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Revista Colombiana de Psicología

Print version ISSN 0121-5469

Rev. colomb. psicol. vol.28 no.1 Bogotá Jan./June 2019

https://doi.org/10.15446/rcp.v28n1.70184 

Artículos

Conceptuación y Medición de la Agresividad: Validación de una Escala

Conceptualization and Measurement of Aggressiveness: Validation of a Scale

Conceito e Medição da Agressividade: Validação de uma Escala

Geraldine Stephanie Bouquet Escobedo1 

Mirna García-Méndez1 

Rolando Díaz-Loving1 

Sofía Rivera-Aragón1 

1 Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ciudad de México, México


Resumen

El objetivo de esta investigación fue construir una escala de agresividad confiable y culturalmente relevante para adultos mexicanos. Se elaboraron 96 reactivos en escala Likert a partir de indicadores obtenidos en un estudio preliminar y de planteamientos teóricos. Participaron voluntarios de la Ciudad de México. Se obtuvieron cinco factores que agrupan 25 reactivos que explican el 61.59 % de la varianza, 0=0.92. En otro estudio, se realizó un análisis factorial confirmatorio que mostró índices de ajuste adecuados. Posteriormente, se obtuvieron correlaciones entre la personalidad y la agresividad. Los resultados muestran que los factores extroversión, afabilidad, responsabilidad y apertura se asocian negativamente a la agresividad; mientras que el neuroticismo se asocia positivamente. Respecto a las diferencias por sexo, los resultados indican que los hombres muestran niveles más elevados de reactividad y las mujeres de frustración. Se concluye que la escala es un instrumento válido y confiable que permite reconocer diferencias entre los cinco grandes factores de personalidad, así como en hombres y mujeres.

Palabras clave: agresión; agresividad; conducta agresiva; psicología social; rasgos de personalidad

Abstract

The objective of this research project was to construct a reliable and culturally relevant scale to measure aggressiveness in Mexican adults. A 96-item Likert scale was designed, on the basis of indicators drawn from a preliminary study and of theoretical formulations. Participants were volunteers from Mexico City. Five factors were obtained that group together 25 items explaining 61.59 % of the variance, 0=0.92. In another study, a confirmatory factor analysis was performed, which showed adequate indexes of adjustment. Subsequently, correlations between personality and aggressiveness were obtained. Results show that the extroversion, affability, responsibility, and openness factors are negatively associated with aggressiveness, while neuroticism is positively associated. With respect to differences by sex, findings indicate that men show higher reactivity levels and women, higher frustration levels. The conclusion is that the scale is a valid and reliable instrument that makes it possible to identify differences among the five big personality traits, as well as between men and women.

Keywords: aggression; aggressiveness; aggressive behavior; personality traits; social psychology

Resumo

O objetivo desta pesquisa foi construir uma escala de agressividade confiável e culturalmente relevante para adultos mexicanos. A partir de indicadores obtidos em um estudo preliminar e abordagens teóricas, foram elaborados 96 reativos na escala Likert. Voluntários da Cidade do México participaram. Cinco fatores, que agrupam 25 itens, que explicam 61,59% da variância, 0 = 0,92, foram obtidos. Em outro estudo, foi realizada uma análise fatorial confirmatória que mostrou taxas de ajuste adequadas. Posteriormente, correlações entre personalidade e agressividade foram obtidas. Os resultados mostram que os fatores extroversão, afabilidade, responsabilidade e abertura estão associados negativamente à agressividade; enquanto o neuroticismo está positivamente associado. Em relação às diferenças por sexo, os resultados indicam que os homens apresentam níveis mais elevados de reatividade e as mulheres de frustração. Conclui-se que a escala é um instrumento válido e confiável, que permite reconhecer diferenças tanto entre os cinco grandes fatores de personalidade quanto entre homens e mulheres.

Palavras-chave: agressão; agressividade; comportamento agressivo; psicologia social; traços de personalidade

LAS EMOCIONES son respuestas biológicamente determinadas que preparan al individuo para la acción, donde particularmente la ira, la activación fisiológica y la vivencia subjetiva de enojo, predisponen de manera particular al ataque o lucha (Lorenz, 1971). Las reacciones emocionales son universales, pero los estímulos que las desencadenan son aprendidos culturalmente, y el impacto que generan depende de factores internos y componentes contextuales mediados por factores cognoscitivos, afectivos y socioculturales. Estos factores determinan la conducta, las posibles consecuencias positivas o negativas, la capacidad de anticipación, así como los patrones de pensamiento y conducta agresiva adquiridos (Alonso-Fernández, 1994; Baumeister & Boden, 1998).

