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Historia y Sociedad

Print version ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.25 Medellín July/Dec. 2013

 

ARTÍCULO DE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA

 

Baldomero Sanín Cano en La Nación de Buenos Aires (1909- 1957). Prensa, diplomacia y análisis político internacional

 

Baldomero Sanín Cano in La Nación of Buenos Aires (1909-1957). Newspapers, diplomatics and international political analysis

 

 

Rafael Rubiano Muñoz**

** Profesor Titular. Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia. Sociólogo y Magister en Ciencia Política, Universidad de Antioquia. Dirección de contacto: rafael.rubiano@gmail.com

 

Artículo recibido el 24 de septiembre de 2013 y aprobado el 17 de octubre de 2013.

 


Resumen

Baldomero Sanín Cano fue uno de los pensadores colombianos más destacados del siglo XX. Este ensayo busca esbozar el perfil intelectual del crítico, fijando la mirada en la prensa, la diplomacia y el análisis político internacional. El objetivo central es exponer dichas facetas y estimular una relectura del pensador colombiano, que fue corresponsal y editor del diario La Nación de Buenos Aires (1918-1931), diplomático en Londres (1911-1914) y en Buenos Aires (1933-1935), e incluso analista político nacional e internacional con una trayectoria de más de cuatro décadas. Se exploran también algunos de los escenarios analíticos a los que el crítico contribuyó: los referidos al análisis sociológico de la modernidad y a la crítica de la masificación en el siglo XX. El ensayo resalta algunos de los contextos políticos e históricos principales en que se ubica la producción creativa de Sanín Cano.

Palabras clave: Diplomacia, prensa, análisis político nacional e internacional, modernidad, masificación, industria cultural.


Abstract

Baldomero Sanín Cano was one of Colombia's most prominent thinkers of the twentieth century. This essay seeks to outline the critical intellectual profile setting its sight on the newspapers, diplomatics and international politics analysis. The main objective is to expose these facets and stimulate a rereading of Colombian thinker who was a correspondent and editor of the newspaper La Nación of Buenos Aires (1918-1931), diplomat in London (1911-1914) and Buenos Aires (1933-1935), and even national and international political analyst with a history of more than four decades. It also explores some of the analytical scenarios in which the critic contributed: those referring to the sociological analysis of modernity and the critique of mass in the twentieth century. The essay highlights some of the major historical and political contexts in which lies the creative output of Sanín Cano.

Key words: Diplomacy, newspapers, national and international politics analysis, modernity, overcrowding, cultural industry.


 

 

1. Baldomero Sanín Cano. Diplomático en Londres y periodista de La Nación de Buenos Aires (1909-1931)

Baldomero Sanín Cano pertenece a cierta clase de escritores que suele desconcertar a críticos e historiadores desvelados por la precisión de las clasificaciones. De ahí las cosas peregrinas que se han dicho y que se siguen escribiendo sobre él1.

Al cumplir ochenta y cinco años, Baldomero Sanín Cano (1861-1957), que vivía en Bogotá, fue entrevistado en dos ocasiones para el periódico El Tiempo2. Confesó tras varias preguntas que le formularon cómo llegó a encarnar a un mismo tiempo la labor diplomática y la corresponsalía del diario argentino La Nación, estando en Europa desde 1909, cuando lo envió el presidente General Rafael Reyes (1904-1909). Si bien –como lo expresa Portuondo– Sanín Cano parece inclasificable, no obstante, es posible delinear algunas de sus características intelectuales principales.

El periodismo y la diplomacia fueron las actividades más destacadas que desempeñó Sanín Cano, entre muchas otras, en las que se resalta el hecho de que su formación no haya sido universitaria. Estudió y se convirtió en maestro de escuela en 1881, lo que armonizó con un ''autodidactismo'' del que se enorgullecía, y además ocupó diferentes cargos y funciones públicas3. Aprendió ocho idiomas y fue traductor de obras y autores de varios países, algo muy peculiar de su personalidad y que él recalca en Memorias de los otros4, como llamó su autobiografía5.

La actividad periodística y diplomática le permitió a Sanín Cano establecer un intercambio intelectual y conformar unas redes culturales en las que pudo erigir una acendrada opinión pública, que desplegó mediante la crítica a muchos de los fenómenos en el siglo XX. Esto se corrobora en su experiencia editorial y en los escritos que publicó en la revista Hispania (1912-1916)6. A través de esta revista configuró algunos de los lazos e instauró algunas conexiones con el mundo político e intelectual español y argentino. Estando primero en Londres y luego en España en 1922, participó en banquetes7, conferencias8, cursos9 y asociaciones10 que le brindaron a su actividad intelectual nuevos horizontes y le sirvieron para instaurar otras sociabilidades intelectuales y de amistad.

Esas sociabilidades intelectuales constituyeron una tribuna y un espacio no solamente de reconocimiento sino también de denuncia y de confrontación de su realidad. Incluso se puede sostener que esos ''escenarios de la vida intelectual''11 permitieron algunas de las condiciones sociológicas para reconstruir el tipo de intelectuales que se constituyeron a lo largo del siglo XX12. Ahora, si para Sanín Cano no fue la universidad el escenario preciso de su formación y de su función pública, en cambio, los puestos en la burocracia estatal13 fueron los que le impulsaron a erigir un conjunto de sociabilidades que le facilitaron cumplir con sus principios intelectuales liberales y humanistas, con sus convicciones políticas democráticas y con su papel de crítico de la cultura y de la sociedad.

De modo que, estando en Londres desde 1909, constituyó una red de sociabilidades intelectuales intensas y consistentes que se fueron dando además a partir de una circunstancia no menor: la compra y la lectura de los diarios del mundo en un quiosco donde concurrían muchos de los políticos, diplomáticos, corresponsales e intelectuales latinoamericanos, como nos lo recuerda en su autobiografía14. Y a través de ese encuentro fortuito alrededor de la compra y lectura de los diarios, Sanín Cano pudo contar con una variedad de amistades, con las que llegó a establecer un intercambio epistolar que revela algunos de los aspectos particulares de su vivencia intelectual, en la que se hallan opiniones sobre el mundo político, comentarios sobre la situación de su vida, confesiones sobre sus lecturas y hasta sus aspiraciones en la erección de proyectos editoriales y culturales.

Este contacto y la comunicación constantes fueron un medio de construcción de muchos de los debates que encaró Sanín Cano a partir de sus escritos de la prensa, en especial de La Nación de Buenos Aires, en los que se perciben algunos de sus temas reflexivos frente a los problemas catastróficos del siglo pasado. De modo que Sanín Cano vertió en sus escritos periodísticos de La Nación –y en otros medios lo hizo con anterioridad– agudas argumentaciones, a veces con ironía, frente a las guerras mundiales, los regímenes totalitarios, el imperialismo, el nacionalismo, el racismo o las rivalidades culturales entre Europa e Hispanoamérica. Constituyó una sensibilidad crítica ante fenómenos como el de la modernidad y la masificación en el siglo XX, y esa labor de observador agudo la conjugó al ocupar puestos en diferentes instituciones jurídicas, políticas y culturales. Desde este ángulo, su experiencia europea e hispanoamericana en la prensa y la diplomacia fue común a otros reconocidos intelectuales latinoamericanos15; valga señalar a José Martí, Rubén Darío, Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña, por mencionar algunos de los más nombrados.

Congresos, asociaciones, conferencias, cafés y la participación en grandes y pequeñas revistas literarias y culturales impulsaron un espectro de la vida intelectual en Sanín que incluso tuvo ocasión de confrontar como miembro honorario de la Sociedad de las Naciones16. Por lo tanto, Sanín Cano se constituyó en un caso del letrado latinoamericano en el siglo XX, en el que se pueden reconocer algunos rasgos comunes de la ''inteligencia americana''; sin embargo muchas de sus actividades, como en el caso de la diplomacia, del análisis político nacional e internacional, sus convicciones políticas e incluso algunos de sus análisis sobre las relaciones culturales entre Europa e Hispanoamérica, son apenas investigados y constituyen una de las facetas intelectuales a reconstruirse dada la extensión de su obra y de su pensamiento.

