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Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión

Print version ISSN 0121-6805

Rev.fac.cienc.econ. vol.17 no.2 Bogotá July/Dec. 2009

 

Editorial

ESTIMADAS LECTORAS, ESTIMADOS LECTORES,

Termina la primera década del siglo XXI en América Latina y "Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión" presenta su último número de un periodo en el que todo parece entrar en contradicción. Mientras para algunos grupos sociales, la década, puede significar la concreción de diversos tipos de proyectos sociales, otros, por el contrario, pueden sentir que ahora, más que nunca, se encuentran activos los anclajes socio-políticos del siglo XX. Es un lugar común señalar que el mundo fue otro, sobretodo, después de los tempraneros eventos del 11 de septiembre de 2001, los cuales significaron una nueva forma de la geopolítica mundial. Pero esta situación no es tan clara en el caso de América Latina, ya que la región ha enfrentado estos cambios con un cierto nivel de autonomía.

Las siguientes líneas quieren llamar la atención sobre la necesidad de generar análisis coherentes, agudos y francos sobre la situación por la que atraviesa nuestra región, que sin ser ajenos a las caldeadas relaciones ideológicas del momento, permitan generar visiones y alternativas de solución micro y macro económicas, más allá de lo que la "agenda mediatica" que los diferentes grupos de poder imponen. Establecer bases para la comprensión de nuestra historia "más" reciente es el propósito de este editorial.

La década de los 80's fue conocida en América Latina como la "década perdida", la producción industrial se contrajo, la hiper-inflación, la crisis de la deuda y la fuerte devaluación caracterizaron este periodo. Varios eventos confluyeron, el debilitamiento de los poderes políticos tradicionales, la caída de las dictaduras militares y el aparente fin de la guerra fría, dejaron a la Región con la sensación que los esfuerzos modernizadores habían acabado sin los frutos prometidos, más por el contrario, el desempleo y la pérdida de poder adquisitivo, encontraron cimientos que poco a poco se profundizarían. Una sociedad pesimista de sí misma, encuentra el caldo de cultivo para la entrada definitiva del neoliberalismo.

Con este marco, empieza lo que Joseph Stiglitz denominará los "Felices noventas", una época que marcada por la liberalización de mercados, la reducción del tamaño del Estado, la desregulación financiera y fiscal, llenaba de optimismo, sobre todo aquellos sectores sociales ligados con la especulación financiera. La guerra contra la inflación, decretada a partir del dictamen eficiente de la "escuela monetarista", así como por la tecnocracia asociada a los entes multilaterales, los cuales ante la caída del proyecto socialista soviético se hicieron hegemónicos. Se hicieron estratégias de política cotidiana. Hacer la tarea se volvió la consigna, de tal manera, que el recetario fue aplicado con la existencia de algunas resistencias significativas, aunque aisladas y desconectadas. Pronto la Región conocería los riesgos que tiene la especulación financiera", siendo el primer sintoma el primer detonante de un conjunto de crisis que afectarían la sociedad conocidos como el "efecto tequila. La aplicación de estas políticasen los primeros años, llevaría al Estado al abandono del proteccionismo de los años anteriores, varios sectores, en particular, aquellos de mediana tecnología no pudieron soportar el cambio. De otro lado, una ola "democratizadora", implicó que la expansión de derechos sociales no tuviera como respaldo un accionar estatal, más bien, se exigió que la ciudadanía se ejerciera vía mercado.

De esta manera, y muy superficialmente, se puede afirmar que las décadas anteriores fueron el caldo de cultivo de lo que sería el primer decenio del siglo XXI. Los efectos del neoliberalismo hicieron que los ciudadanos perdieran la confianza en el aparato tecnocrático que había transitado por tal senda. Revueltas populares en diferentes países empezarán a conjurarse, en estos los movimientos agrícolas e indígenas serían cada día más representativos. Esto permitió la aparición de un conjunto de gobiernos, que llevan en sí, el germen de las diferentes expresiones de la izquierda latinoamericana. Este proceso fue la respuesta y una manera de censura al esquema que se había impuesto en los años anteriores. Las propuestas fueron, desde la modificación y atenuación del modelo neoliberal, hasta su desmonte. En ninguno de los casos es claro los efectos de tales políticas.

Pero este no fue el proceso generalizado, por el contrario, viejas fuerzas conservadoras aprovecharon el colapso financiero y reafirmaron el esquema, cimentando para ello la resurrección de un modelo agro-exportador de materias primas, basado en la explotación de los recursos naturales y sostenido bajo el parapeto de la conformación de pactos comerciales tanto con los Estados Unidos, como con Europa y Asia. Este se complementaria con la profundización del modelo de desregulación generando zonas propicias para la producción de productos manufacturados, en el esquema conocido como "maquilas". Pronto estos grupos entrarían en disputa por el poder local, representando en el contexto regional lo que se ha denominado en otros contextos como la "nueva derecha".

Se puede manifestar, entonces, que el espacio latinoamericano lleva inscrito hoy la configuración de una fuerte tensión política sobre el poder local y regional sobre las fuerzas que asientan e impulsan el capital económico. Mientras las décadas anteriores llevaban el signo de una experiencia compartida, nos encontramos ante diversas versiones de lo que es nuestro presente y de lo que podría ser nuestro futuro.

