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Historia y Sociedad

versão impressa ISSN 0121-8417versão On-line ISSN 2357-4720

Hist. Soc.  no.38 Medellín jan./jun. 2020

https://doi.org/10.15446/hys.n38.80019 

Tema libre

Historia pública. Una apuesta para pensar y repensar el quehacer histórico*

Public History. A Perspective for Thinking and Rethinking Historical Work

História pública. Uma aposta para pensar e repensar a tarefa histórica

Daniela Torres-Ayala** 

**"Abogada e historiadora por la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia). Investigadora del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep) (Bogotá, Colombia) https://orcid.org/0000-0002-3973-1711 torres.daniela@javeriana.edu.co


Resumen

La historia pública es, ante todo, un marco de posibilidades y relaciones cuyo principal objetivo es democratizar la producción y difusión del conocimiento histórico acercando a distintas y plurales ciudadanías a crear de manera mancomunada diversas narrativas históricas posibles. Esta apuesta por la dislocación de la producción y difusión de conocimiento histórico y del quehacer histórico tradicional por vía colaborativa entre profesionales de las ciencias sociales y una ciudadanía cada vez más interesada en su pasado y su presente, es lo que da a la historia pública su principal característica, le da el carácter público. En este sentido, el principal objetivo del texto es abordar la historia pública como un campo dentro de la disciplina histórica, que desde sus múltiples propuestas, dilemas y posibilidades plantea para los y las profesionales de la historia retos importantes para hacer de la historia una disciplina más accesible, democrática y cercana al público, que hace necesario pensar y asumir métodos y enfoques propios en un campo cuyas experiencias son tan variadas como las temáticas y formas de la investigación y la intervención histórica.

Palabras clave: historia pública; ciudadanía; democratizar; memoria; disciplina histórica

Abstract

Public history is, above all, a framework of possibilities and relationships whose main objective is to democratize the production and dissemination of historical knowledge by bringing together diverse and plural citizens to create, through common efforts, other possible historical narratives. This commitment to the dislocation of production and dissemination of historical knowledge and traditional historical work through collaboration between professionals in the social sciences and citizens increasingly more interested in their past and present, is what gives public history its main characteristic, gives it a public character. Thus, the main objective of the text is to approach public history as a field within the discipline of history, which from its multiple proposals, dilemmas and possibilities poses important challenges for history professionals to make history a discipline that is more accessible, democratic and close to the public, which makes it necessary to think and assume individual methods and approaches in a field in which experiences are as varied as the themes and forms of research and historical intervention.

Keywords: public history; citizenship; democratize; memory; discipline of History

Resumo

A história pública é, antes de tudo, um quadro de possibilidades e relações cujo objetivo principal é democratizar a produção e a disseminação do conhecimento histórico, aproximando a cidadanias diversas e plurais para criar conjuntamente várias narrativas históricas possíveis. Esse compromisso com o deslocamento da produção e difusão do conhecimento histórico e do trabalho histórico tradicional por meio da colaboração entre profissionais das ciências sociais e cidadãos cada vez mais interessados em seu passado e presente é o que dá à história pública sua característica principal, dá o seu caráter público. Nesse sentido, o principal objetivo do texto é abordar a história pública como um campo da disciplina histórica, o qual, a partir de suas inúmeras propostas, dilemas e possibilidades, proporciona para os profissionais da história desafios importantes para tornar a história uma disciplina mais acessível, democrática e próxima do público, o que torna necessário pensar e assumir métodos e abordagens próprios em um campo cujas experiências são tão variadas quanto os temas e formas de pesquisa e intervenção histórica.

Palavras-chave: história pública; cidadania; democratizar; memória; disciplina histórica

Introducción

En tiempos donde cada vez la ciudadanía se encuentra más interesada en temas históricos, bien sea, por el aumento en las ventas de libros de historia, el mayor número de espectadores de canales de historia o el aumento en las visitas a museos, archivos y sitios de carácter histórico; este progresivo interés general por la historia junto con el despliegue de nuevos medios de comunicación con audiencias cada vez más amplias es lo que, en parte, le ha dado forma a la historia pública1. Este fenómeno ha cuestionado las diversas formas en que la historia de una sociedad se crea, institucionaliza, difunde y comprende; de hecho, las formas en cómo se comunica y se representa el pasado es una pregunta por los usos políticos de la historia, que a su vez, reflejan las tensiones que existen al interior de una sociedad por posicionar una u otra visión de los acontecimientos pasados.

Los lugares institucionales de producción y difusión del conocimiento histórico, muchas veces invisibilizan otras formas de entender el pasado y el presente dando protagonismo a cierto tipo de acontecimientos o personajes. Un ejemplo de ello son las historias nacionales, en las que las significaciones culturales como el patriotismo o la ciudadanía2 son expuestas masivamente y siguen reproduciendo exclusiones históricas. Esto es lo que muchos movimientos sociales han puesto en cuestión y que les ha permitido reivindicar una agenda política en la que sus propias visiones del pasado y del presente sean tenidas en cuenta como narrativas históricas posibles. Pluralizar el lugar de enunciación de la historia es uno de los objetivos de algunas de las propuestas de la historia pública3, es decir, democratizar el conocimiento histórico en un esfuerzo colaborativo por crear diálogos entre varias interpretaciones del pasado es una petición de reconocimiento institucional de otras formas del hacer y del quehacer histórico.

De manera que la historia pública es el acercamiento de la disciplina a distintos públicos o sectores de la población, desde contextos propios o situados, razón por la cual, es un campo con la capacidad de adoptar diferentes formas que inclusive, varían mucho dependiendo del país desde el cual se desarrollan. Su flexibilidad explica el por qué es difícil partir de una conceptualización inequívoca de la historia pública pues es imperativo tener en cuenta los marcos de producción en los que se materializan y que le dan forma.

Teniendo esto en cuenta, el texto explora una de las múltiples propuestas de historia pública para problematizar su pertinencia, aportes y limitaciones. En concreto, la historia hecha para, por y con el público del historiador brasileño Ricardo Santiago, quien propone cuatro engranajes prácticos y metodológicos para este cambio de estudio. En primer lugar, la historia hecha con el público: donde la producción y difusión del conocimiento histórico se realiza por vía colaborativa; en segundo lugar, la historia hecha para el público: que prioriza la ampliación de audiencias; en tercer lugar, la historia hecha por el público: que incorpora formas no institucionales de historia y memoria; y en cuarto lugar, la relación Historia y público: que abarca la reflexividad y la autorreflexión del pasado y del oficio histórico.

El principal objetivo del texto es plantear las diferentes posibilidades, alcances y límites que tiene la historia pública como campo dentro de la disciplina histórica, para ello, el texto se divide en tres partes. La primera -¿Dónde surgió y qué es la historia pública?- es una aproximación al surgimiento de este campo de la disciplina histórica, su proceso de institucionalización e internacionalización y su ubicación dentro del panorama global. La segunda -La historia hecho con, para y por el público- explora desde una propuesta particular de historia pública, las posibilidades teóricas y metodológicas de este campo de investigación e intervención histórica. La tercera -Historia Pública desde Colombia- estudia los aportes y las limitaciones que ha tenido la incursión de este campo en el país y sus aportes para la construcción de paz.