Como periodista e intelectual Sanín Cano obtuvo significativos reconocimientos. Hubo homenajes en publicaciones nacionales e internacionales, con números especializados en los que colaboraron sus más cercanos o lejanos conocedores y admiradores. En 193217, en 194018, en 194819, en 195120 y en 195221, por mencionar algunas fechas de las efemérides más reconocidas. No obstante, Eva Klein apunta a una de las condiciones más paradójicas para acceder a la obra de Sanín Cano. Su opinión es esencial pensado en la actualidad o en la manera en que se puede hacer contemporáneo al intelectual colombiano:

El lector latinoamericano se familiariza con el nombre de Baldomero Sanín Cano a través de alusiones y citas. Raras veces se encuentra directamente con sus libros o artículos, en cambio sí verá su nombre mencionado con relativa frecuencia en los trabajos de críticos literarios y pensadores ya consagrados. Mariátegui, Henríquez Ureña, Portuondo, Marinello, Briceño Iragorry; Rama, Miliani, Gutiérrez Girardot, Cobo Borda –por nombrar sólo algunos– le declaran unánime admiración y reconocimiento, muchos lo llaman ''maestro'' y se hace evidente que lo conocen y respetan. Esta situación despierta el interés y casi obliga al investigador a realizar la revisión de la obra de Baldomero Sanín Cano. ¿Quién fue en realidad este escritor? ¿Cuál es la línea de su pensamiento y qué circunstancia pudo permitir que, en un continente que a principios de siglo estaba internamente bastante incomunicado, su nombre se conociera desde México hasta el Sur?

Y agrega más adelante que:

El primer problema que se le presenta al estudioso interesado en resolver estos problemas es conseguir los textos del escritor. Por lo abundante y constante es relativamente fácil encontrar la bibliografía indirecta de Sanín Cano; existen muchos artículos que lo mencionan, estudian y le hacen homenaje, pero su producción directa es difícil y en algunos casos imposible de localizar, puesto que se encuentra dispersa en decenas de periódicos y revistas latinoamericanas y europeas22 .

No solamente lo referido a las obras publicadas, su intercambio epistolar es desconocido e incompleto, pese a que tuvo una frecuente comunicación con personalidades nacionales e internacionales23 . Estableció un intercambio con los presidentes Carlos E. Restrepo24 y Eduardo Santos; con los escritores Guillermo Valencia y Germán Arciniégas, con los argentinos Leopoldo Lugones, José Ingenieros25, Roberto Giusti26, Samuel Glusberg27, Antonio Aita, con el danés Jorge Brandes, con el costarricense Joaquín García Monge, con los peruanos José Carlos Mariátegui28 y Luis Alberto Sánchez29, con Max Henríquez Ureña30, en lo que se conoce de modo parcial. Se encuentran publicadas las cartas con el mexicano Alfonso Reyes31, quien también fue periodista, diplomático y relevante pensador del continente. Aunque su abundante epistolario es parcialmente registrado, su estudio revelaría algunos de los aspectos más desconocidos de su pensamiento y renovaría su lectura en la actualidad.

Con todo, su vida pasó a través de la actividad de la prensa. En sus opiniones combinó muchos conocimientos e igualmente alternó su saber con la reflexión de su época. Obtuvo una experiencia y confrontó las consecuencias de los desastres y las catástrofes del siglo XX. Vivió las dos guerras mundiales y el ascenso de los regímenes totalitarios, presenció la era de la violencia bipartidista en Colombia, y su existencia se cerró en este particular acento, pues murió el 12 de mayo en Bogotá, dos meses antes de la firma del Frente Nacional, en el año 1957. Según la investigación de Alejandro Quin, su fallecimiento fue utilizado de modo abusivo por las elites intelectuales y políticas del momento, en un claro oportunismo pactista y de supuesta reconciliación nacional32.

Sanín empezó a escribir como corresponsal para La Nación de Buenos Aires en la primera década del siglo XX. Su periodismo fue especializado, porque supo conjugar con destreza la reflexión política con profundos conocimientos históricos, literarios, filológicos, culturales y filosóficos, incluidos algunos de las ciencias naturales. Desentrañó el siglo XX y eso se puede observar en los contenidos de los artículos del diario argentino.

Al hacer un seguimiento de la centena de artículos que escribió en La Nación, lo primero que sorprende al lector es la versatilidad de su escritura; por la variabilidad de los conocimientos que comprendía, por la composición de su análisis y el modo de reflexión vertidos en una manera de opinar que armoniza la erudición con la captación de los sucesos del instante. Su periodismo es especializado porque conjugó su actividad diplomática con recursos analíticos que involucran conocimientos divergentes acerca de los problemas políticos internacionales. Es notorio cómo desde una obra, autor, teoría, reseña de ensayos o comentarios de la vida diaria, desata a profundidad los nudos de la enmarañada realidad social y política del siglo XX.

Estando en España, el colombiano brindó una entrevista que desnuda la concepción que tuvo sobre el periodismo que ejerció en La Nación de Buenos Aires y cómo articuló esta actividad con sus preceptos u opiniones intelectuales, en especial conectados con la diplomacia y el análisis político internacional. En el artículo titulado ''Un gran diario argentino'' se le hace una entrevista en la que se descubren algunas confesiones sobre su experiencia en la Europa de entreguerras.

Hemos llegado a las oficinas que el gran diario ''La Nación'', de Buenos Aires, tiene establecidas en Madrid, en un magnífico entresuelo del primer trozo de la Gran Vía.

D. Baldomero Sanín Cano, Jefe de estas oficinas, nos recibe cortésmente. Representa este caballero unos cincuenta años, es alto, ancho de espaldas y sobrio de ademanes.

¿Va bien la persona de este escritor con su prosa de pura ascendencia clásica, la que nos ha dado tan interesantes consideraciones sobre el alejandrinismo en el arte? El autor del prólogo a la edición definitiva de las obras de José Asunción Silva posee una excelente cultura humanística. Reposadamente, sin alteraciones de tono en la palabra, el Sr. Sanín Cano habla –respondiendo a preguntas nuestras– del periódico cuya representación en esta corte le ha sido confiada33.

Añade Sanín Cano cuál era la dirección espiritual y la misión del diario fundado por Bartolomé Mitre. Además, agrega en la entrevista cuál era la función que él cumplía en la dirección de la oficina del diario en Madrid y reitera que este espacio era un punto de encuentro y de opinión de los latinoamericanos, una especie de consulado donde las noticias, igual que los problemas del continente, eran debatidos y analizados. En La Nación concurrían importantes personalidades políticas e intelectuales que creaban un esenario propicio para las amistades, los diálogos y los eventos.

Frente a las preguntas formuladas, responde una vez más Sanín sobre aspectos vitales del funcionamiento del diario. Aclara las condiciones del financiamiento y el sostenimiento de dicha empresa editorial, para lo cual remarca el colombiano que durante la primera guerra mundial y en el transcurso de la misma: ''Pasaba por Londres para 'La Nación' un millón de palabras cablegráficas. Ponga usted que costara una peseta cada palabra [...]''34.

Es significativo constatar que Sanín se inició como corresponsal de guerra, la que cubrió enviando sus artículos al diario argentino desde 1916. Él mismo relata cómo fue ese cubrimiento35. Y no fueron esporádicas las contribuciones que envió a la Revista Hispania (1912-1916), en las que planteó el problema central de la guerra y su relación con la diplomacia. Se refería Sanín Cano a cómo los Estados fomentaban las ansias de poder, los apetitos de ambición económica, de colonización y de avance militarista, de fuerza y de violencia mediante las armas, en una civilización que, en vez de la negociación y el diálogo, prefería acentuar el racismo mediante el imperialismo nacionalista, e incluso recababa Sanín que estas naciones en guerra eran incapaces de construir la paz mediante un sistema de regulación internacional.

