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Historia y Sociedad

Print version ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.25 Medellín July/Dec. 2013

 

RESEÑA

 

Francisco A. Ortega Martínez y Alexander Chaparro Silva (eds.), Disfraz y pluma de todos. Opinión pública y cultura política, siglos XVIII y XIX (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales-CES; University of Helsinki, The Research Project Europe 1815-1914, 2012), 580 pp.

 

 

Maria del Pilar Ramírez Restrepo

Estudiante de Historia de la Universidad Nacional, Sede Medellín. Dirección de contacto: mapramirezre@unal.edu.co


 

 

Este libro colectivo es el resultado de varios años de investigación de los editores sobre la prensa, la opinión pública y la cultura política neogranadina entre finales del siglo XVIII y el XIX, que articularon a proyectos de recuperación y difusión de periódicos de la Biblioteca Luis Ángel Arango y la Biblioteca Nacional, y a intereses investigativos de otros académicos en temas similares de trabajo. Francisco Ortega Martínez y Alexander Chaparro Silva recogen una serie de artículos de investigación que pretenden ofrecer, mediante el análisis crítico de impresos, específicamente de periódicos, un panorama amplio sobre la irrupción de la esfera pública moderna en la historia de Colombia, es decir, sobre la construcción de la vida política local en las últimas décadas del siglo XVIII y la primera mitad del XIX.

Los vacíos investigativos que el libro se propone llenar se enuncian con claridad en la introducción. Allí se da cuenta de que ha habido poca preocupación entre los investigadores por estudiar de manera amplia y crítica la prensa que se publicó en dicho periodo; y que además se han cometido arbitrariedades en la comprensión de configuraciones políticas y sociales, porque en muchos casos los conceptos que aluden a dichas configuraciones se han tratado desprovistos de su propia historia.

La perspectiva de análisis que conecta los diferentes artículos también se expresa en la introducción del libro. Para ello se explican los dos desarrollos teóricos más prolíficos sobre la noción de opinión pública: el de Jürgen Habermas y el de Reinhart Koselleck. El primero comprende la esfera pública como el espacio en el cual se producen y se difunden discursos que forman un público en torno a intereses privados de la burguesía, que posibilitó, para los comienzos de la Revolución Francesa, que debido a la circulación de impresos y al incremento de espacios de sociabilidad, se creara un escenario deliberativo de discusiones que atañeran a todos. Koselleck, por su parte, presenta una perspectiva sobre la opinión pública más acorde a los intereses del libro. Este autor, desde su enfoque conceptual, arguye la importancia que tiene estudiar los conceptos de forma correspondiente a la realidad que estos nominan, es decir, de entender los conceptos como espacios que están constantemente en lucha, que se transforman, y que por lo tanto almacenan la complejidad de los fenómenos históricos. Los editores del libro remiten a investigaciones sobre las independencias iberoamericanas que adoptaron los presupuestos de Koselleck, y que plantearon una perspectiva según la cual un fenómeno político o social puede estudiarse mediante las desviaciones o cambios que una determinada idea presenta al trasladarse temporal o geográficamente; en otras palabras, en esta perspectiva se entendió que hay ideas o conceptos puros cuyo nivel de apropiación tiene que ver con el desarrollo mismo de la sociedad. Pero, entonces, los editores, al tomar la dimensión conceptual de la opinión pública, pretenden hacerlo según sus significados, sus resignificaciones o sus diferentes usos, sin considerar como si hubiera una base, sólida y acabada, sobre la cual apoyarse.

El cuerpo del libro reúne tres partes. La primera la compone un capítulo que se denomina ''El nacimiento de la opinión pública en la Nueva Granada, 1785-1830''. En él, Francisco Ortega Martínez y Alexander Chaparro Silva explican la emergencia de la opinión pública durante el Antiguo Régimen y cómo este ejercicio se constituyó luego en la base del régimen republicano. Lo que los autores realizan es un recorrido histórico meticuloso en el cual evalúan los procesos, las pugnas políticas, los cambios semánticos que tuvieron lugar desde el nacimiento del concepto de opinión pública en la Nueva Granada hasta su establecimiento en el seno de la política republicana. Para ello los autores se sirven de gacetas, prensa ilustrada y prensa política, como herramientas sociopolíticas y espacios configuradores de percepciones colectivas, cuya elaboración, circulación y recepción le conciernen a la constitución de la esfera pública en el tránsito de los procesos independentistas.

