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Nómadas

Print version ISSN 0121-7550

Nómadas  no.32 Bogotá Jan./Jun. 2010

 

Los jóvenes de Medellín: ¿ciudadanos apáticos?*

Medellín's Youths: Apathetic Citizens?

Deicy Hurtado Galeano*

* Este texto hace parte de la investigación "Jóvenes, participación política y formación democrática", financiada por Colciencias, la Universidad de Antioquia y la Universidad Central de Bogotá, cuya duración fue desde febrero de 2007 hasta diciembre de 2008. Algunos elementos fueron expuestos en el seminario "Políticas públicas y formación de ciudadanos éticos y socialmente responsables", Medellín, Universidad de Antioquia, abril 22 y 23 de 2009.

** Socióloga, Magíster en Filosofía Política. Profesora e investigadora del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, Medellín (Colombia). E-mail: deicyhurtadog@yahoo.com.ar

{original recibido: 01/02/2010 · aceptado: 26/02/2010}


El artículo analiza algunas formas de expresión y comunicación que jóvenes de Medellín han construido para mostrar la estrechez de la política y exponer sus formas particulares de ejercerla: la música, el grafiti, el teatro, las artesanías, los medios de comunicación alternativos, la agricultura orgánica y las estéticas corporales.

Palabras clave: reconfiguración de la política, ciudadanías contextualizadas, aprendizajes ciudadanos, expresiones políticas juveniles.

O artigo analisa algumas formas de expressão e comunicação que jovens de Medellín (Colômbia) construíram para mostrar a miopia da política e expor as suas formas particulares de exercê-la: a música, o grafite, o teatro, o artesanato, os meios de comunicação alternativos, a agricultura orgânica e as estéticas corporais.

Palavras chave: reconfiguração da política, cidadanias contextualizadas, aprendizagem cidadão, expressões políticas juvenis.

The article discusses some forms of expression and communication that young people of Medellín have built to show the nearness of politics and to present their particular ways of practice: Music, graffiti, theatre, crafts, alternative media, organic farming and corporal aesthetic.

Key words: politics reconfiguration, contextualized citizenships, citizen learnings, political juvenile expressions.


Hemos oído muchas veces lo de pan y circo para el pueblo, pero ni pan ni circo nos han dado, tan sólo un espectáculo dantesco de muertes… tantas.

Ya nos acostumbramos a la muerte cotidiana, y alineados unos a otros, los cuerpos baleados, a veces, con las manos atadas y los ojos vendados, calcinados y destruidos por sierras se repiten una y otra vez en la pantalla del TV.

Es la muerte de la solidaridad y la sensibilidad, sometidos a la intimidación colectiva habitamos la muerte cotidiana, los cuerpos torturados, masacrados, amarrados, marcados, se erigen en el modelo de castigo.

Sin embargo, sabemos que mientras más delirante y agobiada se encuentra una sociedad, más urgencia tiene de arte, cultura, espiritualidad y juventud [...].

Desadaptadoz

INTRODUCCIÓN

En Colombia existen imaginarios sociales bastante negativos sobre los jóvenes y su participación en la esfera política, basados en su desafección o desidentificación con los partidos políticos, en la alta abstención electoral y en la baja implicación de los jóvenes en escenarios de participación donde se discuten y toman decisiones sobre los problemas comunes, tal como se desprende de las encuestas de percepción ciudadana y de las mediciones de cultura ciudadana. Cifras como las presentadas en encuestas nacionales de opinión pública parecen corroborar estas representaciones cuando afirman que existe un índice de rechazo muy alto (63%) de los jóvenes entre 25 y 34 años hacia las estructuras partidistas1. En Medellín, la situación es similar, pues según diferentes ejercicios de medición de la cultura política, alrededor del 70% de los medellinenses posee una mala imagen de la política por lo que la asocia con: corrupción, clientelismo e incumplimiento de promesas (Miralles, Reina y Arenas, 2006). En el mismo sentido parece ir la cifra, según la cual, 51% dice que no le interesa nada la política y el 43% manifiesta que le interesa poco esta actividad (Arenas, 2008)2.

Atenerse a estos imaginarios y a la contundencia de los estudios cuantitativos, sólo deja como opción confirmar el desinterés por la política y la apatía ciudadana como una representación simbólica de la política o como un rasgo profundo de la cultura política de Medellín, y no sólo de los jóvenes. Pero ubicarse en un lugar epistemológico distinto y echar mano de un nuevo mapa cognitivo, permite comprender cómo es que se está redimensionando la política, justamente desde actores que tradicionalmente habían sido excluidos (o se habían fugado) de esta importante esfera de acción humana y a través de formas de expresión que las teorías clásicas no reconocían como políticas3.

Este artículo presenta algunos hallazgos del caso de Medellín que resultaron de la investigación "Jóvenes, participación política y formación democrática. Un estudio comparado entre Bogotá y Medellín"4en el que, además de poner en cuestión la difundida apatía política de los jóvenes, se querían auscultar las formas de expresión, organización y actuación de los jóvenes de estas dos ciudades que potencialmente renuevan las prácticas políticas. La primera parte del artículo construye un mapa conceptual que permite virar la mirada hacia lo que la racionalidad formal del pensamiento moderno y las teorías sociológicas y politológicas tradicionales habían desdeñado catalogándolo como lo no político y como los no sujetos de la política, pero que desde una mirada atenta a estos sujetos y a sus experiencias permite decir que, aunque no cesan de declarar su malestar con la política tradicional, no han abdicado de la política, ni han declarado su muerte. En la segunda parte, el texto se adentra en esas otras modalidades del quehacer político, en esas formas y ejercicios políticos y ciudadanos emergentes en las experiencias de jóvenes, quienes reclamando el reconocimiento de sus diferencias, de sus identidades, de sus subjetividades, de su creatividad individual, no cesan de pensar en la necesidad de construir un proyecto común, es decir, un horizonte de futuro en el que sea posible una sociedad más justa.

DE LA CRISIS DE LA POLÍTICA O LA URGENCIA DE NUEVAS CLAVES INTERPRETATIVAS PARA ENTENDERLA

Uno de los lugares o puntos de partida más comunes en la literatura reciente de las ciencias sociales, habla de la despolitización de las sociedades, del fin de la política como representación y como construcción de comunidad política, frases con las que se quiere englobar no sólo la muerte de los metarrelatos y de las ideologías políticas, sino que también pretenden dar cuenta del desvanecimiento de las fronteras entre las esferas pública y privada, de la "apatía ciudadana frente a la participación política y electoral, de la erosión de la identidad nacional" (Martín Barbero, 2001: 17), de la casi desaparición del sujeto de derechos en aras del ciudadano consumidor, de la fragmentación que hace impensable lo común5.

Es en ese contexto en el que cobra absoluta pertinencia la pregunta que ha planteado la profesora María Teresa Uribe (2004) en su Invitación a la ciencia política, sobre si lo que está en crisis es la política o lo que se sabe de ésta con sus respectivos métodos y teorías. Porque también esta disciplina se ha inscrito en los cambios epistemológicos evidenciados por las filosofías postanalíticas (Bermudo, 2001) cuando han puesto al desnudo el declive de categorías fijas, definidas, ordenadas, para darle paso a su deconstrucción desde la crítica y la falsación, reconociendo la indeterminación y el carácter inconcluso, intrínseco al conocimiento.

