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Colombia Internacional

Print version ISSN 0121-5612

colomb.int.  no.86 Bogotá Jan./Apr. 2016

https://doi.org/10.7440/colombiaint86.2016.02 

El perfil del votante anulista en la elección federal de 2009 en México: independencia partidista y movilidad cognitiva*

Gerardo Isaac Cisneros**

** Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México, maestro en Ciencias Sociales y doctor en Investigación en Ciencia Política por FLACSO, sede México. Actualmente es asesor en el Instituto Electoral del Distrito Federal en México. Sus líneas de investigación son comportamiento político, opinión pública y actitudes políticas en México y América Latina. isaac.cisneros.ye@gmail.com

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/colombiaint86.2016.02


RESUMEN:

La elección de diputados federales de 2009 en México presentó un fenómeno sin precedente en el país, pues hubo un incremento sustantivo del porcentaje de votos anulados. A diferencia de otras investigaciones a nivel agregado, este estudio se centra en el análisis individual de los votantes y muestra el perfil del elector que anuló su sufragio en dichas elecciones. El artículo enfatiza que el votante anulista se caracteriza por su independencia partidista y alto nivel de movilidad cognitiva. Asimismo se evalúa el efecto diferenciado que tiene esta última variable en el comportamiento electoral de los independientes. Se concluye argumentando sobre la necesidad de incluir la independencia partidista y la movilidad cognitiva en los estudios electorales.

PALABRAS CLAVE:

Elecciones, México (Thesaurus), movilidad cognitiva, independencia partidista, voto nulo, votante anulista, abstención (palabras clave autor)


Null Voter Profile in the 2009 Midterm Federal Election in Mexico: Non-Party Affiliation and Cognitive Mobility

ABSTRACT:

The 2009 midterm federal congressional election in Mexico showed an unprecedented phenomenon in the country, since there was a substantial increase in the percentage of null votes. Unlike other research at the aggregate level, this study focuses on the individual analysis of the voters and shows a profile of the voter who annulled his or her vote in that election. The article emphasizes the fact that the main characteristics of anulling voters are their independence of political parties and their high level of cognitive mobility. It also evaluates the differentiated effect of the latter variable on the electoral behavior of independent voters, and concludes by arguing for the need to include independence from political parties and cognitive mobility in the analysis of voting behavior.

KEYWORDS:

Elections, Mexico (Thesaurus), cognitive mobility, non-party affiliation, null vote, annulling voter, abstention (author's keywords)


O perfil do eleitor que votou nulo na eleição federal de 2009 no México: independência partidária e mobilidade cognitiva

RESUMO:

A eleição de deputados federais em 2009 no México apresentou um fenômeno sem precedentes no país, pois houve um aumento substancial da porcentagem de votos anulados. Ao contrário de outras pesquisas a nível agregado, este estudo centra-se na análise individual dos eleitores e mostra o perfil do eleitor que anulou seu voto nessas eleições. O artigo enfatiza que esse eleitor caracteriza-se por sua independência partidária e por seu alto nível de mobilidade cognitiva. Igualmente, avalia-se o efeito diferenciado que tem essa última variável no comportamento eleitoral dos independentes. Conclui-se argumentando sobre a necessidade de incluir a independência partidária e a mobilidade cognitiva nos estudos eleitorais.

PALAVRAS-CHAVE:

México (Thesaurus), eleições, mobilidade cognitiva, independência partidária, voto nulo, eleitor que anulou o voto, abstenção (palavras-chave autor)


Introducción

Las elecciones son un momento decisivo de la democracia. A diferencia de las dictaduras, en democracia es posible renovar los cargos de gobierno de manera periódica, a partir de la decisión de los electores en las urnas de votación. De esa manera, el voto es un mecanismo para controlar la salida y entrada de gobernantes (Fearon 2002).

Sin embargo, en la literatura existe un vacío que no explica por qué en ocasiones el elector, en lugar de hacer uso de su voto para castigar o renovar los cargos de gobierno, lo utiliza para protestar contra el trabajo realizado por todos los representantes políticos. Investigaciones recientes enfatizan este tema y proponen tres enfoques que analizan el voto nulo: socioeconómico, institucional y político (Aldashev y Mastrobuoni 2010; Power y Garand 2007; Uggla 2008).1

Dentro de esta última perspectiva se enfatiza la importancia de la anulación del sufragio como una forma de protesta ante el desempeño de las instituciones políticas, ya sea por deficiencias en su funcionamiento (Carlin 2005; Galatas 2008; Troumponis 2010) o por la ausencia de opciones que representen las posturas de los ciudadanos (Stiefbold 1965; Zulfikarpasic 2001). Por lo anterior, el voto no solo opera como un mecanismo de rendición de cuentas, sino que puede ser usado como instrumento de protesta ante la percepción de un mal funcionamiento del sistema político.

Bajo este marco, en las elecciones de diputados federales de 2009 en México ocurrió un fenómeno novedoso y nunca antes visto en la historia política de este país. En varios estados se promovió la anulación del voto como una forma de protesta política ante la percepción de ausencia de representación de los partidos políticos (Aguayo 2009; Crespo 2009).

Producto de esta inconformidad, en dichos comicios el voto nulo alcanzó el 5,40% del total de sufragios emitidos, lo cual significó un aumento de casi el 100% de votos nulos con respecto al promedio de 1994 a 2006 (2,85%). Asimismo, en ninguna otra elección previa o posterior se presentó un nivel de sufragios anulados similar al observado en 2009, como puede verse en el cuadro 1. De hecho, las elecciones de 2009 son, hasta la fecha, las que presentan el porcentaje de voto nulo más alto en la historia de México.

Hallazgos de la autoridad electoral mexicana muestran que del porcentaje total de sufragios nulos emitidos en 2009, el 64% de ellos fue intencional, mientras que el 36% fue accidental (Instituto Federal Electoral 2010). Además, hay evidencia de que a nivel municipal, los sectores con mayor grado de escolaridad fueron los más propensos a anular el voto intencionalmente (Cisneros 2013). Este dato resulta novedoso, pues desde los comicios de 1994, e incluso en los más recientes de 2015, no se había presentado dicha asociación.

La regularidad empírica destacada por la literatura muestra que, en general, una mayor escolaridad está asociada con una menor propensión a anular el voto (Galatas 2008; Power y Garand 2007) de ahí que sea novedoso el fenómeno presentado en la elección de México en 2009.

En esta explicación se utiliza la escolaridad como una variable proxy de la presencia o ausencia de protesta política, debido a que en varios países, como México, en el conteo de los votos no se distingue a aquellos que fueron anulados por error de los que fueron nulificados intencionalmente por el elector. Cuando ocurre una asociación negativa entre la escolaridad y el voto nulo, este último se explica como un error de votación, mientras que la relación positiva ha sido interpretada como una señal de protesta contra el sistema político (Cisneros 2013; Galatas 2008; Zulfikarpasic 2001). 2

A pesar de la gran contribución de estas investigaciones al estudio del voto nulo, se han enfocado fundamentalmente en el análisis de datos agregados a nivel de estados y municipios3 y no se han centrado en la investigación del comportamiento electoral del votante, limitando el alcance de las inferencias. Por ello, para no caer en la llamada "falacia ecológica"4 es necesario analizar el comportamiento del electorado a nivel individual.

