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Historia y Sociedad

Print version ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.23 Medellín July/Dec. 2012

 

RESEÑA

 

Gloria Espigado, Isabel Castells y María Cruz Romeo (coord.), Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808 (Madrid: Cátedra, 2009), 482 p.

 

 

Paula Andrea Giraldo Restrepo*

*Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín

Máster en Estudios Hispánicos de la Universidad de Cádiz

Dirección de contacto: paulagiraldorestrepo@gmail.com

 


 

 

Con el propósito de indagar sobre las modalidades de participación y los significados y leyendas que, en torno a las mujeres españolas y portuguesas, se elaboraron durante y después de la guerra de independencia y con el objeto de contribuir a un mejor conocimiento de lo sucedido durante esta etapa de la historia de España y Portugal, pues como lo exponen las coordinadoras en el primer capítulo: ''no ha habido ningún otro período de la historia contemporánea de Portugal tan estrechamente imbricando con la historia de España. Más aún, la 'guerra de España', según la denominación francesa, no se entiende sin la de Portugal''1, en 2009, se publicó en España, la obra colectiva Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, bajo la coordinación de las profesoras e investigadoras, Gloria Espigado, Isabel Castells y María Cruz Romeo.

Esta obra la componen quince estudios, divididos en dos partes: ''Heroínas'' y ''Patriotas'', el primero nos relata las experiencias de las mujeres en el campo de batalla y el segundo las acciones femeninas en el campo asociativo y en las letras. Se incluyen también semblanzas de patriotas y afrancesadas, relatos y memorias históricas de gestas de resistencia contra los franceses protagonizadas por mujeres; la síntesis biográfica de noventa mujeres de la época, entre las que se encuentran reinas, condesas, duquesas, marquesas, escritoras, heroínas y patriotas y una abundante iconografía femenina de la época.

El primer capítulo, titulado ''Heroínas para la patria, madres para la nación: mujeres en pie de guerra'', corresponde a un estudio general sobre la temática de los catorce capítulos restantes. Las autoras plantean que los diversos artículos del libro no sólo recogen los hechos de las llamadas heroínas o patriotas sino que también se ocupan de indagar sobre otros modelos femeninos menos destacados, incluso ignorados hasta el momento por la historiografía, como son las mujeres que manifestaron su opinión sobre los acontecimientos a través de la escritura y también aquellas que hicieron su contribución a la guerra a través de la práctica de la beneficencia. Este capítulo también presenta un análisis comparativo de la invasión napoleónica en Portugal y España; las motivaciones que llevaron a las mujeres a participar en la guerra: la defensa de la familia, la religión, la monarquía y la patria. Y por último, se plantea la efectividad de la participación de las mujeres en la guerra desde el punto de vista militar, del ordenamiento de los sexos y desde lo simbólico.

En el apartado de las ''Heroínas'' se incluyen trabajos sobre María Bellido, Agustina Aragón, Manuela Malasaña, María García ''La Tinajera'', las amazonas gallegas y las mujeres de la Compañía de Santa Bárbara.

Francisco Acosta Ramírez en ''Mujeres en la campaña de Andalucía: María Bellido y la batalla de Bailén'', analiza el papel de las mujeres en las acciones de guerra de la campaña de Andalucía y la irrupción de las aguadoras bailenenses en el mismo campo de batalla durante el combate del 19 de julio 18082. Suceso del que según el autor, se ha ocupado poco la historiografía, la literatura y la tradición popular local desde dos perspectivas. En primer lugar, como expresión de la participación popular en la guerra de independencia y en segundo lugar, a través de la leyenda que se ha tejido en torno a ''la figura de María Bellido, la única de las heroínas que ha sobrevivido con nombre propio, ha merecido la atención de algunas pesquisas historiográficas en orden a esclarecer la existencia misma del personaje y su vinculación con los hechos''3.

Por otra parte, el estudio ''Las mujeres en la guerra de independencia en Galicia. Una historia de omisión y anonimato'', escrito por María Jesús Baz Vicente, se divide en dos partes. En la primera, la autora muestra cómo las mujeres en Galicia no fueron víctimas pasivas que padecieron en silencio sino que por el contrario, fueron sujetos activos en la contienda bélica. La segunda parte, se dedica a mostrar hasta qué punto la participación femenina ha sido minimizada e ignorada por la historiografía oficial y cómo las acciones femeninas no han trascendido de la esfera doméstica o como lo plantea la autora ha sido una ''historia del silencio o la domesticación del discurso''.

