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Historia y Sociedad

versão impressa ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.23 Medellín jul./dez. 2012

 

RESEÑA

 

Michelle Perrot, Mi historia de las mujeres (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica), 2009, 248 p.

 

 

Natalia María Gutiérrez Urquijo*

* Historiadora de la Universidad de Antioquia

Estudiante de la Maestría en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín

Dirección de contacto: nmgutierrezu@unal.edu.co

 


 

 

Michelle Perrot, influenciada fuertemente por los movimientos feministas y por la reivindicación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social, ha dedicado varios años de su investigación e interés académico en comprender cuál ha sido el lugar y el papel de las mujeres en la historia1. Sus reflexiones le han permitido considerar que lo que empezó como la historia de las mujeres, dirigida principalmente al estudio del cuerpo y de la vida privada, se ha nutrido en los últimos años de interpretaciones sobre las múltiples interacciones entre los hombres y las mujeres en los diversos escenarios públicos y privados, y se ha convertido en una historia del género.

El interés que ha tenido Perrot por temas orientados a la historia de las mujeres la ha especializado en esta temática, al punto de haber podido ofrecer en el año 2005 veinticinco emisiones de la serie radiofónica Histoire des femmes difundidas por France Culture, las cuales fueron organizadas a modo de texto y reunidas para la publicación del libro titulado Mi historia de las mujeres, la primera edición fue en francés en el 2006 y en español fue publicado en el 2008. En este texto | | por ser una compilación de las emisiones dirigidas a todo tipo de público| | la autora abordó varias temáticas y temporalidades referidas a la historia de la mujer en Francia y en occidente contemporáneo, sin detenerse al análisis de una problemática particular, con el fin de mostrar de una manera accesible, las interpretaciones, preguntas, perspectivas y fuentes que se han sido constantes y útiles cuando la mujer es el objeto de estudio del historiador.

Perrot dividió el libro en cinco capítulos, cada uno de los cuales aborda cuestiones que permiten conocer y entender, desde varias perspectivas de análisis, temas de interés para la comprensión de las mujeres en la historia. La historiadora comienza su libro de una forma que es clave para darle sentido y explicación al interés por este tipo de historia, el capítulo lleva por nombre ''Escribir la historia de las mujeres''. Las reflexiones a las que ha dado lugar las investigaciones realizadas por Perrot, permitieron que ella configurara una serie de preguntas y pudieran hacer un balance sobre la importancia de esta línea de estudios para una comprensión más amplia de lo que significa estudiar y escribir historia. Según Michelle Perrot, para los estudios históricos fue trascendental que a partir del movimiento de las mujeres, no sólo los investigadores se preguntaran por lo social o lo económico, sino que se disipara el silencio que se les había atribuido a las mujeres en estos estudios para hacer nuevas preguntas y sugerir diferentes interpretaciones. Así, la historia de las mujeres, que empezó por una historia del cuerpo y de los roles privados, cambió para ampliar su perspectiva a las mujeres en el espacio público de la ciudad, en el trabajo, en la política, en la guerra, en la creación. Una historia que muestra a las mujeres activas y las relaciones entre los sexos, y que amplía las perspectivas espaciales, religiosas y culturales.

El silencio de las mujeres en la historia tiene algunas razones: la invisibilidad por estar durante mucho tiempo por fuera del espacio público y ser silenciadas en las sociedades, el silencio de la historia de las mujeres las cuales dejan pocas huellas directas, escritas o materiales y el silencio del relato de la historia, visión influenciada por la representación de los roles que debe desempeñar cada sexo. Pero, aunque hacen falta fuentes directas, Perrot señala que pululan los discursos sobre lo que deberían ser o sobre lo que son las mujeres. Ante esta situación, la pregunta que se hace la autora es ¿cómo perforar el silencio, los estereotipos que las envuelven? La respuesta que nos brinda es de tipo metodológico al sugerir al lector el uso de los archivos policiales y judiciales, pues ''los interrogatorios, las investigaciones de las instrucción, los testimonios permiten en cierta medida acercarse a las mujeres de las clases populares en sus realidades cotidianas''2. Además, propone remitirse a los archivos privados, la correspondencia especialmente, para observar el lugar que ocupaban las mujeres en la familia, y también buscarlas en los impresos y en las bibliotecas, revisar lo que ellas escribían, por ejemplo, la prensa femenina por ser un punto de encuentro de imágenes y conductas.

El objetivo del segundo capítulo titulado ''El cuerpo'' es mostrar la mujer en relación a la sexualidad, sexualidad explicada no como un hecho natural sino como una construcción cultural. El dominio del cuerpo de la mujer se sitúa en lo que es reconocido como representativo de la feminidad y fue visto hasta el siglo XIX como un error de la naturaleza, como inferior por su genitalidad3. La sexualidad femenina ha sido vigilada y controlada, así por ejemplo la virginidad fue el principal valor de una mujer soltera, y la sexualidad solo era permitida mediante el vínculo matrimonial4. Esto se debió al elevado valor que le fue dado a la función materna como pilar de la sociedad, que debía ser legitimada por el matrimonio para evitar las distintas opciones de control de los nacimientos como los infanticidios y los abortos, consideradas prácticas que iban en contra del ideal femenino. Los obstáculos a un control de la natalidad en el siglo XIX y principios del XX venían de la Iglesia y del Estado, pues los Estados nación tienen una política demográfica natalista, que evolucionó con la aparición de la ginecología y la obstetricia, y luego de la pediatría y de la puericultura. La medicalización de la maternidad y de la primera infancia se convirtió así en un compromiso nacional. El cuerpo femenino entonces ha sido dominado y apropiado, por ejemplo, por medio de la violación, de las mujeres que son golpeadas en el matrimonio, de la prostitución como forma de sobreexplotación del cuerpo y del sexo y motivo aún actualmente de constante discusión.