¿Dónde surgió y qué es la historia pública?

Quienes se acercan por primera vez a la historia pública, se encontrarán con un campo ampliamente difundido en inglés, The Public History. Se trata de un término acuñado en Estados Unidos que, de manera amplia, enmarca las prácticas y usos de la historia fuera del campo académico. El término fue popularizándose y llegó a Inglaterra y Australia, en donde se consolidó e institucionalizó como un campo de estudio y de intervención histórica, de allí empezó a difundirse también en Europa, China y Brasil, es por ello que hoy se habla de la internacionalización de la historia pública.

La historia pública, como término, surgió en Estados Unidos en donde "el profesor Robert Kelly de la Universidad de California, Santa Bárbara, [fue] quien empezó a usar el término en 1976"4. Kelley concibió este campo de entrenamiento para historiadores "basado en su experiencia como consultor del estado de California en litigios por el agua, pensó iniciar un programa de posgrado dedicado a la formación de jóvenes historiadores para el sector público como en el privado, pero no necesariamente como profesores"5. Para Kelley, "La historia pública se refiere al empleo de historiadores y del método histórico fuera de la academia"6. Las necesidades de formar historiadores con capacidad de incidir en otros sectores diferentes a la academia se concebían también en otras universidades, por ejemplo, en la "universidad de Carolina del Sur Joel Tarr y Peter Steams también estaban desarrollando un Programa de Historia Aplicada con la Universidad Carnegie Mellon"7.

A finales de los setentas emergieron estas y otras iniciativas con el fin de formar historiadores para el sector público y privado. Este esfuerzo dio lugar dos años más tarde, en 1978, a la creación del National Council on Public History (NCPH) en la Universidad de California. Después de su creación, el NCPH se convirtió en la principal plataforma para los profesionales y no profesionales que desean trabajar la historia pública dentro y fuera de la academia. Los principales temas que trabaja el NCPH son políticas públicas y análisis de políticas; historia federal, estatal y local; preservaciónn histórica; historia oral; museo y administración histórica; historia audiovisual, servicios de documentación e información; biografía corporativa; exposición, interpretación y compromiso público, educación e historia pública, entre otros8. Ese mismo año se publicó el primer número de la revista The public Historian, dirigida por Wesley Johnson. Esta edición financiada por el NCPH contó con veintiún artículos de historiadores de todo el país. Después de su primera aparición hasta la actualidad, la revista se publica cuatro veces al año.

Aunque esta versión del nacimiento de la historia pública es bastante reconocida y difundida, es necesario enmarcar el contexto que permitió la emergencia de este campo de investigación e intervención histórica. Estados Unidos, entró en un momento de "depresión económica global en la década de 1970, las universidades entraron en una crisis de empleo importante. La escasez de empleos académicos permanentes llevó a disminuir el número de alumnos y los empleos en la educación superior se redujeron drásticamente"9. Ante esta situación era imperativo crear nuevas propuestas que tuvieran eco en la necesidad de encontrar nuevos puentes entre la historia y el público y que implicaba, necesariamente, sacar la historia del ámbito académico. Esta crisis en el trabajo histórico, fue un terreno fértil para los cuestionamientos que se realizaban a la historia académica: "La creación del historiador público fue una respuesta al aislamiento del historiador académico que se alejó del lugar de la sociedad histórica o la arena pública y convirtió la academia en el hábitat del historiador, que literalmente se retiró a la erudición"10.

Muchas de las críticas que se realizaron reconocían que el cambio de las relaciones entre los historiadores y las audiencias se derivaba de la profesionalización que convirtió la historia en una disciplina científica:

Basada en una nueva metodología científica para recuperar hechos y evitar opiniones (...) y convirtió la publicación académica en lo habitual. Esta evolución produjo que los historiadores profesionales tuvieran una obsesión por la objetividad y una necesidad de distanciarse de un tema, sin embargo, al hacerlo, los historiadores participaron de la creciente distancia entre académicos y el público en general.11

Este distanciamiento, guiado por investigaciones cada vez más específicas, hizo que las audiencias se redujeran a nichos especializados y representados por sus pares académicos en el que el reconocimiento pasaba por la aprobación de la comunidad científica de historiadores que deseaba alejarse de un estilo popular de escritura de la historia. Es este contexto de cuestionamientos a las formas tradicionales de hacer historia y frente a una crisis laboral de la disciplina que la historia pública como campo se hace posible, cobra validez e importancia. Si bien "los historiadores públicos y académicos tienen en común su preocupación por entender y comunicar el pasado. Son diferentes en el enfoque con el que trabajan, un campo tiene profundidad y el otro, amplitud"12. Esta amplitud del campo histórico resulta importante, en tanto que reconoce que el público o las audiencias toman con beneficio de inventario las representaciones del pasado que se hacen desde la disciplina pues están mediados por sus propias experiencias.

Una de las razones por la que la historia pública estadounidense logró una expansión casi inmediata "fue su capacidad para desarrollar una rápida institucionalización a través de programas universitarios, revistas y una institución que dio credibilidad al movimiento y creó una identidad para nuevos historiadores (públicos)"13. Las principales actividades que se propusieron para desarrollar el campo fueron la política pública y la asesoría corporativa. Para los años de 1980 se dio la primera internacionalización de la historia pública, impulsada por quienes eran parte del NCPH, al realizar varias giras internacionales, en especial Robert Kelley y Wesley Johnson. Esta expansión se dio en Inglaterra y Australia, primeros países en proponer sus propios estudios en este campo. Es evidente, que la coincidencia del idioma facilitó el proceso de visibilización de la historia pública en países angloparlantes. En Inglaterra, fue en 1983 cuando el History Workshop Journal incluyó en sus publicaciones una nueva sección denominada History at large14 que destacaba museos, historia online y tiras cómicas. Sin embargo, fue hasta 1997 que la revista Oral History lanzó una nueva sección sobre historia pública. Después, el Ruskin College dirigido por el historiador marxista Raphael Samuel incluyó una maestría en historia pública en tiempo parcial. Este hecho marcó la incursión de la historia pública dentro de programas curriculares en las universidades de Inglaterra por "el deseo de aminorar la autoridad de la historia académica y por lo tanto promover una democratización del estudio y usos de la historia"15. Los principales temas trabajados en esta institución fueron la memoria popular, la historia visual, historias de familia, historia comunitaria y patrimonio. Quienes participaron de este programa de historia "desarrollaron algunas ideas muy influyentes sobre 'compartir la autoridad', y dieron un nuevo impulso a la práctica de la historia local, estudios comunitarios e historia oral"16.