En la segunda parte, titulada ''Opinión pública, Monarquía y República'', se agrupan seis artículos con aportes valiosos sobre la compleja situación socio-conceptual de la opinión pública desde las guerras de la Independencia hasta el año de 1839. Esto, sin embargo, no se presenta con precisión en la introducción del libro, porque se enuncia que esta segunda sección comienza en el proceso independentista y finaliza en el período que se ha denominado, historiográficamente, como grancolombiano, es decir, hasta 1830.

En este conjunto de artículos se considera la prensa como una herramienta con la que diferentes sujetos o grupos políticos pretendieron imponer sus intereses particulares como generales, con el fin de construir una única concepción de la opinión pública; es decir que se concibe la prensa periódica como instrumento para configurar actitudes, legitimaciones institucionales y controles políticos. Entre estos está el de Alexander Chaparro ''La opinión del Rey. Opinión pública y redes de comunicación impresa en Santafé de Bogotá durante la Reconquista española, 1816-1819''. Aquí se defiende la idea de que los realistas consideraron la opinión pública como el espacio con el cual posibilitarían la autoridad monárquica. Y, dentro de los diferentes medios en los que esto se llevó a cabo, el autor privilegia el de los medios impresos. Esta relación entre la prensa y la política, la primera como la que modela y aporta en la construcción de lo público y de nuevos valores, también se argumenta en ''El nombre de las cosas. Prensa e ideas en tiempos de José Domingo Díaz. Venezuela, 1808-1822'' de Tomás Straka y en ''Opinión pública y cultura de la imprenta en Cartagena de Colombia, 1821-1831'' de Mayxué Ospina Posse. Ambos, en contextos distintos, presentan la tesis según la cual mediante la prensa se pretendió construir legitimidad en torno a valores políticos. Sin embargo, este último artículo es más teórico que analítico: se preocupa más por hacer una discusión en torno a las teorías políticas que sustentan sus afirmaciones y menos por afianzar su análisis en un conjunto documental.

''Libertad, prensa y opinión pública en la Gran Colombia, 1818-1830'' de Leidy Jazmín Torres Cendales parte de un punto de vista similar al de los anteriores, pero se concentra, a diferencia de los otros, en un solo concepto para referirse a la opinión pública: el de la libertad. La autora analiza este concepto desde las transformaciones semánticas que se encuentran en la prensa y cómo este mutó en la potestad de dictar las propias leyes, cuando antes se refería a la capacidad de actuar bajo ciertos parámetros morales y jurídicos. En este sentido, la autora defiende la tesis de que el interés del gobierno republicano era el de fijar la opinión pública.

Los otros dos artículos que componen esta parte, ''Nación, Constitución y familia en La Bandera Tricolor, 1826-1827'', de Nicolás Alejandro González Quintero, y ''Ministeriales y oposicionistas. La opinión pública entre la unanimidad y 'el espíritu de partido'. Nueva Granada, 1837-1839'', de Zulma Rocío Romero Real, comprenden un estudio centrado en periódicos particulares. El primero se centra en La Bandera Tricolor y a partir de este periódico el autor presenta de manera comprensiva cómo un grupo político quería que su opinión se impusiera como la verdadera en la esfera pública y que, por lo tanto, cuando no pudo lograrlo, la publicación desapareció. Así se entiende que los intentos de construir nación, un imaginario y una opinión comunes no encontraron la manera de legitimarse. El segundo artículo se aparta temporalmente de los otros cinco, pero continúa con la misma perspectiva de los anteriores. Aquí lo que se trata de evaluar es la oposición política a partir de dos periódicos, La Bandera Nacional, que estaba en contra del gobierno de José Ignacio Márquez, y El Argos, que estaba a favor. Se argumenta entonces cómo en este punto los partidos se autodenominan como los representantes de la voluntad general, es decir, la opinión pública como un espacio de luchas de partidos, forjadas, en parte, en los periódicos.

La tercera sección, de título ''Publicidad, sociabilidad e institucionalidad'', se compone de siete capítulos y es mucho más diversa temática y temporalmente que la anterior. El primer estudio se nomina ''La mujer y la prensa ilustrada en los periódicos suramericanos, 1790-1812'', de Mariselle Meléndez, y en él se pretende estudiar cómo la mujer se relacionó con los intereses de promoción del bien público, mediante los periódicos ilustrados, que eran el medio de comunicación local y global. Sin embargo, este artículo no cumple a cabalidad con lo que promete el título, pues se centra especialmente en el Papel Periódico de espíritu de la Ciudad de Santafé de Bogotá y no analiza de manera rigurosa ningún otro periódico suramericano. Por su parte, ''La cartografía impresa en la creación de la opinión pública en la época de la Independencia'', de Lina del Castillo, y ''El artesano-publicista y la consolidación de la opinión pública artesana en Bogotá, 1854-1870'', de Camilo Andrés Páez Jaramillo, realizan aportes importantes por su perspectiva de estudio. El primero entiende la cartografía desde su valor geopolítico, y para ello toma el Atlas nacional de José Manuel Restrepo y lo compara con la representación que se hizo sobre Colombia en Colombia Prima or South America. Lina del Castillo analiza el proyecto cartográfico de Restrepo como una herramienta política mediante la cual se pretendía crear la imagen, para 1827, de la República de Colombia como entidad soberana, de manera que se legitimara territorialmente la independencia. El segundo pretende matizar la visión totalitaria que se ha impuesto sobre la función suprema de los medios impresos ilustrados, y para ello resalta la importancia de las actividades políticas que realizaron gran número de artesanos por medios impresos. El autor elabora, desde esta perspectiva, el argumento según el cual la construcción de la opinión pública estaba basada en intereses particulares de un grupo social y no en preocupaciones generales.

