SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.28 número2¿Cómo no Están de Acuerdo las Parejas? Un Análisis de los Perfiles de Resolución de Conflictos y la Calidad de las Relaciones RománticasCompromiso, Autorregulación e Intimidad en Parejas en Cohabitación: un Estudio Exploratorio en Bogotá, Colombia índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Revista Colombiana de Psicología

versión impresa ISSN 0121-5469

Rev. colomb. psicol. vol.28 no.2 Bogotá Jul/Dic. 2019

https://doi.org/10.15446/rcp.v28n2.72891 

Artículos

Diferencias de Género en Distintas Dimensiones del Vínculo Humano- Perro: Estudio Descriptivo en Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Gender Differences in Diverse Dimensions of the Human-Canine Bond: A Descriptive Study in the Autonomous City of Buenos Aires

Diferenças de Gênero em Distintas Dimensões do Vínculo Humano-Cão: Estudo Descritivo em Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Marcos Díaz Videla1 

María Alejandra Olarte1 

1Universidad de Flores, Laboratorio de Investigación en Antrozoología (LIABA) de Buenos Aires Argentina


Resumen

Las mujeres parecen presentar más respuestas de afecto positivo hacia los animales. Sin embargo, hombres y mujeres refieren tener un vínculo intenso con sus mascotas. Los estudios sobre el tema han recibido diversos cuestionamientos. Considerando esto, se realizó un estudio descriptivo que comparó hombres y mujeres adultos custodios de perros (n=425) en tres grupos etarios (i.e., jóvenes, mediana edad y mayores), en seis dimensiones relacionales (i.e., interacción, cercanía emocional, costos, antropomorfismo, voluntad de adaptación y beneficios). Las mujeres mostraron mayores puntajes de cercanía emocional y antropomorfismo. Además, solo los hombres jóvenes mostraron mayor percepción de costos que las mujeres jóvenes. No se observaron diferencias en las demás dimensiones de acuerdo con el sexo del custodio. Se discute la significancia de los resultados considerando algunos aspectos sociocognitivos potencialmente implicados.

Palabras clave: antrozoología; animal de compañía; diferencias de género; mascota; vínculo humano-animal

Abstract

Women seem to show more positive affection responses toward animals. However, men and women reported having an intense bond with their pets. Studies on the topic have been questioned for different reasons. Taking this into account, a descriptive study was carried out, comparing adult male and female dog-owners (n=425) belonging to three age groups (i.e., young, middle-aged, and seniors), in six relational dimensions (i.e., interaction, emotional closeness, costs, anthropomorphism, will to adapt, and benefits). Women scored higher in emotional closeness and anthropomorphism. Only young men showed a greater perception of costs than young women. No differences were observed regarding the sex of the dog-owner in the other dimensions. The article discusses the significance of the results, considering some potentially involved socio-cognitive aspects.

Keywords: anthrozoology; companion animal; gender differences; pet; human-animal bond

Resumo

As mulheres parecem apresentar mais respostas de afeto positivo aos animais. Contudo, homens e mulheres referem ter um vínculo intenso com seus animais de estimação. Os estudos sobre o tema vêm recebendo diversos questionamentos. Nesse sentido, foi realizado um estudo descritivo que comparou homens e mulheres adultos donos de cães (n=425) em três grupos etários (jovens, idade média e mais velhos), em seis dimensões relacionais (interação, aproximação emocional, custos, antropomorfismo, vontade de adaptação e benefícios). As mulheres mostraram maiores pontuações de aproximação emocional e antropomorfismo. Além disso, somente os homens jovens mostraram maior percepção de custos que as mulheres jovens. Não foram observadas diferenças nas demais dimensões de acordo com o sexo do dono. Foi discutida a significância dos resultados considerando alguns aspectos sociocognitivos potencialmente implicados.

Palavras-chave: animal de companhia; animal de estimação; antrozoologia; diferenças de gênero; vínculo humano-animal

LOS ANIMALES de compañía desempeñan importantes roles en múltiples facetas de la vida de las personas con las que conviven. Aproximadamente un 90% de los dueños de mascotas refieren considerarlas miembros de la familia (e.g., Cain, 1985; Cohen, 2002; Díaz Videla & Olarte, 2016). En la actualidad, los animales de compañía se configuran como una característica siempre presente en la vida familiar en la cultura occidental (Serpell & Paul, 2011). Tanto hombres como mujeres refieren tener una intensa relación personal con sus perros y utilizan términos descriptivos que habitualmente se reservarían para miembros de la familia (Mallon, 1993).

Una relación implica una serie de interacciones entre dos individuos conocidos entre sí, las cuales son el resultado de una sucesión de intercambios a través de un período de tiempo limitado, y que tomarán un curso influenciado por ambos participantes (Hinde, 1976, 1987). El tipo de relación que las personas establecen con sus animales de compañía generalmente excede esta conceptualización, por lo que suele ser referida como un vínculo.

El vínculo humano-animal es definido por la Asociación Americana de Medicina Veterinaria como "una relación dinámica y mutuamente beneficiosa entre personas y otros animales que es influenciada por comportamientos esenciales para la salud y el bienestar de ambos" (Wollrab, 1998, p. 1675). Esta definición va más allá de la conceptualización de la relación humano-animal dada, la cual se basa en comportamientos, puesto que incorpora componentes emocionales y psicológicos, afirmando que el vínculo humano-animal es mutuamente beneficioso (Hosey & Melfi, 2014).

Así, se ha destacado que la relación -a priori- humano-perro incluye una amplia variedad de dimensiones. Entre estas se han destacado las interacciones (i.e., actividades compartidas), los componentes afectivos que generan un sentimiento de proximidad emocional, los costos de hacerse cargo del animal (Dwyer, Bennett, & Coleman, 2006) y los beneficios que las personas derivan de la relación con sus animales (e.g., realizar mayor actividad física o favorecer el establecimiento de relaciones sociales; Díaz Videla & Olarte, 2016). Además, algunos autores han destacado la tendencia a atribuirle pensamientos y características humanas a las mascotas (i.e., antropomorfismo; McBride, 1995), así como su tendencia complementaria, definida como la voluntad humana para adaptarse a otro que no es humano (e.g., Dotson & Hyatt, 2008).

