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Historia y Sociedad

versão impressa ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.21 Medellín jul./dez. 2011

 

ARTÍCULO DE REFLEXIÓN

 

Estrategia de los agrarios de Sumapaz y Oriente del Tolima durante el Frente Nacional

 

The strategy of the Sumapaz and Eastern Tolima farmers during the National Front

 

 

Laura María Varela Mora**

Deyanira Duque Ortiz***

 

** Doctora en Ciencias Históricas de la Academia de Ciencias de Rusia. Directora del Grupo de Investigación ''Suma Paz'', adscrito a la Universidad Antonio Nariño. Dirección de contacto: la.varela@hotmail.com

*** Candidata a Doctora en Ciencias Económicas de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales EHESS de París. Asesora de Colciencias. Dirección de contacto: deyanira.duque@gmail.com

 

Artículo recibido el 24 de agosto de 2010 y aprobado el 21 de julio de 2011.

 


Resumen

Este artículo indaga sobre la estrategia de acción adoptada por el movimiento agrario de Sumapaz y Oriente del Tolima, ante la situación de exclusión y persecución en que, según testimonios de los campesinos de esta región, los había colocado el acuerdo político conocido como el Frente Nacional. Se recurrió a un trabajo de archivo que mostró como los labriegos pusieron en acción una estrategia de resistencia civil, que les resguardó de una nueva confrontación armada con el Estado y les permitió adquirir una posición decisiva como legítimo actor político de su región, guiados por su líder y principal promotor de esta estrategia, Juan de la Cruz Varela.

Palabras clave: Juan de la Cruz Varela, Sumapaz, Colombia, movimiento agrario, resistencia civil, líder campesino.


Abstract

This article explores what was the strategy adopted by the agrarian movement of Sumapaz and East Tolima to the exclusion and persecution, caused by the political agreement which, according to the testimony from farmers in this region, led to the National Front. To address this question, we resort to a file that was working as laborers implemented a strategy of civil resistance that they protected them from a new armed confrontation with the state and allowed them to reach the position of their organization as a legitimate political actor in their region guided by their leader Juan de la Cruz Varela, the main promoter of this strategy.

Key words: Juan de la Cruz Varela, Sumapaz, Colombia, movimiento agrario, resistencia civil, líder campesino.


 

 

Introducción

Este trabajo se circunscribe al período del liderazgo de Juan de la Cruz Varela definido como ''Búsqueda de la paz y el bienestar social de la comunidad''1, etapa que coincide con los años del Frente Nacional (1958-1974) y con la estrategia2 de resistencia civil de acción colectiva de los agrarios de Sumapaz y Oriente del Tolima. En dicho período el movimiento campesino de estas provincias: i) estructuró una lectura del contexto nacional y regional a partir de su posición socio-económica, ii) consolidó su visión y voluntad de avanzar hacia la conquista del poder popular, iii) extendió sus recursos de poder (participación electoral, denuncia, politización) e, iv) incidió en la agenda política de su región.

El análisis de esta estrategia plantea interrogantes que aún son objeto de debate: ¿Cómo fue posible participar en el poder público, en un contexto de exclusión política? ¿Por qué el movimiento agrario optó por la resistencia civil, cuando surgían otros movimientos que acogían la vía armada? ¿Cómo asumieron los agrarios el ejercicio del poder? ¿Qué aporta la experiencia de los agrarios de Sumapaz y Oriente del Tolima a las actuales estrategias de resistencia civil?

Con base en archivos oficiales, correspondencia de organizaciones y líderes agrarios y diversas fuentes testimoniales (campesinos, funcionarios públicos, representantes de la Iglesia, de la política y de la opinión pública), se devela el surgimiento de la estrategia de resistencia civil en la región y cómo los agrarios se constituyen en el principal actor político de esta comarca. El análisis se inscribe en la línea de estudios sobre: i) la transición democrática en contextos de modernización económica y exclusión política, ii) la emergencia de opciones de poder popular, iii) las estrategias de acción colectiva como la resistencia civil, iv) los estudios comparativos regionales sobre la evolución del conflicto en Colombia y v) las iniciativas de paz desde la base.

 

1. Los agrarios y el ''retorno a la democracia''

El proceso de transformación de la economía colombiana iniciado a finales de siglo XIX, estuvo marcado en la primera mitad del siglo XX, por conflictos agrarios, particularmente intensos en la región de Sumapaz y Oriente del Tolima. Estas luchas fueron calificadas de inspiración comunista, por los partidos liberal y conservador, que las consideraron una amenaza para la paz por cuanto proponían la democratización de la tierra. Tales conflictos se agudizaron durante el período de la Violencia, hasta adquirir el carácter de confrontación armada.

Terminado el mandato del general Rojas Pinilla (1953-1957), los partidos tradicionales reinstitucionalizaron3 su monopolio del poder a través del acuerdo de Sitges. ''[...] La creación del Frente Nacional debe entenderse como una tarea de habilísima filigrana política para aprovechar las posibilidades que ofrecían estas contradicciones, al igual que para neutralizar sus aspectos adversos y llevar a todos [...] a comprometerse con la idea de un gobierno de coalición plasmado en la Constitución [...]''4.

En los inicios del Frente Nacional, en la región de Sumapaz y Oriente del Tolima, confluyeron varios hechos que presagiaban una nueva etapa de violencia:

En primer lugar, su posición estratégica y la riqueza de sus tierras, convirtieron a estas dos provincias en objeto de apetitos latifundistas y proyectos modernistas. Recuperar esta zona, permitiría imponer la legitimidad del Frente Nacional y respaldar los intereses de los poderes locales. Así lo confirmaba la Comisión Seccional de Rehabilitación de Cundinamarca, creada en 1959:

Estudios realizados por entidades técnicas del Ministerio de Agricultura y Ganadería, la Caja Agraria y otros organismos en la región de Sumapaz, han coincidido en la afirmación de que la zona aludida, tiene un halagüeño porvenir por la feracidad de sus tierras para la agricultura, la bondad de sus pastos para la ganadería y la riqueza del subsuelo para la industria minera; destacándola como la más abundante y próxima despensa de la capital ya que en la diversidad de climas se cultivan aunque en forma empírica papa, cebada, trigo, maíz, habas, arveja, fríjol, caña, café y otros productos y así como también, de la excelente calidad de sus ganados, que le capacitan para abastecer los mercados de Bogotá y demás centros comerciales circundantes, una vez se aplique en forma sistemática la tecnificación agropecuaria5.

