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Historia y Sociedad

versão impressa ISSN 0121-8417

Hist. Soc.  no.30 Medellín jan./jun. 2016

 

EVENTOS

 

Conmemoración de los 40 años de las Facultades de Ciencias y de Ciencias Humanas y Económicas

 

Darío Valencia Restrepo

Director

Medellín, 7 de octubre de 2015


 

Me siento muy honrado de participar en esta ceremonia académica para conmemorar los 40 años de funcionamiento de la Facultad de Ciencias y de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. Una ceremonia que se ve enaltecida por la presencia de distinguidas personalidades y por la realización del acto en el recinto que lleva el nombre de uno de los grandes de Colombia y figura central en la historia de nuestra Alma Máter, el maestro Gerardo Molina. Muchas sensaciones se precipitan en este momento cuando recordamos el proceso que dio origen a esas dos nuevas Facultades y evocamos los nombres de tantos que contribuyeron a su exitosa culminación. Como nada ocurrió gratuitamente, permítanme ustedes que me ocupe brevemente de las causas mediatas e inmediatas de lo que hoy justamente celebramos.

Estoy convencido de que la causa mediata fue la llamada Reforma Patiño de la Universidad Nacional. En efecto, en la década de los años sesenta existían tres facultades en la llamada seccional Medellín de la Universidad, sin ninguna relación entre ellas y obligadas a tratar individualmente sus asuntos académicos y administrativos con los directivos centrales en Bogotá, lo que obligaba a dilatados trámites. Eran las Facultades de Minas, Agronomía y Arquitectura. Aquella reforma centró la vida académica de la Universidad en los departamentos y no, como antes, en las carreras y en las facultades de una docencia profesionalizante. Un nuevo departamento, como el de química por ejemplo, tendría la responsabilidad de prestar sus servicios a las carreras de las diferentes facultades y, a la vez, propender por el desarrollo y por el despegue de una investigación de carácter colectivo en su ciencia específica.

No olvidemos que en aquellos años la investigación se veía como una tarea individual y excepcional, pues los profesores nos dedicábamos totalmente a la docencia, con ocasionales responsabilidades de tipo administrativo. Lo anterior fue el primer paso para acercar las tres Facultades en lo que sería a partir de entonces una integración progresiva cuyo actor central fue Peter Santa María, en ese entonces decano de la Facultad de Minas. Sin esa integración no habría sido posible que dichas Facultades más tarde se desprendieran generosamente de áreas de importancia tradicional con el fin de conformar las dos nuevas Facultades. La causa inmediata ocurre hacia mediados de la década de los años setenta, cuando ya la antigua seccional se ha transformado en sede y tiene una vicerrectoría y un cuerpo directivo. Son los momentos en que el país sale de un gobierno autoritario, que incluso produjo injustas expulsiones de distinguidos profesores en la Universidad de Antioquia y en nuestra sede, y se inicia la presidencia de Alfonso López Michelsen. Es cuando este mandatario inicia el llamado "Mandato claro" y nombra como rector de la Universidad Nacional al gran jurista y figura de izquierda Luis Carlos Pérez, como una expresa muestra de apertura y nuevos tiempos para la Institución. En esas circunstancias, un grupo de profesores consideró que había llegado el momento para ampliar el ámbito académico de la sede Medellín y por tanto fomentar el desarrollo de las ciencias exactas y naturales, así como el de las ciencias sociales, las humanidades y las artes.

Quien les habla, en ese entonces vicerrector de la sede, pronunció unas palabras ante la comunidad académica el 14 de mayo de 1975 para invitar a una discusión sobre la posibilidad de reestructurar la sede Medellín a partir del principio central antes mencionado. Me permito citar algunos apartes del documento correspondiente: "Un análisis histórico de la acción desarrollada por las tres facultades de la Universidad Nacional en Medellín muestra su acentuado énfasis tecnológico...el Acuerdo No. 17 de 1969, emanado del Consejo Superior Universitario, prescribe los programas que podrá adelantar la Sede al definirla como centro tecnológico de la Universidad Nacional...creemos que las circunstancias regionales, nacionales e internacionales han cambiado en los últimos años.