Mientras el vínculo humano-animal parece ser un descubrimiento reciente, los animales han sido valorados como compañeros desde el inicio de la historia, así lo evidencian las percepciones de culturas antiguas acerca de los animales como compañeros, guías espirituales, figuras del folklore y símbolos de estatus (Walsh, 2009). Por ejemplo, en la antigua Grecia y Roma el entierro de animales seguía el patrón de entierro de humanos. Los animales de compañía no eran enterrados en cementerios de mascotas sino en cementerios compartidos con humanos, y lápidas o sarcófagos del tamaño adecuado designaban el lugar de su entierro. Los epitafios indican que los perros eran los animales con mayor cantidad de entierros, esto da cuenta de la intensidad afectiva recíproca de la relación. Dichos epitafios eran escritos tanto por hombres como por mujeres, pertenecientes a todos los sectores económicos, sociales e intelectuales (Bodson, 2000).

Desde entonces, la tenencia de animales como compañeros ha sido una práctica ampliamente extendida durante buena parte de la historia de la humanidad y alrededor de todo el mundo. Posibles excepciones son el período medieval y el de la Europa moderna temprana, donde a causa de la mayor influencia religiosa, las actitudes de afecto y proximidad hacia los animales de compañía fueron menos aceptadas. Las actitudes menos favorables en este sentido se modificaron gradualmente en Europa y otras partes del mundo occidental desde el siglo XVII en adelante, a partir de la declinación del antropocentrismo imperante (Serpell, 1996, 2016).

Tanto las actitudes históricas, como las creencias y valores religiosos e ideológicos, y diversas prácticas definidas culturalmente, permitirían dar cuenta del modo en que los animales de compañía son considerados y tratados por las personas (Serpell, 2011). Así, la antrozoología se ha dedicado a estudiar la influencia de múltiples factores y las diferencias individuales entre diversos grupos poblacionales en los vínculos humano-animal (Díaz Videla, 2017). De este modo, las diferencias de género también fueron estudiadas en relación con los animales.

Es ampliamente aceptado que, en la mayoría de las sociedades occidentales, las mujeres parecen exhibir más respuestas de afecto positivo hacia los animales y estar más preocupadas por su bienestar que los hombres (Serpell, 2011). Un estudio mostró que de un grupo de estudiantes universitarios ingleses (n=229) y japoneses (n=212), las mujeres de ambos países presentaban una mayor tendencia a considerarse a sí mismas como pares de los perros y a oponerse más a la eutanasia, en comparación con los hombres, quienes tendían a considerarse superiores a los animales (Miura, Bradshaw, & Tanida, 2000). También se encontró que las mujeres tenían actitudes más empáticas hacia los animales, mientras que los hombres manifestaban conductas más utilitaristas frente a estos, aunque esto solo se manifestaba en áreas rurales y no en zonas urbanas (Hills, 1993). De un modo similar, al comparar las perspectivas de un grupo de adultos (n=422) sobre la explotación de animales, las mujeres tendían a manifestar mayor desaprobación hacia la utilización de animales cuando estos resultan dañados, como en la cacería o las peleas (Wells & Hepper, 1997).

Recientemente, Amiot y Bastian (2017) realizaron ocho estudios (n=1100) donde encontraron que las mujeres manifestaban mayor solidaridad hacia los animales. Sobre esta investigación, Herzog (2017) destacó que las magnitudes de las diferencias actitudinales hacia los animales entre hombres y mujeres se han mostrado variables en los distintos estudios.

Además de las diferencias de género en las actitudes hacia los animales en general, también se estudiaron las diferencias actitudinales y en las interacciones con los animales de compañía. En este segundo grupo de estudios se han presentado importantes desacuerdos.

Si bien la misma proporción de hombres y mujeres conviven con estos animales (e.g., Marx, Stallones, Garrity, & Johnson, 1988; Parslow, Jorm, Christensen, Rodgers, & Jacomb, 2005), en lo que respecta a la intensidad del apego (i.e., intensidad emocional percibida) hacia las mascotas, existen evidencias contradictorias en las investigaciones sobre diferencias de género. Mientras que algunos estudios no encontraron diferencias significativas (e.g., en niños; Stevens, 1990; Williams, Muldoon, & Lawrence, 2010 y en adultos; Stallones, Marx, Garrity, & Johnson, 1988), la mayor parte de estos encontraron que las mujeres mostraban mayores puntajes en escalas de apego hacia sus animales de compañía (e.g., en niños; Kidd & Kidd, 1985; Melson, Peet, & Sparks, 1991; y en adultos; Dotson & Hyatt, 2008; Poresky & Daniels, 1998; Reid & Anderson, 2009).

Entre estos últimos, por ejemplo, se encuentra el estudio realizado por Fatjó, Darder, Calvo, Bowen y Bulbena (2013) . Ellos utilizaron una versión de la escala Monash Dog-Owner Relationship Scale (MDORS; Dwyer et al., 2006) para evaluar 34 parejas conformadas por un hombre y una mujer que convivían con un perro de compañía. Los autores encontraron que las mujeres habían tenido puntajes significativamente mayores que los hombres en cuanto a la proximidad emocional hacia sus animales, así como en la intensidad y diversidad en las interacciones con estos, aunque no respecto a la percepción de costos de la relación.

Sin embargo, otros estudios no encontraron que hubiera diferencias de género en la interacción con los animales de compañía. Se halló que, de acuerdo con la percepción de los padres respecto a las interacciones de un grupo de 707 niños con sus mascotas, tanto niños como niñas mostraban igual grado de interés hacia los animales (Melson & Fogel, 1996). Otro estudio evaluó las interacciones y la intensidad de apego de un grupo de 25 dueños y sus perros. En este caso, si bien las mujeres tendían a hablar a sus perros más que los hombres y presentaban menor latência para empezar a hablar, no hubo diferencias de género respecto de comportamientos afiliativos, de juego, caricias, ni tampoco en los puntajes en las escalas de intensidad de apego (Prato-Previde, Fallani, & Valsecchi, 2006).

En esta última línea, también se encuentra el estudio de Mallon (1993) , quien observó los comportamientos de hombres (n=2o) y mujeres (n=2o) al interactuar con sus perros en la sala de espera de una clínica veterinaria en Nueva York. El autor observó que cuatro mujeres tenían a su perro con un abrigo, mientras que ningún hombre lo hacía. Además, las mujeres evidenciaron una leve tendencia mayor a hablarles y a alzarlos en comparación con los hombres; esto a su vez se asociaba con que los perros de las mujeres tendían a ser más pequeños. Sin embargo, el autor no encontró diferencia en la frecuencia, cantidad y tipos de contactos físicos hacia los perros, incluyendo en igual medida comportamientos afectivos y de búsqueda de alivio del animal como caricias y masajes.