Continúa entonces la entrevista y se llega al centro de lo que, consideramos, constituye una declaración inigualable, por cuanto es muy poco lo que se sabía de las opiniones de Sanín sobre sus funciones y actividades en el diario argentino dirigido por Jorge Mitre, a quien justamente dedicó el primer libro que le publicaron en Buenos Aires en 1925, titulado La Civilización Manual y otros Ensayos. Señalaba Sanín Cano:

—¿Podría usted decir –preguntamos al señor Sanín Cano– en qué época logró ''La Nación'' esa plenitud de que hoy puede ufanarse?

—Se ha dicho que nuestro periódico atravesó una difícil situación económica pocos años antes de la guerra europea. No sé hasta qué punto será ello cierto. Lo que sí puedo decir es que durante la guerra conquistó una gran prosperidad, que se ha ido reafirmando día tras día. ''La Nación'' era acaso, el periódico que publicaba diariamente las más amplias informaciones de aquella contienda, merced a los numerosos corresponsales que tenía repartidos por los países europeos.

—¿Qué cantidad de ejemplares, poco más o menos, imprime diariamente su periódico?

—Esto varía según los acontecimientos. Cuando el golpe de Estado que dio Primo de Rivera, y que coincidió con la lucha entre el boxeador argentino Firpo con el norteamericano Dempsey, ''La Nación'' llegó a alcanzar tiradas de más de cuatrocientos mil ejemplares. Ahora bien; su tirada normal debe ser alrededor de los doscientos mil ejemplares, sobrepasando más bien esta cifra36.

La base de los lectores de La Nación estaba en la clase media, según aseguró Sanín Cano; y los principios del diario eran la consecución de la paz y la democracia. De otro lado, frente a las adversidades y las catástrofes del siglo XX, en particular la primera guerra mundial, la perspectiva periodística de La Nación era exigir en su opinión la constitución de la diplomacia democrática y abierta37, actitudes como los modos de ''negociación'' de las naciones beligerantes y, además, defender la ''neutralidad'' de los países no contendientes, en un momento de la historia de la civilización occidental en el que dominaba, entre otras, la diplomacia secreta, privada y prejuiciada, junto con la guerra, la confrontación armada, el chantaje, el soborno, las intrigas, la desinformación.

Para Sanín Cano muchos de los líderes y gobernantes del mundo alentaban una política internacional mediante el poderío militar y armado. Como él indicó en sus artículos, el modo de resolver los conflictos propios de la política exterior entre las naciones en pugna era a partir de la presión a través de las medidas económicas, la propaganda y el abuso de los medios masivos de comunicación. Lo anterior se ratificó cuando se brindó, en honor a Sanín Cano, un banquete de despedida en Madrid en 1924 con motivo de su viaje a Buenos Aires para incorporarse al diario argentino; en dicha ocasión se recreó el evento y se publicaron las palabras de Sanín referidas al papel de La Nación en medio de la guerra:

El Sr. Sanín Cano agradeció la manifestación amistosa, y dijo que la aceptaba como símbolo de fraternidad entre los colaboradores de una misma obra.

Añadió que ''La Nación'' se había adelantado al pensamiento de quienes buscaban desde fines del siglo pasado el advenimiento de la paz entre los pueblos. ''La Nación'' ha hecho obra de pacificación universal, acercando a hombres de todas las razas y de todas las nacionalidades, que exponen en sus columnas las propias opiniones en una atmósfera de exquisita tolerancia. Poner en contacto unos pueblos con otros, confrontar las ideas y sentimientos de razas apartadas, es un valor cultural que le abonarán a la Argentina y a ''La Nación'' los historiadores del porvenir. Insistió el Sr. Sanín sobre la magnitud de la obra de paz y de fraternidad entre las naciones llevada a cabo por el periódico bajo sus actuales directores, y terminó agradeciendo a sus amigos y colaboradores, al embajador argentino y al secretario de la Legación de Colombia el honor de que le hacían objeto con su presencia38.

Volviendo a la entrevista, esta se cierra con asuntos que son cardinales, narrados por su protagonista. Sanín expone un listado de los colaboradores españoles, todos ellos de renombre, exalta a los argentinos y enaltece las columnas escritas por los destacados intelectuales de la época que colaboraban con el rotativo. Es peculiar revelar que algunos de sus colegas eran diplomáticos y periodistas a un mismo tiempo, lo que permitió conformar un equipo periodístico de prestancia y, ante todo, de distinción intelectual, en el que Sanín era editor de la sección de política internacional.

El carácter de la actividad periodística de Sanín Cano fue intenso y no lo fue menos la diplomacia. En Londres realizó, como Secretario del Consulado colombiano, una variedad de actividades que, según consta en las carpetas del Archivo General de la Nación, se orientaban a revisar cuentas sobre el funcionamiento del consulado; resolver los litigios por las demandas de indemnización exigidas al estado colombiano, referidas primordialmente a las explotaciones de Esmeraldas; divulgar información en Europa para dar a conocer el país en sus recursos geográficos, históricos y culturales; e incluso le fue encomendado hacer un peritaje sobre la situación y el estado de los consulados colombianos en Europa.

El 14 de marzo de 1913, mediante comunicación al Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia, Jorge Roa le rinde un informe minucioso en el que le escribe sobre ''el Estado de Caja de este Consulado-General correspondiente al mes de Febrero último, con nota detallada de los gastos generales cuyo total figura en dicho Estado [...] Al mismo tiempo me es grato incluirle la Relación de Productos del Consulado en el citado mes de Febrero''39. Otra de las actividades que cumplió Sanín fue evaluar la situación de los consulados del país en Europa; destacamos este registro por lo que comprendía dicho examen en la valoración que le fue encomendada, es decir, conocimientos no solamente pecuniarios en el funcionamiento de los consulados, sino igualmente saberes jurídicos y legales, que le servirían y los aplicaría a sus perspectivas analíticas sobre la diplomacia moderna en el siglo XX. Como antecedente, le escribe el cónsul Jorge Roa:

London 14 de Enero de 1913.

Señor MINISTRO de RELACIONES EXTERIORES, Bogotá.

Señor Ministro: a fines del año pasado me pareció imperiosa y urgente la necesidad de visitar los Consulados de Amberes, Hamburgo, Berlín y Bremen, y no pudiendo yo separarme de Londres, comisioné al Sr. Sanín Cano, Secretario de este Consulado-General y Agencia Fiscal, para que hiciera dichas visitas. Resultado de ellas es el informe que en copia acompañó, junto con las instrucciones que llevó el visitador y las diligencias de visita correspondientes [...] El señor Sanín Cano ha completado verbalmente sus informes con datos muy importantes40.

Frente al empeño realizado contesta Sanín Cano al señor Cónsul General de Colombia en Londres, Jorge Roa:

13 de Enero de 1913.

Señor CONSUL-GENERAL de Colombia,

Londres,

Señor Cónsul-General:

En desempeño de la misión que tuvo usted a bien confiarme visité del 27 de diciembre al 3 de Enero los Consulados de Amberes, Bremen, Hamburgo y Berlín en el orden en que acabo de señalarlos. Adjuntas a la presente hallará usted copias de las diligencias de visita practicadas en cada una de estas oficinas. Me refiero a dichas diligencias por lo que hace al servicio ordinario de los Consulados que he visitado y, siguiendo el orden ya indicado voy a hacer algunas observaciones de que no creí necesario dejar constancia en las actas41.

Su actividad diplomática no fue ni mimética ni artificial. Cobo Borda señala con insistencia cómo sorteó estas eventualidades en la misión especial que le encomendó Rafael Reyes42 en Londres. Sanín Cano tuvo que enfrentar con destreza los pleitos que, sobre la explotación de esmeraldas, iniciaron empresarios ingleses frente al Estado de Colombia, solicitando jugosas e incalculables indemnizaciones. Uno de los casos en que intervino Sanín fue el del señor Shirley H. Jenks, bajo el Consulado en Londres de José M. Núñez en el gobierno de Carlos E. Restrepo (1910-1914). El desempeño del secretario fue ejemplar –lo que se colige de las peripecias e intervenciones registradas en los folios de la actividad consular en Londres entre 1910-191343–, ya que Sanín cumplió con una valiosa función frente a las demandas que se le hicieron al Estado colombiano.

