SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue38Drug Traffiking, Violence and the Social Crisis in Colombian Caribbean Islands: The Case of San Andrés Island in the Context of the Great CaribbeanPresentación: sección temática author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Estudios Políticos

Print version ISSN 0121-5167On-line version ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  no.38 Medellín Jan./June 2011

 

 

La "revolución" que no fue. Desgobierno y autoritarismo en la Venezuela de Chávez*

 

The Revolution that Never Took Place. Misgovernment and Authoritarianism in Chavez’s Venezuela.

Alfredo Ramos Jiménez**

 

** Profesor titular de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad de Los Andes. Director del Centro de Investigaciones de Política Comparada (Cipcom). Mérida,Venezuela. Correo electrónico: alfredoramosj@hotmail.com.

 

 


RESUMEN

Bajo el liderazgo carismático y plebiscitario, el experimento bolivariano de Chávez y del chavismo en el poder se mueve entre el desgobierno y el autoritarismo. La relevancia de esta fórmula política, en la experiencia de Venezuela en los años recientes, ha sido observada, si no adoptada, en otras experiencias recientes en las democracias andinas, como una alternativa exitosa frente al denunciado fracaso de la democracia representativa. Con las banderas y símbolos de un bolivarianismo retórico, que se combina con un indeterminado "socialismo del siglo xxi", se ha pretendido impulsar lo que se ha convenido en llamar "revolución bolivariana". En este artículo me propongo como objetivo interpretar tal fenómeno a partir de los resultados de las elecciones y referendos después de la reelección de Chávez en diciembre de 2006.  

Palabras clave: Revolución Bolivariana; Desgobierno; Autoritarismo; Chávez; Venezuela.


 ABSTRACT

Under charismatic and populist leadership, Chavez’s and Chavismo Bolivarian experiment in the government move between misgovernment and authoritarianism. The relevance of this political formula, in Venezuela’s experience during the last years, has been observed, if not adopted, by other recent experiences in the Andean democracy, as a successful alternative facing the announced failure of representative democracy. Through the flag and symbols of a rhetorical Bolivarism, combined with a sort of "socialism of the 21st century," they aim to encourage what they call "the Bolivarian revolution." My purpose in this article is to analyze such phenomenon based on the election and referendum results after Chavez’s reelection in December 2006.

Keywords : Bolivarian Revolution; Misgovernment; Authoritarianism; Chávez; Venezuela.


 

 

Introducción

En la medida en que el experimento bolivariano ha sido presentado en los años recientes como el modelo alternativo de la democracia representativa de partidos, el mismo debe ser observado en su funcionamiento como una empresa política específica que, apoyándose en la presencia de un liderazgo fuerte y plebiscitario, se expresa en amplia movilización popular, orientada hacia la construcción de una autoproclamada "nueva" institucionalidad, llamada hacia la promoción de una "democracia participativa y protagónica" más abstracta que real.

Si bien es cierto que en una primera etapa el objetivo de la propuesta presidencial de Chávez en Venezuela adoptó como señas de identidad un bolivarianismo retórico, poco a poco este último fue desplazado por el hasta hoy indefinido "socialismo del siglo XXI". Este desplazamiento resulta coherente dentro del contexto de la nueva relación de fuerzas que se establece a partir de los resultados de las elecciones presidenciales de diciembre de 2006, cuando el presidente Chávez es reelegido.[1]

Ahora bien, en los primeros meses de 2007, el "proyecto político del presidente", que contenía elementos e indicios claros de una neta orientación del gobierno hacia metas más personales que colectivas, dejó claramente establecida la intención presidencial de abandonar definitivamente los estándares "normales" de la democracia representativa. En tal sentido, la identificación del movimiento con la promesa de una revolución bolivariana, terminó a la larga identificándose con la vocación autoritaria y militarista de un presidente cuya legitimidad se apoya en una amplia popularidad personal, incluyendo la práctica extendida de relaciones clientelares con un electorado cautivo, por una parte, y la intensificación de relaciones de exclusión hacia la oposición democrática, por otra.

 

1.    La personalización del proyecto político de Chávez

La propensión autoritaria del gobierno de Chávez obedece a los imperativos del proyecto personal del presidente, orientado este último hacia la imposición de un modelo autoritario que no se ajusta a los marcos del Estado de derecho, expresado en el texto de la Constitución Bolivariana de 1999. De este modo, la tentativa presidencial de profundizar en las líneas básicas de su proyecto, sometiéndolo a un referendo constitucional en diciembre de 2007, pasó a constituirse en la primera etapa de una centralización significativa del poder —control del aparato estatal desde el gobierno personal de Chávez— orientada hacia la construcción de un indeterminado "socialismo del siglo xxi".

Desde sus orígenes, la movilización popular que promueve el chavismo en el poder se realiza de arriba hacia abajo y se despliega en un contexto de debilidad institucional del sistema político venezolano. Y, como en otras experiencias de corte populista y neopopulista, la movilización de masas es "conducida por líderes personalistas que desafían a los grupos de elite a favor de un pueblo vagamente definido" (Roberts, 2008, p. 58; Welsch, 2007, pp. 98-102. Cf. Corrales y Penfold, 2008, pp. 184-198).

En la relación del líder con la masa popular puede darse también lo que Levine y Romero han denominado "desempoderamiento". Ello ocurre cuando la organización de la participación con base en iniciativas populares —activismo y movilización popular en busca de inserción en la esfera pública—, resulta subordinada o sofocada por el liderazgo personalizado, ya que su prioridad no es otra que la de alcanzar y acumular mayores parcelas de poder (Cf. Levine y Romero, 2008, p. 357 y Madueño, 2006, pp. 93-226).

La personalización del poder político en nuestros países también ha sido estrechamente vinculada en el pasado con la rigidez del sistema presidencialista imperante. De acuerdo con Juan J. Linz, en este tipo de sistema:

[...] un ejecutivo con considerables poderes en la constitución y generalmente con absoluto control de la composición de su gobierno y la administración, es elegido por el pueblo (directamente o por un colegio electoral elegido con ese fin) por un período de tiempo fijo, y no depende de un voto de confianza formal de los representantes elegidos democráticamente en un parlamento (1997, p. 32).

Si bien es cierto que en el caso venezolano el presidente-candidato de los pasados diez años reorientó su acción en el año 2007 hacia la conquista definitiva del espacio político interno, en su intento por hacerse con todo el poder le fueron de gran ayuda tanto el carácter monocolor de la Asamblea Nacional como la evidente erosión del espacio de una desarticulada oposición política. En este sentido, la propuesta de una reforma constitucional, incluyendo la reelección indefinida del presidente, por una parte, y la aprobación de una ley habilitante que, neutralizando al aparato legislativo, permita al presidente gobernar por decreto, por otra, expresan hasta qué punto el reelegido presidente Chávez se consideró, en adelante, "solo en el ring" y sin contendores a la vista. Ello aporta elementos de explicación a la cuestión de saber si la lectura chavista del momento electoral —luego de nueve años de elecciones y referendos— era la correcta como para permitirle al presidente el establecimiento de una línea política estratégica —con matices de corte totalitario ciertamente—, en los años siguientes (Cf. Ramos Jiménez, 2009).