Entonces, si bien las investigaciones coinciden en que las mujeres muestran actitudes más positivas hacia los animales en general, al estudiar los vínculos con animales de compañía, el panorama no es tan claro. Algunos estudios muestran mayor afecto y cercanía relacional en mujeres, mientras que otras investigaciones no encuentran diferencias significativas.

Debido a las discrepancias en los distintos estudios, Herzog (2007) intentó esclarecer un poco esta cuestión. Realizó una revisión de los trabajos publicados acerca de las diferencias de género en diversas áreas de la interacción humano-animal, incluyendo el apego a las mascotas, el proteccionismo, la cacería, la explotación animal y la zoofilia. El autor encontró que dichas diferencias resultaban muy poco significativas en cuanto a las interacciones habituales, por ejemplo, en cuanto al apego emocional a los animales de compañía. El autor expuso que había una superposición considerable en la mayoría de las áreas, con más variación dentro del mismo sexo que entre sexos.

Sin embargo, halló una marcada diferencia respecto a los comportamientos más extremos: el abuso hacia los animales estaba fuertemente asociado a los hombres, mientras que el activismo en defensa de los animales resultaba más común en las mujeres.

Así, para este autor resulta evidente que las diferencias entre géneros de custodios respecto al modo en que piensan y se comportan hacia otras especies, depende del tipo de interacción. Además, considera necesario contemplar otros factores como la especie del animal de compañía y la nacionalidad del custodio. Por ejemplo, en el estudio de Daly y Morton (2003) si bien no hubo diferencias en el apego de niños y niñas hacia los perros, sí los hubo hacia los gatos. Al-Fayez, Awa-dalla, Templer y Arikawa (2003) encontraron que en Kuwait los patrones de apego de niños hacia los animales de compañía eran más similares a los de sus padres que los de sus madres, a diferencia de lo observado en Estados Unidos.

Por último, en la revisión mencionada (Herzog, 2007) se destacó que la mayor parte de los estudios no informaba el tamaño del efecto de las diferencias (i.e., la magnitud de las diferencias promedio). De este modo, se solicitó a los investigadores que informaran estas medidas, así como las medias y los desvíos, al estudiar las diferencias de género.

Según lo expuesto, este estudio se propuso aportar información al estudio de las diferencias de género en el vínculo humano-animal a partir de distintas dimensiones relacionales, delimitándose al ámbito de Ciudad de Buenos Aires y a la tenencia de perros de compañía.

Método

Diseño

Con el objetivo de describir diferencias en la relación humano-perro en múltiples dimensiones según el género del custodio, se realizó un estudio transversal, descriptivo, mediante encuestas a una muestra no probabilística de adultos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El planteamiento no incluyó hipótesis, sino que se orientó a conocer las características del fenómeno y a realizar descripciones comparativas entre grupos y subgrupos de personas (Hernández-Sampieri, Fernández-Collado, & Baptista, 2010; Montero & León, 2007).

Participantes

Este estudio contó con una muestra incidental de 425 participantes, entre 21 y 95 años de edad (M=42.96, DE=16.08), de los cuales 119 fueron hombres y 306 mujeres, representando el 28% y el 72% de la muestra, respectivamente.

Solo se incluyeron custodios mayores de 21 años que residían en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cohabitando con un perro como animal de compañía por más de un año, considerándolo como propio.

Instrumento

Se confeccionó un cuestionario sociodemográfico en el que se reflejaron algunas características tanto del dueño, como del animal de compañía y de la relación entre ambos. También se utilizó la escala de relación humano-perro MDORS (Dwyer et al., 2006), la cual cuenta con tres subescalas:

Interacción dueño-perro (IDP). Esta escala refleja actividades generales relacionadas con ocuparse del perro -por ejemplo, el aseo de este-, y también actividades de mayor intimidad, como besar y abrazar al perro (a de Cronbach .72).

Cercanía emocional percibida (CEP). Este instrumento se encuentra ligado a conceptos como apoyo social, vínculo y apego (a de Cronbach .78).

Costos percibidos (CP). Este instrumento se refiere a los costos de cuidar a un perro de compañía, incluyendo aspectos monetarios, incremento en las responsabilidades y restricciones que tiene el dueño debido a la tenencia del perro (a de Cronbach .78).

En tanto las subescalas no deben sumarse (Dwyer et al., 2006) y se han analizado como distintas dimensiones, en adelante se hará referencia a estas como escalas independientes. También se utilizaron las escalas:

Antropomorfismo (A). Extraída de Boya, Dotson y Hyatt (2012) , refleja el grado en que los dueños les atribuyen características humanas a sus perros y los consideran en términos humanos. Incluye actitudes como considerar al perro como hijo, y comportamientos como festejarle el cumpleaños (a de Cronbach .82).

Voluntad de adaptación (vp). Extraída de Dotson y Hyatt (2008) , evalúa el grado en que los dueños están dispuestos a hacer cambios y acomodaciones para incorporar a sus perros a sus vidas. Incluye cambios en la organización del hogar y en las compras (a de Cronbach .67).

Beneficios percibidos (BP). Extraída de Díaz Videla y Olarte (2016) , refleja la percepción de beneficios emocionales e instrumentales que los custodios derivan de la relación con sus perros. Incluye beneficios ligados a mayor ejercitación o mayor sentimiento de seguridad (a de Cronbach .80).

Para cada una de las escalas se incluyeron ítems adicionales extraídos de técnicas similares y de la revisión de la literatura. Con el propósito de contar con reactivos que pudieran detectar un rango suficiente de variabilidad en las respuestas, se retuvieron solo los reactivos que tuvieran coeficientes de asimetría y curtosis entre ±2, el cual fue establecido como adecuado (ver George & Mallery, 1994), reemplazando los demás con reactivos adicionales incorporados.

La adaptación de todas las escalas se describe en detalle en Díaz Videla (2016) . La configuración de las escalas que fue utilizada en el análisis de datos se consigna en la Tabla 1.

Para las subescalas de MDORS se utilizó el formato original de respuestas y para las demás escalas se usó una escala de formato Likert de cinco puntos, que oscilaba entre 1 (totalmente en desacuerdo) y 5 (totalmente de acuerdo).

