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Historia y Sociedad

versão impressa ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.20 Medellín jan./jun. 2011

 

RESEÑA

 

Santos Delgado, Adriana y Hugues Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario en el Valle del Cauca. Políticas estatales, trabajo y tecnología, 1900- 1950, Santiago de Cali, Programa Editorial Universidad del Valle, Colección Ciencias Sociales, 2010, 125 p.

 

 

Cristhian Andrés Guapacha Alomía*

 

* Estudiante de octavo semestre de Economía de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín

Dirección de contacto: caguapachaa@unal.edu.co

 


 

 

Este trabajo está enmarcado en la primera década del siglo XX, periodo caracterizado por las políticas proteccionistas. Entender este contexto nacional en la periodización que realizan los autores (1900-1950), es de vital importancia porque permite comprender sus tesis. Para empezar, los autores se alejan del enfoque que toma como carácter determinante de la modernización de la economía agraria, la vinculación al mercado internacional, así, consideran que este proceso de transformación se hace más evidente si se tienen en cuenta los matices que caracterizan a cada región, en este caso, el Valle del Cauca. También sus autores toman distancia de la caracterización que se ha tornado dominante sobre la figura de los hacendados -posteriores empresarios agrícolas- como ''ineficientes, propensos al acaparamiento de tierras, absentistas, participantes de mercados reducidos y cautivos así como reacios al cambio tecnológico''1. Su análisis está complementado por el papel que desempeñaron los gobiernos nacional y regional en la configuración del marco institucional que dio lugar a los mecanismos de adaptación del proyecto de modernización para facilitar las innovaciones tecnológicas, así como los de regulación de la propiedad de la tierra y de las formas de trabajo.

Ahora bien, el libro está dividido en 5 capítulos. En el primero de ellos, titulado ''El desarrollo agrícola: una mirada general'', se pretende demostrar como las diferencias en los desarrollos regionales son de vital importancia para entender la forma en que Colombia logró entrar en las dinámicas de los mercados mundiales a partir del incremento de la producción agrícola, como complemento del reconocimiento de las relaciones regionales y nacionales, en el contexto de la expansión del capitalismo en el mundo. En este punto es necesario diferenciar los procesos de modernización de las economías campesinas que se llevaron a cabo en las zonas cafeteras y en el valle geográfico del río Cauca. Las primeras, principalmente las de colonización antioqueña, estuvieron caracterizadas por la mediana y la pequeña propiedad, cuyo sistema imperante de trabajo fue la aparcería, donde los gastos y los ingresos eran repartidos por partes iguales entre el campesino y el terrateniente, por lo cual ''Cualquier aumento de la productividad y la producción repercutía en incrementos proporcionales en el ingreso del aparcero''2, lo que funcionó como incentivo para la mejora técnica en la siembra, el cuidado de la tierra y la recolección de los frutos; este proceso trajo como consecuencia una creciente demanda por bienes manufacturados, lo que dinamizó la industrialización de la zona cafetera.

Mientras tanto, en el Valle del Cauca la realidad era otra, el panorama económico para la agricultura a comienzos del siglo XX no era alentador. La guerra había producido escasez de mano de obra, estaban presentes grandes enjambres de langostas, era evidente la falta de medios y vías de transporte modernos y se presentaban constantes inundaciones del río Cauca. Es por esto, que los autores alejándose de la corriente predominante impuesta por estudiosos del tema como Absalón Machado, Salomón Kalmanovitz, Jesús Antonio Bejarano, Alcides Gómez, entre otros, que han visto con malos ojos la monopolización de las mejores tierras para la ganadería, y apoyados en otros autores como Alonso Valencia Llano y Albeiro Valencia Llano, justifican la ganadería como la actividad que adoptaron familias de notables como consecuencia de los problemas que presentaba la agricultura. De ahí que fuera la ganadería la actividad predominante en las primeras décadas del siglo XX en el Valle del Cauca, ocupando en 1915 el 66.5% del total de tierras, porcentaje que comparado con el cultivo de caña (5.4%) y café (4.3%)3, dan cuenta de lo expuesto anteriormente.

La dinámica señalada anteriormente, tiene un giro completo a partir de la década de 1920, cuando familias de notables empiezan a aceptar las opiniones expertas de ''irracionalidad económica'' de la actividad ganadera, por cuanto se estaban usando ineficientemente las mejores tierras para la actividad agropecuaria en ganadería. Este hecho se sumó a los problemas presentados por los cultivos de cacao y tabaco; en el primero de los casos, estaban relacionados con la incapacidad de controlar las enfermedades que atacaban al cacao, ya que su cultivo estaba en manos de pequeños productores; en el segundo, los problemas se relacionaron con la baja calidad de la hoja del tabaco que no pudo competir con la cubana y asiática. Por lo tanto, se dejó el camino libre para que las familias de notables adoptaran la caña de azúcar en la parte plana y, los colonos, el café en las zonas de vertiente de la cordillera central y occidental, como lo demuestra el que en 1941 la caña ocupara 30.979 hectáreas –en comparación con las 5.604 de 1915- y, el café 56.671 hectáreas –en comparación con las 4.300 de 19154.