Así mismo, la propuesta de refundación y unificación de los partidos de la coalición gubernamental en un "partido único" socialista (14 de diciembre de 2007) estuvo orientada hacia la concentración de las fuerzas del oficialismo —en buena parte, de origen popular— en torno a la figura presidencial, en  la que se inscribe la recurrente advertencia de Chávez, para quien los votos obtenidos en su reelección presidencial de 2006: "no eran de los partidos, sino del pueblo para él", aclarando de paso que el "partido de la revolución" no será en adelante un "partido único" sino más bien un "partido unido".[2]

La holgada victoria electoral del chavismo en las presidenciales de 2006 impuso también una dinámica tan particular como precipitada en el ejercicio del gobierno. El momento electoral, al parecer superado en el tiempo, desencadenó pronto las ambiciones hegemónicas del chavismo y su líder, empeñado éste en consolidar su proyecto de poder personal ante una arrinconada oposición. Incluso la organización popular —con una cierta autonomía de acción—, que le había asegurado altos niveles de apoyo antes de su reelección (los Círculos Bolivarianos) terminó plegándose al nuevo partido oficial (Cf. Hawkins, 2008, p. 138).

Es en este contexto donde deben inscribirse las líneas de acción de un ejecutivo prepotente en el escenario postelectoral de 2007. Las medidas gubernamentales tendientes a acallar las manifestaciones críticas de una oposición acorralada y la concentración de la decisión en la persona del presidente deben destacarse como las acciones desencadenantes de una estrategia presidencial decididamente orientada hacia la toma del poder del Estado desde el gobierno personal. Tales medidas serían impensables sin la búsqueda e instauración de un genuino autoritarismo electoral (Cf. Schedler, 2006, pp. 1-23 y Ramos Jiménez, 2009, pp. 185-224).

Ahora bien, si la dinámica autoritaria impulsada desde el gobierno venía estrechamente vinculada con una evidente sobreestimación del liderazgo presidencial, pasando por encima de la opinión de al menos la mitad de la población, no identificada en modo alguno con la pretensión "revolucionaria" del reelegido presidente, tal dinámica terminó precipitando los tiempos y el espacio de la nueva relación entre el gobierno y la oposición. En tal sentido, una oposición paralizada y a la expectativa comenzó a tomar vuelo, a partir del despliegue de una renovada y extendida movilización estudiantil contra la medida autoritaria de cierre de Radio Caracas Televisión (RCTV).

 

2.    Gubernamentalización del Estado: el proyecto de reforma constitucional

La búsqueda gubernamental del control del poder del Estado entra en relación directa con las pretensiones autocráticas del presidente Chávez. La misma se hace explícita en su propuesta de referendo sobre la Reforma Constitucional en diciembre de 2007.

Al incluir aspectos tales como la adopción del así denominado "socialismo del siglo xxi", la conformación de un indefinido poder popular, la creación de nuevas estructuras político-territoriales, la eliminación de la autonomía del Banco Central, el desmantelamiento de la descentralización y, en fin, la reelección presidencial indefinida, la propuesta de reforma constitucional, que según el presidente debía modificar "menos del 10% de la actual Constitución", iba ciertamente más allá de una reforma parcial de la Carta constitucional, incluyendo disposiciones orientadas hacia una evidente transformación de la estructura del Estado.

Si bien es cierto que la campaña oficial por el «sí» a la reforma puso énfasis en unas cuantas conquistas populares, en todo momento estuvo centrada en la reafirmación de la figura presidencial. Ello explica el hecho de que la Asamblea Nacional haya asumido y canalizado el referendo bajo la forma de plebiscito: aceptar o rechazar a Chávez.[3]  En palabras del presidente: "el que diga que va a apoyar a Chávez pero va a votar por el «no» es un verdadero traidor. El que está conmigo de verdad vote por el «sí», el que vota por el «no» vota contra mí, contra la revolución y contra el pueblo". En fin: "si no se aprueba la reforma habría que pensar en mi relevo" (Da Corte, 2007a, s. p.).

Así mismo, en la medida en que la propuesta de reforma constitucional revelaba a las claras la pretensión presidencial de hacerse con todo el poder del Estado, la coalición opositora afincó parte de su campaña, en un primer momento, en la tesis de "usurpación del poder constituyente" o de "fraude a la Constitución" por el ejecutivo y la Asamblea Nacional.[4] Solo después de la publicación de encuestas desfavorables a la posición presidencial, la oposición fortalecida decidió enfrentar a un enemigo doble: el partido oficial del «sí» y el de la abstención antipolítica.

"Por ahora no pudimos, pero no retiro ni una coma de la reforma", afirmó el presidente derrotado en la madrugada del 3 de diciembre de 2007, aceptando a regañadientes su primera derrota electoral en nueve años. Al insistir en la pérdida de 3 millones de votos —en relación con los 7,3 millones de su reelección en 2006—, la primera reacción presidencial se dirigió a reconvenir a la oposición fortalecida sobre el hecho de que su victoria sería aceptada solo "por ahora". Chávez advierte entonces:

Sepan administrar su victoria, no se desboquen ahora. Midan matemáticamente la victoria. Yo no la hubiera querido, más bien no es que se la doy, ustedes se la ganaron y es de ustedes, pero yo esa victoria pírrica no la hubiera querido y menos en estas condiciones […] Me equivoqué en la selección del momento estratégico […] Venezuela no está preparada para el socialismo (Da Corte, 2007c, s. p.).[5]

La desmovilización de una parte del electorado chavista —ausente en el referendo—, obedeció a causas que se inscriben dentro del desgaste normal de un gobierno que había invertido todo su capital político en el despliegue interno y externo del proyecto de poder personal del presidente, con lo cual se enajenó el apoyo de un sector popular apreciable. A pesar de contar con grandes recursos, financieros y mediáticos, el "proyecto de socialismo" presidencial fue concebido por la mayor parte del electorado, tanto partidarios como adversarios del presidente, como un proyecto autocrático, si no totalitario, que ponía en peligro los avances de la nueva "clase política" (identificada en la sabiduría popular como "boliburguesía", por algunos, y "boligarquía", por otros), a la que habría que agregar la presencia de un sector de la nueva "clase media", desarrollada a la sombra del chavismo en el poder (Cf. Petkoff, 2005, p. 38).

La desmovilización del apoyo popular del chavismo también obedeció a la radicalización de la propuesta presidencial. Cuestiones tales como la "cubanización" ideológica, la reducción de las libertades públicas y la concentración del poder en el ejecutivo, eran medidas demasiado impopulares para hacerlas efectivas mediante un referendo constitucional.

Nuevos elementos de convicción sobre las causas de la derrota presidencial y, por consiguiente, de la victoria de la oposición deben investigarse también en la evidente y notable regresión de las fuerzas del chavismo en el poder. Porque si bien es cierto que la impopularidad de la tesis innovadora del "socialismo del siglo xxi" presidencial le restó el apoyo del chavismo moderado —perdido definitivamente para tales posiciones radicales o "revolucionarias"—, no es menos cierto el hecho de que el discurso postreferendo del presidente, inclinado hacia la radicalización de su rechazado proyecto, lucía desconectado de la nueva realidad.

