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 issue59Former Combatants, Legacies of Violence, and Electoral Competitiveness. Local Elections in Colombia, 2019Freidenberg, Flavia (ed.). (2017). La Ciencia Política en América Latina: docencia e investigación en perspectiva comparada. Santo Domingo: Fundación Global Democracia y Desarrollo. author indexsubject indexarticles search
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Estudios Políticos

Print version ISSN 0121-5167On-line version ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  no.59 Medellín Sep./Dec. 2020

https://doi.org/10.17533/udea.espo.n59a13 

Sección temática

Incorporación política posinsurgente en Colombia, 1991-2019. Actores extrasistémicos y sistema de partidos1 **

Post-Insurgent Political Incorporation in Colombia, 1991-2019. Extra-Systemic Actors and the Party System

Didiher Mauricio Rojas Usma1 

1 Colombia. Psicólogo. Magíster en Ciencia Política. Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas. Universidad de Antioquia UdeA. Calle 70 No. 52-21, Medellín, Colombia. Correo electrónico: didiher.rojas@udea.edu.co - Orcid: https://orcid.org/0000-0002-8776-1149


Resumen

Este artículo hace un análisis espacial del sistema de partidos colombiano durante el periodo 1991-2019, con particular énfasis en la incorporación de actores extrasistémicos vía negociación y acuerdos de paz. La delimitación espaciotemporal se traza desde la promulgación de la Constitución Política de 1991, la cual marcó el cambio del sistema bipartidista colombiano a uno de tipo multipartidista, y la firma del Acuerdo de Paz del Teatro Colón con la guerrilla de las FARC-EP. Metodológicamente, el artículo retoma la técnica de análisis espacial unidimensional de Gary Hoskin (1990) -Izquierda-Derecha-pero sugiere la integración de un nuevo eje -Alto-Bajo- para el estudio del espacio político partidista desde múltiples polos (Ostiguy, 2009a). El argumento central de trabajo es que la progresiva incorporación de los actores insurgentes extrasistémicos por la vía de partidos políticos posinsurgentes (Holland, 2016) ha permitido la aparición de un espacio político multipolar previamente invisibilizado e inhabilitado por las dinámicas bélicas y la violencia prolongada; asimismo, dicho espacio político multipolar abre la puerta al análisis del sistema de partidos colombiano en los ámbitos nacional y subnacional.

Palabras clave: Sistema de Partidos; Elecciones; Posconflicto; Partidos Políticos Posinsurgentes; Análisis Espacial de Unidimensionalidad Multipolar; Colombia

Abstract

This article makes a spatial analysis of the Colombian party system during the period 1991-2019, with particular emphasis on the incorporation of extra-systemic actors via negotiation and peace agreements. The spatiotemporal delimitation is established between the promulgation of the Political Constitution of 1991, which marked the change from the Colombian bipartisan system to a multiparty one, and the signing of the Peace Agreement at the Teatro Colón with the FARC-EP. Methodologically, the article takes up the Gary Hoskin (1990) one-dimensional spatial analysis technique (left-right) but suggests the integration of a new axis (high-low) for the study of partisan political space from multiple poles (Ostiguy, 2009). The central argument of the article is that the progressive incorporation of extra-systemic insurgent actors through the life of post-insurgent political parties (Holland, 2016) has allowed the appearance of a multipolar political space previously invisible and disabled by the war dynamics and the prolonged violence. Likewise, this multipolar political space opens the door to the analysis of the Colombian party system in the national and subnational levels.

Keywords: Party System; Elections; Post-Conflict; Post-Insurgent Political Parties; Multipolar One-Dimensional Political Space Analysis; Colombia

Introducción

Los procesos de incorporación formal de las organizaciones armadas insurgentes al sistema de partidos políticos luego su desmovilización, disolución o negociación con el Estado (Staniland, 2017; Holland, 2016) han sido abordados desde múltiples perspectivas, dentro de las cuales se destacan la transformación de las organizaciones armadas en instituciones formales (March y Simon, 1958; Knight, 1992; Helmke y Levitsky, 2004), su reconfiguración y consolidación como partidos políticos posinsurgentes (Holland, 2016; De Zeeuw, 2008; Manning, 2004), así como su tránsito de la oposición política armada al ejercicio del gobierno (Deonandan, Close y Prevost, 2007; Staniland, 2017). Asimismo, en el caso colombiano, el análisis espacial del sistema de partidos se hizo visible en el trabajo de autores pioneros en el estudio de la unidimensionalidad del espacio político durante el periodo frentenacionalista (Hoskin;1990; Hoskin y Swanson, 1973; 1974) abriendo una puerta para el análisis de las nuevas dinámicas y dimensiones de la contienda política partidista.

No obstante, el análisis espacial del sistema de partidos colombiano ejercido por los autores pioneros no logra dialogar aún con las transformaciones que experimentó dicho sistema desde la década de 1990, en la que, entre otros factores, los procesos de incorporación de las guerrillas condujeron a cambios en la dinamica del sistema de partidos. De igual manera, la pregunta por el efecto de la incorporación de los partidos políticos posinsurgentes en el espacio político, así como sus movimientos estratégicos y potenciales coaliciones, está aún por explorarse.

En ese sentido, resulta pertinente conocer la forma como el análisis espacial multipolar (Ostiguy, 2009a), a partir de una perspectiva metodológica que trasciende el estudio de la unidimensionalidad clásica -Izquierda-Derecha- de Gary Hoskin y Gerald Swanson (1974), puede explicar la relación entre los cambios en la dinámica del espacio político, así como las transformaciones de este a propósito de la progresiva incorporación de partidos políticos posingurentes en el periodo analizado. En la misma línea, puede explicar la manera en que interpreta la ubicación y desplazamiento de los actores partidistas en un espacio político que varía debido a sus características culturales -eje Alto-Bajo- y sociales -eje Izquierda-Derecha-, así como en el rol desempeñado por actores extrasistémicos.

