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Colombia Internacional

Print version ISSN 0121-5612

colomb.int.  no.74 Bogotá July/Dec. 2011

 

El Congreso de la República en Colombia Estabilidad y renovación en las elecciones parlamentarias de 2010

Javier Duque Daza
 

Profesor Universidad del Valle, Colombia. Politólogo. Ph. D. en Ciencia política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO, México.


Resumen

El artículo analiza la estabilidad y permanencia de la clase política institucionalizada en Colombia en las elecciones de 2010. El argumento central es que en Colombia se presenta una situación de amalgama, de combinación entre congresistas consolidados y nuevos, a la vez que existen diferentes segmentos en ambas Cámaras, según sus trayectorias y tiempo de permanencia en el Congreso. Conviven viejos caciques electorales y políticos pertenecientes a familias tradicionales, con sectores emergentes y nuevos liderazgos. Hay un mayor grado de renovación en la Cámara de Representantes que en el Senado. Asimismo, los nuevos partidos se han constituido en vehículo de ascenso y movilidad social.

Palabras clave
clase política •Congreso •elecciones •partidos políticos


The Colombian Congress: Stability and Renovation in the 2010 Legislative Elections

Abstract

The article analyzes the stability of the political class institutionalized in Colombian legislative elections, 2010. The central argument is that Colombia has a mixture situation, combination of old and new Congressman, while there are different segments in both Houses, according to their trajectories. Surviving old caciques and political chiefs belonging to traditional families, with new leaders of emerging sectors. There is a greater degree of renewal in the House of Representatives than the Senate. Similarly, new parties have become the vehicle of social mobility.

Keywords
political class •Congress •choices •political parties

Recibido el 23 de agosto de 2011, aceptado el 1 de septiembre de 2011 y modificado el 3 de noviembre de 2011.


Este texto hace parte de la investigación La circulación de la clase política en Colombia, adelantada con el apoyo de la beca Santander posdoctoral en la Universidad de Salamanca, España.

INTRODUCCIÓN

En las sociedades latinoamericanas, al menos hasta mediados del siglo XX, la expresión dominación oligárquica daba cuenta de la fusión entre poder económico y poder político, entre clase dominante y clase política. El ejercicio político estaba reservado y/o altamente concentrado en quienes detentaban el poder económico o hacían parte de los círculos sociales vinculados a él. Tenía relación directa con la posición económica y social de las personas, que constituían los elementos fundamentales de la hegemonía social (Lipset y Solari 1967; Bradford y Skidmore 1979; Carmagnani 1984).

Ésta era la tendencia general, aunque hubo casos de países en los cuales algunos sectores sociales medios tuvieron cierto acceso a posiciones políticas importantes, a partir de partidos de izquierda, como en Chile o Costa Rica, o Argentina, en donde el sistema se abrió de forma temprana a sectores de clase media. De forma un poco más tardía, también en Venezuela se dio esta entrada a la política de otros sectores sociales (Skidmore y Smith 1996; Hartlyn y Valenzuela 1997). Se trataba por lo general de sociedades con regímenes híbridos o semidemocráticos, con aspectos procedimentales propios de las democracias, pero con limitaciones al derecho al voto, a la competencia política, a las libertades, y con frecuente injerencia de los militares en el poder (Hartlyn y Valenzuela 1997).

Esta situación se fue modificando en algunos países en el transcurso de la segunda mitad del siglo XX, de forma más clara desde la década de 1980, cuando se presentaron procesos de restauración de la democracia y de las elecciones competitivas. La vinculación entre poder económico y poder político dejó de ser predominante, directa e inmediata (Pachano 1991). Se fue generando una gradual y creciente heterogeneidad de las fuerzas sociales que hacían presencia en los partidos y que accedían a cargos de elección popular. Aunque sigue dándose la presencia de sectores sociales económicamente dominantes en la conducción política, se generaron una apertura e inclusión política mayores (Touraine 1989; Skidmore y Smith 1996).

La formación de nuevos sectores y grupos sociales como resultado de cambios económicos, culturales e institucionales generó modificaciones en la distribución del poder político y/o en el prestigio de diversos grupos; en muchos casos, grupos emergentes vinculados a sectores nuevos de la economía trataron de ganar espacio y lograr representación y/o asumir el control de los cambios o de impulsarlos (Tanaka, 2002). Nuevos sectores dinamizaron la actividad política y generaron procesos de renovación y movilidad de la clase política institucionalizada. 1 Mediante la política se generó un proceso de movilidad social de sectores que venían de abajo y lograron acceder a posiciones de poder.

En los sistemas políticos se generó, según la expresión de Von Beyme (1993), una relativa democratización de la dominación de la minoría, la cual expresa la combinación de sectores tradicionales y nuevos, de integrantes de la clase política institucionalizada que se mantienen en sus cargos, y otros que acceden y les imprimen renovación a las corporaciones de representación.

Ahora: ¿qué factores están asociados a las dinámicas de renovación o de permanencia de la clase política? Desde una perspectiva neoinstitucional sociológica, o neoinstitucionalismo contextualizado (Nohlen 1998 y 2006 Robthstein 2001; Schulzet 1998; Pierson y Skocpol 2008), podemos considerar que dos conjuntos de factores inciden en esta dinámica. Por una parte, las reglas de juego electoral, un factor institucional; y, por otra, aspectos asociados al tipo de partidos y su evolución histórica, relacionada con la dinámica social que genera condiciones para el surgimiento, agregación, desagregación y, en algunos casos, desaparición de organizaciones partidistas.

Una entrada analítica empieza por atribuir a las reglas del juego electoral una clara incidencia en la renovación o permanencia, que generan ciertas condiciones restrictivas o que posibilitan renovación, que pueden generar barreras de acceso o producir ventanas de oportunidades; siempre en consideración de que en las actuaciones y motivaciones de los políticos subyace la ambición, como afán de poder de quienes se mueven en la arena política (Schlesinger 1966).