Los resultados adversos del referendo constitucional sirvieron de freno para unas cuantas decisiones y acciones del gobierno chavista en el año siguiente (2008), aunque no se encontraron indicios de revisión o rectificación en la práctica excluyente de su política pública, estrechamente conducida y controlada por el presidente. A tal punto que el retorno de la oposición a los primeros planos de la competición política la inclinaron desde entonces hacia la preparación de un nuevo triunfo en las elecciones regionales de noviembre de 2008. Ello sin que se tenga información alguna sobre los resultados definitivos del referendo constitucional, hecho que al parecer dejó tranquilos, tanto al liderazgo partidista de la oposición —en su lucha contra las fuerzas del "partido de la abstención"— como al del oficialismo, sin capacidad aparente para asimilar su primera y contundente derrota electoral.

Con el anuncio de una "segunda ofensiva para aprobar la reforma", tres días después de los comicios, el gobierno de Chávez dirigió sus pasos hacia la toma del poder total del Estado, sin detenerse en modo alguno ante una flagrante violación del texto de la Constitución Bolivariana. De este modo, Chávez se dirigió a la oposición:

Prepárense porque vendrá una nueva ofensiva con la propuesta de reforma esa, transformada o simplificada, pero yo estoy seguro. Ya me han llegado cartas de dirigentes populares, porque el pueblo sabe que si recoge firmas esa reforma se puede someter a referendo de nuevo en otras condiciones, en otro momento, en este mismo lugar que se llama Venezuela. Así que yo no cantaría victoria señores de la oposición (Da Corte, 2007c, s. p.).

La reacción presidencial ante el rechazo electoral de la reforma propuesta se inscribe dentro de la nueva estrategia gubernamental del chavismo en el poder. De modo tal que la exclusión de toda oposición o disidencia interna, estuvo decididamente orientada hacia la legitimación de la ilegalidad, al permitir que el presidente actuara por encima del espíritu y la letra de la constitución vigente.

En su estudio sobre las rupturas populistas en nuestros países, Francisco Panizza destaca el hecho de que "los gobiernos son legales en tanto elegidos por el pueblo, pero ilegales si, en la práctica no representan a la plebe […] La brecha entre legalidad y legitimidad se convirtió así en condición para la ruptura y, al mismo tiempo, en la fisura de la relación entre populismo y democracia" (2008, p. 86).

En este sentido, si bien es cierto que toda gobernabilidad democrática asume retos y problemas de mayor complejidad que la gobernabilidad populista, no lo es menos el hecho de que la primera exige mayor visibilidad, reduciendo los excesos que se originan en la manipulación y desinformación que promueven los gobiernos autoritarios, siempre propensos a la arbitrariedad de su líder. Además, la creciente desconfianza de los ciudadanos hacia la elite gobernante, agudizó en la población la polarización y el enfrentamiento. En circunstancias tales que los ciudadanos se ven en la necesidad de rechazar la irresponsabilidad de quienes, habiendo sido elegidos para gobernar democráticamente, dedican la mayor parte de su tiempo y actividad a la defensa de las posiciones adquiridas, asegurándolas con los recursos obtenidos del poder.

La inclinación autoritaria del gobierno personal de Chávez también resultó irreversible en aspectos tales como la excesiva centralización de la decisión política, la búsqueda de un control presidencial de todos los poderes del Estado, la promoción del culto a la personalidad del presidente y, en fin, la exclusión y ausencia de diálogo con cualquier oposición a su autoproclamado régimen "revolucionario".[6] Como afirma García Larralde, "en su afán por amasar poder, ni la institucionalidad democrática construida durante las últimas cuatro décadas, ni la Constitución Bolivariana, representan para Chávez impedimentos. Parte del dispositivo neofascista se ha constituido, precisamente, con el sometimiento de esferas diferentes de los poderes públicos —formalmente autónomos— a los dictados de la "razón de poder" (2008, pp. 348-349). En tal sentido, la tentación autoritaria de Chávez, cubierta por el barniz democrático-plebiscitario, nunca logró resolver las ambivalencias de su proyecto de poder personal. En su reflexión sobre las causas de la primera derrota electoral de Chávez, Armando Durán observa:

Chávez no ha logrado sacar al país del mundo de sus amenazas ni del desmesurado universo retórico de su fantasía, ni lo ha llevado ni parece estar en condiciones de llevarlo a una ruptura definitiva con el pasado. Mucho menos ha puesto a Venezuela en el sendero de una revolución verdaderamente socialista. Lo cierto es que en medio de un clima político cada día más inestable, de crispación extrema, desacreditado internamente por el rechazo creciente de la población, cada día más aislado de la comunidad internacional, con la economía y las finanzas en crisis a pesar de los inconmensurables ingresos petroleros, extraviado en el laberinto de una contradicción al parecer insuperable entre la realidad y el pastiche ideológico al que recurre para disimular sus intenciones políticas y sus insuficiencias de gobernante, Chávez no ha sido capaz de impedir que la incapacidad, la corrupción, el despilfarro, la insatisfacción popular, las protestas y, por supuesto, su deformación profesional de teniente coronel paracaidista, en lugar de implantar un régimen socialista en Venezuela, la conduzcan hacia el espacio opaco y muy poco revolucionario de un gobierno militar y autocrático (2007, p. 12).

 

3. Desgobierno y gobierno sin consenso

En la medida en que la política post-referendo del presidente terminó desplazando las tareas del gobierno hacia lugares secundarios de la agenda gubernamental, las acciones y decisiones más relevantes de su gobierno estuvieron encaminadas hacia la preservación de las posiciones de poder, amenazadas por los avances de la oposición. En otras palabras, el gobierno y sus colaboradores dejaron de gobernar, asumiendo como actividad prioritaria la defensa activa de sus posiciones de poder. Ello está en el origen de una situación de desgobierno. Ello ocurre cuando la política pública entra en relación directa con la necesidad presidencial de imponer su proyecto político antidemocrático y autoritario, destinando la mayor parte de su actividad hacia la defensa de las posiciones de poder.[7]

Con este objetivo, Chávez comenzó por asegurarse el control de lo que ha sido descrito en la investigación especializada como el "latifundio mediático gubernamental", construido desde sus primeros años en el poder.[8] Con ello, el gobierno de Chávez asumió el control autoritario de la opinión pública, conservando un mínimo de apariencia democrática. En palabras de Teodoro Petkoff: "Chávez tiene un pie en el pedal de la democracia y otro en el acelerador del autoritarismo, el autocratismo y el militarismo, y pisa cada uno según el momento" (citado por Natanson, 2008, p. 194).

En su estudio comparado de gobiernos tan diversos como los de Egipto, Azerbaiján, Croacia, y Senegal, Marina Ottaway incluye a Venezuela dentro del grupo de "regímenes semiautoritarios". La autora sostiene que tales gobiernos no constituyen democracias imperfectas ni gobiernos de transición a la democracia, sino regímenes híbridos, puesto que no permiten la creación de las condiciones requeridas para el funcionamiento de una genuina política democrática. Se trata de gobiernos organizados y estables que, guardando la forma democrática, ocultan su comportamiento autoritario (Cf. 2003, pp. 3-27).