De este modo, el objetivo principal de este artículo es mostrar los cambios en la dinámica del sistema de partidos colombiano luego de la incorporación de partidos políticos posinsurgentes, entendidos como organizaciones armadas que tras un proceso de negociación o dejación de las armas hicieron el tránsito de la insurgencia a la contienda política electoral (Staniland, 2017; Holland, 2016; De Zeeuw, 2008). En términos teóricos y metodológicos, se trata de evidenciar cómo la progresiva incorporación de los actores insurgentes extrasistémicos, a través de la creación de partidos políticos posinsurgentes (Holland, 2016), ha permitido el surgimiento de un espacio político multipolar (Ostiguy, 2009a) previamente invisibilizado por la dinámica de la violencia y los conflictos armados.

Para ello, se presenta, en primer lugar, una breve síntesis de los momentos para el análisis del sistema de partidos colombiano; segundo, se exploran las dimensiones políticas que organizan el sistema de partidos, las similitudes y diferencias entre los partidos, así como las coaliciones observadas en contextos políticos y electorales recientes; tercero, con base en Pierre Ostiguy (2009a), en el texto se desarrolla el argumento central sobre la configuración de un nuevo espacio político multipolar orientado al estudio de la evolución y de las perspectivas políticas de los partidos políticos colombianos frente a procesos electorales claves del periodo analizado y en el más reciente escenario de posconflictividad armada.

Finalmente, el artículo presenta los hallazgos y conclusiones más relevantes del trabajo relacionados con los cambios en la unidimensionalidad clásica del sistema de partidos colombiano, la pérdida de representatividad de los partidos políticos tradicionales, la incorporación de ex actores armados y los partidos políticos posinsurgentes en las dimensiones deshabitadas del espacio político partidista; asimismo, los nuevos riesgos de polarización del sistema, las tensiones entre las coaliciones por la paz y los partidos de gobierno y sus potenciales efectos en los ámbitos nacional y subnacional.

1. Contexto y momentos en el estudio del sistema de partidos colombiano

La configuración del sistema de partidos colombiano responde a un proceso de larga duración que se remonta a las disputas por la construcción del Estado en el siglo xix. Posterior a los eventos de la Independencia, los criollos independentistas se dividieron en torno a dos bandos que constituyeron lo que podría ser considerado el primer clivaje explícito del contexto posindependentista: federalistas y centralistas (Jaramillo, 1987; Palacios, 1995; 2002).

La segunda etapa de la confrontación centralista y federalista llegó con la declaración de la Constitución Política de 1821, en la que el bando centralista se hizo a un triunfo luego de que las discusiones entre los seguidores de Simón Bolívar -centralistas de corte militarista- y los de Francisco de Paula Santander -federalistas de corte civilista- lograran la consolidación de dicha constitución que declaraba el Estado colombiano como centralista. De este modo, centralismo y federalismo representan el primer momento alrededor de la construcción de grupos y personajes políticos que empezaron a dar forma al sistema de partidos colombiano, caracterizado hasta finales del siglo xx por la confrontación bipartidista.

En ese orden de ideas, el Estado centralista proclamado por la Constitución de 1821 dio lugar a un nuevo periodo de cambios constitucionales que condujeron a la construcción de un sistema político bipartidista, en la que centralistas y federalistas -representantes de ese primer gran clivaje político y social del periodo posindependentista colombiano- fueron relevados por facciones de carácter ideológico que hicieron del nuevo clivaje liberalismo-conservadurismo una diada política que caracterizó ideológica y políticamente el sistema de partidos colombiano hasta finales del siglo xx (Molina, 1989; Palacios, 1995; Bushnell, 1994).

Para este segundo momento en la historia del sistema de partidos colombiano, liberalismo y conservadurismo -ambos fundados en 1849- moldearon las dimensiones políticas, las diferencias y la competencia entre esos partidos: la relación entre la élite y el pueblo, el modelo de desarrollo económico del Estado, la relación entre lo rural y lo urbano, entre otras herencias del clivaje centralismo-federalismo (Palacios, 1995).

El periodo de La Violencia puede ser considerado el tercer momento en la dinámica de competencia política y de consolidación del sistema bipartidista colombiano, así como el primero del largo proceso de conflictividad armada (Guzmán, Fals Borda y Umaña, 2005) que culmina con las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP en 2016, luego de que los gobiernos previos hicieran lo propio con guerrillas como el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Movimiento 19 de abril (M-19) y Quintín Lame (Murillo, 2011; González, 2014; Villamizar, 2017).

Durante este periodo la dinámica del sistema político colombiano y su tradicional bipartidismo se caracterizaron por una paradójica mezcla de «estabilidad» institucional, representado en la cristalización del pacto de élites del Frente Nacional y la consolidación del bipartidismo no competitivo y excluyente (Arenas y Escobar, 2003) y una turbulenta inestabilidad social caracterizada por la confrontación violenta entre seguidores de las facciones liberal y conservadora (González, 2003; 2014).

En términos de Seymour Lipset y Stein Rokkan (1967), el Frente Nacional representa la experiencia emblemática del congelamiento de partidos en el sistema político colombiano durante el siglo xx. No obstante, este pacto de élites fue el primer paso de lo que a principios de la década de 1990 se empezó a vislumbrar como un cambio obligatorio del sistema de partidos colombiano, dada la extrema reducción del espectro político y la competencia partidista; asimismo, dada la fuerte oposición armada de facciones y grupos al margen de la ley que demandaban una apertura del sistema a expresiones políticas populares carentes de representación desde la muerte del caudillo Jorge Eliecer Gaitán. De ahí que la experiencia del Frente Nacional cierre un momento de la historia del sistema de partidos colombiano, dando paso al proceso de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, entre otras cosas, por el proceso de negociación con las guerrillas, particularmente el M-19, y la instalación de la paz como eje articulador fuerte de la competencia política partidista.