Es muy probable que no tengamos los ojos acostumbrados a ver en la oscuridad de aquello que aún no ha terminado de nacer, que no sepamos aproximarnos a otras maneras de hacer y representar la política, de pensar el Estado, de discurrir sobre sus límites y sus alcances, de entender el sentido de los nuevos poderes, la naturaleza de conflictos inéditos, las prácticas de actores tradicionalmente ausentes de los espacios públicos y que irrumpen para reivindicar derechos específicos que en la práctica desafían la generalidad y la universalidad de estos derechos, discutimos si están emergiendo nuevas ciudadanías y declinando viejas soberanías sobre las cuales se soportaba hasta hace muy poco el edificio del Estado-nación. Y si se transformaron las fronteras, los límites, los espacios y los territorios que enmarcaban tradicionalmente el viejo edificio de la ciencia política, y esta disciplina se ve abocada a nuevas travesías por el desierto para reconstruir maneras de entender el mundo y transformarlo (Uribe, 2004: 12).

Justo es reconocer que la idea de ampliar la definición de la política no es un problema del nuevo milenio, ha sido una tarea de los teóricos desde las décadas de 1970 y 1980, cuando se planteaba, por ejemplo, que se debían tener en cuenta los "aspectos no democráticos de la política"6, y cuando hablaron de situarla siempre en sus contextos sociales; incluso, cuando con los aportes del feminismo7 se le inquirió a la política la necesidad de no quedar reducida al gobierno y los asuntos públicos, a la economía y las relaciones exteriores, a la administración pública y al Estado, mostrando con suficiencia cómo asuntos privados se habían convertido en asuntos públicos (Stoker, 1997).

Algunos autores han propuesto definiciones más dinámicas de la política planteando, por ejemplo, la idea de la política de la vida cotidiana, abriendo nuevos caminos para entenderla como un aspecto de las relaciones sociales, como un proceso generalizado de las sociedades humanas que abarca otras áreas de la vida social (género, raza, clase) y comprende las actividades de cooperación y de conflicto dentro de las sociedades y entre éstas; concibiéndola como una actividad ubicua que se encuentra en la familia, en las asociaciones voluntarias, en el Estado y en las corporaciones multinacionales (Stoker, 1995).

De manera que frente a la idea de reducir la política al poder ejercido desde la sociedad hegemónica, desde el Estado, se abrieron paso visiones más amplias que volvían a ponerla en el lugar de las relaciones sociales, y no sólo de las relaciones de poder. Ese intento por sacar a la política de los marcos estrechos de la representación y del poder, ha tenido eco en la ciencia política desde la década de 1990, cuando el nuevo institucionalismo propuso dar el giro epistemológico hacia la consideración de las bases culturales de los fenómenos relacionados con la distribución del poder y, en general, con el orden simbólico de la política8. Esta variación en el eje epistemológico de la política está relacionada con elementos contextuales como la crisis de las democracias en las sociedades desarrolladas, la quiebra del Estado de bienestar que ha dejado a su paso profundas desigualdades económicas y nuevas formas de marginación social, así como los problemas del desarrollo del Tercer Mundo, obligando a que en su análisis se reconsidere el papel de la acción colectiva y el surgimiento de nuevas formas de participación política.

En el trasfondo de esta discusión está la pregunta por el lugar en el cual se pone la atención para interpretar la política y el comportamiento político de los ciudadanos en la esfera pública: en el orden y la estabilidad política, en el sistema y en la estructura institucional; o en las tramas visibles e invisibles de la cultura, en la confrontación de fuerzas y potencias diversas de que se compone la política, así como en la dimensión de transformación y cambio que subyace a ésta. La perspectiva que queremos profundizar nos aboca a mirar hacia ambos lados: el del "orden" establecido con sus formas de sujeción y subordinación que desde un pretendido "discurso político verdadero" legaliza variadas formas de exclusión y son naturalizados los sistemas de injusticia, como también el de esos caminos "desviados" por donde transitan formas de resistencia e innovación social, pugnando porque los "discursos políticos despreciados" aparezcan en la esfera pública cargados con "nuevas formas de voluntad de verdad"9, desde las cuales se conjuran prácticas, representaciones y discursos de la política dura, luchando por más equidad.

Es una provocación a ver el orden y el desorden, el centro y la periferia de lo político, pero con otras matrices interpretativas. De tal suerte que para el primero, el centro, se requeriría una indagación por los discursos y prácticas que sustentan el orden (instituciones, leyes, sistema político); se trataría de auscultar los procedimientos a través de los cuales se controla, selecciona y distribuye la producción del discurso, y que generan sistemas de exclusión hacia lo prohibido, lo anormal, lo falso, lo carente de verdad y de racionalidad: "Así no aparece ante nuestros ojos más que una verdad que sería riqueza, fecundidad, fuerza suave e insidiosamente universal. E ignoramos por el contrario la voluntad de verdad como prodigiosa maquinaria destinada a excluir" (Foucault, 2002: 5).

Para la segunda, la periferia, lo que ha sido invisibilizado desde el centro de lo político, se requiere poner la mirada en las retóricas, en las estéticas, en las poéticas, en los referentes simbólicos utilizados por los sujetos para divulgar sus proyectos y convencer a los otros. Una interpretación del discurso que no es sólo traducción literal, es auscultar cómo se dice y argumenta, cómo se rebate al contradictor, qué se menciona, qué se calla, qué se recuerda y qué se olvida, qué proyectos construye, qué acciones emprende. Es una vertiente del análisis del discurso, no ya para ver cómo contribuye a sustentar el orden, sino cómo también puede ser utilizado para trastocar órdenes existentes, para interactuar con otros, para resistir o combatir, para construir utopías, lo que además de palabras exige acción.

Es una convocatoria a intentar desentrañar el sentido político de prácticas, acciones y discursos que la ciencia política dura se ha empeñado en negar, bien por haber estado relegadas al mundo de lo privado; bien por ser enunciadas por actores tradicionalmente excluidos del saber y la práctica política (los jóvenes, las mujeres, los negros, los indígenas); bien por hacer parte de reivindicaciones que se suponían del mundo prepolítico o de la esfera de la necesidad (la vida privada, los sectores populares); bien por utilizar estrategias y expresiones que se distancian de las formas de expresión política clásicas, como las urnas y los partidos, para transitar por la música, la pintura, el grafiti, el teatro, las redes de comunicación y las estéticas corporales.

Multiplicidad de prácticas, escrituras, lenguajes y discursos encarnados en sujetos y actores que pugnan por el reconocimiento de sus especificidades y diferencias, pero que deben ser interpelados por la política en su capacidad de construir un nosotros que permita superar el individualismo egoísta desde identidades tenues e incluyentes. Se trata, entonces, de lo que se ha llamado transformaciones de la política o dimensión cultural de la política, que además de reconocerle a otros actores sociales y culturales su accionar político, de reparar en la forma como estructuran sus discursos y expresiones puestas en escena en una esfera pública plural, también se ocupa de ubicarlos en el contexto histórico, esto es, en la manera como son marcados por la conciencia y la memoria histórica (factores socioestructurales e institucionales). Esas tramas de la cultura que también permiten explicar las fuentes de la legitimidad de un régimen político, el devenir de los procesos de transformación y cambio, así como la diversa naturaleza de la vida política producidas en distintas sociedades o aun dentro de una misma sociedad (Morán y Benedicto, 1995).