Podemos tener en cuenta al menos cinco reglas de juego electoral que inciden en la dinámica de movilidad y renovación de la clase política institucionalizada: i) la existencia de reelección permite la permanencia en los escaños o impide la continuidad; de ello depende la posibilidad de hacer carrera política. En muy pocos países existe la prohibición de reelección; 2 ; II) el tipo de listas únicas o múltiples. El sistema de escrutinio de lista facilita el control del centro del partido sobre la periferia en la selección de candidatos (Duverger 1964; Panebianco 1992). La combinación del voto preferente con listas únicas genera tensiones y da espacios para la personalización de las campañas; III) Cuando existen umbrales electorales altos en las elecciones se contrarrestan tendencias de la dirigencia política a dividirse y a probar suerte; IV) los sistemas de representación proporcional influyen sobre las organizaciones induciendo un mayor número de procesos de desagregación. La insatisfacción de una fracción o corriente, o de líderes dentro de los partidos, puede orientarse a la creación de una nueva formación política (Sartori 1990; Von Beyme 1993); v) la posibilidad de acumulación de mandatos en los congresistas fortalece su presencia por el acceso a recursos del Estado, lo cual genera ciertas ventajas a los establecidos frente a los aspirantes a acceder.

Aun en situaciones con similares reglas de juego electoral, se presentan variaciones en la renovación de la clase política; esto implica que dicha renovación se asocia a otros factores. Por una parte, a la dinámica interna en los partidos, las características de sus procesos de carrera y de postulación de candidatos. En los partidos con una mayor consolidación organizativa las carreras políticas aparecen más fuertemente preestructuradas, creándose ciertos patrones de trayectorias. La permanencia y rotación de la clase política en su interior hace a la última más competitiva, con ajuste a méritos y a patrones de carrera interna. Esto implica la presencia de procedimientos democráticos, abiertos y competitivos. En los partidos centrados en liderazgos personalistas, no institucionalizados, la movilidad y renovación tienen una mayor asociación con el padrinazgo y el patrocinio de parte de los líderes históricos. Por su parte, los partidos de clientela están en función de las fortalezas de las redes de apoyo construidas por los patrones políticos (Panebianco 1992; Pasquino 2000).

Por otra parte, la renovación/permanencia de la clase política también está relacionada con las dinámicas políticas y sociales que propician el surgimiento de nuevos partidos políticos. En algunos casos se desagregan de los existentes, o se fusionan algunos; en ambos casos, la competencia puede presentar transformaciones con el acceso de nuevos miembros a la clase política institucionalizada. En otros casos emergen nuevos clivages que dan origen a partidos que expresan intereses y motivaciones de nuevos sectores de la sociedad. 3

En cuanto a éstos, como lo señalaba Tom Bottomore (1964), cabe plantear que cada vez que se forman nuevos grupos sociales en una sociedad como resultado de cambios económicos o culturales, es posible que estos aumenten su influencia social y sus actividades adquieren mayor presencia social y tocan a las puertas del poder.

Las dinámicas sociales, el surgimiento de nuevos partidos y los cambios institucionales configuran a su vez nuevos electorados y modos de obrar políticos orientados a permitir el acceso y/o mantenimiento en posiciones de poder. Un escenario con partidos poco organizados en el cual el área del voto fiel (que obedece a una identificación con el partido y que expresa la existencia de lazos asociativos) es reducida, y ocupa un lugar importante el voto de opinión (que se pronuncia sobre los problemas y/o los candidatos), implica mayor fluidez, menor estabilidad electoral y mayor posibilidad de rotación de la clase política. De igual forma, la presencia de partidos de clientela genera, a la vez, ciertas lealtades hacia algunos de los patrones, pero también competencia en función de los recursos que permiten la distribución de incentivos; hay una tensión entre quienes luchan por mantenerse (junto a sus aliados) y quienes compiten contra los establecidos (en ocasiones, antiguos socios políticos) (Panebianco 1992; Roberts 2001).

Así, las reglas, las características de los partidos y las dinámicas sociales que inciden en el surgimiento, desaparición, o su permanencia, se conjugan como factores que inciden en la estabilidad/renovación de la clase política. En el caso de Colombia -con partidos débilmente institucionalizados, la mayoría de ellos de reciente conformación, en los cuales los procesos de postulación de candidatos son muy flexibles, con base en sistema de avales y sin procesos internos consolidados, ni patrones de carreras por méritos y militancia-, existe una alta competencia inter e intrapartidísta, y las trayectorias de los políticos se van forjando de manera individual, como empresas personales y/o familiares. Aunque la reelección ilimitada y la utilización de los recursos del poder por parte de quienes ya hacen parte del Congreso de la República tienden a favorecer su permanencia y estabilidad, otros factores hacen del sistema algo abierto y competitivo: la facilidad para conseguir un aval o formar una propia organización si se cuenta con recursos suficientes, la representación proporcional y la combinación de listas únicas con voto preferente. La inserción en ciertas redes de poder regional, con relaciones de patronazgo y de clientela, se constituye también en el vehículo de acceso o permanencia en el Congreso, y, al menos desde la década de 1980, los dineros ilegales del narcotráfico, así como sus nexos con el paramilitarismo, configuraron diversos segmentos de la clase política que obedecen a estrategias y formas diversas de insertarse y/o mantenerse como integrantes de la clase política.

A partir de estos presupuestos, el artículo aborda la estabilidad y la renovación de la clase política en Colombia en las elecciones de 2010. El argumento central es que, como ha sucedido al menos en las últimas dos décadas, se ha dado un alto nivel de renovación en la composición del Congreso de la República, aunque en mayor grado en la Cámara de Representantes, de tal forma que se ha configurado una situación de amalgama, de combinación entre políticos establecidos y nuevos liderazgos. Podemos diferenciar diversos segmentos según el tiempo de permanencia en las curules y algunas pautas de sus trayectorias. En la dinámica de estabilidad/renovación y en la existencia de estos segmentos inciden factores de índole institucional y sociopolítica que se incluyen en el análisis.

El artículo se divide en tres apartados. El primero plantea los rasgos centrales de la dinámica de renovación y estabilidad de la clase política institucionalizada. El segundo y tercero analizan la estabilidad y renovación en el Senado y la Cámara de Representantes, respectivamente, diferenciando los segmentos según sus trayectorias y estabilidad. Al final se presentan las conclusiones del trabajo.

1.LA CLASE POLÍTICA INSTITUCIONALIZADA EN COLOMBIA. LA AMALGAMA ENTRE RENOVACIÓN Y CAMBIO

En Colombia, hasta la década de 1980, los vehículos casi exclusivos de acceso a la clase política institucionalizada fueron los partidos Liberal y Conservador y sus múltiples subunidades grupales. Las terceras fuerzas fueron siempre marginales (Barrera 1991; Pizarro 1997; Duque 2007 y 2011). A partir de la década de 1960, un amplio sector de congresistas que desde sectores sociales de estratos bajos encontraron en la política un medio de ascenso social, se constituyen en un sector de recién llegados a la política partidista, que no procedían de familias prestigiosas como las de los jefes nacionales de los partidos, ni contaban con prestigio y reconocimiento social, pero que sabían agregar votos y manejaban la política local y regional (Pécaut 1987; Duque 2011).