2. El sistema de partidos colombiano en la década de 1990: descongelamiento, multipartidismo y «cementerio de partidos»

Terminado el último de los gobiernos del Frente Nacional, varios fueron los acontecimientos significativos para el inicio del proceso de transformación del sistema de partidos colombiano: de un lado, la pérdida de legitimidad y representación del sistema en manos de las élites del bipartidismo; del otro, el escalamiento de la violencia, ya no de carácter partidista, tal como se evidenció en la década de 1960 alrededor de la polarización violenta, sino de tipo insurgente y paramilitar. Una combinación que aumentó la conflictividad, la confrontación y la violencia entre el Estado colombiano y actores extrasistémicos -guerrillas-, contrainsurgentes -paramilitares- y ejércitos privados -narcotraficantes y delincuentes comunes-.

En ese orden de ideas, el sistema de partidos políticos colombiano no solo empezó a transformarse a causa de los cambios constitucionales promovidos por los agentes políticos tradicionales y estatales, sino por la fuerza de la conflictividad y turbulencia social que hacía inminente la inclusión de sectores sociales que veían en las armas el único medio para promover sus ideas e ideales políticos.

En síntesis, el proceso de transformación que llevó del bipartidismo al multipartidismo colombiano no puede entenderse por fuera de la paradójica y, sin lugar a duda, peligrosa mezcla de modernidad y violencia (Gutiérrez, 2000) que el país ha conocido durante los últimos sesenta años.

De este manera, finalizado el Frente Nacional e iniciado el proceso de negociación con las guerrillas, la nueva Constitución de 1991 trajo consigo una serie de cambios que, en suma, promovían la construcción de un sistema multipartidista y muchos más competitivo al incorporar asuntos como el aumento de los mecanismos de representación de los ciudadanos, mayor heterogeneidad y paridad al interior de los partidos políticos, la flexibilización y ampliación del sistema electoral, la posibilidad de conformación de partidos políticos con mínimos requisitos y la ausencia de restricciones en el número de listas por partido y la posibilidad de la doble militancia. En palabras de Marco Palacios (1995), «quizás la clave de la nueva Constitución se halle en el propósito de acelerar la rotación de la clase política y acentuar su fragmentación […]. De ahora en adelante las lealtades serán más fluidas y mayor la competencia entre los aspirantes. Por otra parte, aumentará la atomización» (p. 335).

Empero, el panorama del escenario pluripartidista no necesariamente fue el mejor. De acuerdo con Javier Duque Daza (2013, julio 1.º), la laxitud de las normas promovidas en el periodo posconstitucional implicó que del bipartidismo convencional de finales del siglo xx colombiano se pasara a un sistema que para 1998 registró cerca de ochenta partidos políticos, con sus múltiples facciones subnacionales, dando cuenta de una amplia segmentación del sistema y a la fractura y división en la representación que llevó a la progresiva desaparición de muchos de ellos. De esta manera, el autor afirma que el sistema colombiano, posterior a las elecciones parlamentarias y presidenciales de 1998 se parecía más que nada a un «cementerio de partidos».

Fue con la reforma política de 2003 que el sistema de partidos colombiano adquirió un relativo orden, al menos en lo referente a los cambios constitucionales claves que limitaban acciones como la doble militancia y la estimación de un nuevo umbral electoral que condujeron a un escenario de menor atomización, pero aún con carencias en su estabilidad.

Si bien algunos autores (Hoskin y García, 2006) destacan las bondades de la reforma de 2003 en términos de la intervención del alto grado de atomización de la representación y la competencia política, no puede desconocerse el progresivo aumento del proceso de personalización de la política (Gómez, Pacheco, Turbay y Matiz, 2006; Acuña y Gutiérrez, 2010) que tuvo como protagonista desde principios del siglo xxi a figuras como Álvaro Uribe Vélez y su propuesta de seguridad democrática que lo condujo a la Presidencia bajo la promesa del logro de la paz, ya no por la vía de la negociación, sino de la «mano dura».

Este fenómeno de personalización de la política no implicó necesariamente cambios sustantivos en la estructura normativa y electoral colombiana, pero sí trajo fuertes consecuencias en términos de la organización partidista, la competencia subnacional, la dinámica de las coaliciones y la síntesis de las dimensiones de la competencia política interpartidista en el tema de la paz y la seguridad. En ese sentido, problemas centrales en la dinámica partidista como la fragmentación, el peso de los liderazgos regionales, la alta competencia y la fractura interna de los partidos evocaban el diagnóstico previo sobre los partidos políticos en Colombia en términos de sus fuertes tendencias fraccionalistas, personalistas, descentralizadas y federalistas (Hoskin, 1990). Un diagnóstico similar al realizado por Duque (2013, julio 1.º) que, aparte de esbozar su tesis del cementerio de partidos, a propósito de la alta atomización del sistema, destaca el carácter «reciclable» de los partidos más allá de su gran adaptabilidad a los mercados electorales reconocida por Hoskin (1990).

3. Dimensiones políticas, ejes y multipolaridad del sistema de partidos colombiano: competencia partidista, nuevos asuntos de interés público y paz política

La anterior caracterización del escenario de contienda partidista -luego de las reformas constitucionales de 1991 y 2003, y de la instalación del personalismo y del mesianismo político secutirario- permite ubicar a los principales partidos políticos colombianos en un espacio político unidimensional tradicional -Izquierda-Derecha-; sin embargo, el cambio que representó el paso de un sistema bipartidista tradicional a uno de carácter multipartidista -con mayor fragmentación y volatilidad en eventos electorales concretos, así como la progresiva incorporación de actores extrasistémicos a través de movimientos y partidos políticos-, traen consigo la necesidad de proponer un análisis espacial diferente del sistema de partidos. Dicho análisis conserva la unidimensionalidad del eje Izquierda-Derecha, pero incorpora dimensiones, ejes y múltiples polos para un análisis espacial del sistema político que no se reduce a la diada convencional que explicaba muy bien el sistema hasta el fin de la experiencia frentenacionalista.

