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Colombia Internacional

Print version ISSN 0121-5612

colomb.int.  no.86 Bogotá Jan./Apr. 2016

https://doi.org/10.7440/colombiaint86.2016.03 

Intención de voto y simpatía partidista en Bogotá*

María Camila Angulo Amaya**

** Magíster en Ciencia Política de la Universidad de los Andes (Colombia) y politóloga de la misma universidad con ppción en Gobierno de la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo. Ha sidoasistente de investigación en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, en elObservatorio de la Democracia (LAPOP-Colombia) y docente de cátedra en la Universidad de San Buenaventura(Colombia).mc.angulo491@uniandes.edu.co

DOI: http://dx.doi.org/10.7440/colombiaint86.2016.03


RESUMEN:

El presente artículo analiza, de manera exploratoria, la relación de mutua causalidad entre el comportamiento electoral y la simpatía partidista de los ciudadanos bogotanos como proxy de su identidad partidista. Específicamente, se plantea cómo la simpatía partidista incide en la decisión de voto de los ciudadanos, y cómo dicha decisión asimismo afecta su simpatía por un partido político. El análisis desarrollado permite concluir que en sistemas políticos con partidos poco disciplinados, el voto programático no es decisivo en los comicios, por lo que es más factible encontrar una mayor fuerza de asociación entre la decisión de voto y la simpatía partidista después de las elecciones, que viceversa.

PALABRAS CLAVE:

Elecciones, comportamiento político, voto (Thesaurus), simpatía partidista (palabras clave autor)


Voting Intention and Party Preference in Bogota

ABSTRACT:

This article presents an exploratory analysis of the relationship of mutual causality between electoral behaviour and party preference among the citizens of Bogota as a proxy for partisan identity. Specifically, it shows how party preference affects the voting decision of citizens, as well as how said decision also affects their preference for a particular political party. The analysis developed makes it possible to conclude that in political systems where political parties have little discipline, programmatic voting is not decisive in elections, which is why one is more likely to find a stronger connection between voting decision and party preference than vice versa.

KEYWORDS:

Elections, political behaviour, voting (Thesaurus), party identification (author's keywords)


Intenção de voto e simpatia partidária em Bogotá

RESUMO:

O presente artigo analisa, de maneira exploratória, a relação de mútua causalidade entre o comportamento eleitoral e a simpatia partidária dos cidadãos de Bogotá como proxy de sua identidade partidária. Especificamente, apresenta-se como a simpatia partidária incide na decisão de voto dos cidadãos, e como essa decisão também afeta sua simpatia por um partido político. A análise desenvolvida permite concluir que, em sistemas políticos com partidos pouco disciplinados, o voto programático não é decisivo nas eleições, tornando-se mais provável encontrar uma maior força de associação entre a decisão de voto e a simpatia partidária depois das eleições e vice-versa.

PALAVRAS-CHAVE:

Comportamento político, voto (Thesaurus), eleições, simpatia partidária (palavras-chave autor)

Introducción

En las elecciones a la Alcaldía de Bogotá (Colombia) de 2011 se presentaron nueve candidatos para una elección uninominal, cada uno como representante de un partido o movimiento político distinto. Uno de los candidatos, Gina Parody, se lanzó a la Alcaldía como candidato independiente, a través del movimiento Gina Parody Alcaldesa. El Partido Liberal contó con David Luna como candidato, mientras que el Polo Democrático Alternativo postuló a Aurelio Suárez. Los partidos Cambio Radical y Progresistas participaron en los comicios con sus directores respectivos, Carlos Fernando Galán y Gustavo Petro. Por su parte, el Partido Verde y el Partido de la U formaron una coalición, a pesar de sus diferencias ideológicas, presentando a Enrique Peñalosa como su candidato. Finalmente, el partido MIRA se presentó a las elecciones con Carlos Guevara; el Partido de Integración Nacional postuló a Gustavo Alonso Páez; y el partido Autoridades Indígenas de Colombia compitió por la Alcaldía de la capital con Jaime Castro como su representante.

Gustavo Petro (del partido Progresistas) fue elegido alcalde en un contexto típicamente abstencionista, por un número de ciudadanos menor a la mitad de bogotanos habilitados para votar en dichos comicios, convirtiéndose en el tercer alcalde electo de manera consecutiva en la capital que representa a un sector político de izquierda. Las victorias electorales de Luis Eduardo Garzón, Samuel Moreno y Gustavo Petro (políticos con carrera pública desde diferentes instituciones pero que confluyen en el partido Polo Democrático) sugieren que la simpatía partidista en la capital ha sido significativa para guiar a estos excandidatos a la victoria en las elecciones a la Alcaldía. Sin embargo, de acuerdo con los datos de García y Botero (2012), el 73,4% de los bogotanos afirma no sentir simpatía por algún partido político. Este escenario permite plantear la siguiente pregunta: ¿De qué forma la simpatía partidista de los ciudadanos guía su comportamiento electoral?

En la década de 1960, tras la publicación de The American Voter (Campbell et al. 1960) por parte de la Escuela de Michigan, la identidad partidista adquirió reconocimiento como "el Santo Grial de los estudios sobre el voto" (Holmberg 1994, 93), debido a su potencial como determinante de las actitudes y el comportamiento de los ciudadanos en elecciones presidenciales. Sin embargo, dos décadas después, las críticas teóricas y metodológicas respecto a la identidad partidista ganaron fuerza en este tipo de estudios. En general, estas críticas "tendían a ver la identidad partidista como un fenómeno más endógeno, cercano a la decisión de voto y afectado por fuerzas de corto plazo" (Holmberg 1994, 94). De igual modo, consideraban difícil asignar un componente direccional a la identidad partidista, dada su falta de estabilidad. Además, postularon que la intención de voto puede presentarse con antelación a la identificación partidista entre los votantes, lo que problematizó la dirección de la causalidad entre los dos fenómenos.

A partir de dicha discusión teórica, este artículo exploratorio analiza la relación de (mutua) causalidad entre identidad partidista (tomando la simpatía partidista como proxy de este primer fenómeno) e intención de voto en Bogotá. En este contexto, el sistema electoral favorece al voto personalista sobre el programático (Carey y Shugart 1995) y a movimientos políticos ad hoc (movimientos fundados específicamente para las elecciones en las que participan). Además, se ha visto una proliferación de partidos para cargos uninominales, lo cual hace más compleja la relación de los ciudadanos con los partidos y representantes políticos de su contexto, pues, a mayor cantidad de opciones, puede resultar más difícil elegir. Según los datos de García y Botero (2012), la simpatía partidista de los bogotanos cambia en cortos períodos, y su intención de voto es inestable. Aun así, en las últimas tres elecciones a la Alcaldía de la capital han salido victoriosos candidatos relacionados con partidos de izquierda, manteniéndose altos los niveles de abstencionismo, lo que puede estar relacionado con el elevado porcentaje de personas que reportan no simpatizar con algún partido.

