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Colombia Internacional

Print version ISSN 0121-5612

colomb.int.  no.63 Bogotá Jan./June 2006

 

Grupo de Investigación ‘Política contestataria, producción de sujetos políticos y construción de ciudadanía’

El presente número de la revista Colombia Internacional ha sido coordinado por el grupo ‘Política contestataria, producción de sujetos políticos y construcción de ciudadanía’compuesto por tres profesoras del Departamento de Ciencia Política: Ingrid Bolivar, Marcela Velasco y María Emma Wills.

Con el concurso de muchos colegas y pares externos que amablemente accedieron a leer con ojo crítico los artículos que nos fueron llegando durante los últimos meses, se escogieron los siguientes textos. Pensamos que en conjunto este número aporta una serie de reflexiones al campo de la investigación en movimientos sociales, acción colectiva y formación de las ciudadanías que se desarrolla en el país.

Por un lado, sitúa históricamente el nuevo momento que viven las expresiones de protesta social en el continente latinoamericano producto de los cambios en el modelo de desarrollo y las políticas de seguridad impulsadas por el gobierno Bush a raíz de los atentados del 11 de septiembre. ¿Cuáles son las peculiaridades de este nuevo período?

En su artículo, la profesora Eckstein demuestra cómo en los años noventa del siglo pasado las protestas se trasladaron de los lugares de producción a los espacios del consumo, y las reivindicaciones se tornaron defensivas frente a un Estado cada vez más recortado. Por su parte, los movimientos obreros optaron cada vez más por estrategias institucionales, buscando un lugar propio en la esfera electoral. De esta manera las tensiones entre democracia y mercado han asumido nuevas expresiones bajo el nuevo modelo neoliberal.

En la misma línea, los profesores Smith y Korzeniewicz arguyen que los procesos de globalización en la producción, el comercio y las finanzas y las transformaciones sufridas por los Estados, se ven acompañados por nuevos patrones de participación y representación de redes de cabildeo regional y movimientos sociales transnacionales. Más específicamente en los noventa, este campo de acción se bifurcó en dos estrategias: mientras unos movimientos y redes optaron por una estrategia ‘interna’ aliándose con actores estatales, tecnócratas y agencias de cooperación multilateral, para promover agendas oficiales y de reforma gradual, otras siguieron la estrategia ‘externa’, privilegiando sus lazos con movimientos de base e impulsando acciones de confrontación frente a procesos de integración económica. Estos patrones de participación sufrieron una nueva transformación bajo el impacto de las políticas de seguridad anti-terroristas adoptadas por la administración Bush. El campo más confrontacional vivió un momento de repliegue y la agenda internacional que había privilegiado a la sociedad civil como foco de muchas de sus iniciativas, buscó promover la democracia desde una mirada más institucional y estrecha. A pesar de este repliegue, las políticas impulsadas por Washington se han encontrado con una nueva oposición, esta vez promovida desde los gobiernos: la llegada de una izquierda ‘moderna’ al poder en Chile, Brasil, Argentina y Uruguay;la elección de Evo Morales en Bolivia y el discurso revolucionario de Hugo Chavez en Venezuela retan muchos de los supuestos y políticas impulsadas por el gobierno norteamericano en América Latina.

Además de caracterizar el nuevo momento por el que atraviesa la protesta en el continente, otro grupo de artículos se centra en comprender la relación movimientos sociales, régimen político y Estado a la luz de los procesos vividos en distintos países. En particular, Marcela Velasco en su investigación demuestra cómo las dinámicas estatales y las de la protesta se imbrican mutuamente y cómo por lo tanto no es posible analizar la acción colectiva contestataria por fuera de los procesos institucionales. Más que ser investigados como campos de análisis autónomos, instituciones y movilización deberían ser siempre analizados en sus interrelaciones.