En este colectivo también participa la investigadora Elena Fernández García, con un estudio dedicado a ''Las mujeres en los sitios de Girona: la 'Compañía de Santa Bárbara''', en el que presenta los antecedentes de los sitios de Girona, es decir, los tres asedios que sufrió la ciudad de Girona entre 1808 y 1809, y nos ilustra detalladamente, desde su fundación hasta el final de la guerra, las acciones de la Compañía de Santa Bárbara, una asociación exclusivamente femenina, creada con el apoyo de los organismos oficiales, mediante decreto publicado el 28 de junio de 1809, con el objeto de socorrer a los heridos y suministrar alimentos y municiones a las soldados. Terminada la guerra, varias de las mujeres que estuvieron vinculadas a la asociación fueron condecoradas y a otras se les asignó una pensión.

Por su parte, Marta García Carrión y Enric Ucelay-Da Cal, se ocupan de analizar el mito de Agustina Aragón, la heroína por antonomasia. García Carrión, en su texto '''¿Por qué me habéis hecho soldado, sino podía dejar de ser mujer?'. El mito de Agustina Aragón en su primera recreación cinematográfica'', expone en primera instancia, el proceso que convirtió a Agustina Zaragoza y Doménech (1786-1855) en un mito, en ''la heroína que contuvo el asalto francés al Portillo al frente de un cañón durante el primer sitio de Zaragoza''4 y muestra cómo la pintura, las artes escénicas, la literatura y la historiografía del siglo XIX se ocuparon de mostrarla y representarla como heroína. En segundo lugar, la autora hace referencia a las dos producciones cinematográficas que se han ocupado de la figura de Agustina, una en 1929 y otra en 1950, dirigida por Juan de Orduña e interpretada por Aurora Bautista, ésta última es quizás la más conocida. Sin embargo, el estudio se centra en el análisis exhaustivo de la primera, producida en 1929 por Florián Rey, durante la dictadura de Primo de Rivera cuando surge un marcado interés por la producción del cine histórico para recrear figuras y acontecimientos del pasado español con el fin de construir un cine nacional para España.

A partir de un amplio estudio iconográfico, Enric Ucelay-Da Cal, analiza la imagen de ''Agustina, la dama del cañón: el topos de la heroína fálica y el invento de patriotismo'', a través de la imagen que de la ''Mujer del cañón'' conocemos por el conde de Toreno en su obra Historia del levantamiento, guerra y revolución de España (1835-1837) y posteriormente, la manera cómo ha sido reconocida y representada por escritores y artistas decimonónicos como Goya, en la serie de Caprichos y Desastres de la Guerra (1810-1815); Juan Gálvez y Fernando Brambilla en la serie Ruinas de Zaragoza (1812-1813); Francisco J. Orellana en El conde de España o la Inquisición militar (1856); Carlota Cobo en su biografía novelada sobre Agustina titulada La ilustre heroína de Zaragoza (1859), Sir David Wilkie en su obra The Siege of Saragossa (1828), entre otros. El autor plantea, que a partir de 1908 y la celebración del Centenario de la independencia, la figura de Agustina ''se convirtió en un emblema del patriotismo español de los aragoneses que sobrepasó los anuncios hasta las estatuas, para alcanzar la gloria celuloide del siglo XX, las películas tanto de cine mudo como de cine sonoro''5 y describe los reconocimientos que a la heroína de Zaragoza se le otorgaron a partir de esta fecha. El autor, también hace referencia al origen de la imagen de la mujer artillera que proviene de la Revolución americana (1775-1783), encarnada en Molly Pitcher, quien al igual que Agustina de Aragón también fue representada por numerosos artistas y se convirtió en un mito nacional.

