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Estudios Políticos

Print version ISSN 0121-5167On-line version ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  no.67 Medellín May/Aug. 2023  Epub Oct 05, 2023

https://doi.org/10.17533/udea.espo.n67a03 

Sección general

Militancia política y armada de estudiantes universitarios en los orígenes y primera etapa del Ejército de Liberación Nacional (ELN), 1962-19731 *

Political and armed militancy of university students in the origins and first stage of the Ejército de Liberación Nacional (ELN), 1962-1973

Álvaro Acevedo Tarazona1 

William Buendía Acevedo2 

Emilio Lagos Cortés3 

1 Colombia. Historiador. Especialista en Filosofía. Magíster en Historia. Magíster en Historia de América Latina. Posdoctor en Ciencias de la Educación. Profesor de la Escuela de Historia, Universidad Industrial de Santander. Correo electrónico: tarazona20@gmail.com - Orcid: http://orcid.org/0000-0002-3563-9213 - Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?hl=es&user=0ExefsoAAAAJ

2 Colombia. Licenciado en Historia y Geografía. Especialista en Geografía. Magíster en Historia. Profesor de la Escuela de Historia, Universidad Industrial de Santander. Correo electrónico: wbuendia@gmail.com - Orcid: http://orcid.org/0000-0001-7798-3832

3 Colombia. Abogado. Magíster en Historia. Miembro del Grupo de Investigación Políticas, Sociabilidades y Representaciones Histórico-Educativas (PSORHE), Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Industrial de Santander. Correo electrónico: emiliolagos79@hotmail.com - Orcid: http://orcid.org/0000-0001-6568-9388 - Google Scholar: https://scholar.google.es/citations?hl=es&user=NDKc7l8AAAAJ


Resumen

En este artículo se analiza el rol político y militante de algunos estudiantes universitarios en la creación y primera etapa de existencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia. Se acude a una metodología cualitativa de enfoque interpretativo que rastrea memorias, biografías, historiografía y prensa. El texto fija la atención en el componente universitario, el cual ha sido tratado apenas sucintamente en la historiografía. Se muestra cómo la mayor participación de estudiantes en la organización guerrillera provenía de tres universidades públicas del país, aunque también se identifican casos de estudiantes de universidades privadas. Se concluye que, si bien algunos de estos estudiantes lograron sobrevivir, la búsqueda de la utopía antisistémica terminó trágicamente para gran parte de ellos: la mayoría murieron en combate rápidamente, varios de ellos entraron en contradicción respecto de la manera como la organización guerrillera era orientada y fueron fusilados, y otros no lograron adaptarse a las dinámicas de la vida guerrillera y terminaron abandonando las filas del ELN.

Palabras clave: Conflicto Armado; Guerrillas; Militancia; Universidad; Estudiantes; Colombia

Abstract

This article analyzes the political and militant role of some university students in the creation and first stage of existence of the Ejército Nacional de Liberación (ELN) of Colombia. A qualitative methodology of interpretive approach is used that tracks memories, biographies, historiography and the press. The writing focuses attention on the university component, one that has been treated only briefly in historiography. It shows how the greatest participation of students in the guerrilla organization came from three public universities in the country, although cases of students from private universities are also identified. It is concluded that, although some of these students managed to survive, the search for the anti-systemic utopia ended tragically for most of them: most of them died quickly in combat, several of them contradicted the way the guerrilla organization was oriented and were shot, others failed to adapt to the dynamics of guerrilla life and ended up abandoning the ranks of the ELN.

Keywords: Armed Conflict; Guerrillas; Militancy; University; Students; Colombia

Introducción

Este texto aborda las experiencias de una decena de jóvenes universitarios que perseguían la utopía de la trasformación de la sociedad colombiana mediante su vinculación al Ejército de Liberación Nacional (ELN) entre 1962 y 1973. Si bien la experiencia de las organizaciones guerrilleras en Colombia ha sido estudiada con cierto detalle por la historiografía del conflicto armado, lo relativo a su componente universitario se ha tratado de manera marginal, aspecto que no hace justicia a la importancia de este componente que desempeñó un papel destacado en los orígenes y la primera etapa del ELN. Los orígenes de esta guerrilla siguen siendo tema relevante ya que parte de los integrantes del actual Comando Central del ELN provienen de universidades, donde ellos desempeñaron un papel activo en la lucha estudiantil, a saber, Antonio García fue estudiante de Ingeniería Eléctrica en la Universidad Industrial de Santander (UIS), en tanto que Pablo Beltrán fue estudiante de Ingeniería de Petróleos en la misma universidad.

Existe una cantidad sustancial de fuentes primarias editadas que permiten estudiar el tema propuesto. Entre ellas están un texto de Jaime Arenas titulado La guerrilla por dentro (1971); una entrevista realizada al mismo Arenas por Germán Castro y publicada en su libro En secreto (1996); una entrevista a Ricardo Lara realizada por Óscar Castaño Hernández, publicada bajo el título El guerrillero y el político (1984); y la obra de Milton Hernández titulada Rojo y negro (2006), una suerte de historia oficial del ELN.

1. Aproximación teórico-conceptual

Por rol político y militante de estudiantes universitarios en el ELN se entiende la función que estos desempeñaron en los orígenes de la organización, sea militancia política o militancia armada. La comprensión del fenómeno a estudiar refiere también a nociones como las de movimiento social, nueva izquierda, revolución y subversión.

Toda vez que la participación de parte del estudiantado universitario en la formación del ELN implica su tránsito desde una esfera de acción política amplia, propia de los movimientos sociales, hacia una más restringida y específica, como es el accionar insurgente, resulta pertinente un acercamiento conceptual y teórico a la doctrina de los movimientos sociales.

Tilly (2014) ve en estos el escenario en el que la gente plantea reivindicaciones colectivas a la autoridad pública. Se trata de un espacio en donde se libra una contienda política que se enfrenta al poder y en el que se definen intereses. Tarrow (2011) ve en los movimientos sociales un escenario de la acción política colectiva del ciudadano, en el que este puede enfrentarse a las élites y a las autoridades. Afirma que en ciertos momentos se dan «oportunidades políticas para la intervención de agentes sociales que normalmente carecen de ellas» (p. 32), en esos momentos es cuando se expresan con toda intensidad la acción de los movimientos sociales.

Wallerstein (2008) estudia los movimientos sociales desde la perspectiva de su lucha contra los sistemas económicos imperantes, de esa manera identifica movimientos antisistémicos en la Revolución francesa cuando se lucha por derrocar el feudalismo y en el siglo xx cuando se lucha por destruir el capitalismo. Señala que a partir de la revolución cultural producida en mayo de 1968 se constituyeron los movimientos anti sistémicos contemporáneos y que su rasgo es la presencia de reivindicaciones locales junto con otras que aparecen en todas partes del mundo, presentándose una conjunción del interés local con el del movimiento antisistémico en general.

