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Revista Med

Print version ISSN 0121-5256On-line version ISSN 1909-7700

rev.fac.med vol.16 no.2 Bogotá July/Dec. 2008

 

EDITORIAL

EDITORIAL

LA LUCHA CONTRA EL CÁNCER EN COLOMBIA

LUIS HERNANDO CAMACHO, MD, MPHa
Department of Research, Oncology Consultants, Houston, Texas

a Correspondencia: lcamacho@oncologyconsultants.com. Dirección postal: Department of Research; Oncology Consultants, P.A.; 925 Gessner. Suite 600. Houston, TX 77024


Anualmente el cáncer causa la muerte a más de siete millones de personas en el mundo, cifra que ha aumentado en un 30% desde 1990 y que para el año 2030 se espera sea de doce millones (Organización Mundial para la Salud, OMS). Las recientes estadísticas de la Sociedad Americana del Cáncer también resultan alarmantes, estimándose que el riesgo de contraer cáncer es de uno por cada dos hombres y de una por cada tres mujeres, sin que en estos cálculos se incluya el cáncer de piel. En la reunión de Ginebra del año 2007, la OMS reportó que el 72% de las defunciones por cáncer se registraban en países de medianos y bajos ingresos, dato que concuerda con las estadísticas colombianas, en las que el cáncer se reporta como la segunda causa de mortalidad después de las enfermedades cardiovasculares y quitando la vida a más de 25,000 personas por año. De ahí la necesidad de tomar conciencia acerca de su prevención, de su temprana detección y de instaurar políticas orientadas a combatirlo de manera inmediata.

Para lograr un mejor entendimiento de los retos que implica declararle la guerra al cáncer y definir la mejor estrategia para esta lucha, es necesario reconocer que por nuestra naturaleza de país en vía de desarrollo y por la idiosincrasia de nuestro pueblo, el uso de los escasos recursos económicos debe ser cuidadoso y responsable; de manera similar, su enfoque debe ser multidisciplinario y comprometer a todos los sectores de la sociedad sin excepción alguna. Es entonces indispensable difundir y aplicar masivamente normas de prevención y campañas de educación ciudadana, intensificar el entrenamiento de los profesionales de la salud y desarrollar una política global de salud nacional en este sentido, dirigida a crear la infraestructura requerida para la generación y el fortalecimiento de líneas de investigación en cáncer, no sólo desde la perspectiva clínica, sino también desde las ciencias básicas y de la salud pública.

Teniendo en cuenta las características geográficas y topográficas del país, es necesario implementar un sistema epidemiológico que permita disponer de datos estadísticos confiables que permitan estimar de una manera veraz la incidencia de los diferentes tipos tumorales en cada una de las regiones colombianas. Una vez desarrollados y activados estos registros de cáncer regionales, se deben analizar las estadísticas que de ellos deriven y asignar así recursos económicos y humanos de manera dirigida y sistemática, con programas de control y de prevención centrados en las patologías tumorales de mayor prevalencia en las áreas respectivas.

Las medidas orientadas a la prevención del cáncer son, muy posiblemente, nuestras mejores aliadas en esta lucha y aunque su implementación se pueda traducir en un incremento inicial de los costos, está bien documentado en los países desarrollados, que son estas medidas las que han llevado a la disminución en la incidencia de la enfermedad y en los costos médicos en general. Otros beneficios observados con esta estrategia son la posibilidad de diagnóstico en estadios más tempranos (con sólo compromiso local o regional), condición que genera mayores posibilidades de cura y que se encuentra asociada a una disminución substancial de los costos relacionados con el tratamiento. A todo esto se suman otras ventajas, como la disminución en el tiempo laboral perdido, los gastos de inversión social, etc.

Las estadísticas reportadas en la literatura por Zambrano (Acta Médica Colombiana, 2002) y Piñeros (Salud Pública de Méjico, 2006) coinciden en que en Colombia, las principales causas de mortalidad por cáncer corresponden a cáncer de estómago, próstata y pulmón entre los hombres y al de útero (cérvix y endometrio), estómago y seno entre las mujeres. Esta distribución contrasta con la de países desarrollados, en donde el cáncer de cérvix tiene una incidencia mucho menor debido al uso masivo de normas de prevención como la citología vaginal y controles médicos rutinarios, esperándose que con la incorporación de programas de vacunación masiva contra el virus del papiloma humano, identificado como agente causal de esta enfermedad, la incidencia diminuya aún más. Este simple análisis nos debe entusiasmar para fortalecer mucho más las campañas preventivas que en la actualidad desarrolla la Liga de Lucha contra el Cáncer, el Instituto Nacional de Cancerología y los diferentes medios de comunicación, con figuras públicas de reconocimiento nacional. Pese a que las estadísticas reportadas por la Liga de Lucha contra el Cáncer demuestran el gran valor de estas campañas ya que este esfuerzo sigue siendo un excelente punto de partida, aún no logramos modificar en Colombia la incidencia de esta malignidad.