En efecto, la inclinación hacia formas autoritarias de nuevo tipo —conservando las apariencias democráticas a través de mecanismos electorales— resultó determinante durante el fin de siglo xx para los países andinos. Y es que, las grandes dificultades, de orden político y económico principalmente, provocaron en casi todos los casos respuestas autoritarias como la militarización de las policías y la justicia penal. De modo tal que la restricción de las libertades públicas y el "vaciamiento" de la representación ciudadana en parlamentos subalternos y desprestigiados ante la opinión pública, se constituyó en un fenómeno generalizado en las neodemocracias andinas (Cf. Mainwaring, Bejarano y Pizarro, 2008, pp. 23-86). De aquí que los gobiernos, bajo liderazgo carismático y plebiscitario solo excepcionalmente alcanzaron el consenso necesario para adelantar en sus políticas de reforma estructural, moviéndose siempre entre el desgobierno y el autoritarismo. La experiencia venezolana se repite en nuestros días en Bolivia y Ecuador.

Así mismo, si admitimos el hecho de que el comportamiento democrático de un gobierno significa ante todo el respeto de la ley, los liderazgos plebiscitarios y carismáticos casi siempre se traducen en transgresiones continuas conducidas abiertamente e ignorando los límites de sus funciones gubernamentales específicas (Cf. Moss Jr., 2009, p. 47). Esto se debe al hecho de que los gobiernos autocráticos no encuentran límites efectivos para ocuparse, sea de la creación de leyes inconsultas (pues cuentan para ello con el control del poder legislativo), o bien, de su aplicación o interpretación (canalizada a través de sistemas judiciales colonizados por el ejecutivo). De aquí que, en este tipo de regímenes, los presidentes comienzan por violar el principio democrático esencial de la separación constitucional de los poderes públicos. En los regímenes autoritarios y plebiscitarios, "el cambio en las reglas, la desinstitucionalización, la concentración de poder, y el clientelismo se transforman en expresiones políticas recurrentes" (Rojas Aravena, 2006, p. 129).

El triunfo chavista en el referendo sobre la enmienda constitucional (febrero de 2009), que le permite al presidente eludir la prohibición constitucional (Referendo constitucional de 2007) está en el origen de la posibilidad de presentar su candidatura presidencial en forma indefinida. El desconocimiento de las atribuciones de los gobernadores y alcaldes de la oposición, marca los primeros pasos de una radicalización del régimen ante la resistencia de una creciente oposición. Al utilizar en forma ventajista los recursos del Estado y, lo que resultó más determinante, al adelantar una política de amedrentamiento hacia los "enemigos de la revolución", el presidente emprendió la campaña que, en sus cálculos y propósitos, lo llevaría a buscar su reelección en el año 2012.

La prepotencia presidencial en la promulgación de leyes inconsultas y antidemocráticas en 2009 (Ley Orgánica de Educación, LOE; Ley Orgánica de Procesos Electorales, LOPE; Ley Orgánica del Trabajo, LOT; Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, LOFANB y Ley Orgánica para la Ordenación y Gestión del Territorio, LOOGT, entre las más relevantes), cuyos contenidos habían sido rechazados en el referendo constitucional de 2007, terminó echando por tierra toda invocación constitucional chavista a la "democracia participativa y protagónica". Si a ello agregamos la persecución y criminalización de la protesta y disidencia políticas los caminos quedaron cerrados a todo reencuentro o esfuerzo colectivo de reconciliación social.[9]

 

4. La hipótesis del populismo revolucionario

Si bien es cierto que la propuesta ideológica de Chávez y del chavismo en el poder ha sido identificada en el pasado reciente en el viraje de la política latinoamericana de fin de siglo hacia los terrenos de la izquierda, la misma ha encontrado hasta aquí obstáculos reales insuperables, particularmente vinculados con la presencia del voluntarismo y ambición personales del líder del proceso de cambio y con una notable ausencia de convicciones socialistas o revolucionarias firmes en sus cercanos colaboradores.[10]

En este sentido, la tendencia a incluir la experiencia de Chávez y del chavismo en el poder en línea directa con una cierta tradición revolucionaria en América Latina, presente en un buen número de trabajos de investigación regionales, parece hoy en día en franco retroceso (Cf. Sánchez García, 2008, pp. 38-59).[11]

La "revolución bolivariana" no se inscribe en modo alguno en la línea de experiencias revolucionarias más destacadas de la historia latinoamericana: la revolución mexicana, en las dos primeras décadas del siglo xx, o la revolución nacionalista boliviana y la revolución cubana, en los años 50. De aquí que en nuestra hipótesis de trabajo, la "revolución bolivariana" de Chávez se inscribe dentro de las diversas experiencias políticas latinoamericanas de corte populista, explícitamente orientadas hacia proyectos de "reconstrucción de la democracia" a partir de liderazgos carismáticos.[12]

En su estudio sobre la democracia latinoamericana, Benavente Urbina y Cirino afirman: "El gobierno de Chávez en Venezuela es la más consistente y prolongada expresión de un populismo revolucionario gobernante, que se manifiesta en el discurso y la acción, además de la pretensión de ejercer influencia en la región latinoamericana" (2005, p. 68). En el plano de esta hipótesis, cabe aceptar en un primer análisis el hecho de que la experiencia de Chávez y el chavismo en el poder encaja perfectamente en una tradición política regional que, arrancando con los diversos caudillismos del siglo xix, se "institucionaliza" con los primeros populismos en la primera mitad del xx.

La versión neopopulista actual en nuestros países constituye, por tanto, una adaptación del liderazgo populista tradicional ante las realidades críticas y cambiantes del fin de siglo. Es en este sentido que resulta relevante el hecho de que:

[...] los discursos populistas de Perón, por ejemplo, se parecen a los de Chávez por la politización no solo de dos campos políticos irreconciliables que representan el choque entre el viejo orden político y el nuevo orden porvenir, sino también porque han politizado las diferencias sociales entre campos irreconciliables y antagónicos (De la Torre, 2008, p. 29; Cf. Ramos Jiménez, 2006, p. 109-110 y Taguieff, 2007).

En su estudio comparativo sobre el liderazgo carismático en los movimientos populares y revolucionarios de América Latina, la profesora Diana Raby ha observado el hecho significativo que "para entender tanto a Fidel como a Chávez es necesario reconocer que sus raíces históricas e ideológicas no se encuentran en la ortodoxia de la izquierda sino en la tradición populista latinoamericana. Esto se refleja claramente en el discurso de ambos líderes, tanto en el estilo como en el contenido" (2006, p. 62; Cf. Raby, 2008, p. 311).

Ahora bien, Raby admite sin lugar a dudas que en la experiencia latinoamericana reciente se puede ser simultáneamente populista y revolucionario, dependiendo en todo caso de la capacidad del líder carismático para identificarse con las esperanzas del pueblo y con la causa de la izquierda revolucionaria. Ello no deja de despertar unas cuantas interrogantes, que la autora despacha apoyándose en los tan conocidos como discutibles planteamientos expuestos originalmente por Ernesto Laclau en sus escritos de la década de los 70. Tales escritos, relacionados con la posibilidad histórica y política del surgimiento en América Latina de un "populismo socialista", asumían la tesis según la cual era probable la presencia histórica de una suerte de "populismo de las clases dominadas" (Cf. Laclau, 1978, pp. 165-205).

