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Estudios Políticos

versión impresa ISSN 0121-5167versión On-line ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  n.38 Medellín ene./jun. 2011

 

Reseña

Vilma Liliana Franco Restrepo.

Orden contrainsurgente y dominación

Bogotá: Instituto Popular de Capacitación-Siglo del Hombre Editores, 2009, 567 pp.


El libro que presentamos, Orden contrainsurgente y dominación, escrito por Vilma Liliana Franco, es un libro profundo, complejo, extenso, muy bien documentado y fundamentado y constituye, pienso yo, el estudio más serio, razonado y crítico sobre el fenómeno del paramilitarismo en Colombia, que se ha escrito hasta el momento. En este libro además se presenta una demanda, una reclamación, profundamente sentida por una persona que ha vivido de cerca —en su entorno familiar y de amistad— las terribles consecuencias de la violencia ejercida primero por los pájaros y la policía chulavita, luego por el aparato burocrático contrainsurgente y finalmente por el aparato del mercenarismo corporativo.

Antes de presentar la que considero es la tesis central del libro es necesario decir algo sobre los conceptos, los términos, el lenguaje y los autores con los que Liliana Franco va tejiendo, capítulo tras capítulo, página tras página, una línea de argumentación, una trama —como dice ella— en la que aquello que se revela en el presente y se anuncia para el futuro de la sociedad colombiana no es otra cosa que el afianzamiento de la dominación contrainsurgente.

Los conceptos y términos que quiero destacar por lo novedosos, porque permiten contar la historia trágica y terrible de nuestro país de una manera diferente y por el poder explicativo que adquieren en la estructura de este trabajo son: la sociedad útil, la violencia contrainsurgente burocrática y la violencia contrainsurgente del mercenarismo corporativo, la guerra como acción y la guerra como estado, correlación de fuerzas y dominación de clase, el Estado como fuerza de dominación articulada de las clases en el poder y la violencia como forma descentralizada de un orden unitario de la fuerza que sirve para garantizar la reproducción del poder.

También es necesario poner en relieve a algunos de los autores que están presentes en el libro y a partir de los cuales Liliana Franco construyó su argumentación. Entre estos autores cabe destacar a Maquiavelo, Hobbes, Spinoza, Clausewitz y Carl Schmitt, de un lado. Con ellos reflexiona sobre un problema que es insuperable cuando se piensa el asunto de la conformación del Estado, el cual es la relación entre la coacción física legítima y la violencia. Por otro lado, aparecen otros autores centrales como Carl Marx, George de la sociedad útil a los que sirve, han ejercido la violencia de formas diferentes en distintos momentos de la historia, en nombre de la seguridad, la libertad, la propiedad y la paz. Y la han ejercido contra todo aquello que se ha mostrado o manifestado como contrario a los intereses hegemónicos de la coalición dominante: los indígenas, los campesinos, los sindicalistas, los estudiantes, los asalariados, los pueblos regionales y los rebeldes.

El discurso justificatorio propuesto por el Estado, de acuerdo con los intereses de la "sociedad útil" a los que sirve, tiene los siguientes supuestos: primero, en Colombia se ha dado un desarrollo progresivo y civilizatorio de la sociedad, la Bataille, Michel Foucault, Bob Jessop, Nicos Poulantzas, Stathis Kalivas, Francisco Letamendía y María Teresa Uribe. A partir de ellos reflexiona sobre la relación entre el proceso de modernización capitalista y la conformación de determinadas estructuras de poder económico y político que, basadas en una justificación del Estado de tipo liberal, han legitimado un orden de exclusión, segregación, asimetría y desequilibrio, centrado en el terror y la violencia. Así, en Colombia, al igual que en otros países de América Latina, las clases dominantes, articuladas en un interés único definido por el Estado, en correspondencia con los intereses economía y la política. Colombia como país que ha buscado insertarse en la modernización capitalista ha avanzado progresivamente en el proceso de crecimiento de sus fuerzas productivas. Este proceso, como es afirmado por los defensores de la modernización generará tanta riqueza que alcanzará para todos, y por tanto la superación de las limitaciones condicionadas por la falta de recursos en los lugares más pobres del país será un problema que podrá superarse en un futuro muy cercano. La modernización de las instituciones políticas, la Constitución, las instituciones de gobierno, de legislación y de control judicial, así como de las instituciones de participación política de los ciudadanos es un hecho también indiscutible. La modernización social es también constatable: las minorías indígenas han sido reconocidas en tanto gozan de la posibilidad del disfrute de sus derechos como comunidades sociales diferentes, y lo mismo se puede decir de otros grupos sociales diferenciados y antes excluidos como las comunidades negras, las mujeres, los homosexuales.