Además, el presente artículo plantea la hipótesis de que la independencia partidista, junto con la movilidad cognitiva -combinación de un elevado interés en la política y alta escolaridad-, son factores determinantes de la anulación del voto. Se argumenta que la ausencia de lealtad partidista y un nivel alto de movilidad cognitiva aumentan la probabilidad de anular el voto como señal de protesta política. Esto se debe a que al no existir un vínculo con un partido político se facilita que el elector decida escoger una opción no partidista, siendo la abstención una posible consecuencia. Sin embargo, al conjugarse con la movilidad cognitiva, la propensión a la abstención disminuye por el compromiso cívico que genera, incrementando la probabilidad de participar electoralmente, anulando el voto.

Para analizar empíricamente estos planteamientos se utiliza la encuesta postelectoral de la elección de México en 2009 del Comparative Study of Electoral Systems. Los resultados del estudio muestran que, en efecto, los electores independientes5 y con alto nivel de movilidad cognitiva fueron los más propensos a anular el voto en la elección federal de 2009 en México, mientras que los independientes con bajo nivel de movilidad tendieron a la abstención. Dicho resultado subraya dos cuestiones: i) las características del elector que es propenso a anular el sufragio en situaciones de protesta y, ii) el efecto diferenciado que genera la movilidad cognitiva en el comportamiento electoral de los independientes.

1. La elección federal de 2009 en México

La elección de diputados federales de 2009 en México se caracterizó por el surgimiento de la propuesta de anulación del voto como una forma de mostrar el hartazgo, desencanto y malestar del ciudadano ante la falta de representación política (Alonso 2010; Cisneros 2012). La propuesta generó un intenso debate en torno a la conveniencia o no de anular el sufragio. Los que se pronunciaron a favor argumentaron que un alto número de votos nulos podría "cimbrar" a la clase política, al mandarle un mensaje de pérdida de legitimidad. Por el contrario, quienes rechazaban esta propuesta destacaron lo poco conveniente del llamado, ya que, dadas las características de la ley electoral en México, los votos nulos no se cuentan en el total, y su efecto sería intrascendente, aumentando el impacto electoral de los votos válidos.6

Los promotores del voto nulo replicaron el argumento y señalaron que el objetivo fundamental no era solo obtener un número elevado de sufragios nulos, sino "mover a los partidos a hacer reformas y compartir algo de poder con sus representados" (Crespo 2009, en línea); "un esfuerzo por sacudir las conciencias y lograr que quienes gobiernan en nombre del ciudadano incorporen el bien común en sus consideraciones" (Aguayo 2009, 12).

Una de las principales propuestas de los promotores de la anulación del voto recomendaba que para expresar el descontento o la protesta podría ser más efectivo acudir a las urnas y anular el sufragio de alguna manera, en lugar de abstenerse de votar, por la sencilla razón de que al tratarse "de una acción deliberada, se haría más notorio y generaría más impacto que la abstención" (Crespo 2010, 50).

Es de destacar que la promoción del voto nulo no se dirigió a los electores con identificación partidaria sino que, de manera indirecta, se convocó a los votantes no identificados con un partido político. Uno de los más visibles promotores del sufragio nulo, el académico José Antonio Crespo, señaló que "el movimiento por el voto nulo no apelaba a los votantes partidistas, sino que convocaba a los potenciales abstencionistas activos, los que por enojo o alejamiento con los partidos pensaban en no acudir a las urnas" (Crespo 2010, 50).

Lo anterior podría considerarse contraintuitivo pues, según la literatura clásica sobre independencia partidista, estos electores suelen no asistir a las urnas (Campbell et al. 1965; Green, Palmquist y Schinckler 2002; Lewis-Beck 2008). Sin embargo, el argumento que se enfatiza aquí sugiere la existencia de un tipo de votante independiente con alta movilidad cognitiva, que es activo políticamente y que, dada la ausencia de vínculos partidistas, no tiene motivos para preocuparse de si alguno de los partidos gana o pierde la elección, pero sí desea manifestar su postura política en las elecciones, anulando el voto.7

Al concluir los comicios, los principales promotores del voto nulo señalaron que la propuesta había sido un éxito por el porcentaje obtenido (Aguayo, citado en Cervantes 2009). Los resultados de la contienda mostraron que el voto nulo alcanzó el 5,40% del total de votos emitidos, lo cual representó un aumento de casi el 100% con respecto a los comicios previos, y hubo estados donde el voto nulo alcanzó más de 7%, como Chihuahua, Puebla, San Luis Potosí, Aguascalientes, y el Distrito Federal (en este último llegó casi al 11%).

Cabe señalar que las asociaciones que promovieron el voto nulo en el país en 2009 formaron la Asamblea Nacional Ciudadana (ANCA), que fue la encargada de coordinar las acciones de protesta, pero no de manera centralizada. Se organizaron foros de debate en la sede del Instituto Federal Electoral, donde académicos y simpatizantes en pro y en contra de la propuesta debatieron sus argumentos. Asimismo, se formularon demandas que acompañaron la propuesta de anular el voto, tales como la revocación del mandato, el valor jurídico del voto nulo, el referéndum, las candidaturas independientes y la reducción del financiamiento de los partidos políticos.8

Dichas acciones coordinadas culminaron durante la jornada electoral con movilizaciones en las principales plazas del país. De esa manera, a la luz de los resultados electorales señalados, y por las acciones realizadas, los promotores del voto nulo se pronunciaron acerca del éxito de su propuesta.9

2. Estudios previos sobre voto nulo: ausencia de identificación partidista y de movilidad cognitiva

En la literatura sobre voto nulo se han propuesto tres perspectivas a partir de las cuales se analiza este asunto. Los enfoques son i) institucional, ii) socioeconómico y iii) político. El objetivo de este apartado es identificar las variables explicativas del voto nulo según cada enfoque y destacar que ninguno de ellos ha considerado la independencia partidista ni la movilidad cognitiva como factores determinantes para explicar la anulación del voto de manera intencionada. Ambos puntos tienen la intención, por un lado, de resaltar las variables que deben ser controladas en el análisis y, por otro, enfatizar la propuesta que se hace en este artículo, es decir, caracterizar al votante anulista.