A su vez, en Australia, la incursión de la historia pública llegó de la mano de Paula Hamilton y Paul Ashton, quienes habían asistido en Estados Unidos a las conferencias del NCPH en la década de 1980. "La Asociación de Historiadores Profesionales de Australia lanzó The Public History Review, que se convirtió, junto con The Public Historian, en una de las dos principales revistas del sector"17 y que estaría "alineando la historia pública con historia comunitaria"18. En 1992 se lanzó el primer programa en la Universidad de Tecnología de Sydney. Para Paula Hamilton y Paul Ashton, la historia pública influyó en Australia al combinar un enfoque de la historia volcada hacia los problemas actuales, donde había un compromiso "a nivel político como práctico, luchando con la comunidad batallas controvertidas en lo que se denominó historiadores en línea de frente"19. La historia pública en Australia hizo repensar la manera como se había difundido el conocimiento histórico desde 1788, con la llegada de los primeros colonizadores europeos a la tierra de los nativos maoríes, precisamente porque la narrativa europea fue la que predominó y tuvo el lugar para representarse y difundirse públicamente.

El último país que desarrolló en la década de los ochenta y principios de los noventa del siglo XX postulados sobre la historia pública fue Francia, gracias a la amistad que entabló el historiador Francés Henry Rousso con Wesley Johnson, quien fue el principal patrocinador de la internacionalización del campo. L'Histoire Publique, llegó por primera vez en el artículo, L'histoire appliquée ou les historiens thaumaturges. Eneste artículo el autor destacó que las cuestiones y preguntas de la Public History eran vigentes frente a las crecientes demandas sociales que se presentaban en Francia, si bien era un campo nuevo, advertía la necesidad de no importar la historia pública de los Estados Unidos sin restricciones por las diferencias epistemológicas que podría venir del término -público- pero enfatizó en la necesidad de pensar las formas cómo se comunica la historia al público.

En la década de 1980, la Public History estadounidense no tuvo la misma apertura que en la Europa no angloparlante. Las críticas respondieron a la creación de la "Public Histoire de Félix Torrès la primera empresa en Francia de consultoría histórica dirigida a compañías privadas que simbolizaba estas nuevas prácticas"20. Para 1985, Torrès y el historiador económico Maurice Hamon organizaron la primera conferencia sobre historia pública aplicada en Francia21. La recepción de estos eventos y el enfoque que se le daba a la historia pública se vio como un campo empresarial y corporativo mediado por el marketing y la escritura de la historia como mercancía. Sin embargo, esto cambió con la popularización de la nueva museología en los noventas. En ese momento volvieron los debates sobre el público y las audiencias para la historia pues "la novedad en este modelo es dar mayor importancia al público: alrededor de él giran todas las actividades"22. Este enfoque repolitizó los debates sobre la historia pública. En Europa, principalmente en Francia, "el nuevo museo pretende ser al propio tiempo que expresión de la comunidad, un instrumento de desarrollo social y comunitario a su servicio"23.

La segunda internacionalización de la historia pública llegó en la primera década del nuevo siglo, y tuvo una buena acogida por la reevaluación de la historia que vino de la mano de las nuevas corrientes historiográficas que ponían su énfasis en los de abajo, los silenciados y excluidos. Para este momento, la Public History estadounidense ya hablaba de la historia hecha para, por y con el público. La buena recepción del campo marcó una nueva etapa para un campo cada vez más global e institucional:

La historia pública se ve, hoy, más internacional que nunca. Programas de historia pública existen, entre otros, en América del Norte, pero también en la mayoría de los países europeos, en Brasil, Rusia y China. Esta popularidad internacional plantea preguntas sobre la historia y el desarrollo de la historia pública.24

Existen pocos textos que rastreen el proceso de internacionalización de la historia pública desde países no angloparlantes. Hace falta una visión más global de este proceso en el siglo XXI. Sin embargo, un suceso que definió la consolidación del campo a nivel global fue la creación en 2010 de la International Federation for Public History (IFPH) Desde su conformación se han realizado varias conferencias internacionales en Ottawa (2013), Amsterdam (2014), Junin-China (2015), Bogotá (2016) y Ravena-Italia (2017). Según los fundadores de la IFPH el principal objetivo de su conformación es "crear una red internacional de programas de historia pública, académicos y profesionales que faciliten el intercambio internacional de información sobre la enseñanza y la investigación y la práctica de la historia pública"25, de hecho, la IFPH ha sido un importante espacio de formación y fomento de historiadores sobre el tema en Latinoamérica y el mundo.

La expresión de la historia pública en Latinoamérica ha sido reciente, incipiente y en algunos casos ausente, a excepción de Brasil. Esto puede explicarse, en parte, por las barreras lingüísticas de quienes deciden trabajar en este campo, por la pluralidad de conceptualizaciones que tiene la historia pública y, sobretodo, porque las formas que puede adoptar la historia pública están intrínsecamente relacionadas con los contextos que la dotan de sentido. De manera, que la historia pública no viene en un molde inequívoco, sino que va tomando forma según las necesidades, los cuestionamientos y los momentos que le dan vida.

Brasil, ha sido el país que ha desarrollado más ampliamente los postulados de la historia pública, la celebración, en 2014, del Segundo Simposio Internacional de Historia Pública llevó a la creación de la Rede Brasileira de História Pública, principal plataforma sobre el tema en América Latina, tanto así que para el 2018 ya se habla de la historia pública como un campo consolidado en este país.

En 2012 se celebró en la ciudad de Sao Paulo el Primer Simposio Internacional de Historia Pública y en 2014 el Segundo Simposio Internacional de Historia Pública en la Universidad Federal Fluminense (Niterói). Ambos eventos contaron con la participación de historiadores de todo el país, quienes desde sus experiencias de historia aplicada desarrollaron este campo en Brasil. Ambos eventos financiados parcialmente por la IFPH buscaron "consolidar y sistematizar las realizaciones de simposios de historia pública en Brasil"26. Una de las principales voces de la historia pública en Brasil es la autora Junielle Rabêlo quien ha publicado entre otros, Introdução à História Pública (2011) que fue el primer libro escrito sobre el tema; História pública no Brasil: Sentidos e itinerários (2016); e História pública em debate: Patrimônio, educação e mediações do pasado (2018). Asimismo, el rol que ha jugado la Rede Brasileira de História Pública ha sido fundamental en visibilizar y posicionar el campo en Brasil y crear conexiones con profesionales del resto de América Latina. De hecho, las publicaciones que se han hecho en español sobre esta temática se han realizado en su mayoría desde revistas académicas brasileñas al no existir, aun hoy, una plataforma en español para su difusión.