La figura de Manuela Malasaña, símbolo de la resistencia de Madrid contra el enemigo francés, también es abordada en este colectivo y de ella se ocupa Florencia Peyrou en el capítulo ''Manuela Malasaña. De joven costurera a mito madrileño''. En él, la autora examina las dos versiones contrapuestas que sobre Manuela Malasaña se han construido. La primera dice que murió el 2 de mayo de 1808, a causa de un balazo en el Parque de Artillería de Monteleón cuando estaba llevándole cartuchos a su padre que se había unido a la resistencia y quien aún viendo caer a su hija muerta no cesó de disparar. Cabe destacar que este hecho fue representado por el pintor español, Eugenio Álvarez Dumont en 1887. Pero esta versión fue desmentida después de investigar en el Archivo General de la Villa de Madrid y surgió otra que sostiene que la costurera en realidad era huérfana y que fue detenida y fusilada por los soldados franceses por llevar unas tijeras cuando estaba prohibido portar armas.

El interés de Peyrou, no radica en desmentir una u otra versión sino en el estudio de ambas, que en opinión de la autora son dos leyendas ''destinadas a glorificar, junto a las hazañas de los militares Daoíz, Velarde y Ruiz, el papel del pueblo llano en el levantamiento madrileño, en el marco general del proceso de construcción de un importante 'lugar de memoria', el Dos de Mayo''6.

Por su parte, Marion Reder Gadow, presenta un trabajo titulado ''Espionaje y represión en la Serranía de Ronda. María García, 'la Tinajera', un ejemplo de coraje ante los franceses'', en el que analiza la invasión francesa a la provincia de Ronda durante la guerra de la independencia, las tácticas empleadas por las guerrillas para defenderse de los ataques franceses y las labores de espionaje en las que estuvieron involucradas las mujeres de quienes se creía que su condición femenina les confería cierta inmunidad ante las sospechas y ello les facilitaba la libertad de movimientos. Así mismo, da cuenta de cómo las mujeres de la población rondeña, desempeñaron un papel destacado durante los años de la invasión napoleónica. Algunas utilizaron artimañas para atraer a los soldados franceses a lugares apartados en los que les esperaban emboscados los serranos para eliminarlos; otras pagaron algunas monedas para que sus esposos fueran eliminados de las listas de turno en la milicia civil y evitar de esta manera que su vida corriera peligro y muchas otras amparadas en los quehaceres cotidianos en las posadas o ventas, sirvieron de espías, siendo el caso más representativo el de María Josefa de los Dolores García, a quien llamaban la ''Tinajera'' y cuyas actuaciones a favor de la causa patriótica han quedado silenciadas.

Como lo muestran los estudios de la segunda parte del libro, dedicados a ''Las Patriotas'', no todas las mujeres se involucraron directamente en la lucha, hubo otras que aprovecharon la situación, que de algún modo propició el conflicto bélico, además de su condición de ''damas de la sociedad'' para crear nuevos espacios de sociabilidad que les permitieron salir de la esfera doméstica y entrar en aquellos que hasta entonces estaban vetados para ellas: la política y las letras, tal es el caso de Frasquita Larrea y María del Carmen Silva, entre otras, quienes combatieron a través de la palabra y utilizaron la prensa como tribuna para expresar sus ideas acerca de la situación que vivía la península. Así mismo, mujeres de la aristocracia como Isabel de Roxas ''Reina de Pamplona'' o la Condesa de Ega, también participaron en el conflicto, de una u otra manera, y una vez restablecido el orden padecieron la persecución y el destierro.

Con relación a las mujeres y su incursión en la política a través de la prensa, el libro Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808 recoge dos estudios. El primero de ellos se titula ''Entre la tertulia y la imprenta, la palabra encendida de una patriota andaluza, Frasquita Larrea (1775-1838)'', escrito por Marieta Cantos Casanave, con el propósito de develar la imagen de la escritora gaditana Frasquita Larrea, reconocida más por ser la madre de ''Fernando Caballero'', seudónimo de su hija Cecilia Böhl de Faber que por sus aportes a la literatura romántica europea y sus escritos en la prensa, puestos al servicio de la causa fernandina, durante la guerra de la independencia.