La cuestión de saber si el fenómeno populista en nuestros países se inscribe en una dinámica progresista al parecer ha sido superada en el pensamiento político latinoamericano. Si asumimos con Raby el hecho de que el populismo latinoamericano "no tiene orientación o programa político: puede ser de izquierda, de derecha o de centro, dependiendo del equilibrio de las fuerzas de clase que existan en un país específico y en un momento determinado. Es un fenómeno coyuntural, aunque es a la vez un síntoma y un factor en un momento crítico que conduce a un cambio de régimen, e incluso posiblemente a una revolución social" (Raby, 2008, p. 319), entonces, su naturaleza progresista queda indeterminada en su práctica histórica específica. De aquí que resulte muy aventurado sostener la viabilidad revolucionaria y progresista del experimento bolivariano de Chávez.

En todo caso, en palabras de Raby siempre queda abierta la posibilidad de que Chávez y el chavismo en el poder sean simultáneamente populistas y revolucionarios, puesto que se configuran bajo la forma de "populismo de las clases oprimidas", canalizando un movimiento "potencialmente revolucionario". Ahora bien, si ese "potencialmente" entra en el plano de las posibilidades, se deja de lado rápidamente aquello que Guy Hermet en un conocido texto definió como "el azar y la necesidad" de la construcción democrática, situaciones que con frecuencia conducen a relaciones de poder en las que los diversos actores deben confrontar toda una gama de retos y desafíos, terminando por desnaturalizar las "nobles intenciones", los "sanos propósitos" y los "objetivos superiores" del "líder revolucionario", fácil y ligeramente identificados con las "causas populares" (Hermet, 1989, p. 9; Cf. Ramos Jiménez, 2008a).

En cuanto al entusiasmo quiliástico o milenario que Chávez despierta en la masa popular, Raby considera que el mismo debe asociarse con un proyecto racional y revolucionario, puesto que se trata de una "alternativa real y radicalmente distinta", que aparece cuando "cualquier esperanza racional se ha desvanecido" (Raby, 2008, p. 317). En esto, debe advertirse que la relación emocional entre líderes y masa popular obedece en un primer momento a situaciones estructurales (pérdida de confianza en las instituciones), en las que el liderazgo carismático llena provisionalmente el "vacío" de los patrones de acción colectiva (Cf. Madueño, 2002, pp. 51-52).

En tal sentido, si nos detenemos a observar el contenido emocional de la conexión popular del liderazgo carismático de Chávez, el mismo no deja lugar a una legitimidad racional que le asegure una gobernabilidad sin mayores riesgos de desestabilización. Por el contrario, el desgobierno de Chávez no ha logrado hasta aquí poner las bases firmes de una nueva institucionalidad. En su análisis sobre los Círculos Bolivarianos en Venezuela, Kirk Hawkins se detiene en el hecho frecuente de que, "los populistas cambian la racionalidad formal legal de la democracia por una armada entusiasta de voluntarios, motivados por incentivos solidarios y por la devoción a una causa, evitan los tipos de organización y actividades relacionadas con grupos de interés y asociaciones específicas, y existe gran cautela respecto a los partidos políticos" (2008, p. 130; Cf. Arenas y Gómez, 2004).

Ahora bien, si de potencialidades revolucionarias se trata, las mismas están ausentes en el énfasis personalista y voluntarista de la movilización de masas —la cual es conducida y está bajo el control del líder plebiscitario— así como en la manipulación abusiva de las expectativas ciudadanas desde las cimas del poder neopopulista. En la Venezuela de Chávez, el líder plebiscitario ha tenido éxito debido a la manipulación de los legítimos temores de una elite muy venida a menos y de la clase media desmovilizada (antipolítica) y amenazada por todas partes (inseguridad, desempleo y trabajo precario).

Así mismo, desde el ámbito político y académico europeo, con mayor frecuencia de lo que se podría pensar, resulta de buen tono referirse al "anatema" populista, producto, según algunos, de "una poderosa arma de descalificación" de los "movimientos revolucionarios" (Do Alto, 2008, pp. 54-66; Quattrocchi-Woisson, 2007; Lalander, 2006). Esto es así, ya que, como señala Carlos de la Torre,

[...] por lo general quienes escriben sobre el populismo como redención democrática lo hacen desde países con instituciones sólidas. Las apologías también vienen de académicos que ven en el populismo radical latinoamericano el ejemplo para construir alternativas al neoliberalismo y a la democracia liberal en los países capitalistas avanzados (2009, pp. 35-36).

En esta perspectiva, el liderazgo plebiscitario de Chávez, Morales y Correa, a la cabeza de movimientos autoproclamados "revolucionarios", debe considerarse como la respuesta específica de los gobiernos en las democracias andinas a la extendida demanda popular de cambio, inscrita esta última dentro de una nueva relación de fuerzas particulares orientadas hacia el necesario cambio de régimen, asumido este, en un buen número de análisis sociopolíticos recientes, como un giro significativo de los gobiernos hacia las posiciones de la izquierda (Cf. Cheresky, 2007 y Couffignal, 2007).

En consecuencia, se ha venido sosteniendo en ciertos medios académicos y políticos la hipótesis según la cual la movilización popular en torno del líder carismático encarna todo un proyecto de transformación revolucionaria de la sociedad que, en el contexto político del fin de siglo, se expresa bajo la forma de una extendida y legítima respuesta popular frente a los excesos del neoliberalismo en nuestros países. Aunque no deja de sorprender el hecho de que en tal hipótesis explicativa nada se dice sobre el proceloso desmantelamiento de la institucionalidad democrática y la imposición impopular —fuertemente resistida por un vasto sector de la ciudadanía— de proyectos políticos autoritarios fuertemente personalizados.

 

Conclusiones

Tres elementos de explicación pueden extraerse de estas observaciones sobre la experiencia "revolucionaria" en la Venezuela de Chávez en la época reciente. En primer lugar, el proyecto político de Chávez debe entenderse como un proyecto de poder personal, cuya vinculación retórica con el socialismo y la revolución no tiene otro objetivo que el de legitimar la autoridad presidencial, como la expresión histórica de una extendida aspiración popular y colectiva sobre el necesario cambio de régimen, dentro del contexto conflictivo de la democratización latinoamericana. Los ingredientes militar y populista apuntalan este proyecto en la medida en que se trata de un proyecto excluyente que, provocando una intensa polarización social, cuenta con los recursos para evitar el ejercicio de la ciudadanía a un vasto sector de la sociedad.

En segundo lugar, la naturaleza autoritaria del proyecto de "socialismo del siglo xxi" obedece a los imperativos hegemónicos del mismo. La institucionalidad democrática (Estado de derecho) constituye, por consiguiente, un obstáculo de peso insuperable para el despliegue de un proyecto que persigue la gubernamentalización del poder del Estado, a fin de concentrar la dirección y control de la sociedad civil. La presencia de un liderazgo fuerte y plebiscitario hizo posible el desplazamiento de la democracia representativa de partidos y su sustitución por un modelo autoritario construido a partir de la legitimidad carismática del presidente. Su duración está estrechamente vinculada con la capacidad plebiscitaria para movilizar un electorado popular cautivo, neutralizando los avances electorales de la oposición democrática.