Ahora bien, una indagación por la historia pública es también una pregunta por el público y las audiencias, precisamente por la multiplicidad de formas que puede adoptar la historia cuando se comunica y difunde. "Explorar varias dimensiones de la memoria pública y las controversias de las conmemoraciones, ofrece la posibilidad de ampliar el entendimiento de cómo diferentes públicos recuerdan y reaccionan a acontecimiento similares o entrecruzados del pasado"27. Estudiar desde las audiencias y los receptores de la memoria, es entender que "la concepción de público nos lleva directamente a la noción de intersubjetividad, de pluralidad"28, pues como seres sociales las significaciones que construimos, están relacionadas con el entorno político, social, cultural y económico de nuestra propia experiencia vital. Al reconocer que las construcciones de las interpretaciones históricas están hechas a dos manos -las de los emisores y las de las audiencias-, no se busca invalidar la producción de conocimiento histórico desde otros márgenes sociales más allá del ámbito profesional, sino la posibilidad de que en la producción del conocimiento histórico confluya el saber del propio investigador y el de quienes son los protagonistas de manera horizontal. Es la visibilización de prácticas que existen hace mucho tiempo, pero que no han sido reconocidas, la posibilidad de construcción de conocimiento histórico dialógico entre académicos y no académicos que rompe con la lógica del historiador profesional como productor y el público como consumidor del conocimiento histórico.

Sin embargo, este reconocimiento no puede justificarse en sí mismo, sino que requiere de pautas claras para evitar extremismos como:

1. De reivindicación exclusiva del control sobre las representaciones populares del pasado 2. La idea de que es un campo que posee sus propias categorías profesionales 3. Reivindicar de manera específica las prácticas de la historia pública, como si existiera un método característico para comunicar la historia y la memoria a públicos heterogéneos.29

Lo anterior, es importante en tanto que un campo como la historia pública debe tener la capacidad de asumir, de manera amplia, sus propios métodos y formas. Parte de su versatilidad es su capacidad de adaptabilidad a heterogéneas propuestas de producción, difusión y circulación del conocimiento histórico. Por lo tanto homogeneizar las practicas públicas de la historia sería ir en contra de lo que ella misma busca cambiar, su utilidad reside en que es una propuesta "volcada a la incorporación del historiador en el medio de trabajo y a la inserción de la historia en la cultura de los medios masivos de comunicación"30 desde contextos propios o situados.

La historia hecha con, para y por el público

El enfoque de historia pública que se desarrolla a continuación es pertinente en tanto que busca el reconocimiento institucional de formas de hacer historia desde otras disciplinas, pero también desde procesos liderados por la ciudadanía. Este reconocimiento es la principal diferencia que existe con la historia académica, cuyo público sigue siendo muy limitado y que a pesar de los esfuerzos no ha tenido la capacidad suficiente de posicionar agendas efectivas o de visibilizar masivamente nuevos sujetos políticos capaces de asumir su propia historicidad. De hecho, "la principal diferencia entre lo que la historia pública propone y la que la academia produce es la ampliación del espacio y de su público, son los usos del conocimiento"31.

En este sentido, explorar apuestas concretas de este campo puede traducirse en un aporte para superar la limitación que ha tenido la disciplina y la profesión histórica para dialogar con otro tipo de públicos, organizaciones, profesiones y prácticas, en un esfuerzo por democratizar la producción y difusión del conocimiento histórico. Para ello, se estudia la propuesta del historiador brasileño Ricardo Santiago, quien propone cuatro elementos que son una ruta de entrada para hacer y pensar experiencias concretas de historia pública a partir de cuatro engranajes teóricos y metodológicos.

La historia hecha con el público: donde la producción y difusión del conocimiento histórico se realiza por vía colaborativa

La Historia colaborativa, la experiencia de colabor o la investigación y acción colaborativa, es un enfoque que incluye tres aspectos. En primer lugar es una crítica al colonialismo en la investigación donde el saber profesional se presenta como la única verdad; en segundo lugar, se enmarca en el acercamiento y la relación entre epistemologías occidentales y otros saberes populares; y en tercer lugar, propone la producción del conocimiento emancipador, que incluye, el interés y la práctica de producir conocimiento que contribuya a transformar condiciones de opresión, marginación y exclusión.

La propuesta por la historia colaborativa es un acercamiento desde la disciplina a comunidades y sectores de la sociedad, en el que las formas de preservación, producción y difusión del conocimiento histórico que les son propias son reconocidas como narrativas históricas válidas. La alianza entre investigadores y comunidades, es un intento por romper con la producción de conocimiento desde la lógica de la colonialidad del saber32 que sigue generando exclusiones. Las investigaciones desde las ciencias sociales y, especialmente de la historia, deben ser útiles, es decir, si bien hay límites en los resultados de la investigación, esta debe materializarse en beneficios concretos para la comunidad o grupo social, de lo contrario, las comunidades o grupos sociales se convierten en objetos de un saber que extrae para sí la información pero que no contribuye a superar las situaciones que los mantienen en los márgenes.

En Colombia, esta necesidad fue expuesta por primera vez por el sociólogo Orlando Fals Borda33, quien desarrolló la metodología de la Investigación Acción Participativa (IAP), que contribuiría a la concientización política, pues como el mismo sociólogo expresó, la IAP fortalecía "la capacidad de los grupos populares, explotados social y económicamente (...) de tal manera que pudieran volverse protagonistas en el avance de sus propias sociedades y en defensa de sus intereses". De manera, que la IAP tiene un fuerte componente comunitario que combina las habilidades del investigador y los conocimientos de las comunidades; es una contribución a la desmonopolización del conocimiento científico que, si bien es diferente de la producción de conocimiento de comunidades y grupos sociales, permite una difusión mucho más democrática y cercana a la ciudadanía; difundir y compartir los aprendizajes conjuntos en lenguajes y herramientas accesibles es hacer de la investigación un ejercicio de participación encaminado al fortalecimiento de la democracia. Ahora bien, la historia colaborativa, como heredera de la IAP es una modalidad de investigación y acción cuyo:

Enfoque colaborativo (…), si bien reconoce que hay diferencias entre el conocimiento producido por los historiadores profesionales y otras formas de interpretación del pasado, consideran que ese abismo no se salva haciendo que los historiadores lleven el conocimiento "verdadero" a los públicos o imponiendo su interpretación de la historia, sino construyendo, de manera conjunta con las comunidades, aproximaciones críticas y complejas sobre el pasado.34

Esta apuesta por la horizontalidad entre conocimiento occidental y los saberes populares de los sectores subalternos es importante en tanto que la exposición masiva de una narrativa sobre el pasado termina por institucionalizar determinadas visiones de los acontecimientos históricos. La reiterativa difusión de una narrativa está encaminada a crear un consenso social sobre el curso de los acontecimientos que invisibiliza otras narrativas del pasado35. Es por ello, que tanto la producción como la comunicación de las representaciones del pasado desde otros sectores son importantes para la descolonización del saber científico. La investigación colaborativa ayuda a la visibilización y a la valorización de otras narrativas históricas posibles, logrando un enriquecimiento conjunto desde las vivencias de las personas y la vinculación con los conocimientos teóricos y metodológicos de los investigadores contribuyendo a la democratización o socialización del saber y su traducción en una agenda política concreta.