Los lineamientos anteriores del escenario electoral bogotano permiten plantear que las dos corrientes teóricas principales que explican la relación entre identidad partidista y voto pueden no reflejar de manera apropiada lo que sucede en la capital colombiana. En ese orden de ideas, este artículo analiza datos correspondientes al comportamiento electoral y la opinión pública de los bogotanos para las elecciones a la Alcaldía de 2011, con el propósito de aportar a la comprensión de la relación entre simpatía partidista e intención de voto.

1. Revisión de literatura

En la década de 1960, The American Voter (Campbell et al. 1960) estableció la visión canónica de la identidad partidista. Dicha visión argumenta que el apego de los ciudadanos hacia un partido político determina sus evaluaciones políticas y comportamientos electorales. Como tal, la identidad partidista se conceptualizó como un indicador social de la orientación afectiva de los individuos hacia un partido político (Campbell et al. 1960, 121). Dicha orientación afectiva del concepto corresponde a la base psicosocial a partir de la cual se desarrollaron los lineamientos de la Escuela de Michigan. De manera consecuente, la identidad partidista, como concepto, hacía énfasis en factores psicoafectivos, como el apego emocional, la sensación de pertenencia y el valor emocional ligado a una membrecía (Holmberg 2007).

Dado que la Escuela de Michigan encontró en la socialización temprana de los individuos el surgimiento de su identificación partidista y recalcó que dicho apego es altamente resistente, la identidad partidista se estableció como un unmoved mover (motivador inamovible). En otras palabras, la identidad partidista se definió como una simpatía persistente e intrínsecamente pegajosa1 (Johnston 2006, 329) hacia un partido político, con una serie de predisposiciones psicológicas de largo plazo que moldean las actitudes de los ciudadanos, su comportamiento electoral, y los orientan políticamente (Dalton y Weldon 2007, 179).

Aunque el concepto fue muy bien recibido, en especial por la comunidad académica estadounidense, en la década de 1970 las críticas a esta perspectiva toman fuerza y ganan visibilidad, debido al aumento en la proporción de ciudadanos estadounidenses no partidistas. Esta evidencia llevó a cuestionar el principio de inamovilidad otorgado a la identidad partidista, puesto que contextualmente se mostraba cambiante. De manera simultánea, las críticas identificaron una disonancia entre la literatura sobre identidad partidista y la realidad, lo que motivó el desarrollo de una nueva aproximación al concepto, basada en la teoría de elección racional. Dicha aproximación apuntaba a otorgar un carácter político (en vez de psicosocial, como lo hizo la Escuela de Michigan) a la identidad partidista como indicador evolutivo de la relación entre los individuos y los partidos políticos (Fiorina 2002). En ese orden de ideas,

    [...] se veía la identidad partidista como un previo bayesiano, una sumatoria de consideraciones acumuladas a la fecha en la vida del votante (Calvert y MacKuen 1985; Fiorina 1981; Ordeshook 1976). Como tales, las identificaciones son susceptibles de moverse -al menos de presentar un desplazamiento en su intensidad- a corto plazo, de una elección a la siguiente. (Johnston 2006, 333)

De forma más simple, para que la identidad partidista genere comportamientos políticos racionales, esta debe definirse como un índice o referente partidista retrospectivo para los ciudadanos, creado a partir de sus evaluaciones sobre el desempeño pasado de los partidos en su entorno (Fiorina 2002), es decir, como un índice basado en la lógica castigo-recompensa (Fiorina 1981). "Fiorina veía una identidad partidista potencialmente volátil, racional y basada en la política, con una clara posición endógena en el embudo de causalidad" (Holmberg 2007, 559). Dicha endogeneidad explica el cambio de la identidad partidista, mientras que enfatiza la causalidad recíproca como un problema potencial, puesto que "la identidad partidista moldea comportamientos, actitudes y percepciones, del mismo modo en que es moldeada por actitudes, percepciones y comportamientos"2 (Holmberg 2007, 562).

Estudios sobre identidad partidista en Latinoamérica apuntan a que esta es "principalmente moldeada por factores políticos, no por variables sociales. Y no es un fenómeno especialmente estable. Por ejemplo, tendencias de desalineamiento son visibles en nuevas democracias en Latinoamérica" (Holmberg 2007, 566). Estas tendencias consisten en la ocurrencia de un cambio en los patrones electorales, caracterizado por la "pérdida progresiva de respaldo electoral por parte de los principales grupos políticos [, el] debilitamiento de las lealtades afectivas, habituales, y estables del electorado hacia los partidos, [...] aumentos en los niveles de abstencionismo, y [...] cambios notables y alzas en la volatilidad en los patrones de votación" (Sánchez 2002, 30-32).

En el caso colombiano, el desalineamiento se hace visible por una volatilidad electoral que se ha incrementado desde 1990 (Mainwaring y Zoco 2007, 170) y por el hecho de que los partidos políticos son uno de los grupos públicos de menor confianza entre los ciudadanos (García, Rodríguez y Seligson 2013), lo que va de la mano con una considerable volatilidad en los referentes partidistas en el momento de reportar con cuál partido político simpatizan, como lo muestra la gráfica 1. Además, para 2012 Colombia se situó como el sexto país en Latinoamérica con el menor número de ciudadanos simpatizantes de partidos políticos (Seligson y Rodríguez-Raga 2012, 157), y en 2014 el abstencionismo en las elecciones presidenciales alcanzó niveles del 60% en la primera vuelta y 53% en la segunda (Registraduría Nacional del Estado Civil 2014).

Aunque la literatura ha tratado el proceso de desalineamiento en Colombia, no ofrece un análisis sobre la relación entre la identidad partidista y la intención de voto en el país. Para analizar dicho vínculo en el contexto colombiano resulta oportuno contar con un estudio de panel previo y posterior a elecciones presidenciales en el que se reporten la identidad partidista de los ciudadanos y su comportamiento electoral. Desafortunadamente, un estudio de estas características no se ha llevado a cabo a nivel nacional. Sin embargo, García y Botero (2012) desarrollaron un estudio de panel para la capital del país, en el que la simpatía partidista se toma como proxy de identidad partidista, específicamente para las elecciones a la Alcaldía de 2011. La disponibilidad de estos datos permite explorar la mutua causalidad entre la simpatía partidista y el comportamiento electoral en Bogotá.