En segundo lugar, la reivindicación de la tierra como espacio de realización de derechos por parte de los agrarios, seguía siendo vista por el oficialismo como una amenaza comunista. La política norteamericana de contrarrestar la ''avanzada comunista'' en el continente americano y consolidar su liderazgo e intereses geoestratégicos, vino a endurecer esta posición. Traducido en La Alianza para las Américas, este programa introdujo en el país la figura del ''enemigo interno'' que se concretó en el llamado Plan Lazo6, cuya finalidad era acabar militarmente los reductos de las guerrillas liberales y atajar la avanzada comunista, como constaba en un volante repartido en Villarrica, a comienzos de 1962, por el Comando Sexta Brigada:

Campesinos:

[...] es necesario que el trabajador colombiano se dé perfecta cuenta de que sólo laborando en completa armonía entre liberales y conservadores, logrará el fruto anhelado, como justa recompensa en la ardua batalla sostenida con la tierra y que ignore en forma absoluta todas aquellas promesas que el Partido Comunista le hace para obtener su apoyo, ya que están basadas en el engaño7.

En tercer lugar, Sumapaz y Oriente del Tolima por su tradición de lucha agraria eran mirados con recelo por gobernantes y terratenientes, quienes defendían la idea de eliminar de raíz cualquier indicio de organización de los labriegos. El control de las instituciones públicas locales por los mismos que promovían esta idea, fortaleció al Estado como mecanismo privado de dominio de clase. Por su parte, los agrarios esquivaron la parcialidad del poder y la exclusión política del régimen impuesta en el país, fortaleciendo la acción colectiva: ''[...] En muchas regiones rurales existe una paz insegura, la paz del silencio cómplice, que se mantiene como cobra hipnotizando al campesino temeroso de variar el statu quo [...] Puede estarse gestando así una nueva ola de violencia, la del estallido de los oprimidos y de los indigentes a quienes no se les hace justicia[...]''8.

En cuarto lugar, el modelo de desarrollo impuesto desde la Alianza para el Progreso, propuso una Reforma Agraria en función de: i) el incremento de la productividad agrícola y ii) la adopción de una política de ''Seguridad Interna'' que sirviera de instrumento para combatir al ''enemigo interno''. Las líneas de este modelo requerían inversiones a gran escala en el campo, atraer más pobladores a las ciudades para ofrecer mano de obra a la industria y generar un mercado interno9. Para el Estado y la burguesía colombianos, la Reforma Agraria representaba un mecanismo para acceder a los recursos de la Alianza, neutralizar el descontento reinante en el campesinado10 y extender su control sobre la tierra, como factor de producción:

[...] nuevas realidades económicas tales como la carencia de divisas sentida duramente por las fuertes bajas en el precio del café requerían una política económica que en el campo agrario implicara el desarrollo de sectores capitalistas y en consecuencia una mayor productividad de materias primas para la industria, como algodón, palma africana, etc.; y con destino a la exportación de bienes agropecuarios como carne, algodón, azúcar, etc [...]11.

La Doctrina de ''Seguridad Interna'' sirvió para articular las razones económicas y los intereses políticos de la clase colombiana en el poder, de manera que el statuo quo se impuso como salvaguarda de la paz. Todo intento por desmontar el latifundio se consideraba una amenaza de la clase popular (comunista) y un riesgo para la estabilidad política del país. En la región de Sumapaz y Oriente del Tolima, esta articulación de intereses sirvió a los poderes locales para señalar a los agrarios como encarnación del ''enemigo interno'' y así justificar el uso de la violencia y despojar a los campesinos de sus tierras. ''El problema de la seguridad y de la productividad para el propietario fueron las guías que marcaron la política agraria de la clase dominante durante esta época (1958-1967) [...] Por eso las medidas propuestas en relación con las estructuras agrarias tuvieron todas las mismas características: intocabilidad de la propiedad y actuaciones fiscales indirectas, para lograr una mayor productividad''12.

Desde los orígenes del movimiento agrario, la tierra constituyó para el campesinado el principal referente de acción colectiva porque representaba el fundamento material para la realización de otros derechos, como expresaba el líder agrario Erasmo Valencia13: ''Todo viene de la tierra, y todo vuelve a la tierra; luego, sólo la tierra merece que se luche heroica y desesperadamente por ella, hasta vencer o morir en su demanda y nosotros los agrarios estamos decididos a ello [...]''14. Si bien los agrarios de Sumapaz y Oriente del Tolima ya habían conquistado la propiedad de sus tierras, consecuentes con el pensamiento de Valencia, pugnaban por una legislación agraria que garantizara la propiedad de la tierra a los trabajadores del campo. Su tradición de lucha los había llevado al convencimiento de que la tierra es la base primordial para la construcción de lazos sociales, autonomía y derechos ciudadanos. Este pensamiento se convirtió en soporte moral que fortaleció en los labriegos la convicción de la legitimidad de su lucha, elemento esencial en la consolidación de la acción colectiva y en la búsqueda de apoyo de terceros a su movimiento, seguros de la justeza de su causa.

Para el gobierno, comprometido con la promulgación de una Ley de Reforma Agraria, la tierra operaba como un referente de poder económico y político, al tiempo que la Reforma Agraria constituía un instrumento para granjearse la adhesión del campesinado. Para los terratenientes, la tierra además de status socio-económico y poder político sobre el territorio, representaba una fuente de mano de obra.