Sobre la experiencia europea de Sanín Cano, más exactamente sobre su circunstancia londinense, Cobo Borda comenta y resalta en especial la novedad que le demandó estar allí, más aún cuando Rafael Reyes dimitió al poder en 1909:

Cuando cayó Reyes, Sanín, en Europa, debió pensar que su intensa labor al frente de la administración pública había sido tan estéril como su rebeldía verbal, en compañía de Silva. Pero no era tiempo para autocríticas: el brillante funcionario público deberá convertirse, en Londres, en profesor particular de español, para subsistir. Más tarde, retomaría su contacto con el periodismo y, desde allí, desde Inglaterra, llegará a ser el agudo crítico literario, reconocido en todo el continente. Primero en la Revista Hispania que funda en Londres Santiago Pérez Triana y que dura de 1912 a 1915; y a partir de 1914, como corresponsal de La Nación, de Buenos Aires. Colaboró también en los 7 números de La revue Sud-Américaine, aparecida en 1914, y que dirigió Lugones. Más tarde, La Nación lo encarga de fundar su oficina En Madrid y así, en 1922, conocerá a los escritores españoles del momento y verá con satisfacción, el influjo que sobre las letras de la península ejercían los latinoamericanos. Antes, en el 18, y por 18 meses ejerce el cargo de profesor de lengua y literatura española en la Universidad de Edimburgo y allí, en Inglaterra, traduce libros sobre literatura española, compila antologías de escritores hispanoamericanos y prepara un diccionario bilingüe, español-inglés44.

De ahí que en la entrevista concedida a Jorge Cabarico Briceño, Sanín Cano aluda a su ''autodidactismo'' y a las múltiples ocupaciones que tuvo que realizar antes de viajar a Londres en 1909, acontecimiento que, como símil, resulta parecido a la situación personal de Domingo Faustino Sarmiento, según lo subraya el venezolano Mariano Picón Salas para el célebre argentino45. Del siguiente modo se registran en palabras del mismo Sanín dichos aspectos:

—Llama mucho la atención su dominio de varias lenguas, don que usted alcanzó sin profesores, según tengo entendido.

—Verdad que propiamente no los tuve nunca; llegué a estudiarlos durante los ratos de ocio, que otros suelen dedicar al bridge, al billar...

—De cuándo acá data esa afición?

—A los nueve años sabía francés y leía algunas novelas. Después, al abandonar los claustros de la Escuela Normal de Rionegro, por mi propia iniciativa y disciplina mental que me impuse, llegué a conocer satisfactoriamente el alemán, el danés, el italiano y el latín.

—Cuál habla y escribe mejor?

—Indudablemente el de mi tierra— una sonrisa guasona se interpone, y terminaba —el antioqueño.

—El inglés?

—Claro que lo hablo y escribo; figúrese, 14 años de permanencia en Inglaterrafi Allí tuve que hacerme un práctico, pues me ganaba la vida escribiendo en el suplemento semanal de ''Time'', publicación que aún existe y además en ''Modern Lenguague Review''46.

En esta misma entrevista confiesa que lo que le llevó al periodismo fue una inclinación natural y, justamente estando en Medellín, hizo los primeros pinos en el periodismo, enviando artículos al diario La Consigna, que dirigía Fidel Cano47. En una carta reveladora de las muchas circunstancias inconvenientes para Sanín en Colombia, recuerda cómo el aprendizaje de los idiomas extranjeros era tenido por desocupación, cuando no por insulsa dedicación; por eso le comenta a Samuel Glusberg, su entrañable amigo argentino, a propósito de la muerte de Jorge Brandes lo siguiente:

La muerte de Brandes me sorprendió en el campo a tres días de Bogotá, en momentos en que releía su ''Shakespeare'' con gran deleite en la bella edición danesa ilustrada que Ud. Conoce [...] Vivimos en una triste época, mi querido amigo Glusberg. No he logrado conseguir aquí el libro acerca del hombre de Damasco y de Tarsi. Bogotá, en el centro del mundo, está; para el mercado de libros, más lejos de Copenhague que de Buenos Aires, y más cerca de la luna que de las literaturas escandinavas. En Buenos Aires hay tres librerías danesas, un club que posee su biblioteca y facilidades para mantener al corriente de lo que pasa en la patria de Tycho Brahe y de Bohr. En Bogotá no creen que una persona disipe su tiempo aprendiendo danés para leer a Brandes, a Höffding, a Kierkegaard, a Paludan Müller, a Peter Nansen, a Gustav Wied y a otros, y creen que se trata de una mera actitud mistificativa, con S48.

 

2. Un intelectual transeúnte frente a la guerra: las catástrofes del siglo XX

De modo que la diplomacia y el periodismo configuraron una personalidad intelectual en Sanín que le incitó a ser crítico y censor de las guerras, del uso de la fuerza armada, además de contravenir la intervención militar en los conflictos internacionales. Como observador directo de la confrontación bélica de 1914, apeló a la diplomacia como medio de regulación de los conflictos y los desacuerdos entre los países. Fue un defensor de la ''regulación y el arbitraje internacional'' en las contiendas mundiales. Consideró imprescindible la mediación de una institución mundial, la Liga de las Naciones, a la que perteneció como miembro honorario49. Por ello, al consultar el estudio que elabora Nicolson sobre la ''Diplomacia Moderna'' y el libro del ex diplomático colombiano en Londres, Francisco José Urrutia50, es notorio que Sanín se puede inscribir entre quienes en su época –en el marco de la primera y la segunda guerra mundial– fueron acérrimos defensores de la idea de ''diplomacia democrática''51, que se define bajo las siguientes características:

LA FUNCIÓN de la diplomacia consiste en el manejo de las relaciones entre los estados independientes mediante el proceso de negociación. El diplomático profesional es el servidor de la autoridad soberana de su propio país [...] La teoría básica de la diplomacia democrática es, pues, la siguiente: ''El diplomático, en su condición de funcionario del servicio civil, depende del secretario de relaciones exteriores; éste por ser miembro del gabinete, depende de la mayoría del Parlamento, y el Parlamento, por no ser más que una asamblea representativa, está subordinado a la voluntad del pueblo soberano52.

Ya en el diario La Nación de Buenos Aires, en los artículos referidos a la diplomacia y al análisis político internacional, devela Sanín los obstáculos y las contrariedades de la diplomacia democrática. Reflexiona sobre las causas y las consecuencias de la primera guerra mundial, a la par que se opone al estado de guerra, analiza el declive de la diplomacia vieja, secreta y antidemocrática, además de viciada, fundada en la no transparencia, en la irresponsabilidad y de espaldas al pueblo. Aboga por una nueva diplomacia que intente ser amplia, pública y representativa. Esos artículos en los que se discute la perspectiva descrita son ''El criterio de la nacionalidad''53, ''¿Cómo pagará Europa los gastos de guerra?''54, ''La Reconstrucción''55, ''La aurora de un mundo nuevo II. La prensa en la conferencia de la Paz''56, ''La carga del hombre blanco''57, entre muchos otros.

Veamos de qué modo centra Sanín su análisis acudiendo a uno de esos artículos, cuando se enfoca en el problema de las relaciones entre diplomacia y guerra a principios del siglo XX. En uno de sus artículos inquiere sobre el problema del secreto, las intrigas, la desinformación y la manipulación como valores de la actividad diplomática y el problema de las relaciones entre política y negociación, lo cual confronta cuando escribe que:

Los estadistas que, durante la guerra, estuvieron en capacidad de expresar su pensamiento de un modo sincero, dijeron que la diplomacia secreta era en parte responsable de las calamidades que durante años y años llovieron sobre Europa con motivo de rivalidades alimentadas por los gabinetes, pero que en rigor les eran extrañas a los pueblos. No se puede negar que la diplomacia secreta tiene su parte de responsabilidades en los dolores del mundo, pero ocurre preguntar: ¿Está preparada Europa, está preparado el mundo culto para derogar sú bitamente costumbres tan viejas casi como las más viejas de las actuales nacionalidades? ¿Es la diplomacia la única institución en que el secreto ha sido la norma y la simulación el método de vida?58

El modo en que se ha ejercido la diplomacia en el mundo moderno y en la sociedad de masas es lo que más ha potenciado el conflicto y la beligerancia, mediante la competencia y la rivalidad, donde se enfrentan los intereses de los individuos y de los gobiernos; por ello, señala Sanín Cano una vez más que ''los diplomáticos eran los agentes de un sistema basado en la competencia, en la lucha por el predominio y en el cultivo de enemistades de que podía sacarse provecho en determinado sen tido. La competencia se extiende a todas las relaciones de los hombres59. El secreto en la política diplomática se constituye en uno de los legados nefastos de la guerra y se ha extendido a las demás instituciones humanas; por ello, Sanín trata de mostrar en el artículo la importancia de la información pública y de la transparencia en las decisiones, de la democracia y el control constitucional sobre las decisiones de los estados que se encuentran en conflicto.