La primera situación se modificó de forma sustancial tras la nueva Constitución de 1991, que representó una apertura del sistema político y el acceso de nuevos actores al sistema, y también de nuevos integrantes de la clase política institucionalizada. A la vez que el bipartidismo se fraccionaba, surgieron nuevas agrupaciones impulsadas por los cambios institucionales, entre ellas organizaciones indígenas y de afrocolombianos con tradición organizativa que se beneficiaron de algunas medidas de discriminación positiva. 4 Bajo un nuevo marco, también muchos líderes de nuevas organizaciones religiosas no católicas se organizaron para la competencia electoral. El Congreso de la República dejó de ser bicolor y se hizo más diverso (Duque 2007; Wills 2009). En cuanto a lo segundo, además de continuar el ascenso de muchos nuevos liderazgos a través de la política tradicional, surgieron nuevas lógicas políticas, y al menos desde la década de 1980, el narcotráfico y sus posteriores nexos con grupos criminales armados paramilitares sirvieron de apoyo para que muchos políticos accedieran al Congreso de la República o se mantuvieran en él. Estas influencias criminales fueron develadas desde mediados de la década de 1990 con una primera ola que puso en evidencia los vínculos entre mafias y política, y que condujo a muchos congresistas y excongresistas a prisión, 5 y la segunda, con la denominada "parapolítica", con la cual se ha vinculado a decenas de políticos nacionales y regionales a procesos penales, por su nexos con los grupos paramilitares. 6 Sus inicios y desenlaces han generado importantes efectos en la composición del Congreso de la República, tanto por la elección como por las renuncias, destituciones y condenas.

Por factores institucionales y por las dinámicas sociales y económicas, el sistema político se abrió y minorías étnicas y religiosas, sectores de izquierda fortalecidos y nuevas agrupaciones políticas con orígenes regionales accedieron a escaños en el Congreso. Una década después de estrenada la nueva Constitución en las elecciones de 2002, había 18 partidos con representación en el Congreso de la República, y 43 si contamos todas las agrupaciones con personería jurídica que lograron al menos un escaño.

Tras la reforma política de 2003 y transcurridas dos elecciones legislativas (2006 y 2010), se dio el tránsito de un sistema atomizado a un multipar-tidismo en el cual tienen representación 10 partidos en Senado y 14 en la Cámara. 7 Nuevos partidos se convirtieron en medio de ingreso de nuevos integrantes del Congreso de la República, generándose una amalgama entre viejos y nuevos congresistas. Algunas reglas de juego favorecieron la apertura política y el acceso de nuevos actores políticos (la laxitud en los requisitos para conformar partidos políticos, la representación proporcional, la financiación estatal parcial de las campañas, la creación de nuevos espacios de elección popular como alcaldías y gobernaciones, la prohibición de acumulación de mandatos), aunque otras eran aprovechadas por quienes ya se encontraban instalados y pretendían mantener sus posiciones (la reelección sin límites, el acceso a fondos o recursos estatales para distribuir incentivos, el umbral o barrera electoral).

Entre tensiones y reglas restrictivas y permisivas, la conformación del Congreso de la República adquirió la forma de una amalgama entre establecidos y emergentes, entre viejos y nuevos políticos. En un esquema cuyos polos corresponden, por una parte, a una absoluta estabilidad y permanencia, que expresaría la inmovilidad de la política que tiende a perpetuar los mismos círculos políticos, y, por otra, a una total renovación, que expresaría la imposibilidad de conformación de una clase política profesional ante la continua entrada-salida de los miembros de las instancias de representación, en Colombia se presenta una situación de amalgama, una mezcla de casos de reelecciones y estabilidad, con casos de ascenso y movilidad. 8 Allí confluyen viejos caciques políticos, miembros de familias políticas, políticos cuyas carreras se están consolidando, nuevos liderazgos con carreras fugaces y otros con trayectorias construidas "desde abajo", desde lo local.

En esta amalgama se combinan dos tipos de movilidad y de renovación: competitiva y patrocinada. 9 El primer caso es la expresión de trayectorias construidas a partir de méritos, habilidades y destrezas políticas y/o de la inserción en las estructuras partidistas, mediante las cuales se logra acceder a las candidaturas y avales, y luego, a cargos de elección. En el segundo caso inciden en el inicio de las carreras políticas el patrocinio, el padrinazgo y/o el apoyo de estructuras políticas y/o económicas preexistentes. Algunos en virtud de la pertenencia a círculos políticos familiares y/o por redes de clientela, en las cuales el patrón político cumple el papel de actor patrocinador.

En ciertas regiones en las cuales existen fuertes vínculos entre la política partidista y organizaciones criminales, éstas se constituyen en la instancia patrocinadora o en socios estratégicos. Se trata de políticos de negocios, que combinan la mediación de intereses tradicionales, la intermediación de clientela y los negocios (legales o ilegales) con la participación de los políticos en actividades económicas, además de sus cotidianas actividades políticas (Della Porta 2003).

En las elecciones de 2010 estas tendencias de las últimas dos décadas se concretaron en cuatro aspectos centrales:

1) Se configuró una situación de amalgama, con orientación hacia la estabilidad y la permanencia en el Senado y la renovación y la movilidad en la Cámara (ver el Esquema 1), con una tendencia sostenida de incremento de la proporción de nuevos integrantes del Congreso de la República en su conjunto. 10

2) Se presentó una situación de amalgama entre congresistas consolidados en virtud de la utilización de los recursos del poder y de sus redes de apoyo, y por su pertenencia a familias políticas, y nuevos congresistas que han logrado una movilidad ascendente más rápida que las tradicionales trayectorias; dentro de éstos se diferencian varios segmentos. En ambos sectores hay políticos vinculados a investigaciones por vínculos con grupos armados ilegales.

3) Hay un núcleo estable de congresistas en ambas Cámaras, aunque la mayoría en el Senado, que llevan más de 20 años en las corporaciones de elección popular; algunos de ellos son la expresión de la vieja política de los caciques regionales que llevan varias décadas en el Congreso; y otros más recientes pero que de igual forma han consolidado sus carreras políticas.

4) Como una expresión del tránsito del bipartidismo fragmentado internamente a un sistema multipartidista, la mayoría se vincularon a partidos diferentes a los históricos Liberal y Conservador que se han convertido en el vehículo de acceso de un mayor número de nuevos integrantes de la clase política institucionalizada.

