diferencias en sus preferencias o convicciones políticas; un relativo interés por concurrir a los actos que se refieran especialmente a festividades y conmemoraciones colombianas, "ferias de la diversidad" y festivales multiculturales, pero no por incorporarse como miembros activos de las organizaciones que programan esas actividades.

Y aunque evidentemente las personas entrevistadas dicen haber vivido el tipo de dificultades en cuya atención se especializan algunas organizaciones, al parecer los inmigrantes suelen privilegiar estrategias individuales. Así, por ejemplo, para resolver el problema de "los papeles" algunas personas señalan la opción del matrimonio[19]; para lograr una ocupación laboral[20], es posible aprovechar la "buena fama del trabajo de los colombianos"[21]; para solucionar el problema "del piso, siempre aparecerá un amigo o un pariente"; para vencer el estigma o la desconfianza, "funciona el acercamiento individual y paulatino con quien se necesite hacerlo"; para desplegar inquietudes políticas… "elcolombiano que viene a sobrevivir, a buscarse un ámbito de vida distinto, digamos que abandona mucho ese espacio, no está dispuesto a luchar, ni a defender ninguna idea por lograr su espacio"[22].

Y finalmente, frente a los episodios de discriminación, los entrevistados sugieren respuestas de "aguante", "resignación", consciencia de que "así es también en otras partes" o de que se trata de "un mal menor"; aluden a la necesidad de evitar situaciones y saben "que hay otros colectivos mucho más discriminados: «moros o cristianos» es una expresión muy viva en la cultura española"[23]. Es curioso sin embargo que los mismos entrevistados no estuvieran de acuerdo en denominar sus experiencias personales como "de discriminación". En el momento de responder a la pregunta directa por el tema, declararon explícitamente no sentirse, en estricto sentido, discriminados en razón de su condición extranjera o de su nacionalidad. Inclusive alguien presentó la cuestión de esta manera: "España como tal creo que es un país de acogida. Yo siempre pongo un ejemplo, que me parece muy absurdo pero vale: yo creo que si Colombia tuviera plata seríamos más racistas que los mismos españoles"[24]. Por supuesto que estos dichos podrían ser apenas una muestra de las justificaciones sobre las cuales los inmigrantes suelen apuntalar la percepción sobre su situación específica y, por supuesto, sobre la validez de aquellas estrategias prioritariamente individuales.

 

4. Impresiones finales

En las fronteras de la identidad podría agotarse la racionalidad que tan consensualmente se supone motivando los más diversos comportamientos de las personas. Cómo tener información confiable, cómo prever líneas de acción, cómo calcular si apenas nos podemos reconocer en un entorno cultural distinto del nuestro, en otro país, en medio de tan novedosas reglas, entre tal cantidad de nuevos, diversos, continuos e interminables vecindarios. Aún más, cómo ser racionales si a la incertidumbre de un mundo de partida vertiginoso y voraz, de violencias, conflictos armados y mercado, se suman ahora estos paisajes con edificios de cuatro mil años, "patas de marrano" colgando en los bares, jubilados jugando petanca tranquilamente en cualquier parque, oficinas abriendo a las nueve de la mañana, playas repletas de torsos desnudos, ciudades con cinco homicidios al año y rumbas en las que cada uno paga lo suyo… O valiéndonos de imágenes menos alegres para insistir en la pregunta: ¿cómo procurar maximizar qué?, si "[…] te obligan a asumir que eres una mierda, que no eres nada, que no tienes derechos, que no puedes reclamar, que no puedes preguntar ni preguntarte si lo que está pasando está bien o está mal, que no tienes más remedio que aceptarlo, tienes que humillarte. [Si] empiezas a desmontarte a ti mismo […], te vas desmontando por piezas" (Ramírez, 2006).

En todo caso, alguna gente atiende las convocatorias de organizaciones de inmigrantes o pro-inmigrantes. En el caso colombiano, al parecer, especialmente el 20 de julio, el día de la feria de las flores o del carnaval de Barranquilla, o aún eventualmente para marchar contra alguien. Y es posible que no haya en eso cálculo de maximización de nada en muchas personas, o puede ser que no haya más que una especie de "repaso" por los escasos referentes de una identidad colectiva urgente, es decir, de la rumba o la violencia que nos juntan, de La Guajira al Amazonas.