Así, para los autores las dinámicas de desarrollo y transformación de la agricultura, dependen de un marco social e institucional característico de cada región, que moldea los comportamientos de los agentes, en el cual, el ámbito político ejerce un papel predominante, hecho que se referirá más adelante. Con lo demostrado, observamos cómo la transformación de la agricultura en la ''colonización antioqueña'', fue impulsada por la mediana y la pequeña propiedad mediante el café, mientras esta nueva transformación se llevó a cabo por terratenientes del Valle del Cauca y estuvo apoyada fundamentalmente en la caña de azúcar.

En los capítulos 2 al 5, los autores exponen la manera como los gobiernos nacional y regional, crearon las condiciones que permitieron la transformación del sector agrario del Valle del Cauca. Así, en el capítulo 2, ''El rol del Estado: apoyo, decisiones y administración'', Santos y Sánchez ponen de relieve como el Estado logró facilitar el crecimiento económico, debido a que los intereses nacionales coincidieron con los intereses regionales. Una muestra de ello fue el desarrollo de la infraestructura- principalmente de transporte-, uno de los intereses del gobierno nacional, porque ''El despegue de la industria cafetera hacía urgente una comunicación entre las zonas cultivadoras [...] y el mercado internacional a través de una ruta por el Pacífico, más barata y más expedita''5 y, era también de interés regional porque permitiría contar con el que se convertiría en el primer puerto del país, el de Buenaventura, con lo cual también se lograría una articulación del mercado regional con el mercado internacional de la producción de café.

En este contexto, muchas de las familias de notables del Valle del Cauca, recibieron ayudas directas de los gobiernos nacional y regional, con lo que adquirieron el control económico regional que les permitió establecer como objetivo común la transformación de la producción agrícola. Ello trajo como resultado un proceso en el que los intereses de la clase dominante son asimilados como los intereses de toda la sociedad, es decir, lo que es bueno para unos es bueno para todos. Además, estas familias lograron establecerse en las posiciones gubernamentales donde se tomaban las decisiones sobre los pasos a seguir en el sector agrícola, es más, con la creación del departamento del Valle del Cauca en 1910, se les brindó un marco institucional que les proporcionó mayor autonomía y representación de sus intereses locales, lo que les facilitó la consolidación de la industria y del sistema financiero y, lo más importante, su fortalecimiento como clase dominante.

Otras actividades donde el apoyo del gobierno representó un papel preponderante, concierne al proyecto de modernización y facilitación de la aplicación de las innovaciones tecnológicas en el sector agrícola. Es por ello que los autores se ocupan en el capítulo 3, de ''La estación experimental de Palmira: innovación tecnológica en la actividad agrícola'', que se convertiría en el momento de inicio de la modernización al sector agrícola vallecaucano, surgido en 1928 como el más importante dentro de la puesta en acción del modelo norteamericano de apoyo al crecimiento del campo a la sociedad colombiana. Esta institución logró proporcionarle a los ingenios variedades de cañas aptas para el cultivo intensivo y agroindustrial, con mayor sacarosa y pureza, además, adaptó al clima vallecaucano variedades extranjeras que eran inmunes al ''Mosaico'', logrando así un control definitivo sobre esta plaga que ataca a la caña, a partir de 1936.

Así mismo, para Santos y Sánchez, una de las actividades fundamentales de la Estación de Palmira fue la divulgación del conocimiento generado en ella; para llevarla a cabo debieron fortalecerse las revistas agrícolas y la ''Escuela Superior de Agronomía'', creada en 1921. Es así como se logra difundir la necesidad de pasar del trapiche a la producción de azúcar ''centrifugado'', ya que desde un primer momento los técnicos de la estación y, posteriormente los de la Misión Chardón, informaron que la única manera para la supervivencia del azúcar en el mercado nacional e internacional, era poniendo en acción la producción ''centrifugada''. Este hecho es de suma importancia para entender el predominio de la gran propiedad como forma de producción en el Valle del Cauca, la consolidación del ingenio como unidad productiva y, del azúcar, como principal producto del departamento. De antemano, entonces, se estaba dando la espalda a los pequeños productores, y se favorecía la aparición de monopolios de producción en unos cuantos ingenios, lo que permitió la consolidación de los modelos de centrales como unidades productivas, lo que desembocó en la caída de las importaciones de azúcar y en el aumento de la participación de los ingenios en el mercado nacional en la década de 1940.