2. EL SENADO. AMALGAMA CON BAJA RENOVACIÓN Y NÚCLEO ESTABLE

En su conjunto, el Congreso de la República se renovó en el 66,3% de sus integrantes en las elecciones de 2010; 177 de los 267 congresistas eran nuevos en sus respectivas corporaciones. 11

Debido al proceso de desagregación y conformación de nuevos partidos y la desaparición de las condiciones que permitían la doble militancia desde las elecciones de 2006, en el Congreso de la República se puede diferenciar con claridad la pertenencia partidista de los congresistas. Una mirada a la distribución de los congresistas nuevos y reelegidos nos permite ver que el desplazamiento del alto predominio liberal y conservador como mayorías también se refleja en el hecho de que ambos partidos dejaron de ser el vehículo principal de renovación del Congreso de la República: el 60% de sus integrantes provenían de otras agrupaciones (ver la Tabla 1).

La alta renovación y la procedencia no bipartidista de la mayoría de los nuevos congresistas (de igual forma que de los reelegidos) son datos generales de lo que ocurrió en las elecciones de 2010, en cuanto a renovación y permanencia de la clase política institucionalizada. En los dos siguientes apartados veremos en detalle lo que ocurrió en cada una de las Cámaras.

En cuanto al Senado, elegido por sexta vez mediante la circunscripción única nacional, los rasgos centrales de la renovación/permanencia fueron cuatro: a) se presentó una situación de amalgama, con una alto porcentaje de nuevos senadores -el mayor de las dos últimas dos décadas-, pero un bajo porcentaje eran nuevos congresistas, pues la mayoría procedía de la Cámara de Representantes o ya habían pasado, mediante reemplazos, por la corporación, b) dentro del conjunto de los senadores encontramos un núcleo cuyas carreras se han consolidado, y llevan en su mayoría más de veinte años en cargos de elección popular; cerca del 40% del total de senadores; dentro de estos sobreviven los últimos caciques electorales, c) se mantiene una importante presencia de senadores pertenecientes a familias de políticos regionales, "herederos políticos" que se beneficiaron en la competencia política del prestigio, del poder político, del manejo de recursos y de la influencia ejercida durante décadas en sus redes de apoyo, de parte de sus parientes directos, d) hay también un segmento de nuevos liderazgos que han accedido al Senado de forma temprana, con cortas carreras y en algunos casos sin haber sido elegidos a otras corporaciones públicas, iniciaron sus carreras "desde arriba". 12

La situación de amalgama tendiente hacia el extremo de la renovación se expresa en que el 56,8% de los senadores elegidos ingresaban por primera vez a esta corporación (58 de los 102 escaños); es el porcentaje más alto de los últimos veinte años, similar al de las elecciones de 1991, primeras elecciones postconstitucionales (ver la Gráfica 1). No obstante, si excluimos de este grupo a quienes proceden de la Cámara de Representantes y que constituyen casos de movilidad ascendente (23), tenemos que los nuevos senadores y nuevos congresistas a la vez corresponden al 34,3% (35 en total). Si descartamos también como nuevos a quienes hicieron reemplazos en el período anterior en la corporación, tenemos que los nuevos senadores y nuevos congresistas fueron 28 (27,4%) (ver los esquemas 2 y 3). La amalgama se inclina ahora hacia el extremo de la permanencia; dicho de otra forma, el 72,6% de los senadores electos en 2010 ya eran o habían sido congresistas.

Existen diversos segmentos dentro del conjunto de senadores elegidos en 2010. El primero incluye a quienes llevan al menos tres períodos consecutivos en el Congreso (incluido su paso por la Cámara), y que, en su mayoría, han sido elegidos a cargos públicos durante más de veinte años. Este segmento incluye a 39 senadores (38,2%) que han consolidado sus carreras. Dentro de éstos se encuentran los sobrevivientes de la vieja generación de los "caciques electorales", que vienen vinculados al Congreso desde hace más de tres décadas, en algunos casos incluso desde el Frente Nacional, y que han acumulado recursos de poder, capacidad de incidir en las decisiones políticas en sus departamentos, y con influencia en sus partidos y vínculos con la dirigencia política nacional y el poder ejecutivo. Se trata de los casos de Aurelio Iragorri, del departamento de Cauca, Roberto Gerlein Echeverría, conservador del departamento de Atlántico, quien es el senador activo más antiguo, con diez períodos consecutivos desde 1978; Fuad Char Abdala, del departamento de Atlántico, empresario y político; otros tres conservadores: Efraín José Cepeda, de Atlántico; Gabriel Ignacio Zapata Correa, de Antioquia; Germán Villegas Villegas, del Valle del Cauca. Un caso especial dentro de este segmento de senadores es el de Jorge Eduardo Gechem, quien había sido senador durante cuatro períodos consecutivos (1990-2002) por el Partido Liberal; fue secuestrado por las farc en plenas elecciones de 2002 y lo retuvieron durante seis años; tras su liberación fue elegido de nuevo en 2010, por el Partido Social de Unidad Nacional.

Otros caciques fueron quedando en el pasado, algunos se retiraron, o perdieron sus curules por vínculos con grupos armados ilegales, o fallecieron, o fueron desplazados por la competencia. No obstante, otros se han mantenido en el escenario político. Un grupo de caciques, todos mayores de sesenta años, han sobrevivido a la competencia con electorados concentrados en sus departamentos de origen.

Los otros 32 senadores que han consolidado sus carreras políticas, en su mayoría pasaron antes por las corporaciones locales de elección pública (concejos y/o asambleas) y/o por alcaldías y gobernaciones. De éstos, cinco eran nuevos; son casos de movilidad ascendente, si asumimos que el Senado tiene un mayor estatus político y más proyección política en los círculos nacionales de poder (ver la Tabla 2).

Dos casos son especiales; llegaron directamente al Senado sin haber sido elegidos antes en otras corporaciones: Alexandra Moreno Piraquive, quien fue elegida por el Movimiento Independiente de Renovación Absoluta (mira), con el apoyo de una comunidad cristiana cuyo electorado ha ido creciendo reportándole dos escaños más en el Senado (Manuel Virgüez y Carlos Alberto Baena); y uno en la Cámara de Representantes por Bogotá (Gloria Estela Díaz); 13 y el de Jorge Enrique Robledo, del Polo Democrático Alternativo, un exprofesor universitario, quien fue elegido por primera vez en 2002, y le precede una larga militancia en la izquierda dentro del Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (Moir). Aunque en la década de 1970 había sido concejal de Soacha (1974-1978), llegó al Senado más de dos décadas después de haber ocupado este cargo. Ambos llevan tres períodos en el Senado, y han consolidado sus carreras políticas.