En este contexto, la agresividad tiene diferentes conceptuaciones. Se asume como un estado emocional de adaptación, asociado a pautas de activación psicofisiológica y conductas manifiestas de acuerdo a una determinada cultura (Kassinove & Tafrate, 2005). Es una capacidad vital positiva para vivir y convivir, orientada hacia la interrelación personal y con diferentes funciones vitales (Alonso-Fernández, 1994). Se entiende como una interacción social, en la que no puede haber agresión sin víctima y se requiere de un momento que sitúe a los individuos en una estructura social con valores, expectativas, papeles y estatus que definan los procesos de interacción creados entre ambos (Anderson & Bushman, 2002). En el opuesto, hay autores que la definen como la intención de dañar a una persona de manera física o psicológica (Bandura & Walters, 1974; Chertok, 2009).

A partir de lo citado, la agresividad no se considera un trastorno, salvo que sus niveles de intensidad y frecuencia sobrepasen la función de ajuste y adaptación personal y social (Gordillo, 2010). Se sugiere que cuando una persona reacciona de manera agresiva ante situaciones adversas, y percibe algún tipo de beneficio intrínseco o extrínseco, desarrolla esquemas cognoscitivos y conductuales hostiles que facilitan la apreciación de un mayor rango de conductas como agresivas. Asimismo, se asume como una predisposición a desempeñar comportamientos negativos (Bandura, 1973), es decir, estos esquemas se convierten en patrones de comportamiento cada vez más estables.

Una forma de entender estas respuestas de los individuos es mediante el modelo general de agresión (gam, por sus siglas en inglés) que establece que la experiencia de la agresividad se compone por tres elementos: (a) el estado afectivo, (b) cognoscitivo y (c) de activación o alteración fisiológica (Anderson & Dill, 2000). El estado afectivo se refiere a la vivencia de emociones y sentimientos negativos ante estímulos percibidos como intención de maltrato, amenaza e insulto. El estado cognoscitivo se presenta cuando los estímulos incrementan la susceptibilidad a pensamientos de enojo, ira y hostilidad como filtro de interpretación de la información a recibir. Por último, el estado de activación incluye síntomas propiamente fisiológicos de predisposición agresiva. Se hace énfasis en que la importancia recae no en la alteración corporal, sino en la percepción y atribución que la persona hace de tal alteración (Anderson, Deuser, & DeNeve, 1995).

Entre los elementos físicos, afectivos o cognoscitivos, surge la modalidad cruzada, en la que uno de los estados activa a otros, lo que explica cómo un recuerdo o una emoción puede generar una activación corporal o viceversa y esta, a la vez, una posible agresión (Anderson, Anderson, & Deuser, 1996). Por tanto, a pesar de ser estados diferentes, explican las respuestas agresivas de manera interdependiente. Otro elemento esencial en la agresividad es la apreciación, es decir, la evaluación general de la situación que da lugar a una elección conductual. Puede ser automática, elaborada de manera instantánea con escaso esfuerzo cognoscitivo, referida como la parte emocional del "atacar o huir", o bien, una reapreciación controlada, en la que la persona evalúa la situación de manera global, y valora la importancia de la resolución, las respuestas conductuales disponibles, las expectativas y las consecuencias de su posible conducta (Anderson, Deuser, & DeNeve 1995; Anderson et al., 1996).

Las diferencias individuales dentro de la experiencia y expresión emocional agresiva son multifactoriales y dependen de atributos como la personalidad, la presencia de patología, los procesos atribucionales y la experiencia subjetiva. Dichas características influyen en la capacidad de resolución de problemas y el control emocional. Por lo tanto, la experiencia en el manejo y desarrollo de estos elementos resultan en el establecimiento de modelos conductuales que influyen en la determinación de la personalidad (Ticusan, 2014).

Asimismo, del continuo reforzamiento de respuestas hostiles o agresivas, pueden surgir características estables en los individuos. Al experimentar un gran número de situaciones de agresividad, la percepción de la persona se sensibiliza al grado de afectar su objetividad y umbrales de reactividad. Es decir, el desarrollo de respuestas negativas automáticas basadas en emociones, cogniciones y conductas agresivas persistentes y constantes (Chertok, 2009; Kassinove & Tafrate, 2005; Zaczyk, 2002). Por lo que continuamente las características de personalidad se han posicionado como predictores importantes de la conducta agresiva dado que son relativamente estables (Barlett & Anderson, 2012; Constantinoua, Panayiotoua, Konstantinoua, Loutsiou-Ladda, & Kapardisb, 2011; Sierra, Livianos, Peris, & Rojo, 2011).