En el capítulo titulado ''El alma'' Perrot hace referencia a la participación de las mujeres en la religión, la cultura, la educación, el acceso al conocimiento, la creación. Comenta que las relaciones entre las mujeres y la religión han sido ambivalentes, pues son al mismo tiempo poder sobre las mujeres y poder de las mujeres, pues desde la religión se han reforzado imágenes de orden patriarcal de la familia, se ha excluido a la mujer en el ejercicio del culto de las religiones, pero algunas mujeres también se han expresado en la religión, ya sea en su seno o en sus márgenes. Otro punto a destacar es el acceso al saber. Este estuvo prohibido por considerársele contrario a la feminidad, que las mujeres sólo debían aprender de sus madres. Pero con la actuación de las mujeres y los cambios contemporáneos | | escolarización de las niñas en Europa a finales del siglo XIX y la entrada de las mujeres a la Universidad a mediados del siglo XX| | las mujeres conquistaron diversos espacios relacionados con el mercado de trabajo calificado, el arte, la escritura, el escenario.

El siguiente capítulo es ''El trabajo de las mujeres'', en el cual Perrot hace énfasis en las campesinas, el trabajo doméstico (descrito en tres figuras, la ama de casa, la dueña de casa y la criada) y las obreras. Apunta que las campesinas son las mujeres más silenciosas, pues, atadas a sus trabajos rurales, son pocos los testimonios explícitos que dejan, pero ellas tienen la tarea especial de transmitir las tradiciones y la memoria familiar. Los oficios mencionados son aquellos a los cuales comúnmente las mujeres han estado vinculadas, pero a partir de mediados del siglo XX aparecen nuevos oficios ligados al comercio, a la enseñanza y a la medicina, puestos en los cuales ellas siguen siendo vigiladas y dirigidas por los hombres que están en puestos superiores.

El último capítulo titulado ''Mujeres en la polis'' está enfocado a la acción colectiva, especialmente en el feminismo. Para las mujeres no ha sido fácil actuar en el espacio público, en la política, ellas habían sido confinadas al espacio privado y además, su sola presencia en las calles, era considerada como subversiva como violencia. Pero el feminismo, aquellas mujeres que se pronuncian por la igualdad de los sexos, implica su participación, a través de un movimiento, en la escena pública, convirtiéndose en agentes de igualdad y libertad.

Para finalizar, Michelle Perrot hace un balance sobre los logros, las dificultades y los límites de lo expuesto en el libro, concluyendo que la historia de las mujeres constituyó una forma de toma de conciencia de identidad, un intento de memoria de los acontecimientos, y señala que a pesar de todo lo que se ha adelantado en este sentido, falta mucho por decir, por investigar. Desde mi punto de vista, el aporte más significativo que deja Perrot con este texto es la capacidad que debe tener el historiador de encontrar las voces de las mujeres, muchas veces silenciadas o escondidas, en las múltiples fuentes a las que se puede acercar un investigador. Según la pregunta de investigación, se abre un abanico de opciones que no se deben descuidar sino más bien aprovechar para encontrar esos rastros, esas huellas que han dejado las mujeres (consciente o inconscientemente) a través del tiempo y poder establecer relaciones con problemáticas sociales, políticas, económicas y culturales.

 

Notas al pie

1. Michelle Perrot es Doctora en Historia por la Sorbona y Profesora Emérita de la Universidad París VII-Denis Diderot.

2. Michelle Perrot, Mi historia de las mujeres (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica), 2009, 34.

3. La apariencia del cabello por ejemplo, hace que la figura de la mujer sea evocada en el sentido de la sensualidad y de su belleza, y ha sugerido fuertemente la proximidad respecto de la naturaleza, la animalidad, el sexo y el pecado Michelle Perrot, Mi historia de las mujeres, 62-79.

4. En las edades de la vida de una mujer, la infancia es relativamente asexuada, la niña es vigilada y se le educa para su futuro de madre, la muchacha aunque es más visible, su condición la lleva al silencio por el pudor y la vergüenza (temas que solamente empiezan a ser hablados a partir de 1970), pues debe guardar la virginidad, es una obsesión familiar y social. La casada está obligada al ''deber conyugal'', a su función de madre. La soltería es una decisión difícil y pone en otra categoría a las mujeres. La viudez es el período más ambivalente pues para algunas marca una época de poder y otras son marginadas y se convierten en inútiles, y la anciana es abandonada. Michelle Perrot, Mi historia de las mujeres, 51-62. La sexualidad era poco conocida y oscilaba entre dos polos contrarios: la avidez y la frigidez. Deseo, placer, lesbianismo son temas de los que poco se habla en el siglo XIX, pero el siglo XX autoriza los descubrimientos sexuales. Michelle Perrot, Mi historia de las mujeres, 84.