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Historia y Sociedad

versão impressa ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.30 Medellín jan./jun. 2016

https://doi.org/10.15446/hys.n30.53812 

RESEÑA

 

DOI:  10.15446/hys.n30.53812

 

Robinson Salazar Carreño, Tierras y mercados. Campesinos, estancieros y hacendados en la jurisdicción de la Villa de San Gil, siglo XVIII (Bogotá: Ediciones Uniandes-CESO,  2011),  222 pp.

 

Julian Andrei Velasco Pedraza

Historiador de la Universidad Industrial de Santander Magíster en Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México Estudiante del Doctorado en Historia de El Colegio de Michoacán Correo electrónico: javelasco88@gmail.com

 

 

El libro que a continuación comentaremos, analiza una temática a la que apenas se le está volviendo a prestar atención: el mundo rural neogranadino del siglo XVIII. Siendo una versión revisada de su tesis de maestría, Robinson Salazar se introdujo en un problema de investigación que desde los estudios de Germán Colmenares, Hermes Tovar y Orlando Fals Borda —por mencionar los más renombrados— no ha sido retomado sino en años muy recientes por la historiografía colombiana. Algunos investigadores se están enfocando en la vida rural del siglo XVIII neogranadino, poniendo atención en aspectos fundamentales, aunque muchas veces descuidados, como la producción agrícola y ganadera de campesinos (Hugues Sánchez), y la manera en que esta se articulaba con los mercados y el poblamiento conforme al crecimiento demográfico (Mauricio Arango). Precisamente algunos de estos temas son tratados en el texto reseñado.

Allí el autor se abocó a tratar tres problemas para estudiar la economía rural de San Gil en el siglo XVIII. En primer lugar, realiza un análisis pormenorizado de la propiedad rural: los ciclos de su mercado de compra-ventas, los precios de las transacciones y la ubicación de los predios. De esta forma Robinson Salazar ha logrado corroborar con mucho más detalle lo postulado por Mario Aguilera y John Leddy Phelan ya bastantes años atrás, en cuanto al predominio de la pequeña propiedad en las zonas donde se presentó el levantamiento comunero de 1781 y a la escasa presencia de grandes propiedades —de menor extensión por cierto— que en regiones como la costa caribe o el Valle del Cauca. La fragmentación agraria se evidenció en los bajos precios y en designaciones que, aunque imprecisas, son muestra de la división y poca dimensión de los terrenos. Las fluctuaciones de ese mercado se explican por una variedad de condiciones en cada uno de los ciclos. En ocasiones fueron determinantes el aumento demográfico, la demanda económica interna y externa, así como las condiciones climáticas y las epidemias. Por ejemplo hacia finales en las décadas de 1770 y 1780, se presentó una crisis a la cual debieron enfrentarse campesinos, estancieros y hacendados, con serias dificultades para superarla por parte de los primeros. Fue precisamente el aumento de esta población campesina la que generó una presión demográfica tal, que conllevó a la continua fragmentación de la mediana y pequeña propiedad, a las cuales ellos accedieron por compra o arrendamiento y que los hizo una parte importante de la composición social de los involucrados en el mercado de tierras.

En segundo lugar, el libro se aproxima al universo campesino, para entender la producción, los caudales, el trabajo y el mercado de los campesinos del paisaje rural sangileño. Aquí se revela toda la dinámica del mundo rural y en particular, el estudio del campesinado, permite ver una fuerte movilidad en términos tanto de desplazamiento como de ascenso social; la variedad de formas de trabajo rural con arrendatarios, jornaleros y concertados; los principales productos para el sustento familiar y el comercio tales como maíz, tabaco, algodón y caña de azúcar; así como la distribución en el mercado de esa producción, directamente en los poblados o por medio de tratantes. De todo lo anterior se puede ver "[...] un cuadro rural complejo y dinámico donde los niveles de riqueza eran diversos en relación al acceso de la tierra, el empleo de mano de obra extrafamiliar y la posibilidad de interactuar en las relaciones de intercambio" (p. 71).

En tercer lugar, Salazar Carreño propone un acercamiento a las haciendas y estancias. Allí se analizan los tipos de haciendas o estancias según la producción en que se concentraran (agrícolas, ganaderas o mixtas), la extensión de las mismas, las transacciones en que fueron vendidas y su ubicación. Este último punto es uno de los más interesantes pues las haciendas, como otras propiedades, se localizaron en sitios claves que mediaban entre los caminos reales, las fuentes hídricas y la poca distancia de las parroquias, conformando un eje que atravesó la demarcación de la villa por su parte occidental. Esta posición constituyó una ventaja para obtener con facilidad mano de obra libre, que fue cada vez más predominante que la indígena y la esclava. Otra particularidad de la haciendas sangileñas fue su restringida capacidad comercial y expansiva, pues solamente se transfirieron entre pocos compradores, algunos con nexos familiares, y porque la presión de las propiedades que estaban alrededor fue un elemento de peso para detener su agrandamiento. Ahora bien, llegados a este punto se pueden destacar algunas consideraciones. La primera es la misma autocrítica que realiza el autor al evaluar las limitaciones de su estudio, bien por la amplitud del tema, o bien por las fuentes disponibles. En ese sentido señaló algunas líneas de trabajo abiertas a futuro, como la gestión interna de las haciendas —que se podrían dar con la existencia de los libros de cuentas—; la productividad de las distintas propiedades; una cuantificación del comercio hacia otras provincias; la cantidad de tierra transada, entre otros. Mencionar esto le permite dejar abierta la recomendación para estudiar la historia rural durante los siglos de dominación española y durante épocas posteriores.