Es precisamente la articulación entre investigación y acción, lo que permite que las apuestas de historia colaborativa36 sean simultáneamente propuestas de historia pública37, donde la construcción del saber histórico no sea exclusiva del saber occidental que se ha resguardado en la academia, sino que establece diálogos horizontales entre historiadores, comunidades y grupos sociales diversos, encaminados a la transformación de situaciones de exclusión que han sido reproducidas, en parte, por el alejamiento que se había establecido entre el lugar de enunciación institucional -el Estado y la academia- y el conocimiento de quiénes habitan los márgenes de la sociedad.

La historia hecha para el público: la ampliación de audiencias

El acceso, la producción y difusión de información se ha transformado debido a la incursión de nuevas tecnologías y de los medios masivos de comunicación, este fenómeno, también ha impactado las formas de hacer y del quehacer histórico, en este sentido, se han vuelto una herramienta para incorporar en las formas como se difunde y expone el conocimiento histórico. Por lo tanto, la incursión de nuevos medios masivos de comunicación plantea dilemas a los y las profesionales de la historia, que nos cuestiona "sobre cuál es el impacto de esa historia digital sobre las formas tradicionales de narración del pasado y sobre los tiempos de la historia"38. El dominio de las nuevas prácticas por parte de historiadores exige reescribir y reinterpretar los métodos profesionales y preguntar cuál es el impacto de estas prácticas sobre las formas tradicionales de narración del pasado.

La cultura digital en la que se movilizan muchas disciplinas hoy, ha potenciado la expansión de la comunicabilidad de las investigaciones históricas, pues no sirven de mucho cuando quedan apiladas en estantes de alguna biblioteca. Al contrario, la historia digital en conjunción con la historia pública utiliza herramientas tecnológicas para llegar a públicos cada vez más amplios, y en especial, a grupos de jóvenes, quienes han sido los principales receptores de los avances tecnológicos del nuevo siglo. La investigación histórica desde la historia pública, reconoce que "las tecnologías [son] capaces de modificar los parámetros mismos de la investigación. Tras la aparición de la era digital, el historiador se encuentra en condiciones de formular nuevas cuestiones epistemológicas en el análisis del pasado"39. La adaptabilidad de la disciplina y la investigación histórica a las nuevas herramientas tecnológicas es también una apuesta por llegar a franjas cada vez más amplias de la población.

El acercamiento masivo que ha logrado la era digital a través de los avances tecnológicos, debe ser apropiado y adaptado por la disciplina histórica para una construcción más integral de visiones del pasado, construcciones que se realizan de manera, conjunta y amplia, con grupos sociales, aumentando la participación de la ciudadanía para realizar propuestas más plurales sobre el pasado, la historia y el tiempo. Sin embargo, uno de los retos a los que se enfrentan, quienes ejercen la historia pública es comunicar de manera responsable el conocimiento histórico, más aun, cuando se expone a grandes audiencias es imperativo reconocer que aunque se hable de amplias audiencias, no es ese conjunto pasivo de espectadores sometidos a una interpretación sino que ellos mismos interactúan, en mayor o menor medida, desde su experiencia personal y crean sus propias significaciones respecto a las representaciones del pasado, la historia o la memoria. Por ello, la incorporación de herramientas digitales y tecnológicas interactivas en el campo de la historia pública es un imperativo para llegar a nuevos públicos y audiencias de manera masiva, y así hacer de la disciplina y el conocimiento histórico un campo más accesible y democrático, en el que sus aportes son tenidos en cuenta como narrativas históricas posibles.

La historia hecha por el público: incorporación de formas no institucionales de historia y memoria

La memoria colectiva, es aquella que nace y pervive en distintos grupos sociales, sus memorias se transforman y actúan directamente sobre la vida y el pensamiento de los miembros del grupo. En la memoria colectiva "no hay, como en la historia, líneas de separación claramente trazadas, sino solamente límites irregulares e inciertos (…) es una corriente de pensamiento continua, con una continuidad que no tiene nada de artificial, puesto que retiene del pasado sólo lo que aún está vivo o es capaz de vivir en la conciencia del grupo que la mantiene"40. En esa medida la memoria colectiva se conserva, produce y difunde por el mismo grupo social que le da lugar y es el mismo grupo el que fija sus límites y alcances, "toda memoria colectiva tiene por soporte un grupo limitado en el espacio y en el tiempo"41. Esta particularidad revela la existencia de memorias colectivas múltiples y simultáneas. El reconocimiento de la memoria colectiva, fuera de su lugar de producción, es un trabajo que requiere de la integración de distintas áreas del conocimiento, de manera interdisciplinar.

La recuperación de la memoria colectiva permite la revaloración del carácter comunitario, constituyéndose en sustento de la permanencia en un lugar, la reivindicación de la voz del grupo social a la que pertenece, le da importancia al grupo social o al individuo, en suma, aporta sentido de identidad y pertenencia. El reconocimiento desde canales de carácter público estatal a las memorias colectivas no es un tema de blancos y negros, si bien, es un paso explícito para la reivindicación pública, la visibilización y la posibilidad de establecer diálogos para la articulación de agendas locales en contextos más amplios, es también una forma institucional de apropiación de la memoria para su difusión, como un recuerdo de carácter nacional que tiene que ver directamente con la identidad y la construcción de ciudadanía.

Problematizar estas apropiaciones institucionales de manera crítica contribuye a crear metodologías, instrumentos y mecanismos colaborativos en los que la reconstrucción de estos procesos se dé de manera responsable y democrática, especialmente en sociedades profundamente polarizadas y divididas en las cuales estas apropiaciones dan cuenta de enfrentamientos entre distintas orillas políticas por la difusión y circulación publica de narrativas institucionales, o cuyo excesivo uso ha sido definido como fetichizaáón de la memoria42, pues esto le resta el carácter reivindicativo del que goza y despolitiza la memoria colectiva que adquiere sentido sólo en función del grupo social al que pertenece y no exclusivamente desde el lugar institucional desde el que se enuncia.

Es por ello, que la incorporación de formas no institucionales de historia y memoria realizadas de manera colaborativa y horizontal, por profesionales y por grupos sociales o comunidades, es tanto una posibilidad como un reto. Primero, necesita ser un ejercicio ampliamente participativo y democrático que logre ser representativo como mecanismo para dignificar a los grupos sociales, precisamente porque la exposición pública nacional puede causar efectos contradictorios; segundo, la difusión amplia de una narrativa sobre determinado hecho histórico desde un lugar institucional está en mayor o menor medida encaminada a crear consensos, versiones socialmente aceptadas, por lo que los silencios de las narrativas pueden legitimar las exclusiones de los grupos sociales que no se ven representados o desdibujar la perspectiva histórica en la que se enmarcan dichos acontecimientos; y, tercero, este tipo de propuestas con una reivindicación política explícita pueden ser instrumentalizadas desde sectores ideológicos en disputa por el lugar social de la narrativa histórica, sobre todo en entidades del Estado que pueden y suelen estar sujetas a los avatares de la gobernabilidad política.

