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Historia y Sociedad

Print version ISSN 0121-8417On-line version ISSN 2357-4720

Hist. Soc.  no.40 Medellín Jan./June 2021  Epub Mar 08, 2021

https://doi.org/10.15446/hys.n40.82485 

Tema libre

Agencia y desigualdad en la acción política transnacional: los desplazamientos electorales del Frente Amplio de Uruguay en Argentina (1984-2014)*

Agency and Inequality in Transnational Political Action: Electoral Displacements by the Frente Amplio de Uruguay in Argentina (1984-2014)

Agência e desigualdade na ação política transnacional: os deslocamentos eleitorais da Frente Ampla do Uruguai na Argentina (1984-2014)

Silvina Merenson** 

** Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de General Sarmiento (Buenos Aires, Argentina). Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Buenos Aires, Argentina) y profesora ordinaria de la Universidad Nacional de San Martín (Buenos Aires, Argentina) https://orcid.org/0000-0002-2614-0541 smerenson@unsam.edu.ar


Resumen

Este artículo describe y analiza los desplazamientos electorales organizados por el Frente Amplio de Uruguay en Argentina (FAUA) entre 1984 y 2014 atendiendo a las redes políticas, los canales de circulación de la información y la infraestructura material que los hicieron y hacen posibles. Partiendo de fuentes históricas y datos etnográficos producto de un trabajo de campo intensivo y multisituado, el artículo sintetiza la historia del FAUA y explora las transformaciones y continuidades en la gestión de estos desplazamientos por parte de la militancia transnacional. Las conclusiones abordan los debates en torno a las prácticas políticas transnacionales y reflexionan sobre las articulaciones entre agencia y desigualdad.

Palabras clave: migraciones transnacionales; participación política; procesos electorales; desigualdad

Abstract

This paper describes and analyzes the electoral displacements carried out by the Frente Amplio de Uruguay in Argentina between 1984 and 2014, attending to the political networks, the channels for the circulation of information and the material infrastructure that made them possible. Starting from written sources and ethnographic data (results of intensive and multi-sited fieldwork), the article synthesizes the history of FAUA and explores the transformations and continuities in the management of these displacements by transnational activism. The conclusions address the debates around transnational political practices and reflect on the articulations between agency and inequality.

Keywords: transnational migrations; political participation; electoral processes; inequality

Resumo

Este artigo descreve e analisa os deslocamentos eleitorais realizados pela Frente Ampla do Uruguai na Argentina (FAUA) entre 1984 e 2014, atendendo às redes políticas, os canais de circulação de informações e a infraestrutura material que os possibilitou. Partindo de fontes escritas e dados etnográficos, resultado de um trabalho de campo intensivo e mul-tissituado, o artigo sintetiza a história da FAUA e explora as transformações e continuidades na gestão desses deslocamentos pela militância transnacional. As conclusões abordam os debates em torno das práticas políticas transnacionais e refletem sobre as articulações entre agência e desigualdade.

Palavras-chave: migrações transnacionais; participação política; processos eleitorais; desigualdade

Introducción

El orden actual del capitalismo global configura las dinámicas sociales de múltiples formas. Algunas de ellas resultan extremadamente evidentes, otras mucho más sutiles operan, por ejemplo, sobre el lenguaje. Cuando se trata de poblaciones humanas, el sentido común suele asociar al término "desplazamiento" el adjetivo "forzoso" o "forzado". Sin ninguna duda, así lo amerita el carácter obligado -tal es la definición de "forzoso" en los diccionarios de uso corriente- de las dislocaciones de grandes contingentes de población en búsqueda de refugio y asilo a causa de conflictos bélicos, desastres ambientales o procesos de gentrificación. En este artículo abordamos un tipo de desplazamiento radicalmente diferente respecto de los mencionados y, sin embargo, no por ello menos basado en desigualdades y asimetrías persistentes, incluso en la desposesión o enajenación práctica de derechos sustanciales en regímenes democráticos, como es el ejercicio del sufragio por parte de nacionales residentes en el extranjero.