Otro apunte que podemos hacer sobre el libro, es que este representa un importante avance en la historiografía del siglo XVIII de lo que actualmente es el departamento de Santander. En la actualidad muy pocos autores se dedican a la investigación de esta región,1 cuando hace años venían produciéndose tesis sobre la demografía, el crédito y la estructura de la propiedad.2 Por otra parte, hay un trabajo heurístico interesante pues el corpus documental que sostiene la investigación han sido los registros notariales. Estos, a pesar de la obvia importancia que tienen para la historia económica y social, siguen sin ser trabajados a pesar de todo su potencial. Tierras y mercados es un ejemplo de lo que se puede lograr con este tipo de fuentes. Al respecto se pueden indicar otro par de observaciones. Una revisión más amplia de los expedientes judiciales por deudas y tierras hubiera proporcionado un esbozo de la dimensión conflictiva en el mundo rural, en donde se pudiera captar la cultura judicial que expresaban campesinos, estancieros y hacendados en los litigios. Además, dichos expedientes, también podrían permitir un acercamiento más profundo a las circunstancias sociales alrededor de la propiedad, como bien el mismo autor lo señaló. Por otra parte, de algunas situaciones históricas el autor no ha destacado suficientemente ciertos aportes de su trabajo. Uno que reúne varios elementos, es el de haber mostrado la diversidad del mundo campesino, el cual algunos todavía podrían ver poco articulado a los mercados allende de sus condiciones inmediatas, con poca movilidad y con relaciones de dominación que condicionaron su pobreza. El libro de Salazar demuestra precisamente todo lo contrario.3

No resta sino hacer una convocatoria siguiendo la recomendación del autor. Desde hace algunos años se ha estado investigando el problema de la vida y la economía rural en varios territorios del Nuevo Reino de Granada. Este tipo de realidades nos ayudan a entender una gran parte de la época ya que la mayor parte de la población se localizaba en el mundo rural. En ese sentido, situaciones como la estructura de la tenencia de la tierra y la circulación de la producción campesina son fundamentales para comprender aspectos sociales y culturales de aquella sociedad. Por lo tanto, es hora de que el puñado de historiadores que se encuentran trabajando y que han trabajado estos temas, aporten a la comunidad académica y al público en general una Historia rural del Nuevo Reino de Granada.

 



1 Cabe destacar los recientes aportes de Roger Pita Pico, "El poblamiento parroquial en Santander en tiempos de la Colonia", Boletín de Historia y Antigüedades Vol: XCVIII n.o 853 (2011): 289-320; Roger Pita Pico, "Vestigios de la lengua Guane: una aproximación al fenómeno del mestizaje idiomático en Santander", Lingüística y Literatura n.o 63 (2013): 295-316; Roger Pita Pico, "Sustento, placer y pecado: la represión en torno a la producción y el consumo de chicha en el nororiente neogranadino, siglo XVIII", Anuario de Historia regional y de las Fronteras n.o 17-2 (2012): 143-170; y Roger Pita Pico, "Nobleza y limpieza de sangre en el nororiente neogranadino, 1710-1810: entre la segregación y la amenaza étnica", Procesos Históricos: Revista de Historia y Ciencias Sociales n.° 24 (2013), 16-43.

1 María Cristina Cerón Ortiz y Elizabeth Gelvez Pinzón, "Demografía histórica del Socorro en el periodo colonial, 1684-1810" (trabajo de grado pregrado en Historia, Universidad Industrial de Santander, 1997); Luz Mary Castellón Valdéz, "Mercado de la tierra, Socorro 1780 a 1810" (trabajo de grado pregrado en Historia, Universidad Industrial de Santander, 2003); y Guillermo Llache Orduz. Bautismos, matrimonios y defunciones en el Socorro, San Gil y Barichara, 1778-1837" (trabajo de grado pregrado en Historia, Universidad Industrial de Santander, 2006). Cabe señalar que el interés por la historia colonial de esta región ha decaído con el tiempo, como lo evidencian la reducción de tesis dedicadas a ese período.

1 Para ver condiciones similares sobre un campesinado dinámico en el Río de la Plata se pueden ver los trabajos de Juan Carlos Garavaglia y los de Raúl Fradkin