En tercer lugar, la radicalización de la propuesta de la autoproclamada "revolución bolivariana" en los años recientes se inscribe dentro de una concepción antidemocrática de la política, que administra de arriba hacia abajo el proceso de la decisión y movilización de masas. Se produce entonces un "vaciamiento" de la representación democrática y en la medida en que la movilización neopopulista rechaza toda alternativa, niega por principio el ejercicio de la política, entendida esta última como el espacio en el que se despliega la deliberación, competición y conciliación de los diversos intereses y valores, todo ello mediante procedimientos institucionalizados que garantizan el logro de objetivos comunes.

Si el objetivo específico de la "revolución bolivariana" consistía fundamentalmente en alcanzar y garantizar, en un corto o mediano plazo, el funcionamiento de una genuina "democracia participativa y protagónica" —explícita en el texto de la Constitución de 1999— en la práctica tal objetivo quedó definitivamente aplazado, si no abandonado, debido a las acciones y decisiones autoritarias de un gobierno que hoy en día luce a la defensiva. El desconocimiento de la voluntad popular, expresa en el rechazo al referendo de 2007, la rápida adopción e imposición de leyes inconsultas y la criminalización de la protesta se inscriben en la vocación autoritaria de un liderazgo carismático sin capacidad para gobernar en el marco de la institucionalidad democrática.

Si en los primeros años del chavismo en el poder la movilización popular —en la base de los éxitos electorales de Chávez hasta 2006— se constituyó en la piedra angular de su proyecto específico de transformación social, contando para ello con el apoyo extendido de una ciudadanía desencantada con las promesas incumplidas durante los cuarenta años de democracia bipartidista, tal movilización terminó cediendo posiciones ante el creciente desengaño del popular mesianismo chavista. La "radicalización" reciente de Chávez y del chavismo en el poder deja entrever el hecho de que tanto el proyecto original como sus desviaciones en nuestros días revelan las claves de su naturaleza profunda. El proyecto "revolucionario" de Chávez y del chavismo en el poder se construyó siempre desde arriba, confrontando en todas sus etapas de desarrollo limitaciones sociales y políticas insuperables, particularmente en el terreno de la movilización popular, inclinándose significativamente hacia la instauración de un modelo autoritario de corte antidemocrático y militarista.

 

 

Notas

* Este artículo forma parte del proyecto D-410-10-09-B financiado por El Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico, Tecnológico y de las Artes (CDCHTA) de la Universidad de Los Andes. El mismo se inscribe dentro de las líneas de investigación del Centro de Investigaciones de Política Comparada (Cipcom) de la Universidad de los Andes, Venezuela.

[1] El triunfo de Chávez en la elección presidencial de diciembre de 2006 (62% de los votos) sobre el candidato opositor, Manuel Rosales (38%), fue asumida por la oposición partidista como "un triunfo político en medio de un revés electoral" (Ramos Jiménez, 2009, pp. 221-222). En la historia electoral de la Venezuela de Chávez, los comicios realizados a partir del referendo revocatorio de agosto de 2004 tuvieron un carácter semicompetitivo y no tenían otro objetivo que el de reafirmar la apariencia democrática del gobierno ante la opinión pública internacional (Nohlen, 2004, p. 19 y Schedler, 2006).

[2] El proceso para registrar la militancia del nuevo partido del gobierno, el "Partido Socialista Unido de Venezuela" (PSUV), comenzó en la segunda quincena de 2007, cuando la comisión promotora del nuevo partido reunió en su seno a los mismos dirigentes del partido oficial, el Movimiento V República (MVR), destacando el hecho de que el refundado partido incluía una mayoría de militares activos y retirados, todos cumpliendo funciones de gobierno. No deja de ser importante el hecho de que los "Círculos Bolivarianos", constituidos como instancias de movilización popular no jerárquicas y con una cierta autonomía de acción, que ya se habían debilitado con la creación de las "Misiones" y "Comités de Tierra Urbana" en 2004, desaparecen cuando se incorporaron al nuevo partido. Su baja institucionalización, debida al liderazgo carismático de Chávez y el recelo creciente en la burocracia del nuevo partido, marcaron su desmovilización y desaparición definitiva. Si tomamos en cuenta la exigencia de un "todopoderoso" y re-elegido presidente, para quien: "los partidos deben olvidarse de los colores, de las siglas. Eso es intrascendente. Lo importante es un partido de la patria. Aquellos que no quieran formar parte pueden seguir su camino, no cuenten con seguir en el gobierno". Chávez advierte entonces que el MVR "ya había cumplido su etapa" (Díaz, 2008, s.p.). Nótese la ausencia de connotación popular alguna en la concepción y fundación del nuevo partido.  

[3] Con amenazas al presidente de Estados Unidos, al presidente de Colombia, al rey de España y a los canales de televisión nacionales e internacionales, Chávez cerró la campaña con una gran concentración: "a la oligarquía venezolana y al imperio norteamericano desde aquí les advierto que no podrán detener el carro de la revolución bolivariana porque el día domingo aprobaremos la reforma constitucional" (Da Corte, 2007b, s. p.).

[4] El general Isaías Baduel, exministro y estrecho colaborador del gobierno chavista, tomó distancia del proyecto presidencial llamando particularmente a sus compañeros de armas a analizar profundamente el texto de la reforma: "Alerto a la Nación, al pueblo venezolano, para defender nuestra Constitución y les llamo a no ser indiferentes ante este asunto tan grave que cambiará la vida de todos los que habitamos este país. A las autoridades e instituciones competentes a no ser cómplices de este ilícito. La única arma democrática y legal que nos queda es votar No ante la pretensión de consumar rápidamente esta imposición no democrática que nos conduce a un nefasto retroceso" (Espinoza, 2007, s. p.).

[5] De acuerdo con las cifras presentadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE), la diferencia porcentual de los votos obtenidos por el "no" y los alcanzados por el "sí" se ubicaba en cerca del 1%. En la presentación de los resultados definitivos —dos meses después y ante la ausencia de datos definitivos del CNE—, la Asociación Civil Súmate, vinculada con la oposición, estableció la diferencia en 8,61%, con una abstención estimada del 37,04%. (Cf. Arocha, 2008 y Ramos Jiménez, 2009, pp. 239-240).

[6] Reafirmando su adhesión al proyecto autoritario reformista de Chávez y en el marco de la celebración del décimo aniversario de la aprobación de la Constitución Bolivariana de 1999, la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y presidenta de la Sala Constitucional no encontró reparo alguno para abogar por una "revisión" de la Constitución, puesto que, en sus palabras: "No podemos seguir pensando en una división de poderes, porque eso es un principio que debilita al Estado" (Alonso, 2009, s. p.). De acuerdo con esta muy particular concepción, pensar en el poder del Estado es pensar en el poder del presidente Chávez y todo intento por separarlo contribuye al debilitamiento del mismo.

[7] La tesis del desgobierno tiende a complementar, si no a superar, el debate europeo-norteamericano sobre la gobernabilidad-ingobernabilidad de las democracias (Cf. Ramos Jiménez, 2009, p. 129).