En 1961 fue expedida la Ley 135 de Reforma Agraria, presentada por el oficialismo como respuesta a la ''amenaza interna'' y que en realidad reflejaba la oposición de la clase en el poder a la repartición de tierras15. Las consecuencias de la Reforma Agraria no fueron tan sentidas en Sumapaz y Oriente del Tolima como en otras partes del país, dado que desde años atrás, los labriegos de esta zona habían logrado, en franca lid con el latifundio, la posesión de la tierra. Mayor repercusión alcanzó la aplicación de la Doctrina de ''Seguridad Interna'' utilizada por la clase en el poder para poner en acción nuevas formas de violencia contra los campesinos, quienes a su vez respondieron con nuevos métodos de acción colectiva, como la resistencia civil.

 

2. La guerra sucia de los ''limpios''

Como formas principales de ejecutar la política de ''Seguridad Interna'' en Sumapaz y Oriente del Tolima, se utilizaron la represión contra la población civil por parte de la fuerza pública y los asesinatos selectivos de líderes agrarios agrarios llevados a cabo por grupos de limpieza social llamados ''limpios''. Los documentos y testimonios consultados dan cuenta del panorama de violencia que se vivía en aquellas provincias durante el Frente Nacional y de la interpretación y actitud asumidas por sus actores.

En primer lugar, están los documentos que revelan la intranquilidad de los campesinos frente a la situación que cada vez se tornaba más compleja para ellos, debido a la campaña de exterminio contra el ''enemigo interno'', orquestada por latifundistas y apoyada por la mayoría de las autoridades locales y la fuerza pública. La preocupación de los agrarios quedó consignada, desde los inicios del Frente Nacional, en las continuas comunicaciones que dirigieron a distintos estamentos gubernamentales, políticos, eclesiásticos, periodísticos y de opinión pública.

Juan de la Cruz Varela, en carta enviada a Álvaro Copete Lizarralde, gobernador de Cundinamarca, manifestaba que desde comienzos del año 1958, los campesinos venían siendo víctimas de robos y asesinatos. Denunciaba con nombres propios a los agresores, indicando: cómo se hallaban armados, cuántos eran, su filiación política, dónde se hospedaban y qué personas habían sido víctimas de atropellos. Señalaba, como dirigentes intelectuales del grupo, al Teniente Pulido, acantonado en Ospina y al personero del mismo lugar y, como ejecutores del mismo, a Francisco Bermúdez, Manuel, Gabriel y Luís Táutiva, estos tres últimos, prófugos por asesinatos y robo16.

Así mismo, el líder agrario hablaba de detenciones arbitrarias de campesinos, por parte del ejército, en varias veredas y municipios de la región como Cabrera, Paquiló, San Juan, San Bernardo y Pasca. Señalaba la impunidad como el más grave flagelo que azotaba la región. Finalmente, incluía una larga enumeración de las necesidades más sentidas de los habitantes.

El mismo tono se percibe en un memorial enviado a los ministerios de Gobierno y de Justicia por el Sindicato de Trabajadores Agrícolas de Nazareth, el 25 de enero de 1962. Los campesinos describían la situación de violencia de la región y las maneras cómo eran hostigados por un grupo de maleantes dirigidos por Félix Maria Rangel, bajo la protección de las autoridades civiles, militares y el mismo Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), desde que habían retornado a sus parcelas en 1959. Entre los hechos que denunciaban, figuraba el genocidio del Alto de Monos, municipio de Ospina Pérez, el atentado cometido contra Juan de la Cruz y su hijo Teodosio en febrero de 1960 y otros asesinatos selectivos, citando los nombres de los responsables17.

Estos documentos, más otros que se conservan en la correspondencia personal de Juan de la Cruz Varela, revelan que los campesinos conocían las causas de la violencia, quiénes la generaban, quiénes podían ser sus aliados, qué papel debía cumplir el Estado y quiénes podían actuar como mediadores para solucionar el conflicto. Y, sobre todo, muestran cómo hicieron de la denuncia un recurso para llevar a cabo su estrategia de resistencia civil. Los documentos hablan de actos de violencia contra la población (asesinatos selectivos, genocidios, quema o robo de cosechas y ganados, violaciones a mujeres y niños) y sus precarias condiciones de vida; la necesidad de escuelas, puestos de salud y carreteras para acceder a mercados, créditos, herramientas y semillas indispensables en la explotación agrícola. Apelaban a la democracia, a la justicia y al estado de derecho y, a diferencia de los documentos dirigidos por miembros de la Iglesia y de los partidos liberal y conservador, los de los agrarios y los de las comisiones del gobierno están firmados por sus autores.

En segundo lugar, están los documentos de índole oficial y los procedentes de latifundistas y de personas adeptas al régimen frentenacionalista. Entre los escritos oficiales, vale la pena destacar el ya mencionado informe de la Comisión Seccional de Rehabilitación de Cundinamarca y el acta de la reunión de la Comisión Bipartidista con los ministros de Gobierno, de Guerra y de Justicia el 13 de julio de 1959.

El informe abordaba la situación desde la estrategia de seguridad, defensa y represión de las fuerzas armadas. Hacía un detallado análisis sobre las ventajas del terreno para las incursiones militares, corredores de acceso y de repliegue; responsabilizaba a los comunistas y a su líder, Juan de la Cruz Varela, de la violencia desatada en la región. El liderazgo de los comunistas, era interpretado como producto de la ignorancia de los campesinos, a quienes se refería con palabras despectivas:

La región conocida con el nombre de Sumapaz, desde el año de 1953 sin solución de continuidad, ha sufrido una gravísima perturbación social, debido a la actividad de campesinos alzados en armas que actúan dentro de una organización de orientación típicamente comunista que se conoce con el nombre de FRENTE DEMOCRÁTICO DE LIBERACIÓN NACIONAL. Estos campesinos utilizados malévolamente por los dirigentes comunistas, en aras de un ideal político que no entendían, atentaron contra los bienes jurídicos que protege el Estado colombiano [...] De otra parte, los elementos que desertaron de las filas de Juan de la Cruz Varela y que se acogieron a las garantías y beneficios que les ofrece el gobierno del Frente Nacional, no pueden ver con buenos ojos el hecho irritante de los constantes abusos y atropellos de los comunistas, de la manera como explotan a los ingenuos e incautos y los tienen nerviosos y recelosos sus movimientos y su constante tráfico de armas hasta el punto de que vienen solicitando además en repetidas ocasiones de que si el gobierno no accede a su demanda, ellos que también tienen armas, se harán justicia por su propia mano y que desencadenarán de nuevo la violencia, esta vez, para acabar con los elementos comunistas [...]18.