De acuerdo con la literatura, los comicios en Bogotá se han caracterizado por altos niveles de abstencionismo, así como por la pérdida de fuerza de los dos partidos políticos tradicionales (Liberal y Conservador) y por el voto fraccionado3 (Instituto para el Desarrollo de la Democracia Luis Carlos Galán 2001). Igualmente, la pluralidad partidista y la falta de control de estas agrupaciones sobre sus afiliados se hacen evidentes en la postulación de varias candidaturas desde un mismo partido4 y en la participación de candidatos con movimientos políticos ad hoc o por fuera de los partidos de origen, con el propósito de que su imagen personal les permita eludir el desprestigio de las organizaciones políticas tradicionales.5

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En lo referente a la disminución del abstencionismo en la capital, se observa que la votación no ha sido captada exclusivamente por candidaturas de partidos tradicionales ni nuevas alternativas electorales, sino por el voto en blanco y nulo, con porcentajes de 2% y 3%, respectivamente, en 2011, como se puede observar en la tabla 1, y como lo mencionan Reyes Torres (2001) y el Instituto para el Desarrollo de la Democracia Luis Carlos Galán (2001). Esto indica un rechazo de la oferta electoral y el constante debilitamiento de los partidos tradicionales. Lo anterior, sumado a la gran cantidad de microempresas electorales en la oferta de los comicios, ha llevado a identificar al voto de opinión como el decisivo en dichas elecciones (Pasotti 2010). Por ello, se tiene que la simpatía partidista no se postularía como un determinante del comportamiento electoral de los ciudadanos de la capital, ciudad considerada como vital para ganar visibilidad política a nivel nacional e impulsarse en la disputa por la Presidencia de la República (ILCG 2001, 18). Aun así, los tres últimos alcaldes de la ciudad han sido representantes de partidos de izquierda, lo cual señala un realineamiento ideológico y partidista del electorado bogotano, que permite cuestionar si la simpatía partidista ha tenido un papel preponderante en las últimas tres elecciones a la Alcaldía de Bogotá; y si la decisión de voto de los ciudadanos incide en su simpatía partidista.

2. Métodos de análisis y datos

Para comprender la relación entre simpatía partidista e intención de voto, y considerando que la endogeneidad resaltada por la literatura entre identidad partidista y comportamiento electoral impide analizar su relación mediante modelos estadísticos de manera puntual, se recurre a un análisis de fuerza de asociación entre los dos fenómenos a partir del cálculo de valores Lambda.7 Estos valores se calculan para la relación entre simpatía partidista e intención de voto en distintos tiempos,8 lo que permite conocer en qué momentos es más fuerte la asociación entre las dos variables, así como cuál variable incide con mayor fuerza sobre la otra. Por lo anterior, el cálculo de valores Lambda de Goodman y Kruskal (1954; 1959) resulta propicio para determinar si hay o no una relación de mutua causalidad entre los dos fenómenos, y, en caso de que no se encuentre, los valores permitirán determinar cuál de las dos variables ejerce mayor guía o fuerza de determinación sobre la otra. Estos criterios llevaron a no considerar como métodos de análisis apropiados el desarrollo de regresiones, tablas de contingencia simples o árboles de clasificación para cumplir el objetivo del artículo. Adicionalmente, se propone un análisis por escenarios con una serie de categorías, donde es posible agrupar a los encuestados de acuerdo con las combinaciones posibles de estabilidad o cambio en su simpatía partidista e intención de voto, permitiendo identificar el efecto que tiene la simpatía partidista sobre la decisión de voto de los ciudadanos para aportar a la solución de la mutua causalidad entre estos dos fenómenos.

Los datos que se emplean para el desarrollo del artículo provienen del estudio de panel para Bogotá realizado por García y Botero (2012). Dicho estudio recolecta información sociodemográfica de los ciudadanos bogotanos, de su comportamiento electoral y de sus actitudes políticas antes y después de las elecciones a la Alcaldía de 2011. La encuesta es un estudio de panel, cuyas muestras fueron desarrolladas utilizando un diseño probabilístico multi-etápico por clústers (con cuotas a nivel del hogar) y estratificadas por localidad, barrio y zona (urbana y rural). Cuenta con dos olas, realizadas entre septiembre de 2011 y enero de 2012, con una muestra de ciudadanos en edad de votar. La primera ola se realizó cara a cara cuatro semanas antes de las elecciones (las cuales se llevaron a cabo el 30 de octubre de 2011), y se entrevistaron 713 personas. La segunda ola se desarrolló vía telefónica una semana después de los comicios, con una tasa de deserción del 15%. Los datos de este estudio, con un margen de error de 4%, permiten ahondar en la endogeneidad entre los dos fenómenos de interés, puesto que al contar con un t1 y un t2 es posible fracturar la mutua causalidad de los dos fenómenos al establecer cuál se presentó con antelación y de qué modo incidió en el otro.

Para captar la simpatía partidista de los bogotanos se tomó la pregunta semiabierta VB11: "¿Con cuál partido político simpatiza usted?" Esta pregunta se formuló en las dos olas del panel y contó con un listado de dieciocho partidos políticos como opciones de respuesta, más las opciones "No sabe, No responde" y "Otro". Para los propósitos de este artículo, la variable fue recodificada de tal forma que los partidos que no contaron con un candidato en las elecciones analizadas quedaron agrupados como "Otros", otorgándoles así mayor visibilidad a los partidos con candidatos (Liberal, Conservador, Polo Democrático, Cambio Radical, Progresistas, Partido Verde y Partido de la U). Dicha recodificación se realizó para la variable medida en las dos olas.

Con respecto a la intención de voto, su medición se realizó a partir de la pregunta semiabierta COLVBLOC1B: "¿Por qué candidato piensa votar en las elecciones de alcalde de octubre próximo?" Las opciones de respuesta incluían a todos los candidatos a la Alcaldía, más las opciones de respuesta "No sabe, No responde" y "Otro". Debido a que entre la primera y segunda ola del panel se oficializaron las candidaturas de los principales contendientes, algunos de los personajes incluidos dentro de las opciones de respuesta para esta pregunta en la primera ola debieron ser eliminados en la segunda, como en el caso de Antanas Mockus, quien era un contendiente tentativo a la Alcaldía, antes de las elecciones, pero no formalizó su nominación. Por ello, la variable se recodificó de tal forma que los candidatos durante la primera ola que no participaron en las elecciones, que se postularon como candidatos independientes o acumulaban una intención de voto residual, se agruparon en la opción "Otros", visibilizando a los candidatos de partidos (Liberal, Conservador, Polo Democrático, Cambio Radical, Progresistas, Partido Verde y Partido de la U). Adicionalmente, dado que resulta necesario medir la intención de voto como previa a la simpatía partidista, en la segunda ola se toma la pregunta COLVBLOC1B_2: "¿Por qué candidato votó en las elecciones de Alcalde de Bogotá del pasado 30 de octubre?" Esta tuvo las mismas opciones de respuesta, como recuerdo de voto, proxy de la intención en t2.

Sobre los datos, es importante resaltar que se emplean por ser los únicos disponibles con la información necesaria para responder a las motivaciones que guían este artículo. Estos datos, sin embargo, por la compleja naturaleza de las elecciones a la Alcaldía de 2011, postulan una serie de obstáculos metódicos para dar respuesta a la pregunta de investigación. Esto justifica la agrupación de categorías ya mencionada, con el propósito simultáneo de trabajar con el mayor número de observaciones posible y reducir el espectro de categorías de análisis, en un intento de simplificar el análisis de datos y el diagnóstico del escenario estudiado.