Historia y público: reflexividad y autorreflexión del pasado y del oficio histórico

Un verdadero ejercicio encaminado a la reflexión y autorreflexión es generar la posibilidad del acercamiento crítico a la producción de conocimiento histórico y las formas en cómo se producen, comunican y divulgan las representaciones del pasado. La generación de debate y la confrontación de ideas son espacios esenciales para la activación de una conciencia social democrática que sea capaz de traducirse en acciones concretas respecto a pasados traumáticos, en aras de conseguir justicia, verdad, reparación y garantías de no repetición.

En el caso de Colombia, el ejercicio crítico y autocrítico que se pretende gestar para conseguir un país en paz tiene que ir encaminado a todos los sectores de la sociedad, aunque unos tengan mayor responsabilidad que otros. La mirada por la responsabilidad propia, sea directa o indirecta, dentro de la violencia que se prolongó durante los más de sesenta años de conflicto armado es un ejercicio complejo que requiere de herramientas e instrumentos pedagógicos muy efectivos, más aún cuando se espera, además, crear una suerte de crítica social colectiva en una sociedad profundamente dividida por la violencia y cuyas lógicas todavía son motivadas por el odio y la venganza.

Adicionalmente, un ejercicio profundo de crítica al interior de la sociedad colombiana tiene que quebrar no solo con la indiferencia con la que se naturalizó la guerra sino con el silencio cómplice de una sociedad que permaneció casi inmóvil ante el horror. Aunque desde diversos sectores políticos y académicos se ha intentado demostrar que las múltiples y plurales movilizaciones por la paz tuvieron su lugar en el marco del conflicto y que la pasividad de la sociedad no es inequívoca, puede también observarse que dichas iniciativas de paz provenían de espacios locales y regionales de resistencia a la violencia y de algunos espacios de articulación nacional43, que a pesar de sus buenas intenciones, no lograron ser lo suficientemente masivas para crear una presión social amplia hacia una salida negociada del conflicto. De hecho, la política de seguridad democrática es una respuesta social guerrerista al conflicto armado que fue democráticamente elegida por la sociedad colombiana.

Historia Pública desde Colombia. ¿Una posibilidad para construir memoria histórica?

En el contexto colombiano, la historia pública como "metodología, movimiento y enfoque"44, ha tenido una presencia reciente en la academia y en las instituciones. Un indicador de su aún reciente llegada ha sido su ausencia dentro de los programas académicos de Historia y ciencias sociales de las universidades del país; de hecho, la Universidad del Valle es la única que ofreció un diplomado en "historia pública, archivos, bibliotecas y museos", en 2016. El espacio que la historia pública ha ganado en Colombia se ha dado en el marco de congresos, seminarios, conferencias y diferentes eventos propios de la vida académica; siendo el más importante el "3rd International Public History Conference en la Universidad de los Andes (2016), así como la publicación de números especiales en revistas de Historia y ciencias sociales"45. Este evento contó con más de sesenta panelistas invitados nacionales e internacionales, especializados en: historia pública, historia oral, museología, archivística, reconciliación, historia digital, historia local y urbana, pedagogía y enseñanza. Aunque la historia pública es aún un término poco conocido en Colombia pueden observarse desde hace algunas décadas expresiones de lo que se ha denominado en el texto historia pública.

El artículo de Amada Pérez y Sebastián Vargas es un aporte clave para pensar la historia pública desde Colombia. Adicional a las publicaciones y fuentes mencionadas en el artículo cabe señalar también el dossier "Historia Pública" de la revista Historia 2.0 (no. 8, 2014); la Asociación de Historia Abierta (Ahisab) que ha trabajado archivos históricos, revistas y el Programa de Vigías del Patrimonio y llevó a cabo el Taller de Historia Digital y Pública como un curso abierto de modalidad virtual; y el Grupo de Investigación de la Universidad Nacional "Humanidades Digitales e Historia Pública".

Sin embargo, es necesario marcar distancia entre la Public History estadounidense y la historia pública en Colombia. Estados Unidos ha sido después de la Segunda Guerra Mundial un país hegemónico dentro de la geopolítica global con uno de los mitos fundacionales de la nación más sólidos, una democracia consolidada, instituciones estatales fuertes, una red de universidades que forma a los grandes líderes políticos globales, una industria militar siempre en la vanguardia tecnológica y un poder económico y financiero con la capacidad de influir en todos los rincones del globo; en este contexto altamente patriótico-nacionalista, las iniciativas de preservación, conservación, producción y difusión del conocimiento histórico que tengan correlación con el sostenimiento de su hegemonía son apoyados por la institucionalidad académica y estatal, aunque más recientemente la Public History estadounidense se ha visto ligada a instituciones y empresas del sector privado en una lógica de la historia como mercancía, aun así, siguen siendo las iniciativas ciudadanas las expresiones más comunes del campo.

Por otro lado, Colombia, sigue siendo un país periférico dentro de las dinámicas políticas y económicas globales, su sistema democrático débil, sus altos niveles de corrupción, las alarmantes tasas de desigualdad social, el sistema educativo precario y el hecho de que el narcotráfico haya permeado altas esferas del poder político hacen que en este contexto, por el contrario, las iniciativas de preservación, conservación y difusión del conocimiento histórico no hayan sido una prioridad y sean un punto menor dentro de la agenda política46. Si bien, ha aumentado el interés y el apoyo a estas iniciativas, ha sido por las reivindicaciones de los movimientos sociales a que sus memorias e interpretaciones históricas sean tenidas en cuenta como parte esencial de la garantía de un Estado social de derecho. Las iniciativas en Colombia que pueden enmarcarse como historia pública han sido victorias sociales de organizaciones y movimientos de la sociedad civil.

En este sentido, abordar el estudio de la construcción de memoria histórica desde el enfoque de la historia pública47 es un aporte en términos de las posibilidades epistemológicas y metodológicas de este campo de la disciplina histórica, que le apuesta al trabajo colaborativo, la revalorización de saberes populares, la ampliación de audiencias y al ejercicio crítico y reflexivo, es decir, una propuesta teórica con un compromiso manifiesto con la democratización de las formas de producción de conocimiento histórico. Cuestión que resulta fundamental en la construcción de memoria común sobre el conflicto armado en Colombia pues es un ejercicio que corresponde al conjunto de la sociedad colombiana.