En ese sentido, se propone un primer acercamiento a lo que en términos del modelo propuesto por Ostiguy (2009a; 2009b) se denominará espacio unidimensional multipolar en el cual el eje espacial Izquierda-Derecha se vincula necesariamente con un nuevo eje -Alto-Bajo- que permite el análisis del espacio político partidista desde múltiples polos -unidimensionalidad multipolar- y a partir de características sociopolíticas y político-culturales producto del cruce de ambos ejes en el sistema (véase Figura 1). Dicho recurso teórico y metodológico de la multipolaridad del espacio político tendría también una potencial aplicación al análisis de los ámbitos nacional y subnacional de la política colombiana.

Fuente: elaboración a partir de Ostiguy (2009a)

Figura 1 Espacio unidimensional multipolar. «Rueda» de ejes de polarización política y su circunferencia espacial. 

La propuesta de Ostiguy (2009a), ilustrada en la Figura 1, contempla dimensiones del espacio político de acuerdo con las cuales:

  • Los conceptos están centrados en categorías teóricas intensivas, no tanto en herramientas como las encuestas.

  • Espacialmente, los ejes Alto-Bajo e Izquierda-Derecha son neutros u ortogonales con respecto a unos y otros.

  • Alto y Bajo tienen que ver con formas de relacionarse con la gente.

  • El eje cuenta con dos subdimensiones o componentes: el sociocultural y lo político-cultural.

  • El cruce de los ejes o subdimensiones permite la identificación de características del espacio político -eje Alto-Izquierda, eje Alto-Derecha, eje Bajo-Izquierda, eje Bajo-Derecha- en el que se ubican los partidos políticos con base en sus contenidos programáticos y coaliciones estratégicas; asimismo, sugiere la presencia o cercanía de actores extrasistémicos.

De igual forma, el análisis multipolar, tanto en lo teórico como en lo metodológico, contempla varios componentes, subdimensiones y correlaciones que orientan el movimiento estratégico de los partidos. Se piensa, por ejemplo, en los desplazamientos por el espacio político, el uso exterior e interior del espacio multipolar, o el significado de los espacios vacíos en un contexto y sistema de partidos específico.

Al análisis que permite el modelo de Ostiguy (2009a; 2009b) debe sumarse al movimiento estratégico de los partidos en escenarios de contienda electoral y coaliciones, la posibilidad de identificar centros de gravedad en el caso de los partidos y sus desplazamientos a espacios periféricos, según la dinámica de la contienda política; asimismo, la circunferencia que se crea en el espacio ortogonal de los ejes -la «rueda»- permite identificar espacios simétricos, asimetría y oposición entre partidos. La existencia de múltiples polos en este espacio unidimensional evidencia los riesgos y límites de los saltos de los partidos -leap frogging-, en tanto los polos señalan ejes o subdimensiones del espacio político por los que debe transitarse necesariamente.

Para el caso colombiano, el uso de este recurso de análisis espacial evoca el análisis clásico de Hoskin y Swanson (1974), pionero del análisis espacial del sistema de partidos. No obstante, desde la perspectiva aquí propuesta, supera su alcance explicativo, dadas las características y dimensiones del sistema de partidos contemporáneo comparado con el periodo analizado por Hoskin y Swanson (1973; 1974), atado al congelamiento del sistema de partidos que emergió del Frente Nacional; asimismo, porque a propósito de los cambios institucionales y la dinámica de la competencia política posterior a la Constitución de 1991, resulta necesario el uso de nuevos recursos de análisis espacial diferentes al de la unidimensionalidad clásica (Hoskin y Swanson, 1973; 1974) y su referencia a los contrastes entre los políticos de «ámbito nacional» y los políticos de distrito o de «barrio», que de una u otra manera «prefiguraban» un potencial análisis del espacio partidista colombiano desde el contraste de los ámbitos nacional y subnacional. En ese orden de ideas, la propuesta de implementar el modelo de Ostiguy (2009a) se adapta a las características actuales del sistema de partidos colombiano, sus ejes, dimensiones y dinámica de la contienda política.

En la Figura 2 se ilustra la distribución espacial multipolar del sistema de partidos colombiano -sin tener en cuenta, por ahora, la incorporación del Partido Político FARC por vía electoral-, destacando a los partidos políticos que, habiendo obtenido al menos 5% de la votación en las elecciones presidenciales de 2018 y en las elecciones locales de 2019 -exceptuando al Partido Unión Patriótica-, sobrevivieron a la crisis de fragmentación y atomización del sistema debido a los objetivos de profundización democrática y poblamiento del espacio político partidista descritos en el anterior apartado.

Metodológicamente, el análisis de Ostiguy (2009a) consiste en distribuir a cada uno de los partidos políticos en el espacio político multipolar con base en las propiedades de los ejes descritos en la Figura 1 -Alto-Izquierda; Alto-Derecha; Bajo-Izquierda; Bajo-Derecha- y su correspondencia con los programas y posiciones asumidas por los partidos en escenarios de competencia electoral. De esta manera, la Figura 2 identifica no solo el espacio ocupado por cada uno de los partidos políticos, sino las dimensiones y ejes que configuran su dinámica expresiva -contenidos programáticos, repertorios ideológicos- y su nicho de competencia política.

Fuente: elaboración propia a partir de Ostiguy (2009a)

Figura 2 Espacio multipolar y actores extrasistémicos del sistema de partidos colombiano. «Rueda» de ejes de polarización política y su circunferencia espacial. 

