Desde los inicios del Instituto de Estudios Políticos (IEP) en octubre de 1988 y hasta hoy, que llega a su primer cuarto de siglo, la investigación ha sido central para definir y justificar la existencia de un instituto como este, que se ha mantenido en el esfuerzo de hacer que investigación, docencia y extensión tengan en la política un campo disciplinar por descifrar, en un contexto casi siempre conflictivo, pero también potencialmente dispuesto a la participación, al diálogo y a la negociación. Y es que en aquel momento fundacional, como hoy, el telón de fondo del quehacer académico del IEP —el conflicto y la violencia— nos interpela para persistir en la importancia de examinar nuestras historias y nuestras realidades, de modo que se construyan alternativas de solución que coadyuven a la constitución de un orden más justo y democrático, en un país atado a la guerra y a los discursos guerreristas.

Veinticinco años después, y sin caer en la tentación de los balances, nos preguntamos ¿por qué celebrar y, más aun, qué celebrar? Pues bien, celebrar es también un acto de memoria; celebrar significa para nosotros, renovar compromisos, alimentar esperanzas y agradecer a quienes emprendieron una ruta que ha facilitado nuestro ejercicio cotidiano, porque al paso de los años sus enseñanzas, sus advertencias, sus reflexiones, sus contribuciones teóricas y metodológicas, siguen estando en el horizonte de nuestro trabajo, recordándonos el compromiso que tenemos con las nuevas generaciones de estudiantes y de ciudadanos: con aquellos jóvenes investigadores que se han dejado contagiar por la pasión de indagar, con una comunidad local y regional que sigue cifrando grandes expectativas en la capacidad transformadora de la universidad pública, cuando percibe que se acerca a sus problemas, no solo para analizarlos, sino sobre todo, para intentar traducir esos conocimientos de la sociedad en propuestas.

Desde los primeros pasos de vida institucional, William Restrepo trazó los lineamientos programáticos de lo que sería la formación en posgrados, al concebir la Maestría en Ciencia Política y la Especialización en Gobierno y Cultura Política. A él le debemos también los esfuerzos sostenidos por la divulgación e impacto de la investigación, al concebir la revista Estudios Políticos, como una contribución a la ''formación de una cultura política que rescate la política y la haga pública, no sólo en el sentido de diseminarla entre el público, sino también en el sentido de hacer más consistente a la opinión pública''.

Como bien lo recoge la profesora María Teresa Uribe en Historia y presencia de la Universidad, el IEP hizo parte de la transformación de la universidad para favorecer el desarrollo de la investigación, pilar de un nuevo modelo de universidad: la universidad como ''proyecto ciudadano, colectivo y público de la región, en un contexto cada vez más internacionalizado''. Un proyecto de universidad en el que profesores e investigadores se comprometen, no solo con un saber, sino especialmente con unas generaciones de estudiantes que asesoran y orientan, y con una comunidad que frecuentemente acompañan.

Con el foro Las transformaciones en los estudios de la política en Colombia, realizado en octubre pasado y con la presente edición de la revista Estudios Políticos, hemos iniciado una serie de actividades académicas y culturales para celebrar este cuarto de siglo de vida institucional. De manera que las voces del maestro Francisco Leal Buitrago y de los profesores Santiago Leyva y Catalina Tabares —nuestros invitados al foro—, así como la grafía condensada en los artículos ''¿De qué Ciencia Política estamos hablando? Las potencialidades de un enfoque integrador'' y ''Teoría política: un panorama general del campo en la literatura anglosajona'', han sido la vía para pensar la disciplina politológica de cara a los nuevos desafíos que impone trabajar por el fortalecimiento de la política en un país como Colombia, sin perder de vista las diversas condiciones institucionales donde se formaliza este campo del saber.