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Historia y Sociedad

Print version ISSN 0121-8417On-line version ISSN 2357-4720

Hist. Soc.  no.39 Medellín July/Dec. 2020

https://doi.org/10.15446/hys.n39.88597 

Reseña

Reseñas sobre cuatro libros del bicentenário colombiano (1819-2019)

Jorge Echavarría-Carvajal* 

* Magíster en Estética de [a Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín (Medellín, Colombia). Profesor en la misma institución https://orcid.Org/0000-0001-9947-561X jechavar@unal.edu.co


En el momento de escribir esta reseña, estamos a poco más de un mes de la fecha emblemática del 7 de agosto. La polémica sobre si el bicentenario de la independencia colombiana se debía celebrar en 2010 o 2019 parece lejana y "bizantina". Sin embargo, lo que sí puede afirmarse es que bibliográficamente la conmemoración bicentenaria de este 2019 es bastante pobre en producción bibliográfica dirigida a un público general, lo que crea una extraña lectura en paralelo con los clamores por restaurar la enseñanza de la historia en los ciclos de educación básicos.

El aniversario de 2010, con un logotipo de identificación, una programación de iniciativa estatal, de instituciones y universidades y la publicación de una bibliografía mucho más visible y abundante mostró una iniciativa editorial amplia en la que pueden enumerarse los siguientes títulos y actividades: El gran libro del bicentenario1 -donde participaron "pesos pesados" de la disciplina, entre los que estuvieron Anthony Mcfarlane, Víctor Manuel Uribe Urán, Rodolfo Segovia Salas, Georges Lomné, Pablo Rodríguez, Malcolm Deas, Juan Marchena y Gustavo Bell-; la serie Bicentenario de Colombia 1810-2010 -su primer tomo "El descubrimiento, la conquista y la colonización de la América Hispánica", se publicó en noviembre de 2009-; un proyecto de la Universidad Simón Bolívar; La independencia en el arte y el arte en la independencia2; Colombia 1810-20103; la recopilación de conferencias Bicentenario de la Independencia 1810-20104; Educación en la Independencia5; las actividades lideradas por el Banco de la República, como la "Exposición: palabras que nos cambiaron", el blog de noticias bicentenarias; biografías de los héroes para niños (Antonio Nariño, Francisco José de Caldas, Policarpa), la Exposición "Ensamblando una nación"; y la colección de Credencial historia entre octubre de 2009 y septiembre de 2010.

Hoy, como expondremos enseguida, los alcances e impactos de los proyectos son mucho menores, al menos lo hasta hoy difundido. En el caso del Banco de la República, el más contundente consta de seis libros coeditados con diferentes agencias: la Universidad de Caldas con "Colonización antioqueña y vida cotidiana" de Albeiro Valencia Llano; Allan J. Kuethe y Kenneth J. Andrien firman "El mundo atlántico español durante el siglo XVIII", coeditado por la Universidad del Rosario; con la Universidad de los Andes, Marcela Echeverri es autora de "Esclavos e indígenas realistas en la Era de la Revolución", abarcando el período entre 1780 y 1825; Sytze van der Veen propuso "La Gran Colombia y la Gran Holanda 1815-1830", coeditado con el Reino de Holanda; "La invención republicana del legado colonial", cuya autora es Lina del Castillo y coeditado con la Universidad de los Andes; de Aline Helg "¡Nunca más esclavos! Una historia comparada de los esclavos que se liberaron en las Américas", una coedición con el Fondo de Cultura Económica. Una mirada a sus temáticas y períodos muestran énfasis un tanto colaterales, en general, a la conmemoración misma: procesos subsecuentes a esta pero no conectados de modo directo -la colonización antioqueña- y contextos generales -el siglo XVIII, el mundo atlántico hispano o las relaciones con Holanda-.