En lo que sigue nos detendremos en el proceso histórico por el cual, desde hace más de tres décadas, la militancia política transnacional del Frente Amplio de Uruguay en Argentina (FAUA) organiza, gestiona y promueve los desplazamientos político-electorales que permiten a las y los migrantes uruguayos radicados en Argentina participar de las elecciones nacionales de su país de origen. Como es sabido, Uruguay es el único país del continente que no cuenta con una modalidad de voto extraterritorial. Aunque desde hace varias décadas se registran y han sido estudiadas diversas iniciativas que se propusieron consagrar este derecho, lo cierto es que hasta el momento la ciudadanía uruguaya residente en el exterior que desea ejercer el voto debe trasladarse al país -"avecinarse" de acuerdo con la letra constitucional- y estar presente en él, el día de los comicios. Esta condición sine qua non del ejercicio del sufragio, como puede suponerse, redunda en que la gran mayoría de las y los migrantes que participan de los procesos electorales de Uruguay sean quienes residen en Argentina.

Esto es así, entre otras razones, por la proximidad geográfica, por el costo del pasaje, por el estatus de residencia alcanzado en el país de destino, por el sostenimiento de robustos vínculos familiares, vecinales y organizativos en el Uruguay y, particularmente, por la trama política transnacional sostenida por el FAUA. En pocas palabras, lo que queremos enfatizar es que la inexistencia de un mecanismo que habilite el voto extraterritorial lleva a la consagración práctica de la reproducción de la desigualdad social y económica en el acceso al ejercicio de la ciudadanía por parte de la diáspora uruguaya. En virtud de ello, en los últimos años, el caso ha sido presentado por referentes y diversos colectivos migrantes en instancias internaciones como la Organización de Naciones Unidas y la Corte Interamericana de Derechos Humanos1.

Aun cuando las y los ciudadanos uruguayos radicados en el exterior pueden justificar la no emisión de su sufragio, son miles quienes cada cinco años desde 1984, es decir desde las primeras elecciones presidenciales tras el fin de la dictadura uruguaya (1973-1985) deciden, masivamente, "viajar a votar igual". Estos desplazamientos, vale insistir, no son forzados, todo lo contrario: son desplazamientos -viajes- voluntarios, colectivos, cíclicos y, si se me permite la expresión- "bastante felices" en tanto son parte de un agenciamiento que busca sortear la ausencia del derecho al "voto a distancia". Por esto último, las fiestas, reencuentros y emociones de quienes en estas instancias electorales se desplazan a bordo de automóviles, barcos y ómnibus resultan indisociables de la desposesión y la reproducción de asimetrías al interior de la comunidad política.

En las páginas que siguen proponemos algunas claves de lectura para abordar los desplazamientos que, ante cada jornada electoral uruguaya con vistas a las elecciones presidenciales -y desde hace más de tres décadas- lleva adelante la militancia del FAUA. Aquí, la participación política trasnacional es entendida como "circulación cultural"2 y explorada a partir de la identificación de las redes, los canales de difusión de la información y la infraestructura material que la hacen posible. Resta mencionar que el artículo, además de contar con esta introducción, se estructura en seis apartados. El primero de ellos repone algunas precisiones de orden metodológico, concretamente lo que hace a la articulación del trabajo de campo etnográfico y el trabajo de archivo. El segundo presenta de modo muy sintético la historia del FAUA a fin de contextua-lizar, en los siguientes tres acápites, las transformaciones y continuidades en la gestión de los desplazamientos electorales de acuerdo con las coordenadas ya mencionadas: redes, canales de difusión e infraestructura material. Por último, destinamos las conclusiones a reflexionar sobre la articulación de las categorías mencionadas en el título del artículo -desplazamientos, agencia y desigualdad- en el marco de los debates en torno a las prácticas político-electorales transnacionales, línea de investigación en la que se inserta esta contribución.

Trabajo de archivo en el trabajo de campo

Como ya fue mencionado, este artículo explora una práctica política específica -los desplazamientos electorales- que estructura la experiencia histórica del FAUA; lo hace a partir de las preguntas que emergieron del trabajo de campo multisituado iniciado en 2009. Este incluyó la realización de cuarenta y tres entrevistas en profundidad y veintidós historias de vida de hombres y mujeres pertenecientes a distintas generaciones y clases sociales, en su gran mayoría vinculados a la coalición de izquierda Frente Amplio (FA) y radicados en la ciudad de Buenos Aires y su región metropolitana, así como en otras provincias argentinas. A ellas debe sumarse un gran número de conversaciones e interacciones informales, así como el registro etnográfico de múltiples y diversas instancias públicas y semi-públicas de reunión que movilizaron a la militancia transnacional tanto en la Argentina como en el Uruguay -actos, mesas redondas, jornadas, reuniones, asambleas y plenarios- en el transcurso de las campañas electorales con vistas a las elecciones presidenciales de 2009 y 2014.