Nicolás Rudas (2021) señala que los movimientos que buscan el cambio social oscilan entre dos opciones: el cambio social democrático o el cambio social revolucionario, siendo los que optan por este último quienes argumentan un control absoluto por parte de las élites sobre la sociedad civil, negando así la autonomía de esta última (pp. 41-42).

Así, los movimientos sociales son aquellas formas de acción colectiva mediante las cuales la sociedad civil se organiza para hacer reclamaciones al poder establecido, llegando muchas veces a situaciones de conflicto con él.

El accionar de los estudiantes universitarios que se vincularon al ELN consistió en una actividad típicamente insurgente, orientada a la toma del poder estatal por medio de la lucha guerrillera. Esto obliga a precisar el concepto de insurgencia. Brian Hamnett (2010) afirma que «una insurgencia es una lucha prolongada conducida metódicamente, paso a paso, para alcanzar objetivos intermedios específicos que conduzcan finalmente al derrocamiento del orden existente» (p. 73). Señala, además, las principales características de la lucha insurgente: la insurgencia busca arrebatar la población y el territorio al control del Estado, y se da en un espacio geográfico por el que compite con las fuerzas gubernamentales, requiere del despliegue de unas tropas insurgentes y desarrolla una guerra de carácter irregular en razón de su posición de debilidad inicial frente a las fuerzas estatales.

Diego Cano (2013) señala que la insurgencia ha sido el método por excelencia de todas las fuerzas políticas que promulgan un cambio radical. Esta se prolonga en el tiempo, a diferencia de las revueltas que son un fenómeno muy puntual. En ocasiones, la insurgencia puede asimilarse al concepto de guerrillas, ya que se expresa mediante una confrontación armada interna, cuyos objetivos son ganarse a la población, socavar la legitimidad del Estado y convertirse en un nuevo poder estatal. Así, Alfredo Rangel (2001) señala que «la lucha entre el Estado y la insurgencia es siempre por la legitimidad política, esto es, por el derecho moral a gobernar una sociedad» (p. 25).

Merece atención especial el ambiente en el que es posible el desarrollo de la insurgencia. Esta prospera en sociedades que viven crisis económicas, políticas o sociales frente a las que el poder establecido resulta incapaz de brindar soluciones. Dentro de las condiciones que la hacen posible puede incluirse el apoyo exterior que puede ser más o menos notorio en cada experiencia concreta. En el caso de los universitarios vinculados al ELN, existe un claro apoyo que proviene de la Revolución cubana triunfante. Este se materializó tanto en el aspecto político e ideológico como en el militar, ya que allí recibieron entrenamiento militar los fundadores del ELN, y lo siguieron recibiendo durante los primeros años de existencia de ese grupo guerrillero, además de armas y dinero.

Eduardo Pizarro (1996) sostiene que, en el caso colombiano, la insurgencia se dio en un medio adverso para su triunfo debido a la existencia de una democracia liberal, la preponderancia del elemento urbano en la sociedad colombiana y la imposibilidad de construir grandes bases de apoyo para la guerrilla; sin embargo, esta pudo seguir existiendo debido a ciertas condiciones que posibilitaron su permanencia, lo que llevó a que la insurgencia se convirtiera en parte del paisaje político del país, sin lograr convertirse en alternativa real de poder. A este fenómeno lo denominó insurgencia crónica.

Lo descrito anteriormente puede ser atribuido, en general, a la conducta de los estudiantes universitarios que en las décadas de 1960 y de 1970 se unieron a las filas del ELN: estaban obstinados en un proyecto que se proponía la destrucción y el reemplazo del poder del Estado; se enlistaron en una organización que se empeñaba en ejercer el control de la población sobre un espacio de territorio que inicialmente se limitaba a algunos municipios de Santander, pero que rápidamente se extendió a otros departamentos; se esforzaron en construir un ejército guerrillero que partía desde una correlación de fuerzas que les resultaba absolutamente desventajosa, pero que buscaban revertir lentamente, en tanto que desarrollaban la lucha armada como estrategia para tomar el poder.

En este punto se hace necesario un acercamiento al concepto de guerrilla. Robert Asprey (2002) describe el recorrido que la guerra de guerrillas ha tenido en la historia de la humanidad. Rastrea su práctica hasta tiempos de Alejandro, Aníbal y el Imperio romano; en la lucha de los escoceses contra el dominio inglés; la observa en España y en la resistencia rusa en contra de la invasión de Napoleón; en la guerra civil americana y en la Revolución mexicana; la descubre en Irlanda a lo largo de su lucha contra la dominación británica y en Rusia antes, durante y después de la Revolución bolchevique; la observa de nuevo en China durante la revolución y en el conflicto entre España y Marruecos por el Rif; en Nicaragua desde los tiempos de Sandino hasta el derrocamiento de Somoza; en Francia contra la ocupación alemana y en Indochina contra la dominación francesa; en Palestina para lograr la independencia de Israel y en Argelia entre 1954-1962; en Cuba entre 1956 y 1959, desde donde irradiaron guerrillas latinoamericanas. En fin, la historia del mundo ha estado marcada por la guerra de guerrillas.

Timothy Wickham-Crowley (1993) señala que la guerra de guerrillas es aquella que emplea una nación o pueblo para defenderse cuando ha sido atacado por fuerzas muy superiores. Ante esto, acude a una forma de guerra que consiste en evitar los enfrentamientos directos y en grandes números con el enemigo, y en lugar de ello concentrarse en erosionar la moral y fuerza del adversario mediante emboscadas, escaramuzas de pequeñas dimensiones, incursiones y retiradas rápidas, cortes de comunicaciones y de líneas de suministro, entre otras técnicas similares (pp. 3-4).

Walter Laqueur (1998) afirma que América Latina es el continente por excelencia de la guerra de guerrillas, indicando que solo se puede dar cuenta de un puñado de guerras regulares, en tanto que las guerras de guerrillas resultan imposibles de numerar por su cantidad. Refiere que la práctica de este tipo de luchas se remonta a tiempos anteriores a la Independencia, en acciones tales como los levantamientos andinos de Túpac Amaru (1781-1782) y de Pumacahua (1814-1815) (pp. 52-55).

