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Historia y Sociedad

versión impresa ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.27 Medellín jul./dic. 2014

https://doi.org/10.15446/hys.n27.44664 

http://dx.doi.org/10.15446/hys.n27.44664

RESEÑA

 

María Teresa Cortés Zavala, Los hombres de la nación. Itinerarios de progreso económico y el desarrollo intelectual, Puerto Rico en el siglo XIX (España y México: UMSNH/ Doce Calles S. L., 2012), 176 pp.

 

María Teresa Cortés Zavala. Los hombres de la nación. Itinerarios de progreso económico y el desarrollo intelectual, Puerto Rico en el siglo XIX. México-España: UMSNH/DOCE CALLES S. L., 2012.

 

 

Gladys Lizama Silva

Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades Universidad de Guadalajara gladysli@cencar.udg.mx


 

 

Para iniciar, en mi opinión, el texto se inscribe en el ámbito de la historia de la cultura, de la ciencia y de las ideas en Puerto Rico durante el siglo XIX. Su objetivo central es describir e interpretar el pensamiento de dos hombres cruciales en la construcción de la identidad nacional portorriqueña. Y más concretamente, dar cuenta de cómo Román Baldorioty Castro y José Julián Acosta contribuyeron a crear la república de las letras. Analiza el pensamiento económico y político, pero también las prácticas culturales y la multiplicidad de acciones que realizaron como intelectuales y principalmente como maestros de generaciones de educandos que pasaron por las aulas de la Escuela de Agricultura, Comercio y Náutica, a fin de crear las bases del desarrollo económico tan esquivo con Puerto Rico cuando era una capitanía general dependiente de España.

Metodológicamente el trabajo se puede ubicar dentro de lo que conocemos como óptica prosopográfica, sin embargo, encontramos también historia comparativa y una rigurosa revisión de fuentes de primera mano. Los archivos consultados se encuentran en Madrid y Puerto Rico, donde la autora rastreó informes, discursos, programas e infinidad de papeles que le fueron útiles para la investigación y la construcción de su discurso narrativo. A su vez, la autora consultó directamente una extensa hemerografía, además de las obras producidas en vida por Román Baldorioty Castro y José Julián Acosta. Y como buena especialista en la historia de Puerto Rico, se apoya en una amplia y actualizada bibliografía temática.

En mi opinión es un texto que aporta conocimientos nuevos, es ameno y, sobre todo, muestra un trabajo minucioso de fuentes hasta el momento no utilizadas y un nuevo uso de las que otros investigadores se sirvieron con anterioridad. Además, es un libro que será útil a otras investigaciones relativas a la forja del pensamiento modernizador de Baldorioty Castro y Acosta. A su vez, es un excelente trabajo que permitirá a otros investigadores observar cómo se formaba un intelectual en Puerto Rico, esto es, saliendo a Europa después de la educación básica recibida en la isla; cómo los dos personajes construyeron las redes sociales de apoyo que sirvieron tanto en la estancia en España y Francia como después, al regreso. Otro aporte del libro es mostrar documentadamente la trayectoria de dos personajes claves en la modernización de la economía.

El libro está estructurado en cuatro secciones, a saber: la introducción, en la que la autora sitúa su objeto y sujetos de estudio; dos capítulos que sintetizan pensamiento, acciones, prácticas educativas e ideología de Román Baldorioty Castro y José Julián Acosta, y un anexo documental. Ahora bien, el núcleo fundamental del libro son los dos capítulos donde la autora desarrolla de manera extensa cómo fue la formación académica de cada intelectual, sus estancias en centros de enseñanza europeos, el tipo de sociabilidad, las redes en las cuales participaron, sus carreras como productores y difusores del conocimiento de las ciencias naturales, sus labores como maestros en las escuelas que participaron y su militancia política en el partido liberal. José Julián Acosta como asimilista, entendida como la postura política que consideraba que Puerto Rico no debía ser tratado como colonia, sino como una provincia con igualdad de derechos frente a los peninsulares en España; y Román Baldorioty Castro como autonomista, postura política que buscó la creación del estado libre y soberano de Puerto Rico, o sea, una independencia de España. Esta última fue la postura de una fracción del partido liberal que vio que el asimilismo era una utopía y que había que luchar por una democracia optando por el modelo cubano o canadiense, el sufragio universal y el establecimiento de un gobierno autónomo. Ellos fundaron un partido en el que la acción y el pensamiento de Román Baldorioty Castro fue pieza fundamental. Este intelectual fue encarcelado y sufrió persecución política por sus ideas y acciones.