Así como ha sido declarada la insuficiencia de los escenarios políticos y del espacio público convencional (los partidos, las urnas, los cabildos), también están siendo desbordados los ejercicios tradicionales de la ciudadanía (el ciudadano votante, el ciudadano miembro de un partido, el ciudadano participativo). La imposibilidad de diseñar el modelo ideal de sociedad, con su respectivo modelo de Estado, de ley y de polis, ha estado acompañada de la infructuosa búsqueda del hombre ideal, del ciudadano ilustrado y virtuoso, capaz de vivir en ese mundo armónico, obedeciendo al Estado, sometiéndose a la ley y participando en la polis10.

Pero las sociedades contemporáneas han experimentado la imposibilidad de ver sus calles transitadas por ese sujeto que prometía la moderna teoría política, por esos ciudadanos integrados, homogéneos, sin fisuras ni contradicciones; ha quedado como una promesa incumplida de las viejas teorías sociológicas y politológicas. En su lugar, las sociedades han visto proliferar la diversidad, por la coexistencia y confrontación de lógicas de acción heterogéneas, pues además de estar constituidas por los grupos hegemónicos y por los actores que enarbolan la tradición, también están habitadas por grupos subordinados, por identidades negadas, por voces silenciadas tras la ciudadanía nacional como identidad política por excelencia (y piedra angular de la teoría política moderna), pero que desde las últimas décadas del siglo XX emergieron en cuerpos y grupos de mujeres, homosexuales y transexuales, en comunidades indígenas y negras, en colectivos de jóvenes y de inmigrantes que desde entonces no han cesado de reclamar el "derecho a sus memorias" y a sus proyectos (Martín Barbero, 2002)11.

La exclusión de la esfera política que han experimentado todos estos actores no les ha impedido hacer política de facto, es decir, "en el acto mismo de la exclusión [han descubierto] su potencialidad" (Sánchez, 1999: 144). Porque su primera acción política ha sido, justamente, poner al desnudo la precariedad de la movilización masiva y del rito electoral, denunciar los malestares con la exclusión institucionalizada, plantear la crisis de las tradicionales formas de hacer política, evidenciar la desafección hacia los partidos políticos como forma paradigmática de participación o incorporación en el orden político. Esas posturas son una muestra de su potencialidad política, porque han configurado otras formas de organización y movilización y otras prácticas colectivas que han obligado a ensanchar la esfera pública-política, a reconocer la existencia de universos políticos plurales, a construir identidades políticas a partir de formas asociativas del espacio privado y de las subjetividades, y no sólo a partir de la pertenencia a un partido o a la nación. Se trata, en fin, de unos actores políticos excluidos que construyen órdenes normativos de facto, que replantean las relaciones entre los sujetos y la autoridad o el orden, pero también disponen de recursos para resistirse al poder, configurándose así esa idea de ciudadanías híbridas o mestizas12.

Es un enfoque que se atreve a dudar del orden y la ley denunciando las injusticias y exclusiones institucionalizadas, que

[…] ha enfatizado en la necesidad de ampliar el ágora, de darle entrada a los excluidos, de universalizar derechos y libertades, o de reconocer diferencias, que han indagado sobre los fundamentos de la legitimidad de los gobernantes y sobre las razones éticas y políticas de la obligación de obedecerles, han dudado de la bondad de la ley, de la intrascendencia del mundo privado y han propuesto modelos alterativos de orden político, donde el conflicto y la guerra pudiesen tener también su espacio para la reflexión (Uribe, 2004: 6).

Esta perspectiva ha sido influenciada por la sociología, la antropología y la historia políticas, que han llevado la discusión hacia la pregunta por los procesos sociales que en diferentes momentos y espacios permitieron la configuración de la ciudadanía, la construcción de comunidades políticas, los procesos organizativos, la producción y reproducción del poder político, la naturaleza y cosmovisión de la sociedad en cada momento histórico, las dinámicas de inclusión o exclusión operadas en el ámbito cultural, territorial y étnico13.

El propósito de este enfoque es evidenciar la matriz básica de la ciudadanía que permea el pensamiento político de una sociedad, que se traduce en constituciones y leyes (el referente normativo fuerte de cada sociedad), al tiempo que en costumbres y prácticas políticas (cultura política) de las élites y de los sectores subordinados. Porque son estos últimos con sus prácticas los que permiten ver cómo la imposición de una matriz dominante de ciudadanía (la que se construye desde la sociedad mayor), no solamente da lugar al sometimiento o a la aceptación y legitimación de ésta, sino también a su modificación o reinterpretación, incluso, a la resistencia. Y aquí se abre el campo de la hibridación, de la coexistencia y/o superposición de diferentes universos políticos y distintos modelos de ciudadanía que, por supuesto, inciden sobre las prácticas políticas y nos ponen "de cara a", esto es, las ciudadanías realmente existentes14.

VISIBILIZANDO LOS APRENDIZAJES POLÍTICOS EMERGENTES EN LAS EXPERIENCIAS JUVENILES

El mapa cognitivo construido en el anterior apartado, le otorga centralidad a la perspectiva del actor del proceso político y a su subjetividad, al tiempo que rescata las experiencias de aquellos que generalmente han sido puestos en los márgenes del orden político. Mantener una coherencia con este corpus analítico, implica asumir un enfoque metodológico sustentado en la reflexividad hermenéutica que supone no una investigación sobre jóvenes, sino con los jóvenes articulados con diversas expresiones organizativas15. Sus discursos –entendidos como palabras y relatos, pero también como experiencias y prácticas– constituyen la unidad básica de análisis que permitió al equipo de investigación y a los propios jóvenes describir y comprender las formas de, organización, expresión y actuación que un sector de jóvenes de Medellín viene proponiéndole a la ciudad, variopintas maneras, proyectos y esferas de actuación política.