Debe indicarse también que la guerra irregular o de guerrillas no ha sido práctica exclusiva de la revolución de izquierdas. Michael Radu (1990) muestra la existencia de una serie de conflictos internos llevados a cabo por insurgencias de derecha en contra de regímenes de izquierda. Tales son las experiencias de Eritrea, Angola, Camboya, Afganistán y Nicaragua. A las anteriores debe sumarse la campaña de guerrillas anticomunistas que se desarrolló en contra de la Revolución cubana inmediatamente después de su triunfo en 1959.

Ahora bien, el concepto básico en la experiencia de los estudiantes universitarios que participaron de la formación en guerrillas del ELN es el de revolución. Dedicaron sus vidas al empeño de destruir el régimen capitalista imperante y construir un nuevo orden de tipo socialista. Para Tilly (2000, p. 24) la revolución es un proceso de cambio súbito, popular y de amplias dimensiones políticas y socioeconómicas. Como señala Pizarro (1996), esta definición tiene un carácter demasiado amplio, lo que hace necesario acotarla, añadiendo que la presión popular reviste la forma de una confrontación violenta de grupos insurgentes contra el poder establecido. De esa manera, se entiende la revolución como un profundo proceso de trasformación de las estructuras sociales llevado a cabo por amplios sectores de la población que se apoyan en el uso de la violencia contra el orden establecido. De manera que la revolución social es la transformación social y política rápida mediante el uso de la violencia (Wickham-Crowley, 1993, p. 5).

Los estudiantes de los que se ocupa este artículo actuaron dentro del marco de lo que se conoció como la nueva izquierda latinoamericana. Por tal se entiende el conjunto de organizaciones político-militares que, inspiradas por las experiencias del triunfo de las Revoluciones cubana y china, rompieron con la izquierda tradicional asociada con los partidos comunistas vinculados a la órbita de Moscú y que habían optado por la estrategia electoral como camino para llegar al poder (Tortti, 2002).

El aspecto metodológico consiste en el empleo de una serie de fuentes editadas sobre el ELN desde un enfoque diferente al realizado tradicionalmente, el cual se enfoca en el papel desempeñado por un número reducido de estudiantes universitarios que, a pesar de su escaso número, desempeñaron un rol protagónico en la primera etapa de la historia de esa guerrilla.

Los hallazgos obtenidos en el presente trabajo se concretan en rescatar historiográficamente a un tipo de protagonistas de la primera etapa de la historia del ELN: los estudiantes universitarios. Estos han sido poco trabajados en el ámbito historiográfico y aunque su número fue reducido su importancia dentro de la historia del ELN fue notoria. Se estableció el desenlace de sus vidas en tres situaciones: la muerte prematura en combate; el fusilamiento a manos de la misma guerrilla; y finalmente, el desencanto y deserción de las filas guerrilleras. De manera excepcional, algunos de ellos lograron adaptarse a la vida que la guerrilla les imponía y lograron ascender a posiciones de mando.

2. Elementos contextuales previos

En Colombia, durante las décadas de 1960 y 1970, las universidades se convirtieron en un escenario en el que las guerrillas buscaron establecer su influencia, ya que las veían como cantera de cuadros y militantes (Arenas, 1971), y como un espacio para actuar políticamente y trasmitir su influencia a la sociedad (Medina, 2012). Para esos años el movimiento estudiantil colombiano experimentó una trasformación en la que transitó de la dependencia y subordinación política frente a los partidos tradicionales hacia una autonomía política (Acevedo, 2016a), la cual desembocó en que las reivindicaciones ya no se enfocaran solamente en reformas que atendían el interés gremial de los estudiantes, sino que se actuara como un sujeto político que llegó incluso a plantearse el cambio del modelo de sociedad capitalista para reemplazarlo por uno de orden socialista.

José Abelardo Díaz (2010) describe el ambiente político en la sociedad colombiana en 1959, influenciado por el triunfo de la Revolución cubana, que llevó a que sectores campesinos, obreros y estudiantiles vieran la lucha guerrillera como forma de establecer el socialismo. Estudia la figura de Antonio María Larrota, un experimentado dirigente estudiantil que participó desde las universidades en la lucha contra la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla y posteriormente creó el Movimiento Obrero Estudiantil y Campesino (MOEC). Esta organización contó entre su primera dirección a estudiantes universitarios como Larrota, Eduardo Aristizábal, Pedro Cormane Lara y Luis Eduardo Granados. Se trata pues de una organización en la que el sector estudiantil desempeñó un papel preponderante. Díaz sostiene que se trató de un movimiento que logró articular efectivamente sectores obreros, campesinos y estudiantiles en una organización armada que sufrió una pronta desarticulación luego de la muerte de su fundador. Posterior a su disolución, algunos sectores del MOEC fueron a dar al ELN; otros, encabezados por Francisco Mosquera, crearon el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR).

Durante las décadas de 1960 y 1970, Colombia, al igual que otros países de América Latina, experimentó la aparición de movimientos guerrilleros que optaron por el recurso de la lucha armada en busca de la toma del poder del Estado (Behar, 1985). En buena medida, este fenómeno obedeció a una oleada revolucionaria estimulada por el triunfo de la Revolución cubana de 1959 que proyectó hacia América Latina una poderosa influencia de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara como íconos revolucionarios (Kalfon, 1997).

La lucha armada en Colombia también se inscribe como consecuencia de la búsqueda de soluciones para los problemas económicos, sociales, políticos y culturales vivenciados en el contexto histórico del país. Las tensiones sociales vividas desde la década de 1930 hicieron más notoria la brecha entre las élites y los grupos excluidos del orden político y económico existente ( López de la Torre, 2012, p. 58). Estas nuevas condiciones de desigualdad y marginación llevaron, en el mediano plazo, al surgimiento de grupos guerrilleros y de un incremento de la lucha armada como mecanismo de transformación de la sociedad. De tal manera que en el origen del ELN no se puede pasar por alto el componente principal de campesinos, artesanos y obreros del Magdalena Medio de Santander, específicamente de San Vicente de Chucurí, distinto del componente universitario (Vargas, 1989).

La Colombia de la década de 1970 traía un pasado de décadas de violencia guerrillera liberal-conservadora, algunos de cuyos remanentes participaron de las nuevas guerrillas de tipo socialista, entre ellas el ELN (Palacios, 2012). De manera que el país padeció la guerra de guerrillas impulsada por ciertos fenómenos foráneos, aunque es claro que la explicación de fondo sobre su origen debe buscarse en la estructura de la sociedad colombiana, una sociedad con profundas desigualdades sociales, con tradición de continuas luchas guerrilleras y prácticas de exclusión política notoria.

