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Historia y Sociedad

versión impresa ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.29 Medellín jul./dic. 2015

https://doi.org/10.15446/hys.n29.50599 

RESEÑA

 

DOI: 10.15446/hys.n29.50599

 

Joanne Rappaport, The Disappearing Mestizo. Configuring Difference in the Colonial New Kingdom of Granada (Durham and London: Duke University Press, 2014), 352 pp.

 

Juan David Montoya Guzmán

Doctor en Historia de América Latina Profesor Asistente de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín

Correo  electrónico: jdmonto6@unal.edu.co

 

La historiografía colombiana sobre los dos primeros siglos de vida colonial ha privilegiado los estudios que hacen énfasis en la historia económica y, en menor medida, política, dando relevancia al papel que desempeñó la población indígena y española. Conocemos en mayor o menor medida el funcionamiento de las minas en Antioquia y Popayán, las ''empresas'' atlánticas de los comerciantes cartageneros y hasta los mecanismos utilizados por las élites de Santafé de Bogotá para construir un primer sistema de mina-hacienda entre los Partidos de la Tierra Caliente y la Tierra Fría. Sin embargo, nuestros conocimientos sobre el impacto causado por la invasión de los europeos no son tan profundos. Salvo algunas investigaciones, es poco lo que sabemos sobre el descenso de la población indígena a lo largo del siglo XVI; somera es nuestra compresión sobre las guerras fronterizas después de la década de 1560 en el Chocó, en la cordillera de los pijaos, en las estribaciones de la sierra de Santa Marta o en los Llanos; y también es escaso el conocimiento sobre las estrategias utilizadas por los caciques muiscas o pastos para mediar entre tributarios y encomenderos.

La publicación de un estudio sobre la población mestiza del Nuevo Reino de Granada durante los siglos XVI y XVII viene a refrescar un poco el estado actual de la historiografía colonial de Colombia, que casi siempre privilegia el periodo denominado como ''reformas borbónicas''. La autora de esta investigación es la antropóloga norteamericana Joanne Rappaport, conocida en nuestro medio porque desde hace varias décadas viene indagando sobre el pasado del grupo indígena nasa y la historia del suroccidente colombiano.

Esta vez Rappaport centró sus preocupaciones en un sector de la naciente sociedad colonial: los mestizos. Después de haberse silenciado el ruido provocado por el choque de las macanas y las espadas, los indígenas tuvieron que reacomodarse a nuevas maneras de vivir. La fractura provocada por la conquista europea quebrantó las jerarquías tradicionales, distorsionó los recuerdos e impuso el régimen de la explotación. A estas dificultades es preciso agregar las modificaciones a la organización social indígena desatadas por las irrupciones española y africana. Si además se considera el efecto de la confusión producida por la introducción de nuevos modelos de conducta, como los ritos cristianos, las fiestas, el matrimonio y el trabajo, tenemos como resultado que tres o cuatro décadas después de la llegada de los conquistadores las sociedades indígenas y la naciente sociedad española sufrían una vertiginosa agonía humana y cultural. Este mundo produjo el nuevo grupo de los mestizos. Hijos de la guerra, los mestizos son uno de los sectores menos investigados por la historiografía colonial.1

El libro de Rappaport está divido en introducción, seis capítulos y conclusiones. En el primer capítulo se analiza la relación entre raza y ''calidad'', y la inestabilidad de las diferentes categorías en las que se encasillaba a españoles, indios, mestizos, negros y mulatos. Este aspecto es muy interesante y va a atravesar todo el libro. Para la autora, el término ''calidad'' es el que más se adapta al Nuevo Reino, y no el de ''casta'', muy utilizado en la Nueva España y generalizado para toda la América hispánica por los historiadores y antropólogos. ''Calidad'' era, en realidad, el término utilizado por los hombres de la época para clasificar a un individuo. Este abarcaba todo un abanico de características, tanto físicas como morales, que iban desde el color de la piel, el linaje, su estado de legitimidad, religión, lugar de residencia, oficio, género, vestuario, hasta su condición de libre o esclavo. Es decir, existían características tan, o incluso más, importantes que el color de la piel.

En el segundo capítulo, Rappaport estudia la forma como los mestizos eran designados dependiendo del contexto. Podían pasar por españoles, si eran educados por su padre conquistador en una ciudad o villa, o por indios, si eran criados por su madre indígena en un pueblo. Es decir, ''mestizo'' era una categoría colonial, pero no un grupo. Para demostrar su tesis, la autora va develando las zigzagueantes vidas de mestizos y mulatos que vivieron en el ocaso del siglo XVI y en las primeras décadas del siglo XVII. Las trayectorias de la mestiza Juana Galván, del mulato Manuel Rodríguez o del inclasificable Juan de Salazar –un zapatero de Santafé que en ocasiones era definido como mestizo y en otras como indio– sirven para demostrar su hipótesis.

En el tercer capítulo, Rappaport logra mostrar las diferencias de género dentro del mundo mestizo. Mientras que los mestizos de élite lograban interactuar en los círculos más altos de Santafé y Tunja, sus vidas cotidianas y sus lazos afectivos más cercanos eran frecuentemente mucho más plebeyos que en los casos de sus contrapartes femeninas. Dicho de otro modo, mientras que para un hombre mestizo era muy difícil acceder a una encomienda o un oficio dentro de la administración colonial, sus hermanas podían casarse con españoles o sus descendientes y lograr así insertarse en redes de poder mucho más amplias y privilegiadas.