Pero también es posible que muchas personas vayan a otras organizaciones o participen de otras acciones no porque pretendan maximizar, sino definir sus preferencias. No es descartable que asistan por eso, inclusive, a organizaciones constituidas por autóctonos, desde SOS racismo, pasando por un grupo de seguidores de Silvio Rodríguez, hasta las Comisiones Obreras o los comités de Codesarrollo. Y también por la misma razón es posible que tantos jóvenes se metan ahora como novatos en los 'latin kings', como mensajeros de los combos de bandidos en Europa o como fervientes seguidores de algún caudillo distante. Es muy difícil verificar una racionalidad estratégica en los inmigrantes convocados por algunas personas que, estas sí, pueden precisamente desatar racionalmente "estrategias cooperativas" a partir del reforzamiento de las imágenes de una identidad colectiva probable o deseable.

Sin duda que a partir de la organización de sus colectivos, los inmigrantes pueden obtener, y han obtenido, una "posición contractual favorable" en el entorno; pero difícilmente puede probarse que este sea el motivo por el cual la gente atiende las convocatorias de la organización. La gran mayoría de colombianos inmigrantes ni siquiera tienden a juntarse organizadamente en estructuras con un grado suficientemente significativo de formalidad y visibilidad; y entre quienes lo hacen, muy pocos lo hacen con el interés de incidir en su propio destino, en las condiciones vigentes en la sociedad en que se encuentran ahora y en las de sus comunidades de origen.

 

 

Notas

* Este texto es parte de un informe final presentado por el autor en los primeros meses de 2008, en el marco del proyecto "La diáspora colombiana: derechos humanos y migración forzada. Colombia- España 1995-2005. Construcciones sociales, políticas y jurídicas en el fenómeno de la migración forzada". Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia y Universidad Pablo de Olavide, con financiación de la Agencia Española de Cooperación Internacional AECI. El autor agradece especialmente la orientación y recomendaciones que sobre la temática y el texto hiciera Adriana González Gil.

[1] Esta es una paráfrasis referida a un dicho de Stanley Cohen sobre la sociología que él prefiere: la que hace "que un terreno extraño aparezca imperceptiblemente familiar o, igualmente interesante, que un terreno familiar empiece [a parecernos] un poco extraño" (Cohen, 1988, p.16).

[2] Comunicación personal.

[3] "Este es el acto primordial del racismo de nuestros días: negarle a ciertas personas calificadas de «diferentes» la posibilidad de pasar desapercibidas […], obligarles a exhibir lo que los demás podemos mantener oculto" (Delgado, 1999, pp. 15-16).

[4] "En este proceso intervienen categorías como el origen, el aspecto, los objetivos económicos del grupo o las propiedades personales que modelan la percepción de la sociedad respecto a los grupos minoritarios. Además, si el grupo minoritario es numeroso (o se percibe como tal), la valoración será mucho más negativa" (Morell, 2004, p. 198).

[5] Una ilustración adicional en: Moreras, 2007, p. 134.

[6] "Los «moros» y «sudacas» son «inmigrantes», es decir «gente que viene a buscarse la vida», «gente procedente de países pobres», mientras que los «guiris» son «extranjeros», en su sentido restringido de «gente que viene a gastar dinero y a pasárselo bien»" (Monnet, 2001).

[7] "De 1998 a 1999, emigraron 85.000 colombianos, cuyo nivel educativo superaba los tres años de educación universitaria y por lo cual se perdieron 2.365 millones de dólares en ese período, recursos que fueron invertidos por la sociedad en su educación" (El Espectador, 2000). La preocupación reciente del gobierno colombiano se refleja en estas palabras de su presidente: "Hemos tomado la decisión de que haya créditos de vivienda con plazo de 30 años para quienes tengan doctorado en Colombia o tengan el nivel de máster. Creo que eso (…) estimula mucho que no sigamos exportando doctores, es una medida para radicarlos acá" (Uribe, 2005). Sobre la cuestión de las remesas, véase: Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos, 2007.

[8] En el debate participaron: Juan Torres López y Lina Gálvez Muñoz. "No es evidente todo lo que reluce. Comentario al 'Informe Verstrynge' sobre inmigración". El Viejo Topo, 239. Diciembre de 2007, pp. 21-27; Carlos Martínez. "Nuevo vs viejo proletariado. Unas reflexiones sobre el 'Informe sobre la inmigración' de Jorge Vestrynge con Gema y Rubén Sánchez". El Viejo Topo, 238. Noviembre de 2007, pp. 34-38; Rosa Cañadelly. "Inmigración y ciudadanía: una mirada utópica". El Viejo Topo, 238. Noviembre de 2007, pp. 39-43; Luke Stobart. "Contra la lepenización del discurso. Una aportación al debate sobre el 'Informe sobre la Inmigración'". El Viejo Topo, 241, febrero de 2008.