El ELN fue conformado en 1964, mismo año en que se crearon las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) (Behar, 1985). Previo a la formación de estas organizaciones guerrilleras, Colombia vivió una etapa de establecimiento de focos guerrilleros que rápidamente fueron aniquilados por el Ejército. Entre estas experiencias destacan las del MOEC, creado en 1959, y el Frente Unido de Acción Revolucionaria (FUAR), en 1962, de corte gaitanista (Díaz, 2010).

Exceptuando al Movimiento 19 de Abril (M-19), el ELN es la guerrilla colombiana con mayor presencia estudiantil. Su misma fundación se debió, primordialmente, a un grupo de estudiantes que al triunfar la Revolución cubana fueron beneficiados con becas para ir a formarse en la isla (Hernández, 2006). Una vez allí, resultaron sorprendidos por la «crisis de los misiles» en 1962 y la consiguiente amenaza de una invasión de Estados Unidos. El gobierno cubano ofreció repatriar a los estudiantes extranjeros, pero muchos de ellos expresaron su voluntad de permanecer en la isla y participar de la defensa de la revolución en caso de una invasión, siempre que recibieran entrenamiento militar (Villamizar, 2017, p. 234).

Superada la «crisis de los misiles», varios estudiantes colombianos dirigidos por Fabio Vásquez formaron la Brigada José Antonio Galán para la Liberación de Colombia, embrión del futuro ELN. Esta guerrilla se implantó en el departamento de Santander, al que consideró un lugar propicio por tener una fuerte tradición de lucha que incluía la experiencia insurreccional de los bolcheviques de 1929 en San Vicente de Chucurí (Vargas, 1989), la Comuna de Barranca,2 posterior al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, así como haber sido escenario de luchas de guerrillas liberales que siguieron al magnicidio y ser el lugar de origen de Antonio Larrota, fundador del MOEC. Adicionalmente, Santander poseía un fuerte movimiento estudiantil en la Universidad Industrial de Santander (UIS), de donde salieron algunos de los cuadros fundadores de esa organización guerrillera (Acevedo, 2016b). A su vez, en Barrancabermeja estaba el mayor número de obreros petroleros del país, con un poderoso sindicato de fuerte tradición antiimperialista. Simultáneamente, existía un campesinado que luchaba contra las empresas petroleras por la posesión de la tierra (Rodríguez y García, 2017).

Jaime Arenas (1971) da cuenta de la formación del grupo guerrillero en la región de San Vicente de Chucurí, en el departamento de Santander, de la primera marcha guerrillera realizada por los dieciocho fundadores del ELN3 el 4 de julio de 1964 y de la primera acción militar, en la que el grupo guerrillero se dio a conocer a la opinión pública en enero de 1965 con la toma de la población de Simacota. También describe una serie de acciones militares que siguieron a Simacota, siendo la más trascendente el combate de Patio Cemento en febrero de 1966, en donde cayó en combate el sacerdote Camilo Torres Restrepo, figura icónica de esa organización guerrillera.

Asimismo, Arenas (1971) señala que al interior de las filas guerrilleras gradualmente se fue dando una contradicción entre los combatientes de origen campesino, hábiles en el aspecto militar y de sobrevivencia en la selva, y aquellos jóvenes venidos de la ciudad que encontraron difícil el adaptarse a la vida guerrillera en la selva. En este marco se produjeron los llamados fusilamientos, práctica asumida por el líder guerrillero Fabio Vásquez para zanjar diferencias políticas con aquellos que, en la medida en que cuestionaban y discutían las líneas política y militar que Vázquez sostenía como correctas para el ELN, representaban un peligro real o imaginario a su autoridad dentro de la guerrilla. Así lo señala Carlos López de la Torre (2012, p. 70), puesto que «la violencia urbana […] puso en peligro la ubicación de la guerrilla al ponerse sus militantes en evidencia»; además, que los cuadros urbanos contaban con una mayor y fácil adhesión por parte de los jóvenes, frente a los continuos fracasos de los focos rurales.

Como resultado, varios de los mejores cuadros políticos del ELN, la mayoría de ellos de extracción urbana, fueron fusilados por sus propios compañeros guerrilleros, siendo los casos más notorios los de Víctor Medina Morón, segundo al mando en el ELN, estudiante de la UIS, y Julio César Cortés, líder estudiantil en la Universidad Nacional de Colombia, fusilados mientras estaban en la guerrilla. Después de haber desertado de las filas guerrilleras, también fueron asesinados Jaime Arenas Reyes y Ricardo Lara Parada, antiguos dirigentes estudiantiles en el Colegio de Santander y en la UIS.

Con las líneas anteriores como marco general, es posible dirigir la mirada hacia la experiencia particular de algunos individuos de los que se tiene conocimiento de su vinculación al ELN, algunos ya mencionados.

3. Los protagonistas

Varios estudiantes de la UIS, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad de Antioquia y de algunas universidades de carácter privado se vincularon al ELN en las décadas de 1960 y 1970. Se conoce el nombre y, con algún detalle, la trayectoria de una veintena de ellos. De manera que resulta claro que la participación de estudiantes universitarios en la guerrilla es minúscula, a pesar de la idea aceptada de que la izquierda y el apoyo a la revolución eran mayoritarias en las universidades colombianas de esa época (Cruz, 2016, pp. 207-208). Sin embargo, el número reducido de universitarios que se vincularon a las filas guerrilleras contrasta con el significativo papel que desempeñaron en la etapa inicial del ELN. Dos de ellos, Víctor Medina y Ricardo Lara, en distintos momentos ocuparon el segundo lugar en la jefatura. El mayor número de estudiantes en el ELN provino de la UIS, aunque hubo varios matriculados en las universidades Nacional de Colombia, Externado de Colombia, Libre de Colombia y de Antioquia (Acevedo y Lagos, 2022).

En este texto se referencia a aquellos estudiantes vinculados a la guerrilla de quienes se tiene mayor información, agrupándolos según el desenlace de su experiencia al interior del ELN. En primer lugar, aquellos cuya vida terminó muy pronto, como resultado de acciones de guerra; en segundo lugar, quienes fueron fusilados por su propia organización; y en tercer lugar, quienes abandonaron las filas guerrilleras y rehicieron su existencia como ciudadanos de civil.

Reynaldo Arenas Martínez fue el primer estudiante universitario vinculado al ELN en perder la vida en medio de actividades de la lucha armada. Cuando cursaba el primer año en la UIS fue de los primeros miembros de las redes urbanas de esa guerrilla y cayó muerto el 14 de junio de 1964 colocando una bomba al Club del Comercio de Bucaramanga, como acto de solidaridad con los campesinos de Marquetalia (Hernández, 2006), muriendo antes de que se conociera públicamente la existencia del ELN.