Como se observa, en contraste con la organización del sistema de partidos previa a la Constitución de 1991 y las reformas de 2003, el espectro político de Izquierda-Derecha se encuentra mucho más poblado que en la anterior distribución bipartidista -liberal-conservadora- hegemónica. Dicho proceso de poblamiento responde, sin lugar a duda, al intento de disminuir los niveles de polarización del sistema y el aumento de la fragmentación y la representación en el sentido de a) la existencia de un espectro ideológico amplio en el sistema de partidos y b) la existencia de una fuerza centrípeta que no solo posibilite la configuración de un espectro poblado, sino identificaciones estables del partido con el electorado.

De esta manera, el sistema de partidos, luego de los cambios institucionales y políticos -producto de la competencia electoral-, se estructura a la manera de un sistema multipartidista moderado donde la fragmentación es «soportable» (Sartori, 1976). Asimismo, a pesar de las críticas sobre el aparente colapso del sistema de partidos colombiano (Pizarro, 2001) luego de las elecciones de 2002 o de la tesis del «cementerio de partidos» y el carácter «reciclable» de estos (Duque, 2013, julio 1.º) el nivel de fragmentación del sistema es, aún de manera implícita, una respuesta a los riesgos de la bipolaridad evidenciados en el periodo político que antecede a la expedición de la Constitución Política de 1991.

En el eje Alto-Bajo las características del sistema de partidos dan cuenta de aspectos significativos al momento de analizar las dimensiones y la dinámica de la competencia política. En primer lugar, se observa una concentración de los partidos en el eje Alto, tanto a la Izquierda -Partido Verde, Progresistas, Polo Democrático- como a la Derecha -Partido Liberal, Partido de la U-; no obstante, la mayor concentración del poder se ubica a la Derecha, ocupada por los partidos de la coalición de gobierno.

En segundo lugar, en contraste con la concentración de los partidos políticos cercanos o aliados del uribismo que se ubican en el eje Bajo y a la Derecha -Centro Democrático, Partido Conservador y, con variaciones en el tiempo, el partido Cambio Radical-, en la Figura 2 resulta plenamente visible la «desocupación» o «despoblamiento» del espacio político Bajo de la Izquierda, en donde habita con poca fuerza el Partido Unión Patriótica -los pocos militantes que quedan luego del genocidio del que fue víctima- y «virtualmente», un partido político posinsurgente como el de las FARC, en tanto sus consignas políticas se acercan a la redistribución económica, la igualdad, la justicia social y la lucha popular (Villamizar, 2017), propias de los sectores interesados en esta dimensión del espacio político.

A continuación, se identifican algunos acontecimientos de tipo histórico, social y político, en su mayoría acaecidos en lo que va del siglo xxi, que vinculados con las características de cada uno de los ejes de este espacio político multipolar se convierten en factores explicativos del tipo de configuración y distribución en el espacio político partidista ilustrado en la Figura 2.

3.1 La progresiva pérdida de expresión y representatividad política de los partidos tradicionales

En el caso del Partido Liberal, eventos como el fraccionamiento interior que condujo a varios de sus líderes a la creación del Partido de la U y de Cambio Radical (Leal, 2011, enero 24) lo ubican en un espacio caracterizado por la vieja élite urbana. En términos de Ostiguy (2009a), «recta y aconductada», con cercanía a un cosmopolitismo de élite, pero no propiamente del tipo republicano e impersonal como el que caracteriza al renovado Partido Verde con figuras como Claudia López (La Silla Vacía, 2020, julio 31), actual alcaldesa de la ciudad de Bogotá.

Al integrar la coalición de gobierno desde 2010, y a pesar de contar con un candidato propio en las elecciones presidenciales de 2018, el Partido liberal ha renunciado a la posibilidad de contar con líderes que se proyecten como posibles candidatos al Ejecutivo y ha optado por acompañar las propuestas de los partidos del eje de la Derecha -Alto y Bajo) como el Partido de la U y, más recientemente, del partido Centro Democrático.

En esa misma subdimensión del espacio político se ubica el Partido de la U, cuyas políticas socieconómicas y su defensa de los derechos civiles y de propiedad han caracterizado su discurso desarrollista, reformador de las instituciones y promotor de la industria y de la economía como motores del desarrollo del país. Aun así, como en el caso del Partido Liberal, esta colectividad proyecta una imagen poco popular, urbana e ilustrada (Ostiguy, 2009a), mucho más cerca del eje Alto y de la Derecha «aconductada».

El Partido Conservador mantiene su posición de derecha hacia el polo proautoridad y orden social-moral; no obstante, haberse movido de su tradicional espacio Alto-urbano hacia un polo Bajo-proautoridad le ha impedido reponerse a los efectos de la sombra del uribismo, a pesar de las recientes alianzas entre los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe (La Silla Vacía, 2020, agosto 3).

Atención especial tiene en esta lectura sobre la distribución espacial de los partidos políticos colombianos el Partido Cambio Radical, un partido de origen liberal pero reconocido ampliamente por el liderazgo personalista de Germán Vargas Lleras (La Silla Vacía, 2019, enero 11). Si bien, el análisis unidimensional clásico ubicaría el partido del lado de la centro-derecha, en este espacio unidimensional multipolar el liderazgo ejercido por el excandidato presidencial lo proyecta en un plano más cercano a la imagen del expresidente Álvaro Uribe (La Silla Vacía, 2020, septiembre 2), que de su anterior compañero de gobierno Juan Manuel Santos (La Silla Vacía, 2020, agosto 26). De ahí que en este espacio político se proyecte la cercanía reciente del partido Cambio Radical con el gobierno del presidente Iván Duque (La Silla Vacía, 2019, diciembre 5).