En tanto proceso constructivo y dialógico, implica la utilización de una caja de herramientas metodológicas con las que "el investigador y los jóvenes involucrados reconocen, integran, reordenan y expresan los elementos que componen el sistema descriptivo, comprensivoexplicativo de sus prácticas políticas" (Instituto de Estudios Políticos, 2008: anexo 6,10), que está conformado por: 1) los momentos de observación participante que permitieron el reconocimiento de las prácticas llevadas a cabo en la vida cotidiana de las agrupaciones juveniles, en las acciones públicas realizadas, al tiempo que del propio equipo investigador; 2) las entrevistas por organización que, mediante unas preguntas generadoras, permitieron caracterizar cada agrupación permitiendo que afloraran las distintas perspectivas que coexisten en su interior; 3) los talleres de la memoria con los cuales fue posible una interacción cara a cara entre jóvenes e investigadores para dar lugar al diálogo de saberes que pone en cuestión la relación poder-saber, para configurar sujetos que expresan sus vivencias, comentan sus emociones, dan cuenta de sus comprensiones, problematizan sus imaginarios, recuperan sus recuerdos, describen sus acciones y, por supuesto, construyen y reconstruyen conocimientos; 4) la investigación documental que permitió tanto la construcción de estados del arte sobre jóvenes y política, como la sistematización de la documentación de archivo y virtual elaborada por las agrupaciones. Los diarios de campo, la transcripción de entrevistas, las relatorías de talleres y tertulias, las notas ampliadas, la matriz de balance de información, así como las fichas analíticas fueron los instrumentos para consignar la información obtenida y los datos relevantes para la investigación. Cada uno de estos instrumentos se ingresó como documento primario en Atlas.ti, y dio lugar al análisis por cada organización (descripciones densas) y a partir de códigos saturados se construyeron informes temáticos. La comunicación de resultados fue un proceso permanente en la investigación, pues en cada taller o tertulia se validaba la información obtenida en momentos anteriores, las notas densas se socializaron con cada uno de los grupos y fueron convertidas en cartillas que recogen asuntos fundamentales de sus prácticas: contextos de surgimiento, configuración del grupo, sujetos, prácticas discursivas, acciones políticas, redes y alianzas, propuestas educativas. Además, se hicieron perfiles de los grupos con el fin de disponerlos en forma de videoclips en el blog Nomelepeguealperro, creado en el marco de la investigación, los cuales fueron la base para la producción, en asocio con Platohedro, de un video documental que recoge testimonios y los hallazgos centrales de la investigación16.

Para seleccionar las agrupaciones de jóvenes que permitieran un acercamiento a las prácticas políticas objeto de la investigación, el proyecto estableció que los ámbitos de acción debían ser la cultura, la comunidad o la política, para reconocer conjuntamente con los integrantes de estas agrupaciones las modalidades de organización que constituyen los motivos y fines que movilizan, los contextos en que se desenvuelven, sus formas de comunicación y expresión y su incidencia en los contextos educativos amplios de la ciudad y los ciudadanos. Sin embargo, esta clasificación planteada en el proyecto no se correspondía con lo hallado para el caso de Medellín, pues las distintas entidades públicas y privadas consultadas mostraban que la forma de clasificar a las organizaciones respondía a la siguiente nomenclatura: culturales, participación, ecológicas, políticas, religiosas, recreativas, de emprendimiento, deportivas, salud y convivencia; por supuesto, la delimitación se centró en las cuatro primeras clasificaciones.

Para llegar a identificar las organizaciones se realizaron visitas a entidades municipales y a organizaciones no gubernamentales, se participó en encuentros juveniles, se rastrearon páginas electrónicas en Internet y se hicieron entrevistas con expertos de la ciudad en el tema de juventud. Acercamiento que permitió construir un abanico de treinta organizaciones juveniles que potencialmente pudieran hacer parte de la investigación, lo que suponía establecer nuevos criterios para seleccionar de allí a las nueve agrupaciones. Estos fueron: estar conformada por más de tres personas, un 60% de ellas con algún vínculo de escolarización, tener entre catorce y veintitrés años, ningún adulto presente en la organización (aunque podrían haber influido en el impulso de ésta), distribución territorial por zonas o comunas y estratos socioeconómicos y actuación de la organización a través de algún medio de expresión. Estos criterios debieron flexibilizarse porque no se pudieron contactar organizaciones juveniles de los estratos cinco y seis; también porque las organizaciones de larga trayectoria, para el momento de la realización del trabajo de campo, contaban con integrantes que superaban el rango de edad establecido.

Los grupos seleccionados fueron los siguientes: Red Juvenil, OtraEzcuela (organizaciones educativas), Desadaptadoz, Punkies y Cerebro, Crew Peligroso (colectivos musicales de punk y hip hop), Arte Ambigua, Revolución de la Cuchara (organizaciones ambientalistas, antiespecistas), Crisálidas (organización comunitaria con enfoque de género), Jughandi (organización comunitaria lúdica)17. El trabajo de estos grupos se localiza en barrios y comunas de estratos dos y tres, pero sus integrantes viven en barrios de estratos que van del uno al cuatro. Desde los primeros acercamientos a los grupos era claro que sus experiencias individuales y colectivas estaban marcadas de distinta manera por el conflicto urbano de Medellín, además compartían la búsqueda de alternativas políticas diferentes a las tradicionales, es decir, a las del bipartidismo, la participación electoral, el clientelismo; aunque en distintos niveles cada uno de los grupos ha desarrollado un carácter político crítico frente a uno o varios ámbitos de la realidad colombiana: la injusticia, la pobreza, el militarismo, el machismo, el deterioro ambiental, la corrupción, la "politiquería" y la concentración de la tierra.

Han sido múltiples los elementos encontrados en las experiencias de los grupos juveniles participantes de la investigación que dan cuenta de la forma como están redimensionando la política, pero se dará cuenta de algunos de ellos que permiten aproximarnos a una caracterización de las modalidades del quehacer político que están desarrollando los jóvenes en Medellín, desde las cuales se están otorgando otros sentidos a la política.

LA DENUNCIA DE LOS MALESTARES CON LA SOCIEDAD Y CON LA POLÍTICA

Aunque muchos hablan de la falta de conciencia de los jóvenes sobre la realidad social que les ha tocado vivir, lo que se condensa en frases como "¡usted no sabe en donde está parado!", o en preguntas como "¿en qué país cree que vive?", lo cierto es que nuestro acercamiento a las experiencias de jóvenes nos ha mostrado las capacidades que han desarrollado para identificar las situaciones de injusticia e inequidad a las que se enfrentan, empezando en las esferas más íntimas (las relaciones amorosas, familiares y vecinales), pasando por los contextos de la ciudad y del país (las dinámicas violentas pervivientes), hasta llegar a escenarios más globales (la dependencia y la pobreza generada por el sistema capitalista).

"[...] la aparición de diversas formas de violencia, tanto en el ámbito rural como urbano. Surgieron los grupos de justicia privada, las milicias, el sicariato" (taller de la memoria sobre contextos de surgimiento). Fue justamente esta situación la que exigió una nueva expresividad musical. "El rock era el sonido que se imponía, con el que una gran cantidad de jóvenes se identificaron. Pero además, hijo de éste, nacía una vertiente, que como todo hijo se declaraba rebelde y aun más contestataria y visceral, era la generación punk. En los barrios populares, en particular, este nuevo lenguaje cayó como anillo al dedo a una juventud obligada a sobrevivir en condiciones hostiles con déficit de vivienda, de salud, de educación" (taller de la memoria sobre contextos de surgimiento).

