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Estudios Políticos

Print version ISSN 0121-5167On-line version ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  no.48 Medellín Jan./June 2016

https://doi.org/10.17533/udea.espo.n48a15 

LIBROS

 

DOI: 10.17533/udea.espo.n48a14

 

Álvarez, Juan Miguel. (2013). Balas por encargo: vida y muerte de los sicarios en Colombia. Bogotá, D. C.: Rey Naranjo.*

 

 

Alejandro Bedoya Arias (Colombia)1

 

1 Licenciado en Etnoeducación y Desarrollo Comunitario. Adscrito al grupo de investigación —categoría A Colciencias— Políticas, Sociabilidades y Representaciones Histórico–Educativas (Psorhe), de la Universidad Tecnológica de Pereira. Correo electrónico: bedoyaariasalejandro@gmail.com

 


 

 

Las drogas —naturales y sintéticas— han estado inmersas en el desarrollo de las culturas y las sociedades a lo largo de la historia. El avance y desarrollo de la Medicina como ciencia es muestra de la interacción constante de una cultura con los diversos químicos que componen el mundo; de igual modo, el desarrollo de la Medicina también ha estado ligado a la barbarie, la guerra y la violencia, muestra de ello es el origen y el desarrollo de la neurociencia, logrado a través de los laboratorios y centros de concentración nazi.

Sin embargo, para Colombia las drogas han representado a lo largo de todo el siglo XX la causa de un sinnúmero de fenómenos sociales como el conflicto urbano, la delincuencia y la criminalidad; fenómenos que, a su vez —y al igual que la Medicina—, se han tornado en temas de investigación por parte de la Sociología, la Antropología, la Historia y el Periodismo, pero que poco han servido para dar plausibles soluciones a estas problemáticas.

No obstante, la droga no puede ser —deliberadamente— considerada como la causal del conflicto urbano que se vive en las ciudades de nuestro país, sino como una de las demandas comerciales que más le ha posibilitado el lucro y la toma de poder a las bandas criminales al margen de la ley.

Esta densa y oscura realidad logra contemplarse en Balas por encargo: vida y muerte de los sicarios en Colombia, del periodista Juan Miguel Álvarez, investigación que resulta ser una contribución novedosa al entendimiento del conflicto urbano que se ha desarrollado desde los últimos veinte años en la capital risaraldense, que pone de relieve los principales actores de la violencia urbana de la ciudad: los sicarios.

Desde el libro No Nacimos pa Semilla de Alonso Salazar ([1990) 1993) y la obra de Carlos Mario Pereira (2007), Con el diablo adentro, no se veía una investigación interdisciplinar entre la Antropología Social y la Historia que narrara la violencia urbana desde un lenguaje tan ilustrativo y fiel de una realidad densa, oscura y silenciosa como lo hace Juan Miguel Álvarez.

Este texto de permanente referencia histórica, es un trabajo que nos posibilita comprender el devenir del fenómeno del sicariato durante los últimos veinte años, con una perspectiva procesual, es decir que Álvarez nos narra los antecedentes históricos del nacimiento del narcotráfico, la guerra entre los grandes cárteles del narcotráfico colombiano —cártel de Cali y cártel de Medellín—, la guerra del Estado contra los cárteles, la creación de la banda criminal "Los Pepes" —banda compuesta por exagentes del ya extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), la Policía, el Eejército y algunos grupos de ambos cárteles—; la llegada de las familias del cártel de Medellín a la ciudad de Pereira en los años ochenta y noventa, y su influencia en la organización de bandas criminales de sicarios, compuestas en su mayoría por niños y jóvenes que no superaban los diecisiete años de edad.

De hecho, otro importante acierto metodológico del autor fue su mirada de largo alcance al proceso del narcotráfico que se experimentó en Risaralda entre los años setenta y noventa, logrando conjeturar el modo como las familias provenientes del cártel de Medellín se asentaron en este departamento para masificar y complejizar la violencia urbana en la ciudad y algunos municipios; Pereira —según Álvarez— se tornó en una de las principales escuelas de sicarios del país.