El acta de la Comisión Bipartidista hablaba de las dificultades que enfrentaban los campesinos al retornar a sus propiedades, de las demandas de los agrarios y del clima de impunidad reinante en la región. Concordaba con las comunicaciones oficiales y de los representantes de la Iglesia, en la estigmatización del comunismo y de sus líderes ''[...] para luchar contra el comunismo, la Iglesia y los partidos deben alertar a las gentes sobre los peligros de esta doctrina [...]''19.

Ante la incapacidad del Estado para hacer cumplir la ley y brindar seguridad a los habitantes, la Comisión estimaba conveniente ''[...] alentar el enfrentamiento entre los líderes de Cunday y Villarrica, Juan de la Cruz y Marcos Jiménez como estrategia para tratar de mantener la situación bajo control [...]''20. Esta estrategia de enfrentar a la población entre sí fue denunciada ante el Presidente de la República, en diciembre de 1962, por el entonces Procurador General de la Nación, Carlos Holguín21.

Entre los documentos de particulares está un marconigrama22 dirigido por el terrateniente Antonio Vargas, Presidente del Directorio Liberal oficialista de Pandi, el 26 de abril de 1962, al Ministro de Gobierno. En él acusaba a los ''comunistas armados de fusiles'' de ser los autores del atentado contra el dirigente liberal Julio Guillermo Morales y protestaba porque, según él, el gobierno estaba brindando muchas garantías a los seguidores de Juan de la Cruz Varela23.

En el mismo sentido, la Iglesia y los partidos oficialistas de Pasca, el 18 de junio de 1962, enviaron un informe al Ministerio de Gobierno, donde denunciaban las actividades de los comunistas y de los sindicatos agrarios de la región y clamaban por mayor presencia de las fuerzas armadas y de policía24. Para los autores de este documento, (el alcalde, el párroco y otras personas destacadas del pueblo), ''[...] las posiciones públicas como concejo y personería que ocupaban líderes como Varela y otros miembros de los sindicatos no eran legítimas, dada su filiación política [...]''.

Los documentos oficiales, responden a las denuncias hechas por los agrarios, responsabilizando al comunismo y a líderes, como Juan de la Cruz. Los jefes de los grupos de ''limpieza'', Félix Maria Rangel y Marcos Jiménez, —denunciados por los campesinos como criminales y bandoleros—, eran para el gobierno, las Fuerzas Armadas, los terratenientes locales y los desertores de las guerrillas liberales, sus colaboradores. Estos documentos muestran la parcialidad de los representantes de la ley a favor de los opositores del movimiento agrario y el cinismo de los gobernantes alentando la polarización entre la población para mantener el control.

La campaña de descrédito y exterminio contra la oposición política, donde coincidieron latifundistas, caciques políticos locales, algunos representantes de la Iglesia y la fuerza pública25, adeptos al Frente Nacional, operó en Sumapaz y Oriente del Tolima mediante grupos de ''limpieza'' a quienes se les dio el nombre de ''limpios'', en oposición a los ''sucios''26. A esta realidad hace alusión el dirigente agrario Pedro Pablo Riveros27 cuando afirma:

En ese enfrentamiento hubo una participación muy activa del terrateniente Antonio Vargas en su calidad de potentado de la tierra en la región y eso fue posible por sus influencias a nivel de Estado. Incluso tenía compadrazgos con políticos de prestancia nacional que posteriormente fueron presidentes de la república (sic). Tenía vínculos con senadores de la república (sic) con diputados. Fue diputado a la Asamblea de Cundinamarca. Lleras Restrepo era compadre de Antonio Vargas y fue a quien le correspondió inclusive ponerlo tras las rejas después de cometer viles asesinatos en la región28.

El gobierno a través de sus ministros de Guerra y Gobierno, contaba con descripciones detalladas acerca de las actividades de los líderes (de todas las corrientes). Esa información era obtenida por los organismos de inteligencia del DAS y del F-2 (grupo de inteligencia de la policía). Disponía también de los informes de orden público elaborados por las autoridades de policía y militares, a través de antiguos guerrilleros liberales y activistas conservadores infiltrados en las organizaciones campesinas, como lo demuestran los apartes de un informe de agentes del DAS y del F-2 de febrero de 1962.

El día de hoy (14 de febrero) siendo las siete de la mañana me entrevisté en la vereda de Santa Rita, jurisdicción del municipio de San Bernardo, con el ex-guerrillero NICOLAS CASTAÑEDA ROMERO (estuvo a favor del gobierno anteriormente), me narró lo siguiente: [...] Quiero manifestar que en el sitio donde trabajo me creen todos comunista, me tienen toda la confianza del caso y me cuentan sobre los proyectos que tienen por realizar antes de las elecciones [...]29.

La complacencia o indiferencia del gobierno frente a la impunidad en la región, más que al desconocimiento, se debía a la intención de algunos círculos políticos y económicos de generar un conflicto entre agrarios y gobierno que sirviera de pretexto para adelantar incursiones armadas contra la región, y de esa manera liquidar el movimiento agrario y favorecer los intereses de quienes se declaraban frentenacionalistas. Dentro de ese propósito se enmarcaba la afirmación hecha en 1961 por el Senador conservador Álvaro Gómez Hurtado de que Sumapaz era una de las 16 ''Repúblicas independientes'' que, a su juicio, existían en el país.