Sus opiniones no constituían una casualidad, porque el acumulado de su experiencia diplomática le aseguró una vinculación constante con el mundo político y consular, y a partir de esos escenarios logró un acervo reflexivo de las situaciones, los estadistas, los líderes y los dirigentes de la opinión pública, así como una aproximación a las relaciones internacionales.

Desde el anterior ángulo y en consonancia con la entrevista de 1946, recuerda en su ''autobiografía'' a importantes periodistas de su época en Europa. Salvador de Madariaga –quien lo recomendó cuando era corresponsal de La Nación en Londres para cubrir la guerra–, Leopoldo Lugones, Fernando Ortiz Echagüe, Luis Araquistaín, Ramiro de Maeztu, todos los cuales conoció, entre muchos otros, y con quienes ejerció la sociabilidad de los ''periodistas intelectuales''.

Lo cierto es que Sanín Cano se opuso a la falta de profesionalismo en la diplomacia –también en la prensa– y atacó de manera acérrima la improvisación, la carencia de formación y la politiquería que definían al funcionario público diplomático. Muchos de sus artículos se orientaron a exigir la profesionalización de la carrera diplomática, cuestión que, para el caso colombiano, no dejó de vindicar en los escritos del diario El Tiempo. Los periodistas antes mencionados le incentivaron o fueron una emulación en su estilo periodístico, hecho que se puede ratificar cuando describe con admiración a Fernando Ortiz Echagüe (diplomático y periodista de La Nación, además de amigo suyo) en su artículo titulado ''Los Autores y las obras. 'Pasajeros, correspondencia y carga'''60.

Él mismo describe con precisión en su estancia en Londres, y amplía en su exposición, lo que esos encuentros, diálogos y debates propiciaban a su modo de relatar y de leer los conflictos a escala mundial:

Como corresponsal de ese diario, estaba entre mis obligaciones la de leer diariamente en su parte editorial, de noticias y de información literaria, el mayor número posible de los diarios londinenses. De rigor tenía que enterarme de cuanto decían sobre estas materias The Times, The Dialy Mail, Dialy Express y Morning Post. Contemplada de lejos ésta diaria tarea puede parecer un entretenido y aun deleitable ejercicio [...] La prensa europea de los años anteriores a la primera guerra mundial pasará en la historia por uno de los adornos más severos y característicos, de una civilización declinante, sin saberlo. En Londres, en un rincón de ''Piccadilly Circus'', no lejos del ''Café Royal'', había una humilde tienda donde se ofrecían diariamente a la venta todos los diarios de Europa acabados de llegar. Los había en todas las lenguas y dialectos, de esa por entonces supercivilizada parte del mundo. Allí acudían los rusos en busca del Golos, los checos a comprar el Narodny Listy, los suecos a enriquecer su conocimiento con el Dagens Nyhetter, los catalanes iban a comprar la Esquela de la Torraxa, y todo el mundo salía contento61.

Leer los periódicos del mundo no era una ''ducha de realismo'' exclusivamente, era una actividad de intercambio y de vinculación con personalidades representativas de Hispanoamérica en Europa. De modo que en las dos primeras décadas del siglo XX, en las que se desenvolvieron los eventos bélicos en Europa primordialmente, el papel del diario fue fundamental, y ello explica la posición de La Nación en esa etapa, esto es, la de ser un mediador entre los acontecimientos y la conciencia pública de los ciudadanos.

Otro de los registros donde se puede examinar la actitud periodística de Sanín Cano está en su artículo titulado ''La sanción de los Tiempos''62, el cual se publicó a propósito de los cien años del nacimiento del fundador de La Nación, Bartolomé Mitre. En este escrito es comprensible cómo se configuró en Sanín Cano su idea del periodismo bajo la misión de construir un escenario de debate donde los valores de la civilidad o la pacificación fueran de la opinión pública mundial, tanto de los líderes estatales como de los ciudadanos.

A la par que reflexiona sobre el problema de la diplomacia y la guerra, Sanín detecta el cambio que experimentaría la prensa mundial en las tres primeras décadas del siglo XX. Algunos de sus artículos son un termómetro y exploración de esa percepción. En el diario El Tiempo consigna observaciones sobre el declive de la prensa responsable y seria; como ejemplo tómense los siguientes artículos: ''Vicisitudes del progreso''63, ''Maximiliano Harden''64, ''El año literario''65, ''La observación desprevenida''66, ''La era en que vivimos''67, ''La prensa antigua y la de hoy''68, ''La oficina de información en Londres''69, entre los más destacados.

Ahora, no se puede dejar de mencionar que Sanín Cano se radicó en Colombia, pero al corto tiempo de haber estado en Buenos Aires tuvo que regresar por la muerte de su esposa en 1929, sin embargo, emprendió una labor editorial que abarcó casi tres décadas. Al respecto es importante señalar aquí una reseña de Cobo Borda en la que se enaltece la labor de Sanín en el diario El Tiempo, que se enlaza con este esbozo de su perfil intelectual:

Los cuatro primeros volúmenes, las 2000 páginas que tenemos ahora entre manos, con las editoriales que Baldomero Sanín Cano (1861-1957) escribió en El Tiempo, a partir de 1927 hasta 1945, son desconcertantes. Primero, por el agrado con que todavía se dejan leer, segundo, por la extraña sensación de que el tiempo no ha transcurrido, en ninguna forma, y como el problema de los Balcanes, para citar un solo ejemplo, de Serbia y Montenegro, sigue siendo el mismo conflicto irresoluto que marcó todo el siglo. De Sarajevo a Kosovo la perenne tensión entre Occidente y Oriente70.

Palabras que pueden aplicar para sus artículos de La Nación, en los que se le reconoce por su ingeniosa contemporaneidad. En ese sentido, vale la pena retomar a Cobo Borda cuando comenta sobre la forma de periodismo que desplegó Sanín:

Al leer con cuidado estas páginas podemos rastrear, con admiración la capacidad de Sanín para estar informado y su don de conjugar esos datos en el marco del conocimiento y de la política internacional [...] Sufrió al vivir un tiempo donde muchos exaltaban a Hitler, Mussolini y Franco y quemaban los libros de sus amados Thomas Mann y Stefan Zweig. Pero siempre propugnó por una vida más justa y equilibrada al intentar, con sus trabajos, una intercomunicación americana y al ser, en definitiva, un humanista con visión mundial71.

La pertinencia de la labor de Sanín como periodista y diplomático no se reduce al análisis político internacional exclusivamente, en el que detecta cómo se tejen las relaciones de los gobiernos, cómo se manipula al pueblo y de qué modo se destruyen los principios democráticos, por la magnitud de legitimidad que tiene la guerra, el intervencionismo y la ambición imperialista de las potencias europeas. También, en un ejercicio de profunda censura, analiza el problema de las soberanías, de la nacionalidad, de la independencia y la autonomía de los pueblos, defendiendo para el caso –asunto que se destaca en toda su labor periodística– la identidad y la cultura como la política de los pueblos latinoamericanos.