En el cuarto capítulo, la autora explora los diferentes mecanismos utilizados por mestizos de élite que aspiraban a obtener cacicazgos muiscas. Las vidas de don Alonso de Silva, cacique de Tibasosa, y de don Diego de Torres, el famoso cacique de Turmequé, son el pretexto para explorar las fronteras difusas entre mestizos, indios y españoles. Rappaport se interroga sobre cómo los mestizos construyeron una imagen propia que les ayudó a negociar con la Corona y desafiar los estereotipos comunes sobre el mestizaje. Esto les permitió denunciar el sistema económico colonial y los abusos cometidos por los oficiales de la Audiencia de Santafé, y crear unas narrativas propias sobre el pasado prehispánico.

En el quinto capítulo, Rappaport vuelve a interrogarse por las opciones para interpretar la diversidad de formas clasificatorias coloniales en la modernidad temprana. El fenotipo no era el principal factor para clasificar a una persona. Un mestizo podía moverse a lo largo de su vida en diferentes categorías dependiendo del contexto en que se encontrara. El lugar que ocupaba un individuo estaba determinado tanto por sus atributos físicos y su ascendencia como por otros mecanismos de identificación: lugar de residencia, idioma, religión, vestuario y condición moral, pues la ''cultura visual'' de los españoles de la época a veces podía llevar a equivocaciones.

El libro concluye con una propuesta que, según la autora, puede ayudarnos a comprender mejor esos mundos mezclados, producto del encuentro de indios, africanos y españoles. Rappaport consigue trascender la noción estrecha de ''casta'', entendida como una jerarquía clasificatoria, y en lugar de ello nos hace centrar la atención en la de ''calidad'' como una serie de prácticas amplias que contenían varias categorías. Además, la autora muestra las continuidades y los cambios que presentó este sistema clasificatorio a lo largo del periodo colonial.

Estamos, pues, ante un valioso aporte al conocimiento de las sociedades que se crearon en la Audiencia de Santafé durante los siglos XVI y XVII. El libro se destaca por el buen tratamiento de las fuentes y de la bibliografía, y por la coherencia metodológica y teórica. Para tejer todas estas historias, la autora consultó diversos repositorios documentales, como el Archivo General de Indias (Sevilla), el Archivo Histórico de Protocolos (Madrid), el Archivo General de la Nación (Bogotá), el Archivo Histórico Nacional (Madrid) y el Archivo General de la Compañía de Jesús (Roma). Valiéndose de diferentes técnicas para seguir los indicios que están solapados en los documentos, Rappaport hace constantemente ''cambios de escala'' que le permiten al lector seguir las vidas de los mestizos y mulatos. Es decir, se trata de un análisis microscópico y de un estudio intensivo de las fuentes documentales que le permite analizar estructuras sociales de gran complejidad sin perder de vista la escala individual. Todo esto complementado con un corto, pero útil apéndice que contiene una veintena de reseñas biográficas.

Con la aparición de este libro queda abierta una posibilidad no solo para seguir investigando los diferentes mecanismos utilizados por los mestizos para definirse e insertarse en la sociedad colonial del centro del Nuevo Reino de Granada (léase Santafé, Tunja y Vélez), sino también para indagar por la vida de esos mestizos de frontera que suscitaron la desaprobación de sus contemporáneos. Menos célebre que los mestizos de Santafé y Tunja es el caso de los otros híbridos, vástagos de padres europeos y madres indias que decidieron unirse a la comunidad materna o los hijos de caciques que capturaron mujeres españolas. Este fenómeno biológico y social permite comprender la formación de espacios marginales del imperio español: sus mestizos –agresivos e inestables– fueron los adalides de las guerras indígenas y de la brutal penetración hacia las tierras de frontera. Así, en regiones periféricas del Nuevo Reino de Granada (como Antioquia, Chocó, Popayán o Santa Marta), durante las guerras que libraron indios y españoles, se encuentra la oposición entre los mestizos que formaban los mejores elementos del bando colonial y aquellos que desertaron aportando al enemigo su ingenio y sus conocimientos. Este es un problema muy importante que vale la pena profundizar en futuros estudios. Esperemos que el libro sea rápidamente traducido al castellano.

 

 

 


1. El problema del mestizaje ha sido estudiado principalmente por la historiografía colombiana que se centra en el periodo de las ''reformas borbónicas''. Cf. Jaime Jaramillo Uribe, ''Mestizaje y diferenciación social en el Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del siglo XVIII'', Anuario Colombiano de HistoriaSocial y de la Cultura Vol: 3 n.° (1965): 21-48; Marta Herrera Ángel, ''¿Libres de todos los colores?: el ordenamiento social en las llanuras del Caribe, siglo XVIII'', en Memorias. X Cátedra Anual ErnestoRestrepo Tirado (Bogotá: Museo Nacional del Colombia, 2006), 248-268; Margarita Garrido, ''Libres de todos los colores en la Nueva Granada: identidad y obediencia antes de la Independencia'', en Culturapolítica en los Andes (1750-1950), eds. Cristóbal Aljovín de Losada y Nils Jabconsen (Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2007), 245-266.