El partido Centro Democrático, liderado por Álvaro Uribe (La Silla Vacía, 2020, septiembre 2), integra igualmente el eje Bajo de la Derecha, dado el carácter altamente personalista y populista del líder político y sus copartidarios (Fierro, 2014). Aunque el origen de la figura política de Álvaro Uribe se remonta al partido liberal, el rápido crecimiento de su popularidad a propósito de sus críticas a los procesos de paz con las FARC-EP, su política militarista y de «mano dura» contra la insurgencia, y su discurso sobre la democratización de la seguridad, le han dado la posibilidad de desplazarse por diferentes dimensiones y ejes del espacio político, pero siempre manteniendo su centro de gravedad en la derecha militarista, personalista y securitaria.

3.2 El fortalecimiento de la imagen de los partidos que apoyaron el proceso de paz del Gobierno colombiano con las FARC-EP

Este acontecimiento puede interpretarse a la luz de la organización de la izquierda no armada y de la centroizquierda colombianas, que en conjunto poblaron la izquierda del espacio político con la idea de promover el fin de la guerra y la conquista de la paz. Empero, dicho poblamiento, de acuerdo con el modelo de Ostiguy (2009a), se da principalmente en su eje Alto, pues como se advirtió previamente, la subdimensión Bajo de la Izquierda ha estado, por lo regular, deshabitada por los partidos políticos que representarían ese espectro del campo político (véase Figura 2).

Muestra de ello son los tres partidos políticos que ocupan dicho eje del espacio político multipolar: el primero, el Partido Verde, que con el liderazgo previo del ex candidato presidencial Antanas Mockus (La Silla Vacía, 2020, agosto 6) logró dar expresión a sectores juveniles, intelectuales, ilustrados y minorías de género -urbanos en su mayoría- que encontraban en principios republicanos, propios de los ejes Alto-Izquierda, como la participación activa, la legalidad, la deliberación, la autoridad impersonal y la institucionalidad (Ostiguy, 2009a), razones para votar por un partido político que, históricamente, se desmarcaba de lo tradicional o de lo populista-autoritario.

Asimismo, figuras como las de Claudia López (La Silla Vacía, 2020, julio 31), el senador Antonio Navarro Wolff (La Silla Vacía, 2019, julio 9) -exmilitante del M-19-, Sergio Fajardo (La Silla Vacía, 2020, septiembre 7) -Compromiso Ciudadano- y la representante a la Cámara Angélica Lozano (La Silla Vacía, 2020, marzo 17) promovieron alianzas del partido para la instalación de nuevos asuntos de interés en la opinión pública y en la dinámica de la contienda política como los derechos de las minorías LGBTI, la despenalización del aborto, los derechos de los animales y, de manera contundente, la visibilidad del problema de la corrupción en múltiples esferas de la sociedad y en las instituciones del Estado.

El segundo partido, el Polo Democrático, como se mencionó en el anterior apartado, se ubica en la Izquierda del espacio político, mucho más hacia en lo Alto que en lo Bajo, a pesar de que su fuerte alianza con el sector sindical lo pone del lado de algunos sectores populares que han apoyado al partido desde su creación. Actualmente, el partido conserva su carácter de oposición a las políticas del Gobierno y es un acérrimo defensor de la igualdad y la horizontalidad en las relaciones de poder del Estado con sus ciudadanos (La Silla Vacía, 2020, enero 23).

El tercer partido, el Movimiento Progresistas, en cabeza de Gustavo Petro (La Silla Vacía, 2020, abril 19), se ha hecho un lugar en el espacio político a partir de acciones estratégicas de su líder, quien luego de haber sido alcalde de Bogotá y candidato presidencial por Colombia Humana, «disputa» con el Partido Verde, de acuerdo con el modelo de Ostiguy (2009a), una parte de la subdimensión cosmopolita y posmaterial del espacio político orientada al ambientalismo, los riesgos del cambio climático y la urbanización no planificada (Becerra, 2018, mayo 29).

A los anteriores factores que explican, en parte, la distribución espacial entre los diferentes ejes y polaridades del espacio unidimensional multipolar se debe sumar el fortalecimiento progresivo del eje antiautoritario, legalista y posmaterial (Ostiguy, 2009a) como respuesta y contención al neoliberalismo de la Derecha-Alto y el autoritarismo de la Derecha-Bajo.

En el caso de la subdimensión Izquierda-Alto, se destaca el interés explícito de los partidos por desmarcarse de la Izquierda-Bajo insurgente, dada su relación con las armas y, en consecuencia, la poca aceptación electoral y política de los ciudadanos; y, no menos importante, el rol que tienen los actores extrasistémicos con poder de influencia en diferentes subdimensiones del sistema: la Derecha-Alto -económica-, la Derecha-Bajo -autoritaria- y la Izquierda-Bajo -despoblada-; siendo este último espacio aquel que plantea profundos interrogantes en términos de la inserción del Partido FARC, el cual comienza a ocupar dicho espacio como consecuencia del acuerdo de participación política derivados de la negociación de la paz (Gobierno y FARC-EP, 2016).

En consecuencia, lo que se evidencia en la composición reciente del sistema de partidos colombiano es una concentración de los partidos tradicionales hacia la derecha -tanto Alto como Bajo- y de la izquierda y sus liderazgos político en el eje de lo Alto, siendo el polo de la Izquierda-Bajo un espectro poco ocupado históricamente o que recientemente han empezado a ocupar partidos políticos posinsurgentes (Holland, 2016), como el Partido FARC. De ahí que se pregunte acerca de si en el escenario previo a la firma del Acuerdo de Paz con la guerrilla de las FARC existía un sistema de partidos concentrado en la derecha -formal-, la izquierda -Alto- y un «extrasistema» político concentrado en actores que se disputan el poder político de manera armada, que necesariamente se modificaría en el reciente escenario de posacuerdo.