La intención de hacer una etnografía de la historia del FAUA particularmente atenta a las redes militantes -aquellas sobre las que se construyen las lógicas y representaciones políticas transnacionales- incorporó el análisis de documentos escritos producidos por mis interlocutores o sus agrupaciones políticas de pertenencia. Si pudimos registrar fragmentos e imágenes del derrotero seguido por la militancia frenteamplista en Argentina fue, en buena medida, gracias a los archivos personales que actuales o exintegrantes del FAUA compartieron generosamente conmigo: actas y balances de comités de base, informes, comunicados, cartas, afiches e invitaciones a eventos públicos, transcripciones de discursos, ejemplares de boletines y periódicos de la prensa partidaria local. En su gran mayoría inéditos, estos documentos y manuscritos se transformaron en fuentes en tanto fueron producto de diversos vínculos, diálogos, acuerdos y pactos sostenidos en el trabajo de campo. Son, dicho de otro modo, parte indisociable de largas conversaciones y entrevistas con sus custodios, y facilitadores.

En cada caso, a modo de soporte o de impulso, el proceso de digitalización, catalogación, revisión y relectura colectiva de aquello que en términos nativos era designado como "recuerdos" desplegó y expandió distintas memorias/narrativas3. Haciendo trabajo de archivo en el trabajo de campo reparamos en el proceso por el que aquellos "recuerdos" devinieron fuentes documentales y cómo este último estatus es tal en la medida en que fueron producto de reflexividades y relaciones sociales específicas. Trabajamos entonces, como hace ya tiempo sugirió Eduardo Archetti, sobre lo escrito y lo hablado en busca de significados e interpretaciones porque ello resulta esencial para el análisis antropológico de sociedades complejas y alfabetizadas4.

A partir de la sistematización de una serie de eventos referidos en las entrevistas, las conversaciones ocasionales y las fuentes históricas abordamos la prensa escrita de circulación nacional tanto argentina como uruguaya. En la prensa rastreamos cómo, en cada caso, fueron narradas y representadas las acciones de la militancia transnacional, los arreglos entre los Gobiernos y los apoyos o impugnaciones por parte de diferentes dirigentes políticos en ambos países. Decidimos sumar el relevamiento de la prensa escrita por diversas razones. En principio porque fue -y continúa siendo- un insumo crucial para la militancia local, especialmente para los años en que los dispositivos digitales y las redes sociales no existían o todavía no tenían la importancia que tienen actualmente. También porque los diarios, desde sus distintos espacios y líneas editoriales, moldearon opiniones, vehiculizaron denuncias y lanzaron "operaciones políticas" ante las cuales la militancia local reaccionó de diversos modos. Finalmente, porque con mayor o menor intensidad, el "juego de los espejos" de los estilos nacionales desplegado en sus páginas fue y es parte ineludible de las formas en que particularmente la "vieja guardia" del FAUA conjuga sus vidas y experiencias políticas transnacionales.

El Frente Amplio de Uruguay en Argentina

Tras el golpe de Estado de 1973 y el exilio masivo de buena parte de su militancia, el Frente Amplio (FA) se reorganizó en el exterior. Miguel Aguirre Bayley5 documentó el proceso por el cual esta coalición de izquierda fundada en 1971 en Montevideo desarrolló una temprana y masiva experiencia transnacional. Además del comité coordinador, su máxima instancia resolutiva, el FA llegó a contar con más de cincuenta comités de base6 en veintinueve países de Europa, América, Oceanía y África. De acuerdo con el autor, hasta mediados de la década de 1980 su objetivo fue mantener la unidad y fortalecer ideológicamente a su militancia fuera del país y estimular diálogos con los distintos actores políticos, sociales y culturales que pudiesen colaborar con el aislamiento internacional de la dictadura, una causa que excedió al exilio frenteamplista7. El FA en el exterior acompañó las campañas internacionales de denuncias contra las violaciones a los Derechos Humanos y se ocupó de preparar el retorno de la fuerza política al Uruguay garantizando su solvencia financiera. Más allá de este programa común, la militancia frenteamplista relocalizada encontró distintos marcos de interpretación y acción moldeados por los países de destino, entre ellos Argentina.