Tabla 1  Escalas y Reactivos Utilizados en la Evaluación de la Relación Humano-Perro  

Procedimiento

Para la utilización de la técnica MDORS, se solicitó permiso formal tanto a los autores como a la Universidad de Monash; esta autorización fue brindada expresamente por Bennet.

Se realizaron encuestas solo en formato papel, que fueron administradas en diversos parques y plazas de la ciudad, así como a clientes de dos comercios de artículos de mascotas, una veterinaria, un centro de salud barrial y una escuela de artes, sin ningún criterio de selección previo. Todos los participantes fueron informados acerca del objetivo de la investigación, y de su carácter anónimo y voluntario. La recolección de encuestas se realizó durante el primer semestre de 2015, y fue procedida por el análisis de datos cuantitativos durante el año siguiente.

Análisis de Datos

Para el análisis estadístico de datos se empleó el IBM SPSS 20.0 para Windows. En los análisis cuyas variables dependientes tenían nivel de medición ordinal, se empleó la prueba no paramétrica u de Mann Whitney (e.g., comparación de hombres y mujeres en el tamaño del perro). Para estudiar la asociación de variables categóricas (e.g., género del custodio y sexo del perro), se empleó la prueba chi cuadrado. En las comparaciones entre dos grupos de sujetos (e.g., hombres vs. mujeres) en variables cuantitativas se empleó la prueba t de Student para muestras independientes, computando el tamaño del efecto con g de Hedges. Las variables extraídas de los puntajes brutos de las escalas psicométricas se trabajaron como variables con nivel de medición intervalo, razón por la cual se utilizaron modelos de ANOVA, incorporando como factores intersujeto la Franja Etaria (Jóvenes vs. Adultos vs. Adultos mayores) y el Género (Masculino vs. Femenino). La franja etaria se dividió en función de definir tres tercios de la muestra con relación a la edad. A partir de estos valores percentiles, el grupo de adultos más jóvenes quedó definido por sujetos de entre 21 y 33 años, el intermedio de adultos entre 34 y 48, y el de adultos mayores por mayores de 48. Se empleó la prueba DMS como método para las comparaciones post hoc. El tamaño del efecto de los factores y sus interacciones fue computado a través del eta cuadrado parcial p 2 ). En todas las pruebas estadísticas se estableció el nivel de significación α=.05.

Resultados

El género de los custodios mostró que los hombres tuvieron perros de un tamaño significativamente mayor que las mujeres (z=2.35, p<.05) y que estas habían convivido un porcentaje mayor de sus vidas con perros que los hombres, t(407)=2.38, p<.05, g=.26. A su vez, las mujeres indicaron pasar mayor cantidad de horas diarias con sus perros, t(417)=2.16, p<.05, g=.23.

Hombres y mujeres no mostraron diferencias significativas respecto del sexo del perro, esterilización del animal, ni tampoco respecto de que el perro fuera de una raza determinada (ps>.19). Tampoco se observaron diferencias con relación a la cantidad de mascotas en el hogar (considerando perros y gatos) entre hombres y mujeres, p<.48, g=.07, ni tampoco cuando se comparó la cantidad de perros o gatos por separado, ps>.23, gs<.13.

A continuación, se presentan los resultados de los diseños factoriales que exploraron la incidencia de las variables sexo y franja etaria sobre las puntuaciones en las escalas sobre las dimensiones relacionales (ver Tabla 2).

Tabla 2  Media y Desviación Estándar de las Escalas Interacción Dueño-Perro (IDP), Cercanía Emocional Percibida (CEP), Costos Percibidos (cp), Antropomorfismo (A), Voluntad de Adaptación (VA) y Beneficios Percibidos (BP), en Función de la Franja Etaria y el Género del Custodio.  

Nota: Interacción Dueño-Perro (IDP), Cercanía Emocional Percibida (CEP), Costos Percibidos (cp), Antropomorfismo (A), Voluntad de Adaptación (VA), Beneficios Percibidos (BP). **: p<.01.

IDP. El anova arrojó un efecto principal signi ficativo del factor franja etaria, F(2,389)=4.66, p<.05, η p 2 =.023, mientras que sexo y la interacción entre los factores tuvieron efectos no significativos, Fs>0.91, η p 2 s<.002. La prueba post hoc mostró que los adul tos mayores presentaron valores significativamente menores que los adultos, p<.01, y los jóvenes, p<.01.

CEP. Se observó un efecto principal signifi cativo de sexo, F(1,404)=19.41, p<.001, η p 2 =.046, evidenciando que las mujeres presentaron valores significativamente mayores que los hombres. El factor franja etaria y la interacción entre factores mostraron efectos no significativos, Fs<.96, η p 2 s<.012.

CP. Se halló un efecto principal significativo de franja etaria, F(2,398)=10.62, p<.001, η p 2 =.051, y de la interacción franja etaria x sexo, F(2,398)=5.466, p<.001, η p 2 =.027, mientras el efecto de sexo no fue significativo, η p 2 =.003. La prueba post hoc mostró que los jóvenes perciben más costos, tanto en comparación con los adultos, p<.05; como con los adultos mayores, p<.001; y que los adultos perci bieron más costos que los adultos mayores, p<.05. Cuando se exploró el efecto en función del sexo, se observó que los hombres percibieron más costos que las mujeres únicamente entre los jóvenes, p<.01.

A. Las mujeres presentaron puntuaciones más elevadas que los hombres, lo que quedó reflejado en el ANOVA al arrojar efecto principal significa tivo de sexo, F(1, 400)=8.80, p<.01, η p 2 =.022. Los efectos de franja etaria y la interacción no fueron significativos, Fs<2.40, η p 2 s<.013.

VA. Si bien no se observaron efectos signi ficativos de sexo y la interacción sexo x franja etaria, Fs<2.36, η p 2 s<.007, la franja etaria presentó un efecto principal marginalmente significativo, F(2, 394)=2.89, p=.057, η p 2 =.014. El análisis post hoc mostró que los adultos mayores tuvieron puntua ciones menores que los adultos, p<.05; y los adultos mayores también mostraron una tendencia a la significación en igual dirección con respecto a los jóvenes, p=.067.

BP. No se observaron significaciones aso ciadas a ninguno de los factores ni tampoco su interacción, Fs<2.14, η p 2 s<.006.

Las comparaciones de acuerdo al sexo en las distintas dimensiones relacionales evaluadas se expresan en la Figura 1.