He aquí un problema fundamental para la comprensión de nuestra realidad inmediata. Proyectos de re-organización regional, sin poder hegemónico, en el marco de la capitanía del Estado, generan una imagen diversa de lo que debe ser y es la gobernabilidad. La situación se complica, de tal manera que, se empieza a afectar directamente las reglas constitucionales, los pactos sociales configurados en la década anterior, y que de alguna manera se constituían en mecanismos normativos para el equilibrio de poderes. Mientras, el continente se encuentra ocupado en la agenda establecida por los mass-media, donde la confrontación ideológica se infla y las posiciones se fortalecen, la reflexión por la situación económica y el bienestar pasan a un segundo plano, todo esto en el marco de la mayor crisis financiera mundial afrontada desde la Gran Depresión.

La situación de la Región sigue siendo complicada. Vale la pena indicar algunas de las condiciones que para el año 2010, según cifras de la CEPAL1, estará afrontando América Latina y que son evidencia del aporte de la primera década del siglo XXI. Estas son:

Para finalizar la década, la región habrá aumentado su población en cerca de 71 millones de habitantes, acercándose a los 600 millones de habitantes. Con una tasa de crecimiento cerca del 12% en el periodo y una población cada vez más vieja, aumentando la población mayor a 65 años en más de cuatro puntos, aún cuando siga siendo una de las regiones más jóvenes del mundo. La esperanza de vida también habrá aumentado en casi 3 años, llegando a los 73,3, siendo más alta en países como Costa Rica, Cuba, Puerto Rico y Barbados.

La situación del empleo, sin embargo, no es alentadora. Para el año 2010, serán 276 millones de personas las que estarán económicamente activas. Es decir que en la década cerca de 54 millones de personas salieron a buscar empleo, casi un 8% del total de su población, donde Argentina, Brasil, México y Colombia aportan la mayor cantidad de ciudadanos en tal condición. Las tasas de desempleo son de difícil análisis, puesto que el desempleo ha caído (2 puntos porcentuales), mientras aumenta el sub-empleo y el desempleo juvenil. Así el sector industrial, en algunas economías ha crecido poco o se ha mantenido estable en algunas economías (Brasil, Honduras, Panamá y Venezuela), en otras este se ha disminuido notoriamente (Colombia, Perú, República Dominicana y El Salvador), inyectando presión al Estado. También es importante señalar, que en la década se consolidó la participación activa de la mujer en el mercado laboral, ya que el 2003, cerca del 53% de los empleos disponibles estarán ocupados por mujeres, lo que cambia la estructura general del empleo. Sin embargo, la igualdad de ingresos aún es una tarea pendiente, ya que la diferencia entre las remuneraciones de mujeres sigue estando entre un 20 y 30% debajo que la de los hombres.

La lucha contra la pobreza aún es tímida. La pobreza rural aún se mantiene por encima del 50% de su población, mientras el de pobreza nacional es del 12% y 8% se encuentran en estado de indigencia. Es decir, que cerca de 50 millones de personas se encuentran totalmente desprotegidas. Esto contrasta con el aumento en la desigualdad en varias de las economías de la región, como el caso de Argentina, Colombia y Costa Rica, mientras se evidencian algunos avances en México, Chile, Bolivia y Uruguay. Algunos problemas como el de provisión de vivienda, salud y educación también siguieron siendo críticos.

El recordar estas cifras es importante, ante una lógica que impone que debe juzgarse la gobernabilidad centrada en el crecimiento económico. El comportamiento y la política económica, más allá de la inversión tienen una deuda pendiente con la sociedad, y esto es más marcado en unos contextos que en otros. De esta manera podemos decir, que termina una década que requerirá de ingentes esfuerzos para su comprensión. Periodo de avances y retrocesos, quizás no es el mejor momento de la Región, pero tampoco es el peor. La autonomía, la independencia y el buen juicio es una tarea para los investigadores sociales y económicos. Desmarcarse de las agendas oficiales que buscan generar visiones de realidad selectiva, no comprensiva, ni complejas es un presupuesto metodológico que exige compromiso personal y respaldo institucional. No fue esta última una década perdida, pero tampoco se evidencia haber ganado mucho. Los investigadores sociales también estamos en deuda, y en algunos casos hemos vendido la objetividad en función de proyectos políticos tanto de derecha, como de izquierda, haciendo más difícil el dialogo y la construcción compartida.

La democracia es aquel estado en donde los poderes en tensión buscan el equilibrio permitiendo que diversas posiciones fluyan, en donde la alternancia efectiva del poder se materializa y, en la cual, el bienestar consolida procesos de construcción de capital social que brinde autonomía real a sus ciudadanos; más no es asistencialismo electoral. No se trata de concesos hegemónicos, sino de pactos sociales estables que discutan y actúen ante la desigualdad. Los investigadores sociales, deberán emprender esfuerzos que den cuenta de tal complejidad, que posibiliten el diálogo entre ideologías y que abran espacios para la reflexión y la acción crítica. La primera década se nos acaba, pero el compromiso con la sociedad debe renovarse.

Fredy León Paime
Editor

1 Anuario Estadístico de la CEPAL (2008). Disponible en: http://websie.eclac.cl/anuario_estadistico/anuario_2008/esp/ index.asp

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