Aceptar esta idea implica analizar los cambios recientes de un sistema de partidos donde existe la izquierda y la derecha -a pesar de las ventajas que tiene afirmar que todos los partidos colombianos son de centro-, pero donde el sector Bajo de la primera ha obrado primordialmente desde un extrasistema -informal-ilegal- y la segunda desde un sistema de partidos -formal-legal, Bajo y Alto- poblado, pero aún estrecho; y explicativo, en parte, de las tensiones entre lo formal e informal, lo sistémico y extrasistémico, y el paso negociado de la violencia prolongada al diálogo bilateral.

4. Análisis diacrónico del sistema: la paz como asunto de fuerte interés público, incorporación de nuevos actores y cambio del sistema de partidos

Con la firma del Acuerdo de Paz en 2016 entre la guerrilla de las FARC-EP y el gobierno de Juan Manuel Santos se proyectan una serie de cambios en el sistema de partidos colombiano que permiten hacer un análisis diacrónico de la «evolución» del sistema desde los cambios constitucionales de 1991, la reforma política de 2003 y la instalación de la seguridad democrática como asunto de interés público.

4.1 La incorporación de los actores previamente alzados en armas en el espacio político «deshabitado»

Frente a la pregunta sobre cuál sería la vía de ingreso del partido político FARC al espacio del sistema político y partidario colombiano, este análisis plantea que el Partido FARC ocuparía el espacio deshabitado o vacío del eje Bajo de la izquierda identificado en la Figura 2. Esto no solo por la coincidencia del contenido ideológico de dicha subdimensión política en el plano sociopolítico y político cultural (Ostiguy, 2009a), sino en respuesta a sectores sociales y políticos de la izquierda que se identificarían con el proyecto político del Partido FARC (véase Figura 3).

Fuente: elaboración propia a partir de Ostiguy (2009a)

Figura 3 Espacio multipolar del sistema de partidos colombiano, escenario posacuerdo Gobierno-FARC-EP. Nota: en el esquema los triángulos indican potenciales desplazamientos de los partidos para formar alianzas o coaliciones.  

Aun así, surgen interrogantes sobre las posibles coaliciones del Partido FARC con otros partidos de izquierda, particularmente la Unión Patriótica, el Polo Democrático y el Movimiento Progresistas, y quizás a largo plazo con el resto de los partidos políticos del eje Izquierda-Alto, progresista y posmaterial, como el Partido Verde.

Una muestra de ello, aunque muy incipiente por ahora, son los triunfos electorales de Marino Grueso a la Alcaldía de Guapi, Cauca (Pares, 2019, octubre 28), producto de la coalición del Partido FARC con la Unión Patriótica, el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS) y el movimiento político Colombia Humana; o del reconocido exjefe del bloque Caribe de las FARC-EP, Julián Conrado, en las elecciones locales para la Alcaldía de Turbaco, departamento de Bolívar (Semana, 2019, octubre 27). Lo anterior, sin desconocer el amplio margen que existió entre el número de candidaturas del Partido FARC en las elecciones locales de 2019 -308 candidatos en 23 departamentos, donde se disputaban Alcaldías, Concejos, Asambleas Departamentales y Juntas Administradoras Locales- y el número efectivo de candidatos electos popularmente (Pares, 2019, octubre 28).

4.2 Las coaliciones por la paz y la lucha contra la corrupción como asuntos de fuerte interés público en el posconflicto

Comparada con la estructura bipartidista del periodo frentenacionalista y con la hiperfragmentada competencia partidista de principios del siglo xxi colombiano, de ser «exitosa» la ocupación del espacio deshabitado por la izquierda, la actual composición y distribución espacial del sistema de partidos no solo reflejaría una mayor estabilidad del sistema y una mayor competitividad, sino la necesidad de nuevas alianzas y movimientos estratégicos interpartidistas con el ánimo de construir el escenario político partidista del más reciente posconflicto colombiano.

De ahí que asuntos de interés público como la paz política, la transparencia política y la lucha contra la corrupción se proyecten como clivajes con fuerza para determinar la competencia partidista entre la llamada «coalición para la paz» y, posiblemente, la derecha liberal antiuribista comprometidos, desde el inicio de las negociaciones con las FARC-EP, con la construcción de un escenario de paz estable.

4.3 Los riesgos de polarización política y las estrategias de contención de los actores extrasistémicos

La actual composición del sistema, así como los posibles movimientos estratégicos de los partidos que lo integran, abren también la pregunta sobre la capacidad de este para incidir en la disminución de los riesgos de polarización que dejan, de un lado, el resultado del plebiscito de 2016 que llevó al triunfo del NO a los acuerdos de paz con las FARC-EP y, del otro, la implementación del Acuerdo de Paz en asuntos concretos que dividen a la opinión pública colombiana.

En el mismo sentido, surgen interrogantes sobre si este sistema de partidos y la creación de nuevos contenidos programáticos en las campañas contra la corrupción, el crimen organizado y la reactivación de la violencia podría contener, de alguna manera, la influencia de los actores extrasistémicos que por años han permeado el sistema político y el sistema de partidos colombianos.

Es claro que la dinámica de la competencia política y el sistema de partidos colombianos no puede desconocer la influencia significativa que han tenido dichos actores extrasistémicos, ya en el marco del conflicto armado con el Estado, ya en el contexto de la corrupción y el clientelismo que han permeado las campañas políticas en los ámbitos nacional y subnacional. De ahí la importancia de poner a prueba la estructura del sistema de partidos que podría consolidarse como consecuencia de las reformas políticas venideras y los efectos, entre otros factores, del cese de la confrontación armada y de la violencia política que ha sufrido Colombia en los más recientes años de su historia.