Censor de las catástrofes entonces, Sanín fue un intelectual transeúnte, que con su aguda observación, de la calle y de los sucesos, pasaba a la crítica severa de las desgracias o de las infamias del poder utilizado para la destrucción. Se opuso denodadamente, como ninguno, a la desigualdad y la arbitrariedad de las naciones por el uso de las armas, del poder económico e incluso de la cultura. Apeló a la justicia, a la igualdad y a la cultura como medio de regulación de la política y la diplomacia destructiva, como lo indica en sus artículos ''Un grande equívoco Internacional''72, ''Diplomáticamente el Sur Existe''73, ''Buen Cobrador'', ''Mal pagador''74, ''Un práctico estado de vasallaje''75, ''Hablar es plata, callar es oro''76, entre otros.

Sanín captó en sus artículos varias catástrofes: las guerras mundiales, el fracaso de las relaciones diplomáticas, la decadencia de la cultura ilustrada y la crisis de la democracia. Bajo otros horizontes de su periodismo, como muchos otros grandes de la época, inspeccionó problemas como el de la masificación del público lector, la industria del libro, la cultura de masas, el espectáculo y el entretenimiento de masas, como muchos otros fenómenos del siglo XX.

Otros problemas que detectó, y lo hizo como agudo sensor de las tragedias de la modernidad, se refieren a la ''Reproductibilidad Técnica'' del arte, a la transformaciones musicales y la cultura popular, al retraimiento del teatro por cuenta del cine, la diversión y la presión de los medios masivos de comunicación; asuntos estos enfocados con su ojo crítico, pasados por el tamiz de su periodismo analítico. En específico, el desvelo de Sanín era detectar las nuevas condiciones sociológicas que la modernidad traía sobre el cambio de los lectores, pero también sondeó la forma y los instrumentos –artefactos técnicos– que transformaban los hábitos de la lectura.

La industria cultural y la cultura de masas se unían a su reflexión crítica de la sociedad en el siglo XX. Hay varios artículos de Sanín que, a este respecto, dan las razones y pulsan los alcances funestos que, según él, traían los nuevos medios técnicos para el arte y para los públicos; se pueden indicar: ''Cadenas de ... estuco'' <´sup>77 , ''Shakespeare amenazado''78, ''La suerte del libro y el cadáver''79 y ''El Vitáfono''80, publicados en La Nación. Para Sanín factores como el mercado y el consumo, los Trust y los monopolios, los regímenes totalitarios, la mediocre diplomacia, la falta de liderazgo y de gobernabilidad, las burocracias enquistadas y el halo de irracionalidad, poco a poco habían acabado con las banderas liberales de la libertad y la igualdad de los pueblos. Las reflexiones del colombiano entre los años que van de 1918 a 1927 son próximas y familiares a las postulaciones científicas del marxismo en el siglo XX y que en los años treinta se conocieron a través de los fundamentos analíticos de la Teoría Crítica de la sociedad81. Son afines a Sanín los análisis que harán a finales de los años veinte pensadores como Max Horkheimer82 (1926), Walter Benjamin83 (1926) y Sigfried Kracauer84 (1927).

 

Conclusiones

Retomemos de nuevo otra de las entrevistas realizada en 1946. Allí comenta sobre las implicaciones de la prensa en la sociedad de masas:

La república literaria.

En literatura, Sanín Cano se mueve en terreno propio. Distante de la vanidad, sereno, imparcial, el suyo es un espíritu crítico que ha sabido guardar el justo equilibrio en la calificación de la obra ajena.

—Cuando actuaba en España como corresponsal de ''La Nación'', me relacioné con todos los periodistas y literatos de la época: Valle Inclán, Díez Canedo, Ortega y Gasset, Julio Camba, Rivas Cheriff; en fin, todos los que lograron prestigio en ese momento. La inquietud política de España era entonces extraordinaria. Sentíanse los amagos de una gran transformación social, estimulada por la obra de sociólogos y literatos; pero no pude menos de notar con satisfacción el influjo que sobre la Península ejercían las letras americanas, animadas por José Asunción Silva, Rubén Darío, Rufino Blanco Fombona, José Santos Chocano, Gómez Carrillo, Gutiérrez Nájera. De Madrid fui llamado por ''La Nación'' para que formase parte de su cuerpo de redactores. En Argentina tuve la impresión de hallarme en mi propia tierra y el halago de respirar un ambiente inquieto, cosmopolita, donde se desconocía el vocablo ''extranjero''. ''La Nación'' no era un simple rotativo, sino una fortaleza intelectual que acogía el pensamiento y el arte del mundo entero y animaba con su hospitalidad la conciencia latinoamericana. Allí tuve la honra de trabajar con inteligencias de primera categoría como la de Luis Urature, Al berto Gerchunoff, Alfonso de la Ferrere, Enrique Loncán y Gustavo Cancela85 .

Sanín defendió la prensa como vehículo de ilustración y de democracia en las sociedades occidentales, por eso, a su llegada a Buenos Aires, se le celebró como ''maestro de América'' y ''periodista universal'':

NOTAS Y COMENTARIOS

Baldomero Sanín Cano

Con verdadero regocijo saludamos como a nuestro huésped que piensa radicarse en la Argentina y esperamos que sea por siempre, a Baldomero Sanín Cano. Después de haber representado a La Nación en Londres, primero, y luego en Madrid, viene a incorporarse a su redacción local.

La presencia en Buenos Aires de tan alto espíritu y la acción que aquí podrá desplegar como publicista, han de redundar sin duda en beneficio de nuestra cultura. Porque Sanín Cano se encuentra entre los escritores de América más vigorosos, más sólidos, más modernos y más independientes. Él es del linaje espiritual de Montalvo, Martí y Rodó. Hombre de edad madura, vinculado desde varios decenios atrás al movimiento literario americano, hombre que hizo sus primeras armas en la patria, Colombia, con José Asunción Silva, Guillermo Valencia y otros literatos ilustres, nos da hoy todavía severas lecciones de clarividente juventud en el juicio de juzgar a los hombres y acontecimientos de la hora presente. Ahí están para certificarlo, para nosotros los argentinos, sus correspondencias de varios años a La Nación, que no vacilamos en calificar como las más serenas, independientes y actuales que hayamos leído en el diario de Mitre en estos últimos años que han tenido lamentable virtud de extraviar a tantos ingenios.

NOSOTROS espera que la juventud argentina sabrá apreciar en todo su significado lo que representa la presencia entre nosotros de Sanín Cano, y de éste que querrá acercarse a esa juventud para aconsejarla y sostenerla con su culta palabra de maestro86.

No llegó como un completo extraño, como un individuo anónimo e indiferenciado. Por el contrario, lo hizo con el prestigio y el reconocimiento que ya se había consolidado estando en Londres y luego en Madrid. Indudablemente, el reconocimiento que le hizo la Revista Nosotros demostraba el ascendente y la estimación que en diversos planos de la vida social a nivel mundial se le prestaba al maestro Sanín Cano, desde posiciones políticas e incluso ideológicas diversas. Sus artículos para La Nación de Buenos Aires no se circunscriben o se ciñen al público lector de su presente, trascienden esa eventualidad, porque los escritos están dirigidos al amplio público de todos los tiempos, del futuro, y en ese sentido se mencionan aquí: para confrontar al lector de hoy.

 


*Este artículo es producto de la investigación de tesis doctoral titulada Baldomero Sanín Cano. Un intelectual humanista en el siglo XX. Prensa, modernidad y masificación (1909-1957), para el Doctorado en Ciencias Sociales Flacso-Argentina.

1. José Antonio Portuondo, Heroísmo intelectual (México: Tezontle, 1955), 61.

2. Jorge Cabarico Briceño, ''El lado humano de los personajes. Baldomero Sanín Cano'', El Tiempo, Bogotá, 10 de noviembre de 1946, 3. Jaime Posada, ''Baldomero Sanín Cano, su vida y su obra. Un Reportaje de Jaime Posada para el Tiempo'', El Tiempo, Bogotá, 27 de Junio, 1946, 15.