Lo anterior logra verse claramente cuando en los talleres de la memoria los integrantes de los grupos evocaron los contextos de violencia como los motivos que impulsaron a la conformación de la mayoría de estas organizaciones. Contextos que para los jóvenes han sido agenciados por los grupos armados, las bandas delincuenciales y el Estado, como perpetradores y perpetuadores de las múltiples violencias que ha enfrentado la ciudad y el país. Contextos de violencia y exclusión que se producen y reproducen en la esfera íntima del amor, las familias y el vecindario; por ejemplo, narraban como vestirse y peinarse distinto, gustar de otras músicas y ritmos, preguntarse por los roles de hombres y mujeres dentro de la familia, practicar otros rituales y conmemoraciones los ha convertido en objeto de señalamiento, de estigmatización, de exclusión y hasta de eliminación física. Esto se evidencia en que estos jóvenes han sido estigmatizados por actores tradicionales como los curas párrocos, por considerar, por ejemplo, que los rituales de conexión con la naturaleza son contrarios a la fe cristiana. También han sido perseguidos por grupos emergentes como los paramilitares por el decidido rechazo que han realizado estos colectivos al tradicional militarismo que ha caracterizado a la sociedad colombiana, y que no le ha dejado otra opción a los jóvenes de estratos bajos que la de pertenecer a ejércitos legales e ilegales. Finalmente, se mira con sospecha a quienes luchan por la construcción de relaciones equitativas entre hombres y mujeres, entre los seres humanos y la naturaleza, así como a quienes pretenden mostrar que este orden político esconde una gran "podredumbre" social.

Los políticos representan intereses particulares, esto incluye empresas del sector privado y actores armados. La administración municipal atiende sólo a los líderes comunitarios de la "maquinaria". Hay ausencia de espacios de participación, la paramilitarización, la politiquería, el clientelismo y la corrupción han llevado al desfalco de las finanzas públicas por la permanente utilización de recursos con fines particulares. El municipio presenta un continuismo de los líderes políticos tradicionales […] lo que hace imposible que existan espacios para la diversidad política. […] Nosotros nacemos como una crítica a las formas tradicionales de hacer política (taller de la memoria sobre contextos de surgimiento).

En síntesis, los jóvenes tienen aprendizajes que les permiten tener conciencia de la situación conflictiva en que se desenvuelve su vida y la de sus grupos, lo que genera en ellos preguntas y cuestionamientos sobre lo que ocurre, sentimientos de inconformidad y necesidad de construir alternativas; tal como lo dice Pilar Riaño (2006), la violencia actúa no sólo como impronta en la memoria de los jóvenes que los obligó a obedecer, sino que también los incita a la acción mediante la organización. Así pues, para estas organizaciones ni el temor generado por la violencia, ni las sistemáticas formas de exclusión e infrareconocimiento las ha paralizado, por el contrario, han asumido el reto de la acción que les permite salir del círculo vicioso que ha visto a los jóvenes a la vez como víctimas y como victimarios de este contexto de violencias. El sentido político, entonces, se desprende de su capacidad para reconocer y denunciar los malestares con la sociedad (violencias, pobrezas, machismos) y con la política (referentes y prácticas políticas excluyentes, autoritarias, corruptas).

[…]. La actividad del kittin18 político es un tipo de intervención que también se necesita para llevar una propuesta contracultural, pero que son mucho más difíciles de hacer porque no son actividades abiertas que uno pueda salir a hacer, son "ilegales". La campaña delataba nuestra tendencia política, un tanto anarquista, y nuestro descontento con un sistema político y electoral mentiroso, que nos cree idiotas, un sistema falto de ética y sobre todo, falto de democracia y vaciado políticamente (entrevista grupal con OtraEzcuela).

LA DECISIÓN DE EMPRENDER LA ACCIÓN

En resonancia con lo anterior, las acciones que despliegan los grupos surgidas de sus experiencias de exclusión e invisibilización, no sólo les han permitido ver de frente y denunciar los problemas de la ciudad, sino también alimentar de manera diferente los debates sobre dichos problemas (con las letras de sus músicas, con los grafitis, con los performances y el teatro, con las artesanías y el trabajo de la tierra, con las marchas y acciones directas, con las prácticas pedagógicas libertarias, con los blogs). En últimas, han aparecido en el espacio público con herramientas y dispositivos distintos al voto, a la filiación en el partido, a la representación política, al consumo irreflexivo de la noticia política.

La primera herramienta para la acción, alude pues a articularse con otros, a organizarse y construir grupo para trascender la soledad y el individualismo que impone la sociedad contemporánea. Sus organizaciones son, pues, una primera forma de buscar un sentido social vinculante, un nosotros a pequeña escala, que se va ampliando cuando se articulan con grupos de pares para defender intereses propios de los jóvenes. Ello es claramente visible con el movimiento local de jóvenes objetores por conciencia y, ligado con esto, la prevención del reclutamiento ilegal de menores, lo que le ha permitido a agrupaciones como la Red Juvenil construir un motivo de lucha propio que cohesiona a muchos sujetos y organizaciones de jóvenes. Éste fenómeno se ha fortalecido aún más cuando han encontrado que sus luchas no pueden desconocer las otras que se libran en la ciudad y en el país, para ello construyen redes de acción conjunta relacionadas, por ejemplo, con la desposesión de derechos sociales y económicos (la movilización por el acceso universal y democrático a los servicios públicos básicos), la reivindicación de derechos colectivos (el Referendo por el Agua, la Ruta Pacífica de las Mujeres y las movilizaciones ambientalistas).

Redes de trabajo y cooperación conjuntas que generan aprendizajes internos a la organización, como el fortalecimiento de confianzas y afianzamiento de capacidades, y externos, que aluden a la apertura de caminos para el reconocimiento ante públicos más amplios que les obliga a cualificarse políticamente, pero sobre todo, porque ese es el camino para construir con otros –similares y distintos– un proyecto de sociedad que exprese la diversidad: "Hasta el momento hemos logrado consolidar fuertes lazos de cooperación, confianza y amistad con otras organizaciones que nos han permitido adelantar propuestas conjuntas de comunicación, formación y movilización en nuestra ciudad" (entrevista grupal con integrantes de la Red Juvenil).

Con esto es posible decir que algunas agrupaciones juveniles están trabajando por lograr que desde la especificidad de los jóvenes y de sus formas de organización y expresión, se construyan mediaciones con otros grupos, con otros movimientos y sectores sociales que permiten conjurar la fragmentación y segmentación que se le ha endilgado al movimiento juvenil cuando éste se ha encerrado en sus propias formas y espacios de acción. Mediaciones que se concretan en redes, alianzas y trabajo cooperativo necesarios para hacer más fuerte esa voz inconforme con el estado de cosas, con las situaciones de injusticia que se han naturalizado y para avanzar en el esclarecimiento del proyecto futuro.

La segunda herramienta tiene que ver con la comunicación19. En contraposición al silenciamiento generalizado producido por la sociedad mayor y por los medios masivos de comunicación, una apuesta decidida de las agrupaciones juveniles está relacionada con el diálogo, con la comunicación interpersonal que pasa por el encuentro cara a cara, pero también por el uso de medios y tecnologías comunicativas (los blogs de los grupos, el chat, el correo electrónico, el celular). Para los jóvenes, la comunicación es la forma de intercambiar información, de plantear y discutir posturas que reclaman un lugar en la vida grupal, de manifestar inconformidades y de expresar sentimientos y pensamientos ante el colectivo. Los integrantes de las agrupaciones también ven la comunicación como mediación para hacer una coordinación social de la acción y para vislumbrar sueños, utopías, esto es, para proyectar la acción. Con la comunicación y los mensajes que construyen quieren conjurar esa costumbre de la sociedad mayor de acallar su voz, amparada en la minoría de edad, de relegarlos al lugar de consumidores pasivos de la información o de minimizar sus posturas bajo el rótulo de fábulas pasajeras de rebeldía.