Figura 1. Puntajes en las escalas evaluadas en función del género del custodio 

Discusión

En este estudio, hombres y mujeres no mostraron diferencias respecto a la cantidad de animales en el hogar, considerando el número de perros y gatos en conjunto, y por separado. Sin embargo, los hombres tuvieron perros de mayor tamaño que las mujeres. Esta diferencia fue observada en otros estudios (e.g., Mallon, 1993). Es posible que esta diferencia se relacione tanto con cuestiones prácticas -por ejemplo, el manejo del animal-, como con aspectos más ligados a la identidad social del custodio. Se ha descrito que los custodios utilizan sus perros como accesorios para mostrar sus propias identidades de género (Ramirez, 2006).

Hombres y mujeres no mostraron diferencias respecto a la intensidad de la interacción con sus perros, a pesar de que las mujeres indicaron pasar mayor cantidad de horas diarias con sus perros. Esto coincidió con los resultados de investigaciones donde se halló que los custodios adultos no mostraban diferencias a partir de su género en los comportamientos de juego y de brindar cuidados al interactuar con sus perros (Herzog, 2007; Prato-Previde et al., 2006).

Por otro lado, estos datos se contraponen a los encontrados por Fatjó et al. (2013) quienes sí habían hallado diferencias en esta dimensión. Este estudio se realizó en España, consideró solo 68 participantes, y utilizó un método particular para seleccionar parejas heterosexuales. Es posible que muchas personas que conviven en pareja y tienen un perro, no hayan tenido el deseo o la decisión de ser custodios del animal. Además de las diferencias de región y la cantidad de participantes, en el presente estudio se incorporó solo custodios que indicaran ser parcial o totalmente responsables por sus perros, además de convivir con estos. En esta dimensión sí hubo un efecto de la edad, con los adultos mayores teniendo menos interacciones con el perro que los demás, pero no hubo diferencias entre sexos dentro de los grupos etarios.

Aquí, además, tampoco se encontraron diferencias de género respecto a la voluntad de adaptación hacia los perros, ni respecto a la percepción de costos y de beneficios de la relación con ellos. Sin embargo, la percepción de costos sí mostró un efecto de la edad: los custodios más jóvenes percibían más costos que los de mediana edad, quienes a su vez percibían más costos que los adultos mayores. Al evaluar las diferencias de sexo en los distintos grupos, solo se observó una diferencia en el grupo de los adultos más jóvenes. Es decir, los adultos jóvenes varones percibían más costos que las mujeres de ese rango etario, pero en la edad intermedia y en la edad más avanzada no había diferencias entre sexos.

Es posible que esto esté reflejando características de la socialización masculina -con menos habilidades y más dificultades para hacerse cargo del cuidado y la atención de otro (e.g., Starrels, 1994)-, que en la mediana edad los hombres lograrían equiparar a las mujeres. Aunque esto es especulativo, la literatura sobre el vínculo humano-animal ha teorizado sobre la influencia de la socialización masculina al momento de brindar cuidados nutricios a los animales de compañía (Blazina & Kogan, 2016; Díaz Videla, 2018).

Una relación exitosa puede definirse como aquella en la que los beneficios superan los costos. En este caso, hombres y mujeres de mediana edad y mayores, no mostraron diferencias respecto a la percepción de costos y beneficios (Díaz Videla, 2017). En este sentido, la relación humano-perro es percibida como una relación exitosa en igual medida entre estos hombres y mujeres. Sin embargo, entre los adultos más jóvenes, la relación humano-perro es percibida como más exitosa entre las mujeres, a partir de la mayor percepción de costos entre los varones.

Por otro lado, las investigaciones en antrozoología tienden a sostener que las mujeres manifiestan mayores respuestas afectivas hacia los animales (Serpell, 2011). En este estudio, las mujeres expresaron mayor cercanía emocional hacia el perro que los hombres, y mayores niveles de antropomorfismo del perro. Esto coincidió con los resultados de otros estudios (e.g., Cohen, 2002; Fatjó et al., 2013; Reid & Anderson, 2009).

Además, la cercanía emocional se relacionó con la cantidad de horas diarias compartidas con el animal, y como las mujeres pasaban mayor cantidad de horas diarias con sus perros esta diferencia podría reforzar la mayor cercanía emocional percibida. Cohen (2002) encontró además que los sentimientos de afinidad e intimidad manifestados por los hombres eran menores tanto hacia sus mascotas como hacia otras personas. Es posible que estas diferencias de género respondan, a su vez, a aspectos vinculares de hombres y mujeres más generales, que van más allá de la relación con sus animales de compañía. De todas formas, las diferencias de género resultan de la interacción de múltiples factores que operan a distintos niveles, por lo que ningún factor individual puede dar cuenta de la variedad de diferencias en las relaciones humano-animal que han sido identificadas en diferentes conductas y culturas (Herzog, 2007).

Que las mujeres obtuvieran mayores puntajes de cercanía emocional hacia sus perros, pero no difirieran en la percepción de beneficios de la relación, voluntad de hacer concesiones para adaptarse a ellos, y variedad e intensidad en las interacciones compartidas, es intrigante. Esto daría cuenta de que las diferencias en la proximidad emocional hacia los perros podrían no ser fácilmente detectables por un observador que registre interacciones habituales.

En este estudio, además, las mujeres mostraron puntajes significativamente más altos en Antropomorfismo hacia el perro, siendo intensa la correlación entre esta dimensión y Cercanía Emocional. Esta asociación también fue encontrada en otras investigaciones (e.g., Boya et al., 2012; McConnel, Brown, Shoda, Stayton, & Martin, 2011).

Al considerar el tamaño del efecto de las diferencias informadas entre sexos, se destaca que la única magnitud moderada se observó en torno a la proximidad emocional informada hacia el perro. Mientras que en relación al Antropomorfismo y los Costos Percibidos por los adultos más jóvenes, las magnitudes fueron pequeñas.

Estas diferencias observadas respecto al género de los custodios (i.e., mayores puntajes de CE, A y, en los adultos jóvenes, CP), pueden responder a diferencias sociocognitivas entre hombres y mujeres en la tendencia a experimentar emociones ligadas a la crianza y a ofrecer cuidados (Paul, 2000), las cuales pueden influir en la relación que establecen con sus perros de compañía. Las mujeres han sido asociadas sobre todo con respuestas afectivas más positivas y mayores preocupaciones por el bienestar de los animales (Serpell, 2011).