3. Simpatía Partidista (SP) e Intención de Voto (IV) en las elecciones a la Alcaldía de Bogotá, 2011

El electorado bogotano para los comicios de 2011 puede definirse en su mayoría como ciudadanos sin simpatía partidista y con una intención de voto más volátil que su simpatía partidista, como lo indica la tabla 2.

Los porcentajes anteriores permiten cuestionar el potencial de la SP como unmoved mover, la cual parece no encontrarse entre los votantes bogotanos. En este caso se observa que más de la mitad de los ciudadanos con SP afirmaron cambiar su simpatía después de las elecciones (52,6%),9 indicando que dicha afinidad no es inamovible. Al calcular el porcentaje de personas que reportaron un cambio en su SP (ya sea hacia un partido político distinto o hacia la no identificación), la volatilidad en la identificación disminuye considerablemente, lo que resalta que la mayoría de los bogotanos carecen de una simpatía partidista y que además dicha carencia se mantiene estable.

Los cambios en la SP van de la mano con una volatilidad en la IV aún mayor, lo que da una primera evidencia de ausencia de voto programático en las elecciones a la Alcaldía de Bogotá. Estos datos, aunque señalan que la SP es susceptible a cambios a corto plazo, no van completamente en contravía de los postulados de la Escuela de Michigan. Al considerarse la SP como una orientación afectiva duradera, una versión revisionista de la teoría de la Escuela de Michigan retomada por Holmberg (1994) espera que al menos la SP sea más estable que la decisión de voto y que el número de personas que cambie su IV sin cambiar su SP sea mayor que el de las que cambian su SP sin cambiar su IV, lo cual sucede en el caso estudiado.

Los cambios en la SP de los bogotanos en la primera ola del estudio muestran que el grupo de bogotanos sin SP es el más estable en cuanto a simpatía partidista, seguidos por los que se identifican con el Partido Liberal, mientras que los ciudadanos que sienten afinidad con el Partido Conservador presentan una SP menos estable. Esto indica que el Partido Liberal cuenta con los simpatizantes más disciplinados entre el electorado bogotano, en comparación con los otros partidos. Sin embargo, ello no implica que sean los simpatizantes más disciplinados en cuanto a decisión de voto. Tan solo el 7,4% de simpatizantes del Partido Liberal reportó haber votado por el candidato de ese partido, David Luna. Aunque este porcentaje es bajo, no es sorprendente, si se considera que Luna, en comparación con los otros candidatos, contaba con una trayectoria y visibilidad políticas más reducidas. En ese orden de ideas, el posible efecto que tendría la etiqueta partidista en el voto de los ciudadanos está mediado por el perfil del candidato del partido en cuestión, así como por la estructura del sistema electoral. Este último permite la participación de un elevado número de candidatos para un distrito uninominal, generando un trade-off entre voto programático y voto personal, donde el perfil del candidato adquiere mayor relevancia que la etiqueta partidista al tomar la decisión de voto (Carey y Shugart 1995).

Los cambios en SP en los comicios de 2011 en Bogotá resaltan una actualización de preferencias a corto plazo entre el electorado (entre septiembre y noviembre de 2011) y el hecho de que los partidos políticos son referentes móviles para los ciudadanos. La actualización también es evidente en los porcentajes de personas que cambian su decisión de voto con respecto a su IV antes de las elecciones. Llama la atención que para los dos candidatos de izquierda (Aurelio Suárez y Gustavo Petro), el porcentaje de personas que decide cambiar su IV es el menor, en comparación con los demás casos, lo que puede apuntar a que la estabilidad en la IV se relacione con cuestiones de índole más ideológica que partidista. A estos dos casos, le sigue el grupo de ciudadanos con IV por Peñalosa antes de las elecciones. Para este grupo, el papel que tiene la etiqueta partidista en su decisión de voto parece menos claro, puesto que Peñalosa se lanzó como candidato de la coalición entre el Partido Verde y el Partido de la U, siendo conocido por su trayectoria política desde el Partido Liberal y por presentarse en elecciones anteriores desde partidos ad hoc como el Movimiento por la Bogotá que Queremos y Peñalosa Alcalde.

Los cambios encontrados contribuyen a problematizar cuál teoría permite comprender de manera apropiada la relación entre SP e IV en Bogotá, y dan indicios para sugerir que los planteamientos originales (más estrictos) de la Escuela de Michigan no acogen la situación descrita por los datos anteriores. Por el contrario, una propuesta revisionista de la teoría de la Escuela de Michigan (como la resaltada por Holmberg [1994], en la que los postulados originales disminuyen su rigidez) o la teoría retrospectiva planteada por Fiorina (1981) pueden permitir un mejor acercamiento al caso de estudio. Lo anterior, debido a que tanto la IV como la SP, al presentar cambios en corto tiempo, se moldean como preferencias susceptibles de actualizarse en un sistema partidista como el colombiano, donde el número y la denominación de partidos varían frecuentemente. En ese sentido, se presentan en el entorno de los ciudadanos estímulos que influyen sobre el cambio de ambos fenómenos, lo que implica una relación endógena entre las dos variables.

4. Estimación de la fuerza de asociación entre SP e IV

El siguiente punto de interés para este artículo es estimar la fuerza de asociación entre la SP y la IV, teniendo en cuenta su mutua causalidad. Con el propósito de aportar a la aclaración de la relación entre los dos fenómenos se plantea que es posible estimar la fuerza de asociación entre las dos variables, en distintos tiempos, para encontrar en qué sentido la incidencia de una variable sobre la otra es más fuerte, puesto que hasta este punto se ha establecido que la relación causal propuesta por la Escuela de Michigan no se presenta de manera estricta. Para ello, se optó como estrategia de análisis diseñar tablas de contingencia donde se cruzan la SP y la IV en t1 y t2 (antes y después de las elecciones), calculando para cada tabla su coeficiente de asociación respectivo. La tabla 3 resume las medidas de fuerza de asociación calculadas.

Considerando que el propósito de este estudio es indagar sobre la relación de mutua causalidad entre simpatía partidista y voto, los dos datos de mayor interés en la tabla 3 son los del cuadrante inferior izquierdo (donde se evalúa la incidencia de la intención de voto sobre la simpatía partidista) y los del cuadrante superior derecho (donde se encuentra la medida de fuerza de asociación entre simpatía partidista antes de las elecciones y voto reportado después de los comicios). En caso tal de presentarse endogeneidad entre ambas variables, se espera encontrar valores más cercanos a 1 en las medidas de asociación entre los dos fenómenos, lo que indica que el postulado propuesto por la teoría del voto retrospectivo de Fiorina (1981) de mutua causalidad entre las dos variables es apropiado para entender el caso aquí estudiado. Sin embargo, estos valores no se encuentran. Por el contrario, como lo muestran los valores en la tabla 3, se aprecia que la mutua causalidad entre los dos fenómenos no es tan estricta como lo plantea la literatura.