Aunque reconocen el peso que hoy día tienen medios como Internet en los procesos juveniles y sus potencialidades para el acceso de cada miembro a la información, no desconocen la despersonalización e individualización que generan, por eso valoran el encuentro cara a cara, las reuniones grupales donde, según ellos, es posible palpar los sentimientos y dejarse contagiar por la sensibilidad del otro: "Lo dialógico es lo político, el proceso de intercambio. El carácter dialógico de las acciones, del hacer con otros, eso hace las acciones políticas porque el diálogo conduce a la acción, a la elaboración" (taller tertulia con miembros de las agrupaciones sobre acciones políticas).

Aquellos grupos que tienen un trabajo fuerte a través de los medios virtuales, plantean que uno de los retos cuando producen piezas informativas es, por supuesto, transmitir con claridad el mensaje, pero se esfuerzan también por que esos mensajes estén cargados de sensibilidad y de fuerza emocional, para ello apelan a la utilización de símbolos, de signos que potencian mediante las técnicas artísticas y del diseño gráfico. Esa es su manera particular de que las propuestas y puntos de vista de los jóvenes hagan parte del foro público, para visibilizar su voz y lograr permear a los públicos a los cuales se dirigen.

Este es el primer año de la Escuela Popular, tratamos de hacer la convocatoria a partir de una idea de la página y el otro, el más importante creo yo, fueron unos plegables que distribuimos en distintos lugares de la ciudad. Entonces, como hay organizaciones ubicadas en diferentes barrios, digamos que el primer foco fueron muchachos pertenecientes a organizaciones que están dentro de la red de organizaciones populares comunitarias, que todos están ubicados como que en barrio de acá de la ciudad (entrevista grupal, Red Juvenil).

Y con lo anterior se da entrada a la tercera herramienta: expresarse estéticamente, ponerse en escena cargados de otros símbolos y signos para contrarrestar la cultura política y la opinión pública dominante mediante unos universos simbólicos subalternos. Para la mayoría de estos jóvenes, el arte, la estética, es una dimensión constitutiva del ser humano mediante el cual construyen su identidad y se ponen en interacción con otros sujetos que han constituido su universo simbólico a partir de experiencias sociales distintas. Esa constitución de la identidad mediante la estética, empieza por sus propios cuerpos, cuando los integrantes de los grupos musicales, por ejemplo, usan determinados atuendos, objetos, colores y con esa estética corporal irrumpen en el espacio público para declarar autonomía, así como en búsqueda de reconocimiento desde la distinción en una sociedad homogeneizante.

Cada uno tiene su forma de protestar, me parece a mí, yo en mis letras tengo una, que es la que vivo, pero mis temas tienen sus cosas muy políticas, pues hacen referencia a lo que pasa actualmente con el Estado.
Claro, si yo quiero ser violento con mi baile, yo interpreto que soy violento con mi baile. Es que el baile es una forma de expresión que usted cuando la ve dice este muchacho está interpretando un animal, o está interpretando […] a un pillo (taller de la memoria con las agrupaciones sobre símbolos y rituales).

La apuesta estética se concreta también en los espacios donde tienen lugar sus experiencias grupales: las casas o sedes, el ensayadero, el taller de artesanías, la huerta, los espacios de reunión y trabajo se van llenando de objetos, pinturas, dibujos, en su mayoría elaborados por los propios jóvenes, con lo que construyen una escenografía propicia para activar las sensibilidades propias y ajenas. Permear la esfera pública material y virtual a través de mediaciones estéticas, representa para la mayoría de estas agrupaciones un objetivo claro: formar y transformar a sus públicos, sensibilizar para transformar actitudes, comportamientos y representaciones arraigadas, para lo que se requiere fortalecer la capacidad de argumentar desde las líricas y el canto; saber expresar el descontento frente a la situación social con el cuerpo y el teatro; permitir la interpretación del grafiti utilizando los trazos, símbolos y colores apropiados.

Tomarse la calle, el espacio público, mediante una comparsa no sólo fue el detonante de la Red, en la que se unieron ochenta organizaciones de jóvenes, sino que fue la manera de irrumpir el silencio que impone el miedo, mediante la chirimía.

La calle es el parche de amigos, todos podíamos estar en ella y conspirar. Fue un momento muy bonito porque a pesar de la crisis social que vivíamos en los barrios, la organización de los jóvenes, la solidaridad y la cooperación nos permitieron pensar en la convivencia (taller de la memoria sobre contextos de surgimiento de las organizaciones).

Por todo esto, más que el goce personal de la expresión y la experiencia íntima, lo que las organizaciones de jóvenes están mostrando es la necesidad de recuperar el sentido político de las expresiones artísticas y su potencialidad para tocar las capas profundas de la cultura donde están instaladas pautas de comportamiento social y político, también para cuestionar y trastocar esas pautas por el papel que juegan en los procesos de construcción de identidad de manera reflexiva, por la capacidad que históricamente ha tenido el arte para leer el momento presente y anticiparse a los acontecimientos, y para decir lo que muchos otros callan, porque en éste también se condensan propuestas y perspectivas de transformación.

LA NECESIDAD DEL RECONOCIMIENTO DE LAS SUBJETIVIDADES

Los jóvenes que participan de estas experiencias reivindican la heterogeneidad, la diferencia, sus propios estilos de vida e identidades, pero no quieren caer en la guetización, en la conformación de compartimentos-estanco, de particularismos que hagan impensables los proyectos comunes. Están viviendo nuevas formas de sociabilidad que reivindican la subjetividad, pero no el individualismo egoísta, es decir, asumen que los compromisos colectivos sólo podrán fortalecerse en la medida en que se haga un trabajo desde el reconocimiento que el sujeto haga de sí y del reconocimiento recíproco, de lo que depende el fortalecimiento de la capacidad de acción (agencia del sujeto) y, por tanto, los procesos de vinculación a los proyectos comunes. Para la realización del proyecto común se requiere la autorrealización a partir de valores y sentidos construidos desde la libertad y la autonomía, y no como algo que se tiene que asumir, aceptar y reproducir.

A pesar del riesgo que ello implica, les interesa sentirse y aparecer en su entorno inmediato y distante como diferentes, pues esto implica ponerle a la sociedad la evidencia del "otro", de que hay quienes están dispuestos a "salirse de la fila", de los estándares y prototipos de la sociedad normalizada, de que hay seres y grupos capaces de poner en cuestión los consensos culturales y políticos de la sociedad mayor.

Uno también podría hablar como de quien no podría estar [en nuestra Escuela]. Si hay alguien a quién no le gusta la política entonces no podría estar, pues aunque la Escuela no se centra estrictamente en temas políticos, pues la Escuela sí tiene una postura política y está preocupada por la política; si a alguien no le gusta por ejemplo debatir y le gusta imponer su palabra tampoco tiene mucha cabida, ya que la Escuela en lo que se plantea es dialógica y lo otro es que tenga cierto nivel de autonomía para estudiar, para asumirse en un grupo de estudio (entrevista grupal con integrantes de OtraEzcuela).