Este núcleo de senadores cuenta con alta influencia en sus departamentos y en ámbito nacional; de él han salido los presidentes del Senado en los últimos lustros. 14

Otro segmento de senadores está conformado por quienes pertenecen a familias vinculadas a la política; son 16 senadores (15,7%); si consideramos a otros incluidos dentro del primer segmento y que proceden también de familias políticas, serían 19, el 18,6% (Piedad Zuccardi, esposa del exsenador Juan José García Romero y cuñada de Álvaro García Romero; Iván Moreno Rojas, hermano de Samuel Moreno Rojas, exsenador y exalcalde de Bogotá, e hijo de María Eugenia Rojas, exsenadora y excandidata presidencial; nieto del general Gustavo Rojas Pinilla; Germán Olano, cuyo hermano ha sido concejal y representante a la Cámara, Dilian Francisca Toro, cuyo primo era el excongresista Carlos Herney Abadía, quien la apoyó en sus comienzos, y su esposo, Julio César Caicedo, fue senador 15) (ver la Tabla 3).

En algunos casos, se trata de padrinazgos por parte de familiares, de políticos que llegaron de forma rápida al Senado, la mayoría sin pasar por otras corporaciones de elección popular y que contaban con vínculos con excongresistas familiares cercanos que los apoyaron permitiendo su acceso a la burocracia estatal e impulsando sus carreras políticas. Son "herencias electorales", la mayoría por parte de políticos vinculados a procesos penales y que perdieron su investidura o debieron renunciar a ella. 16

Nueve de los quince senadores elegidos por primera vez (sólo José David Name fue reelegido) y presentan en todos los casos una alta concentración de sus electorados en los departamentos en donde cuentan con sus redes de apoyo. Tanto el núcleo de senadores consolidados como aquellos que han accedido al Congreso a través de redes de apoyos familiares cuentan con electorados localizados y concentrados, detrás de lo cual existe una estrategia explícita de reproducción electoral que se combina con algunas alianzas con candidatos a la Cámara en otros departamentos que les aportan electores de complemento.

Un factor que ha coadyuvado al acceso y/o permanencia en sus curules de algunos senadores han sido sus vínculos con grupos armados ilegales. Hasta mediados del año 2010 habían sido condenados 25 excongresistas y 15 más habían sido llamados a juicio por presuntos vínculos con este tipo de organizaciones (López 2010). De los que fueron elegidos en 2010, están siendo investigados 15 por los mismos presuntos delitos. 17

Un tercer segmento está conformado por los nuevos senadores y, en general, nuevos congresistas (con uno o dos períodos en el Senado, con la excepción de Luis Carlos Avellaneda, del PDA, que lleva tres períodos), que no hacen parte de las dos categorías anteriores (47, que corresponden al 46,0%), que aún están consolidando sus carreras políticas en el ámbito nacional, dentro de los cuales hay varios subsegmentos (ver la Tabla 4):

a) Nuevos senadores que proceden de la Cámara de Representantes (en algunos casos, fueron reelegidos) o de otras corporaciones municipales o departamentales, y que constituyen casos de movilidad ascendente: en menos de una década dieron el salto al Senado (20 senadores). Dentro de éstos se encuentran cuatro congresistas de la izquierda, que fueron reelegidos y que junto con Jorge Enrique Robledo e Iván Moreno Rojas 18 (así como con Germán Navas Talero en la Cámara de Representantes) empiezan a consolidar sus carreras políticas dentro de una izquierda partidista en la cual tradicionalmente los congresistas no solían permanecer mucho tiempo en las corporaciones públicas, afectados por la violencia entre mediados de la década de 1980 y los noventa (la Unión Patriótica y el Partido Comunista), y posteriormente por la fragmentación y los enfrentamientos internos en la Alianza Democrática M-19 y otras pequeñas agrupaciones. Tienen en común sus vínculos con sindicatos. 19

b) Los senadores que son a la vez nuevos congresistas, que no pasaron por la Cámara de Representantes, y sólo en algunos casos por cargos de elección popular locales, cuya carrera política inició "desde arriba" o mediante un salto de lo municipal a lo nacional en muy corto tiempo (23 senadores). La mayoría (17 senadores) tuvieron como vehículo de acceso a nuevos partidos políticos: siete fueron elegidos por el Partido de Integración Nacional (PIN), un nuevo partido afectado por las investigaciones de los vínculos de sectores de la clase política con grupos paramilitares. Cinco son del nuevo Partido Verde, el cual contó con un respaldo especialmente urbano, en Bogotá y otras ciudades capitales, con el apoyo del buen nombre de los tres exalcaldes de Bogotá y uno de Medellín, que se unieron en la nueva agrupación política y que en las elecciones presidenciales lograron pasar a segunda vuelta. 20Tres senadores fueron del Partido Social de Unidad Nacional, que hizo una convocatoria especial denominada "Postúlate", por medio de la cual reservó treinta lugares en la lista a nuevos candidatos como estrategia para estimular nuevos liderazgos. Los otros candidatos eran personajes muy reconocidos en la política nacional y que en su mayoría habían militado anteriormente en el Partido Liberal. Dos ingresaron a través del PDA. 21 Los nuevos senadores elegidos por los partidos Liberal y Conservador habían ocupado cargos de elección popular en sus departamentos.

c) Senadores electos a través de electorados comunitarios étnicos o religiosos. Fueron cinco, dos de ellos elegidos a través de la circunscripción especial indígena) y dos por el Movimiento Independiente de Renovación Absoluta, mira (además de Alexandra Moreno Piraquive, incluida en el primer segmento; ver la Tabla 4).

En síntesis, en la conformación del Senado tras las elecciones de 2010 la renovación de sus integrantes fue, en términos absolutos, alta; no obstante, una parte de los nuevos senadores no eran nuevos congresistas; se presentó la movilidad ascendente desde la Cámara de Representantes, con lo cual la renovación real fue menor que la tercera parte de la corporación. Sólo un pequeño segmento de nuevos liderazgos políticos llega al Senado sin hacer parte de redes familiares o sin contar con antecedentes importantes en el Congreso o en otras corporaciones públicas. El principal vehículo de ingreso de senadores fueron los partidos nuevos: el Partido Verde y el pin; ha predominado una estrategia de concentración del electorado y los senadores siguen siendo elegidos, en su mayoría, mediante electorados regionales.