Desde hace unas décadas se ha vivido una proliferación del interés y de los estudios sobre la memoria;

A primera vista el estudio de la memoria parece un nuevo campo, pero de hecho los historiadores siempre han estado interesados en entender cómo las ideas cambian con el tiempo, (...) lo que distingue los nuevos estudios de memoria es el enfoque, mientras que los estudios anteriores buscaban principalmente caracterizar las creencias de un sólo grupo o institución sobre su pasado, los nuevos estudios buscan principalmente entender las interrelaciones entre las diferentes versiones de la historia en público.48

Lo que esto quiere manifestar es que las versiones del pasado de una sociedad son tan variadas como los grupos sociales de los que surgen; en ese sentido, no sólo se deben ver las relaciones entre las diversas memorias sino desde los lugares y modos donde se enuncian, pues esto tiene efectos diferenciales en cuál visión de pasado es más representativa, difundida y apropiada y cuáles, por el contrario, son invisibilizadas, silenciadas y excluidas. Precisamente la forma cómo se comunican y difunden las memorias es parte central del análisis pues su utilidad reside en preguntar cómo la memoria individual del pasado se establece y confirma a través del diálogo con los demás; diálogo que se establece en instituciones como el museo, lugar que tradicionalmente ha servido de vehículo para la comunicación de la historia y la memoria. La relación entre historia pública y memoria lleva a pensar en los usos políticos del pasado y cómo estos reflejan institucionalmente las posibles memorias del pasado que circulan en la sociedad: ¿qué tan particulares son las memorias? ¿Cómo se establecen y difunden las memorias particulares del pasado como públicas? ¿Cómo cambian estas historias públicas? Es precisamente esta la manera cómo las narrativas históricas públicas mantienen una cierta cohesión de grupo.

En palabras de Benedict Anderson, "una historia compartida de elementos comunes, cruciales en la construcción de una 'comunidad imaginada' a través de la cual dispares individuos y grupos se imaginan a sí mismos como miembros de una colectividad con un presente y futuro común"49, asimismo, fue denominado por Erick Hobsbawm quien dividió las invenciones de la tradición en

a) Las que establecen o simbolizan cohesión social o pertenencia al grupo, ya sean comunidades reales o artificiales; b) las que establecen o legitiman instituciones, estatus, o relaciones de autoridad, y c) las que tienen como principal objetivo la socialización, el inculcar creencias, sistemas de valores o convenciones relacionadas con el comportamiento.50

La manera cómo las audiencias responden a las representaciones públicas de la memoria es también un análisis de las significaciones de esas representaciones, cuyos significados no son intrínsecos a lo que el autor pretende exponer al público, sino que el público interactúa con ellas mediado por su experiencia personal. ¿Qué pasa, entonces, cuando el público que interpreta las representaciones es al mismo tiempo autor de ellas? ¿Qué tipo de significaciones le atribuye y cómo se transforma el sentido de la socialización institucional al incluir al propio público como realizador de las apuestas de construcción de conocimiento histórico? Son estos cuestionamientos los que sobresalen al problematizar la historia pública y la memoria; la relación que existe entre estos elementos implica adentrarse en la forma como se producen, difunden y circulan las significaciones sociales de las representaciones de la memoria, desde lugares institucionales, a sociedades mediadas por sus propias memorias en diferentes escalas. El reto adicional de llevar a cabo este tipo de propuestas está mediado por la complejidad que tiene crear una narrativa que no reproduzca las exclusiones de ciertas memorias y que además contribuya hacia la reconciliación en contextos de violencia, como es el caso colombiano. En este sentido, la construcción de memoria histórica desde metodologías colaborativas, desde la revalorización de saberes populares propios, que tengan la capacidad de generar reflexiones y visiones críticas sobre los acontecimientos de la historia reciente de Colombia y que lleguen a audiencias cada vez más amplias y diversas es lo que permite a la historia pública situarse cómo un campo que permite a las y los historiadores intentar desde su quehacer profesional producir y difundir conocimiento histórico transformador.

Conclusiones

La historia pública, es un campo de la disciplina histórica que cada día adquiere mayor visibilización e importancia en los escenarios globales, la existencia de numerosas revistas, organismos y asociaciones alrededor del mundo que trabajan este enfoque da cuenta de la necesidad de seguir explorando sus dimensiones, aristas y retos. En Colombia, la historia pública es un terreno fértil para explorar desde el quehacer histórico nuevas metodologías, métodos y enfoques que permitan la producción de conocimiento histórico de manera horizontal con las diversas ciudadanías, un conocimiento encaminado al fortalecimiento de la democracia en el país.

Sin duda, una de las potencialidades que tiene la historia pública es su reconcomiendo explícito al compromiso político y ético de los y las historiadores para hacer de nuestro quehacer profesional una contribución a la superación de condiciones de marginalidad y exclusión, y con ello producir un saber científico con la capacidad de trasformar condiciones sociales concretas. En este sentido, este artículo es apenas una aproximación, una posibilidad, un debate abierto, una provocación para discutir la historia pública en sus múltiples dilemas y posibilidades.

La importancia que tiene el estudio de la historia pública para el contexto actual del posacuerdo de paz es que la construcción de memoria sobre los hechos recientes de violencia en el país debe realizarse de manera amplia, participativa y democrática, en el que el trabajo colaborativo, la revalorización de los saberes propios, y la capacidad de ser críticos y autocríticos son aportes claves para la construcción de una ciudadanía más reflexiva.

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*Este artículo es resultado de la tesis de pregrado "El vaivén de la memoria. Historia Pública, Museo y Representación" la cual no contó con financiación externa.

1Jesús-Martín Barbero, "El Futuro que habita la memoria", en Museo, memoria y nación. Misión de los museos nacionales para los ciudadanos del futuro, comps. María-Emma Wills y Gonzalo Sánchez (Bogotá: Ministerio de Cultura, 2000).

2Un análisis de las constituciones de Colombia durante el siglo XIX permite afirmar en referencia a la ciudanía, que los derechos eran otorgados sólo para hombres, blancos y ricos. Aunque progresivamente fue ampliándose, no fue hasta 1953 con la inclusión del voto femenino que se puede hablar de una ciudanía amplia.

3Ver Junielle Rabêlo y Sonia Menezes, "História Pública Em Debate: Patrimônio, Educação E Mediações Do Passado". Esta publicación recoge reflexiones teóricas, experiencias y estudios de caso que demuestran como la historia pública se hace presente en diferentes espacios sociales, problematizando identidades, confrontando memorias, formando redes de aprendizaje y trayendo voces antes silenciadas.

4David Kyvig, "Introducing Students to Public History", The History Teacher 24, no. 4 (1991): 447.

5Wesley Johnson, "The Origins of 'The Public Historian' and the National Council on Public History", The Public Historian 21, no. 3 (1999): 171, https://doi.org/10.2307/3378969

6Robert Kelley, "Public History: its Origins, Nature and Propsects", The Public Historian 1, no. 1 (1978): 21, https://doi.org/10.2307/3377666

7Johnson, "The Origins of", 168.

8Kelley, "Public History", 23.

9Thomas Cauvin, "The Rise of Public History: An International Perspective", Historia Crítica, no. 68 (2018): 11. https://doi.org/10.7440/histcrit68.2018.01

10Cauvin, "The Rise of Public History", 12.