[8] En una investigación de Gustavo Hernández Díaz se destaca el hecho de que "el gobierno controla 7 televisoras de alcance nacional (1 en VHF y 6 en UHF), incluyendo Telesur y 35 televisoras abiertas comunitarias habilitadas en UHF, mientras que en el sector de la radiodifusión sonora tiene bajo su dominio Radio Nacional de Venezuela, la cadena YVKE y 231 emisoras comunitarias de radio operando en frecuencia modulada. A esto se suma una agencia de noticias y 73 periódicos comunitarios" (2009,  p. 92). Ya en diciembre de 2004 la Asamblea Nacional aprobó una polémica Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (Ley Resorte) —identificada en los gremios profesionales y en los medios como "Ley Mordaza"—. Esta ley marca a primera etapa de lo que Chávez describió como el "nuevo modelo comunicacional" adoptado por su gobierno. Dentro de este proyecto comunicacional se inscriben las presiones y amenazas más recientes a Globovisión, la única estación de televisión que escapa hoy en día al control o influencia oficial.

[9] De acuerdo con un informe de la Venezuela Awareness Foundation (VAF), con sede en Miami, Venezuela es el segundo país latinoamericano —después de Cuba— con más presos políticos. En el mes de septiembre, la cifra de presos políticos se elevó a 47. A los que habría que agregar un número creciente de exiliados políticos en el exterior: "Los venezolanos se encuentran totalmente indefensos y sin que se les permita gozar de sus derechos constitucionales sin sufrir persecución, encarcelamiento y un juicio que no tiene garantía alguna, dejando al descubierto la característica antidemocrática del gobierno venezolano" (Venezuela Awareness Foundation, 2009, s. p.).

[10] Sobre el dilema chavista en torno de la idea revolucionaria, sobre si esta es violenta o pacífica, véase Ramos Jiménez, 2009, pp. 77-117. Allí realizo un primer análisis sobre el "fenómeno Chávez" y lo incluyo dentro de lo que considero constituyen los límites del liderazgo plebiscitario en nuestro país.

[11] Ello no debe sorprender en modo alguno si admitimos el replanteamiento de tesis que en el pasado se asumían como tesis consolidadas e indiscutibles. Así, en su reflexión sobre la naturaleza de los cambios en la Cuba del siglo xxi, el sociólogo cubano Haroldo Dilla Alfonso observa: "En 1961, por citar un ejemplo, Fidel Castro anunció que la balbuceante revolución era socialista; en 1967 lo reafirmó, pero aclarando que lo iba a ser de manera diferente de los soviéticos; sólo unos años más tarde, en 1975, anunció que se avanzaba en una construcción socialista igual a la soviética. En 1986 —un cuarto de siglo después de su primera declaración— precisó que entonces sí comenzaría el verdadero camino socialista, lo que antes no había sido posible por la cercanía a los soviéticos. En 1993, en medio de la crisis, declaró consternado que ya no era posible construir el socialismo; y en 1995, cuando comenzó el penoso repunte económico, aseguró que las cosas marchaban en esa dirección, pero que nadie sabía qué significaba exactamente la palabra "socialismo"  (Dilla Alfonso, 2008, p. 45, las cursivas son mías).

[12] En esta perspectiva, la propuesta teórica de un "socialismo del siglo xxi" reúne todos los elementos de lo que René Antonio Mayorga describió como "una forma elevada de decisionismo y voluntarismo político que se ha desarrollado en un marco de debilitamiento institucional y decadencia política que tiene sus raíces en una profunda crisis de las instituciones democráticas (partidos, ejecutivos, parlamentos)" (1995, p. 27; Cf. Ramos Jiménez, 2008b, p. 179).

 

Referencias bibliográficas

1.   Alonso, Juan Francisco. (2009, diciembre 5). Morales: la división de poderes debilita al Estado. El Universal, s.p.         [ Links ]

2.   Arenas, Nelly y Luis Gómez Calcaño. (2004). Los Círculos Bolivarianos. El mito de la unidad del pueblo. Revista Venezolana de Ciencia Política, 25, 5-37.         [ Links ]

3.   Arocha, Juan Pablo. (2008, enero 22). Súmate revela incongruencias del 2D. Tal Cual, s.p.         [ Links ]

4.   Benavente Urbina, Andrés y Julio Alberto Cirino. (2005). La democracia defraudada. Populismo revolucionario en América Latina. Buenos Aires: GSE.         [ Links ]

5.   Corrales, Javier y Michael Penfold. (2008). Venezuela: Chávez and the Opposition. En: Larry Diamond, Marc F. Plattner y Diego Abente Brun (Eds.). Latin America’s Struggle for Democracy. (pp. 184-198). Baltimore: The Johns Hopkins University Press.         [ Links ]

6.   Couffignal, Georges. (2007). Des démocraties pour les pauvres? Réflexions sur l’évolution politique de l’Amérique latine. En: Georges Couffignal (Ed.). Amérique latine. Les surprises de la démocratie (pp. 9-20). Paris: La documentation française.         [ Links ]

7.   Cheresky, Isidoro, Ed. (2007). Elecciones presidenciales y giro político en América Latina. Buenos Aires: Manantial.         [ Links ]

8.   Da Corte, María Lilibeth. (2007a, noviembre 24). Si no se aprueba la reforma habría que pensar en mi relevo. El Universal, s. p.         [ Links ]

9.   Da Corte, María Lilibeth. (2007b, diciembre 01). Chávez cerró campaña con amenazas. El Universal, s.p.         [ Links ]

10.  Da Corte, María Lilibeth. (2007c, diciembre 06). Chávez anuncia "segunda ofensiva para aprobar la reforma". El Universal, s .p.         [ Links ]

11.  De la Torre, Carlos. (2008). Populismo, ciudadanía y Estado de derecho. En: Carlos de La Torre y Enrique Peruzzotti (Eds.). El retorno del pueblo. Populismo y nuevas democracias en América Latina (pp. 23-53). Quito: FLACSO Ecuador.         [ Links ]

12.  De la Torre, Carlos. (2009). Populismo radical y democracia en los Andes. Journal of Democracy en español, 1, 24-37.         [ Links ]

13.  Díaz, Sara Carolina. (2008, febrero 06). La revolución bolivariana en busca de un partido. El Universal, s. p.         [ Links ]

14.  Dilla Alfonso, Haroldo. (2008). La dirección de los límites y los cambios. Nueva Sociedad, 216, 36-48.         [ Links ]

15.  Do Alto, Hervé. (2008). Del entusiasmo al desconcierto. La mirada de la izquierda europea sobre América Latina y el temor al populismo. Nueva Sociedad, 214, 54-66.         [ Links ]

16. Durán, Armando. (2007). Diario del año de la nada. Caracas: El Nacional.         [ Links ]

17. Espinoza, María Daniela. (2007, noviembre 06). Baduel llama a votar No ante la reforma "fraudulenta". El Universal, s.p.         [ Links ]

18. García Larralde, Humberto. (2008). El fascismo del siglo xxi. La amenaza totalitaria del proyecto político de Hugo Chávez Frías. Caracas: Random House/Debate.         [ Links ]