3. LA CÁMARA. AMALGAMA CON UN NÚCLEO ESTABLE Y ALTA RENOVACIÓN

En las elecciones del año 2010 para la Cámara de Representantes, los rasgos centrales de renovación/permanencia de la clase política fueron cuatro: a) una situación de amalgama, con una alto porcentaje de nuevos, muy superior al Senado y el más alto en las últimas dos décadas: cerca de tres cuartas partes, b) de igual forma que en el Senado, aunque de menor tamaño, hay un pequeño núcleo estable que lleva más de veinte años vinculado a cargos de elección popular y al menos tres períodos consecutivos; constituyen casos de ambición estática, 22 c) hay un segmento perteneciente a familias políticas, d) el mayor número de representantes corresponde a nuevos liderazgos que han accedido a la Cámara de forma temprana, con cortas carreras, y en algunos casos, sin haber sido elegidos a otras corporaciones públicas previamente.

A diferencia del Senado, se presentó una alta renovación de sus integrantes; cerca de las dos terceras partes eran nuevos congresistas; de 165 eran nuevos 119 (el 72,1%). La amalgama entre reelegidos y nuevos se inclinó hacia el extremo de la renovación (ver el Esquema 4). La Cámara es la vía de acceso de un mayor número de nuevos liderazgos políticos al Congreso. Se mantiene la tendencia en las últimas dos décadas (ver la Gráfica 2).

Aunque el Senado es considerado el máximo cargo de elección popular, excluida la Presidencia de la República, en la Cámara también se ha formado un núcleo de congresistas que se mantienen en ella como una expresión de ambición estática; que expresa una estrategia de permanencia de aversos al riesgo, por cuanto se hace más difícil el tránsito hacia el Senado con circunscripción y campañas nacionales y una amplia competencia. Este núcleo está conformado por 16 representantes (el 9,7%) que han sido elegidos al menos en tres elecciones consecutivas, y anteriormente lo fueron en corporaciones municipales y/o departamentales, llevan más de veinte años como políticos activos (ver la Tabla 5). Con excepción de Germán Navas Talero, del PDA, todos estuvieron vinculados al bipartidismo y ahora se distribuyen entre los partidos Liberal, Conservador, y las agrupaciones que se desagregaron de éstos. Se ubican en un lugar intermedio entre los viejos caciques, posicionados en el Senado, y los nuevos liderazgos que iniciaron "desde arriba", o llegaron de forma rápida a la Cámara.

Se trata de personas con más de veinte años de vínculos con el sector público; la mayoría de ellos ejercieron cargos de elección popular locales, y quienes no lo han hecho estuvieron vinculados a actividades en las cuales tenían un contacto con la población, en razón de sus cargos o actividades.

Hacen parte de una nueva generación de liderazgos políticos regionales, con la excepción de Telésforo Pedraza, quien está vinculado hace tres décadas a cargos de elección pública y ha ocupado cargos de concejal de Bogotá en cuatro ocasiones; ha sido senador (1990-1991) y representante a la Cámara en cinco ocasiones.

Un segundo segmento lo conforman quienes hacen parte de familias políticas. De igual forma que en el Senado, aunque un poco menos numerosos, estos congresistas resultaron elegidos respaldados en el prestigio, los apoyos y/o los caudales electorales que en parte aportan sus familiares; son siete nuevos representantes (además de los casos de Rosmery Martínez y José Ignacio Mesa Betancurt). Ellos son: Simón Gaviria Muñoz, hijo de César Gaviria Trujillo (1990-1994), exsenador, expresidente y exdirector del Partido Liberal; Luis Eduardo Diazgranados exconcejal y exdiputado de Atlántico; José Alfredo Gnecco, miembro de una familia vinculada a la política en el departamento del Cesar durante décadas; Miguel Gómez Martínez es hijo del exsenador Enrique Gómez Hurtado, sobrino del exsenador, exconstituyente y excandidato presidencial Álvaro Gómez Hurtado y nieto del expresidente Laureano Gómez; Eduardo Agaton Diazgranados, familiar del alcalde Juan Pablo Diazgranados; Sandra Elena Villadiego, esposa de Miguel Ángel Rangel, exalcalde de Pinillos, Bolívar, y dos veces representante a la Cámara. 23

También hacen parte de este segmento Hernando Cárdenas Cardozo, su padre José Senén Cárdenas fue alcalde en tres ocasiones del municipio de Espinal y diputado departamental, y Eduardo Enrique Pérez Santos, hermano del exgobernador de Sucre Eduardo Pérez Santos. De Apertura Liberal, José Rodolfo Pérez Suárez, hermano de Miguel Ángel Pérez, exgobernador de Casanare.

Excluidos los anteriores segmentos (25 representantes en total, de los cuales seis han sido elegidos sólo una vez), tenemos que la gran mayoría de representantes a la Cámara son congresistas nuevos, y de ellos, 29 llevan dos períodos, y los demás, sólo uno (111). Aquí también encontramos subsegmentos:

a) Los representantes que accedieron al Congreso a través de una trayectoria que incluye cargos de elección popular municipal o departamental, a partir de los cuales fueron construyendo sus electorados y/o hicieron alianzas con otros políticos locales; que llevan dos períodos consecutivos y empiezan a consolidar sus carreras. Hay un patrón en sus trayectorias políticas que incluyen escaños en las corporaciones locales durante una década, en algunos casos un poco más, y el acceso al Congreso tras una militancia dentro del bipartidismo y las agrupaciones que se desagregaron de los partidos Liberal y Conservador 24 (sólo una representante es de otro partido, Gloria Estela Díaz, del mira). Hacen parte de una generación intermedia entre los congresistas consolidados, establecidos, y los debutantes que recién ingresan al Congreso (ver la Tabla 6).

b) Los debutantes, congresistas que sólo llevan un período, que llegan por primera vez: 119, que corresponde al 72,1%; si excluimos a los vinculados con redes familiares, que ya mencionamos, tenemos 111. Entre éstos también tenemos un patrón, por cuanto en su gran mayoría pasaron al menos durante un período por corporaciones locales, y sus carreras llevan menos de una década (61 representantes; ver la Tabla 7). Un número importante de representantes no habían sido elegidos antes en ninguna otra corporación (46); en sus trayectorias presentan vínculos con la burocracia oficial, o como asistentes o asesores de alcaldes y/o gobernadores; se han movido dentro de un entorno que les va sirviendo de contacto con la población mediante programas y acciones gubernamentales.