[9] En la Generalitat de Catalunya, por ejemplo, en 1992 se formó una Comisión Interdepartamental para observar y coordinar las actuaciones en materia de inmigración; en agosto del 2000 se creó la Secretaría para la Inmigración. Por su parte el Ajuntament de Barcelona constituyó, en diciembre de 1997, el Consejo Municipal de Inmigración (también con representantes de los inmigrantes). Y en diciembre de 2005 se aprobó el reglamento interno del Consejo Municipal de Asociaciones de Barcelona, con un sector temático referido a "inmigración".

[10] En 2007 la Generalitat de Catalunya subvencionó 249 organizaciones, con un monto total 1.623.345 €. En el caso de asociaciones colombianas, la Generalitat de Catalunya y el Ajuntament de Barcelona otorgaron subvenciones, por ejemplo, entre 2004 y 2007 para el desarrollo de proyectos de promoción de la cultura popular tradicional, de integración social de personas extranjeras inmigradas en Barcelona, y de cooperación y desarrollo. Se trata de proyectos que se ejecutan en Barcelona ("Jornades culturals colombianes per la convivència als centres cívics de la ciutat"; "2a mostra cine Colombià a Barcelona"; "Mujeres palante un espai d'acollida, insercio socio-laboral"), o en Colombia (por ejemplo: "Les dones i la seguretat alimentària dins el Pla d'intervenció estratègica de la zona de desenvolupament integral del sud del Bolívar").

[11] En Catalunya se formularon los planes Primero y Segundo Interdepartamental de Inmigración 1993-2000 y 2001-2004, y el Plan de Ciudadanía e Inmigración 2005-2008 (Generalitat de Catalunya, 2006).

[12] Una muestra de la cantidad de organizaciones con importantes niveles de formalidad y visibilidad en Cataluña puede verse en la Asamblea del Consenso Social sobre Migraciones, celebrada en esa Autonomía en abril de 2006. En los Talleres del Consenso (Barcelona, Girona, Lleida, Vic y Tarragona), participaron miembros de alrededor de 200 entidades.

[13] Sobre el valor de la información que proporcionan los «foros de discusión» en Internet —y a propósito del tema de la inmigración—, véase: Morell, 2004, pp. 175-201.

[14] Disponible en: http://groups.msn.com/k0horta24qr8mi/asociaciones.msnw?action=get_threads (La transcripción es literal y deliberadamente se conserva la ortografía y puntuación de los textos. Sólo ha sido omitida la identidad de los protagonistas)

[15] "Estas organizaciones pueden configurarse desde dos puntos de vista opuestos: como expresión de la sociedad civil o como estrategia de control social […] En el segundo caso, son una prolongación de los poderes institucionales, que regulan y favorecen su acción con el fin de facilitar la adaptación e integración de los individuos en la sociedad (CEAR, 2007, p. 25).

[16] "Es más discutible, sin embargo, que esa misma racionalidad mueva a sus seguidores" (Cf. Paramio, 2000, p. 12).

[17] Pueden verse algunos de ellos en: Cruz, et al., 2008.

[18] Entrevista Girona 1.

[19] Aún cuando ello implique, como decía una de las personas que declaró haber tomado aquella opción: "pagarle a un español 3.500 euros […] Eso me tocó pagar para legalizarme. Al año me encontré con él para separarme y al año otra vez y me divorcié" (Entrevista Cerdanyola del Valles 3).

[20] Es conveniente no perder de vista que al lado de comentarios como el anterior, se encuentra el hecho de que "la irregularidad de una alta proporción de inmigrantes colombianos estudiados en el mercado de trabajo, los limita a una situación laboral difícil, ya que su forma de contratación es mayoritariamente informal, lo cual los excluye del acceso a la Seguridad Social, carecen de derechos laborales, no tienen estabilidad ni las jornadas laborales establecidas por la ley" (Roa, 2007, pp. 47-48).

[21] Por ejemplo: "en Cataluña les gusta es el rendimiento y los pocos meses se dan cuenta que los colombianos tenemos una capacidad de trabajo brutal" (Entrevista Vic 2).

[22] Entrevista Barcelona 6.

[23] Entrevista Girona 1.

[24] Entrevista Barcelona 4.

 

 

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Fecha de recepción: 25 de septiembre de 2009 / Fecha deaprobación: 18 de octubre de 2009

 

Cómo citar este artículo

Pérez, William. (2009, junio-diciembre). Inmigración y asociacionismo (notas de viaje). Estudios Políticos, 35, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, (pp. 59-79).

 

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