El segundo elemento del discurso justificatorio propuesto por el Estado afirma que este proceso se ha visto interrumpido en distintos momentos de la historia, por la emergencia de una violencia insurgente que ha intentado destruir las bases y supuestos que hacen posible una sociedad pacificada, en la que se garanticen los valores fundamentales de la seguridad, la libertad, la propiedad y la paz. Esta interrupción la hicieron los liberales en los años treinta al reclamar justicia social y programas redistributivos de reforma agraria. La volvió a poner en escena Jorge Eliecer Gaitán al proponer en el marco de un discurso populista reformas más radicales de redistribución de la tierra y del poder político. Los reclamos de justicia distributiva y la rebelión contra la violencia conservadora estuvieron en las bases programáticas de las guerrillas liberales y se convirtieron, tras su silenciamiento por medio de la violencia burocrática, en los pretextos fundamentales que dieron origen a la formación de las guerrillas comunistas de las FARC, maoístas del EPL y castristas del ELN en los años sesenta y setenta.

El tercer elemento del discurso justificatorio propuesto por el Estado dice que para superar esta interrupción, vivida de maneras diferentes en distintos momentos de la historia, el Estado colombiano ha tenido que valerse del uso de la violencia, que en las formas de la violencia burocrática y del mercenarismo corporativo, ha permitido someter, eliminar, controlar, disciplinar y desorganizar a quienes pretenden oponerse al orden de dominación. Expuestos estos tres elementos creo que puedo decir que la tesis central del libro tiene que ver con develar la estructura de la guerra contrainsurgente, es decir, de la guerra que se libró en Colombia a partir de los años ochenta y que se extiende más allá de los actuales procesos de justicia y paz hasta la formación de las actuales estructuras del paramilitarismo. En este sentido, Liliana Franco reflexiona sobre un pasado que nos constituye como sujetos y pueblos, un pasado condicionado por experiencias de injusticia, desposesión, exclusión y violencia. Estas experiencias negativas vividas por los pueblos originales en la conquista, la colonia y la época republicana, se han reproducido hasta el presente. En el siglo xx encontramos en Colombia varios momentos destacables de esta historia de injusticia, exclusión y desposesión en la violencia de los años cincuenta, la violencia burocrática contrainsurgente del Frente Nacional y la violencia mercenaria contrainsurgente de los años ochenta hasta el presente.

A diferencia de la violencia burocrática contrainsurgente, que es un tipo de violencia ejercida directamente por el Estado a través de sus instituciones de coacción, la violencia mercenaria contrainsurgente es una violencia realizada por grupos de mercenarios, que actúan interpretaciones para responder a estas preguntas. Una de ellas, y debo decir que no expondré con el detalle que merecerían todas las desarrolladas en los capítulos del texto, afirma que el tipo de violencia, con sus secuelas de terror, desolación y desplazamiento, que impuso el mercenarismo contrainsurgente es, de un lado, el resultado de una agudización del conflicto del Estado con las fuerzas insurgentes, pero de otro lado, es la consecuencia lógica de un proceso histórico de dominación política de una clase que busca expandir y garantizar de manera permanente las condiciones de su dominación. Otra interpretación  en función de los intereses del Estado cuando el Estado no puede enfrentar a la insurgencia dentro de los marcos del Estado de derecho y de las regulaciones de los conflictos internos previstas en el derecho internacional. Así, las preguntas que plantea Liliana Franco son: ¿qué es lo que ha hecho posible —en Colombia y en Guatemala— el surgimiento de esta forma específica de violencia contrainsurgente? ¿Quiénes son y cómo han realizado esta violencia? ¿Por qué han actuado así? ¿Quién los apoya? ¿Qué pretenden?