Por su parte, Beatriz Sánchez Hita presenta un estudio sobre la portuguesa ''María del Carmen Silva, la Robespierre española: una heroína y periodista en la guerra de la independencia'', en el que hace un acercamiento biográfico a una de las mujeres más destacadas durante la guerra de la independencia tanto por su participación en el conflicto como por su labor como editora del periódico El Robespierre español, fundado y dirigido por su esposo Pedro Parcasio Fernández Sardinó, quien fue denunciado por un artículo en el que criticaba a los militares implicados en la toma de Badajoz, en el número siguiente atacó al Ministro de Gracia y Justicia y fue encarcelado. Mientras dura el encarcelamiento de su marido, María del Carmen, apoyada por los liberales consiguió seguir con el periódico sin que tuviera que cerrarse, aunque se trasladó de la Isla de León a Cádiz y se convirtió así en la responsable de la mayor parte de los números publicados, del XI al XXX, y el Robespierre en la primera publicación periódica con una mujer al cargo. Cuando su esposo recobró la libertad, María del Carmen desaparece de la escena, lo que muestra, según Sánchez que su irrupción en el mundo periodístico ''estaba marcada por un halo de impuesta domesticidad, pero que a su vez hace visible que existían en la Guerra [...] resquicios desde los que la mujer podía tomar parte activa en la política del momento''7.

La vida de la portuguesa Isabel de Roxas, esposa del coronel Manuel Inacio Martins Pamplona Corte-Real, Jefe de Estado Mayor y, posteriormente, Comandante de la Brigada de Caballería de la Legión Portuguesa8, al servicio de Napoleón, es abordada en el estudio de María Emilia da Câmara Stone, ''Isabel de Roxas e Lemos, la reina de Pamplona''. Este texto nos permite acercarnos a las acciones de la Legión, en donde Isabel de Roxas desempeño labores filantrópicas ''propias de su sexo'' como atender a los heridos; además de conocer la peregrinación de cinco años que vivieron Isabel y su hija durante la campaña militar a través de Europa; los ocho años de exilio político en Francia; su regreso a Portugal, una vez decretado el decreto de amnistía en 1821; las circunstancias a las que se vieron enfrentados los Pamplona a partir de 1823, cuando Manuel Inacio fue nombrado por el rey João VI conde de Subserra y ministro Asistente del Despacho, cargo al que renunció en 1825 y, finalmente, su regreso a Portugal en 1828, año en el que se inició la Guerra Civil Portuguesa (1828-1834), la persecución a los liberales y en el que fueron encarcelados Isabel y su esposo, quien murió en cautiverio en 1832.

El estudio de la profesora Gloria Espigado Tocino, ''La marquesa de Villafranca y la Junta de Damas de Fernando VII'', presenta un avance de la biografía de Tomasa Palafox Portocarrero, marquesa de Villafranca y duquesa de Medina y Sidonia que da cuenta no sólo de sus vínculos familiares sino de sus actividades al servicio de la corona, a la monarquía del rey Fernando VII. La marquesa de Villafranca, hija de María Francisca Sales Portocarrero, duquesa de Montijo y secretaria de la Junta de Damas de la Sociedad Económica Matritense, sociedad a la que la marquesa también perteneció; fue una mujer muy activa que durante los años de la guerra de independencia, al igual que otras mujeres de la clase alta o con títulos nobiliarios. Estas mujeres realizaron importantes acciones de apoyo a la causa patriótica a través de la Junta de Damas de Fernando VII de la cual la marquesa fue su presidenta. Este estudio nos permite conocer la constitución de la Junta de Damas de Fernando VII, la labor realizada por las mujeres, los reconocimientos otorgados por la corona a aquellos que le habían servido durante los años de la guerra y las actividades a las que se dedico la marquesa una vez concluida la guerra: la presidencia de la Junta de Damas de Madrid, entre 1817 y 1823, el cuidado de los hijos, un segundo matrimonio y sus últimos años.