Conclusiones

Este artículo retomó el análisis del espacio político partidista (Hoskin, 1973; 1990) con el fin de identificar los cambios en la dinámica y composición del sistema de partidos políticos colombiano luego de la progresiva incorporación de partidos políticos posinsurgentes (Holland, 2016, Manning, 2004). Utilizando recursos teóricos y metodológicos que agregan una nueva dimensión -Alto-Bajo- (Ostiguy, 2009a; 2009b) a la clásica unidimensionalidad -Izquierda-Derecha- del análisis espacial de la competencia política y del sistemas de partidos el artículo propone que, junto con procesos de cambio y reforma institucional, la incorporación de actores extrasistémicos por la vía de partidos políticos que han emergido de diferentes procesos de negociación entre organizaciones insurgentes armadas y los gobiernos colombianos (González, 2014) permitieron la transformación del espacio político del sistema de partidos colombiano unidimensional heredado de la experiencia frentenacionalista (Hoskin y Swanson, 1973; 1974) a un espacio político multipolar (Ostiguy, 2009a, 2009b).

El análisis muestra que, aparte de los cambios constitucionales y de los procesos de reforma institucional promovidos desde la década de 1990, los procesos de negociación de paz y la progresiva incorporación política de partidos posinsurgentes promovieron la apertura del espacio de competencia política luego del emblemático congelamiento partidista (Lipset y Rokkan, 1967) heredado del Frente Nacional. En línea con estos acontecimientos, la estructura del espacio político del sistema de partidos colombiano experimentó transformaciones que favorecieron el surgimiento de nuevas dimensiones y asuntos de interés público para la competencia política, así como el poblamiento (Sartori, 1976) de espacios previamente inhabitados por actores extrasistémicos como las organizaciones insurgentes.

Entre los resultados del análisis se destaca la incorporación de antiguos miembros de la insurgencia y partidos políticos posinsurgentes al eje Izquierda-Alto del espacio político luego de procesos de negociación con las guerrillas del M-19 de las décadas de 1980 y 1990, así como el tardío pero significativo proceso de poblamiento del eje Izquierda-Bajo (véase Figura 3) del espacio de competencia política luego de la firma del Acuerdo de Paz del Teatro Colón entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP. Asimismo, el análisis de este nuevo espacio de competencia política, caracterizado por la existencia de múltiples polos, permite identificar la distribución estratégica de los partidos políticos colombianos con base en características sociopolíticas y político-culturales (Ostiguy, 2009a) de cada una de las subdimensiones que crea la multipolaridad del espacio político -Izquierda-Alto; Izquierda-Bajo; Derecha-Alto; Derecha-Bajo-.

El análisis propuesto contribuye de manera general al estudio de los procesos de transformación de las organizaciones armadas insurgentes en instituciones formales como los partidos políticos (Holland, 2016; Deonandan, Close y Prevost, 2007; De Zeeuw, 2008) en el marco de los procesos de transición de la guerra a la paz. Asimismo, ofrece, en el caso particular del sistema de partidos políticos colombiano, una interpretación sobre los cambios y transformaciones recientes del espacio de competencia política de los partidos, así como los retos del sistema en términos de su fragmentación, polarización y personalización (Hoskin, 1990, Duque, 2013, julio 1.º) como resultado, entre otros factores, de la pérdida de representatividad de los partidos políticos tradicionales, la emergencia de liderazgos personalistas y la incorporación de nuevos asuntos de interés público en las agendas y contenidos programáticos de los partidos.

De igual forma, la lectura que presenta el artículo sobre la ubicación y desplazamiento de los partidos a lo largo de los ejes sociopolítico Izquierda-Derecha y político-cultural Alto-Bajo sugieren la utilidad del análisis espacial de la multipolaridad del sistema (Ostiguy, 2009a) para el estudio de la contienda política partidista en los ámbitos nacional y subnacional. No obstante, el estudio sobre la dinámica partidista y la competencia electoral entre dichos ámbitos de la política colombiana necesita mayor exploración y el desarrollo de futuros estudios.

Una conclusión significativa que deja el análisis es que más allá de los riesgos y problemas a los que se enfrenta este nuevo escenario partidista caracterizado por la multipolaridad, entre ellos, los riesgos de desdemocratización, la polarización alrededor de la paz negociada, las amenazas por la participación política del Partido FARC, la violencia sobre los líderes sociales, entre otros problemas latentes, el sistema de partidos colombiano ha experimentando un proceso de poblamiento ideológico y político que resulta crucial para enfrentar muchos de los retos inaugurados por el más reciente escenario de posconflictividad armada. En ese sentido, los efectos de esta nueva configuración partidista en el sistema de partidos, sus posibles coaliciones y movimientos estratégicos se convierten en retos para la promoción de la competencia política y de la calidad de la democracia en un contexto de estabilización y consolidación de la paz.

En síntesis, más allá de las interpretaciones y la prospectiva sobre del sistema de partidos, resulta necesario seguir identificando los cambios en la dinámica de la competencia y del espacio político colombiano luego de la «descomposición» del sistema bipartidista tradicional con el Frente Nacional, las reformas constitucionales, políticas y electorales que promovieron un tránsito al multipartidismo, así como la progresiva instalación de subdimensiones, ejes de confrontación y nuevos clivajes entre los ámbitos nacional y subnacional del sistema de partidos que evidencian la insuficiencia teórica y empírica del espacio unidimensional tradicional y la potencia explicativa de la multipolaridad aquí implementada para un análisis de la actual y futura composición del sistema de partidos colombiano.

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1 Este artículo se realizó en el marco del proyecto de investigación Enforcement, Empowerment and Entitlement: Subnational Determinats of Armed Posconflict Stability para optar al título de doctor en Ciencia Política, Instituto de Ciencia Política, Pontificia Universidad Católica de Chile.

**Cómo citar este artículo: Rojas Usma, Didiher Mauricio. (2020). Incorporación política posinsurgente en Colombia, 1991-2019. Actores extrasistémicos y sistema de partidos. Estudios Políticos (Universidad de Antioquia), 59, pp. 303-328. DOI: 10.17533/udea.espo.n59a13

Recibido: 01 de Marzo de 2020; Aprobado: 01 de Agosto de 2020

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