De igual forma, Homero Enrique Sobrino, estudiante de ingeniería en la UIS, estuvo entre los primeros integrantes de la incipiente red urbana del ELN. Fue muerto en el combate de Sangilito el 16 de octubre de 1966, junto a once combatientes más (Arenas, 1971). En la guerrilla fue conocido como «Hermógenes» (Hernández, 2006, p. 151).

José Ruíz Hermías, considerado un médico brillante egresado de la Universidad Nacional, fue uno de los directores del periódico El Bisturí, en el que se agrupaban los estudiantes más radicalizados políticamente en la Facultad de Medicina; también fue colaborador cercano de Camilo Torres en el Frente Unido. Incorporado a la guerrilla desde agosto de 1965, participó en el combate de Patio Cemento, donde murió el mencionado sacerdote. A su vez, Ruiz murió en combate con el Ejército el 6 de noviembre de 1967 (Arenas, 1971, p. 204).

Iván Calderón Tarazona fue un estudiante de Ingeniería Química de la UIS, donde se destacó como dirigente estudiantil en la Asociación Universitaria de Santander (Audesa), uniéndose a la guerrilla en 1965. Fue herido el 25 de enero de 1968 en el combate de Payoa, Girón, siendo abandonado por sus compañeros y muriendo desangrado. Fue encontrado por el Ejército varios días después (Arenas, 1971, p. 204). Este fue vinculado a la red urbana del ELN por Víctor Medina Morón (Hernández, 2006, p. 29).

Dos de los hermanos de Fabio Vásquez murieron en combate en las filas guerrilleras. Manuel Vásquez Castaño se inició como dirigente de las juventudes del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), estudió Derecho en la Universidad Libre, siendo miembro de la Juventud Comunista (JUCO) y actuando como dirigente de las juventudes del MRL se desempeñó como secretario general de la Federación Mundial de Juventudes Democráticas, con sede en Budapest. Se vinculó a la guerrilla del ELN en julio de 1965. Fundó el periódico Simacota, órgano de difusión de la organización guerrillera. Cayó muerto en combate en el desarrollo de la Operación Anorí en octubre de 1973 (Acevedo y Villabona, 2016).

Armando Correa Valencia fue estudiante de Medicina de la Universidad Nacional y presidente del Consejo Superior Estudiantil. Actuó como miembro destacado del Frente Unido, organización creada por el sacerdote Camilo Torres antes de vincularse al ELN. Correa se unió a la guerrilla del ELN y murió en combate a los pocos meses de haber ingresado, en noviembre de 1973, dentro de la Operación Anorí (Hernández, 2006, pp. 166 y 234).

Jaime Andrade Sossa fue ingeniero industrial de la UIS y actuó como secretario de Audesa en 1969 (Hernández, 2006, p. 167). Murió en julio de 1974 en un enfrentamiento con el Ejército colombiano.

Un caso atípico fue el de Libardo Mora Toro, quien estuvo vinculado inicialmente con el ELN (Ávila, 2012, abril 7), separándose de él para posteriormente integrar a la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL), en cuyas filas murió. Mora Toro fue un abogado egresado de la Universidad Libre, atleta de primer nivel que representó a Colombia en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Canadá, obteniendo medalla de oro en los 400 metros. Militante de la JUCO fue expulsado de ella en 1962, contactado para el ELN por Víctor Medina, posteriormente se vinculó al Partido Comunista Colombiano-Marxista Leninista (PCC-ML) y al EPL, muriendo en combate en 1972 (Hernández, 2006, p. 29). Una versión indica que mediante las juventudes del MRL Mora Toro fue a Cuba con una beca de estudiante, siendo miembro de la Brigada José Antonio Galán (Villarraga y Plazas, 1995, p. 32).

Hubo algunos combatientes que murieron al interior de la guerrilla, aunque no en hechos violentos. Medardo Correa (1997, pp. 208-209) refiere la existencia de un combatiente conocido al interior del ELN como «Carlos», ingeniero egresado de la UIS y que había creado un sistema de radio para la comunicación de Fabio Vásquez desde Cuba con el ELN. Este habría muerto de fiebre amarilla en 1975, dejando al ELN incomunicado con su comandante en Cuba, toda vez que no existía nadie más que pudiese operar las comunicaciones. Milton Hernández (2006) identifica a este combatiente como Henio Tobón, quien se habría entrenado en comunicaciones en Cuba.

Entre los guerrilleros muertos a manos del Ejército, no todos cayeron en combate. Rómulo Germán Carvalho fue un dirigente estudiantil de la Universidad Nacional y primer responsable del trabajo urbano en Bogotá, asesinado el 1° de septiembre de 1969 mientras se disponía a recibir a uno de los tres sacerdotes españoles que venían a incorporarse a la guerrilla. Era conocido como «Raúl», de origen antioqueño, estudiante de cuarto año de Ingeniería Eléctrica e integrante de la red urbana del ELN (Broderick, 2000, pp. 150-151). Poco después de aceptar la misión de recibir a uno de los sacerdotes españoles fue capturado por agentes secretos que lo torturaron y asesinaron. Su cuerpo fue entregado a las enfermeras del Hospital San Juan de Dios con un tiro en la cabeza. La versión oficial afirmó que se resistió al arresto en el centro de Bogotá y que cuando huyó la Policía le aplicó la ley de fuga. A su sepelio asistieron miles de estudiantes que marcharon por la avenida 26 hasta el Cementerio Central. La oración fúnebre estuvo a cargo de Luis Correa, un sacerdote vinculado al grupo Golconda. Su féretro fue cubierto con una bandera roja y negra (Archila, 2021, pp. 91-92).

José Manuel Martínez Quiroz, conocido en el ELN como «Comandante Abraham», era un abogado oriundo de Valledupar, egresado de la Universidad Nacional de Colombia; actuó como jefe de la red urbana del ELN en Bogotá. En la universidad fue cercano a Camilo Torres y a los dirigentes estudiantiles y miembros del ELN Julio César Cortés y Hermías Ruíz, con quienes recorrió el país difundiendo las tesis del Frente Unido. Quedó al frente del periódico Frente Unido cuando Camilo Torres se vinculó a la guerrilla. Era muy disciplinado y exigente. Se unió a las filas guerrilleras en 1972, luego de pasar tres años en la cárcel, tejiendo una relación muy cercana con el «Cura Pérez», futuro comandante máximo del ELN (Broderick, 2000, pp. 255-256). Durante la Operación Anorí fue herido y capturado por el Ejército a finales de 1973, quedando en prisión hasta 1975 (Hernández, 2006, p. 293). Quiroz fue capturado por el Ejército el 25 de septiembre de 1978 y torturado durante tres días; su cadáver fue encontrado en un lugar despoblado de Bogotá (Hernández, 2006, p. 292).