Tres acontecimientos obraron sobre la organización del FAUA: el resultado del plebiscito de 1980 y las elecciones internas de 1982 en Uruguay, y la "guerra de Malvinas" en Argentina, también en 1982. Entre estos mojones, que fueron leídos como muestras del principio del fin de las dictaduras en ambos países, sucedió su vertiginosa organización: en 1983, cuando Raúl Alfonsín asumía la presidencia argentina tras la dictadura (1976-1983), el FAUA reproducía en el país la estructura que se había dado el FA desde su fundación en el Uruguay, nucleaba a más de treinta comités de base y editaba sus propios documentos y órganos de prensa8. Unos años después, en 1987, el FAUA fue reconocido institucionalmente por el FA9. Desde entonces, con todas sus fluctuaciones, transformaciones e incorporaciones, la historia del FAUA -y las heterogéneas trayectorias políticas y migratorias de sus militantes- acompasan la vida política uruguaya y argentina. Vale mencionar que, si bien su "vieja guardia" o "generación fundacional" está compuesta por el exilio político de los años 1970, el FAUA se ha nutrido hasta el presente de nuevas camadas de transmigrantes arribados al país en las décadas subsiguientes. Otra de sus características insoslayables es la de haberse constituido como un espacio político particularmente masculino, tal como analizamos en otra ocasión10.

La historia transnacional del FAUA combina el camino que siguió el FA, inscrito en las reconfiguraciones del escenario político, social y económico uruguayo y las distintas coyunturas argentinas que fueron delineando las extensas y robustas redes que supo construir su militancia en el país. Dicho de otro modo, las preocupaciones y expectativas y debates que marcaron el devenir del FAUA son indisociables de las relaciones tendidas con distintas organizaciones y partidos argentinos11, así como de los términos que siguió su fluctuante relación con "Montevideo", es decir, con las instancias resolutivas y los máximos dirigentes de la coalición en Uruguay. De este sentido de bifocalidad, en buena medida, dependió la disponibilidad política y material que permitió a la militancia desarrollar sus agendas y acciones: entre ellas, los "viajes a votar".

Desde 1984, la promoción, gestión y organización del voto frenteamplista radicado en diferentes puntos geográficos de la Argentina conlleva una serie de mediaciones, debates y prácticas que indican que las travesías por tierra y mar para poder votar son un punto de llegada, no de partida. Antes de abordar masivamente ómnibus o barcos rumbo a Uruguay cada proceso electoral implicó para la militancia del FAUA idear una campaña adecuada al potencial electorado radicado en el país, discutir estrategias, conformar comandos electorales, organizar actividades territoriales a cargo de los distintos comités de base, organizar las visitas de los candidatos a Argentina, arbitrar canales de circulación y difusión de la información y recaudar fondos para financiar tanto la campaña como el traslado. Ante cada nuevo proceso electoral asistimos entonces a un desplazamiento transnacional que incluye la movilización de personas y -claro está- de votos, pero también de ideas, valores, insumos y dineros.

Como todo ritual, las elecciones nacionales siguen una estructura que dramatiza y pone "en foco" lo cotidiano; al mismo tiempo que expresan y refuerzan relaciones sociales, condensan lecturas del pasado y proyecciones a futuro. Por esta razón, si bien a los ojos de sus gestores cada proceso electoral es "único" y ocupa un lugar específico en los recuerdos, no todos portan el mismo peso específico. Las diferencias y semejanzas entre sí constituyen, justamente, el signo de distinción de la vida política transnacional y guían su descripción y análisis en los próximos tres apartados.

Bienvenidos a la democracia

Las elecciones presidenciales de 1984 y 1989 estuvieron dominadas por las expectativas que traía consigo el retorno a la democracia que, para muchos exiliados, incluía el proyecto de regresar al Uruguay. También están marcadas por los "errores" que atribuían a la falta de experiencia en la organización de estos viajes. Más allá de los tropiezos, las primeras travesías guardan el registro de un periodo en el que el FAUA desplegó todo su agenciamiento y poder de convocatoria en un grado de autonomía respecto del FA que, paulatinamente y de acuerdo a cada quien, fue cediendo o perdiendo. En 1983, al calor de la democracia recuperada en Argentina, la militancia frenteamplista local discutió los términos de la participación en las negociaciones que derivaron en la convocatoria a las elecciones uruguayas de 1984. Que "la etapa de las dictaduras en Latinoamérica ha llegado a su fin", pero que estas serían sustituidas por "civiles identificados con el Imperio" era una de "las trampas" denunciadas por el FAUA; por ello llamaba a "la organización, la unidad, el respeto a las instituciones democráticas"12. Este diagnóstico, sumado a la demanda de la "eliminación de los obstáculos vigentes para todos los exiliados y [la] creación de condiciones económicas y sociales que permitan su reintegro definitivamente al país"13 orientó la primera campaña local cuya consigna fue "Uruguay: amnistía general e irrestricta, sin presos, proscriptos ni exiliados".