c) De igual forma que en el Senado, existen algunos congresistas que han llegado a esta corporación a través de las circunscripciones especiales para minorías étnicas afrodescendiente e indígena, en la cual se renovaron los dos escaños. En el caso de la circunscripción especial para minorías negras, fue elegido Heriberto Arrechea, exconcejal del municipio de Timbiquí (Cauca), del Movimiento Popular Unido. Este movimiento había avalado en 2002 también a María Isabel Urrutia, reelegida en 2006 por Alianza Social Afrocolombiana; ha servido como "partido de alquiler" concediendo avales a candidatos de diversas procedencias. La otra curul fue para Yahir Fernando Acuña, exconcejal de Sincelejo y diputado por el departamento de Sucre. Avalado por la organización Afrovides (Asociación de afrocolombianos para la vivienda, el deporte, la educación y la salud). 25 Estas minorías se han caracterizado por una gran fragmentación y competencia; en las elecciones de 2006 se presentaron 28 listas, y en 2010 fueron 67. En medio de la fragmentación, ninguno de sus congresistas ha logrado consolidar su carrera política.

Para el escaño especial indígena, la competencia se ha concentrado en las últimas elecciones en las dos organizaciones indígenas nacionales de mayor tradición organizativa: la Alianza Social Indígena (ASI) y Autoridades Indígenas de Colombia (AICO), aunque en estas elecciones la curul la obtuvo uno de los candidatos postulados en la lista del Polo Democrático Alternativo, Hernando Hernández, indígena de la comunidad Emberá-Chamí del departamento de Caldas, un profesional graduado en Filosofía y Letras. Las organizaciones indígenas también han desempeñado el papel de "partidos de alquiler" avalando candidatos de diversa procedencia para elecciones locales, y en 2006, a un candidato presidencial.

La Cámara de Representantes tampoco ha escapado a las investigaciones de la Corte Suprema de Justicia por vínculos entre los representantes y las organizaciones armadas ilegales. Seis de los representantes electos están siendo investigados. 26

CONCLUSIONES

Las elecciones legislativas de 2010 en Colombia presentaron algunos contrastes en su dinámica de renovación y permanencia que se expresan en la presencia de una amalgama, una combinación de viejos y nuevos congresistas y de segmentos diferenciados según su tiempo de permanencia y algunos rasgos de sus trayectorias.

1) En conjunto, hubo una alta renovación del Congreso; no obstante, es la Cámara de Representantes la puerta de entrada de nuevos integrantes de la clase política institucionalizada. En el Senado un alto porcentaje fue reelegido, o procedían de la Cámara o venían de hacer reemplazos durante el período anterior, mientras que cerca de las dos terceras partes de los integrantes de la Cámara eran nuevos.

2) Aunque hay nuevos partidos y nuevos congresistas, existe un núcleo que se ha estabilizado, y llevan al menos 20 años en corporaciones de elección popular, y corresponden a la quinta parte del Congreso. Junto a ellos hay un grupo que hace parte de familias vinculadas a la política y corresponde a la décima parte del Congreso. Algunos tienen relaciones con congresistas que perdieron sus curules, o que han sido condenados por diversos delitos. Como lo expresó una exsenadora y excandidata presidencial, se trata de una combinación de "delfines ilustres" y "delfines impresentables". 27

3) Entre los nuevos congresistas (aquellos que llevan uno o dos períodos) existen diversos segmentos, que incluyen los que presentaron movilidad ascendente de la Cámara al Senado; otros que pasaron directamente de las corporaciones locales al Senado; otros que llegaron de manera directa al Congreso sin trayectoria en corporaciones locales, y una minoría que procede de agrupaciones cuyos electorados son predominantemente comunidades étnicas y religiosas.

4) Los vínculos de integrantes de la clase política institucionalizada con organizaciones criminales no han desaparecido. Aunque en proporciones menores al último cuatrienio, aún persisten relaciones entre senadores y representantes con grupos paramilitares, que han dado origen a investigaciones por parte de la Corte Suprema de Justicia.


Comentarios

1 El concepto de clase política hace alusión a quienes participan de los privilegios del gobierno, ya sea que se encuentren en la cúspide de la administración pública (esfera burocrática) o hagan parte del Parlamento y de instancias locales de elección popular (esfera política competitiva). A ella pertenecen todos los políticos, incluso aunque no alcancen una gran importancia en la jerarquía decisoria, los políticos de segunda fila, quienes sólo tienen una participación periférica en las decisiones políticas, pero participan de sus privilegios; éstos tienen un anclaje institucional, en cuanto hacen parte de instituciones como las cámaras alta y baja (Senado y Cámara baja), o las instituciones de índole regional y local. El elemento vinculante está dado por los procesos electorales, su pertenencia a los partidos políticos y el acceso a las instituciones a través de procesos de elección popular. Constituye la clase política electa, la clase política institucionalizada (Von Beyme 1993; Pasquino 2000). El concepto posibilita el estudio empírico a partir de cuatro presupuestos: 1) el universo por estudiar está definido de forma clara por un criterio de posición: quienes ocupan los cargos de elección popular en el Parlamento o Congreso nacional; 2) no se presupone la unidad o pluralidad de esta categoría de análisis: los miembros de la clase política institucionalizada pueden o no hacer parte de la clase dominante en términos sociales; 3) no se presupone la cohesión en ella, incluye segmentos diferenciados, y aunque hay intereses comunes de estatus e institucionales, también hay intereses encontrados y en oposición; 4) hace referencia a una posición dentro del sistema político general, lo que permite estudiar sus funciones, correlaciones de poder e interacciones dentro de éste (Cotta 1990).

2 En América Latina, sólo en México y Costa Rica se prohíbe la reelección inmediata de los diputados.

3 Este aspecto aparece subrayado de forma temprana en la obra de Gaetano Mosca (1939[1896]), quien hace alusión a las circunstancias sociales que inciden en la circulación de lo que él denomina elites políticas (1939, 65 [1896]).

4 Medidas tendientes a favorecer la representación de las minorías garantizando su acceso a escaños en el Congreso de la República, como la creación de circunscripciones especiales para Senado para minorías indígenas, y en la Cámara, para minorías afrodescendientes.

5 Al respecto, hay un abundante literatura; algunos de los análisis son los de Cepeda (1996) y Uprimny (1996).

6 Por limitaciones de espacio, no ampliamos este aspecto. Véase Romero (2003), Duncan (2006); Reyes (1991) y López (2010) y López (comp., 2010).