La experiencia más traumática corresponde a aquellos guerrilleros de origen universitario que murieron a manos de la propia organización guerrillera, en los llamados fusilamientos, eventos de gran impacto en la historia del ELN. Uno de los casos más emblemáticos es el de Víctor Medina Morón, que llegó a ser el segundo al mando en el ELN. Gradualmente se convirtió en contradictor de la manera militarista en que Fabio Vásquez conducía la guerrilla. Defendía una línea más inclinada hacia el factor político y de masas. Fue estudiante de Química en la UIS y murió fusilado por el ELN el 22 de marzo de 1968, acusado de participar en una conspiración para quitar del mando a Vásquez (Arenas, 1971). Junto a Medina, fue fusilado Julio César Cortés, estudiante de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, presidente de la Federación Universitaria Nacional (FUN), también muy cercano a Camilo Torres. Fue fundador del MOEC y luego se vinculó al ELN. Conocido como «Rogelio» en la guerrilla, fue ejecutado por el ELN el 22 de marzo de 1968 (Arenas, 1975).

Bernardo Manrique, estudiante de Economía e Idiomas de la Universidad Nacional, era el responsable de la red urbana en Bogotá en 1967. Tras los fusilamientos de Medina, Ochoa, y Cortés, fue hasta los campamentos guerrilleros en la selva para informarse de la situación. Al no apoyarlos, no se le permitió regresar a la ciudad. Dos meses después, al plantear su incapacidad para permanecer en la montaña y solicitar su regreso a la ciudad, discutió con Fabio Vásquez y este ordenó su fusilamiento en julio de 1968 (Arenas, 1971, p. 149).

Juan de Dios Aguilera fue estudiante de ingeniería en la UIS, alcanzó a cursar tercer año de su carrera. Puesto que actuó como dirigente sindical de los trabajadores petroleros en Barrancabermeja, se le encargó desarrollar los núcleos urbanos en esta ciudad (Hernández, 2006, p. 30). Se unió a las filas guerrilleras cuando se hizo notoria su vinculación con las redes urbanas del ELN, llegando a ocupar posiciones de mando en la guerrilla. Acusado de participar en una conspiración contra la jefatura, fue fusilado en 1971 luego de encabezar la separación de un grupo de guerrilleros para crear una nueva facción armada (Hernández, 2006, pp. 155-160).

Muy notorio fue el fusilamiento de Los Bertulfos, integrantes de una red urbana establecida en Medellín. Estaba integrada por Carlos Uribe, un dirigente obrero petrolero conocido como «Bertulfo»; Armando Montaño, un dirigente y estudiante de Medicina; y Orlando Romero, estudiante de Filosofía. Fueron fusilados en 1974 en la llamada asamblea de Anacoreto,4 por cuestionar la guerrilla rural y porque, según Fabio Vásquez, fallaron en el apoyo logístico en Anorí, lo que los haría responsables indirectos de las muertes de quienes cayeron en esa operación (Claux, 2011, p. 208). Walter Broderick (2000, p. 383) considera que en realidad fueron fusilados por contradecir la línea política del ELN que Fabio Vásquez imponía. Milton Hernández (2006, p. 248) considera que en este caso Fabio Vásquez impuso su interés de vindicta personal hacia «Bertulfo», que gozaba de gran simpatía entre los guerrilleros, con una farsa de juicio en donde los acusados no tenían ninguna posibilidad de defensa.

De los guerrilleros universitarios que murieron a manos del propio ELN, unos fueron fusilados al interior de la guerrilla, en tanto que otros lo fueron mientras se encontraban fuera de ella, en la ciudad, en condición de desertores. Los más notorios entre estos últimos fueron Ricardo Lara, que fue segundo al mando del ELN, y Jaime Arenas, que ejerció gran influencia en el movimiento estudiantil colombiano en la década de 1960.

Jaime Arenas Reyes, estudiante de Ingeniería Industrial de la UIS, fue asesinado por el ELN en Bogotá el 28 de marzo de 1971. Arenas se vinculó al ELN y terminó desertando de la organización guerrillera y enfrentando la justicia estatal al ser sometido a un consejo verbal de guerra. En entrevista realizada por Germán Castro (1996) mientras Arenas se encontraba en prisión, este hace un balance crítico del ELN, exponiendo su versión sobre las contradicciones internas, la lucha entre un ala campesina y otra urbana. Su actitud crítica hacia el mando guerrillero se evidencia en la atribución de responsabilidades que hace ante la muerte en combate de Camilo Torres:

El principal error en la muerte de Camilo fue haberlo llevado al combate. El deber de los dirigentes de la guerrilla era comprender todo su valor político. Desde el punto de vista táctico, no era soldado que se pudiera considerar decisivo. En cambio, desde el punto de vista político fue lo más importante con que contó la revolución colombiana (p. 29).

La figura de Arenas es emblemática porque su participación fue clave en la conformación de la estructura política del ELN, ejerció gran influencia dentro del movimiento estudiantil universitario de la década de 1960 y fue una de las personas más cercanas a Camilo Torres y el Frente Unido, la estructura política organizada por Torres antes de irse a la guerrilla. Se señala el Frente Unido como una estructura política, pues como argumenta el historiador Ricardo Sánchez (2016), Camilo Torres creó un partido político a partir de la clase popular como instrumento de unidad y como un escenario que agrupó a quienes no estaban de acuerdo con las ideologías liberal y conservadora de la época. Para sus detractores, Arenas fue la encarnación de la traición, ya que una vez desmovilizado fue la principal figura denunciante de las prácticas del ELN y la lucha armada en general, al tiempo que trabajaba como funcionario en el Ministerio de Educación Nacional.

Ricardo Lara Parada nació en el puerto petrolero de Barrancabermeja, fue estudiante de Ingeniería Química en la UIS y activista de las juventudes del MRL. Fue uno de los jóvenes colombianos que viajó a Cuba a estudiar con becas otorgadas por el gobierno revolucionario recién establecido (Castaño, 1984, p. 58). Llegó a ser segundo al mando en el ELN luego del fusilamiento de Víctor Medina; sin embargo, desertó de las filas guerrilleras durante la Operación Anorí5 en 1973. Fue juzgado por un tribunal militar y pasó cinco años en prisión (p. 11). El ELN acusó a Lara de realizar trabajo divisorio mientras estuvo con vida como desertor de la guerrilla (Hernández, 2006, p. 308). Fue asesinado por el ELN el 14 de noviembre de 1985 en Barrancabermeja. Allí había fundado el Frente Amplio del Magdalena Medio (FAM), con el que hacía campaña al Concejo de esa ciudad.

