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Nómadas

Print version ISSN 0121-7550

Nómadas  no.37 Bogotá July/Dec. 2012

 

EDITORIAL


El número 37 de NÓMADAS problematiza la actividad de buscar la verdad a la manera Nietzscheana. El grupo de investigación Socialización y Violencia del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos de la Universidad Central, dedica este número monográfico a la práctica denominada por Nietzsche hacer ciencia jovial.

Pretendemos establecer una correspondencia entre el propósito que nos anima, al entender que pensar significa problematizar la actividad de “buscar la verdad”, y la propuesta que ofrecemos trabajar de este filósofo, que postula “revelar la voluntad de poder que se enseñorea en las cosas que le dan color a la existencia”.

Sintetizando los planteamientos Nietzscheanos, los comportamientos sociales son producidos por causas pasionales no racionales que se van convirtiendo por diversas circunstancias en razones, apreciaciones o iluminaciones mediante las cuales se les asignan a las cosas usos específicos. De forma que las causas verdaderas de las costumbres serían efecto de largas batallas de colonización junto con sus resistencias, por las que, en una determinada cultura, terminan gobernando unas escalas de valores sobre otras. Nietzsche entiende como voluntad de poder la sucesión de procesos de avasallamiento y las resistencias para contrarrestarlos que se enseñorean en las cosas:

El “desarrollo” de una cosa, de un uso, de un órgano es, según esto, cualquier cosa antes que su progressus hacia una meta, y menos aún, un progreso lógico y brevísimo conseguido con el mínimo gasto de fuerza y de costes -sino la sucesión de procesos de avasallamiento más o menos profundos, más o menos independientes entre sí, que tienen lugar en la cosa, a lo que hay que añadir las resistencias utilizadas en cada caso para contrarrestarlos, las metamorfosis intentadas con una finalidad de defensa y de reacción, así como los resultados de contraacciones afortunadas- (1992 [1887]: 88-89).

Nietzsche sostiene que en cambio de revelar la voluntad de poder que gobierna las costumbres, las tres actividades que considera como propias del pensamiento -el arte, la filosofía y la ciencia- han preferido enmascararse en lo espiritual (1992 [1887]: 90). Que tal actitud ha llevado al pensamiento a desconocer la “actividad auténtica” para poner en un primer plano comportamientos “adaptativos” que aprecia como “reactivos” y “de segundo rango”; a confundir la búsqueda de la verdad con ejercicios de causalidad absoluta, de positivismos o de mecanicismos; y a abandonar “la esencia de la vida” y a pasar por alto “la supremacía de principio que poseen las fuerzas espontáneas” (1992 [1887]: 90).

Para estimular que el pensamiento reencuentre el camino de la “actividad auténtica”, Nietzsche desarrolla lo que llama La ciencia jovial, un tratado cuyas reflexiones y proposiciones están encauzadas a problematizar lo verdadero. En éste, convida a examinar lo más trivial, es decir: “[…] todo lo que los hombres han considerado como ‘condiciones de su existencia’ y cuánta razón, cuánta pasión y cuánta superstición subyace en esta consideración” (2009 [1882]: 590). Proporciona varios procedimientos para ayudarlo a formular sus problemas, que van a contrapelo de los supuestos de objetividad, racionalidad y universalidad que han sido rectores de los hábitos ejercitados por el pensamiento estimado como “verdadero” o “bello”. Así, por ejemplo, en vez de la objetividad, convida al pensamiento a liberar sus motivaciones y a dejarse guiar por el interés y no por el desinterés, a analizar lo que lo apasiona y a explicitar su compromiso, a desnudar la proximidad que tiene con las cosas por evaluar en cuanto esta proximidad hace parte de sus propias consideraciones morales:

El “desinterés” carece de valor tanto en el cielo como sobre la tierra, todos los grandes problemas exigen gran amor, y de éste sólo son capaces los espíritus fuertes, redondos, seguros, firmes en sus convicciones. Hay una evidente diferencia entre un pensador que afronta personalmente sus problemas, de manera que en ellos encuentra su destino, su necesidad y también su mejor felicidad, y, por el contrario, uno que los afronta “impersonalmente”: es decir, si sólo sabe palparlos y comprenderlos con las antenas de un pensamiento frío y curioso. En este último caso, por mucho que se prometa, nada surgirá de aquí: pues los grandes problemas, incluso suponiendo que ellos se dejen abarcar, no se dejan poseer por ranas y pusilánimes (Nietzsche, 2009 [1882]: 785).