Como en el capítulo de Camilo Andrés Páez, que pretende dar cuenta de la situación de un territorio específico, asimismo Juan Camilo Escobar Villegas en ''Impresos periódicos en Antioquia durante la primera mitad del siglo XIX. Espacios de sociabilidad de opinión de las élites letradas'' estudia los espacios de sociabilidad de las élites letradas en una sola región. Aquí el autor analiza la manera como estas élites constituyeron imaginarios sociales, legitimados y difundidos en los impresos periódicos que ellos mismos crearon.

El artículo ''No dudo que este breve plan de literatura ilustrada os electrizará: Primicias, lecturas y causa pública en Quito, 1790-1792'' de María Elena Bedoya Hidalgo traza el vínculo entre lo impreso y las discusiones sobre la causa pública, porque fue precisamente durante la última década del siglo XVIII que, con la extensión de las publicaciones, hubo posibilidad de que se escribiera, se leyera y se discutiera en pequeños grupos, de carácter asociativo, sobre asuntos que le correspondían a la sociedad en general. Por otra parte, ''El Neogranadino, 1848-1857: un periódico en el umbral'', de Gilberto Loaiza Cano, es un esfuerzo por comprender la importancia de las publicaciones periódicas en el panorama político y cómo a través de ellas pueden entenderse aspectos de la sociedad, en el contexto en el que se desarrolló ampliamente la competencia de la producción, la difusión y el consumo de impresos, que ejercía una restricción encaminada a la consolidación de un discurso específico dentro de un marco vulnerable. En este sentido, la desaparición del periódico, como lo explica Loaiza, no puede entenderse solo desde aspectos editoriales o comerciales, sino también desde la situación crítica del liberalismo.

El artículo que falta por mencionar de esta sección corresponde a ''Lenguajes económicos y política económica en la prensa neogranadina, 1820-1850'' de John Jairo Cárdenas Herrera. Este es un estudio menos amplio y más general en comparación con otros que componen este libro. Lo que trata de hacer el autor es mostrar que los lenguajes económicos interfirieron en la constitución de la esfera pública republicana, y para ello los sitúa dentro de los debates económicos europeos, pero los especifica con las discusiones políticas que se encuentran en los periódicos de época.

El libro termina con el epílogo ''Las varias caras de la opinión pública'' de Víctor Manuel Uribe Urán. En este apartado se resalta la manera comprensiva y amplia como esta obra estudia la historia conceptual de la opinión pública y la historia del periodismo en Colombia. También Uribe Urán destaca que en esta publicación no se deja de lado el papel de la mujer ni el de la prensa popular o no ilustrada, aunque afirma que es conveniente que otros estudios profundicen en este sentido, así como en problemas de investigación que involucren impresos diferentes a los periódicos. Uribe Urán invita a continuar estudiando históricamente la prensa y a distinguirla según las intenciones comunicativas de los diferentes sujetos de enunciación.

Como se puede ver, este libro explicita los vínculos entre la política y los medios de comunicación, se centra en las actitudes, los presupuestos de diferentes personas y las maneras de inculcarlos a un público más amplio. Este libro pretende renovar la mirada sobre la cultura política de la época, dejando a un lado la idea de los conceptos importados y adiestrados desde el exterior. En este sentido, la consulta de esta obra es valiosa para quienes estén interesados en la historia de la prensa y en la comprensión de la cultura política de la época pasada y presente. También es importante porque en este libro se entienden las publicaciones de prensa en relación con la sociedad en la que se escriben y se difunden, y por lo tanto se conciben como viables de analizar críticamente con respecto a la esfera pública. Este libro traza una orientación que abre caminos en el estudio histórico de los conceptos políticos, y más, porque en esta investigación se han recuperado y se han dado a conocer periódicos y fuentes documentales poco estudiados.