3. Nombrado subgerente del tranvía de mulas en Bogotá en 1889; Subsecretario del Ministerio de Hacienda en 1905; Cónsul en Londres en 1911; Corresponsal de La Nación en Londres en 1918; Profesor de lengua y literatura española en la Universidad de Edimburgo en 1919; Director de la agencia de La Nación en Madrid en 1922; elegido Representante a la cámara por el partido liberal en 1924; Editor de la sección de política internacional de La Nación en Buenos Aires en 1925; miembro de la comisión de cooperación intelectual en 1931; Rector de la Universidad del Cauca en 1942; título Honoris Causa de la Universidad de Antioquia en 1945; título Honoris Causa de la Universidad del Cauca en 1948.

4. Explica Sanín por qué no escribió una biografía completa y más bien reflejó su vida a través de la relación con otras personalidades que conoció. Por eso tituló inicialmente su autobiografía como la Memoria de los otros. En: Baldomero Sanín Cano, ''Libros'', Semana n.º 133 (1949): 22-25.

5. Baldomero Sanín Cano, De mi vida y otras vidas (Bogotá, A.B.C., 1949), 254.

6. A partir de artículos, reseñas, cartas y editoriales, la actividad editorial de Sanín Cano en esta revista, publicada en Londres junto a algunos de los principales personajes del liberalismo radical colombiano, constituyó un enlace y un intercambio político e intelectual que amplió su experiencia cultural durante su estancia en Europa. Al rastrear las contribuciones de Sanín Cano se nota su interés reflexivo frente a los problemas de la época, su inclinación al análisis de coyuntura y su atracción por debatir las relaciones literarias y culturales entre Europa e Hispanoamérica. Véase revista Hispania, Londres, 1912-1916.

7. En 1917 el presidente Rafael Reyes ofreció un banquete en honor del intelectual italiano Guillermo Ferrero; con ocasión del evento se realizó una entrevista en la que participó Sanín Cano. Véase Alejandro Carrasquilla, ''Entrevista con Ferrero'', Caras y Caretas n.° 865 (1915): 48; En la celebración del día de independencia de la argentina, el 25 de mayo, se realizó un banquete al que asistieron destacados intelectuales y diplomáticos argentinos en Londres y que fue reseñada con una foto en la que se indica el nombre de Sanín Cano. ''El 25 de mayo en Inglaterra'', Caras y Caretas n.° 1087 (1919): 8; Banquete en la Casa de España en Londres en honor del señor Ministro de Uruguay D. Nicolás María de Urgoiti, quien alentó en esta ciudad la realización de actividades culturales y literarias sobre España e Hispanoamérica, a las que asistió en muchas ocasiones Sanín Cano. ''En Londres'', periódico La Voz, Madrid, 25 de septiembre de 1920, 6; Banquete organizado para constituir la Asociación de Escritores Españoles y que tuvo entre otros objetivos la realización de cursos y conferencias para promover dicha agrupación, lo que fue ampliamente reseñado en los diarios españoles. ''Varios españoles en la 'Casa de España' en Londres'', Nuevo Mundo, revista popular ilustrada n.° 1395 (1920): 14; Banquete en honor al director del diario La Nación de Buenos Aires, en el que se reseña el papel que ha cumplido el diario en el contexto de la crisis de la civilización y su ascendiente en los lectores como un periódico democrático y moderno. Este banquete estuvo presidido de discursos y se indica la intervención de Sanín Cano: ''Fiesta del periodismo hispanoamericano. El banquete de ayer en honor de D. Luis Mitre'', El Sol, Madrid, 26 de abril de 1923, 2.

8. Una de las conferencias que expuso Sanín Cano y que fue muy reseñada y debatida en los diarios españoles fue la que tituló ''Las revoluciones hispanoamericanas'', publicada inicialmente en 1924. Heraldo de Madrid, Madrid, 11 de abril de 1924, 4; ''Actos culturales. Sobre las revoluciones hispanoamericanas'', El Sol, Madrid, 13 de abril de 1924, 4; ''Noticias generales'', La Época, Madrid, 11 de abril de 1924, 3; ''Unión-Iberoamericana'', La Correspondencia, Madrid, 11 de abril de 1924, 6; ''Interesante conferencia del señor Sanín Cano'', La Acción, Madrid, 14 de abril de 1924, 3; ''Noticias'', La Voz, Madrid, 10 de abril de 1924, 6; Véase Baldomero Sanín Cano, ''las revoluciones hispanoamericanas'', Oficio del Lector (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978), 205-213.

9. Ampliamente reseñados fueron los cursos de español que Sanín Cano dictó en Londres y en Madrid, referidos muchas veces a los temas hispanoamericanos. En particular, sobresalen el curso de español dictado en la Universidad de Cambridge y el de la Universidad de Edimburgo. Además se reseñan los cursos dictados en la ''Casa de España'', en el ''Ateneo de la Juventud'' en Madrid y en su estadía en Buenos Aires, orientados a las relaciones culturales entre España y Latinoamérica, el papel del libro en lengua española y la propiedad intelectual. ''La universidad de Cambridge. Conferencias iberoamericanas'', La Acción, Madrid, 23 de Julio de 1920, 1; ''Conferencias sobre España en Cambridge'', La Época, Madrid, 13 de Julio de 1920, 1; ''De la semana. Crónica'', La ilustración española y americana n.° 28 (1920): 407.

10. Resultan particulares este escenario y las sociabilidades que estableció Sanin porque fueron una clave en la construcción de vida intelectual europea que erigió en décadas. Se constata que hizo parte de la asociación de escritores españoles y argentinos. ''En el ateneo. Por la divulgación del libro español en América'', El Sol, Madrid, 24 de Junio de 1922, 4; ''El libro español en América'', La Época, Madrid, 23 de Junio de 1922, 2; le envía una carta a José Ingenieros con el propósito de constituir la Sociedad Argentina de Escritores. Buenos Aires, Octubre de 1925.

11. Lewis Coser, ''Los escenarios de la vida intelectual'', en Hombres de ideas (México: Fondo de Cultura Económica, 1968), 19-142.

12. Carlos Altamirano (compilador). ''Élites culturales en el siglo XX latinoamericano'', en Historia de los intelectuales en América Latina (Buenos Aires: Katz, 2010), 9-28.

13. Robert K. Merton, ''Papel del intelectual en la burocracia pública'', en Teoría y estructura sociales (México: Fondo de cultura económica, 2002), 287-304.

14. Baldomero Sanín Cano, ''Un personaje de mil rostros'', en De mi vida y otras vidas (Bogotá: A.B.C, 1949), 219-229.

15. Rafael Gutiérrez Girardot, La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX (Maryland: University of Maryland at College Park, 1990) y El intelectual y la historia (Caracas: La nave va, 2001), 169.

16. La Séptima Conversación de la Organización de Cooperación Intelectual de la Sociedad de las Naciones se realizó en Buenos Aires del 11 al 16 de septiembre de 1936. El señor Antonio Aita, secretario del P.E.N. Club argentino, propuso al Instituto Internacional de Cooperación Intelectual la organización de una reunión con motivo del XIV Congreso de la Federación Internacional de P.E.N Clubs; así se organizó una reunión que convocaba a escritores de América y de Europa. El evento, enmarcado en los importantes encuentros, fue dirigido por Baldomero Sanín Cano en calidad de presidente; en esa ocasión se dieron disputas y polémicas profundas e intensas entre los concurrentes. En: Europa-América Latina (Buenos Aires: Comisión Argentina de Cooperación Intelectual, 1937), 249.

17. Jaime Barrera Parra, ''Homenaje a Baldomero Sanín Cano'', en Lecturas Dominicales de El Tiempo, Bogotá, 20 de Marzo de 1932, 1-12.

18. ''Nuestra demostración a Sanín Cano'', Nosotros Vol.: 49 n.° 191 (1925): 510-517.

19. ''Significación de Sanín Cano'', Iberoamericana Vol.: 13 n.° 26 (1948): 215-221.

20. Homenaje Revista Babel Vol.: 14 n.° 59 (1951): 158, y en este mismo año en Noviembre, en la Habana-Cuba, organizado por Juan Marinello.