Dentro de la perspectiva institucional se subraya la importancia que tiene el diseño electoral en el aumento o disminución de los votos nulos. Se pone el foco en variables como el voto obligatorio (Hirczy 1994; Troumponis 2010), la complejidad de la boleta y del acto electoral (Power y Timmons 1995); en la existencia de listas abiertas o cerradas, en el multipartidismo y en el reflejo del voto en la conformación de las cámaras legislativas (Power y Garand 2007). Por ejemplo, se ha encontrado que el factor que incrementa el voto nulo en las democracias latinoamericanas es el voto obligatorio, esto debido a que donde existe esta reglamentación, los ciudadanos se ven forzados a participar aunque no lo deseen, debido a las penalizaciones que implica no hacerlo.10 Sin embargo, el aumento de la participación no implica que se sufrague necesariamente por alguna opción partidista. La evidencia muestra el incremento del número de boletas anuladas y en blanco, las cuales alcanzan porcentajes parecidos al de la abstención en países donde no se obliga a votar. Por ello, se ha argumentado que el voto nulo es "el símil de la abstención en los países con voto obligatorio" (Lavareda 1991).

Como se aprecia, ninguna de las variables señaladas pone el acento en las características de los votantes que anulan su sufragio, sino en los factores que a nivel institucional pueden afectar la variación en el voto nulo. De esa manera, ni la independencia partidista ni la movilidad cognitiva son consideradas como variables determinantes dentro de esta perspectiva teórica.

Ahora bien, desde la perspectiva socioeconómica, los principales hallazgos muestran que la urbanización y la escolaridad tienen una asociación negativa con el voto nulo (Galatas 2008). Esto significa que mayores grados de escolaridad y urbanización disminuyen el número de boletas anuladas, respectivamente, por cuanto variables como el analfabetismo y la condición de migrante, cada una por separado, aumentan el número de votos nulos (Lutz y Espinoza 2005; McAllister y Makkai 1993).

En relación con la escolaridad, hay hallazgos que muestran que los sectores instruidos tienen menor propensión a cometer errores de votación y, por lo tanto, a no anular su voto. Tanto los hallazgos de Power y Garand (2007) para América Latina como los de Galatas (2008) sobre Canadá respaldan la hipótesis de que la mayor cantidad de votos anulados se asocia de manera negativa con el nivel de instrucción.

En contraposición a estos resultados, también se ha encontrado que en situaciones de protesta política, la relación esperada por este enfoque puede volverse positiva. En contextos donde existen fuertes críticas al sistema de representación política y de partidos, los votantes con altos niveles de instrucción pueden modificar su comportamiento político y anular el voto, en lugar de votar por un partido político (Alonso 2010). De este modo, la escolaridad se vuelve un factor que incrementa la probabilidad de anular el sufragio, ya que los altos niveles de educación proporcionan recursos para aprender sobre la política y estar más involucrado e informado sobre esta.11 Así, los cambios en el panorama político pueden acentuar o disminuir la propensión a ciertos comportamientos de los individuos escolarizados (Cisneros 2013; Galatas 2008; Zulfikarpasic 2001).

Dicho lo anterior, el enfoque socioeconómico brinda variables por considerar dentro del análisis estadístico posterior, así como elementos para reflexionar sobre las características del votante anulista en un contexto de protesta, reafirmando que, si bien los electores que anulan su voto suelen tener bajos niveles de escolaridad, esta asociación puede modificarse en ciertas coyunturas políticas, debido a su mayor involucramiento político e información acerca del contexto. Desde esta perspectiva, podría esperarse que una de las características principales del elector que anuló su sufragio en la elección de 2009 sea la alta escolaridad.

Además, debe resaltarse que esta investigación adiciona a estos enfoques teóricos otros factores explicativos de la incidencia del voto nulo como la independencia partidista y el interés en la política (este último, componente de la movilidad cognitiva). Ambos son factores que deben considerarse por el enfoque político, pues ambas variables son rasgos que se asocian con características de este tipo.

La perspectiva política del voto nulo ve la anulación del sufragio como una forma de protesta ciudadana, que es políticamente lógica, y no producto de la falta de habilidad para votar o de apatía de los electores. Desde esta perspectiva, la anulación del sufragio puede ser interpretada como un mecanismo de exigencia a los representantes políticos sobre la legitimidad y satisfacción con su trabajo. Se señala claramente que el voto nulo puede ser un fenómeno intencionado, y no aislado.

Sin embargo, al igual que las perspectivas anteriores, este enfoque no considera la independencia partidista ni la movilidad cognitiva como características distintivas del votante que anula su sufragio de manera intencionada. Las variables propuestas por el enfoque político son la competencia partidista (Aldashev y Mastrobuoni 2010), lo cerrado de las elecciones (Galatas 2008; Uggla 2008), la insatisfacción con el desempeño de las instituciones (Troumponis 2010), con la democracia y la clase política (Carlin 2005), y en algunos casos, la violencia (Power y Garand 2007) y la politización (Stiefbold 1965).

Respecto a esta última variable, Stiefbold (1965) argumenta que los individuos con mayor interés en la política, y a veces radicales en sus ideas, anulan su voto con mayor frecuencia, debido a que no encuentran un partido político con el cual se identifiquen. Dicho planteamiento da indicios para pensar que los individuos politizados, es decir, altamente interesados en los asuntos públicos, pueden tener mayores posibilidades de anular su sufragio que aquellos que no cuentan con dicha característica. Este señalamiento servirá más adelante para desarrollar la caracterización teórica que se propone sobre el votante anulista.

Respecto a las demás variables del enfoque político, se aprecia que algunas de ellas no son características de los votantes, como pueden ser la competencia partidista, la mayor o menor distancia en los resultados electorales y la violencia, sino que están asociadas con el contexto sociopolítico. Por el contrario, la insatisfacción con el desempeño de las instituciones, con la democracia y la clase política son variables de nivel individual que pueden asociarse con la existencia de un voto nulo en las elecciones. En este sentido, dichas variables deben ser incluidas en el análisis para controlar su efecto.

En síntesis, existen tres perspectivas teóricas que analizan el tema del voto nulo: institucional, socioeconómica y política. Como se señaló, cada enfoque propone distintas variables que inciden en la variación del voto nulo; sin embargo, ninguno propone la independencia partidista ni la movilidad cognitiva. Si bien las investigaciones señalan que, por separado, la escolaridad y la politización pueden ser factores asociados con la incidencia de votos nulos, en ningún momento se les considera como un componente unificado. Es por ello que la contribución de este artículo a la literatura es sumar al enfoque político dos factores que, combinados, inciden en la ocurrencia de un voto nulo: independencia partidista y movilidad cognitiva.