Por otra parte, es posible que el mayor antropomorfismo del perro en custodios mujeres, así como la mayor cercanía emocional, se vean reforzados por la cantidad de horas compartidas con el perro, aspecto en el que la escala Antropomorfismo se relacionó positivamente.

Además, es posible que las diferencias de género encontradas se deban parcialmente a que las mujeres tienden a ser socialmente más demostrativas y expresivas que los hombres (Franken, Hill, & Kierstead, 1994; Kring & Gordon, 1998). Esto puede influir tanto en lo que respecta a sentimientos -o la percepción de emociones- ligados al perro como también a la declaración de estos en forma de puntuación al completar el inventario.

En este sentido, el presente estudio contó con una muestra con mayor porcentaje de participantes mujeres que hombres. En tanto que la muestra fue no probabilística, se encuentra sujeta a posibles sesgos de selección. De todas formas, es posible que en este desbalance hayan incidido algunos factores que también influyen en la relación. Es decir, por un lado, es posible que las mujeres custodio de perros manifestaran mayor interés y predisposición para completar la encuesta expresando su opinión y sentimientos, así como también es posible que haya mayor cantidad de mujeres que cumplieran los criterios de inclusión (i.e., al menos un año de convivencia y la consideración de responsabilidad sobre el animal). Si bien puede que no haya mayor cantidad de mujeres que hombres con animales de compañía (Marx et al., 1988; Parslow et al., 2005), existe la posibilidad de que haya diferencias de género en los roles en el cuidado del animal. La distribución de funciones sobre el animal en el hogar resulta un tema interesante que puede ser abordado en próximas investigaciones y que ayudará a esclarecer, además, aspectos ligados a las dinámicas en las familias humano-animal.

Además, cabe destacar que este estudio se limitó a considerar la perspectiva humana sobre una relación que es bidireccional. Idealmente, próximas investigaciones deberían considerar la perspectiva del perro para evaluar las diferencias en el vínculo con los humanos de acuerdo al género de estos últimos. Por ejemplo, la proximidad emocional del perro hacia el humano puede medirse a través de parámetros fisiológicos, como la oxitocina (e.g., Nagasawa et al., 2015), así como a través de comportamientos de apego que pueden ser evaluados mediante la adaptación de la Situación Extraña (Palmer & Custance, 2008; Prato-Previde, Custance, Spiezio, & Sabatini, 2003; Topál, Miklósi, Csányi, & Dóka, 1998).

En la investigación de Rehn, Lindholm, Keeling y Forkman (2014) , la intensidad en las interacciones con el perro, informadas por el humano, mostraron una asociación más intensa con los niveles de oxitocina del perro que la percepción humana de cercanía emocional hacia este. Es decir, la mayor frecuencia de interacciones positivas conducía a que los perros experimentaran una relación cercana con su dueño. Así, los indicadores hormonales de cercanía emocional del perro hacia el dueño se relacionaban con la mayor intensidad de interacción entre ambos, antes que con la cercanía emocional percibida por el dueño hacia el perro.

Considerando los datos del presente estudio, donde hombres y mujeres muestran diferencias en la cercanía emocional percibida pero no en la intensidad interactiva, sería esperable que los perros de estos participantes no experimentaran diferencias en el grado de cercanía emocional hacia sus custodios en función del sexo de estos últimos. De todas formas, la complejidad del vínculo requerirá posiblemente la consideración de más factores intervinientes que aún resta identificar.

Conclusiones

En varios sentidos, hombres y mujeres interactúan con los animales de manera similar. Por ejemplo, prácticamente el mismo porcentaje de hombres y mujeres convive con animales de compañía. Sin embargo, existen marcadas diferencias de género en otros comportamientos ligados a los animales. Por ejemplo, la mayor parte de las personas con trastorno de acumulación de animales son mujeres (Patronek, 1999).

Como sostiene Herzog (2007), en muchas áreas de las interacciones humano-animal, los géneros son más similares que diferentes, habiendo una clara superposición en la distribución de hombres y mujeres respecto a las interacciones humano-animal. En esta investigación se observó que en las dimensiones evaluadas de la relación humano-perro, las mujeres obtuvieron mayores puntajes de Cercanía Emocional Percibida, Antropomorfismo, y Costos Percibidos en adultos jóvenes, no difiriendo en las demás dimensiones (i.e., Interacción Dueño-Perro, Voluntad de Adaptación y Beneficios Percibidos), ni en Costos Percibidos en adultos de mediana edad y mayores.

Respecto a la relación afectiva entre humanos y perros de compañía, es posible que múltiples aspectos sociocognitivos influyan en las diferencias informadas en la literatura antrozoológica, en cuanto a los mayores sentimientos de apego, o proximidad emocional, hacia los perros. Entre ellos, se destacan el rol de cuidadoras y criadoras de las mujeres, y su mayor expresión emocional. Sin embargo, esto no permite dar cuenta de que las mujeres establezcan vínculos más estrechos con sus perros que los hombres. En este sentido, solo se observaron diferencias de género en la percepción de la relación como exitosa en adultos jóvenes, las cuales desaparecían cuando estos adultos llegan a la mediana edad, y tampoco se manifiestan entre adultos mayores.

Dado que los hombres manifiestan menor proximidad emocional que las mujeres hacia los perros, pero no difieren de estas en la variedad y frecuencia de interacciones compartidas, ni en la percepción de la relación como beneficiosa, resulta conveniente no desestimar la importancia de este vínculo para hombres. De esta manera, al realizar evaluaciones y abordajes terapéuticos, es posible que estos hombres requieran ser más incentivados para expresarse sobre su relación con sus perros, lo cual puede incorporarse como un aspecto que ayude en el tratamiento.

De manera deseable, esta investigación aportará datos relevantes tanto sobre las diferencias de género en las interacciones con los animales de compañía, incorporando las recomendaciones realizadas por las limitaciones de estudios previos y habiéndose realizado en una ciudad de Sudamérica, como al desarrollo de la investigación sobre el campo dentro de la región.

Finalmente, debemos considerar que los roles de género pueden cambiar rápidamente, por lo que es posible que investigaciones realizadas hace más de dos décadas no estén reflejando la mayor igualdad sociocultural de género que ahora experimentamos en nuestra sociedad.

Aspectos Destacados

Las mujeres pasaban más horas junto a sus perros que los hombres, pero el género del custodio no difería respecto a la intensidad de las interacciones con el perro, a la voluntad para adaptarse a este, ni a la percepción de beneficios de la relación.