La 'Operación contra las Repúblicas independientes', desplegada durante el gobierno de Guillermo León Valencia (1962-1966), y entre las que se incluía Sumapaz y llamadas así por el entonces Senador Álvaro Gómez Hurtado, por su oposición a la política excluyente del Frente Nacional, se inscribe dentro de la campaña de aniquilamiento contra las zonas que presentaban un alto grado de organización campesina y que habían consolidado fuertes núcleos de autodefensa30.

Este ambiente de persecución e impunidad, no logró desestimular la organización agraria, ni llevarla a la lucha armada. Al contrario, por medio de la estrategia de resistencia civil, se fortaleció; cimentó las bases de una convivencia pacífica y venció la apatía política entre los habitantes de la región.

 

3. Los agrarios y la resistencia civil

Aunque hay autores que al referirse a los orígenes de la resistencia civil la catalogan como un patrimonio europeo asociado a su tradición de desobediencia y rebelión31, numerosas experiencias muestran que pueblos de otras geografías también han recurrido a esta estrategia. Ello unido a la diversidad de sus métodos de acción, objetivos, carácter de sus protagonistas, cobertura territorial y otras circunstancias específicas en que se ha desarrollado cada experiencia32, hacen más complejos y difíciles su caracterización y tratamiento teórico, puesto que cada una se estructura en respuesta a contextos concretos. Sin embargo, sus diferentes acepciones coinciden en definir la resistencia civil como una estrategia de acción colectiva33 empleada generalmente por sectores oprimidos que recurren a formas de presión, resistencia o desobediencia, ante una situación de vulneración de sus derechos u otras injusticias o inequidades.

Si bien el debate teórico sobre la resistencia civil es un fenómeno reciente en Colombia34, ella ha sido empleada en diversos momentos de la historia nacional como instrumento de lucha de grupos poblacionales por el reconocimiento de sus derechos sociales, políticos, económicos, religiosos, culturales, de género u otros. En esta trayectoria se inscribe la estrategia adoptada por el movimiento agrario de Sumapaz y Oriente del Tolima durante los años del Frente Nacional, inspirada además en el planteamiento marxista de la lucha de clases y que, siguiendo las directrices trazadas por el Partido Comunista Colombiano acerca de la combinación de todas las formas de lucha, optó por la acción pacífica, considerando las condiciones concretas del momento.

Pese al carácter excluyente del Frente Nacional y a su prevención hacia el campesinado de Sumapaz y Oriente del Tolima, el movimiento agrario de estas provincias no escatimó esfuerzos por mantenerse abierto al diálogo con representantes del gobierno y opositores a su movimiento; no se limitó a una sola forma de acción, sino que conjugó numerosos elementos, enriqueciendo de manera creativa la participación ciudadana por la construcción de la paz y los derechos de sus habitantes.

Esta estrategia exigía un gran trabajo por parte de la organización agraria: politizar la población para mantenerla aglutinada y leal al movimiento campesino; acentuar la vigilancia de todos los pobladores en la región con el objetivo de impedir el ingreso de provocadores y sicarios; adelantar campañas de denuncia de cualquier acto de agresión contra los moradores de la comarca; estimular la convivencia social con miembros de otros partidos; movilizar frecuentemente comisiones de campesinos a la capital de la República para exponer sus demandas; buscar acercamientos con las autoridades nacionales; extender invitaciones a funcionarios del Estado, políticos distinguidos, sacerdotes y letrados para que visitaran la región y constataran que los campesinos eran gente de paz y dedicada al trabajo; participar en los debates electorales con el fin de conquistar nuevos escenarios desde donde pugnar por obras en beneficio de la comunidad y contar con una tribuna para denunciar cualquier arbitrariedad; orientar a los campesinos para que apoyaran y participaran en la ejecución de proyectos gubernamentales que significaran progreso y bienestar para la comunidad.

Con el propósito de llegar a acercamientos con el primer presidente del Frente Nacional, el Comité Pro-Paz, Protección, Defensa y Rehabilitación Campesinos del Oriente del Tolima y Provincia de Sumapaz, el 8 de agosto de 1958, escribió una carta a Alberto Lleras, donde lo felicitaba por su triunfo, lo ponía al corriente sobre las condiciones de violencia que debía enfrentar y hacía explícita la intención de los campesinos de colaborar con su gobierno:

Somos todos gentes pacíficas que condenamos enfáticamente la violencia, rechazamos el bandolerismo y estamos listos para prestarle nuestra amplia y patriótica colaboración en la tarea por un justo plan de ayuda concreta y rehabilitación económica para todos los campesinos perseguidos por la violencia y arrojados de sus propiedades; [...] solicitamos su valiosísima intervención favorable y pronta [solución] de estos delicados problemas35.

En esta carta, como en otras similares, los agrarios i) se situaban en el debate del momento sobre la rehabilitación económica del país, ii) reconocían la autoridad del gobierno, y iii) planteaban una propuesta de lo que para ellos significaba una Reforma Agraria democrática. Estas denuncias y el llamado a diversas instancias a intervenir para que cesara la violencia, no fueron escuchadas, por lo cual el movimiento agrario adoptó la consigna de resistencia civil con el objetivo de presionar y alcanzar soluciones mediante la acción colectiva de todos los miembros de su organización.

Consecuentes con su estrategia, y siguiendo la política de alianzas propuesta por el Partido Comunista Colombiano, Juan de la Cruz Varela y otros líderes agrarios de Sumapaz y Oriente del Tolima, en 1958, decidieron participar en las elecciones para los cuerpos colegiados en las listas liberales. Juan de la Cruz, fue elegido Diputado a la Asamblea de Cundinamarca, al tiempo que otros agrarios accedieron a curules en los concejos municipales de las provincias. Los resultados de estas elecciones evidenciaron la pérdida de electorado de los partidos tradicionales frente al movimiento agrario.