En este libro la socióloga colombiana Liliana Franco da una serie de explicaciones y de complementaria de la anterior, dice que la incapacidad del Estado para enfrentar el posible avance de los grupos guerrilleros en el proceso de toma del poder se convirtió en el pretexto para justificar una nueva articulación de la configuración de las fuerzas sociales dominantes en el aparato estatal. El temor a toda forma de transformación, al liberalismo, al ateísmo, al comunismo, el temor a la revolución es determinante en esta estructuración del bloque de poder en contra de quienes buscan el cambio. En esta nueva articulación de los intereses de la "sociedad útil" el paramilitarismo se convirtió en la fuerza determinante para enfrentar el proyecto de la insurgencia, proyecto que desde la perspectiva de los miembros de la "sociedad útil" comprendía tanto a las fuerzas armadas de la subversión, así como también a todos aquellos grupos de la sociedad que apoyaban a los rebeldes, a saber, los campesinos y los pequeños comerciantes que los abastecen, los maestros, los sacerdotes, los sindicalistas, los estudiantes, los profesores universitarios, los periodistas, los fiscales, los jueces y los miembros de ONG que protestan por los atropellos, los asesinatos y las desapariciones.

Para Liliana Franco, el paramilitarismo no es un fenómeno externo al Estado que ha infiltrado las instituciones y el mundo de la política. Por el contrario, el paramilitarismo, en la forma del mercenarismo corporativo contrainsurgente, es un elemento substancial del Estado. Esta es una tesis central de este libro, problemática y discutible. ¿Cómo puede entenderse? Puede decirse que el desarrollo del paramilitarismo es intrínseco a la reestructuración de las relaciones sociales y del poder en las regiones que viene afianzándose en Colombia desde los años 80. Esta reestructuración se ha dado en forma paralela con un proceso de concentración de la propiedad territorial y de participación de importantes grupos de las elites regionales en el narcotráfico. En este sentido puede afirmarse que el paramilitarismo es la expresión de un proyecto político y militar de orientación ultraconservadora, impulsado desde sus orígenes por algunas elites tradicionales locales y regionales y por importantes sectores de las fuerzas armadas, que buscó aplastar mediante el terror y la violencia la propuesta de cambio revolucionario de los rebeldes guerrilleros, y la propuesta de transformación social y política que sostenía el proyecto social y político de una izquierda no armada que buscaba realizar algunos cambios en las estructuras de poder.

Así, el paramilitarismo, que en sus inicios recurrió a la perpetración de masacres indiscriminadas, al desplazamiento de grandes masas de la población mediante el terror, el asesinato selectivo de sus opositores políticos, y que a través de esto consolidó un proyecto de acumulación de enormes riquezas y de concentración de la propiedad, luego buscó en las negociaciones con el gobierno, para someterse a las condiciones del proceso de negociación, la legitimación final de su revolución ultraconservadora. Esta legitimación se expresó en la idea, defendida por el realismo político y que ha terminado imponiéndose, de que el precio para alcanzar la paz es la aceptación de alto grado de impunidad, de un importante sacrificio de la verdad y de una muy laxa política de reparación a las víctimas. El resultado de esta compleja y valiosa investigación termina con un diagnóstico muy poco esperanzador. El miedo a las distintas formas de violencia contrainsurgente se ha ido convirtiendo en impedimento (para hacer) y en constricción (obligar a hacer) para la acción. El miedo obstruye la libertad de opinión, y con ella la libertad de conciencia. En correspondencia con el miedo y la imposición de obstáculos para limitar la libertad de opinión y la libertad de conciencia se da un proceso de empobrecimiento de esos mismos sectores objeto de represión. "Mientras el miedo inhibe y lleva a privilegiar la conservación de la vida biológica por encima de la búsqueda de la vida buena, la radicalización de la pobreza reduce todo al trabajo, al esfuerzo por vivir, en un grado tal que si la coacción mengua, los que carecen de sus medios de vida y cuya fuerza de trabajo no alcanza a ser absorbida por el mercado no pueden hacer uso de sus libertades tituladas; o lleva a que, al permanecer incultos, se conformen con las limosnas ocasionales que proporciona el Estado y vivan resignados". Así, el diagnóstico muy poco esperanzador con el que este libro termina se manifiesta en el presente y anuncia para el futuro de la sociedad colombiana el afianzamiento de la dominación contrainsurgente. Es un excelente libro, que devela la verdad de la historia de la infamia que se ha producido en nuestro país y que nos genera por esto una pasión triste.

Bienvenido sea un libro de filosofía política y de ciencia política, documentado, fundamentado, escrito con pasión y con indignación, que invita a la reflexión, a la discusión y que estimula a enfrentar las distintas formas de opresión que generan injusticias y a superar las limitaciones impuestas a las nuevas formas de organización para luchar contra la violencia y la dominación injusta.

 

Francisco Cortés Rodas

Instituto de Filosofía

Universidad de Antioquia  

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