Para lograr la sensibilidad poética y social evidente en el lenguaje de esta crónica, Álvarez necesitó cuatro años de investigación periodística dividida en tres momentos: primero, un rastreo a las políticas públicas en torno a este tema; segundo, entrevistas a funcionarios y exfuncionarios públicos inmersos en el debate de esta realidad social; y tercero, entrevistas a los principales actores de esta realidad: los sicarios y exsicarios de los diferentes cárteles y microcárteles que se conformaron en la ciudad de Pereira entre los años ochenta y noventa, que nutrieron y arraigaron en algunos barrios populares de la ciudad una cultura de admiración por la figura del traqueto,1 por la delincuencia y la criminalidad.

Sin embargo, en la realización de este libro, el autor no logró ser tan acertado en la forma como dio a conocer sus fuentes, y que constituyeron la base del entendimiento de este fenómeno tan complejo. Es bien sabido, en el ámbito del Periodismo, que en este tipo de trabajos de crónica no interesa dar a conocer al público la fuente de información, en la medida en que es una práctica académica de disciplinas y no de oficios, como es considerado el Periodismo. Asimismo, si bien su fuerte está en investigar hechos, para los que no aplica el criterio de falsabilidad de Popper— por ende su inutilidad en dar a conocer la fuente—, sí es de suma importancia para su evolución —siguiendo al profesor Gustavo Va ldivieso (2003)— poner en aplicación el método de periodismo de precisión, recomendado por Philip Meyer, con el propósito de iniciar un diálogo inter y transdisciplinar para la comprensión de la realidad, que nos vincula con otras disciplinas como la Historia, la Sociología o la Antropología.

Claro está que en este tipo de trabajos periodísticos, que dan a conocer el lado oscuro de la sociedad colombiana y de sus dinámicas políticos–sociales, ligadas a prácticas de corrupción y narcotráfico, se hace entendible que las fuentes orales no sean expuestas por cuestiones de seguridad de los diferentes entrevistados y la del mismo periodista. No obstante, en el caso de las fuentes bibliográficas en torno al tema o fuentes de archivos públicos o privados —las cuales pueden ser expuestas sin ningún problema— no fueron tenidas en cuenta para ser mostradas al lector.

Para Meyer, la práctica científica de registrar el proceso por el que se produce la información es la clave del proceso de transformación del periodismo. Sencillo: una vez que queda claro cómo se obtiene cada cifra, en qué se basa cada observación sobre una situación, de qué relaciones exactas se extrae cada porcentaje, comparar ese dato con el de otra fuente, o con el de la misma fuente en el futuro, será fácil y permitirá entender la verdadera dirección de la evolución de los fenómenos [...], detectar los procedimientos y las fuentes más confiables, y descubrir intentos de manipulación de la información [...].

Para Meyer, el cambio en el periodismo no se trata solamente de incorporar computadoras y programas para el manejo de estadísticas en las redacciones, sino sobre todo de contar con medios que faciliten el soporte tecnológico para un trabajo periodístico más sistemático que permitiese acumular conocimiento (s. p.).

Sería muy pertinente para próximas investigaciones de este fenómeno mutable y constante, partir desde este tipo de métodos investigativos de la crónica periodística, pero apelando a la interdisciplinariedad con la Antropología Social, la Etnografía Histórica o, incluso, la misma Historia Urbana y Regional. Esto no quiere decir que el libro reseñado no tenga valor por la ausencia de fuentes, por el contrario, son entendibles los modos en los cuales uno puede abordar la elaboración de una crónica periodística, pero lo más recomendable es dar a conocer a la comunidad académica las fuentes que le permitieron dar forma y estructura a sus pensamientos, hipótesis e ideas en torno al crimen organizado de la ciudad de Pereira, liderado por las familias del cártel de Medellín y ejecutado por jóvenes sicarios.

 

Notas

*DOI: 10.17533/udea.espo.n48a15

1 Denominación dada popularmente a los capos de la mafia, a los señores del narcotráfico o a los jefes de bancas criminales.

 

Referencias bibliográficas

1. Salazar, Alonso. ([1990] 1993). No nacimos pa' semilla. La cultura de las bandas juveniles de Medellín. Bogotá, D. C.: Cinep.         [ Links ]

2. Perea, Carlos Mario. (2007). Con el diablo adentro: pandillas, tiempo paralelo y poder. México, D. F.: Siglo XXI.         [ Links ]

3. Valdivieso, Gustavo. (2003). ¿Acaso le falta ciencia al periodismo? Sala de Prensa, 56 (2). Recuperado de http://www.saladeprensa.org/art456.htm        [ Links ]