La relevancia de este estudio surge ante la necesidad de conocer los indicadores que engloba el fenómeno de la agresividad en la actualidad. Las principales medidas de agresividad se llevan a cabo en situaciones experimentales. Por ejemplo, a través de la prueba de distribución de salsa picante (Lieberman, Solomon, Greenberg, & McGregor, 1999), a partir del paradigma que señala que en muchas culturas la asignación de este estímulo es nocivo y amenazante; la prueba de tangram de daño-ayuda (Saleem, Anderson, & Barlett, 2015), basado en la premisa de que la conducta agresiva y prosocial son antagónicas.

No obstante, los objetivos, recursos y accesibilidad de los proyectos de investigación e intervención pueden variar. Por lo que los cuestionarios de autorreporte son imprescindibles. Uno de los principales cuestionarios que evalúan la agresión es el desarrollado por Buss y Perry en 1992. Sin embargo, al analizar los reactivos que integran el instrumento se pueden cuestionar las cualidades de los factores. Por ejemplo, los reactivos "Le digo abiertamente a mis amigos cuando no concuerdo con ellos" y "Frecuentemente me encuentro no concordando con la gente" se agrupan en el factor de agresión verbal. Sin embargo, no cumple con las tres especificaciones básicas para describir una agresión: (a) conducta observable, (b) con la intención de dañar y (c) que la víctima intentará evitar (DeWall, Anderson, & Bushman, 2012; Krahé, 2013; Zaczyk, 2002). El reactivo "Desconfío de los extraños ampliamente amigables" se integra en el factor hostilidad, definido por Spielberger (1988) como el conjunto de sentimientos y actitudes que motivan las conductas agresivas y vengativas. Por lo que este reactivo se asemeja a un indicador de desconfianza sin llegar a la hostilidad.

Originalmente los instrumentos para evaluar la agresividad por medio del autorreporte contemplan factores como paranoia, venganza y autocontrol (Flores-Galaz, 1989); enojo, hostilidad, agresión física y verbal (Buss & Perry, 1992). Sin embargo, existen elementos recientes extraídos teórica y empíricamente que son dignos de evaluar, como la incomodidad física y emocional (Anderson & Dill, 2000; Krahé, 2013); los sentimientos de superioridad (Bushman et al., 2009); la rumiación y el resentimiento (Kassinove & Tafrate, 2005); y la tendencia a los pensamientos paranoides (Bandura, 1973). Por lo citado, en esta investigación se tuvo por objetivo construir una escala de agresividad confiable y culturalmente relevante para adultos mexicanos, que evalúe los elementos y las dimensiones significativas de la agresividad desde una perspectiva teórico-empírica. Finalmente, se tiene como objetivo conocer la relación entre las dimensiones de agresividad obtenidas y los cinco factores de personalidad.

Método

Estudio 1: Validación y Análisis Factorial Exploratorio

Participantes

Previo a la elaboración de la escala se realizó un estudio con redes semánticas naturales modificadas (Reyes-Lagunes, 1993), en el que se emplearon cinco frases-estímulo. Se aplicó a una muestra no probabilística integrada por 102 participantes voluntarios de la Ciudad de México y área metropolitana, 44 hombres y 58 mujeres, con un rango de edad de 18 a 47 años (M=23, DE=5.8).

Para la validación de la escala, participaron 508 voluntarios, hombres (36.8 %) y mujeres (60.8 %) de la Ciudad de México y área metropolitana, con un rango de edad de 18 a 50 años (m=28, d£=13.8). El 73 % están solteros, el 15 % casados, el 6.7 % en unión libre y el 3.5 % divorciados. En relación con la escolaridad, el 1.8 % cursó la primaria, el 6.9 °% la secundaria, el 6.1 °% carrera técnica, el 53.7 °% la preparatoria, el 27.8 °% la licenciatura y el 3.1 °% un posgrado. Se utilizó un muestreo no probabilístico accidental.

Instrumentos

Escala de agresividad. Resultado de las redes semánticas y con los aspectos teóricos planteados por Anderson y Dill (2000) se procedió a elaborar una escala de agresividad, integrada por 94 reactivos con seis opciones de respuesta que van de 1 (Totalmente en desacuerdo) a 6 (Totalmente de acuerdo).