3. Independencia partidista y movilidad cognitiva: el perfil del votante anulista

La anulación intencional del voto implica que el individuo posee ciertas características que lo hacen asistir a las urnas el día de las elecciones, a pesar de que su voto no tendrá repercusión en la conformación de los órganos representativos, para demostrar de manera simbólica su descontento con el sistema político en conjunto.12

A diferencia de la abstención, la anulación intencional no es una acción marginal a la política. A través de ella, los ciudadanos mandan un mensaje de reclamo y de descontento con el desempeño de los representantes y el sistema político, alejándose de una acción apática como sería la abstención,13 mostrando su interés y preocupación por los asuntos políticos.14 En esa medida, la abstención y la anulación intencional del voto son fenómenos generados por electores con distintas características.15

Para analizar a los votantes que anulan su sufragio es pertinente considerar dos dimensiones que han sido tratadas en otras investigaciones: oportunidad y motivación (Batista 2011; Luskin 1990). La primera hace referencia a un elemento externo a los individuos, que no depende de ellos y brinda recursos para aprender sobre la política, como el ingreso, la educación o medios de subsistencia en el hogar, mientras que la segunda expresa el vínculo subjetivo del elector con la política.

En términos operativos, el primer aspecto en este estudio se asocia con el nivel de educación (dimensión de oportunidad),16 y el segundo, con el interés en la política (dimensión motivacional). El mayor nivel educativo se relaciona favorablemente con el apoyo y entendimiento de los principios democráticos y con el conocimiento político (Ahern, Cotter y Hall 2012; Batista 2011; Evans y Whitefield 1995). Esto se refuerza si existe una dimensión motivacional, como lo es el interés en la política, que impulsa al elector a aplicar sus recursos cognitivos en ese ámbito. Así, los individuos con alto nivel de educación e interesados en los asuntos políticos tenderán a informarse acerca de lo que ocurre en su entorno y, por consiguiente, a expresarse el día de las elecciones.

Sin embargo, surge la pregunta: ¿qué distingue a los votantes que deciden expresarse anulando su voto de aquellos que sufragan a favor de alguna institución partidaria? La principal distinción en ellos se encuentra en su cercanía o lejanía con los partidos políticos. Si carecen de lazo partidista, tienen una mayor tendencia a anular su voto de manera intencionada, pues no les preocupa si algún partido gana o pierde una elección determinada. Esto no sucede con los partidistas, ya que, en su caso, sí se ven afectados por la anulación del voto y prefieren apoyar al partido con el que simpatizan (Campbell et al. 1965; Lewis-Beck 2008).17

Una perspectiva de análisis reciente refuerza lo anterior y señala que, como producto de la modernización social,18 más electores son capaces de lidiar con las complejidades políticas y tomar sus propias decisiones dejando de lado referentes externos, como los partidos políticos. Este enfoque pone el acento en los electores independientes y señala que ha surgido un "nuevo tipo" de elector no identificado con un partido político que posee una alta movilidad cognitiva -es decir, un elevado nivel educativo y un alto interés en la política- que le permite desenvolverse sin dependencia del lazo partidario (Dalton 2012, 37).

A diferencia de lo planteado por la teoría de la identificación partidista, que enfatiza la existencia de un solo tipo de elector independiente, apático y desinteresado de los asuntos políticos,19 la perspectiva de la movilidad cognitiva considera que es posible distinguir dos tipos de electores independientes, unificando en un solo concepto (movilidad cognitiva) las dos dimensiones señaladas previamente: el componente de oportunidad -educación- y el motivacional -interés en la política-. De hecho, en décadas recientes la independencia partidista ha cobrado mayor relevancia, debido a los fenómenos de "desalineamiento político" presentes en distintas democracias (Clarke y Stweart 1998; Dalton 2012; 2013; Hagopian 1998; Sánchez 2002; Temkin, Solano y Del Tronco 2008), lo cual ha conducido a replantear el estudio de este tipo de votantes. La teoría de la movilidad cognitiva es una muestra de este interés por replantear la perspectiva clásica de la independencia partidaria y enfatizar la existencia de un nuevo tipo de elector independiente escolarizado y motivado políticamente.20

La riqueza de la teoría de la movilidad cognitiva consiste en que permite teorizar y evaluar dos tipos de independientes, uno con alta movilidad cognitiva y otro con baja movilidad. Aquí se argumenta que este último puede ser más propenso a la abstención, y el primero tiene altas posibilidades de anular el voto. El abstencionista se caracterizaría por una baja movilidad cognitiva, y el anulista, por su alta movilidad.21 Como se resaltará en la sección de diseño de investigación, para operacionalizar la movilidad cognitiva se realiza un índice aditivo que genera una variable lineal de ocho puntos. En ella se distribuyen puntajes altos y bajos de escolaridad, así como el interés en la política. En los puntajes más altos del índice se encuentran los electores que poseen una combinación de valores elevados en ambas variables, mientras que en los puntajes bajos la mezcla arroja valores mínimos en las dos variables. En el nivel intermedio del índice se encuentran los casos donde existe una discrepancia entre ambos factores, es decir, casos en los que existe un alto puntaje en escolaridad pero poco interés en la política, o, viceversa, un elevado interés en los asuntos políticos y baja escolaridad.22

Al cruzar la movilidad cognitiva con la ausencia o presencia de independencia partidista se generan dos tipos de independientes. Uno con alta movilidad cognitiva y otro con baja movilidad. Siguiendo a Dalton (1984; 2013), el primer grupo, por su bajo nivel de movilidad, no está involucrado en cuestiones relacionadas con la política, lo cual lo emparenta con la definición clásica del votante independiente expuesta por la teoría de la identificación partidista. Por otra parte, el segundo grupo está compuesto por los individuos que no mantienen vínculo con ningún partido político, pero sí se encuentran involucrados en los temas políticos. Debido a su alto nivel de movilidad cognitiva, tienen las habilidades necesarias para orientarse políticamente sin dependencia de las claves partidistas. Este tipo de votante participa tanto en las elecciones como en otras actividades políticas, por lo que puede cambiar el panorama, debido a su comportamiento poco predecible. Además, suele apoyar de manera más débil a algún partido político específico.

Dicho lo anterior, si el voto nulo intencional es una acción que requiere compromiso, interés por los asuntos públicos y bajos niveles de identificación partidista, cabe esperar que el elector independiente y con alta movilidad cognitiva es el más propenso a anular su voto de manera intencionada, en comparación con cualquier otro perfil electoral. De esa manera, las dos principales características del votante anulista son su independencia partidista y su alta movilidad cognitiva. Por otra parte, se desprende de ello que los rasgos principales del abstencionista son los asociados con un elector marginal a la política, caracterizado entonces por la combinación de una baja movilidad e independencia partidaria.23

Ante ello, lo que se espera observar en el análisis empírico es lo siguiente: i) el elector independiente es más propenso a la anulación del voto que el partidista. ii) el independiente con alta movilidad cognitiva es más propenso a anular el voto de manera intencionada. iii) el independiente con baja movilidad cognitiva es más propenso a abstenerse de votar, en comparación con su contraparte con alta movilidad.

Lo implícito en el primer planteamiento es que la independencia partidista es el principal factor diferenciador, mientras que en la segunda y tercera expectativas la movilidad cognitiva es el factor determinante. A continuación se exponen los datos y las variables que se utilizan para evaluar las expectativas señaladas.