A lo largo de 1984, una serie de actos masivos secuenció la movilización de la "colonia oriental" en Argentina: aquella que celebró la liberación del general Líber Seregni (19 de marzo de 1984) en el célebre obelisco porteño y la que, una semana después, conmemoró el decimotercer aniversario del primer acto público del FA (26 de marzo de 1984) en distintas ciudades del país. Si bien estos actos fueron instalando el clima electoral, el arribo de Seregni a la Buenos Aires marcó una clara inflexión no solo por el poder de convocatoria del máximo líder frenteamplista, sino también por lo que esta visita traía consigo en términos de reconocimiento y legitimidad política para el FAUA. La militancia local se ocupó entonces de la recepción de Seregni en el aeropuerto, de la organización de la multitudinaria conferencia de prensa y del acto que siguió a ella, aquel que reunió a miles de personas en plena avenida Corrientes. Unos años después, también en la capital argentina, Seregni recordaría aquel acto como "una cosa única en el mundo: un partido político realiza en tierra extraña un acto que era igual y de repente superior, al de sus fuerzas políticas en Uruguay"14.

Con la contribución financiera de militantes y adherentes, el FAUA rentó más de cien ómnibus que arribaron mayoritariamente a Montevideo por los pasos fronterizos del litoral, también confeccionó un listado de personas que viajarían en vehículos particulares y contaban con lugares disponibles para trasladar votantes. El "boca en boca", la prensa partidaria, los llamados telefónicos, el envío de telegramas, las mesas de información en las principales plazas y espacios públicos de varias ciudades del país, así como las pintadas realizadas con el apoyo de la militancia de distintos partidos políticos argentinos fueron los principales canales de difusión durante esta campaña.

Podría decirse que las elecciones de 1984 fueron aquellas que menos esfuerzos de persuasión requirieron a la hora de movilizar el electorado frenteamplista radicado en Argentina, dispuesto de por sí a emprender la travesía. Si en esta ocasión el imperativo democrático fue suficiente motivo para lanzarse a ella, asegurar una masiva concurrencia a las urnas en la siguiente -es decir, en 1989- requirió de un plan de movilización que pudiese despertar sensibilidades e intereses locales lo suficientemente potentes como para interrumpir el curso cotidiano de la vida por unos días, organizar la logística familiar, faltar al trabajo e invertir un dinero que, en muchos casos, no sobraba. "Hacer finanzas" fue entonces una tarea crucial, "revestida de la seriedad que este aspecto de la lucha revolucionaria merece"15, por lo que el FAUA creó cuatro subcomisiones bajo la órbita de su Comisión de Organización: Pasajes, Plan de Ahorro Previo y Solidaridad. La primera se ocupó del alquiler de los ómnibus, la segunda de llevar las cuentas de quienes fueron pagando en cuotas sus pasajes y, la tercera, de reunir "todos los recursos monetarios y no monetarios provistos [en Argentina] por partidos políticos, organizaciones sociales, sindicatos y gente: afiches, pintura, camiones"16. Las elecciones uruguayas de 1989 coincidieron con una escalada hi-perinflacionaria argentina, por lo que la implementación del denominado "Plan de Ahorro Previo" -una práctica habitual entre las clases medias para acceder a distintos bienes de consumo- resultó crucial e hizo posible la concreción material del compromiso cívico y político de la ciudadanía uruguaya residente en el país.

En mayo de 1989, el FAUA comenzó a plantear la estrategia electoral que seguiría en Argentina: diseñó entonces un plan de abordaje zonal, disputó con Montevideo la agenda y la distribución de las visitas de los candidatos y debatió su propia plataforma; también barajó distintas consignas de campaña entre las que se impusieron las más emotivas y emocionales: "Para hacer posibles nuestros sueños" y "Por la reunificación de la familia oriental". También el viaje electoral tuvo su propia leyenda: "¡Orientales al Frente! Un cruce a la vida". La prensa del FAUA dedicó varias notas a la descripción y análisis del escenario electoral. Aunque la plataforma de cada partido fue objeto de minuciosos análisis y comentarios, sin duda la apuesta más fuerte fue la polarización; "más allá de las 7 candidaturas a la presidencia, se optará por dos modelos de país"17: para sostenerla introdujo una dicotomía que subvertía el determinismo territorial.