Procedimiento

Para obtener la muestra, se acudió a lugares públicos, escuelas y centros de trabajo de la Ciudad de México y área metropolitana. Se les pidió a las personas su participación y se les explicaron brevemente los objetivos de la investigación. Se garantizó la confidencialidad y anonimato de sus datos, y se les solicitó que firmaran su consentimiento, leer las instrucciones y responder la escala.

Resultados

Se realizó el análisis psicométrico de los reactivos a través de un análisis de frecuencia. Se procedió a eliminar los reactivos con un sesgo mayor a 1500; los que mostraron una correlación reactivo total menor a .30 y los que con la prueba t de Student para grupos extremos, tuvieron una discriminación >0.05. Como resultado de este análisis se obtuvieron 81 reactivos a los que se les aplicó el índice de adecuación muestral Kaiser-Meyer-Oklin (KMO=.91) y la prueba de esfericidad de Bartlett, que resultó significativa: X2(300)=5535.80, /K.001; con lo que se asume que la matriz es factorizable. Posterior a estos análisis, se llevó a cabo un análisis factorial de componentes principales con rotación ortogonal. El criterio para considerar un reactivo como parte de un factor fue tener un peso factorial igual o superior a 0.40 y que no compartiera peso factorial en otro factor. Resultado del análisis factorial, la escala quedó integrada por 25 reactivos distribuidos en 5 factores (Tabla 1), con valores Eigen mayores a 1, que explicaron el 61.59 % de la varianza total. Al analizar la confiabilidad de la escala total se obtuvo un Alpha de Cronbach de 0.92.

Tabla 1 Matriz de Componentes Rotados 

Nota: 1=Reactividad; 2=Rencor; 3=Procesamiento cognoscitivo negativo; 4=Frustración; 5=Hostilidad hacia la pareja.

Posterior al análisis factorial, se obtuvieron los datos psicométricos de los factores que se describen en la Tabla 2.

Con base en el contenido de los reactivos, se presentan los indicadores y las definiciones de cada uno de los factores (Tabla 3), así como la definición del constructo. La agresividad se conceptúa como la predisposición a responder ante un estímulo aversivo con agresión, reflejada en el pensamiento, el afecto, la alteración psicofisiológica y la conducta.

Tabla 2 Datos Psicométricos de los Factores de la Escala de Agresividad 

Nota: 1=Reactividad; 2=Rencor; 3=Procesamiento cognoscitivo negativo; 4=Frustración; 5=Hostilidad hacia la pareja.

Se realizó un análisis de correlación de Pearson que mostró relaciones positivas significativas entre todos los factores. Las relaciones más altas se encontraron principalmente entre los factores reactividad, rencor y procesamiento cognoscitivo negativo. Otra correlación significativa y alta fue la de los factores rencor y frustración (Tabla 4).

Tabla 3 Descripción e Indicadores de los Factores de Agresividad 

Tabla 4 Correlaciones de los Factores de Agresividad 

Nota: ** p < 05. * p < .01.

Posteriormente, se llevó a cabo una prueba t de Student para muestras independientes para conocer las diferencias significativas entre hombres y mujeres en los factores de agresividad. Se obtuvieron diferencias en dos factores: reactividad t(494)=3.57, p<.001, y frustración t(494)=-3.34, p<.001. Los hombres muestran una mayor tendencia a la reactividad (M=3.40) que las mujeres (m=2.98). Por otro lado, las mujeres puntuan más alto en frustración (M=3.50) que los hombres (M=3.14).

Estudio 2: Análisis Factorial Confirmatorio

Con el objetivo de confirmar la estructural factorial obtenida en el Estudio 1, se procedió a aplicar la escala en una muestra diferente para realizar los análisis pertinentes y comprobar si el modelo de cinco factores muestra un ajuste adecuado de manera consistente.

Participantes

Participaron 480 voluntarios, hombres (48.2 %) y mujeres (51.8 %) de la Ciudad de México y área metropolitana, con un rango de edad de 18 a 57 años (m=26, de= 8.7). El 77% están solteros, el 13.5 % casados, el 6 % en unión libre y el 3.3 % divorciados. En relación con la escolaridad, el 0.8 % cursó la primaria, el 3.7 % la secundaria, el 6.7 % carrera técnica, el 41.2 % la preparatoria, el 45.7 % la licenciatura y el 1.9 % un posgrado. Se utilizó un muestreo no probabilístico accidental.