4. Datos y variables

Para contrastar las hipótesis señaladas se utilizó la encuesta postelectoral del Comparative Study of Electoral Systems (CSES), realizada para la elección federal de 2009 en México. La base de datos es representativa a nivel nacional y tiene como objetivo fundamental analizar el comportamiento electoral de los votantes en los comicios referidos.

La variable dependiente de este artículo es la decisión electoral, la cual incluye como una de sus opciones la anulación del sufragio. Según la encuesta del CSES, la decisión electoral en 2009 se distribuyó como se muestra en el cuadro 2.24

Respecto a las variables independientes de interés, la independencia partidista fue medida a través de la pregunta C3020_1: "Más allá del partido por el cual votó en la última elección, en general ¿usted simpatiza con algún partido político en particular?" A los que respondieron que sí, se les clasificó como partidistas (0), y a los que dijeron que no, como independientes (1). Esta variable se incluyó como dummy en el modelo de regresión. La distribución de la variable de independencia partidista en 2009 se muestra en el cuadro 3.

En relación con la movilidad cognitiva, siguiendo a Dalton (1984) se construyó un índice aditivo que combinó la escolaridad con el interés en la política. En el primer caso se utilizó la pregunta sobre nivel de educación del encuestado (C2003). En el segundo caso se usó una variable proxy al interés en la política, la cual consistió en el involucramiento en las campañas políticas, esto debido a que la encuesta del CSES no incluye una pregunta que interrogue directamente sobre el interés de los individuos en la política. La pregunta utilizada fue (C3018): "¿Qué tan cercanamente siguió las campañas electorales?". Los puntajes de ambas variables fueron combinados en un índice aditivo, que arrojó la distribución reportada en el cuadro 4.25 Esta variable lineal se introdujo así en el modelo, sin segmentarla en categorías.

Respecto a las variables de control, se incluyeron todos los factores mencionados por los enfoques teóricos ya señalados. Para controlar el efecto del desempeño del gobierno y de las instituciones políticas (Troumponis 2010) se incluyeron dos variables que valoran el trabajo del presidente (pregunta C3006)26 y la importancia de por quién se vota (pregunta C3005).27 En relación con el efecto de la satisfacción con la clase política y la democracia (Carlin 2005), se introdujeron dos variables adicionales. La primera señala el grado en el que quien está el poder puede hacer la diferencia (pregunta C3004), y la segunda mide el nivel de satisfacción democrática (pregunta C3019).28 Asimismo, se introdujo una variable que controla el efecto del extremismo de los votantes (Stiefbold 1965) a partir de la escala de posicionamiento ideológico (pregunta C3013).

Adicionalmente se incluyeron variables socioeconómicas señaladas en la literatura previa, y disponibles en la encuesta, tales como la localidad urbana o rural (Galatas 2008), la región y la edad (Lutz y Espinoza 2005; McAllister y Makkai 1993). Respecto a la escolaridad, se destaca que esta se encuentra incluida en el índice de movilidad cognitiva presentado arriba.

Los estadísticos descriptivos de las variables señaladas se observan en el cuadro 5.

Con los datos así construidos se realizó un modelo de regresión logística multinomial. La especificación del modelo es la siguiente:

Y=ß01Ip+ß2Mc+ß3Dp+ß4P+ß5V+ß6Dm+ß7Id+ß8G+ß9Rg+ß10Ed+ß11Ur+E

Y se refiere a la decisión electoral, que en este caso corresponde a votar por un partido, anular el voto o abstenerse de participar. Ip representa la variable de independencia partidista. Mc es el índice de movilidad cognitiva. El modelo controla por factores políticos y socioeconómicos: Dp es una variable lineal sobre la evaluación del desempeño del gobierno. P señala si quien está en el poder puede hacer la diferencia. V es la variable que considera si votar hace diferentes las cosas. Dm es la satisfacción con la democracia. Id es la variable de extremismo ideológico. G es el género del entrevistado. Rg es la variable de región de procedencia. Ed es la edad y Ur es la localidad urbana o rural. Los resultados se muestran en la siguiente sección.

5. Resultados y discusión

En el cuadro 6 se observan los resultados del análisis. La variable dependiente tuvo como categoría de referencia el voto por un partido, por lo que la anulación del sufragio y la abstención se resaltaron en el modelo.

Se aprecia que de las variables de control, la "evaluación del desempeño del gobierno" no tiene una relación significativa con el voto nulo ni con la abstención, lo cual significa que esta variable no afecta la decisión de los electores en cuanto a anular y/o no asistir a las urnas. Por otra parte, la variable "candidato importa" sí fue significativa estadísticamente y mantuvo una relación negativa tanto para el caso de la anulación del sufragio como para la abstención. Esto quiere decir que cuando el individuo considera que por quien vota la gente puede hacer alguna diferencia disminuye la propensión a anular el voto y a abstenerse de participar. Este resultado está acorde con lo señalado en los estudios previos (Troumponis 2010).

Respecto a las variables que controlan el efecto de la "satisfacción con la clase política" y "satisfacción con la democracia", respectivamente, se encuentra que, acorde con la literatura (Carlin 2005), cuando el individuo considera que "quien está en el poder puede hacer la diferencia" disminuye la propensión a anular el voto y abstenerse de participar, aumentando la probabilidad de votar por un partido político. En relación con la satisfacción con la democracia, los resultados muestran, acorde con investigaciones previas -las cuales señalan la insatisfacción como un indicador de desafección política (Torcal, Montero y Gunther 2003)-, que cuando el individuo está insatisfecho con la democracia tiene mayor tendencia a anular el voto; sin embargo, para el caso de la abstención, el coeficiente no es significativo estadísticamente. En ese sentido, esta contribución es importante para esos estudios, pues la insatisfacción con el funcionamiento de la democracia tiene un impacto a favor del voto nulo, y no de la abstención.

En lo relativo al extremismo ideológico, no se encontró una asociación con el voto nulo como señaló Stiefbold (1965), pero sorpresivamente sí existe un efecto negativo y significativo en relación con la abstención. Lo anterior significa que cuando el individuo se encuentra en los extremos del espectro ideológico disminuye su propensión a abstenerse de votar y aumenta la tendencia a sufragar por un partido político. Respecto a las variables de control socioeconómicas, se encontró que la edad no tiene un impacto significativo en el voto nulo, pero sí en la abstención. En esta última, a medida que aumenta la edad del individuo disminuye su tendencia a abstenerse de participar. En el mismo sentido, la localidad urbana solo tiene efecto en la abstención, y no en el voto nulo, mostrando que en las localidades urbanas existe una mayor tendencia a la abstención que en las rurales.