Por su parte, Ralf Mathekga muestra cómo los procesos de descentralización política adoptados en Sur Africa –el nuevo régimen político– que se pensaron como ingenierías institucionales para acercar los gobiernos locales a la ciudadanía, no estuvieron a la altura de las expectativas.Además de la falta de experticia a nivel local y de recursos y capacidades administrativas, este autor demuestra que los gobiernos locales están presos de patrones de exclusión de la participación ciudadana. En otras palabras, lo local no es necesariamente más democrático e incluyente que los regímenes de nivel nacional.

En esa misma línea, el artículo de Julie Massal cuestiona el supuesto de que los movimientos sociales necesariamente expanden la democracia y ayudan a su consolidación. En particular, el artículo plantea, basándose en el caso de Ecuador, que una inclusión política de los movimientos indígenas, más que consolidar el régimen democrático, está generando inestabilidad política.

Finalmente, los artículos de los profesores Borland y Perea también aportan investigación empírica que ayuda a evaluar qué tan ciertas se han revelado algunas proyecciones sobre movimientos sociales y acción colectiva. La profesora Borland demuestra cómo el movimiento de las Madres de la Plaza de Mayo, en lugar de desaparecer con el retorno a la democracia, ha mostrado capacidad de adaptación y articulación política. Las Madres, vistas por algunos como demasiado ancladas en relaciones prepolíticas para convertirse en actores políticos, han demostrado con su práctica lo contrario. Han expandido sus repertorios de lucha, han tejido nuevas alianzas con sectores sociales movilizados, y han producido un discurso capaz de articular su pasado con las nuevas circunstancias del presente.

Por su parte, Carlos Mario Perea demuestra cómo las apelaciones a la comunidad, consideradas por muchos como premodernas, siguen teniendo vigencia en América Latina y adquieren distintos usos según los actores que los invocan. Para los jóvenes urbanos de barriadas marginales, la evocación a la comunidad sirve como punto de partida para emprender iniciativas populares que contradicen nociones que sólo ven en estos sectores marginales anomia, fragmentación y clientelismo. Para el Estado, la comunidad sirve como referente para impulsar políticas que buscan gobernabilidad.Así, más que ser parte de un mundo tradicional ya superado, las referencias a la comunidad se encuentran en el centro de las disputas por el poder en lo local urbano.

Como se puede entonces ver, en conjunto estos textos remueven nociones que acompañaron el análisis de los movimientos sociales y la acción contestataria en décadas anteriores. Por un lado demuestran que la acción social reivindicativa adquiere distintas formas y expresiones según los contextos políticos y económicos globales. Por más locales que sean los movimientos, estos se encuentran enmarcados dentro de tendencias transnacionales de cambio que dejan su sello. En segundo lugar, Estado y movimientos sociales no pueden seguir dando lugar a comunidades académicas que se desconocen mutuamente. Tanto los que se encuentran investigando sobre instituciones y sus desempeños políticos, como aquellos que están centrados en el análisis de la protesta social, ganarían mucho si se pensaran más dinámica y relacionalmente. En tercer lugar, la relación amistosa que en muchos estudios se asumió entre democracia y movimientos se aprehende hoy de manera más compleja y menos ingenua a la vez. Por un lado,el terreno de la democracia local no es necesariamente más amigable a la inclusión y participación de la ciudadanía. Por el otro, la inclusión política de movimientos sociales fuertes, en lugar de culminar en la profundización democrática, puede conducir a la inestabilidad e ingobernabilidad políticas. Finalmente, iniciativas colectivas condenadas a una muerte prematura –como las Madres— han demostrado capacidad de aprendizaje político. Más que sólo quedarse en la reivindicación de sus hijos o parientes desaparecidos, las Madres han expandido sus repertorios y las nociones de justicia que las animan. Finalmente, frente a quienes asumieron, también prematuramente, la desaparición de la ‘comunidad’ como fuente de iniciativas colectivas o políticas públicas, el caso de los jóvenes urbanos demuestran lo contrario.

El grupo sobre ‘Política contestataria, producción de sujetos políticos y construcción de ciudadanía’ del Departamento está seguro que en conjunto estos artículos son un aporte a los debates contemporáneos sobre movimientos sociales, acción colectiva y protesta social que se desenvuelven en Colombia.

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