Las mujeres manifestaron mayores niveles de antropomorfismo y de cercanía emocional hacia su perro de compañía que los hombres.

La edad del custodio solo mostró interacción con su sexo en la percepción de costos: los adultos jóvenes varones percibían más costos que las mujeres de ese rango etario, no difiriendo en los demás rangos

Referencias

Al-Fayez, G., Awadalla, A., Templer, D. I., & Arikawa, H. (2003). Companion animal attitude and its family pattern in Kuwait. Society & Animals, 11, 17-28. https://doi.org/10.1163/156853003321618819. [ Links ]

Amiot, C. E., & Bastian, B. (2017). Solidarity with animals: Assessing a relevant dimension of social identification with animals. plos one, 12, e0168184. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0168184. [ Links ]

Blazina, C., & Kogan, L. (Eds.). (2016). Men and their dogs: A new understanding of man’s best friend. Nueva York, EUA: Springer. [ Links ]

Bodson, L. (2000). Motivations for pet-keeping in Ancient Greece and Rome: A preliminary survey. En A. L. Podberscek, E. S. Paul, & J. A. Serpell (Eds.), Companion animals and us: Exploring the relationships between people and pets (pp. 27-41). Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press. [ Links ]

Boya, U. O., Dotson, M. J., & Hyatt, E. M. (2012). Dimensions of the dog-human relationship: A segmentation approach. Journal of Targeting, Measurement and Analysis for Marketing, 20, 133-143. https://doi.org/10.1057/jt.2012.8. [ Links ]

Cain, A. O. (1985). Pets as family members. Marriage & Family Review, 8, 5-10. [ Links ]

Cohen, S. P. (2002). Can pets function as family members? Western Journal of Nursing Research, 24, 621-638. https://doi.org/10.1177/019394502320555386. [ Links ]

Daly, B., & Morton, L. L. (2003). Children with pets do not show higher empathy: A challenge to current views. Anthrozoos, 16, 298-314. https://doi.org/10.2752/089279303786992026. [ Links ]

Díaz Videla, M. (2016). La relacion humano-perro de compania: Estudio descriptivo en Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Tesis doctoral. Universidad de Flores). Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. [ Links ]

Díaz Videla, M. (2017). Antrozoologia y la relación humano-perro. Buenos Aires: Irojo. [ Links ]

Díaz Videla, M., & Olarte, M. A. (2016). Animales de compañía, personalidad humana y los beneficios percibidos por los custodios. psiencia. Revista Latinoamericana de Ciencia Psicologica, 8, 1-19. https://doi.org/10.5872/psiencia.v8i2.201. [ Links ]

Díaz Videla, M. (2018). El vínculo humano-perro y la socialización masculina. En M. Díaz Videla & M. A. Olarte (Eds.), Antrozoologia, multidisciplinario campo de investigacion (pp. 89-111). Buenos Aires, Argentina: Editorial Akadia. [ Links ]

Dotson, M. J., & Hyatt, E. M. (2008). Understanding dog-human companionship. Journal of Business Research, 61, 457-466. https://doi.org/10.1016/j.jbusres.2007.07.019. [ Links ]

Dwyer, F., Bennett, P. C., & Coleman, G. J. (2006). Development of the Monash Dog Owner Relationship Scale (mdors). Anthrozoos , 19, 243-256. https://doi.org/10.2752/089279306785415592. [ Links ]

Fatjó, J., Darder, P., Calvo P. , Bowen, J., & Bulbena, A. (2013). Is dog ownership the same for men and women, parents and non-parents? Journal of Veterinary Behavior: Clinical Applications and Research, 4, e44. https://doi.org/10.1016/j.jveb.2013.04.059. [ Links ]

Franken, R. E., Hill, R., & Kierstead, J. (1994). Sport interest as predicted by the personality measures of competitiveness, mastery, instrumentality, expressivity, and sensation seeking. Personality and Individual Differences, 17, 467-476. https://doi.org/10.1016/0191-8869(94)90084-1. [ Links ]

Hernández-Sampieri, R., Fernández-Collado, F., & Baptista, P. (2010). Metodologia de la investigacion. Bogotá, Colombia: McGraw Hill. [ Links ]

Herzog, H. A. (2007). Gender differences in humananimal interactions: A review. Anthrozoos , 20, 7-21. https://doi.org/10.2752/089279307780216687. [ Links ]

Hills, A. M. (1993). The motivational bases of attitudes toward animals. Society & Animals , 1, 111-128. https://doi.org/10.1163/156853093X00028. [ Links ]

Hinde, R. A. (1976). On describing relationships. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 17, 1-19. [ Links ]

Hinde, R. A. (1987). Individuals, relationships and culture: Links between ethology and the social sciences. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press . [ Links ]

Hosey, G., & Melfi, V. (2014). Human-animal interactions, relationships and bonds: A review and analysis of the literature. International Journal of Comparative Psychology, 27, 117-142. [ Links ]

Kidd, A. H., & Kidd, R. M. (1985). Children’s attitudes toward their pets. Psychological Reports, 57, 15-31. [ Links ]

Kring, A. M., & Gordon, A. H. (1998). Sex differences in emotion: expression, experience, and physiology. Journal of personality and social psychology, 74, 686. https://doi.org/10.1037/0022-3514.74.3.686. [ Links ]

Mallon, G. P. (1993). A study of the interactions between men, women, and dogs at the aspca in New York City. Anthrozoos , 6, 43-47. https://doi.org/10.2752/089279393787002376. [ Links ]

Marx, M. B., Stallones, L. B., Garrity, T. F., & Johnson, T. P. (1988). Demographics of pet ownership among US adults 21 to 64 years of age. Anthrozoos , 2, 33-37. https://doi.org/10.2752/089279389787058262. [ Links ]

McBride, A. (1995). The human-dog relationship. En I Robinson (Ed.), The Waltham book of human- animal interactions: Benefits and responsibilities of pet ownership (pp. 99-112). Oxford, Reino Unido: Pergamon. [ Links ]

McConnell, A. R., Brown, C. M., Shoda, T. M., Stayton, L. E., & Martin, C. E. (2011). Friends with benefits: On the positive consequences of pet ownership. Journal of personality and social psychology , 101, 1239. https://doi.org/10.1037/a0024506. [ Links ]

Melson, G. F., & Fogel, A. F. (1996). Parental perceptions of their children’s involvement with household pets: A test of a specificity model of nurturance. Anthrozoos , 9, 95-106. https://doi.org/10.2752/089279396787001545. [ Links ]