Desde la perspectiva del FAUA, votar al FA era votar contra un "proyecto conservador" identificado con "esos pocos que viven de espaldas al país, que lo han empobrecido sacando sus ganancias fuera de las fronteras"18. Lo contrario, "vivir de cara al país", tal como en muchas circunstancias se caracterizó a sí misma la militancia del FAUA para enunciar su legitimidad a la hora de intervenir en la vida política uruguaya pese a no residir dentro de las fronteras territoriales, completó el binomio. En consecuencia, quienes dentro del territorio nacional vivían "de espaldas al país" reforzaban y justificaban el compromiso político de la militancia transnacional. Llegado el momento de emprender la travesía, quienes protagonizaron estos primeros desplazamientos recuerdan particularmente los problemas que encontraron al llegar a la frontera. Además del atiborramiento de los pasos internacionales que los demoró por horas, aquellos viajes estuvieron atravesados por una serie de denuncias sobre estafas, intentos de frenar la caravana y pedidos de sobornos para permitir su marcha. La prensa registró estos arribos entre el compromiso y la épica: la idea de estar cumpliendo con un deber cívico, la responsabilidad con que lo hicieron y el esfuerzo que ello supuso se combina en las crónicas con la descripción de escenas sumamente emotivas, como la entonación del himno nacional por parte de "los sufragantes" al pisar suelo uruguayo o el hecho de dormir en plazas y espacios públicos a la espera de poder votar19. A ello se suma un dato no menor dadas las transformaciones posteriores operadas sobre la percepción de los viajes electorales en al menos una parte de la prensa escrita, Nos referimos a la valoración positiva del rol desempeñado por los partidos políticos en tanto "facilitadores" de la "gesta cívica" que protagonizaron miles de compatriotas. Lejos de ser condenado o puesto en cuestión, el trabajo de los partidos políticos -no solo del FAUA- era alentado por la prensa de ambos países que divulgaba las direcciones y horarios de atención de las distintas sedes partidarias en las cuales podían adquirirse los pasajes para trasladarse a votar.

Buena parte del clima registrado en las crónicas periodísticas sobrevuelan actualmente las escenas evocadas por la vieja guardia del FAUA, especialmente cuando se trata de narrar la recepción que encontraron al llegar al Uruguay. El recibimiento de la caravana, el cartel con la frase "Bienvenidos a la Democracia" que Marcos vio desde un desvencijado ómnibus, o el pasacalle que rezaba "¡Bienvenidos a casa!" grabado en el corazón de Carlos, forman parte de los recuerdos que, crónicas periodísticas en mano, se cuentan con lágrimas en los ojos. La contracara de aquellos recibimientos son los relatos de los compañeros sobre los retornos. "La vuelta con la derrota en mano", diría José, condensa las intersecciones de las trayectorias migratorias, las consecuencias más terribles del terrorismo de Estado que los llevó al exilio y los persistentes compromisos políticos sostenidos en Argentina. En este sentido, el relato de Javier es semejante al de otros compañeros:

Las vueltas [a Buenos Aires] eran terribles, tristísimas (...) Venías de unos días de estar con tus amigos de toda la vida, de estar con tu familia, de estar en tu barrio, que asado de acá y que asado de allá; de vivir el día de las elecciones, de esperar los resultados... Y en un par de horas pasabas a volver [a Buenos Aires] y no era fácil, porque además de la tristeza que te agarraba volvíamos habiendo perdido (...) Las caras en los colectivos eran todas iguales, todos serios, todos angustiados. Se te venía toda la historia a la cabeza, ¿viste? Los compañeros asesinados, los desaparecidos (...)

Me acuerdo de las elecciones del 89 (...) fue terrible para nosotros, las broncas en el viaje, compañeros que decían "se va a la mierda, no vengo más [a votar]" y, después, llegaban de nuevo las elecciones y ahí estaban, repartiendo volantes y "vamo' arriba el Frente". Esas cosas pasaban, eran muchas emociones mezcladas.20

Entre las "emociones mezcladas" se encontraba la nostalgia reactualizada por la visita al país y el lamento por los resultados, pero también la satisfacción que brindaba el haber podido concretar un voto que, como decía Leonel, fue hecho "a pulmón".