Además, la asociación entre la intención de voto de los bogotanos en la primera ola del estudio y su simpatía partidista después de los comicios (0,48) es más fuerte que la asociación entre la simpatía partidista de los ciudadanos antes de las elecciones y su decisión de voto reportada (0,28). Lo anterior denota que la incidencia de la intención de voto es mayor sobre la simpatía partidista en t2 que la incidencia que muestra la simpatía partidista en t1 sobre el comportamiento electoral de los ciudadanos, capturado en su decisión de voto después de las elecciones. Estos resultados permiten sugerir que, aunque el modo en que las dos variables se relacionan en la realidad bogotana no es estrictamente endógeno, como lo plantea la teoría del voto retrospectivo, tampoco resulta bien acogido por la visión canónica de la simpatía partidista postulada por la Escuela de Michigan, pues en este caso la intención de voto tendría la capacidad de "predecir" mejor la simpatía partidista, que viceversa.

Los Lambdas obtenidos también muestran que la simpatía partidista experimenta cambios sustanciales en cortos lapsos de tiempo, mientras que la intención de voto de los ciudadanos no se corresponde de manera estable con su comportamiento electoral. Esto, por supuesto, dificulta la comprensión del comportamiento de los ciudadanos y sus opiniones con respecto a los partidos políticos y los candidatos a elecciones. Adicionalmente, se puede afirmar que para el caso analizado, la temporalidad incide en la fuerza de relación entre los dos fenómenos, puesto que la medida de asociación varía de acuerdo con el momento en que las dos variables fueron medidas (antes o después de los comicios). En ese orden de ideas, las medidas de asociación para las variables captadas previamente a los comicios sugieren que antes de las elecciones la simpatía partidista y la intención de voto son proxy de un mismo fenómeno relacional de los ciudadanos con su medio político. Por su parte, el valor de dicha medida, calculado para los fenómenos medidos luego de los comicios, permite establecer que el reporte de voto de los ciudadanos tiene una asociación fuerte con su simpatía partidista después de elecciones.

5. Análisis descriptivo por escenarios

Para profundizar en la comprensión de la asociación entre la IV y la SP, se diseñó un análisis descriptivo por escenarios. En este análisis se planteó una serie de asociaciones en distintos tiempos entre los dos fenómenos de interés, lo que permite establecer la dirección causal entre estos, al identificar la incidencia de la simpatía partidista antes de las elecciones sobre la decisión de voto reportada después de los comicios, y el efecto de la intención de voto antes de las elecciones sobre la simpatía partidista de los ciudadanos después de los comicios.

El primer escenario se construyó a partir de criterios de estabilidad en el reporte de SP e intención-decisión de voto en las dos olas del estudio, así como a partir de criterios de congruencia partidista entre la identidad reportada por los encuestados y el partido al que pertenecía el candidato por quien reportaron haber votado o por quien manifestaron su IV antes de las elecciones. Esto permite conocer para cuáles ciudadanos la SP e IV son más estables, así como para quiénes la identidad incide en su decisión de voto, o viceversa.

En dicho escenario se espera encontrar a los ciudadanos que manifestaron querer votar por el candidato del partido político con el que se identifican (V1=SP1). Entre este grupo de ciudadanos se pueden presentar dos casos: que dichos bogotanos reporten haber votado por el mismo candidato por quien declararon su intención de voto antes de las elecciones (V1=V2), o que hayan reportado un cambio en su decisión de voto (V1≠V2). Asimismo, estas personas pueden reportar una simpatía partidista estable (SP1=SP2) o cambiante (SP1≠SP2). Gráficamente, este primer escenario se desagrega en las categorías presentadas en el diagrama 1.

El grupo de ciudadanos del caso 1.1.1, Electorado congruente, es el que presenta la mayor estabilidad y congruencia en su SP y comportamiento electoral reportados. Entre estas personas se encuentran los bogotanos que, por ejemplo, afirmaron en las dos olas del panel sentirse identificados con el Movimiento Progresistas y decidieron votar por Petro. Igualmente, se encuentran aquellos que en las dos olas afirmaron no tener SP y no participar en los comicios. Así, para el Electorado congruente, la (ausencia de) SP guía el (no) voto.

Por otra parte, quienes conforman el caso 1.1.2 experimentan un cambio en su SP que no es explicado por su voto, pero su IV sí se encuentra guiada por su simpatía partidista antes de las elecciones. Este grupo se denomina Electorado con SP volátil. Adicionalmente, a la categoría 1.2.1 se le denomina Electorado personalista, puesto que mantiene su simpatía partidista, pero al votar elige a un candidato de un partido con el que no se identifica, indicando que su decisión de voto está direccionada hacia los candidatos como individuos y no como representantes de partidos. Así que, por ejemplo, en esta categoría se encuentran quienes reportan en las dos olas del panel identificarse con el Partido Liberal o con ningún partido y manifiestan haber votado por Enrique Peñalosa, candidato de otros partidos.

Por su parte, antes de las elecciones los miembros del grupo 1.2.2 manifiestan querer votar por el candidato del partido con el que se identifican, pero reportan haber votado por un candidato distinto al inicialmente considerado y haber cambiado su simpatía partidista. Para este caso, se observa que el voto incide en la simpatía partidista de los ciudadanos, por lo que la categoría se denomina Electorado ex post. En este grupo de votantes se presenta una actualización de preferencias, que hace que su decisión de voto y simpatía partidista se determinen por una serie de consideraciones retrospectivas acumuladas para la fecha de la elección. En otras palabras, en esta categoría se encuentran los ciudadanos que antes de las elecciones manifiestan identificarse con Cambio Radical y querer votar por Carlos Galán, pero después de los comicios reportan haber votado por Gustavo Petro e identificarse con el Movimiento Progresistas. También se encuentran ciudadanos que, por ejemplo, reportaron identificarse con el Partido Verde y querían votar por Enrique Peñalosa, pero después de las elecciones manifestaron no haber votado y pasaron a no identificarse con algún partido político.

El segundo escenario de análisis es un reflejo de los criterios del primero, con la excepción de que dichos criterios se derivan a partir del incumplimiento del primer criterio del primer escenario, como se observa en los cuadros más altos de los diagramas 1 y 2. Adicionalmente, se incluyen dos elementos para evaluar la congruencia de los ciudadanos entre su simpatía partidista e intención de voto ((SP2=V2) y (SP2≠V2)), con el objetivo de conocer hasta qué punto la SP guía el voto, y viceversa.