En buena parte de estas experiencias se puede ver claramente esa idea de reconocer las subjetividades involucradas como una dimensión fundamental de la política. Para algunos, transformar patrones tradicionales de nuestra cultura y del ejercicio de la política como el autoritarismo, sólo es posible si se trabaja desde esas regiones olvidadas como los sentimientos, las emociones, las pasiones. "El cambio empieza por uno. Uno transforma su entorno y de ahí se gestan los grandes cambios. Tenemos un compromiso grande, porque creemos que es válida la utopía" (taller-tertulia sobre rupturas frente a la cultura política dominante).

En consonancia con el anterior apartado, ante la frustración frente a la política tradicional, han desplegado estrategias para el fortalecimiento de la creatividad individual, sin dejar de lado el compromiso político. Además de reivindicar la intimidad y el goce estético, sus puestas en escena apelan al contenido simbólico de las expresiones estéticas como una manera de mover las representaciones tradicionales de la política y los referentes culturales que al haberse naturalizado y normalizado se han vuelto costumbre y siguen arraigados en la acción de los sujetos. En esta tarea de fortalecer la subjetividad, algunos le otorgan un fuerte papel a los procesos formativos, pedagógicos, a través de los cuales, los jóvenes puedan descubrir otros sentidos y transformar aquellos que resultan contrarios a una vida digna y justa. Buena parte de sus integrantes optan por la autoeducación a través de grupos de estudio y de la acción misma, por ejemplo, los integrantes de Arte Ambigua consideran que en el trabajo permanente en la huerta, la práctica es la principal fuente de conocimiento que les permite acercarse al entorno para comprenderlo y comprenderse a sí mismos": [...] la interacción con la naturaleza es la vida misma. Por tanto para conocer la vida y la manera en la que funciona el planeta, se debe entender la naturaleza […]. Entender la naturaleza, trabajar con ella y protegerla es la forma adecuada para llevar a cabo un cambio social" (nota densa, Arte Ambigua, 2008).

Con esta deriva educativa y formativa, las agrupaciones juveniles no pretenden violentar la subjetividad moldeando conciencias, sino que buscan el autodescubrimiento, la creatividad, el fortalecimiento de la personalidad, el pensamiento autónomo, la toma de decisiones, la marcha al propio ritmo, la participación y el involucramiento como resultado de la propia convicción de que el grupo y sus acciones constituyen un universo en el que encuentran reconocimiento y pueden desplegar su subjetividad.

[…] fuimos entendiendo la Escuela como un espacio de acercamiento hacia la política, hacia la interpretación de sociedades diferentes, de perspectivas diferentes, hacia otras formas de comprender la vida, de tomar la vida también como un compromiso frente a la sociedad, frente a uno mismo y yo creo que ahí se resignifica el objetivo de la escuela (entrevista grupal con miembros de OtraEzcuela).

LA BÚSQUEDA DE MARCOS INTERPRETATIVOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA UTOPÍA, DE LA ESPERANZA

Pese a que de los jóvenes se ha dicho que condensan la incertidumbre y el relativismo contemporáneos y que son seres sin una ideología clara, que no tienen posición política, ni perspectiva de futuro, encontramos que estas agrupaciones juveniles realizan un esfuerzo constante por encontrar esos marcos interpretativos, incluso ideológicos, que les dé sentido a su vida, que les permitan comprender la complejidad social y que puedan orientar su acción presente y delimitar su proyecto futuro. Aunque es clara la incomodidad de los jóvenes con las ideologías impuestas, forzadas, y con esos marcos estrechos de los esquemas prefabricados, sus búsquedas ideológicas no se agotan en la dicotomía izquierda/derecha, sino que transitan también por las sendas del ecologismo, la agroecología, el feminismo, el pacifismo, el anarquismo, la educación popular, el vegetarianismo, el antiespecismo y por el humanismo.

Tránsito que muchas veces se hace de manera simultánea, lo que a ellos mismos los lleva a reconocer un cierto eclecticismo ideológico, pero que les sirve para otorgarle sentidos a sus luchas por la soberanía alimentaria, por el respeto y protección de la naturaleza, por la equidad entre los géneros, por el antimilitarismo y la no violencia, por una sociedad igualitaria, por una formación libertaria, por el respeto de otros seres vivos, por el respeto de los derechos humanos. En sus prácticas discursivas y en sus acciones se escuchan frases como: "El poder con" como refutación al "poder sobre", "hazlo tú mismo", "ningún ejército defiende la paz", "transforma el presente", "política para inconformes". Frases ligadas a valores o formas de habitar el mundo: la solidaridad, el cooperativismo, la autogestión, la autonomía, la equidad, la igualdad, la rebeldía.

REFLEXIONES FINALES

Es posible que en una ciudad como Medellín, que ha cifrado todas sus expectativas en la idea de la competitividad, asuntos como la exclusión social, política y cultural hayan dejado de ser un tema y un problema de discusión pública, sin embargo, es una realidad que aparece a la vista de todos con sólo echar una mirada a las cifras de pobreza; una realidad que se manifiesta también cuando se pone la atención sobre las estrategias, a veces peligrosamente imperceptibles y a veces descaradamente directas, de invisibilización histórica de identidades culturales, con sus respectivas historias, con sus visiones particulares del mundo, del tiempo, del espacio, con sus concepciones sobre lo correcto e incorrecto, con sus tradiciones, símbolos y rituales.

Esa misma realidad avasalladora que brota cuando nos detenemos a pensar en las estrategias contundentes y radicales de exclusión de múltiples grupos de la comunidad política, separación que ha llegado hasta la completa aniquilación del otro. Los jóvenes de Medellín hacen parte de ese mapa de formas de vida diversas e identidades culturales subalternas en permanente pugna con la cultura hegemónica.

Este acercamiento a las dinámicas de un sector de los jóvenes de Medellín, nos ha permitido constatar que hay cuerpos y grupos de jóvenes pugnando por el reconocimiento de sus voces e identidades, configurando formas de organización horizontales que resaltan la cooperación, la solidaridad y el afecto, sin subsumir al sujeto; se involucran en acciones políticas con metas alcanzables, para lo que se valen de estrategias simbólicas que dejan marcas contundentes en sus públicos. En sus acciones directas, sus performances, sus conciertos, sus grafitis y tomas culturales, ponen en juego la autonomía y la creatividad de los sujetos para manifestar con energía y con pasión su inconformidad. Experiencias políticas jóvenes que recorren otros territorios, que quieren tomarse espacios políticos distintos al Estado y sus formas de representación: la calle, los parques, las paredes, las tertulias, las quebradas y bosques; pero, sobre todo, la subjetividad como ese "espacio público interior" (Roiz, 2003) que es fundamental a la hora de asumir reflexivamente lo que se ha sido y lo que se quiere ser como individuo y como colectivo.