A mí me interesaron varios temas que resaltaré por su importancia comparativa con el resto de los países de América Latina. El primero de ellos: la abolición de la esclavitud. Para Baldorioty Castro y Acosta la esclavitud era una rémora para el desarrollo y la modernización de la agricultura cañera, era el freno que impedía el salto cualitativo de una agricultura extensiva a una intensiva; las numerosas visitas a ingenios azucareros donde había trabajo libre asalariado les mostraba que era posible y necesaria la abolición de la esclavitud para mejorar la productividad. Quizá tenían razón; sin embargo, la supresión de la esclavitud, promulgada en casi todos los estados nacionales que se independizaron en la década de 1810 a 1820, no fue un factor que hiciera crecer las economías de esos países. La derogación parece tener más relación con los ideales heredados de la revolución francesa: igualdad, libertad y fraternidad. Una situación no advertida por estos intelectuales es que el trabajo esclavo, mientras sea rentable, no se abandona; en cambio, cuando el costo de mantenimiento del esclavo es más alto que su productividad, se deja libre a dicho esclavo y se reemplaza por la fuerza de trabajo libre, a la cual se le da un salario por lo que hace, sin la obligación de la manutención. Las nuevas formas de esclavitud moderna así lo demuestran.

Otros dos rasgos importantes que tratan y desarrollan ambos personajes son el de la modernización y las ideas sobre lo que debía ser la economía de Puerto Rico. Escriben y no se cansan de pregonar que son necesarios caminos, maquinaria, crédito, industrialización del azúcar, la aplicación de la ciencia a los procesos productivos, la innovación tecnológica y, sobre todo, trabajo libre para salir del atraso y la crisis económica constante. En este aspecto no se diferencian mucho de la sociedad Clases Productoras de Jalisco, que en 1878 elaboró un programa de modernización que dice lo siguiente:

Completa seguridad y garantías. Reducciones de impuestos. Ferrocarriles y caminos. Canales navegables y de irrigación. Supresión de aduanas interiores. Apertura de puertos. Exportaciones muchas, fáciles y libres. Exención de contribuciones, cargas y toda traba o gabela a las nuevas empresas industriales, mercantiles o agrícolas. Telégrafos. Escuelas muchas, de instrucción primaria. Mejoramiento de la mujer. Colegios de Agricultura, de comercio, de minería, de mecánica, artes y oficios, de ciencias prácticas, etc. Profesiones libres. Publicaciones científicas, muchas y baratas. Exposiciones permanentes y periódicas. Grandes premios y estímulos al trabajo. Privilegios a los inventores. Premios por la mejoría. Protección decidida a las clases productoras. Defensa mutua de las clases productoras. Inmigración de clases productoras. Colonización. Supresión de la leva. Policía voluntaria e intachable. Administración de justicia civil y criminal por jurados. Enérgicos correctivos al crimen. Caja de ahorros. Auxilios mutuos. Seguros mutuos de vida. Establecimiento de Bancos. Fraternidad universal.1

Acorde con la época, Baldorioty Castro, como fiel seguidor de las ideas fisiocráticas y librecambistas, pensaba que la base del desarrollo económico era la agricultura y el libre comercio; las trabas estaban en la carencia de vías y medios de comunicación, lo que impedía la normal circulación de mercancías, y en que la propiedad estaba sujeta a fuertes gravámenes e hipotecada a los grandes prestamistas. Para él el mercado interno estaba estancado debido, entre otros factores, a la escasez estructural de circulante.