Oler de cerca el triunfo

En el umbral de lo que sería la presidencia de Luis Alberto Lacalle (1990-1995), Gustavo Negro, que por entonces integraba la Comisión de Organización del FAUA, anticipaba los ánimos que encuadraron las lecturas y debates correspondientes a los procesos electorales de los años 1990. Pese al crecimiento sostenido del caudal electoral, el balance general de la militancia local incluía la descripción de los desplazamientos electorales gestionados en 1994 y 1999 como "malos viajes". Esto es, "desorganizados" o "descoordinados", producto de la dispersión de la militancia y el debilitamiento del vínculo orgánico con "Montevideo". Todo ello, sumado al tiempo que en promedio llevaban de residencia en Argentina, explicaba la dificultad para "oler de cerca el triunfo" mencionada por Gustavo Negro en el informe que elevó a la Comisión de Organización del FAUA. En él, escribía:

Hay una crisis por alejamiento. Militamos casi por costumbre, casi por necesidad moral. Me sorprendo a mí mismo pensando en la militancia "deber", en la militancia "rutina", en la militancia "sacrificio", y muy pocas veces me sorprendo pensando en el triunfo. Creo que lo que nos está faltando a todos es oler de cerca, cómo huelen los compañeros que viven en el Uruguay, que el triunfo es posible21

Algo particular sucede con los relatos para las "elecciones de los noventa": el proceso electoral de 1994 se diluyó en la relevancia otorgada al posterior, aquel que tuvo lugar en 1999. Vale mencionar que la reforma constitucional de 1996 introdujo las elecciones internas, el candidato único y el balotaje. Todo ello, de acuerdo con Constanza Moreira, tuvo "un impacto decisivo en los resultados electorales (...) y en la recomposición del sistema político" que a su vez encontró traducciones y complejidades específicas en Argentina: además de enfrentar el desafío de gestionar un segundo traslado de votantes en el término de pocas semanas, sumó una nueva dificultad a la hora de mantener la habilitación legal de su base electoral. Sin embargo, entre todas las razones por los cuales el desplazamiento de 1999 adquiere preeminencia, la más destacada es la coincidencia de los cronogramas electorales de ambos países: entre las elecciones presidenciales en Argentina que ganó la "Alianza"22 y la primera vuelta en Uruguay -que dio a la fórmula Vázquez-Nin Novoa casi el 40 % de los votos- medió solo una semana. La percepción de un tiempo de acuerdos plurales en el Cono Sur, refrendada por los triunfos de Fernando de la Rúa en Argentina y de Eduardo Frei en Chile, enfatizaron las expectativas electorales del frenteamplismo local, aun cuando el programa del FA no terminaba de comprender o visibilizar sus reivindicaciones.

A diferencia de lo sucedido en 1994, en 1999 la militancia se encontró demandada por el electorado residente en el país: "antes de empezar la campaña, te digo antes, ya había gente que te llamaba preguntando por los pasajes", recordaba Pepe. En esta ocasión, la comisión ocupada de negociar el traslado introdujo con mayor masividad la oferta de pasajes en buques para quienes sufragaban en Montevideo o puntos cercanos a la capital uruguaya, en tanto los ómnibus pasaron a cubrir otros destinos, como Salto y Paysandú. Tras las denuncias que se registraron al atravesar la frontera en los viajes electorales anteriores y a fin de asegurar que cumplieran con todos los requisitos legales, los ómnibus fueron contratados a partir de los contactos con distintos sindicatos argentinos. Su financiamiento contó con la contribución de las redes integradas por fuerzas políticas locales cuyos dirigentes, en lo reciente, habían accedido a cargos públicos. Por eso, tal como veremos, las elecciones de 1999 guardan para muchos militantes el vértigo de dos victorias que se creían inminentes y la subsecuente frustración para Uruguay.