El grupo de ciudadanos que conforman las categorías 2.1.1 y 2.2.1.2 se denomina Electorado personalista, puesto que, de manera similar al caso 1.2.1 del primer diagrama, su simpatía partidista permanece estable, pero no guía la decisión de voto. Igualmente, el voto de estos bogotanos no incide en su simpatía partidista. Ahora, los casos 2.1.2.1 y 2.2.2.1 se denominan Electorado ex post, puesto que el partido con el que se identifican después de las elecciones coincide con el partido del candidato por el que votaron. Así, se encuentra que el voto incide en la simpatía partidista de los ciudadanos. Por otra parte, los miembros del 2.1.2.2 se consideran como un Electorado con SP volátil, puesto que, de manera similar al caso 1.1.2, el cambio en su identidad no está reforzado por su comportamiento electoral, sino que los dos fenómenos se presentan con una disociación mayor a la de las categorías anteriores. En el caso 2.2.1.1, la simpatía partidista guía la decisión de voto de manera congruente. Por ello, esta categoría se denomina Electorado congruente, del mismo modo que la categoría 1.1.1, debido a que la simpatía partidista termina incidiendo en la decisión de voto, y el voto refuerza la simpatía partidista de este grupo de ciudadanos. La última categoría, 2.2.2.2, agrupa al Electorado incongruente, en el sentido de que tienen una identidad e intención de voto cambiantes, sin que los cambios después de las elecciones sean congruentes en términos partidistas. En este caso, la simpatía partidista no explica el cambio en la intención de voto, y la decisión de voto no explica el cambio en la simpatía partidista. Por ello, este último grupo viene a ser el de mayor inestabilidad en cuanto a simpatía partidista y comportamiento electoral.

En la tabla 4 se muestra cómo se dividió electorado bogotano en las elecciones para la Alcaldía de Bogotá de 2011.

Dentro de las cinco categorías identificadas, dos son de principal importancia para este trabajo: el Electorado congruente y el Electorado ex post. En estas se logra romper la mutua causalidad entre la simpatía partidista y el voto, al observarse que en la primera, la SP guía la IV, mientras que en la segunda sucede lo contrario: la intención de voto guía la SP después de los comicios.

Como ya se mencionó, dentro del Electorado congruente se encuentran tanto los partidistas que tienen una identidad y voto estables como aquellos que no se identifican con algún partido, no saben por quién votar y no participaron en las elecciones. De allí que esta categoría esté compuesta por dos subgrupos: los partidistas congruentes y los apartidistas congruentes. Del 36,17% en la categoría de Electorado congruente, el 86,91% son apartidistas congruentes, puesto que no se identifican con ningún partido, no saben por cuál candidato votar antes de las elecciones, siguen sin simpatía partidista después de los comicios electorales y reportaron no haber votado, no saber por quién votaron o no quisieron reportar su voto. Por su parte, el 13,09% restante son partidistas congruentes, de los cuales el 5,76% se identifica de manera estable con los partidos Verde y U, y manifestaron una intención de voto estable por Peñalosa, candidato de la coalición. A este porcentaje le sigue un 4,19% de personas que se identificaron de manera estable con el Movimiento Progresistas y mantuvieron su decisión de voto por Petro. Los ciudadanos restantes en esta categoría se distribuyen de forma similar entre el Partido Liberal, el Polo Democrático y otros partidos.

Así, se tiene que el 36,17% de los bogotanos no cambian su reporte de SP e IV, pero en su gran mayoría, ya sea por desinterés, apatía o rechazo, son bogotanos que no simpatizan con ningún partido y no participan en las elecciones. Es decir que los ciudadanos más estables en cuanto a participación y relación política son los apartidistas congruentes, quienes no sienten simpatía por ningún partido político y que deciden no ejercer su derecho al voto. Además, hay una relación entre no haber participado en las elecciones a la Alcaldía de 2007 y formar parte del Electorado congruente. Esto muestra que la falta de participación política de los ciudadanos en el pasado tiene un efecto sobre su continua falta de simpatía partidista y sobre su decisión de no votar en los comicios.

Entre los apartidistas congruentes, la falta de simpatía partidista y participación electoral se refuerzan mutuamente,lo que crea un ciclo inercial de abstencionismo y apatía política. Por ello, se puede sugerir que, aunque el análisis indica que la simpatía partidista en Bogotá tiene poco potencial como determinación de la decisión de voto de los ciudadanos, sí puede cumplir un papel relevante en la decisión de participar o abstenerse en las elecciones.

Por otra parte, se tiene que el 10,04% de los bogotanos hacen parte del Electorado ex post. Para ellos, su decisión de voto incide en el cambio de su SP. Es decir, estos bogotanos cambian su simpatía partidista, ya sea de forma tal que coincide con el partido del candidato por el que votaron en las elecciones, o que pierden su simpatía partidista luego de decidir no participar en las elecciones. En este caso, el cambio en la intención de voto coincide con el posicionamiento de los candidatos más predilectos para ganar la Alcaldía: Petro, Peñalosa y Parody. En cuanto al cambio en la SP de los ciudadanos en esta categoría, se encuentra que, en contados casos, la decisión de voto refuerza la simpatía partidista de forma tal que los votantes pasan a identificarse con el partido político del candidato por el que votaron. Dichos casos corresponden a ciudadanos que votaron por Petro, y después de las elecciones cambiaron su simpatía partidista hacia el Movimiento Progresistas. Lo anterior indica que entre el Electorado ex post no es común el voto programático, pues no votan por un partido sino por un candidato, y tanto su IV como SP están expuestas a cambios a corto plazo, de acuerdo con la actualización de sus preferencias políticas revisadas y acumuladas.

Aun así,la mayor cantidad de observaciones para esta categoría se presentó entre ciudadanos que, al no ejercer su derecho al voto, pasaron a no simpatizar con algún partido. Además, los datos muestran que los ciudadanos que reportan una baja confianza en la Alcaldía tienen una mayor probabilidad de pertenecer a esta categoría de votantes. Esto puede concordar con el hecho de que este grupo de votantes actualice sus preferencias de acuerdo con una serie de evaluaciones y consideraciones del desempeño pasado, en este caso, de la Alcaldía. Así, los ciudadanos que reportan una baja confianza en la Alcaldía de Bogotá revaluarán sus preferencias tanto partidistas como de voto. Este resultado también indica que quienes confían poco en la institución tienen una probabilidad considerable de ser parte del Electorado ex post que opta por no participar en los comicios para dicho cargo y por pasar a no simpatizar con algún partido, puesto que el 43,4% de estos votantes reportó no haber votado, y el 49,06% dejó de tener alguna simpatía partidista.

Una tercera categoría relevante es la del Electorado personalista. En ella se encuentra la mayoría de los encuestados (42,8%), quienes se caracterizan por una SP estable y deciden votar por un candidato que no es del partido con el que sienten simpatía, o reportan en las dos olas no simpatizar con algún partido, y aun así votaron por algún candidato. En esta categoría, la SP de los ciudadanos no fija su IV por el candidato del partido con el que simpatizan, así como el voto tampoco incide en su identificación. La mayoría de los cambios en IV se reportan entre el grupo de personas que en la primera ola de estudio no sabían por quién votar. El 43,36% de ciudadanos en esta categoría reportó haber decidido votar por Petro, lo cual representa una importante proporción de swing voters para el candidato electo, quien además, de acuerdo con estos porcentajes, demostró ser el candidato con mayor poder de atracción entre los votantes indecisos.10 En este grupo llama la atención que su IV está dirigida hacia los cuatro candidatos con mayores probabilidades de ganar la Alcaldía (Petro, Peñalosa, Parody y Galán), sin que los partidos a los que estos están afiliados coincidan con la simpatía partidista de los ciudadanos. Se debe resaltar que el 85% del Electorado personalista manifestó, antes de las elecciones, no simpatizar con algún partido. De este modo, en su mayoría son bogotanos sin simpatía política, que se mantienen como tales después de las elecciones, pero que votan en los comicios y se inclinaron por uno de los candidatos que tenían mayor posibilidad de ganar la Alcaldía.

Sobre otras categorías, en el Electorado con SP volátil se encuentra un 7,77% de los bogotanos. Este bajo porcentaje corresponde a las personas con cambios atípicos en su SP, dado que tienen una decisión de voto estable y deciden votar por el candidato del partido con el que simpatizan antes de las elecciones, pero cambian su simpatía partidista después de los comicios. La mayoría de esos cambios se presentan hacia no simpatizar con algún partido después de las elecciones, lo que indica que, para estos casos, el ciclo electoral incide en la SP, de modo que esta se puntualiza antes de las elecciones y se pierde después de los comicios. Los datos indican que hay una probabilidad significativa de encontrar ciudadanos con ingresos altos en este grupo.

Finalmente, el Electorado incongruente representa un conjunto de votantes atípico, cuyo comportamiento electoral y SP son los más difíciles de discernir. En este grupo se encuentra al 3,22% de los encuestados. Aunque este grupo es pequeño, los cambios en su SP e IV son tales que no hay tendencias identificables. Tan solo cabe mencionar que en este grupo, la mayoría de ciudadanos no se identifican con algún partido después de las elecciones, y Petro se postula como el candidato que acumuló el mayor número de votos.

Conclusiones

El análisis anterior hace posible afirmar que, en el caso de las elecciones a la Alcaldía de Bogotá, la simpatía partidista no es un articulador fuerte de los ciudadanos con el ambiente político de la capital. Hay una tendencia al abstencionismo alta, sumada a un importante porcentaje de ciudadanos que no se sienten identificados con ningún partido o movimiento político en el sistema partidista. Aunque solo en el 10% del electorado la decisión de voto incide en la afinidad partidista (porcentaje que se esperaría fuese mayor al haberse mostrado que la identificación no determina la IV), se encuentra que en sistemas políticos con partidos poco disciplinados y poco diferenciados ideológicamente, el voto programático o partidista no es decisivo en los comicios, por lo que es más factible encontrar una mayor fuerza de asociación entre la decisión de voto y la simpatía partidista después de las elecciones, que viceversa.

Para este caso,se tiene que la estructuración del sistema electoral genera incentivos para el voto personalista, como la falta de articulación de programas entre candidatos y partidos, y la constante participación de outsiders políticos en los comicios locales. Si bien tras las reformas electorales de 2003, los incentivos al voto personalista han disminuido (Carey y Shugart 1995; Jaramillo-de la Roche 2008; Hoskin y García 2006), el intercambio entre voto partidista y voto personalista en este contexto hace más común que las personas voten de manera personalista que programática. Con respecto a esto último, el análisis indica que, aunque es poco frecuente, es más común entre los ciudadanos que apoyan a los candidatos de partidos políticos de izquierda. Adicionalmente, el electorado que siente afinidad por estos partidos es el que de manera consistente asiste a las urnas. Esto ayuda a explicar las victorias electorales consecutivas de los candidatos provenientes del Polo Democrático (Garzón, Moreno, e incluso Petro).

Los bajos porcentajes de simpatía con algún partido político y la volatilidad en la decisión de voto apuntan al desalineamiento experimentado a nivel regional, de acuerdo con Sánchez (2002). Esta misma tendencia sugiere que los postulados originales de la Escuela de Michigan no acogen de manera apropiada el comportamiento político de los ciudadanos bogotanos, dado que su simpatía partidista no se da como un apego de largo plazo hacia un referente político estable, y dicha simpatía, en la mayoría de casos, no guía el comportamiento electoral de los ciudadanos de la capital. Por ello, el acercamiento retrospectivo propuesto por Fiorina (1981) a la simpatía partidista y el comportamiento electoral permite explicar de manera más flexible los numerosos cambios de los ciudadanos en estas dos cuestiones.

Los escenarios de análisis planteados muestran que en un sistema partidista en constante cambio como el colombiano, la presencia de la simpatía partidista importa como guía del comportamiento electoral de un grupo de votantes, mientras que su ausencia propicia el abstencionismo entre electores. Además, se evidencia que la mutua causalidad entre los fenómenos de interés no es tan estricta como lo plantea la literatura derivada de la teoría de la elección racional.

Se debe tomar en consideración que las dos corrientes identificadas en la literatura proponen una serie de postulados enfocados en explicar el comportamiento del electorado para comicios presidenciales, en un contexto donde el número de partidos y candidatos se limita a dos, respectivamente (contexto estadounidense). Dadas las particularidades del caso estudiado, la generalización de los hallazgos presentados es limitada, puesto que se trata de unos comicios donde participaron nueve candidatos y partidos a la Alcaldía, en un sistema que propicia el voto personalista sobre el programático (Carey y Shugart 1995). A pesar de esta limitación en la generalización, se esperaría encontrar resultados similares en las elecciones a la Alcaldía de Bogotá previas a la de 2011, donde la complejidad de este escenario se mantiene, dado el alto número de candidatos y de ciudadanos abstencionistas. Asimismo, es posible encontrar resultados similares en elecciones a la alcaldía de cascos urbanos colombianos, principalmente capitales departamentales, que se hayan realizado previamente a la Reforma de 2003, asumiendo que antes de dicha reforma el número de candidatos fuese considerablemente alto o similar al de la capital colombiana, y que los niveles de clientelismo, como práctica que tiende a desviar los flujos electorales de su cauce esperado, se asemejen a los de Bogotá.

Con el propósito de ampliar el alcance del análisis presentado, se propone como parte de una agenda investigativa llevar el análisis a los comicios presidenciales colombianos, donde el número de candidatos y partidos participantes es menor. Idealmente, un estudio de panel de dos olas para las elecciones presidenciales, representativo a nivel nacional y con una muestra compuesta por colombianos en edad de votar, simplificaría el análisis y permitiría plantear conclusiones de mayor precisión y alcance predictivo. Resultaría propicio incluir en dicho estudio preguntas sobre la cercanía de los ciudadanos a los partidos políticos.11 Así, se puede contar con una medida adicional de afinidad partidista de los ciudadanos que permita trabajar con un mayor número de observaciones propicias para comprender la relación entre simpatía y voto, en un contexto donde parece que la gran mayoría de personas presenta actitudes apáticas hacia los partidos políticos y la participación en elecciones populares.

Finalmente, dos puntos que este artículo deja abiertos para futuras indagaciones son la relación entre estabilidad en la intención de voto e ideología, y el papel que cumple la identidad partidista sobre el abstencionismo. Estos dos elementos problematizan, por un lado, el papel de la simpatía partidista como determinante predilecto del comportamiento electoral de los ciudadanos, y por otro, la relevancia de la simpatía partidista, incluso en sistemas partidistas en constante actualización para motivar y estabilizar la participación electoral de los ciudadanos (Holmberg 1994), y superar la tendencia de desalineamiento que atraviesa la región.


Comentarios

* Este artículo surge a partir del trabajo de grado sustentado en noviembre de 2014 para optar al título de Magíster en Ciencia Política de la Universidad de los Andes (Colombia). El artículo no contó con financiación.

1 En palabras del autor, intrinsically sticky (Johnston 2006, 329).

2 En contextos distintos al estadounidense se presentó con mayor evidencia el problema de endogeneidad entre identidad partidista e intención de voto, al encontrarse para el caso sueco correlaciones mayores de 0,90 entre ambas variables, por ejemplo, lo cual indica que ambas medidas podían estar captando un mismo fenómeno de relación con el ambiente político; mientras que en Estados Unidos la correlación promedio para las elecciones entre 1952 y 1988 fue de 0,70 (Holmberg 1994).

3 Este fenómeno consiste en el desplazamiento del voto de forma indistinta hacia candidatos de diferente origen partidista e ideológico. Este comportamiento electoral puede estar motivado por el voto de opinión, por intereses materiales o por el clientelismo (ver, Instituto Luis Carlos Galán 2001, 175-6).

4 Esto se observa claramente en las elecciones de 1988 y 1997 a la Alcaldía, donde se presentaron siete candidaturas en el Partido Liberal (ver, Instituto Luis Carlos Galán 2001).

5 Ver, Instituto para el Desarrollo de la Democracia Luis Carlos Galán (2001, 175). Esto se puede ejemplificar con las candidaturas de Peñalosa para las elecciones de 1997 y 2007, en las que participó desde el Movimiento por la Bogotá que Queremos y Peñalosa Alcalde, respectivamente, aunque fuese conocida su simpatía liberal. Igualmente, este fenómeno se observa en la candidatura de Petro para las elecciones de 2011, en las que se presentó con el Movimiento Progresistas, a pesar de ser conocida su trayectoria política desde el Polo Democrático.

6 Datos tomados de la Registraduría Nacional del Estado Civil y el Instituto para el Desarrollo de la Democracia Luis Carlos Galán (2001).

7 El Lambda de Goodman y Kruskal es una medida de asociación para variables nominales. Su cálculo se basa en la Reducción Proporcional de Errores, siendo su fórmula Lambda=(E1-E2)/E1, donde E1 equivale al N (total) – N (moda de la variable dependiente), y E2 equivale a Σ (N (categoría) – N (moda por categoría)) (Boston University, Metropolitan College s. f.). "Lambda tiene tres versiones: dos asimétricas (para cuando una de las dos variables se considera independiente y la otra dependiente) y una simétrica (para cuando no existe razón para distinguir entre variable independiente y dependiente) [...] Lambda toma valores entre 0 y 1. Un valor de 0 indica que la variable independiente [...] no contribuye en absoluto a reducir el error de predicción. Un valor de 1 indica que [...] la variable independiente permite predecir con toda precisión a qué categoría de la variable dependiente pertenecen los casos clasificados. Cuando dos variables son estadísticamente independientes, lambda vale 0" (Universidad Complutense de Madrid s. f., 16). Los coeficientes reportados en los resultados corresponden a la versión simétrica de Lambda. Así, se evita asumir la dirección de la fuerza de asociación de manera errónea.

8 Específicamente, se calculan cuatro coeficientes Lambda o medidas de fuerza de asociación. La primera capta la relación entre simpatía partidista e intención de voto, medidas antes de las elecciones. La segunda capta la fuerza de asociación entre los dos fenómenos, medidos después de las elecciones, es decir, entre simpatía partidista y recuerdo de voto como proxy de intención de voto. La tercera medida refleja la fuerza de asociación entre simpatía partidista medida antes de las elecciones y recuerdo de voto reportado después de las elecciones. La cuarta medida muestra la relación entre simpatía reportada después de las elecciones e intención de voto antes de las elecciones.

9 Sobre este cambio debe considerarse que una proporción de encuestados después de las elecciones prefirieran afirmar un cambio de simpatía partidista hacia el partido del candidato electo, debido a un sesgo de deseabilidad social, o puede deberse a que algunos votantes no reconozcan la derrota del candidato por el que votaron.

10 Entre el total de la muestra, el 59,25% no sabía por quién votar antes de las elecciones. De estos, el 54,5% no votó y el 21,6% votó por Petro, siendo este candidato el que obtuvo el porcentaje más alto de votantes entre quienes no sabían por cuál candidato votar antes de las elecciones. Sin embargo, es relevante considerar la posibilidad de que estos datos se deban a que los encuestados hayan reportado haber votado por Petro (por haber sido el ganador de la contienda electoral), aunque en realidad hayan votado por otra opción electoral o se hayan abstenido de votar.

11 Tan solo el 26% de los ciudadanos afirmó sentir simpatía por algún partido político, como lo indica la tabla 2. Aun así, todos los encuestados reportaron cierta cercanía con los principales partidos políticos del país, al preguntárseles: "¿qué tan cerca diría usted que se encuentra el Partido Liberal respecto de lo que usted piensa? (1) Muy cerca, (2) Cerca, (3) Ni cerca ni lejos (regular), (4) Lejos, (5) Muy lejos". Esta pregunta se replicó para el Partido Conservador, Verde, Polo y U en la primera ola del estudio. En la segunda ola tan solo se preguntó por la cercanía de los encuestados al Movimiento Progresistas. En un punto del análisis de datos se planteó trabajar a partir de cercanía partidista, en vez de identificación. Sin embargo, al no haberse incluido estas mismas preguntas en la segunda ola del panel, no era posible hacer seguimiento a la evolución de dicha cercanía.


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RECIBIDO: 20 de abril de 2015 APROBADO: 8 de julio de 2015 MODIFICADO: 4 de noviembre de 2015