Los poderes locales mostraron estos resultados como un desafío del campesinado al sistema del Frente Nacional y alertaron al gobierno central sobre el avance del comunismo en la región. Esta lectura de la situación, sumada al desinterés e indiferencia del gobierno central, favoreció la impunidad y justificó la ''limpieza'' social contra miembros del movimiento:

[...] se argumentaba que los agrarios estaban contaminados de comunismo, es decir, estaban 'sucios' y ellos, 'los limpios', estaban en el deber de limpiar la región de comunistas [...] Esta vez no se recurrió a la acción directa de la fuerza pública contra la región, sino al asesinato selectivo de excombatientes y líderes agrarios, llevados a cabo por personas al servicio de la alianza antiagrarista 36.

No obstante, la persecución de que eran víctimas, los agrarios obtuvieron representación en los consejos de varios municipios como Icononzo, Villarrica, Pandi, Fusagasugá, Pasca, San Bernardo, Venencia, Cabrera y Silvania. Juan de la Cruz Varela fue elegido Diputado a la Asamblea de Cundinamarca por el Movimiento Agrario y, en 1960, en alianza con el MRL, conquistó una curul en la Cámara de Representantes, en calidad de suplente de Alfonso López Michelsen37. La participación electoral benefició al Movimiento Agrario porque le dio la oportunidad de dar a conocer sus programas de acción y porque el desempeño de quienes resultaron elegidos, elevó el prestigio de la organización.

Así, en momentos en que la Reforma Agraria y la estrategia de ''Seguridad Interna'' dejaban sin solución los problemas de la paz y de la redistribución de la tierra y en el país surgían nuevas agrupaciones guerrilleras como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y El Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Movimiento Agrario de Sumapaz y Oriente del Tolima, sin perder de vista sus principios revolucionarios, optó por la lucha legal. Ello se explica, en parte, porque el campesinado de la región se hallaba cansado y arruinado por la guerra, que por más de cinco años había sostenido y, en parte, porque estaban convencidos de que el momento supremo de la revolución aún no se vislumbraba:

El proyecto político y el carácter defensivo de la organización agraria de Sumapaz y Oriente del Tolima, tuvieron gran importancia para la defensa de la paz en las décadas de 1970 y 1980. Si bien se trataba de una organización auténticamente revolucionaria que estaba convencida de la necesidad de derribar el sistema imperante, al cual consideraban injusto [...] su finalidad específica e inmediata fue la de defender la vida y la tierra de sus integrantes. La revolución era vista por ellos como tarea de varias generaciones y de todo un pueblo. Consideraron indispensable su participación en esa labor, pero no pretendieron liderarla. Al respecto decía Juan de la Cruz Varela: estoy seguro que yo no veré la revolución y es posible que mis hijos tampoco, sin embargo yo lucho por ella38.

En su lugar, los líderes agrarios fortalecieron la organización y participaron activamente en el manejo de los asuntos públicos, ganando el concurso de liberales y conservadores para sacar adelante proyectos de interés común. Refiriéndose a los resultados de la estrategia de resistencia civil, Pedro Riveros explica:

Juan de la Cruz [...] reunió todas sus comunidades, las orientó de no permitir ninguna provocación por parte del gobierno, no disparar un solo tiro contra nadie, contra ningún miembro de la fuerza pública y por el contrario hacer una gran movilización de masas campesinas, la que se cumplió cabalmente de acuerdo a esa orientación que se dio [...] para denunciar la agresión militar que se desataba contra el Sumapaz a través de la ''operación estrella''. Y eso dio resultados muy positivos porque se derrotó militarmente al Estado con una gran acción política39.

Años después del fin del Frente Nacional, la población de la región seguía siendo estigmatizada por su tradición agrarista y asociada con los movimientos armados, en particular con las FARC. A tales señalamientos la comunidad campesina respondía:

[...] declaramos que por las emisoras Radio súper, Caracol y Radio Melodía, y los diarios El Tiempo, El Espectador y El Siglo se ha difundido la falsa y mal intencionada propaganda que en los municipios de Fusagasugá, Pasca, San Bernardo, Pandi, Venecia, Cabrera y al Alto de Sumapaz, dizque andan patrullas de guerrilleros de las FARC intimidando a los moradores para que voten por el comunismo o sea por las listas del FRENTE DEMOCRÁTICO40, lo que es absolutamente falso de toda falsedad, con el criminal propósito de conseguir la militarización, no hay tales patrullas, como pueden informar las mismas autoridades de los mencionados municipios, propaganda que sólo tienen el objeto de torpedear el libre proceso electoral sembrando el terror para impedir que los electores lleguen confiadamente a depositar su voto41.

No obstante la denuncia hecha en la anterior declaración, es evidente que los esfuerzos del Movimiento Agrario de Sumapaz y Oriente del Tolima por salvaguardar la paz y el progreso de la región produjeron efectos positivos, como se infiere del testimonio de la docente del municipio de Cabrera, Doris Fernández:

Si a ellos como comunistas los invitaban a la misa de la vereda, la organizaban lo mejor posible, colaboraban con el sacerdote, iban a él, acompañaban a sus muertos, a los muertos de sus familias, iban a su funeral en la iglesia, asistían a la misa. Ellos eran unas personas buenas, correctas respetuosas de la ideología del otro. [...] a mí como católica [...] me respetaban. Me respetaron mi ideología, me respetaron mi creencia. Me respetaron mi vida familiar, todo absolutamente me lo respetaron.

Empezó a forjarse la paz y es así que Cabrera vivió un periodo de paz mientras ellos estuvieron. Más o menos unos treinta años. Yo tengo las fotos, donde los niños bailaban en la plaza, donde hacían cabalgatas, donde nosotros trabajamos como docentes. Fue la época de oro de Cabrera. Mire la educación surgió, surgió la vivienda, surgió este barrio que está aquí a continuación que se llama Simón Bolívar, surgió el trabajo, mire todo el mundo trabajaba y todo el mundo empezó a forjar sus fincas y pudimos sacar los hijos a estudiar y pudimos vivir y pudieron cultivar, cuidar la ganadería, la agricultura. Podemos decir que en Cabrera surgió la agricultura y teníamos dinero42.