Tras esta introducción general, hecha a modo de contraste, pasemos a los libros que reseñaremos6. En una "Nota al lector" Gutiérrez Ardila ofrece una explicación a la ignorancia general de los detalles sobre el proceso de la "campaña libertadora", y propone, cautamente,

Algo tendrá que ver la desaparición de la historia de los currículos de primaria y secundaria. En parte, puede achacarse el hecho a la ausencia de programas de calidad en los medios masivos (...) Sin embargo, hay también una responsabilidad de los profesionales de las ciencias sociales en Colombia (...) [cuyas] investigaciones han experimentado un salto cualitativo evidente en las últimas décadas (...) [pero] el conocimiento ha quedado recluido en artículos y libros académicos que muy pocos leen y a menos interesan.7

Cualquiera podría suscribir estos argumentos, pero añadamos uno, creo que de peso, al lado de estos: el guion validador de la nación y su identidad se ha desplazado del pasado, y, consecuentemente, la historia, lejana o reciente, de gran o menor impacto, ha sido despojada de su función legitimadora. Los discursos tecnófilos -o tecnófobos-, la economía, los imaginarios de futuro o, conviviendo en extraña simbiosis, el presentismo ramplón y su pragmatismo han eclipsado las funciones de la historia y la apelación a sus modelos de explicación e implicación colectiva. Los gobiernos relegan, pues, este saber y sólo le otorgan, como lo han hecho con esa gaseosa pero omnipresente esfera de "la cultura", un papel segundón. Es esa la causa primera de la exclusión de los currículos, de la confusión de fronteras con unas "ciencias sociales" donde ni los métodos, objetos y modos de explicación cuentan en su singularidad histórica y epistémica construidos, para disolverse en una "sopa boba" que cede ante los embates de un modelo cultural amnésico y reacio a salir de una zona de confort ensimismada.

El libro de Gutiérrez Ardila tiene una estructura muy clara y efectiva y un modelo textual eficaz: un contexto, los dos grandes espacios implicados -Venezuela y la Nueva Granada- retratados a través de una línea cronológico-narrativa de hechos relevantes y un desenlace: Colombia y las implicaciones de la Independencia. Las citas son adecuadas e ilustran de modo puntual los asertos hechos, y con poquísimas excepciones, con una extensión acorde con el tipo de textualidad con la que aquí se juega. Al final, propone una bibliografía (157-171) denominada "Referencias", comentada por capítulos y temas y con guiños para extender o profundizar en cada acápite.

Hay mucho que agradecer a esta muestra de textos conmemorativos: el texto de Gonzalo España, como muchos de los que conocemos de su autoría, se decanta más por un modelo narrativo centrado en varios protagonistas -Camilo Torres, Antonio Nariño, Pablo Morillo, Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, respectivamente-. Su opción narrativa, coincidiendo con parte de lo citado arriba de Gutiérrez Ardila, tiene que ver con la dominante investigación especializada que "ha alejado una visión general de conjunto, y para una mayor dificultad los lenguajes han cambiado, los estudios de historia han dejado de estar al alcance del lector común"8. Aparte de las discusiones que puedan hacerse sobre esta generalización o sobre un hipotético "lector común", habría que recordar una obviedad: la historia no es el único modelo para dar cuenta del pasado, ni esta renuncia a la narración literaria, sino que la tiene como aliada permanente, como Hayden White examinó muy de cerca en su trabajo. Al final de su obra (241-242), España ofrece un corto acápite denominado "Nuestras fuentes", donde se refiere a los soportes bibliográficos que sirvieron a la construcción de su narración: realmente no hay ninguna sorpresa ni una apertura a nuevas indagaciones historiográficas, más bien un apego un tanto reacio a lo nuevo a textos canónicos e incluso ya poco leídos y referenciados.