7 En cuanto al número efectivo de partidos legislativos, que se calcula incluyendo las fracciones internas dentro de los partidos Liberal y Conservador hasta el año 2002, se pasó en la Cámara de Representantes de 2,14 en 1990, a 5,41 en 2002; a 7,10 en 2006, y a 5,0 en 2010; y en el Senado, de 2,22 en 1990 a 7,9 en 2002; a 6,8 en 2006 y a 5,8 en 2010 (cálculos con base en Registraduría Nacional del Estado Civil, años respectivos).

8 La expresión es tomada de Angelo Panebianco (1992); corresponde a una mezcla con diversos grados de movilidad-permanencia.

9 Seguimos al respecto la distinción planteada inicialmente por Ralph Turner (1960), luego aplicada a las élites, entre otros, por Susana Corzo (2002).

10 La renovación corresponde al porcentaje de elegidos al Senado y la Cámara en la respectiva elección y que nunca habían sido elegidos; quienes anteriormente lo fueron, sin importar el año, no son considerados nuevos congresistas, así hayan transcurrido, como en algunos casos, cuatro o cinco elecciones. Quienes hicieron reemplazos en las curules en el período anterior también son considerados como nuevos congresistas. En cuanto a los grados de renovación, consideramos una escala con cuatro categorías: I) baja circulación, entre 0-20% de nuevos miembros del Congreso, II) circulación media, entre 21-40%, III) alta circulación, entre 41-60%, y IV) muy alta circulación, más del 60%. Bajo la consideración de que la existencia de reelección ilimitada y el acceso de los congresistas a recursos estatales, a posibilidades de intermediación, su influencia en los gobiernos locales y departamentales y las alianzas estratégicas de apoyos mutuos con políticos locales y nacionales les brindan claras ventajas a quienes vienen ocupando sus curules, por lo cual se espera que haya más permanencia que renovación; con ello, más de un 40% de renovación empieza a ser considerada alta.

11 La curul 166 de las minorías políticas no fue asignada porque ninguno de los candidatos cumplía con los requisitos establecidos por la ley.

12 La información respecto a las trayectorias de los congresistas ha sido obtenida de tres fuentes: Registraduría Nacional del Estado Civil, años respectivos, 1986-2010; la base de datos del portal votebien, desde el año 2002, disponible en: http://www.terra.com.co/elecciones_2002/congreso_2002_2006/21-07-2002/nota63302.html, y Congreso Visible, disponible en: www.congresovisible.org/congresistas/perfil/

13 Este movimiento fue creado en el año 2000, sobre la base de una comunidad cristiana organizada desde comienzos de la década de 1970 (véase Duque, 2007).

14 Han sido presidentes del Senado Juan Manuel Corzo, del Partido Conservador (20112012); Javier Enrique Cáceres, de Cambio Radical (2009-2010); Hernán Andrade, del Partido Conservador (2010-2011); Dilian Francisca Toro (2006-2007) y Aurelio Iragorri, en ese entonces del Partido Liberal (1990-1991).

15 Se trata en este caso de vínculos con familiares que han tenido problemas legales (véase: Semana 24/6/2006, "¿Cómo es la historia de su relación con Quico Becerra y Carlos Abadía" y 25/3/2010, "Las baronesas del suroccidente").

16 La información de este apartado proviene de las siguientes fuentes: Semana, 12/2/2006, "Los hijos del poder", "Los senadores bajo la lupa", 10/3/2010, "Más de lo mismo en Sucre?", 11/3/2011, disponible en: http://www.terra.com.co/elecciones_2010/votebien/html/vbn629-mas-de-lo-mismo-en-sucre.htm

17 Ver al respecto, López (2010); El Espectador, 27/9/2010, "Piedad Córdoba primera destituida por farcpolítica".

18 Este senador, exconcejal y exalcalde de Bucaramanga, y exrepresentante a la Cámara por el departamento de Santander, fue vinculado al escándalo de corrupción en la ciudad de Bogotá, junto con su hermano, el alcalde y exsenador Samuel Moreno Rojas. Se encuentra detenido desde mayo de 2011 y enfrenta cargos de cohecho, concusión y celebración indebida de contratos.

19 Gloria Inés Ramírez (una exmaestra de secundaria y sindicalista de Fecode, originalmente vinculada al Partido Comunista), Luis Carlos Avellaneda (abogado y profesor, vinculado a Fecode), Alexander López (exsindicalista de la Empresas Públicas de Cali, Emcali) y Jorge Eliécer Guevara (educador, exmiembro de la junta directiva de Fecode, exdiputado del Caquetá). La mayoría de senadores de este segmento pertenecen al nuevo Partido Social de Unidad Nacional; son casos de políticos regionales proyectados nacionalmente.

20 El Partido Verde obtuvo 521.503 votos, y en él confluyeron los exalcaldes de Bogotá Antanas Mockus, Luis Eduardo Garzón y Enrique Peñalosa, así como el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo. En las elecciones presidenciales obtuvo en la segunda vuelta 3.587.975 votos, el 27,5% (Registraduría Nacional del Estado Civil).

21 Mauricio Ernesto Ospina, hermano del alcalde en ejercicio de Cali, y Camilo Ernesto Romero, un joven periodista independiente sin antecedentes político-partidistas.

22 En el sentido que lo plantea Joseph Schlesinger (1966), que expresa que los políticos acceden a un cargo de cierto nivel y se mantienen en él sin aspirar a ascender a otros. Le tendencia a la ambición estática en los congresistas colombianos ha sido señalada por Rodríguez (2003) y Pachón (2004).

23 Fue condenado por la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia a noventa meses de prisión por el delito de concierto para delinquir, por sus vínculos con grupos para-militares (véase El Tiempo, 16/9/2010, "Por parapolítica ex congresista Miguel Ángel Rangel fue condenado a siete años y medio").

24 Un caso especial es el de Jaime Buenahora, quien había sido representante a la Cámara en el período 1990/1991, el mandato que fue suspendido por la Asamblea Nacional Constituyente. Fue elegido por los colombianos residentes en el exterior.

25 También es cuestionado por sus vínculos a personajes que han tenido problemas legales (ver al respecto, Semana, 3/6/2009, "Las sombras que persiguen al nuevo investigador de Uribe").

26 Véase Semana, 3/62010, "Las sombras que persiguen al nuevo investigador de Uribe".

27 Cecilia López Caballero, El Espectador, 18/4/2011, "La política: inundada de delfines".


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