En esta misma temática se inscribe el artículo de Elisa Martín-Valdepeñas Yague, ''Afrancesadas y patriotas: la Junta de Honor y Mérito de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País'', que expone la controversia en torno a la creación de la Junta de Honor y Mérito en 1786, conformada en sus inicios por un selecto grupo de dieciséis socias de la élite madrileña. La autora plantea cómo en 1808 cuando estalla la guerra, esta asociación ya contaba con 74 socias quienes habían desarrollado diversas tareas en torno a la beneficencia y a la educación, siendo la dirección de las Escuelas Patrióticas su primera misión. Posteriormente, crearon varios centros especializados, dirigidos a las niñas pobres. La autora muestra cómo durante la guerra el grupo de mujeres se divide pues no todas estaban entusiasmadas con la causa patriótica ''algunas, ya fuera por propia convicción o condicionadas por las circunstancias familiares, mostraron pronto su predilección por el monarca bonapartista''9. Sin embrago, el grupo de mujeres que permaneció en Madrid continuó sus tareas conscientes de las dificultades a las que tendrían que hacer frente y utilizaron sus vínculos familiares para gestionar recursos para estos establecimientos, mientras que otras, fieles a la corona, se desplazaron al sur de España y se vincularon a la Sociedad Patriótica de Señoras de Fernando VII en Cádiz.

De otro lado, el estudio de Jordi Roca Vernet, ''Emilia Duguermeur de Lacy, un liderazgo femenino en el liberalismo español'', presenta una síntesis biográfica de la francesa Emilia Duguermeur, en el que podemos conocer en detalle la vida de esta mujer quien vivió, según el autor, ''debatiéndose entre los estereotipos de su época y representó como nadie el conflicto entre la razón y el sentimiento''10. Emilia Duguermeur se casó con el militar español Luis Roberto Lacy, quien fue fusilado en 1817, por pronunciarse a favor de la Constitución de 1812 tras el regreso de Fernando VII. A causa de la guerra, Emilia se separó de su esposo de quien no tuvo noticias durante más de tres años, sólo hasta el día en que supo de su nombramiento como jefe de los ejércitos de Cataluña; afanosa por saber de la suerte de su marido decidió buscarlo y este negó cualquier vínculo con ella, aún cuando tenían un hijo, argumentando ''los problemas que podía suscitarle entre la tropa estar casado con una francesa, y que cualquier adversidad o desliz de la fortuna se lo atribuirán a la influencia que ella ejercía''11. Pero en realidad lo que estaba detrás de ese argumento era el compromiso matrimonial de Lacy con una rica catalana. Terminada la guerra y con el retorno de Fernando VII al poder en 1814, que puso fin al régimen liberal, Lacy fue destituido de su cargo y le fue retirado su salario y a partir de este suceso, Emilia inicio una larga batalla por hacer cumplir su derecho de esposa y que le fuera pagada su mensualidad y posteriormente, tras la ejecución de Lacy, una pensión a la que nunca pudo acceder. Sin embargo, a partir de 1820 cuando empieza la segunda etapa de la revolución liberal en España y Lacy empieza a ser considerado como un héroe liberal, Emilia regresa a España con su hijo y apoyada por los amigos de su esposo quienes en el nuevo régimen gozaban de prestigio y credibilidad solicitó de nuevo la pensión a las Cortes, lo que suscitó un enfrentamiento con su cuñada. A pesar de las dificultades que esta mujer afrontó durante su matrimonio, en 1821 era una figura muy respetada por los liberales, condición que quiso aprovechar para entrar en la vida política madrileña y lideró el grupo de mujeres que exigían que las cortes les permitieran ocupar los asientos de la Cámara de Diputados reservados para el público, lo que generó una fuerte discusión en la prensa de la época. Después creó en Barcelona una tertulia patriótica que llevaba el nombre de su esposo, que contaba con casi trescientos socios y catorce socias que se dedicaron al igual que las mujeres de la Junta Patriótica de Señora de Fernando VII a confeccionar uniformes para los milicianos y que pronto se convirtieron en la matriz del Batallón de Lanceras de la Libertad o las ''señoras del batallón de milicianas'' como popularmente se les reconocía y quienes se convertirían en 1823 en la Sociedad de Ciudadanas por la Humanidad y la Beneficencia, presidida por la viuda de Lacy . Este grupo de mujeres desempeño tareas similares a las de la Compañía de Mujeres de Santa Bárbara.