11Cauvin, "The Rise of Public History", 12.

12Heather Huyck, "Twenty-Five Years of Public History: Perspectives from a Primary Document", The Public Historian 21, no. 3 (1999): 32, https://doi.org/10.2307/3378957

13Cauvin, "The Rise of Public History", 16.

14Jill Liddington, "O que é História Pública", en Introdução à História Pública, ed. Juniele Rabêlo y Marta Gouveia (Sao Paulo: Letra e Voz, 2011), 36.

15Bernard-Eric Jensen, Usable Pasts: Comparing Approaches to Popular and Public History, Public History and Heritage Today (Londres - Nueva York: Palgrave Macmillan, 2012), 46.

16Cauvin, "The Rise of Public History", 16.

17Cauvin, "The Rise of Public History", 17.

18Liddington, "O que é História Pública", 37.

19Liddington, "O que é História Pública", 38.

20Cauvin, "The Rise of Public History", 18.

21Maurice Hamon y Félix Torres, eds., Mémoire d'avenir. L'histoire dans l'entreprise (París: Economique, 1987).

22Bertha-Teresa Abraham-Jalil, "Museos y democracia Los museos como espacios de experiencias comunitarias", Contribuciones desde Coatepec, no. 14 (2008): 128.

23Liddington, "O que é História Pública", 39.

24Cauvin, "The Rise of Public History", 18.

25Serge Noiret, "International Federation for Public History. Fédération Internationale pour l'Histoire Publique", Hypotheses (página de internet), https://ifph.hypotheses.org/

26Rede Brasileira de História Pública, Perspectivas da história pública no Brasil: experiências e debates (Niterói: Universidade Federal Fluminense, 2016), 15.

27Geral Zahavi, "Ensinando História Pública no século XXI", en Introdução à História Pública, eds. Juniele Rabêlo y Marta Gouveia (Sao Paulo: Letra e Voz, 2011), 56.

28Renata Schittino, "O cenceito de público e compartilhamento da história", en História pública no Brasil: sentidos e itinerários, eds. Ana Maria Maud, Juniele Rabêlo y Ricardo Santiago (Sao Paulo: Letra e Voz, 2016), 40.

29Ricardo Santiago, "Duas palavras, muitos significados: alguns comentários sobre a História Pública no Brasil", en História Pública no Brasil: sentidos e itinerarios, eds. Ana Maria Mauad, Juniele Rabêlo y Ricardo Santiago (Sao Paulo: Letra e Voz, 2016), 33.

30Santiago, "Duas palavras", 29.

31Ana Maria Mauad, Juniele Rabêlo y Ricardo Santiago, eds., História Pública no Brasil (Sao Paulo: Letra e Voz, 2016), 15.

32Ver Santiago Castro-Gómez, "Ciencias sociales, violencia epistémica y el problema de la 'invención del otro'", en La colonialidad del saber: eurocentrismoy ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas, ed. Edgardo Lander (Buenos Aires: Clacso, 2000).

33Ver Orlando Fals-Borda. El socialismo raizal y la Gran Colombia bolivariana (Caracas: Pensamiento Social, 2008).

34Amada Carolina Pérez-Benavides y Sebastián Vargas-Alvarez, "Historia pública e investigación colaborativa: perspectivas y experiencias para la coyuntura actual colombiana", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 46, no. 1 (2019): 305, https://doi.org/10.15446/achsc.v46n1.75561

35Dentro del imaginario colectivo patriótico, existen exclusiones históricas de género, raza y clase. Para el caso colombiano la celebración del bicentenario de la independencia es un caso que permite ejemplificar como desde lugares institucionales se siguen invisibilizando las historias de minorías, disidencias, marginados y excluidos.

36Algunos de los antecedentes de producción de conocimiento histórico desde enfoques colaborativos son el cine documental de Jorge Silva o el Taller de Historia Oral Andina, de Bolivia.

37En este punto es importante recordar que la discusión sobre la producción de conocimiento histórico pasa necesariamente por el archivo y cómo se ha construido este espacio institucionalizado del pasado. El campo de crítica archive studies tiene aspectos clave que aportar a esta discusión. Ejemplos de estas iniciativas puede ser la construcción de archivos comunitarios, el activismo de archivo y los archivos digitales.

38Serge Noiret, "Historia digital e historia pública", en Contemporary History in the Digital Age, ed. Serge Noiret (Bruselas: Peter Lang, 2013), 48.

39Noiret, "Historia Digital e Historia Pública", 49.

40Maurice Halbwachs, La Memoria colectiva (Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004), 55.

41Halbwachs, La Memoria, 61.

42Pierre Nora, Los lugares de la memoria (Montevideo: Trilce, 2008), 23.

43. Ver Mauricio García-Durán s. j., Movimientos por la paz en Colombia 1978-2003 (Bogotá: Cinep, 2006).

44Universidad del Valle, Cali-Colombia, "Diplomado de la universidad del valle Historia Pública, Archivos, Bibliotecas y Museos", http://www.univalle.edu.co/lo-que-pasa-en-la-u/diplomado-en-historia-publica-archivos-bibliotecas-y-museos

45Pérez-Benavides y Vargas-Álvarez, "Historia pública e investigación", 297-329.

46Una de las prácticas de historia pública pueden ser las iniciativas de Catalina Muñoz en el proyecto de "Historias para lo que viene". Asimismo, las bibliotecas y centros culturales impulsados desde el Banco de la República y Bibliored pueden fungir como antecedentes. En materia de memoria los trabajos e iniciativas que recoge la Red Colombiana de Lugares de Memoria (Reslac) son insumo importante en clave de democratización y diversificación de la producción del conocimiento histórico.

47En la coyuntura de transición hacia la paz en la que se encuentra Colombia, los trabajos del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación; el Museo Casa de la Memoria- Medellín, el Centro Nacional de Memoria Histórica, el Museo Nacional de Memoria Histórica y la Red Colombiana de Lugares de Memoria constituyen bases para construir la relación entre historia pública y construcción de memoria a través de enfoques colaborativos.

48David Glassberg, "Public History and the Study of Memory", The Public Historian 18, no. 2 (1996): 12, http://dx.doi.org/10.2307/3377910

49Glassberg, "Public History", 15, citando a Benedict Anderson, Imagined Communities: Reflections on the Origins and Spread of Nationalism (Nueva York: Verso, 1991).

50Eric Hobsbawm y Terence Ranger, La invención de la tradición (Barcelona: Crítica, 2005), 16.

Cómo citar / How to Cite Item: Torres-Ayala, Daniela. "Historia pública. Una apuesta para pensar y repensar el quehacer histórico". Historia y Sociedad, no. 38 (2020): 229-249. http://dx.doi.org/10.15446/hys.n38.80019

Recibido: 31 de Mayo de 2019; Aprobado: 01 de Octubre de 2019; Revisado: 20 de Noviembre de 2019

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