Editorial

La prevalencia e incidencia de las enfermedades reumáticas han venido creciendo en las dos últimas décadas con relación a un diagnóstico más oportuno, preciso y exacto; teniendo grandes implicaciones sobre el Sistema de Salud y la Sociedad al detectar tempranamente, previniendo mayores compromisos funcionales y seculares, pero a su vez, generando un mayor costo en su detección, seguimiento y tratamiento, que en últimas repercute al evitar el deterioro funcional de los pacientes quienes las padecen.

El incremento sustancial derivado de los costos relacionados con la atención en salud; la creciente demanda de estos servicios; el aumento de usuarios sin contribución a su financiamiento y los últimos avances tecnológicos de la ciencia médica, tienen fuertes implicaciones en el sostenimiento y provisión de los servicios, ya que además de producir importantes aumentos en los costos del sector, generan cambios en la demanda, lo que hace imperativa la evaluación económica de las intervenciones que se realizan, en este importante sector social.

Por otra parte, el abordaje de la salud ha evolucionado de manera importante y ahora no sólo es fundamental contar con la evaluación del paciente al calificar su evolución (efectividad), junto con la seguridad del tratamiento, sino que además nos atañe analizar cuál o cuáles tecnologías sanitarias tienen la mejor relación costo/efecto para que los tomadores de decisiones elijan la más óptima de acuerdo al Sistema de Salud y condiciones econométricas propias de cada nación.

En este número se presenta una interesante revisión por parte de De SanVicente-Célis y cols., sobre la forma de medir el impacto económico de las tecnologías sanitarias, los principales estudios que se practican en la farmacoeconomía y cómo se aplican estos conceptos desde la perspectiva más apropiada. Obviamente, y dada la relevancia de estas tecnologías, es absolutamente necesario iniciar la configuración y conformación, no sólo de estudios en este campo, sino de grupos y líneas de investigación en farmacoeconomía que desarrollen el tema, dada su gran relevancia en la generación de Guías de Práctica Clínica basadas en la Evidencia Científica, meta definida por el Ministerio de Protección Social y Colciencias.

Como es bien conocido de todos el manejo inapropiado de los recursos en el Sistema de Salud, es un incentivo más, para que las diferentes escuelas de medicina y de nuestra especialidad, junto con los grupos de investigación reconocidos, adelanten esfuerzos comunes en aras de obtener estudios de farmacoeconomía apropiadamente diseñados, desarrollados e interpretados, que den apoyo para establecer protocolos en las diferentes entidades que evaluamos y así contribuir a una distribución justa de los recursos en salud.

Podemos entonces, incidir de manera involuntaria pero asertiva en el componente ético, pues muchas veces el hecho de pagar más por una terapia más efectiva, no necesariamente justifica ese pago adicional, pues en el futuro, esos recursos de más, pudieran usarse en beneficio de muchos pacientes y quizás con situaciones más favorables que garanticen el éxito del tratamiento (distribución justa de unos recursos escasos). En este aspecto el papel de médico es fundamental, pues debe sopesar entre la efectividad de un tratamiento y los costos relacionados con éste, para decidir la mejor opción terapéutica que le brinde a su paciente, sin descuidar las concepciones económicas que se deriven de su decisión.

Las evaluaciones económicas de los productos biológicos se ven obstaculizadas por la falta de datos sobre las respuestas a largo plazo y la consecuencia de las respuestas sobre la salud en relación con su utilización y la productividad de las personas.

Podemos decir entonces, que el estudio de la farmacoeconomía, "nuestro nuevo mejor amigo", podrá dar salidas a este grande y complejo problema de la atención en salud, siempre y cuando nos preparemos para recibirlo...

Gerardo Quintana L, MD, MSc
Universidad Nacional de Colombia
Universidad de los Andes