Procedimiento

Se acudió a lugares públicos, escuelas y centros de trabajo de la Ciudad de México y área metropolitana para aplicar la versión de la escala de agresividad que integraba los 25 reactivos, resultado final del análisis factorial exploratorio. Se solicitó la participación a los individuos y se les explicaron brevemente los objetivos de la investigación. Se garantizó la confidencialidad y anonimato de sus datos y se les pidió que firmaran su consentimiento para responder la escala.

Resultados

Para examinar empíricamente la estructura factorial de la escala, se efectuó un análisis factorial confirmatorio con base en el programa de ecuaciones estructurales (Kline, 2005), mediante el programa AMOS 24. Las varianzas de las variables latentes se fijaron en 1.0. Las varianzas de los términos de error fueron especificadas como parámetros libres. Se empleó el método de estimación de máxima verosimilitud (ML). Los indicadores de bondad de ajuste obtenidos para la escala de agresividad fueron: (a) X2=581.41, g/=258<.001, para evaluar si hay efectos de los grados de libertad en el nivel de significancia de la X2 , se calcula el cociente de X2 entre los grados de libertad (el cociente debe ser < 3; a menor índice, mejor ajuste), entonces 581.41/258=2.2; (b) índice de ajuste comparativo de Bentler, CFI=0.92, el valor debe acercarse a 0.90 (cuanto más cercano sea el valor a 1, mejor ajuste); (c) NFI=0.86; (d) IFI=.92; y (e) raíz cuadrada media de error de aproximación RMSEA=0.05 (LO 90=257.27, HI 90=.397.28), el valor debe ser ≤ 0.05; cuanto menor sea el valor, mejor ajuste. En suma, el modelo (Figura 1) presentó niveles admisibles de ajuste a los datos, lo cual confirma la estructura factorial obtenida en el análisis exploratorio.

Figura 1 Modelo confirmatorio de la Escala de Agresividad. 

Estudio 3: Relación entre la Escala de Agresividad y los Cinco Grandes Factores de Personalidad

A lo largo del estudio de la agresividad, ha sido importante evaluar su relación con variables que se describen como relevantes teórica y empíricamente, como las características y los rasgos de personalidad (Sierra et al., 2011). Por lo tanto, este estudio tiene por objetivo conocer las relaciones entre la personalidad y la escala de agresividad.

Participantes

Participaron 403 voluntarios, hombres (37.2 %) y mujeres (60.5 %) de la Ciudad de México y área metropolitana, con un rango de edad de 18 a 50 años (M=27.8, DE=8.7). El 76.4 % están solteros, el 13.4 % casados, el 6.7 % en unión libre y el 2.7 % divorciados. En relación con la escolaridad, el 1.2 % cursó la primaria, el 5.7 % la secundaria, el 6.5 % carrera técnica, el 52.4 % la preparatoria, el 30.8 % la licenciatura y el 3 % un posgrado. Se utilizó un muestreo no probabilístico accidental.

Instrumentos

Escala de agresividad. Escala integrada por 25 reactivos con seis opciones de respuesta que van de 1 (Totalmente en desacuerdo) a 6 (Totalmente de acuerdo). Descrita en el Estudio 1 de esta investigación.

Inventario de los cinco grandes en español (Benet-Martínez & John, 1998). Este instrumento evalúa el patrón de características psicológicas que se expresan por sí mismas automática y prácticamente en cualquier dominio de funcionamiento psicológico (Benet-Martínez, & John, 1998). Está integrado por 44 reactivos con cinco opciones de respuesta: Muy en desacuerdo a Muy de acuerdo. Contiene cinco factores:

  1. Extroversión (8 reactivos; a=.69): conjunto de rasgos relacionados a actividad y energía, dominancia, sociabilidad, expresividad y emociones positivas.

  2. Afabilidad (9 reactivos; a=.75): señala una orientación prosocial hacia otros con antagonismo, e incluye rasgos como altruismo, sensibilidad, confianza y modestia.

  3. Responsabilidad (9 reactivos; a=.74): describe un control de impulsos socialmente prescritos que facilitan las conductas dirigidas al logro.

  4. Neuroticismo (8 reactivos; a=.75): se refiere a la estabilidad emocional con un amplio rango de afectos negativos, incluyendo ansiedad, tristeza, irritabilidad y tensión nerviosa.

  5. Apertura a la experiencia (10 reactivos; a=.77): describe la amplitud, profundidad y complejidad de la vida mental y experiencial de una persona.