19. Hawkins, Kirk. (2008). La organización populista. Los Círculos Bolivarianos en Venezuela. En: Carlos de La Torre y Enrique Peruzzotti (Eds.). El retorno del pueblo. [ 89 ] Populismo y nuevas democracias en América Latina (pp. 125-160). Quito: Flacso Ecuador.         [ Links ]

20. Hermet, Guy. (1989). En las fronteras de la democracia. México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

21. Hernández Díaz, Gustavo. (2009). Comunicación gubernamental en Venezuela durante el período 1999-2008. En: Marcelino Bisbal (Ed.). Hegemonía y control comunicacional (pp. 85-117). Caracas: Editorial Alfa.         [ Links ]

22. Laclau, Ernesto (1978). Política e ideología en la teoría marxista. Capitalismo, fascismo, populismo. Madrid: Siglo xxi Editores.         [ Links ]

23. Lalander, Richard. Ed. (2006). Política y sociedad en la Venezuela del Chavismo. Stockholm: Institute of Latin American Studies.         [ Links ]

24. Levine, Daniel H. y Catalina Romero. (2008). Movimientos ciudadanos urbanos y desempoderamiento en Perú y en Venezuela. En: Scott Mainwaring, Ana María Bejarano y Eduardo Pizarro (Eds.). La crisis de la representación democrática en los países andinos (pp. 343-386). Bogotá: Norma.         [ Links ]

25. Linz, Juan J. (1997). Democracia presidencial o parlamentaria: ¿qué diferencia implica? En: Juan J. Linz y Arturo Valenzuela (Comps.). Las crisis del presidencialismo 1. Perspectivas comparativas (pp. 25-143). Madrid: Alianza Editorial.         [ Links ]

26. Madueño, Luis (2002). El populismo quiliástico en Venezuela. La satisfacción de los deseos y la mentalidad orgiástica. En: Alfredo Ramos Jiménez (Ed.). La transición venezolana. Aproximación al fenómeno Chávez (pp. 47-76). Mérida: Centro de Investigaciones de Política Comparada.         [ Links ]

27. Madueño, Luis. (2006). La legitimidad de la democracia en la Venezuela de Chávez. Una indagación sobre el grado de satisfacción y la respuesta antisistema. Revista Venezolana de Ciencia Política, 29, 93-126.         [ Links ]

28. Mainwaring, Scott, Ana María Bejarano y Eduardo Pizarro Leongómez. (2008). La crisis de la representación democrática en los países andinos: un panorama general. En: Scott Mainwaring, Ana María Bejarano y Eduardo Pizarro (Eds.). La crisis de la representación democrática en los países andinos (pp. 23-86). Bogotá: Norma.         [ Links ]

29. Mayorga, René Antonio. (1995). Antipolítica y neopopulismo. La Paz: Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios.         [ Links ]

30. Moss Jr. Ambler H. (2009). Latin American Democracy. How it is Viewed From the North. En: Richard L. Millet, Jennifer S. Holmes y Orlando J. Pérez. Latin American Democracy. Emerging Reality or Endangered Species? (pp. 42-60). New York: Routledge.         [ Links ]

31. Natanson, José. (2008). La nueva izquierda. Triunfos y derrotas de los gobiernos de Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela, Chile, Uruguay y Ecuador. Buenos Aires: Sudamericana/Debate.         [ Links ]

32. Nohlen, Dieter. (2004). Sistemas electorales y partidos políticos. México: Fondo de Cultura Económica.         [ Links ]

33. Ottaway, Marina. (2003). Democracy Challenged. The Rise of Semi-Authoritarianism. Washington: Carnegie Endowment for International Peace.         [ Links ]

34. Panizza, Francisco. (2008). Fisuras entre populismo y democracia en América Latina. En: Carlos de la Torre y Enrique Peruzzotti (Eds.). El retorno del pueblo. Populismo y nuevas democracies en América Latina (pp. 77-95). Quito: FLACSO Ecuador.         [ Links ]

35. Petkoff, Teodoro (2005). Dos izquierdas. Caracas: Alfadil.         [ Links ]

36. Quattrocchi-Woisson, Diana. (2007). Les populismes latino-américains. En: Jean-Pierre Rioux (Ed.). Les populismes (pp. 269-300). Paris: Perrin.         [ Links ]

37. Raby, Diana. (2006). El liderazgo carismático en los movimientos populares y revolucionarios. Cuadernos del CENDES, 62, 59-72.         [ Links ]

38. Raby, Diana. (2008). Democracia y revolución: América Latina y el socialismo hoy. Caracas: Monte ávila Editores.         [ Links ]

39. Ramos Jiménez, Alfredo (2006). Populismo del siglo xxi. Comunicación 135, pp. 109-110.         [ Links ]

40. Ramos Jiménez, Alfredo. (2008a). Las formas modernas de la política. Estudio sobre la democratización de América Latina. Mérida: Centro de Investigaciones de Política Comparada.         [ Links ]

41. Ramos Jiménez, Alfredo. (2008b). Del proyecto de "socialismo del siglo xxi" al populismo realmente existente. Politeia. Revista de Ciencias Políticas, 40, 175-197.         [ Links ]

42. Ramos Jiménez, Alfredo. (2009). El experimento bolivariano. Liderazgo, partidos y elecciones. Mérida: Centro de Investigaciones de Política Comparada.        [ Links ]

43. Roberts, Kenneth M. (2008). El resurgimiento del populismo latinoamericano. En: Carlos de la Torre y Enrique Peruzzoti (Eds.). El retorno del pueblo. Populismo y nuevas democracias en América Latina (pp. 55-73). Quito: Flacso Ecuador.         [ Links ]

44. Rojas Aravena, Francisco. (2006). El nuevo mapa político latinoamericano. Para repensar los factores que marcan las tendencias políticas. Nueva Sociedad, 205, 114-130.         [ Links ]

45. Sánchez García, Antonio. (2008). La izquierda real y la nueva izquierda en América Latina. Caracas: El Nacional.         [ Links ]

46. Schedler, Andreas. (2006). The Logic of Electoral Authoritarianism. En: Andreas Schedler (Ed.). Electoral Authoritarianism. The Dinamics of Unfree Competition (pp. 1-23). Boulder: Lynne Rienner.         [ Links ]

47. Taguieff, Pierre-André. (2007). L’illusion populiste. Essai sur les démagogies de l’âge démocratique. Paris: Flammarion.         [ Links ]

48. Venezuela Awareness Foundation. (2009, septiembre 11). Se elevan a 47 los presos políticos en Venezuela. El Nacional, s.p.         [ Links ]

49. Welsch, Friedrich. (2007). Populismo y cultura política en perspectiva comparada. En: El Dorado. Sueños y realidades. Populismos en Latinoamérica y Europa (pp. 98-104). Caracas: Instituto Alemán de Cultura.         [ Links ]

Fecha de recepción: noviembre de 2010  

Fecha de aprobación: febrero de 2011

 

Cómo citar este artículo

Ramos Jiménez, Alfredo. (2011, enero-junio). La "revolución" que no fue. Desgobierno y autoritarismo en la Venezuela de Chávez. Estudios Políticos, 38, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, (pp. 69-91).

 

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License