El último capítulo de esta obra colectiva, presentado por Ilda Soares de Abreu, se titula ''Condesa de Ega, la cytoyenne aristócrata'' y en él la autora esboza los aspectos más relevantes de la vida de la austriaca Juliana María Luisa Carolina Sofía de Oeyenhausen e Almeida (1784-1864), condesa de Ega por matrimonio, la única que se sepa, asumió ser afrancesada y partidista. Esta mujer desde muy temprana edad vivió con su familia en Portugal, influenciada por su madre, Leonor de Almeida Portugal Lorena e Lencastre quien poseía una vasta cultura cimentada en obras enciclopédicas francesas. Desde muy joven se interesó por la ciencia y la literatura y además dominaba varios idiomas, tocaba música y a veces cantaba, era llamada ''La Venus de Lisboa''. En 1801 contrajo matrimonio con Aires José Saldaña Albuquerque Coutinho Matos y Noroña, conde de Ega, viudo, de gran prestigio y mucha actividad con la corte, veintinueve años mayor que Juliana y padre de cuatro hijos. La vida de esta mujer trascurrió en los salones de palacio, rodeada de lujos y joyas; su residencia fue punto de encuentro en Lisboa de artistas poetas y diplomáticos franceses, ''entre bailes, en la sala de puertas pulidas y columnas labradas del palacio, la élite 'partidista' de la que Juliana era la mentora iba tejiendo el futuro del país''12. Cuando los bonapartistas fueron derrotados, los condes de Ega se exiliaron en Francia donde Napoleón los pensionó con 6.000 francos, a cambio de que el conde usara sus influencias para obtener la adhesión de los nobles portugueses a la causa francesa. Después de varios sucesos que se ilustran de manera detallada en el texto de Soares de Abreu, Juliana quedo viuda y se casó con el noble y diplomático ruso, Gregorio Alexandrovitch Ironwisch con el que sostuvo relaciones antes de enviudar.

En resumen, esta obra colectiva destaca no solo por la amplitud y diversidad de enfoques en el tratamiento de los sucesivos relatos y las figuras que se exponen sino porque además rescata a las mujeres de 1808 del olvido casi general del que han sido objeto, hasta hace muy pocos años por la historiografía y las libera de los mitos que sobre ellas se han ido tejiendo para devolverles su auténtico protagonismo durante aquellos trascendentales años de la historia española.

 

Notas al pie

1. Gloria Espigado, Isabel Castells y María Cruz Romeo (coord.), Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808 (Madrid: Cátedra, 2009), 18.

2. La Batalla de Bailén se libró durante la guerra deiIndependencia española y supuso la primera derrota en batalla campal de la historia del ejército napoleónico. Tuvo lugar el 19 de julio de 1808 junto a la ciudad jienense de Bailén. El ejército francés fue derrotado y hecho prisionero.

3. Francisco Acosta Ramírez, ''Mujeres en la campaña de Andalucía: María Bellido y la batalla de Bailén'', en Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, 60.

4. Marta García Carrión, '''¿Por qué me habéis hecho soldado, sino podía dejar de ser mujer?'. El mito de Agustina Aragón en su primera recreación cinematográfica'', en Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, 129.

5. Enric Ucelay-Da Cal, ''Agustina, la dama del cañón: el topos de la heroína fálica y el invento de patriotismo'', en Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, 206.

6. Florencia Peyrou, ''Manuela Malasaña. De joven costurera a mito madrileño'', en Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, 156.

7. Beatriz Sánchez Hita, ''María del Carmen Silva, la Robespierre española'', 418.

8. También conocida como Legión Lusitana.Fue el nombre dado a las tropas portuguesas que se integraron en los ejércitos franceses de Napoléon Bonaparte después de la invasión de Portugal, comandadas por el Junot Jean-Andoche en 1807. La Legión Portuguea fue creada por orden directa de Napoléon a Junot, el 12 de noviembre de 1807 y organizada en febrero de 1808 cuando salió de Portugal hacía Salamanca y después de un largo viaje por España y Francia participó en las campañas de Alemania, Austria y Rusia.

9. Elisa Martín-Valdepeñas Yague, ''Afrancesadas y patriotas: la Junta de Honor'', 348.

10. Jordi Roca Vernet, ''Emilia Duguermeur de Lacy, un liderazgo femenino en el liberalismo español'', en Heroínas y patriotas. Mujeres de 1808, 371.

11. Jordi Roca Vernet, ''Emilia Duguermeur de Lacy'', 375.

12. Ilda Soares de Abreu, ''Condesa de Ega, la cytoyenne aristócrata'', 434.