Procedimiento

Se acudió a lugares públicos, escuelas y centros de trabajo de la Ciudad de México y área metropolitana para aplicar la versión de la escala de agresividad y el inventario de personalidad. Se solicitó la participación a los individuos y se les explicaron brevemente los objetivos de la investigación. Se garantizó la confidencialidad y anonimato de sus datos y se les pidió que firmaran su consentimiento para responder el cuestionario.

Resultados

Se llevaron a cabo análisis correlación de Pearson para conocer las asociaciones significativas de los factores de la agresividad con los factores de personalidad. Las correlaciones negativas significativas fueron entre: extroversión y el rencor. La afabilidad con los cinco factores de agresividad; responsabilidad con reactividad; y apertura con la experiencia y la frustración. El factor neuroticismo fue el único que se relacionó de manera positiva y significativa con todos los factores, excluyendo el procesamiento cognoscitivo negativo (Tabla 5).

Tabla 5 Correlaciones de la Agresividad con los Cinco Grandes Factores de Personalidad 

Nota: *p < .05, **p < .01

Discusión y Conclusión

El constructo agresividad es amplio y complejo, y su definición depende del enfoque desde el que es analizado (Chapi, 2012). Sin embargo, su expresión y su presencia (un nivel de reacción ante las situaciones que el individuo percibe como adversas) se reconocen en diferentes dimensiones. Incluye características emocionales como la rabia, el enojo y la frustración; características cognoscitivas, como pensamientos acerca de la intencionalidad de las otras personas, la resolución de problemas y de las situaciones negativas; y componentes conductuales, como la expresión de la agresividad a través de insultos, gritos, golpes o burlas.

Los componentes citados de la agresión se reflejan en los factores que integran la escala que evalúa la predisposición a la agresión, en la que intervienen diferentes indicadores, uno de ellos, los procesos de activación, expresados en la reactividad; los sentimientos y emociones negativas, como el rencor, la impotencia, la intolerancia y la frustración; y la manera en que los individuos interactúan en sus relaciones interpersonales cercanas, como la pareja.

Como lo muestra el factor frustración, el automanejo de las emociones se relaciona negativamente con todo tipo de conducta antisocial tales como agresividad y delicuencia (Inglés et al., 2014). Por ejemplo, existen diferencias individuales respecto al enojo que se consideran relacionadas con altos niveles de agresión afectiva. Debido a que las personas que muestran mayores niveles de enojo por frustración e irritabilidad son personas mayormente reactivas (Krahé, 2013), es decir, sienten la necesidad de responder a las agresiones ajenas en la misma modalidad, sin buscar otra opción conductual más adaptativa. La agresividad afectiva también es nombrada reactiva (Kassinove & Tafrate, 2005), razón por la que también se emplea la palabra reactividad, como se expresa en el factor reactividad, para describir la incapacidad de controlar sus impulsos conductuales y cognoscitivos, y actuar agresivamente.

El factor procesamiento cognoscitivo negativo apoya la noción de Kassinove y Tafrate (2005) que denota que los procesos cognoscitivos son los principales componentes de la agresividad, ya que las distorsiones o exageraciones de características, motivaciones o intenciones atribuidas a una persona, objeto o situación, generan respuestas hostiles. De igual manera, Gelfand y Harrington (2015) señalan que cuando existe una situación de estrés por falta de tiempo o por exceso de estímulos, las personas tienden a mostrarse cerradas y su procesamiento cognoscitivo se torna automático y heurístico. En este estudio, los procesos cognoscitivos aluden a la desconfianza, la envidia y la creencia de que los demás desean hacerle daño. Desde el aspecto cognoscitivo, el factor rencor muestra la relevancia del mantenimiento de sentimientos negativos pasados, ya que facilitan la rumiación, el rencor, la culpa e, incluso, la depresión, los cuales se señalan como causas de la agresión (Beck, Rush, Shaw, & Emery, 2005).

El factor hostilidad hacia la pareja corrobora la presencia de la expresión de la agresividad en relaciones interpersonales, como lo señalan Pastor, Reig, Fontoba y García (2011) al citar que alrededor del 70 % de los episodios agresivos involucran a personas que mantienen lazos cercanos, como la familia, la pareja y los amigos. De manera similar, Inglés et al. (2014) señalan que las personas agresivas tienen más dificultades para desenvolverse en situaciones sociales, principalmente por falta de empatía o en momentos de incertidumbre.