Para empezar digamos que no es posible concebir el desarrollo de la industria, la ingeniería, o la técnica en general, sin el avance previo del conocimiento científico... Es ya un lugar común hablar sobre la Universidad que vive de espaldas al País... que no es el centro donde se plantean los grandes problemas colombianos... Pero en forma más simple planteemos una pregunta: ¿por qué no existe entre nosotros la Universidad crítica?... La segunda dirección a la que apunta el documento que hoy presentamos se refiere al fortalecimiento de las ciencias sociales". El documento señaló como elemento de discusión la propuesta de crear una sola Facultad que reuniera las ciencias exactas, físicas y naturales, las ciencias sociales y las humanidades. Terminada la discusión, que pudo durar unos dos meses, se decidió llevar a la instancia central de la Universidad la propuesta en cuestión. La respuesta fue aprobar dos Facultades, una de Ciencias y otra de Ciencias Humanas, de modo que Medellín siguiera el modelo de la sede Bogotá. Unos cinco meses después de iniciada aquella discusión, mediante el Acuerdo 80 del 23 de octubre de 1975, el Consejo Superior Universitario estableció para la sede Medellín una nueva estructura académica con el fin de dotarla de las unidades propias de un centro universitario más completo. El principal efecto del Acuerdo fue la creación de las Facultades de Ciencias y de Ciencias Humanas.

Cuando quien les habla llevó la propuesta al Consejo Superior Universitario, ya con la recomendación del Consejo Académico, contó con el total apoyo del rector Luis Eduardo Mesa Velásquez, quien había sucedido a Luis Carlos Pérez luego de una grave crisis en el centro docente, relacionada con el Hospital San Juan de Dios. Después que hiciera una amplia exposición sustentada en valores académicos, recibí una ceñuda mirada del entonces ministro de educación y presidente del Consejo Superior, Hernando Durán Dussan, seguida de la siguiente frase lapidaria: "Y eso, doctor ¿cuánto cuesta?" Retrospectivamente creo que se perdió una oportunidad muy significativa pues una única facultad tal vez habría permitido el acercamiento y la interacción entre científicos y técnicos, de una parte, y humanistas, de la otra, una vieja preocupación en Occidente.

En los años cincuenta, C. P. Snow pronunció en Londres una célebre conferencia con el título "Las dos culturas", en la que lamentaba los perjuicios que se derivaban del alejamiento, casi podía decir la oposición, entre científicos y letrados. Se dio comienzo a una polémica que todavía no termina. Más recientemente, el gran científico y humanista Edward O. Wilson ha revivido la teoría denominada consiliencia (un bello neologismo que quiere decir "saltar juntos") para señalar que todas aquellas formas de conocimiento tienen un fundamento común ya que se puede postular la unidad del conocimiento. Vale la pena mencionar que, décadas después, la Universidad EAFIT creó una Facultad de Ciencias y Humanidades. No suele ser fácil ni elegante mencionar nombres, pero estoy seguro de que nuestra Institución tiene una deuda de gratitud con quienes por la época ejercían el decanato en cada una de las tres facultades. Héctor Jaime Wolff, de Arquitectura; Miguel Ángel Restrepo, de Agronomía; y Alfonso Ramírez Rivera, de Minas. A ellos agregaría tres profesores cuyo concurso fue decisivo: Luis Antonio Restrepo Arango, el querido y recordado Toño Restrepo; Álvaro Tirado Mejía, quien hoy nos honra con su presencia; y Michel Hermelin Arbaux, cuyo reciente fallecimiento ha enlutado a Colombia y, en especial, a su comunidad científica. El profesor Tirado Mejía fue el primer decano de la Faculta de Ciencias Humanas y posteriormente sería vicerrector de la sede. Y el profesor Hermelin fue el primer decano de la Facultad de Ciencias. Pero no debemos olvidar a tantos profesores y empleados que, generosamente dejaron oficinas y laboratorios que tal vez habían sido su hogar académico durante largos años, para trasladarse a otros predios que albergarían las dos nuevas Facultades. Y, finalmente, un homenaje a las tres antiguas Facultades que se desprendieron de áreas académicas vitales y de mucha tradición: la Facultad de Minas, de Matemáticas y Física; la Facultad de Agronomía, hoy de Ciencias Agrarias, se desprende de Biología y Química; y la Facultad de Arquitectura, de Humanidades. Suficiente en cuanto a la historia.