La participación del Estado también fue importante, según los autores, en la clarificación y protección de la propiedad privada, así como en la regulación del naciente mercado laboral. Este aspecto es tratado en el capítulo 4, ''Tierra y trabajo: expresión de los cambios'', en el cual puede observarse que los autores se alejan de la caracterización del hacendado como acaparador de tierras, y muestran que la gran propiedad solo mantuvo sus territorios de herencia colonial y, que adquirió nuevos territorios, sólo en los momentos en que la actividad de cultivo copó sus tierras, recurriendo al ''mercado de tierras'', con lo que niegan que los ingenios se hayan expandido mediante la expropiación a campesinos.

La mencionada expansión se produjo en dos momentos. El primero, con la clarificación de los derechos de propiedad en la década de 1920 y, el segundo, con la compra de los terrenos a pequeños campesinos. El primero de estos se dio, según los autores, debido a los conflictos que se estaban presentando con los arrendatarios que ocupaban los límites de las haciendas, donde ''los dueños de esas propiedades buscaron ratificar sus derechos y no dejar duda sobre los límites y extensión de sus tierras''6. Dicha visión se aleja de la de autores como Jesús Antonio Bejarano, quien toma este proceso de clarificación más como un impulso del gobierno que de los propietarios, ya que ''[...] en 1926 mediante una sentencia dictada por la Corte Suprema [...] toda persona que reclamara propiedad sobre un terreno estaba obligada [...] a exhibir el título original de traspaso de propiedad''7. En este sentido, los autores muestran cómo en el Valle del Cauca los ganadores de los litigios fueron principalmente los grandes propietarios- sin dejar totalmente claro cómo el poder político influyó en la mayoría de estas decisiones- , proceso diametralmente opuesto a lo sucedido en las haciendas del centro del país, donde los arrendatarios aprovecharon el nuevo marco jurídico para alegar y conseguir propiedad sobre las parcelas.

El segundo aspecto, el del ''mercado de tierras'', se llevó a cabo, según los autores, por la presión que ejercieron los ingenios sobre las pequeñas propiedades, que como vimos anteriormente, era necesario para la modernización del sector agrícola. Con ello, también se llevó a cabo un proceso de presión sobre la frontera agrícola en las zonas de vertiente, donde se otorgaron baldíos a los colonos, lo cual se enmarcó en las leyes 110 de 1912 y 71 de 1917; estos baldíos se dedicaron principalmente a la actividad cafetera. Es claro entonces, para los autores, que la expansión de los ingenios se dio mediante la adquisición de tierras en un mercado y no por expropiación.

Ahora, debido a los conflictos con los arrendatarios en la década de 1920, las formas de trabajo presentan un cambio. De aquí en adelante, la única forma de vinculación campesina a una hacienda era a través del trabajo asalariado, lo que trajo consigo la modernización de las formas de trabajo; se pasó de una contratación verbal a una escrita, donde se estipulada la duración del contrato y el tiempo de trabajo diario, es decir, los arrendatarios (terrazgueros) y peones se transformaron a partir de este momento en trabajadores asalariados. Otro proceso que se muestra es el surgimiento de una mano de obra más especializada, diferente a la de corteros y peones dentro de los ingenios, que sumado a lo anterior, generó las condiciones que permitieron el surgimiento dentro del Valle del Cauca de un mercado laboral de tipo capitalista.

Por último, Santos y Sánchez, en el capítulo 5 ''El entramado de los cambios'', presentan la dinámica de los cambios anteriormente tratados, ahora vistos como una secuencia de acontecimientos relacionados entre sí. Lo interesante de este apartado, es la importancia que le brindan a las alianzas familiares como uno de los factores que permitió no solo la consolidación de la producción del azúcar, sino además, del control simultáneo de aquellas en muchos sectores de la economía, fenómeno que hasta ahora no ha sido muy estudiado.

Ahora bien, los autores explican el paso a la producción industrial de azúcar por la conjugación de varios factores, entre los que encontramos: la modernización del transporte, los apoyos institucionales del gobierno tanto nacional como regional, la crisis de la producción cubana en la década de 1920, la adopción de tecnologías, las alianzas familiares, el crédito moderno -gracias al Banco Agrario Hipotecario creado en 1923-, el aseguramiento de la energía eléctrica y el fortalecimiento de la industria cafetera. Estos factores, según los autores, permitieron la expansión del cultivo de caña y de la producción de azúcar, lo que se revela en que para 1915 el cultivo de caña se daba en 7.958 hectáreas y ya en 1970 llegaba a 91.8008; así mismo, que la producción de azúcar fuera en el Valle de 609.013 toneladas en 1933 y llegará a ser de 2.358.091 en 19509.