Las relaciones obtenidas entre las diferentes dimensiones de agresividad señalan que las ideas que atribuyen una intención de daño o aversión, al comportamiento de los demás, así como un estado de autodefensa se asocia a sentimientos negativos constantes, como el rencor y la frustración. Es importante señalar que los factores reactividad y frustración mostraron las medias más elevadas en la muestra. Estas características facilitan la mala adaptación a situaciones difíciles, la falta de comprensión y de empatía (Maganto, & Garaigordobil, 2010) en los adultos mexicanos.

Acorde con el modelo general de agresión afectiva (Anderson & Dill, 2000), los pensamientos acerca de la conducta de los demás ocupa un papel central en la agresividad. Lawrence y Hodgkins (2009), señalan que la interpretación de la conducta de los demás por parte de las personas agresivas, suele ser más hostil, intolerante, agresiva y negativa que la de personas no agresivas. Por otro lado, la hostilidad es un estilo de atribución en el que las personas interpretan la conducta de los demás a través de sus esquemas cognoscitivos, concibiendo el comportamiento de otros como peligroso o mal intencionado (Krahé, 2013). Asimismo, la perspectiva de la modalidad cruzada (Anderson et al., 1996) puede explicar las relaciones obtenidas entre los factores que componen el constructo de agresividad, debido a la interrelación propuesta entre los estados afectivo, cognoscitivo y de activación.

Las actitudes de malestar y hostilidad hacia la pareja se relacionaron con la reactividad. Pastén, Lobos y Mosqueda (2011) señalan que después de un episodio de agresividad, comienzan de forma característica, intercambios aversivos con personas cercanas. A diferencia, las conductas agresivas hacia extraños son menos frecuentes.

Respecto a las diferencias por sexo, Krahé (2013) sugiere que existe una legitimación de la agresión para los hombres, a través de guiones de comportamiento adquiridos de manera vicaria y directa por medio de la sociedad. Las actitudes y conductas agresivas se perciben como prueba de masculinidad, por lo que son perpetuadas de igual manera por los medios de comunicación, el medio social y la conducta de los pares (Pastén et al., 2011). Actualmente en el caso de las mujeres, se sugiere que muestran mayor tendencia al estrés, la ansiedad, la tristeza y la desesperación por razones biológicas y sociales (Cochran & Rabinowitz, 2000). Sin embargo, se sugiere realizar otras investigaciones para profundizar sobre el tema.

Los rasgos de personalidad son una tendencia general a experimentar la vida de manera positiva o negativa (Andrés, Canet, Casteñeiras, & Richaud, 2016). Desde la adolescencia, los rasgos de personalidad se presentan en el desarrollo de la agresividad en el ámbito social, principalmente los que reflejan impulsividad, búsqueda de sensaciones, neuroticismo y baja afabilidad (Hernández-Ardieta, 2013; Kokkinos & Voulgaridou, 2017; Xie, Chen, Lei, Xing, & Zhang, 2016).

Las personas extrovertidas son típicamente más sociables, buscan la interacción constantemente, y tienden a ser activas y asertivas. Por lo que se asumen como personas que buscan estrategias que puedan facilitar el aliviar su tensión y ansiedad, ya que estar en constante interacción facilita la liberación de emociones negativas (Valderrama, Campos, Vera, & Castelán, 2009). Por lo tanto, la extroversión favorece la flexibilidad de pensamiento y el desarrollo la reevaluación cognoscitiva como estrategia de regulación emocional. Esto incluye las emociones positivas y gratificantes, la asertividad y la búsqueda de nuevas perspectivas frente a las problemáticas diarias (Andrés et al., 2016; Hernández, 2012). De manera similar, los hallazgos de Buss y Perry (1992) muestran que la agresión se asocia negativamente a la sociabilidad como rasgo de personalidad.

El factor afabilidad se relacionó negativamente con todos los factores de agresividad. Las personas que se preocupan por los demás muestran una actitud positiva dentro de las relaciones interpersonales, mantienen conductas prosociales y altruistas (John & Srivastava, 1999). Las personas con alta afabilidad se asocian a emociones y actitudes positivas, y actitudes negativas hacia la venganza y la violencia. Por el contrario, las personas con baja afabilidad tienden a percibir y atender estimulos hostiles, a mantener atribuciones antisociales y reforzar esquemas agresivos (Barlett & Anderson, 2012).