Una apreciación similar expresa el dirigente agrario de Sumapaz Pablo Antonio Romero:

[...] nosotros hemos sido muy respetuosos y de igual manera la gente también nos ha respetado. Nosotros hemos hecho amistad con los que dicen ser liberales, que a veces no saben por qué y con los conservadores lo mismo. [...] los liberales y los comunistas nos reunimos y duramos tres días en fiestas y no hubo un solo problema, para nada, y ahí comenzó una nueva etapa, digo yo, en la relación, en la convivencia, el respeto entre liberales y conservadores43.

El relato de esta experiencia permite concluir que la estrategia de resistencia civil adoptada por los agrarios liderados por Varela les permitió: i) diferenciar entre sus posibilidades reales inmediatas y sus anhelos a largo plazo. Así se trazaron como meta inmediata promover la paz y el bienestar colectivo mediante la participación política sin renunciar a lo que consideraban sus principios revolucionarios, ii) ejercer el poder desde abajo y a diferencia de lo que ocurría en otras regiones desafiaron la apatía y la violencia mediante la articulación de acciones como la denuncia, la socialización política y la gestión de proyectos para la comarca, iii) optar por la legalidad política, pese a que en otros lugares del país se imponía el enfrentamiento armado. Los agrarios de Sumapaz y Oriente del Tolima establecieron relaciones cordiales y de co-gobierno con actores de todas las filiaciones políticas, como alternativa a las condiciones excluyentes del Frente Nacional, iv) consiguieron el apoyo de representantes del gobierno y de diferentes personalidades (sacerdotes, militares, escritores, periodistas, entre otros) para que fueran escuchadas sus demandas (vida, trabajo, tierra, educación, salud, vías, libertades, entre otras) y denuncias, gracias al reconocimiento de la justeza de las mismas. En este sentido, los agrarios de Sumapaz y Oriente del Tolima se constituyeron en un capital social para el país, por la manera como respondieron ante la coyuntura que les impuso el Frente Nacional.

Las actividades que los agrarios desarrollaron desde las instancias del poder local y desde su propia organización, pueden considerarse como un antecedente importante de las experiencias de resistencia civil que vendrían a desencadenarse en el país a partir de la década de 1980. Con ellas evitaron la violencia armada y la polarización política en su territorio; se consolidaron como sujeto social y político en su región; lograron construir un clima de paz y convivencia ciudadana; adelantaron obras sociales y de infraestructura, logros que por sí mismos hablan del potencial de la resistencia civil como estrategia de acción colectiva en favor de la consolidación de la democracia.

La experiencia aquí relatada, deja para trabajos futuros: i) la manera como se fortaleció la organización agraria, en particular, su identidad como grupo social, ii) un análisis de su estrategia para obtener recursos del presupuesto público y, iii) la realización de estudios comparativos con otras organizaciones agrarias y experiencias de resistencia civil. Finalmente, queda abierto el debate sobre la estigmatización de los partidos de izquierda, al asociar la oposición con la lucha armada. Pues la resistencia civil, constituye una experiencia original de oposición política legal y legítima.

 

Bibliografía

Documentos

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37. Varela, Laura y Deyanira Duque. ''Entrevista a Pablo Romero''. Bogotá, 2008.         [ Links ]

 

Notas al pie

1. Laura Varela y Deyanira Duque, Juan de la Cruz Varela, entre la historia y la memoria (Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, 2010).

2. En su etimología, el término estrategia (stratos: ejército y agein: conducir, guiar) se refiere al arte de la guerra. En esta acepción se inscriben los escritos atribuidos al sabio chino Sun Tzu (aprox. 500 A.C) y del militar e historiador Carl Von Clausewitz (1780-1831). Desde la teoría marxista, la estrategia consiste en determinar la dirección del golpe principal del proletariado. José Stalin, Fundamentos del leninismo. Conferencias pronunciadas en la Universidad Sverdlov, 1924, cap VII. http://www.eroj.org/biblio/stalin/fundleni/fundleni.htm. Esta diversidad de acepciones comprende: lectura del entorno, formulación de metas concretas, diseño de la forma y los medios para alcanzarlas, maximización de los recursos e inserción en el entorno.

3. John Martz, ''La política colombiana contemporánea. La lucha por la democratización'', en La economía colombiana. Temas de comercio y desarrollo, Banco de la República (Bogotá: Colección bibliográfica Banco de la República, 1995), 60.

4. Gabriel Silva, ''El origen del Frente Nacional y el gobierno de la Junta Militar'', en Nueva Historia de Colombia, t. II, ed. Álvaro Tirado (Bogotá: Planeta, 1989), 188.

5. Comisión Seccional de Rehabilitación de Cundinamarca, ''Informe a José Gómez Pinzón, Consejero de la Presidencia'' (Bogotá, 1959). Archivo General de la Nación (AGN) Sección Ministerio de Gobierno, caja 7, carpeta 44, f. 4.

6. El Plan Lazo, formulado por el general Alberto Ruiz Novoa y adoptado oficialmente por las Fuerzas Armadas el 1º de julio de 1962, fue la adaptación de la ''Doctrina de Seguridad Interna'' a las condiciones específicas de Colombia.

7. Germán Guzmán et al., La violencia en Colombia, t. II (Bogotá: Taurus, 2005), 301.

8. Germán Guzmán et al., La violencia en Colombia, 12-13.

9. Lauchlin Currie, Ensayos sobre Planeación. Introducción a una Teoría de Desarrollo conocida como Operación Colombia (Bogotá: Tercer Mundo, 2a ed., 1965).

10. Para entonces, la gran masa del campesinado colombiano estaba conformada por arrendatarios, aparceros y jornaleros que trabajaban sin contratos y sin seguridad laboral o social.