De los anteriores factores referidos es interesante detenernos en dos de ellos, en la adaptación tecnológica y en la industria del café, segundo reglón económico en importancia en el Valle del Cauca. El primer aspecto valida la tesis de los autores al caracterizar a los hacendados como propensos y receptivos a la innovación tecnológica. En este punto y en lo relacionado con las alianzas familiares, los buenos resultados obtenidos por los Eder en ''La Manuelita'', incentivaron a las demás familias de notables a introducir mejores técnicas de siembra y adecuación de tierras, que mejorarán la producción para abastecer el creciente mercado nacional e internacional, ya que se concebía que era sobre la base de la innovación donde descansaba el crecimiento de la producción. Por lo tanto, era un objetivo específico de la clase dominante valluna, la adaptación a la tecnología y la continua innovación, lo que demuestra, según los autores, que ''Hubo receptividad y apertura al momento de la transición agroindustrial. Las nuevas maneras se impusieron a la costumbre ancestral''10.

Respecto a la industria del café, muestran como después de la década de 1920 se unen los siguientes aspectos para fortalecer el cultivo del mismo: el avance de la colonización antioqueña, los incentivos institucionales por parte del Estado, la creación de la Federación Nacional de Cafeteros, la disponibilidad de tierras de frontera para el cultivo y las posibilidades en el mercado externo. Ello desembocó en que el café fuera para 1952 la actividad agrícola que ocupaba una mayor parte de la tierra del departamento, siendo este un ejemplo que demuestra la unión de intereses nacionales y regionales, ya que a partir de 1936 la política económica del Estado colombiano estuvo basada en el modelo agroexportador, el cual tenía como pilar fundamental al café. Dicho esto podemos caracterizar el sector agrícola vallecaucano como de especialización en la caña de azúcar en las zonas planas y de café en las zonas de vertiente.

Este libro nos entrega así una nueva perspectiva de explicación acerca de la introducción del capitalismo al sector agrícola. Al alejarse del mercado internacional como el elemento predominante para esta transformación, nos brinda la posibilidad de entender que estas dinámicas se llevan a cabo de manera diferente dependiendo de la región. Así mismo, demuestra que en el Valle del Cauca los hacendados no lograron su expansión mediante la expropiación, y que fueron receptivos y adaptativos hacia las nuevas formas de producción, surgidas de las innovaciones, caracterización que se aleja del pensamiento predominante en la literatura económica.

Otro aporte importante de este libro, es el papel que se le brinda al intervencionismo y proteccionismo estatal, que a ojos de muchos autores como Salomón Kalmanovitz y Gabriel Misas solo trajo a la economía empresarios ineficientes, incapaces de adaptar innovaciones y que vivían solo de las rentas monopólicas que les brindaba la protección. Además, es valorable la manera cómo los autores ven la concentración de la tierra en pocas manos, como un proceso necesario para lograr el crecimiento económico y de supervivencia de la producción a escala del azúcar, alejándose también de la concepción generalizada de que la concentración de la tierra lo único que genera es desigualdad y más pobreza. Este estudio también nos brinda una mirada fresca de la aparición del mercado laboral, visto como un proceso de reciprocidad y no como uno coercitivo entre el propietario y el trabajador, este último característico en las grandes haciendas del centro y oriente del país hasta mediados del siglo XX.

 

Referencias

1. Santos Delgado, Adriana y Hugues Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario en el Valle del Cauca. Políticas estatales, trabajo y tecnología, 1900- 1950, Programa Editorial Universidad del Valle, Santiago de Cali, 2010, p.13.

2. Kalmanovitz, Salomón. Economía y Nación, una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI Editores, 1985, p. 185.

3. Santos Delgado, A. y H. Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario..., Tabla 1.1, p. 22.

4. Santos Delgado, A. y H. Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario..., Tabla 1.3, p. 23.

5. Santos Delgado, A. y H. Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario..., p. 27.

6. Santos Delgado, A. y H. Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario..., p. 63.

7. Bejarano, Jesús Antonio, ''El despegue cafetero (1900- 1928)'', Historia Económica de Colombia, Bogotá, Planeta, Fedesarrollo, 2007, p. 231.

8. Santos Delgado, A. y H. Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario..., Tabla 5.1, p. 78.

9. Santos Delgado, A. y H. Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario..., Tabla 5.2, p. 79.

10. Santos Delgado, A. y H. Sánchez Mejía, La irrupción del capitalismo agrario..., p. 85.