El factor responsabilidad se caracteriza por seguir normas, planear, organizar, ser meticuloso y priorizar (John & Srivastava, 1999), lo que les permite mantener el orden y el control de su ambiente. Un nivel adecuado de responsabilidad podría ser un factor protector que permita la previsualización y planeación de opciones alternas y que evite las respuestas agresivas ante situaciones estresantes y amenazantes. Debido a que no se encontraron relaciones significativas estadísticamente. La res-ponsibilidad también se ha asociado negativamente con las emociones negativas como el enojo y con la agresión física (Buss & Perry, 1992).

El neuroticismo caracterizado por la tendencia a experimentar un estado de ánimo disfórico y la presencia de tensión constante (John & Srivastava, 1999; McCrae & Costa, 2011), se relacionó positivamente con todos los factores de agresividad, menos con el factor procesamiento cognoscitivo negativo. El neuroticismo se asocia a la agresión debido a su influencia en las emociones negativas, principalmente, debido a que las personas agresivas reaccionan de manera desproporcional a estímulos amenazantes, así como a cambios emocionales repentinos (Barlett & Anderson, 2012; Grumm & Von Collani, 2009; John & Silvastrava, 1999; Kamaluddin, Md, Othman, Ismali, & Mat, 2014; Sierra et al., 2011; Teng & Liu, 2013). La sensibilidad emocional (emotionality en inglés) es una característica de las personas con tendencia a experimentar tensión, preocupación, miedo y un estado de ánimo disfórico, razones por las que se asocia positivamente al neuroticismo (Acevedo et al., 2014; Aron & Aron, 1997); y, a su vez, positivamente con los factores enojo y hostilidad (Buss & Perry, 1992). De manera consistente, en esta investigación cuatro de los cinco factores de la escala de agresividad se asociaron positivamente con este factor.

Diversos autores (John & Silvastrava, 1999; Kokkinos & Voulgaridou, 2017) sostienen que el factor apertura a la experiencia se correlaciona positivamente con la agresividad, debido a que sugieren que la búsqueda de sensaciones favorece la implementación de estrategias novedosas para provocar daño a los demás. Ejemplo de ello son las nuevas modalidades de bullying que se dan a conocer día a día. Esta asociación no se replicó en esta investigación. Por lo que se sugiere profundizar en el estudio de la relación entre este factor y agresividad.

Finalmente, la agresividad desadaptativa se caracteriza por presentarse de manera excesiva en cuanto a frecuencia y duración; o un nivel de agresividad desproporcional al acontecimiento desencadenante, fenómeno que de acuerdo con Kassinove y Tafrate (2005) afecta el desempeño y desarrollo de la persona en su vida diaria, al perturbar su estado de alerta, lo que favorece la liberación de conductas específicas de agresividad, y disminuye su capacidad de adaptación. Las características descritas de la agresividad se asocian a consecuencias negativas en el desarrollo de las personas (Gordillo, 2010); por ejemplo, se presentan dificultades en el ámbito académico, la amplia gama de las relaciones interpersonales (violencia hacia la pareja o la familia), uso de drogas, desempleo, divorcio y trastornos de salud física y mental.

Se concluye que esta escala muestra la integración de indicadores presentes en la teoría (e. g., reactividad, hostilidad, sentimientos negativos), así como indicadores significativos para describir personas (e. g., explosivas, groseras) y situaciones (e. g., malestar, inseguridad). Asimismo, que la estructura factorial y las propiedades psicométricas obtenidas en este estudio son las adecuadas para adultos de la Ciudad de México. Por lo que se aporta con un instrumento válido, confiable y relevante en la sociedad mexicana para evaluar la tendencia a responder de manera desadaptativa, propiamente agresiva, ante situaciones negativas. Es conveniente seguir investigando sobre la medición del constructo de la escala en muestras más amplias, así como en contextos diferentes, para establecer la solidez de las cualidades psicométricas de la escala.

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Cómo citar este artículo: Bouquet Escobedo, G. S., García-Méndez, M., Díaz-Loving, R., & Rivera-Aragón, S. (2019). Conceptuación y medición de la agresividad: validación de una escala. Revista Colombiana de Psicología, 28, 115-130. https://doi.org/10.15446/rcp.v28n1.70184

Recibido: 02 de Febrero de 2018; Aprobado: 28 de Agosto de 2018

La correspondencia relacionada con este artículo debe dirigirse a la Dra. Geraldine Stephanie Bouquet Escobedo, e-mail: stephanie.bouquete@gmail.com. Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, Edificio de Gobierno, 1er Piso, Av. Guelatao No. 66 Col. Ejército de Oriente, Iztapalapa, 09320, Ciudad de México, México.

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