Decimos, entonces, que los jóvenes de Medellín no dejan de luchar por su reconocimiento y desde ahí han estado pugnando por ensanchar nuestra estrecha esfera política donde hacen gala costumbres políticas ancladas en el clientelismo, la corrupción, el militarismo, el gamonalismo, el autoritarismo, el machismo, la devastación indiscriminada de los seres vivos. Es urgente que estas expresiones sean miradas sin prejuicios y sin epítetos, pero eso sólo se logra si se reconoce la existencia de universos políticos plurales, donde la disidencia, el desacuerdo, la crítica, la resistencia y la inconformidad con lo instituido son fundamentales a la hora de hablar de calidad de la democracia, claro, ¡si es que un país como Colombia tiene el propósito de transitar la senda de una sociedad incluyente y democrática!

NOTAS AL PIE

1 Las cifras de la Encuesta Nacional de Opinión, Invamer Gallup, fueron publicadas por la Revista Cambio, (abril 16, 2009: 20-23.)

2 En esta misma encuesta se dice que el 41,4% de los ciudadanos nunca hablan de política y 43,1% rara vez lo hace.

3 Sobre la emergencia de formas de participación no institucional de los jóvenes, véase: Universidad Central/DAAC (2003); Escobar y Mendoza (2003, 2005); Gaviria (1995); Paisajoven (1993); Cubides, Laverde y Valderrama (1998); Hopenhayn (2008); García (2008); y Krauskopf (2008).

4 La investigación fue financiada por Colciencias, la Universidad de Antioquia y la Universidad Central.

5 Para este autor, en el caso de América Latina los llamados intereses nacionales no se corresponden con los intereses y demandas sociales de los diversos actores que configuran la vida de estos países, sino que se ha configurado un Estado-nación incapaz de articular las demandas y de representar los diversos intereses que coexisten en su interior.

6 Se refiere a los problemas de deslegitimidad que afectan la estabilidad y pervivencia de los sistemas democráticos contemporáneos (Held, 1992).

7 Jenny Chapman, por ejemplo, plantea que "la política trata de todas las decisiones que configuran nuestra vida, y no sólo de aquellas que se toman en el ámbito restringido que tradicionalmente se define como política" (1995: 116); Agnes Heller, por su parte, afirma que "lo político se vuelve realmente político si hombres y mujeres desean que, como tal, se discuta, rebata, o decida en el dominio público […]. Nada ni nadie queda, en principio, excluido" (Stoker, 1995: 17).

8 El neoinstitucionalismo retomó la idea de Thompson (1977) de que el comportamiento simbólico no sólo permite explicar la conducta social, sino también interpretar el desarrollo y el conflicto políticos. Por eso, las instituciones además de ser prácticas materiales, son "sistemas simbólicos, modos de ordenar la realidad y dotar de significado al espacio y al tiempo" (1977: s/p). Tal como nos lo recuerda Morán esta perspectiva del análisis cultural o interpretativo, retomados desde la antropología, la filosofía y la sicología, resulta importante porque subraya la "relevancia de la dimensión cultural (o metafórica) en la interpretación de la realidad social; la comprensión del comportamiento individual y colectivo no es posible sin la inclusión de este nivel, el único que nos ayuda a interpretar el mundo vivido por los actores sociales, porque permite superar la división cartesiana entre sujeto/objeto y materialismo/idealismo que ha caracterizado toda la teoría social occidental" (Morán, 1995: 103).

9 Aquí asumimos la clave foucaultiana de ver las relaciones de poder y las prácticas de verdad desde las que el sistema ejerce dominio y sujeta a los individuos (biopolítica), pero ver también las acciones creadoras y libertarias de los sujetos desde las cuales se resisten a las relaciones de dominación y desde las que pretenden, incluso, revertirlas (cuidado de sí, subjetivación) (Foucault, 2002). Una clave que Boaventura de Sousa Santos (1995) propone en términos de la tensión entre la dimensión reguladora frente a la emancipatoria del derecho, del conocimiento, de la política y, diríamos también, de la ciudadanía, entendida como capacidad de actuar sobre sí y de transformar el curso de los acontecimientos.

10 Este registro de los enfoques ideales que buscan un ciudadano virtuoso en el sentido de capaz de gobernarse a sí mismo adoptando virtudes públicas, y que cumple ejemplarmente con sus deberes ciudadanos participando en la construcción del mejor gobierno de su sociedad, no ha desaparecido de la literatura sobre la ciudadanía, pues la búsqueda del orden armónico está en el tapete de la discusión cuando resuena por todas partes aquello de construir o formar ciudadanos competentes y cívicos a través de programas de cultura ciudadana, de educación para la democracia y en las mediciones de las competencias ciudadanas que se hacen en la educación básica colombiana.

11 De hecho, el sistema político colombiano se ha caracterizado históricamente por sojuzgar, invisibilizar y excluir a numerosos y variados actores sociales con sus respectivas prácticas políticas y referentes simbólicos. Las mujeres, los indígenas, los negros y los jóvenes, por mencionar sólo algunos, que en distintos momentos de la historia han sido excluidos de la comunidad política (de la polis deliberante) y muchas veces el orden político hegemónico les ha negado el estatus de ciudadanos o de sujetos políticos.

12 El concepto de ciudadanías mestizas se inscribe en esa necesaria búsqueda de categorías que permitan leer de manera más adecuada nuestras realidades y contextos hispanoamericanos, latinoamericanos y colombianos. Búsqueda que se ha nutrido del trabajo de autores como Fernando Escalante (1992), Nora Rabotnikof (1995) y François Xavier Guerra (1989), quienes se han empeñado en mostrar la génesis del ciudadano en América Latina. En el nivel nacional han sido María Teresa Uribe (1998) y Jesús Martín Barbero (1997) quienes abrieron la senda del estudio de la ciudadanía desde la perspectiva histórica y cultural.

13 Autores como Pierre Rosanvallón (1995), Fracois Xavier Guerra (1989), Fernando Escalante (1992) y Ricard Zapata-Barrero (2001) han sido fundamentales para comprender esta nueva manera de interpretar la ciudadanía.

14 Para una ampliación de la idea de ciudadanías contextualizadas, realmente existentes, véase: Naranjo, Hurtado y Peralta (2001).

15 La apuesta metodológica de la investigación se describe ampliamente en: Instituto de Estudios Políticos (2008, anexo 6).

16 Colectivo de realizadores audiovisuales que junto a otros y otras vienen trabajando para apoyar procesos sociales, proponiendo un arte político, por lo tanto todos sus trabajos buscan provocar reflexiones de sus más cercanas realidades. Su sede está localizada en la comuna ocho de Medellín.

17 Esta organización se marginó del proceso de investigación desde las primeras actividades.

18 Se trata de una actividad realizada en el marco de las campañas electorales, que consiste en retirar la publicidad política de los candidatos, por considerar que se trata de campañas publicitarias sin propuestas políticas.

19 Un análisis más detallado sobre los hallazgos de esta misma investigación en lo relacionado con los medios y procesos de comunicación de los cuales se valen los jóvenes de Medellín para impulsar en la esfera pública sus propuestas, puede verse en Instituto de Estudios Políticos (2008, anexo 3).


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