Es oportuno que ahora señalemos por qué esta celebración de los 40 años está plenamente justificada y, por lo tanto, nada mejor que intentar un apretado balance de las realizaciones de las dos Facultades en dicho lapso, así como de sus perspectivas futuras. La hoy Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, cuenta hoy con tres programas de pregrado: Historia, Ciencia Política y Economía, esta última a partir de la transformación de un programa que existía con el nombre de Economía Agrícola en la Facultad de Agronomía. Son cuatro las maestrías: Historia, Ciencias Económicas, Estética y Estudios Políticos. Y finalmente, mencionamos dos programas doctorales actualmente en funcionamiento: el doctorado en Historia y el doctorado en Ciencias Humanas y Sociales.

Es claro el avance en investigación pues en 2014 se contaba con 24 grupos de investigación, uno de ellos clasificado en la categoría máxima de Colciencias, tres en la segunda categoría y dos en la tercera. Con respecto a la extensión son muchas las actividades que se han desarrollado en las cátedras Pedro Nel Gómez, Luis Antonio Restrepo, Educación y Religión, y Cultura y Sociedad. La Facultad organizó el que hoy se considera el primer congreso del país sobre historia en 1977 y una década después fue sede del décimo congreso. Además, en 2003 se estableció el programa "Prácticas Universitarias para la Convivencia Ciudadana" por medio de un convenio interadministrativo entre la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, el Municipio de Medellín, y el Banco Interamericano para el Desarrollo –BID. En su ejecución participaron estudiantes de los programas de Ciencia Política, Historia y Economía, con el propósito de desarrollar ejes temáticos relacionados con la Historia del conflicto armado, Vocación productiva de los barrios de Medellín, Pedagogía ciudadana, Convivencia ciudadana y democrática, Derechos Humanos y Constitución Política de Colombia. En cuanto a publicaciones, la Facultad cuenta con las revistas Historia y Sociedad, Ensayos de Economía, Historelo (una revista de historia regional y local) y Forum (sobre ciencia política). Y se han publicado numerosos libros y documentos cuya sola enumeración rebasaría con creces el tiempo que debo dedicar a esta exposición. Tres laboratorios prestan su apoyo a las diferentes tareas académicas: Fuentes Históricas, Ciencias Sociales y Económicas, y Estudios Geográficos.

Es muy del caso que terminemos este primer balance mediante la mención de nuevos proyectos de la Facultad que nos muestran su visión del futuro: un Doctorado en Estética, Maestrías en Estudios Culturales, en Archivística y en Enseñanza de las Ciencias Humanas y Sociales. Y, en cuanto a la extensión, se proyectan un centro de prospectiva e innovación social al igual que un laboratorio de pedagogía social. Pienso que estos datos son suficientes para dar cuenta del progreso y dinamismo de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas. Quisiera agregar que uno de los objetos centrales de la nueva Facultad de Ciencias Humanas y Económicas se relacionaba con la importancia que adscribíamos a la formación integral de los estudiantes de las carreras científico tecnológicas.