Además, en cambio de la metódica racional, invita a emplear técnicas no racionales extraídas de dominios como la alquimia y el arte, para desfigurar las formas y las sustancias de las cosas:

Alejarnos de las cosas hasta el punto de dejar de ver lo que ellas tienen de suyo y así tener que añadir mucho al mirarlas, para seguir viéndolas -o acaso ver las cosas desde un determinado ángulo o fragmentadas, o colocarlas de tal manera que se desfiguren parcialmente y sólo permitan ser contempladas en perspectiva; o mirarlas a través de un vidrio coloreado o a la luz del crepúsculo; o proporcionarles una superficie y una piel carente de toda transparencia: todo eso en suma, debemos aprenderlo de los artistas- (Nietzsche, 2009 [1882]: 748).

También propone reemplazar la meta de la universalidad por el perspectivismo. En este sentido, incita a multiplicar los ojos para examinar las cosas a medida que éstas están siendo avistadas y que van descubriéndose: a desnudar las escalas temporales y espaciales que las conforman; a descifrar sus fórmulas, compuestos y mezclas; a encontrar sus tipologías, funciones y relaciones de fuerzas dominantes y dominadas. Igualmente, sugiere ir tomando distancia de la pasión a medida que las cosas se van desfigurando y transformando:

Existe únicamente un ver perspectivista, únicamente un “conocer” perspectivista; y cuanto mayor sea el número de afectos a los que permitimos decir su palabra sobre una cosa, cuanto mayor sea el número de ojos, de ojos distintos que sepamos emplear para ver una misma cosa, tanto más completo será nuestro “concepto” de ella, tanto más completa será nuestra “objetividad” (1992 [1887]: 139).

La ciencia jovial demanda, entonces, trasfigurar los modos usuales de pensar: de hacer ciencia y filosofía, para incorporar a estas actividades la potencia creativa que es particular del arte como instrumento para problematizar lo verdadero. Esta tarea no es sencilla porque no puede confundirse con la banalización científica que usa métodos artísticos pero mantiene la preocupación de hallar la verdad, ni tampoco con el trabajo docto de la filosofía, que igual que la ciencia banal, persiste en ir detrás de la verdad del pensamiento aunque su objeto sean propuestas filosóficas, como la misma Nietzscheana, que han buscado abandonar lo verdadero.

Este fue reto al que se enfrentó este número de la revista. Un balance de los resultados nos indica que es necesario construir más puentes, de diferente tipo, entre estas actividades que tienden a marchar cada una por su lado y que, por tanto, no han elaborado herramientas para comunicarse unas con otras. En este sentido, hay persistencia en buscar la verdad. También nos indica que están haciéndose intentos novedosos de incorporar la propuesta Nietzscheana que está dejando de asumirse como el grito discordante y hasta molesto del pensamiento, o como el último umbral del pensamiento de la modernidad en su giro hacia la contemporaneidad, para volverse palanca con la cual empujar el pensamiento hasta sus últimas consecuencias, independientemente de los efectos que esto conlleve. En este sentido hay intenciones de abandonar la utilidad.

El tema monográfico está dividido en cuatro apartados: el primero lleva por nombre “Definiciones”, y presenta distintas ópticas de lectura de Nietzsche; escritos desde la filosofía, estos artículos desarrollan interpretaciones diferentes sobre la propuesta de la jovialidad y emplean métodos disímiles para comprenderla. El segundo es llamado “Experimentos”, y presenta críticas que siguen lineamientos Nietzscheanos; elaborados desde la ciencia, estos exámenes despliegan usos que se acercan a la propuesta de método Nietzscheana. El tercero, que lleva por nombre “Inventos”, reúne invitaciones para hacer crítica que se valen de vinculaciones entre dominios disímiles como la literatura, la crítica social o la pedagogía; formulados desde la ciencia, estos análisis elaboran aparatos críticos en los que se entreveran elementos de esos dominios. Por último, el cuarto apartado es denominado “Recreaciones”, y contiene conjeturas no usuales sobre la propuesta Nietzscheana; escritos desde la filosofía, estos ensayos fabrican modos joviales de entender a Nietzsche hoy.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. NIETZSCHE, Friedrich, 1992 [1887], La genealogía de la moral, Madrid, Alianza.         [ Links ]

2. _______, 2009 [1882], "La ciencia jovial", en: Nietzsche I, Madrid, Gredos.         [ Links ]