Como pueden observar, el discurso historiográfico jalisciense se parece mucho a lo expresado por Baldorioty Castro y José Julián Acosta en sus escritos y sugerencias para mejorar la economía azucarera puertorriqueña. Sin embargo, no advirtieron que para que sea posible el desarrollo económico y la ampliación del mercado interno es necesario hacer crecer la demanda –en este caso sí lo hicieron con su propuesta de la implantación del trabajo asalariado libre–; pero si los salarios eran de subsistencia, tampoco era posible hacer crecer la oferta de productos de consumo interno.

Directamente relacionado a lo anterior hay otros aspectos tratados por estos dos intelectuales, a saber, el crédito, la disponibilidad de moneda y la circulación monetaria. Por lo que manifiestan estos intelectuales, la economía monetaria solo era funcional para los grandes comerciantes españoles y hacendados azucareros que disponían de moneda de plata u oro circulante; el resto de la economía funcionaba con el uso de moneda macuquina.

La parte más hermosa de la utopía de estos pensadores e intelectuales era su amor, dedicación y entrega a la educación. Ellos mismos como grandes personajes históricos son la mejor muestra de cómo la formación académica constante los hizo escritores y pensadores que le dieron forma a la nación puertorriqueña. Pero no se quedaron allí; cuando volvieron al país, después de sus largas estancias en Europa, buscaron incansablemente crear centros de enseñanza adecuados para formar a los trabajadores libres que tanto hacían falta. Al respecto cito a María Teresa Cortés:

Con la creación de unas cátedras destinadas a dar a la agricultura labradores instruidos que, poniendo a su servicio los recursos de la ciencia aumenten la producción del suelo y mejoren la calidad de los productos. Igualmente se dotaba al comercio de agentes hábiles, que con sus especulaciones abrirán nuevas vías al consumo ya al cambio de esos productos. Por último (...), entre los isleños de Borinquen se despertaría la afición por atrevidas empresas náuticas, que así avizoran y elevan el alma del marino, como acrecen el tráfico y el poderío de un pueblo.2

Otro de los grandes temas expuestos en los escritos de Baldorioty Castro y Acosta es el de la participación en las exposiciones internacionales y las locales, donde se exponían a los ojos del mundo la producción agrícola industrial y los distintos adelantos científicos de cada país expositor. Ellos consideraban que era una ventana que Puerto Rico debía aprovechar, cuestión en la que no se diferenciaban de los empresarios e intelectuales mexicanos, por ende, también los tapatíos. Los de Guadalajara muestran el mismo entusiasmo e ímpetu de estar en las exposiciones de París o Chicago realizadas en el último tercio del siglo XIX y, claro, las organizadas por ellos en la región desde 1878.

Por la descripción de las facetas anteriores, concuerdo con que estos autores fueron genuinos patriotas, en la significación amplia de la palabra: buscaron aun a costa de sí mismos que Puerto Rico se transformara en un país libre, desarrollado y con crecimiento. Este parece ser un rasgo estructural del imaginario de toda América Latina.

El resultado final es que, con el libro de María Teresa Cortés, hoy conocemos mejor otra parte de la historia de Puerto Rico, del pensamiento económico y político de la isla, de las obras que fueron esenciales en la conformación de la identidad puertorriqueña del siglo XIX, del periodismo de la época y de la educación que se impartía. En suma, la utopía de país que buscaron todos los intelectuales multifacéticos como Román Badorioty Castro y José Julián Acosta.

 


Notas al pie

1. Mariano Bárcena, ''La Sociedad Clases Productoras de Jalisco'', en Estudio presentado a la Secretaría de Fomento, 3.

2. María Teresa Cortés Zavala, Los hombres de la nación. Itinerarios de progreso económico y el desarrollo intelectual, Puerto Rico en el siglo XIX (España y México: UMSNH/DOCE CALLES S. L., 2012), 105.