Melson, G. F., Peet, S., & Sparks, C. (1991). Children’s attachment to their pets: Links to socio-emotional development. Children’s Environments Quarterly, 8, 55-65. [ Links ]

Miura, A., Bradshaw, J. W., & Tanida, H. (2000). Attitudes towards dogs: A study of university students in Japan and the UK. Anthrozoos , 13, 80-88. https://doi.org/10.2752/089279300786999860. [ Links ]

Montero, I., & León, O. G. (2007). A guide for naming research studies in psychology. International Journal of Clinical and Health Psychology, 7, 847-862. [ Links ]

Nagasawa, M., Mitsui, S., En, S., Ohtani, N., Ohta, M., Sakuma, Y., ... & Kikusui, T. (2015). Oxytocin-gaze positive loop and the coevolution of human-dog bonds. Science, 348, 333-336. https://doi.org/10.1126/science.1261022. [ Links ]

Palmer, R., & Custance, D. (2008). A counterbalanced version of Ainsworth’s strange situation procedure reveals secure-base effects in dog-human relationships. Applied animal behaviour science, 109, 306-319. https://doi.org/10.1016/j.applanim.2007.04.002. [ Links ]

Parslow, R. A., Jorm, A. F., Christensen, H., Rodgers, B., & Jacomb, P. (2005). Pet ownership and health in older adults: Findings from a survey of 2,551 community-based Australians aged 60-64. Gerontology, 51, 40-47. https://doi.org/10.1159/000081433. [ Links ]

Patronek, G. J. (1999). Hoarding of animals: An under-recognized public health problem in a difficult-to-study population. Public Health Reports, 114, 81. [ Links ]

Paul, E. S. (2000). Love of pets and love of people. En A. L. Podberscek, E. S. Paul & J. A. Serpell (Eds), Companion animals and us: Exploring the relationships between people and pets (pp. 168-186). Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press . [ Links ]

Poresky, R. H., & Daniels, A. M. (1998). Demographics of pet presence and attachment. Anthrozoos , 11, 236- 241. https://doi.org/10.2752/089279398787000508. [ Links ]

Prato-Previde, E., Custance, D. M., Spiezio, C., & Sabatini, F. (2003). Is the dog-human relationship an attachment bond? An observational study using Ainsworth’s strange situation. Behaviour, 140, 225-254. https://doi.org/10.1163/156853903321671514. [ Links ]

Prato‐Previde, E., Fallani, G., & Valsecchi, P. (2006). Gender differences in owners interacting with pet dogs: an observational study. Ethology, 112, 64-73. https://doi.org/10.1111/j.1439-0310.2006.01123.x. [ Links ]

Ramirez, M. (2006). “My dog’s just like me”: Dog ownership as a gender display. Symbolic Interaction, 29, 373-391. https://doi.org/10.1525/si.2006.29.3.373. [ Links ]

Rehn, T., Lindholm, U., Keeling, L., & Forkman, B. (2014). I like my dog, does my dog like me? Applied animal behaviour science , 150, 65-73. https://doi.org/10.1016/j.applanim.2013.10.008. [ Links ]

Reid, J. S., & Anderson, C. E. (2009). Identification of demographic groups with attachments to their pets. In Annual Conference of the American Society of Business and Behavioral Sciences (Febrero, 2009), Las Vegas, EUA. [ Links ]

Serpell, J. A. (1996). In the company of animals: A study of human-animal relationships. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press . [ Links ]

Serpell, J. A. (2011). Human-dog relationships worldwide. Dog Population Management, 15, 49-56. [ Links ]

Serpell, J. A. (2016). History of companion animals and the companion animal sector. Companion Animal Ethics, 1, 8-23. [ Links ]

Serpell, J. A., & Paul, E. (2011). Pets in the family: An evolutionary perspective. En C. A. Salmon, & T. K. Shackelford (Eds.), The Oxford handbook of evolutionary family psychology (pp. 298-309). Oxford, Reino Unido: Oxford University Press. [ Links ]

Stallones, L., Marx, M. B., Garrity, T. F., & Johnson, T. P. (1988). Attachment to companion animals among older pet owners. Anthrozoos , 2, 118-124. https://doi.org/10.2752/089279389787058127. [ Links ]

Starrels, M. E. (1994). Gender differences in parent-child relations. Journal of Family Issues, 15, 148-165. [ Links ]

Stevens, L. T. (1990). Attachment to pets among eighth graders. Anthrozoos , 3, 177-183. https://doi.org/10.2752/089279390787057522. [ Links ]

Topál, J., Miklósi, Á., Csányi, V., & Dóka, A. (1998). Attachment behavior in dogs (Canis familiaris): A new application of Ainsworth’s (1969) Strange Situation Test. Journal of Comparative Psychology, 112, 219-229. https://doi.org/10.1037/0735-7036.112.3.219. [ Links ]

Walsh, F. (2009). Human-animal bonds i: The relational significance of companion animals. Family Process, 48, 462-480. https://doi.org/10.1111/j.1545-5300.2009.01296.x. [ Links ]

Wells, D. L., & Hepper, P. G. (1997). Pet ownership and adults’ views on the use of animals. Society & Animals , 5, 45-63. https://doi.org/10.1163/156853097x00213. [ Links ]

Williams, J. M., Muldoon, J., & Lawrence, A. (2010). Children and their pets: Exploring the relationships between pet ownership, pet attitudes, attachment to pets and empathy. Education and Health, 28, 12-15. [ Links ]

Wollrab, T. I. (1998). Human-animal bond issues. Journal of American Veterinary Medical Association, 212, 1675. [ Links ]

Recibido: 15 de Junio de 2018; Aprobado: 11 de Abril de 2019

Excepto que se establezca

de otra forma, el contenido de esta revista cuenta con una licencia Creative Commons "reconocimiento, no comercial y sin obras derivadas" Colombia 2.5, que puede consultarse en: https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/co

Cómo citar este artículo:

Díaz Videla, M., & Olarte, M. A. (2019). Diferencias de género en distintas dimensiones del vínculo humano-perro: estudio descriptivo en Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Revista Colombiana de Psicología, 28, 109- 124. https://doi.org/10.15446/rcp.v28n2.72891

La correspondencia

relacionada con este artículo debe dirigirse a Marcos Díaz Videla, e-mail: antrozoología@gmail.com. Dirección postal: Pedernera 288, cp. 1406. Universidad de Flores, Facultad de Psicología y Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons