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Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión

Print version ISSN 0121-6805

Rev.fac.cienc.econ. vol.17 no.1 Bogotá Jan./June 2009

 

Editorial

POR UNA AGENDA DE INVESTIGACIÓN PROPIA PARA NUESTRAS CIENCIAS SOCIALES

La actual sociedad latinoamericana enfrenta serios desafíos para su integración social al mundo del primer cuarto de siglo XXI. Estas se enfrentan a retos tales, como la satisfacción de múltiples proyectos inconclusos del siglo anterior, como la consolidación democrática, la resolución de los altos niveles de desigualdad, la conformación de sociedades más inclusivas y participativas, la posibilidad de configurar esquemas de integración regional e internacional, y sobre todo, la comprensión de los poderes establecidos, los cuales, de una u otra manera, mantienen tales comunidades en un status quorígido y anclado en el siglo XX. La sensación, de que todo cambia siendo igual es permanente.

De esta manera, las ciencias sociales, y entre ellas, las disciplinas económicas vienen afrontando de una u otra manera este complejo panorama. Sin embargo, surge la pregunta por el grado de autonomía que los investigadores y las investigadoras sociales tenemos frente a los poderes instituidos y la posibilidad de interrogar nuestra realidad. En más de una ocasión se ha realizado el llamado por la existencia de compromiso de la investigación, pero cómo hacer este compromiso autónomo a los poderes para reproducir las estructuras que prolongan la desigualdad, es un aspecto complicado y de difícil abordaje. Permítanos, entonces, hacer unos pequeños apuntes, de aquellos elementos que en nuestro oficio resultan controversiales.

En primer lugar, la diferenciación entre contexto y actualidad. Entre las problemáticas más cercanas para la construcción de una agenda propia por parte de los grupos de investigación esta su poder de ajuste a los aspectos de la vida social. Sin embargo, se presenta la confusión entre dinámicas que hacen parte de la explicación del aspecto, y la soterrada intensión de responder a lo que la agenda de actualidad impone. Algunos grupos de investigación tienen que hacer frente a lo que los programas y políticas institucionales dictan, poniendo sus esfuerzos al servicio de dinámicas de investigación orientadas al alto impacto en la esfera pública, pero a un discutible desempeño en la construcción de espacios interpretativos de la realidad misma. Esta situación es más marcada en ciertos espacios, puesto que la dinámica de reconocimiento y visibilidad obliga algunas instituciones a presionar a sus grupos de investigación a responder a políticas oficiales, a los sectores que el establecimiento denomina como "estratégicos" o a las dinámicas que pueden ser más rentables, tanto económicas como simbólicamente.

Esta situación genera también la diferenciación entre problemáticas y estructuras. En los últimos años, existe un cierto interés por establecer variables y generar índices, esto manifiesta una forma de pensamiento y de gestión social que se impone en el último cuarto de siglo XX, en la que conside-

rando que los sustentos mismo de los pactos sociales establecidos tenían la legitimidad suficiente, por lo que la política pública solo era necesaria de ajuste y control. Pero el monitoreo social, no implica la interrogación por la bases mismas de la sociedad. Más cuando algunas de ellas no encuentran los horizontes sociales de estabilidad, que permitan conformar proyectos de nación estables e inclusivos. Es por ello, que la investigación social que se preocupa por la interpretación y caracterización de realidades, locales y regionales, tiene abierta todas sus posibilidades, más allá de la articulación, impuesta, a las políticas oficiales. Es decir, creemos, que aún en nuestra vivencia social, carecemos de los elementos descriptivos, que desde su propio hacer permitan entendernos. Y que en ese marco, el ánimo por el monitoreo social, como forma legítima de análisis, debe partir de un ejercicio constante de innovación conceptual, lo que implica repensar los roles y atribuciones que le otorgamos a la medición como proceso de investigación, así como a la independencia conceptual. Las agendas de investigación deben crear puentes entre la medición inmediata y la comprensión a largo plazo.

Esto conforma un problema metodológico a gran escala. Puesto que la ciencia social latinoamericana está aún por fuera de la dinámica de los macro-proyectos. La generación de redes y la consecución de recursos para la investigación, sigue siendo un importante desafío para grupos, investiga dores y directivos. Describir nuestra realidad, implica la extensión de trabajos que den cuenta de la diversidad social misma, lo que también tiene inscrito el problema de su financiación y continuidad. De esta manera, solo podremos establecer lógicas de agendas de investigación, si existe el músculo suficiente (equipamiento de conocimiento y de capital) para dar cuenta nuestras complejidades, fragmentarlas e integrarlas al mismo tiempo, de tal modo que, podamos de manera pausada hacer las síntesis interpretativas necesarias para nuestro desarrollo. La inmediatez y los proyectos de mediano plazo, que se encuentran al vaivén de los intereses de las agendas políticas o institucionales atentan contra este propósito.

Un último elemento tiene que ver con los resultados prometidos o comprometidos, esto nos lleva a las distinciones entre aportes e intervenciones. Más allá de los campos de socialización y visibilización de resultados, muy propios de publicaciones científicas como esta, se refieren a la intencionalidad y lo que deja la investigación para las comunidades y problemáticas estudiadas. El aporte se puede observar como lo que el investigador entrega a una comunidad para que la misma se reconozca, tanto en sus condiciones objetivas, como en sus posibilidades de trabajo. Por otro lado, la intervención, propia desde las fases iniciales de investigación, plantea la necesidad del compromiso con el problema, sus sujetos y con su propia actitud de cambio, personal y hacia la realidad. Esto que nunca aparece en las publicaciones, es el germen fundamental por el que la investigación se mueve, aportes e intervención no son contrarios, pero pueden perderse cuando los grupos e investigadores ceden a políticas institucionales.

Finalmente, al acercarnos al final de esta primera década del presente siglo, presenciamos como mentalidades formadas en los últimos albores de un mundo que cada vez parece más extraño y complicado construyen ciencias sociales en un contexto a veces hostil, sobre todo si el reclamo, es reconocernos, comprendernos y vernos en nuestra propia integridad. Esta sea una invitación a una reflexión sobre la manera como asumimos y enfrentamos las políticas, originadas en el establecimiento social, y la manera cómo podemos responder y dar cuenta de su verdadera pertinencia frente a estructuras que merecen ser interrogadas y confrontadas críticamente.

Fredy León Paime
Editor

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