21. Homenaje de la Revista Repertorio Americano Vol. 57 n.° 16 (1952): 1.

22. Eva Klein, ''Baldomero Sanín Cano: Crítico literario del periodo de la modernización colombiano'', Revista de la Universidad Nacional Vol. 3 n.° 14-15 (1987): 41.

23. En su obra Letras colombianas aparece un intercambio de ensayos y de cartas con algunos escritores del país: Tomás Carrasquilla, Luis C. López, Fernando González, León de Greiff, Ciro Mendía, Octavio Amórtegui, Hernando Téllez. Véase Baldomero Sanín Cano, Letras Colombianas (Medellín: Universidad Eafit, 1984), 271.

24. Le escribe ocho cartas al presidente que dirigió al país entre 1910 y 1914, bajo el gobierno fundado en el proyecto de ''Republicanismo'' y la Reforma Constitucional de 1910.

25. Le envía varias cartas al eminente argentino con las siguientes fechas: 22 de Agosto de 1923 y Octubre de 1925.

26. En la Revista Nosotros de Buenos Aires aparecen fechados los envíos de las respectivas cartas: Londres, 30 de Junio de 1921 y Madrid, 18 de Septiembre de 1924.

27. Existen al menos unas ciento catorce cartas escritas por Sanín y dirigidas a este personaje.

28. Sanín Cano le envía dos cartas a Mariátegui, 19 de Agosto de 1928 y 21 de Marzo de 1929. Revista Amauta n.° 24 (1929): 82-84.

29. Luis Alberto Sánchez escribe una semblanza del colombiano donde describe su trayectoria y experiencia como crítico, periodista y diplomático. Véase Luis Alberto Sánchez, Escritores Representativos de América (Madrid: Gredos, 1976), 98-111.

30. Henríquez Ureña, Max, Breve Historia del modernismo (México: Fondo de Cultura Económica, 1978), 8-9.

31. Adolfo Caicedo Palacios, Alfonso Reyes y los intelectuales colombianos: diálogo epistolar (Bogotá: Siglo del Hombre-Universidad de los Andes, 2009), 409.

32. Alejandro Quin. ''Del modernismo al régimen gramatical: lecturas de Baldomero Sanín Cano en Colombia'', en Literaturas, prácticas críticas y transformación cultural (Bogotá: Universidad Javeriana: Jalla, 2008), 39-53.

33. Lázaro Ángel, ''Un gran diario argentino'', La Libertad, Madrid, 24 de mayo de 1924, 5.

34. Lázaro Ángel, ''Un gran diario argentino'', 5.

35. Baldomero Sanín Cano, ''Las memorias de los otros'', De las Indias n.° 1 (1939): 16-43.

36. Lázaro Ángel, ''Un gran diario argentino'', 5.

37. Harold Nicolson, ''Orígenes de la diplomacia organizada'', en La Diplomacia (México: Fondo de Cultura Económica, 2010), 37.

38. ''Banquete a don Baldomero Sanín Cano'', El Sol, Madrid, 21 de Octubre de 1924, 2.

39. Archivo General de la Nación (AGN), Ministerio de Relaciones Exteriores, Diplomática y Consular, Caja 545, Carpeta 309, f. 41.

40. AGN, Ministerio de Relaciones Exteriores, Diplomática y Consular, Caja 545, Carpeta 310, ff. 3-5.

41. AGN, Ministerio de Relaciones Exteriores, Diplomática y Consular, Caja 545, Carpeta 310, f. 9.

42. Juan Gustavo Cobo Borda, ''Prólogo'', en El oficio del lector (Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1978), 26.

43. AGN, Ministerio de Relaciones Exteriores, Diplomática y Consular, Caja 545, Carpetas 309-310.

44. Juan Gustavo Cobo Borda, ''Prólogo'', 27.

45. Mariano Picón Salas, ''Sarmiento'', en Sarmiento, Lugones, Mallea (Buenos Aires: Publicaciones de la Embajada de Venezuela, 1977), 27.

46. Jorge Cabarico Briceño, ''El lado humano de''. 3.

47. Jorge Cabarico Briceño, ''El lado humano de'', 3.

48. Carta a Samuel Glusberg (Bogotá, Julio 2 de 1927), Archivo Samuel Glusberg, CEDINCI (Centro de Documentación e investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina), Buenos Aires.

49. Luis Alberto Sánchez, ''Sanín Cano y la Unesco'', América n.° 35 (1947): 223-224.

50. Francisco José Urrutia, ''La última década (1909-1919)'', en La evolución del principio de arbitraje en América. La sociedad de Naciones (Madrid: América, 1920), 201-212.

51. Henry Kissinger, ''La nueva cara de la diplomacia: Wilson y el Tratado de Versalles'', en La Diplomacia (México: Fondo de Cultura Económica, 2010), 215-242.

52. Harold Nicolson, ''Orígenes de la'', 75-77.

53. La Nación, Buenos Aires, 1o de Septiembre de 1916, 5.

54. La Nación, Buenos Aires, 26 de Diciembre de 1917, 4.

55. La Nación, Buenos Aires, 29 de Enero de 1918, 2.

56. La Nación, Buenos Aires, 13 de Marzo de 1919, 5.

57. La Nación, Buenos Aires, 21 de Enero de 1922, 2.

58. Baldomero Sanín Cano, ''La Aurora de un mundo nuevo I. La Prensa en la conferencia de la paz'', La Nación, Buenos Aires, 13 de Marzo de 1919, 5.

59. Baldomero Sanín Cano, ''La Aurora de'', 5.

60. Baldomero Sanín Cano, ''Los autores y las obras. 'Pasajeros, correspondencia y carga''', La Nación, Buenos Aires, 7 de Octubre de 1928.

61. Baldomero Sanín Cano, De mi vida, 224-226.

62. Baldomero Sanín Cano, ''La sanción de los Tiempos'', La Nación, Buenos Aires, 26 de Junio de 1921, 64.

63. Baldomero Sanín Cano, ''Vicisitudes del progreso'', en Ideología y Cultura (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 1998), 163-166.

64. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 233-235.

65. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 245-248.

66. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 278-281.

67. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 281-284.

68. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 319-321.

69. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 333-335.

70. Juan Gustavo Cobo Borda, ''Sanín Cano en El Tiempo'', Boletín de la Academia Colombiana Vol.: 51 n.°s 207-208 (2000): 137-139.

71. Juan Gustavo Cobo Borda, ''Sanín Cano en El Tiempo'', 137-139.

72. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 172-175.

73. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 184-186.

74. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 186-188.

75. Baldomero Sanín Cano, Ideología y Cultura, 192-194.

76. Baldomero Sanín Cano Ideología y Cultura, 220-222.

77. Baldomero Sanín Cano, La Nación, Buenos Aires, 1o de Enero de 1918.

78. Baldomero Sanín Cano, La Nación, Buenos Aires, 29 de Junio de 1921.

79. Baldomero Sanín Cano, La Nación, Buenos Aires, 19 de Septiembre de 1926.

80. Baldomero Sanín Cano, La Nación, Buenos Aires, 16 de Enero de 1927.

81. Max Horkheimer, Teoría crítica y Teoría Tradicional (Buenos Aires: Amorrortu, 2003), 289.

82. Max Horkheimer, Ocaso (Barcelona: Anthropos, 1986), 177.

83. Walter Benjamin, Calle de dirección única (Madrid: Abada, 2011), 89.

84. Siegfried Kracauer, La fotografía y otros ensayos. El ornamento de la masa I (Barcelona: Gedisa, 2008), 139.

85. Jaime Posada, ''Baldomero Sanín Cano'', 15. 86. ''Baldomero Sanín Cano'', Nosotros n.° 189 (1925).


 

 

Bibliografía

Fuentes primarias

Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá-Colombia, Ministerio de Relaciones Exteriores, Diplomática y Consular.         [ Links ]

Archivo Samuel Glusberg, Centro de Documentación e investigación de la Cultura de Izquierdas en Argentina (CEDINCI), Buenos Aires-Argentina.         [ Links ]

Prensa y Revistas

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