Por otra parte, el género no mostró relevancia estadística ni en la anulación del sufragio ni en la abstención. De manera opuesta, aunque solo parcialmente, algunas regiones sí tienen un efecto significativo en el voto nulo y en la abstención. En el primer caso, en comparación con la región Norte, en el Sureste mexicano existe una menor propensión a nulificar el voto. Mientras que, a diferencia del Norte, en el Centro-Oeste existe una mayor tendencia a abstenerse de participar. Ambos resultados deben mirarse a la luz de la presencia de movilizaciones anulistas en los estados en 2009. El resto de las categorías de región no fueron significativas estadísticamente.

Con respecto a las variables independientes de interés, los resultados son relevantes y acordes con las expectativas planteadas. Como se esperaba, la independencia partidista está asociada positivamente con el voto nulo y con la abstención, lo cual significa que cuando el individuo no se encuentra identificado con algún partido político existe una mayor propensión a anular el voto o abstenerse de participar que cuando es cercano a alguna institución partidista. La independencia partidista es la variable de mayor fuerza explicativa en el modelo y supera a la movilidad cognitiva e incluso a la satisfacción con la democracia. Como se señaló, esto se explica porque, ante la ausencia de identificación partidista, disminuyen los incentivos de que algún partido político gane o pierda la elección, y ello incrementa en estos electores la tendencia a realizar actos de protesta institucional (voto nulo) o de desinterés político (abstención).

En relación con la movilidad cognitiva, los resultados son aún más llamativos, pues tiene un efecto diferenciado en la variable dependiente. Se observa que cuando el individuo tiene alta movilidad cognitiva aumenta la propensión a anular el voto, pero disminuye la tendencia a la abstención. Este resultado confirma parcialmente la expectativa planteada, ya que muestra que la movilidad cognitiva es un factor diferenciador en la decisión electoral que genera patrones de comportamiento distintos.

Para contrastar con mayor firmeza estos resultados se calcularon las probabilidades a partir del modelo estimado. En el cuadro 7 se observa la probabilidad de voto de los independientes y de los partidistas manteniendo el resto de las variables en su valor medio. Conforme a lo esperado, se confirma que los independientes (0,08) son más propensos a anular el voto, lo cual duplica la probabilidad de anulación de los partidistas (0,04).

Estos resultados muestran que, contrario a la expectativa de la teoría de la identificación partidista, los independientes son propensos no solo a la abstención sino también a la anulación del sufragio. Además, se confirma que el perfil del votante anulista se asocia con un elector independiente, más que con uno identificado con un partido.

El cuadro 8 robustece lo anterior, pues destaca que el efecto marginal de ser independiente es significativo estadísticamente y positivo (0,04). Esto confirma que no identificarse con un partido político incrementa la propensión a anular el voto en un 4%.

Ahora, respecto a la movilidad cognitiva, se aprecia en el cuadro 9 que esta tiene un efecto marginal diferenciado en la decisión de voto de los electores. Se observa que al pasar de un puntaje menor a uno mayor de movilidad cognitiva no hay un impacto significativo en el voto por un partido político, lo cual significa que los cambios en los valores de esa variable no representan una diferencia en la decisión de sufragar o no por un partido político. Sin embargo, esto no ocurre para la abstención y el voto nulo.

En el primer caso se observa que, acorde con lo esperado, cuando se pasa de un puntaje bajo a uno alto de movilidad, la propensión a la abstención disminuye en un 22%, lo cual significa que los individuos con baja movilidad cognitiva son más propensos a la abstención que los de alta movilidad. De manera opuesta, se observa que cuando se pasa de un puntaje bajo a uno alto de movilidad aumenta la propensión a anular el voto en un 9%, lo que muestra que los individuos con alta movilidad son más propensos a anular la boleta. Estos resultados confirman el efecto diferenciado de la movilidad cognitiva, resaltando que el perfil del anulista no solo se caracteriza por la independencia partidista sino también por su alto nivel de movilidad cognitiva.

Para confirmar con contundencia lo anterior se crearon distintos perfiles de votantes, haciendo interactuar la independencia partidista y el nivel de movilidad cognitiva, con el objetivo de verificar si existen diferencias en el comportamiento electoral de los independientes según sus niveles de movilidad cognitiva en el momento de sufragar por un partido político, abstenerse y anular el voto.

En el gráfico 1 se observa que cuando el individuo es independiente, el nivel de movilidad cognitiva no tiene un efecto significativo en el voto por un partido político. Esto se aprecia porque las dos curvas de la gráfica se traslapan, resaltando la no significancia del efecto interactivo entre la independencia partidista y el nivel de movilidad cognitiva en el voto por un partido político. En este caso, no importa si el individuo posee un alto o un bajo puntaje de movilidad, pues ello no repercute en el aumento o disminución del voto por un partido.

De manera interesante, en el gráfico 2, referente a la abstención, sí se aprecian diferencias sustanciales. Se observa que cuando el individuo es independiente y tiene baja movilidad (línea continua) manifiesta una mayor tendencia a abstenerse de participar que el independiente con alta movilidad (línea punteada). En este caso, como las curvas no se traslapan, el efecto de la movilidad es significativo, por lo que se puede hablar de un comportamiento diferenciado entre los electores independientes con alta y baja movilidad cognitiva, repectivamente. Los de alta movilidad son menos propensos a la abstención que los de baja movilidad. Este hallazgo confirma la expectativa que señalaba que el independiente con baja movilidad cognitiva sería más propenso a abstenerse de votar, en comparación con su contraparte con alta movilidad.

Al igual que en el gráfico anterior, en el gráfico 3 también se aprecian distinciones sustanciales, pero ahora en relación con el voto nulo. Se observa que cuando el individuo es independiente y tiene alto puntaje de movilidad cognitiva (línea punteada) se incrementa la probabilidad de anular el sufragio, y, de manera opuesta, cuando el individuo posee un bajo nivel de movilidad cognitiva (línea continua) disminuye su propensión a anular el sufragio. Este hallazgo confirma la expectativa de que el independiente con alta movilidad sería más propenso a anular el voto de manera intencionada que el independiente con baja movilidad, y, además, expone claramente que el votante anulista y el abstencionista son totalmente diferentes.

Estos hallazgos confirman que el perfil del elector que anula su voto de manera intencionada está condicionado por dos factores: la independencia partidista y el alto nivel de movilidad cognitiva. Ambos factores combinados producen y distinguen al elector que anula su voto intencionalmente del que se abstiene de votar o sufraga por algún partido político. Lo anterior pone de relieve la consideración de ambas características cuando se haga un análisis del votante y, en concreto, su decisión electoral el día de los comicios, sobre todo cuando se presente un nivel elevado de anulación del sufragio.

Consideraciones finales

En este artículo se evaluó el perfil político del elector que anuló su voto en la elección federal de 2009 en México. Se encontró que los electores independientes con alta movilidad cognitiva son más propensos a anular el voto que aquellos con otro perfil electoral. Lo anterior enfatiza que ambas características deben ser consideradas cuando se analiza al elector que anula su voto de manera intencionada. Ambos factores no han sido considerados como cruciales en la caracterización de dicho votante, siendo esta una de las principales contribuciones de este documento a la literatura.