Existía por aquellos años un serio programa de humanidades en la Facultad de Minas que propiciaba un tronco fundamental de estas asignaturas, seguido de materias electivas, todo ello a lo largo de los 10 semestres de la respectiva carrera. Es desafortunado que dicha experiencia se haya olvidado como parte de una tendencia entre nosotros, y habría que decir en el mundo, de suprimir o reducir las humanidades para favorecer carreras relacionadas con los sistemas de computación, con lo estrictamente tecnológico o con los negocios. Una tendencia que bien ha denunciado la distinguida filósofa norteamericana Marta Nussbaum en su libro Sin ánimo de lucro – Por qué la democracia necesita de las humanidades. Por su parte, la Facultad de Ciencias comenzó a desarrollar su estructura curricular con los programas de pregrado y posgrado de Matemáticas, los cuales pertenecían anteriormente a la Facultad de Minas. La carrera de Matemáticas fue creada allí en marzo de 1969, como respuesta a la demanda de los docentes de Matemáticas que en ese entonces prestaban sus servicios a los programas de Ingeniería.

Y ya en 1967 se había fundado el Posgrado en Matemáticas, como una Maestría en Ingeniería con énfasis en Matemáticas Aplicadas. Una de las tareas primordiales de la Facultad en los últimos veinte años ha sido el fortalecimiento y ampliación del Posgrado de Matemáticas y la creación de nuevos posgrados. La Facultad de Minas, que se desprendió de un área central de su centenaria actividad, creo que hoy debe ver con satisfacción cómo las matemáticas y otras áreas científicas básicas se vinculan a las aplicaciones en ingeniería. Señalaría también el enorme progreso de un área de tanta significación como la Estadística, hoy con su correspondiente Doctorado. Sus egresados tienen ya un amplio reconocimiento en la industria. La Facultad cuenta con cuatro carreras de pregrado: Matemáticas, Estadística, Ingeniería Biológica e Ingeniería Física; y en lo correspondiente a posgrado, dos especializaciones, once maestrías y cuatro doctorados, así: Física, Matemáticas, Biotecnología y Ciencias con el área de Estadística.

Es de anotar que los pregrados en Ingeniería Física e Ingeniería Biológica son de los más exitosos en cuanto a número de estudiantes, vinculación de los egresados a las empresas y continuación de estudios doctorales en el exterior. Por su parte, la maestría en enseñanza de las ciencias es probablemente la más exitosa de la ciudad en cuanto a número de admitidos: se han formado más de 400 egresados con el título de Magíster en un programa en continuo crecimiento, cuya labor social es silenciosa pero efectiva para mejorar la educación en la región y el país. Actualmente, las diferentes áreas cuentan con una planta docente y de investigadores altamente calificada, con nivel de Maestría y Doctorado, investigadores que mantienen vínculos activos con pares académicos de la comunidad nacional e internacional. Es impresionante registrar que la Facultad de Ciencias cuenta con 42 grupos de investigación, nueve de los cuales obtuvieron la máxima clasificación de Colciencias en 2015, siete obtuvieron la segunda y cinco, la tercera. Se destacan también las numerosas publicaciones en revistas acreditadas, entre ellas la propia de la Facultad. Todo ello apoyado por seis laboratorios, los museos de Entomología y Micología, así como un herbario. La calidad de las publicaciones está garantizada por un comité editorial de carácter internacional y las exigencias editoriales de la propia Universidad. La Facultad de Ciencias considera crear en el futuro los pregrados en ciencias químicas y en ciencias de la computación; una Maestría en Ingeniería Física; y, de mucho interés, un Doctorado en Ciencias Naturales que integraría áreas de Química, Biociencias y Entomología. Para terminar, espero que las exigencias de tiempo me hayan permitido convencer a ustedes de que los balances después de 40 años, suficiente tiempo para la madurez de un ser humano pero poco para una institución, nos permiten justificar la visión de aquella reforma de los años setenta, y que las tres tradicionales Facultades, que en su momento generosamente cedieron áreas fundamentales de su quehacer, pueden hoy estar ampliamente satisfechas por el resultado de esa transformación radical de la sede Medellín.