En la misma línea, el libro de Castillo-Brieva, dirigido claramente a un público infantil, hace el esfuerzo de poner en escena la campaña libertadora "al alcance de los niños". Si bien esa conciencia de querer atraer a este grupo demográfico al evento conmemorado es loable, no lo es la facilista solución literaria, demasiado manida y lejana de unos niños mucho más sofisticados por vía de los medios masivos y sus innovadoras soluciones: una "máquina del tiempo" de factura casera, unas ilustraciones como de cartilla de lectura de la década de 1960 -en contraste con las bien sugestivas y contemporáneas de Santiago Guevara para el libro de Gutiérrez-Ardila-, unas figuritas recortables para crear un simulacro interactivo -¿olvidan la familiaridad de los niños contemporáneos con pantallas, video juegos y similares?-. Es decir, escribir para los infantes de hoy o para cualquier público específico, parte de no idealizar y hacer ahistóricos estos sujetos, indagando sus modos de ver, entender y sentir, cada vez más atravesados por vectores tecnológicos, mediáticos y de referentes culturales mixtos.

El libro que se aparta de la tendencia de Castillo-Brieva, España y Gutiérrez-Ardila de ensayar formas de contar diversas para lectores no especializados es el del consorcio de universidades, ya que se trata de una compilación que reúne textos más conscientes de las llamadas "marcas tipográficas de historicidad": archivos, citas, tablas, etc. Sin embargo, es evidente que el enmarcar figuras como las de Nariño o hechos y eventos como las conmemoraciones fúnebres o festivas para erigir las figuras heroicas, los enfrentamientos entre patriotas y realistas, la construcción del Estado-nación y los indígenas o los ecos del bicentenario en Latinoamérica aportan materiales para el especialista desde ángulos de interés y pertinencia para la celebración.

En síntesis, tal vez la selección de 2019 sea bastante reducida frente a los del bicentenario de 2010, pero ofrece el horizonte común de tratar de contar de otras maneras, de encontrar otros eventos, de ensayar -con mayor o menor éxito, no importa- otras formas de llevar los resultados de la indagación histórica a un público apático pero que puede despertar y tratar de entender esa dimensión del pasado que, ignórelo o no, lo constituye, y sobre la que los políticos y tecnócratas no deberían tener el monopolio para excluir o actuar a capricho creando condiciones donde lo histórico desaparece de la esfera pública.

1 Juan Carlos Torres, comp. y ed., El gran libro del bicentenario. Memorias del Encuentro Internacional Con nuestra historia. Cartagena de Indias, Octubre de 2009 (Bogotá: Planeta, 2010).

2Yobenj A. Chicangana Bayona, La independencia en el arte y el arte en la independencia (Bogotá: Ministerio de Educación Nacional, 2009). Corresponde a la Colección Bicentenario.

3María Teresa Calderón e Isabela Restrepo, comps., Colombia 1810-2010 (Bogotá: Taurus- Fundación Grupo Vidanta, 2010).

4Carlos Enrique Ruiz, Bicentenario de la Independencia 1810-2010. Manizales: Universidad Nacional de Colombia, 2010.

5Educación en la Independencia (Bogotá: Ministerio de Educación Nacional, 2010). Corresponde a la Colección Bicentenario.

6Eduard Moreno, Joaquín Viloria, Édgar Rey, Carlos Manrique, Leonor Hernández y Jesús Flórez, 1819 y la construcción del Estado-Nación en Colombia (Bogotá: Universidad Antonio Nariño - Universidad del Magdalena -Universidad Agustiniana, Universidad Autónoma de Occidente, 2019), 164 pp.; Andrés Castillo-Brieva, Hace doscientos años. Una historia de la campaña libertadora (Bogotá: Intermedio, 2019), 34 pp.; Gonzalo España, Del grito a la victoria. Independencia de Colombia 1810-1819 (Bogotá: Penguin Random House, 2019), 248 pp.; Daniel Gutiérrez-Ardila, 1819. Campaña de la Nueva Granada (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2019), 172 pp.

7Gutiérrez-Ardila, 1819. Campaña, 143-144.

8España, Del grito a, 9.

Cómo citar / How to Cite Item: Echavarría-Carvajal, Jorge. "Reseñas sobre cuatro libros del bicentenario colombiano (1819-2019)". Historia y Sociedad, no. 39 (2020): 352-355. http://dx.doi.org/10.15446/hys.n39.88597

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