Sin embargo, este hallazgo no restringe su impacto de manera exclusiva a la literatura sobre voto nulo, pues muestra también un avance con relación a estudios previos sobre la independencia partidista. En concreto, se muestra que la combinación de la movilidad cognitiva y la no identificación con un partido político repercute no solo en las actitudes políticas (confianza institucional, satisfacción con la democracia, evaluación económica y política) (Dalton 2013; Temkin, Solano y Del Tronco 2008), sino también en el comportamiento político, como la anulación del sufragio. Dependiendo de la combinación de ambas características, el elector tendrá menor o mayor tendencia a anular su voto o abstenerse de participar. En ese sentido, los electores que combinan altos puntajes de movilidad cognitiva con independencia partidista deben mostrar una tendencia favorable a la anulación del voto, más allá de las actitudes y opiniones señaladas en la literatura que aborda el tema.

También se puede afirmar, en contraposición a lo argumentado por la teoría de la identificación partidista (Campbell et al. 1965), que dentro del grupo de electores independientes es posible distinguir dos tipos, según su grado de movilidad cognitiva. El primer grupo, con bajos puntajes, se caracteriza por ser marginal a la política, por estar poco interesado y tender a la abstención, y, el segundo, con altos puntajes, por estar muy interesado en los asuntos públicos, lejano de los partidos pero crítico de su trabajo, lo que lo lleva a expresarse políticamente, anulando su voto de manera intencionada el día de los comicios.

Finalmente, es pertinente destacar las tareas pendientes que deja el estudio. En principio, es necesario problematizar el efecto que puede tener la insatisfacción con la democracia, señalada por Torcal, Montero y Gunther (2003), como un síntoma de desafección política y "apartidismo". En este artículo se encontró que la independencia partidista tiene un efecto mayor que la variable de desafección en la elección de 2009 en México, pero surge un asunto que ha sido señalado por otros autores Holmberg 2007): la posible existencia de causalidad inversa entre la variable de desafección y la de independencia partidista. Resolver cuál configura a la otra es una tarea pendiente de la ciencia política.

Lo anterior genera la necesidad de profundizar en el estudio de la independencia partidista, ya que en la literatura esta ha sido entendida solo como la contraparte de la identificación con un partido. Sin embargo, antes de dar por sentada dicha afirmación habría que evaluar si el independiente pertenece a esa dimensión o podría conformar una dimensión diferente. Por último, esta investigación se enfoca únicamente en el ámbito electoral, lo cual abre la agenda para evaluar si el ciudadano independiente con alta movilidad cognitiva también es propenso a movilizarse en situaciones de protesta no electoral.

Colofón: elección de diputados federales de 2015 en México

En las elecciones intermedias del pasado 7 de junio de 2015 en México, el porcentaje de voto nulo fue 4,9%, menor que el de 2009 (5,4) y el de 2012 (5,0), pero rebasó la tendencia media desde 1997, la cual ronda el 3,8%. Algunos investigadores han mostrado que la asociación, a nivel estatal, entre el porcentaje de voto nulo y el nivel de escolaridad fue negativa (Cisneros 2015), lo cual da indicios para pensar que en estas elecciones el voto nulo estuvo caracterizado por los errores de votación, y no por una protesta sistemática como la de 2009.

Aunque en 2015 también hubo difusión de la propuesta anulista, en esta ocasión no se formaron organizaciones para promover el voto nulo en las calles como la ANCA, y no hubo demandas asociadas con la anulación del voto. En 2009, después de las elecciones, y producto de los resultados, se incluyeron en la legislación electoral las candidaturas independientes y la consulta popular. Pero en esta ocasión (2015) no hubo demandas asociadas con el anulismo.

Asimismo, en el debate público, a la par de la propuesta anulista, varios académicos promovieron el voto de castigo y criticaron al voto nulo por sus efectos ineficaces legal y políticamente, además de favorecedor del Partido Revolucionario Institucional (PRI) (Aparicio 2015; Salazar 2015). En esa medida, ante la poca repercusión política que podría generar la propuesta anulista frente al voto de castigo, no logró el arraigo que consiguió en 2009. Sin embargo, estos resultados son a nivel agregado, por lo que, para no caer en la llamada falacia ecológica, es pertinente evaluar si, de nuevo, en 2015 los electores que anularon su voto fueron independientes con alta movilidad cognitiva. Esta es otra tarea pendiente que deja este artículo.


Comentarios

* El presente artículo surge de los comentarios y revisiones que se hicieron al texto presentado como opción de grado para aspirar al título de Maestría en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede México. El artículo no contó con financiamiento. El autor agradece los comentarios y correcciones de los evaluadores anónimos de Colombia Internacional. Los argumentos y la evidencia de este artículo son responsabilidad del autor.

1 La perspectiva socioeconómica señala que la estructura social y económica incide en el número de votos nulos. El enfoque institucional acentúa la repercusión que tiene el diseño electoral en las boletas anuladas. El enfoque político resalta que el voto nulo es un acto intencionado del votante, siendo un hecho políticamente lógico.

2 Cabe destacar que solo puede ocurrir una de las dos asociaciones en una elección y no pueden ocurrir ambas al mismo tiempo.

3 Por ejemplo, se utilizan indicadores como el grado promedio de escolaridad municipal o estatal.

4 La falacia ecológica consiste en la interpretación errónea de datos estadísticos, en la que se infieren, a partir de datos agregados, características o comportamientos de los individuos (Freedman 1999).

5 A lo largo del artículo se utilizan los términos "independiente" y "no identificado" para hacer referencia a los electores que no simpatizan o no se identifican con algún partido político.

6 La legislación mexicana considera al voto nulo como el acto de no tachar ningún cuadro de la boleta que contenga el emblema de un partido político, o cuando se marcan dos o más cuadros sin existir coalición entre los partidos cuyos emblemas hayan sido marcados, no teniendo ninguna validez ni efecto jurídico en la conformación de los órganos de gobierno (cámaras legislativas o locales y ejecutivos locales y federal), ni repercusiones en el financiamiento a los partidos políticos (LEGIPE, artículo 288, apartado 2). De lo anterior, la ley electoral mexicana entiende al voto nulo como un sufragio mal realizado o erróneo, y no como una forma de inconformidad con la política.

7 Esto último será resaltado posteriormente, pues es crucial para entender lo ocurrido en la elección de 2009.

8 A diferencia de la elección más reciente de diputados federales en México en 2015, en 2009 se crearon en el país más de cuarenta asociaciones que promovieron el sufragio nulo en las calles de diferentes estados de la República. De hecho, se llevaron a cabo acciones, tales como talleres para enseñar a la ciudadanía a anular el voto y "actuaciones o performances" en los semáforos con el objetivo de difundir la propuesta (Cisneros 2012).