Junto a los casos de estudiantes y egresados de las universidades que fueron al ELN y perdieron la vida, existen los de algunos que lograron salir de las filas guerrilleras y reorganizar sus vidas en la sociedad civil. Alonso Ojeda Awad fue un dirigente estudiantil de la Universidad Nacional. Antiguo fundador del MOEC, fue capturado en el marco de una gigantesca redada contra la red urbana que terminó con el arresto de 210 de sus miembros en lugares como Aguachica, Charta, Bucaramanga, Socorro, Bogotá, Medellín, San Vicente de Chucurí y Barrancabermeja. Fue juzgado en el consejo de guerra de 1974, en el que, según la versión del ELN, se tornó delator de sus compañeros (Hernández, 2006, pp. 204-205). Similar suerte vivió su hermano, David Ojeda Awad, ingeniero, capturado junto a Alonso y también juzgado en el consejo de guerra de 1974. Al salir de la cárcel, participaron en discusiones internas del ELN y terminaron abandonando la organización guerrillera.

El de Evelio Loaiza es un caso emblemático por ser un médico egresado de la Universidad Nacional que, a diferencia de otros universitarios, logró adaptarse perfectamente a la vida guerrillera en la selva. Fue uno de los fundadores del MOEC que luego formaron parte del ELN. Actuó como comandante de un grupo de guerrilleros que sobrevivió a la Operación Anorí. Fue conocido en las filas como «Román». Cuando Fabio Vásquez se fue para Cuba, «Román» actuó en la guerrilla como su representante, defendiendo la práctica de los fusilamientos como instrumento para mantener la unidad del grupo guerrillero en torno a la política planteada por la jefatura (Correa, 1997, pp. 203-205). Sin embargo, a pesar de su adaptación a la vida guerrillera y a su posición como dirigente dentro del grupo, «Román», «por situaciones diversas se retiró del ELN en 1977» y logró rehacer su vida en la sociedad civil, llegando a ejercer como médico en un importante hospital de Bogotá (Hernández, 2006, pp. 229 y 236).

Medardo Correa Arboleda (1997), «El Paisa», fue un abogado egresado de la Universidad Externado de Colombia, institución universitaria privada. Su experiencia en el ELN la consignó en el libro Sueño inconcluso: mi vivencia en el ELN. Siendo estudiante fue atrapado por la política revolucionaria y la influencia del marxismo y el cristianismo revolucionario, hasta unirse a las filas guerrilleras, pero no pudo adaptarse a la vida en la selva. Tras la derrota que el ELN sufrió en Anorí y la posterior salida de Fabio Vásquez hacia Cuba participó en una división al interior del ELN entre las líneas que denominó «militarista» y «democratera», abandonando el ELN en 1976 y desarrollando una carrera académica en varias universidades.

Las referencias anteriores, aunque insuficientes, ilustran la participación de universitarios en el ELN y permiten la afirmación de la existencia de tres grandes variantes del destino que sufrieron quienes cambiaron la universidad y la práctica profesional por la lucha armada: unos murieron en combate, otros murieron a manos de la propia guerrilla y unos pocos abandonaron la guerrilla y se reintegraron a la sociedad civil.

4. Interpretación de la experiencia

La participación de universitarios en el ELN se observa desde diversos puntos de vista. Sin duda, fue acción de minorías, vista tanto en las filas guerrilleras, como desde la población universitaria. Roberto Sancho (2008, p. 481) señala algo paradójico: establece que de los guerrilleros del ELN que enfrentaron procesos judiciales en Santander, 13,8% eran profesionales y 27,7% eran estudiantes, datos que sugieren una amplia participación de estos dos grupos sociales en la experiencia guerrillera del ELN. Una posible explicación para tan alta participación de estudiantes y profesionales entre los guerrilleros procesados judicialmente es que las redes urbanas, en comparación con la guerrilla rural, tenían mayor presencia de estudiantes y profesionales, y estaban más expuestas a las capturas por parte de las autoridades.

Milton Hernández (2006), miembro de la Dirección Nacional del ELN, expone la interpretación de los ajusticiamientos que hace hoy la organización guerrillera. Autocríticamente, reivindica a las víctimas de los fusilamientos afirmando que fueron presa de la incapacidad de los dirigentes de la época para tratar las diferencias mediante fórmulas políticas, debido a su limitada capacidad política, machismo, personalismo y concentración de la autoridad en pocos individuos, y a la estrecha comprensión de la lucha revolucionaria de parte de los involucrados.

Álvaro Valencia Tovar (2009), comandante militar en la región de Santander, donde enfrentó a la guerrilla del ELN y dirigió las operaciones militares y de captura de varios de estos estudiantes-guerrilleros, muestra a los revolucionarios provenientes de las universidades como jóvenes soñadores deslumbrados por la idea de la revolución que, seducidos por cantos de sirena, fueron a las montañas tras el espejismo de una lucha en la que rápidamente liberarían a la humanidad, pero que pronto comprenderían que con su conducta lo único que obtenían era aumentar el sufrimiento de los pobres y generar una oleada de violencia sin sentido.

Finalmente, Correa (1997, p. 43) plantea una interpretación a lo que vivió el ELN: al desarrollarse en un medio social condicionado por el cristianismo, en los guerrilleros operó una sustitución de los íconos religiosos por los revolucionarios, así, la revolución reemplazó a la Iglesia y a la Biblia con los textos del marxismo. En esa misma lógica siguieron operando conceptos como el pecado y el castigo que fueron prodigados generosamente hacia aquellos que violaban la disciplina al interior de la guerrilla, que incluía la obediencia hacia el jefe que oficiaba como papa en la nueva iglesia revolucionaria. Es decir, la influencia de ciertos factores del cristianismo permite argumentar que revolución y religiosidad están estrechamente relacionados, especialmente en las décadas de 1960 y 1970 en Colombia y otros lugares de América Latina (Kapuscinsky, 2009).

El sueño de la construcción de una sociedad libre y justa es una idea que se confunde con la religiosidad de la época. La idea revolucionaria guiada por personajes como Camilo Torres construyó una nueva fe, incluso se crearon normas y patrones de comportamiento, como lo fue la proletarización, según la cual ser pobre es correcto y darse gustos pequeñoburgueses como ir a cine es pecado. Es posible que militantes de ideas radicales se conviertan en mártires, esto es, morir por la justa causa de la revolución. Ciertamente, este pensamiento se enmarca dentro de la teología de la liberación, la cual hace parte de las propuestas transformadoras vividas en las décadas de 1960 y 1970.

