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Historia y Sociedad

Print version ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.24 Medellín Jan./June 2013

 

RESEÑA

 

Juan Guillermo Gómez García, Intelectuales y vida pública en Hispanoamérica. Siglos XIX y XX (Medellín: Universidad de Medellín, 2011), 364 p.

 

Juan Gabriel Caro Rivera

Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín y estudiante de la Maestría en Historia en la misma Universidad. Dirección de contacto: jgcaro66@gmail.com


 

 

En un recorrido por la historia de México, Perú, Argentina y Colombia, Juan Guillermo Gómez traza un modelo de comprensión de sus élites ilustradas. Es un intento por responder la siguiente pregunta, a saber: ¿qué significa la Modernidad para los pueblos hispanoamericanos? Pregunta que, además, es el resultado, paradójico y ambivalente, de darle nacimiento a una nueva constelación de pueblos y repúblicas. Como astros emergentes, su fuerza gravitacional atrajo partidarios y de los antiguos virreinatos y capitanías generales nacieron estados independientes. Así, los intelectuales, concibieron un proyecto utópico, es decir, la reunión y exacerbación de las esperanzas y deseos por el mejor de los mundos posibles en un momento cuando el modo de vida burgués se expande, con todas sus consecuencias, alrededor del planeta.

Más que un conjunto de obras acabadas, es una recopilación de ensayos que dispersan el contenido y revelan caminos no explorados con suficiente rigor. Son prólogos para libros que aún no se han escrito, es decir libros del futuro que tal vez nunca vean la luz. De ahí lo inacabado de cada uno de sus fragmentos y lo abierto de cada una de sus investigaciones, señalando, de un modo aún incierto, el comienzo de un viaje a una tierra extraña que es necesario explorar con más calma. Por eso mismo, cada ensayo es un cambio de tema, en los cuales se mantiene un hilo conductor importante: la llegada de la Modernidad y la lucha con ese pasado que se niega a morir y cuyo funeral se extiende durante demasiado tiempo (como sucede en los Funerales de mamá grande de García Márquez).

Revelándonos un rico paisaje sobre el pensamiento y la intelectualidad latinoamericana, contradictoria y diversa a la vez, encontramos que este libro es la síntesis de una visión de conjunto sobre un panorama extenso, es decir, la observación astronómica de una galaxia de pensadores olvidados. Por eso al autor no le basta con únicamente señalar el surgimiento de una inteligencia latente o una producción literaria coherente, sino que es necesario sumergirse en los diversos problemas que trataron los distintos actores que se han dedicado a pensar ese entramado heterogéneo llamado Latinoamérica y que, aún hoy, es considerado como el objeto del deseo imposible de alcanzar para unas ciencias humanas en estado embrionario.

Mientras que esta experiencia histórica del pensamiento y el conjunto de teorías sobre la sociedad se convierte en las espadas de muchas luchas y guerras, es en realidad el paso dado de la hacienda como motor del mundo colonial, con todos sus mestizajes, peleas y jerarquías, a su disolución en el mundo citadino y populista, donde se da el proceso real en que se abren las venas del continente. Es la voz de una nueva lengua y de un nuevo idioma (el lenguaje del liberalismo social y económico) que puja contra esas distintas voces que pasan por el conservadurismo, el decadentismo y el humanismo eclesial, de ese desgarramiento insoluble que sigue persiguiendo, como un fantasma aún no muerto, los distintos sectores de nuestras sociedades. El fracaso de los intentos de reforma de esa realidad colonial que, como peso muerto, arrastran a un agujero negro cada uno de los intentos de cambio es la base común de los intelectuales latinoamericanos, obligados a ''arar en el mar'' para cosechar sus frutos amargos. Sin duda nos presenta, de modo contundente, los diferentes caminos seguidos por nuestros intelectuales en la comprensión de una realidad dispar, que desde el principio, y como lo vislumbró Bolívar, no solo lidia con el atraso y la carga religiosa de la Contrarreforma, sino también con el peso de la sangre y de la mezcla de sangre, de la diversidad étnica y racial.

Y es precisamente en este proceso de reacomodación social donde es posible ubicar el surgimiento de una historia intelectual. En la medida en que la intelectualidad burguesa ya no depende del patrocinio de un príncipe o de una corona, sino que, dejada huérfana y la deriva, puede por fin desarrollarse tanto como reacción y crítica hacia la sociedad, constituye una forma de sociabilidad indispensable para entender los dramáticos procesos que componen los excesos y contradicciones de nuestra actual situación histórica. Los intelectuales, por lo tanto, ya no estarán atados al canon de valores del Ancien Régime, sino que se agruparan alrededor de círculos que tienen como base la igualdad de cada uno de sus miembros, la libertad de expresión y la elocuencia del discurso para el convencimiento de los otros. La inteligencia ''libremente vacilante'' de la que hablaba Karl Mannheim se constituye como la fuente principal que produce tanto la ideología (las fuerzas conservadoras que se oponen al cambio) como la utopía (los poderes liberales y revolucionarios que claman una transformación radical del presente). Ahora bien, es por eso mismo que se puede por fin desarrollar una hermenéutica crítica sobre la historia de la inteligencia latinoamericana, alrededor de una cierta tipología que revela, las rupturas y continuidades, en los procesos tanto sociales como culturales de la incipiente entrada de la Modernidad en las universidades y la sociedad latinoamericana, siendo el ámbito de la vida pública (la prensa, la novela, el ensayo y todos sus derivados) el verdadero problema que convoca a las distintas generaciones a diagnosticar su presente. En las cabezas que conforman esa tradición intelectual se puede ver una metamorfosis decisiva que se va sucediendo con respecto a la época y las circunstancias, que pasa en un primer momento por el filósofo ilustrado enciclopedista, Andrés Bello, el literato y periodista, Ignacio Altamirano y culmina con el científico social moderno, José Luis Romero, como modos históricos en los que se ha encarnado la inteligencia de nuestros pueblos a lo largo del tiempo.

Por eso mismo, el libro de Intelectuales y vida pública en Hispanoamérica nos ofrece un itinerario variopinto, intentando desentrañar las múltiples aristas que siguen vigentes en la experiencia diaria del subcontinente: el florecimiento de la prensa, la novela costumbrista, la aparición del ensayo, la llegada del anarquismo, etc. son algunos de los problemas tratados con rigor y un tanto de ironía. Igualmente es la fundación de la literatura de las regiones, de la región como microcosmos, de la vida de la gente mostrada a través de los ojos de los distintos personajes figurados e imaginados (Carrasquilla). Es el surgimiento de la crítica literaria como modo de estudio de la vida social de los pueblos y las causas de sus males y virtudes como sucede en un Juan María Gutiérrez. Es también el significado del filosofar en una modernidad cuyas múltiples máscaras se suceden las unas a las otras, tomando el lugar de un rostro ennegrecido por el nihilismo, en el cual se puede entender el lugar de la figura de Rafael Gutiérrez Girardot y de los intelectuales que están por venir. Es, en definitiva, el informe y desgarrado panorama que compone ''Nuestra América''...