9 Es de destacar que en 2015 ninguno de estos factores estuvo presente (la creación de organizaciones en el país, el resurgimiento de la ANCA o la vinculación de un conjunto de demandas al voto nulo), y, por el contrario, surgió con mucho mayor énfasis la propuesta del voto de castigo.

10 Por ejemplo, en Argentina, los ciudadanos que no participan deben pagar una multa de 160 dólares.

11 Existe un acuerdo en la literatura acerca de que un mayor nivel de educación está asociado positivamente con el apoyo a los principios democráticos y a una fuerte incidencia política a través de la participación en las elecciones. Los individuos que poseen este recurso tienen una alta propensión a vincularse en asuntos políticos y a tratar de incidir en ellos (Almond y Verba 1970; Mateo y Zovatto 2005; Salazar y Temkin 2007; Tóka 2002; Verba y Nie 1972).

12 Como ya se señaló, en el caso de México, el número votos nulos no impacta en la conformación de los cargos representativos.

13 No se desestima que la abstención también puede ser la respuesta legítima de muchas personas a la falta de representatividad del sistema democrático, a la percepción de corrupción, u otros factores. Por ello, se pone atención a este fenómeno en el análisis empírico.

14 En refuerzo de este argumento, Crespo (2010, 52) señala que "el voto nulo supone un nivel de politización y compromiso político mayor que el del abstencionista, pues implica pagar el costo de ir a la urna para anular la boleta, en lugar de simplemente no acudir".

15 El análisis pone énfasis de manera primordial en el votante anulista, y marginalmente en el abstencionista. Asimismo, cabe señalar que en todas las elecciones existe un porcentaje promedio de votos anulados de modo intencional y un porcentaje de votos anulados erróneamente. Cuando se detectan incrementos que superan el promedio de votos nulos de elecciones previas se puede señalar que existe un indicio de factores presentes que pueden alterar la regularidad empírica. Por ejemplo, en 2012 hubo un aumento del voto nulo en ciertos estados del país, pero esto se debió a factores relacionados con el diseño electoral (Aparicio 2012).

16 Se hace esto para seguir con la hipótesis de la movilidad cognitiva.

17 De hecho, en México, alrededor de "nueve de cada 10 partidistas duros se muestran seguros de votar por su partido, proporción que va disminuyendo en cuanto se relaja el lazo partidista" (Moreno 2003, 27).

18 Se pone énfasis en el aumento de la habilidad de los individuos para procesar información política como resultado de su alto nivel de educación y de su sofisticación política, y en la expansión de los medios de comunicación y otras fuentes informativas que han reducido los costos de adquirir información política (Dalton 2007, 276).

19 La perspectiva clásica de la escuela de la identificación partidista, pionera en este tema, señala que los votantes independientes son un solo grupo de electores, todos ellos marginales a la política, que no manifiestan cercanía con ningún partido y que están menos involucrados en la política, lo cual muestra un conocimiento pobre o nulo acerca de ella (Campbell et al. 1965, 143). Lo esperado por esta teoría es que los electores independientes se abstengan de participar y, por consiguiente, no sufraguen en ningún sentido.

20 Dada la novedad de este nuevo tipo de elector independiente en América Latina, hace falta profundizar en lo que significa ser independiente y sus consecuencias en el comportamiento político, no solo electoral.

21 Berglund et al. (2005) critican la manera como Dalton opera el concepto de movilidad cognitiva, y señalan que en la propuesta —más allá de decir que los dos indicadores operan juntos porque constituyen aspectos de un mismo fenómeno— no existe una justificación teórica o empírica que explique por qué se combina la educación con el interés en la política. Sin embargo, hay investigaciones como la de Luskin (1990) que muestran claramente el amalgamiento de ambos factores. Ahora bien, al hacer la correlación entre la movilidad cognitiva y la identificación partidista, Dalton (1984) encuentra una relación positiva (0,15) entre ambas variables; sin embargo, indica que, además de ser una asociación débil, ambas provienen de distintos procesos causales; un ejemplo por subrayar es la edad. La fuerza del partidismo se incrementa con la edad, pues esta sirve como un indicador de la experiencia electoral acumulada, debido al apoyo repetido a un partido, mientras que la movilidad cognitiva tiene un componente generacional, ya que si la movilidad cognitiva refleja las habilidades y los recursos políticos de los individuos, los jóvenes son el grupo con mayor nivel de educación y están en mayor sintonía con la información que proveen los medios de comunicación. De esta manera, la movilidad cognitiva debe ser más alta en la juventud contemporánea, pues este grupo tiene una experiencia limitada en la política y los procesos electorales.

22 Para evitar controversia respecto al punto de corte entre la baja y la alta movilidad cognitiva, contrario a lo que realiza Dalton (1984), se utilizó el índice original como variable lineal y no dicotómica.

23 Para despejar dudas, es pertinente enfatizar que se está teorizando el índice de movilidad cognitiva, y no las variables de interés en la política y escolaridad que lo componen por separado.

24 Los resultados oficiales mostraron que el 55,39% de los electores se abstuvo de participar, el 39,21% votó por algún partido y el 5,40% anuló su voto (Atlas de resultados del Instituto Federal Electoral 1991-2012).

25 La variable de escolaridad tuvo las siguientes categorías: 1) Sin estudios, 4,10%; 2) Primaria o menos, 29%; 3) Secundaria o menos, 31,42%; 4) Preparatoria o vocacional, 23,56%; y 5) Universidad o menos, 11,92%. Respecto al interés y seguimiento de las campañas electorales, las categorías fueron las siguientes: 1) Nada cercanamente, 11,28%; 2) No muy cercanamente, 29,91%; 3) Algo cercanamente, 48,92%; y 4) Muy cercanamente, 9,89%.

26 (C3006) Ahora, pensando acerca del desempeño en general del presidente, ¿qué tan bueno o malo crees que ha sido su trabajo?

27 (C3005) Algunos dicen que no importa por quién vote la gente, no hará ninguna diferencia lo que haga. Otros dicen que por quien se vote puede hacer una gran diferencia en lo que ocurra. Usando una escala de uno a cinco, donde uno significa que el voto no hará ninguna diferencia y cinco donde sí habrá diferencia, ¿dónde se posicionaría usted?

28 (C3004) Algunos dicen que no hace diferencia quién está en el poder. Otros dicen que sí hace una gran diferencia quién está en el poder. Usando una escala de uno a cinco, donde uno significa no hace gran diferencia quién está en el poder y cinco significa que sí hace una gran diferencia, ¿dónde se posicionaría usted? Y (C3019), ¿Está usted muy satisfecho, ligeramente satisfecho, no muy satisfecho, para nada satisfecho con el funcionamiento de la democracia?


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RECIBIDO: 16 de marzo de 2015 APROBADO: 11 de julio de 2015 MODIFICADO: 30 de octubre de 2015