Observaciones similares podemos hacer con el cáncer gástrico y es muy interesante el ejemplo de Japón, país en donde la incidencia del mismo está entre las más altas del mundo y en el que la endoscopia gástrica hace parte de los estudios médicos rutinarios que las empresas solicitan a sus empleados. También son interesantes los avances en la lucha contra el tabaquismo logrados por nuestra sociedad durante las últimas décadas. Infortunadamente, estos esfuerzos van a ser reflejados estadísticamente cuatro décadas después de si implementación.

Otro aspecto a considerar en esta lucha es la importancia de la educación. Este aspecto implica implementar y continuar desarrollando los programas existentes de educación escolar, comunitaria, universitaria y profesional, orientados a una toma de conciencia acerca del cáncer y sus implicaciones. Pero como el alcance de la información en las aulas se dificulta en sitios recónditos de nuestra geografía, se debe recurrir a los medios de comunicación masiva de manera rutinaria, con programas íntimamente ligados a los de prevención, asegurando el éxito por ambos frentes. Desde el punto de vista médico, la responsabilidad de educar a los colombianos se establece en diferentes niveles. En primer lugar, hay una responsabilidad directa que recae en las Facultades y Programas Académicos de las Ciencias de la Salud, para lo cual es indispensable diseñar planes de estudio enfocados a la promoción de la salud y a la prevención de la enfermedad, de tal manera que egresen profesionales con una amplia conciencia de la medicina preventiva y capaces de generar y de trabajar en programas y campañas que fomenten estilos de vida saludable. En segundo lugar, es una responsabilidad de cada médico en particular, educar a sus pacientes y a la comunidad, así como velar por la aplicación de las normas de prevención en su práctica diaria. De igual manera, también es deber de las entidades prestadoras de salud, el supervisar la aplicación adecuada de estas normas, mediante modelos de servicio a los pacientes dentro de los diferentes planes de salud.

Sumándose a las campañas de prevención y de educación están los aspectos concernientes al desarrollo sostenido de programas de entrenamiento en investigación en ciencias básicas y clínicas, tanto a nivel de pregrado como de postgrado. La investigación, que debe ser parte integral de la educación porque promueve el pensamiento crítico y estructurado en los individuos, no es de fácil menester a nivel escolar y universitario, porque requiere de tiempo, de personal capacitado y de recursos económicos suficientes que aseguren la continuidad y sostenimiento de los proyectos. De ahí que a nivel educativo se proponga implementar programas sólidos de intercambio científico y docente, con entidades de trayectoria y reconocimiento internacional, que permitan a nuestros profesionales capacitarse y actualizarse en las diferentes áreas de investigación y de asistencia en cáncer, para que a su regreso sean transmisores de nuevos conocimientos y generadores de estrategias viables y novedosas que respondan a las necesidades nacionales. Este tipo de entrenamiento debe ser asumido como parte fundamental en la educación integral de nuestras futuras generaciones de profesionales en Ciencias de la Salud.

En resumen, el cáncer es quizás uno de los problemas epidemiológicos mas graves que afrenta la humanidad en las siguientes décadas. Colombia debe concientizarse de la necesidad de desarrollar una política Nacional de lucha contra esta enfermedad basada en prevención, educación, e investigación mediante el ejercicio constante de estimulación masiva por parte de los medios de comunicación y los entes de salud a nivel local y regional. Este breve análisis pretende estimular la mente de aquellos jóvenes quienes inician carreras encaminadas a combatir esta enfermedad que sin duda alguna afectará a un número mayor de colombianos en los siguientes cinco a diez años. Es también mi objetivo el invitar a la reflexión a todos aquellos profesionales que dirigen nuestra diaria batalla contra el cáncer. Colombia ha sido testigo de enormes avances en este campo pero es de reconocer que aun nos hace falta mucho camino por recorrer en esta larga jornada.

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