11. Álvaro Tirado, Introducción a la historia económica de Colombia (Medellín: Editorial La Carreta, 1974), 242.

12. Álvaro Tirado, Introducción a la historia, 237.

13. Erasmo Valencia fue un reconocido periodista de tendencia de izquierda, fundador del PAN (Partido Agrario Nacional). Participó en varias contiendas contra latifundios y organizó el movimiento agrario del Alto Sumapaz; junto con Juan de la Cruz Varela dirigió a los agrarios del Oriente del Tolima.

14. Erasmo Valencia, ''Paremos el reto'', Claridad No. 30 (1937): 1.

15. Mario Arrubla, La agricultura colombiana en el siglo XX (Bogotá: Colcultura, 1976), 105.

16. Juan de la Cruz Varela, ''Carta a Álvaro Copete Lizarralde'', AGN, Sección Ministerio de Gobierno, 1958, caja 3, carpeta 26, ff. 9-11.

17. Sindicato Agrícola del Corregimiento de Nazareth, ''Memorial a los ministros de Gobierno y Justicia. San Juan de Sumapaz, 1962'', AGN, Sección Ministerio de Gobierno, caja 26, carpeta 230, ff. 120-121.

18. Comisión Seccional, ''Informe a José Gómez Pinzón'', AGN, Sección Ministerio de Gobierno, 1959, caja 7, carpeta 44, ff. 2, 3, 8, 12, 44 y 84. El subrayado es nuestro.

19. ''Acta de reunión de la Comisión Bipartidista de la Cámara'' (Bogotá, 1959), AGN, Sección Ministerio de Gobierno, caja 7, carpeta 52, 11 ff.

20. Marcos Jiménez (alias Resortes) dirigió en 1953 el frente guerrillero de Villarrica y posteriormente comandó el grupo de los ''limpios'' que operó en este mismo municipio, persiguiendo a los integrantes del movimiento agrario.

21. José Jairo González, El estigma de las repúblicas independientes: 1955-1965 (Bogotá: Cinep, 1992), 108-109.

22. Nombre dado en la época a los telegramas.

23. Antonio Vargas, ''Marconigrama dirigido al Ministerio de Gobierno'' (Pandi, 1962), AGN, Sección Ministerio de Gobierno, caja 26, carpeta 230, f. 217.

24. ''Informe de problemas internos que obstaculizan la labor social interna de Pasca'' (Pasca, 1962), AGN, Sección Ministerio de, Interior, caja 26, carpeta 230, ff. 199-201.

25. A raíz del conflicto generado a propósito de la publicación del Tomo I de La Violencia en Colombia en junio de 1962, el entonces Ministro de Guerra, Alberto Ruiz Novoa, ''declaró ante la Cámara: Todos sabemos que no fueron las Fuerzas Armadas, las que dijeron a los campesinos que asesinaran a los hombres, a las mujeres y a los niños para acabar hasta con la semilla de sus adversarios políticos, sino los representantes y los senadores, los políticos colombianos''. Germán Guzmán et al., La violencia en Colombia, 26.

26. Así se denominaba entonces a los miembros del movimiento agrario y a los militantes comunistas, por considerarse que estaban contaminados con ideas subversivas.

27. Pedro Pablo Riveros. Dirigente agrario de Sumapaz, fue concejal de Cabrera por 16 años consecutivos y alcalde de este mismo municipio. Desde muy joven hizo parte del equipo de trabajo de Juan de la Cruz Varela en calidad de miembro del comité regional del Partido Comunista Colombiano de Sumapaz.

28. Laura Varela, ''Entrevista a Pedro Riveros'' (Bogotá, 2009).

29. Pedro Arias, ''Informes al Ministro de Gobierno'' (Bogotá, 1962), AGN, Sección Ministerio del Interior, caja 26, carpeta 256, ff. 39-43.

30. José Jairo González, El estigma de las repúblicas, 107.

31. Michael Randle, Resistencia civil: la ciudadanía ante las arbitrariedades de los gobiernos (Barcelona: Paidós, 1998), 37.

32. Marcela Salazar, Horizontes de la resistencia civil en Colombia: confluencias y expresiones de participación ciudadana no violenta para el cambio social y la vigencia de los derechos humanos. http://es.scribd.com/doc/54699632/5/Horizontes-de-resietencia-civl-encolombia.

33. Michael Randle, Resistencia civil, 25.

34. Esperanza Hernández, Resistencia civil: artesana de Paz. Experiencias indígenas, afrodescendientes y campesinas (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2004), Jaime Nieto, ''Guerra, neoliberalismo y resistencia civil en Colombia'', http://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/Guerra%20y%20resistencia% 20civil%20en%20Colombia.pdf

35. Comité Pro-Paz, Protección, Defensa y Rehabilitación Campesinos del Oriente del Tolima y Provincia de Sumapaz, ''Carta a Lleras Camargo'' (Sumapaz, 1958), AGN, Sección Presidencia, caja 111, carpeta 72, f. 1. El subrayado es nuestro.

36. Laura Varela y Yuri Romero, Surcando amaneceres, 268.

37. En esta alianza ambas partes salieron beneficiadas. López obtuvo el apoyo del campesinado de esta vasta región y los agrarios conquistaron un nuevo escenario político donde hacer sus denuncias y formular sus peticiones.

38. Laura Varela y Yuri Romero, Surcando amaneceres, 283.

39. Laura Varela, ''Entrevista a Pedro Riveros''. El subrayado es nuestro.

40. En 1952 el Partido Comunista había planteado la estructuración de un Frente Democrático como expresión de su política de alianzas.

41. Sindicato de trabajadores agrícolas de Sumapaz, ''Carta al Gobernador de Cundinamarca'' (1984), Archivo personal de Juan de la Cruz.

42. Laura Varela y Deyanira Duque, ''Entrevista a Doris Fernández'' (Cabrera, 2008).

43. Laura Varela y Deyanira Duque, ''Entrevista a Pablo Romero'' (Bogotá, 2008).