Colombia no fue ajena a esta situación, en la cual la imagen de Camilo Torres Restrepo se visibiliza con su paso fugaz por la política hasta incorporarse en la guerrilla y dar su vida en la lucha revolucionaria. Su figura y elección de lucha impactó la fe y la necesidad de un cambio. Su figura permite reconocer la existencia de una extrapolación de la tradición religiosa hacia un credo comunista representado en una serie de acciones revolucionarias vivenciadas en la segunda mitad del siglo xx en Colombia. Si bien esta corriente religiosa se manifestó en personas que formaron parte activa de experiencias revolucionarias en la segunda mitad del siglo xx en Colombia, cuyos escenarios de aparente secularización y progresismo proponen transformar el sistema, el continuismo de una religiosidad moldea las formas de vivir y se opone a la experiencia de la lucha revolucionaria. En ciertos casos, las posiciones radicales provocan credos que estimulan la inmolación, el sufrimiento y el peregrinaje, y a su vez restan claridad a las acciones revolucionarias como proyecto político propositivo de una sociedad libre y justa.

Conclusiones

La participación de los universitarios en el ELN es un elemento específico de una realidad que desborda el periodo y los protagonistas estudiados en este artículo. Se enmarca en una tradición de uso de la lucha armada como elemento de la política en Colombia, inicialmente entre liberales y conservadores, y posteriormente entre fuerzas que luchan por el socialismo y contra el orden social capitalista. Muy significativo es el traslape existente entre los periodos de la guerrilla liberal y la de corte socialista, observándose guerrilleros liberales que pasan a guerrillas como el ELN o guerrilleros que tienen entre sus ancestros familiares a excombatientes de las guerrillas liberales. A ello se agregó un factor externo, la existencia de la Guerra Fría y la lucha por el socialismo en el mundo, concretada en América Latina en la Revolución cubana, cuyo triunfo empujó a muchos jóvenes a su vinculación a la lucha armada.

Precisamente, fue la Revolución cubana el acontecimiento que mostraría a los jóvenes «la posibilidad real del triunfo de las fuerzas antiimperialistas» (Arenas, 1971, p. 7), lo cual llevó a vincularse a estos a la lucha armada para alcanzar la liberación definitiva de América Latina, máxime si se tiene en cuenta que programas como Alianza para el Progreso y otras políticas impuestas por Estados Unidos en regiones de América Latina, África y Asia fueron consideradas como injerencia por parte del país del Norte dentro del marco de la Guerra Fría, pero no dejaban de ser consideradas por parte de los grupos guerrilleros como intervenciones militares dentro de una guerra contrainsurgente (Guiso, 2023; Acevedo, 2017).

El surgimiento y desarrollo del ELN se dio en el contexto de una limitada modernización de la sociedad colombiana que se expresó principalmente en la urbanización de esta, destacándose en ella la consolidación de universidades que llegaron a agrupar a una cantidad significativa de jóvenes. Las universidades se tornaron lugares en donde se asentaron discursos políticos revolucionarios, creando así el espacio propicio en el que muchos jóvenes se radicalizaron.

Al interior del ELN se produjo un choque de dos maneras de ver la lucha revolucionaria: una campesina y otra citadina. La primera enfatizó en la capacidad para sobrevivir el día a día en la selva y en la confrontación armada, en tanto que la segunda lo hizo en el proyecto político a largo plazo y en el relacionamiento con las masas populares, en las que cifraba sus esperanzas. Este clima de conflicto y la personalidad de Fabio Vásquez, un jefe que tenía el control absoluto del ELN, desembocó en el autoritarismo y militarismo que condujo al ELN a vivir la que quizá fue la mayor crisis de su historia.

Finalmente, se puede afirmar que sectores de la juventud colombiana, tanto universitarios como campesinos y trabajadores urbanos, resultaron partícipes y víctimas de una realidad social que había sido construida a partir de generaciones anteriores, pero que terminó por condicionar a gran parte de las generaciones de las décadas de 1960 y 1970: tradición de lucha guerrillera, conflicto agrario, crecimiento desbordado de las ciudades, consolidación de la universidad, exclusión política interna y contexto externo de la Guerra Fría. Este fue el caldo de cultivo que desembocó en procesos de lucha armada como el del ELN, en el que muchos jóvenes universitarios terminaron por perder la vida.

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1 Artículo derivado del proyecto Ciudad alterada: los imaginarios de violencia, seguridad y territorio al encuentro con el «otro» en Bucaramanga (Santander), financiado por la Vicerrectoría de Investigación y Extensión, Universidad Industrial de Santander (Código UIS-VIE 1729).

2Levantamiento popular liberal que tomó el control y gobierno del puerto petrolero durante diez días tras el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán.

3Según Nicolás Rodríguez, alias «Gabino», los participantes de la primera marcha guerrillera fueron José Solano, «Leonardo»; Pedro Rodríguez, «Policarpo»; Avelino Bautista, «Abelardo»; Salomón Amado Rojas; Manuel Muñoz, «Miguel»; Ciro Silva, «Conrado»; Pedro Gordillo, »Parmenio»; Hernán Moreno Sánchez, »Pedro David»; un muchacho Juan; Jacinto Bermúdez; Salvador Afanador, «Silverio»; Salvador Leal, «Saúl»; Domingo Leal, «Delio»; Nicolás Rodríguez; dos hermanos de apellido González; y Luis José Solano Sepúlveda. Estos tres últimos eran exguerrilleros liberales.

4Anacoreto es el nombre de una quebrada que pasaba junto al campamento guerrillero en donde se desarrolló la asamblea.

5Gigantesco operativo militar que en 1973 destruyó gran parte del ELN. Se desarrolló principalmente en el departamento de Antioquia, en los alrededores del río Anorí. Se considera que el ELN perdió más de cien combatientes, entre ellos, los hermanos Manuel y Antonio Vásquez Castaño.

*Cómo citar este artículo. Acevedo Tarazona, Álvaro; Buendía Acevedo, William y Lagos Cortés, Emilio. (2023). Militancia política y armada de estudiantes universitarios en los orígenes y primera etapa del Ejército de Liberación Nacional (ELN), 1962-1973. Estudios Políticos (Universidad de Antioquia), 67, pp. . https://doi.org/10.17533/udea.espo.n67a03

Recibido: 01 de Octubre de 2022; Aprobado: 01 de Marzo de 2023

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