En 1999 los discursos de campaña experimentaron algunas variaciones. Si hasta entonces era común que los y las candidatas llegadas desde Montevideo reprodujeran aquel que podía ser pronunciado en cualquier punto geográfico del país, sus intervenciones comenzaron a considerar el modo en que la relocalización invitaba a desregular su formato. Tal vez porque se trataba de una de sus primeras visitas a Buenos Aires, las palabras del entonces candidato a legislador Eleuterio Fernández Huidobro permiten advertir este cambio de registro:

Es medio alucinante para uno estar acá, nada menos que en Buenos Aires. Le quedan grandes las luces del centro, y cuesta venir de los barrios más humildes de Canelones y desembocar acá, en la gran ciudad, con discursos que de pronto no están preparados para este lugar, y la forzada necesidad de improvisar.23

Como en otros casos, la "improvisación" ensayada por Fernández Huidobro aquella tarde, consideró las especificidades de la audiencia, su contexto y localización. Todo ello hacía lo que podía ser considerado un "buen discurso" a la hora de dirigirse a un potencial electorado que ya no veía o creía "inminente" su retorno al Uruguay. En virtud de ello, un "buen discurso" también era aquel que podía identificar denominadores y luchas comunes posibles de ser articuladas en ambos países. Hacia fines de la década de 1990 la lucha contra las desgarradoras consecuencias del neoliberalismo había logrado captado y reflejado el sentido de bifocalidad impulsado por la militancia del FAUA. En su visita a Buenos Aires, la candidata a legisladora Alicia Pintos, proponía el siguiente balance e invitaba a la acción:

El neoliberalismo ha aumentado las cifras de desocupados, las cifras de pobres en nuestros países, cerrado las industrias, cercenado los derechos laborales (...) Esto ofrecen los Gobiernos que hoy tenemos. Los frenteamplistas que están trabajando en Argentina, los compañeros progresistas de Argentina, tienen que ayudar a sacar de la cabeza de la gente que esto es irreversible.24

La confluencia en la acción encontró, como ya mencionamos, un plus de significado en la coincidencia de los cronogramas electorales de ambos países. Sin embargo, "el cambio de rumbo" que Tabaré Vázquez proponía en Buenos aires como parte de una "revolución cautelosa" para Uruguay y Argentina alentó las traducciones locales de las "estrategias del miedo" desplegadas en el Uruguay. A medida que las encuestas evidenciaban el incremento en la intención de voto a la fórmula frenteamplista, el diario argentino La Nación combinó los temores que generaba su triunfo en el establishment local con la traducción situada de su impugnación ideológica; aquella que a su vez permitía señalar los reparos hacia algunas de las fuerzas políticas que integraban la Alianza argentina, recientemente victoriosa. En el "juego de los espejos" entre ambos países, el diario elucubraba sobre "el peligro de la retirada de capitales, de una política híperestatista, el derrumbe del sistema financiero local y la revisión de la guerra antisubversiva" en caso de un eventual triunfo de "la izquierda uruguaya"25.

La militancia frenteamplista en el país encontró en el diario La Nación su "medio opositor", aquel con el que no perdió la oportunidad de polemizar desde su periódico Dos Orillas y las audiciones radiales que se multiplicaban por entonces. En esta tarea, otro diario argentino -Página 12- resultó crucial, pues contribuyó a definir el rumbo que tomaría la campaña local y a visibilizar las diferencias que atravesaron a la militancia en el país respecto de la campaña ideada en "Montevideo". En octubre, un mes antes de iniciar la cobertura específicamente electoral, el diario publicó la célebre carta abierta del escritor argentino Juan Gelman al presidente uruguayo Julio María Sanguinetti. La carta, por la que Gelman solicitaba el esclarecimiento del secuestro y la desaparición de su nuera y de su nieto/a, contó con la adhesión de cientos de renombradas figuras artísticas, periodísticas e intelectuales cuyos textos, en algunos casos, fueron publicados a lo largo de varias semanas en la icónica contratapa del diario. La respuesta de Sanguinetti y la denuncia contra este diario formulada por Luis Hierro López, su compañero de fórmula por el Partido Colorado, no solo movilizó el repudio de la militancia local, también hizo a la radicalización de su campaña: el tratamiento de las causas por las violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura, una causa con la que el FAUA sostenía un fuerte compromiso desde su fundación, fue un llamado de atención sobre lo que, se creía, no resultaba prioritario o se percibía como objeto de un tratamiento "tibio", incluso "errado", en la campaña en el Uruguay.

Si los candidatos y referentes frenteamplistas llegados al país promocionaban el "Uruguay Productivo" y el "Plan de Emergencia", dos tópicos centrales de la campaña, el FAUA sumaba -y en algunos casos privilegiaba- la consigna "Al Frente con verdad y justicia", aquella que expresaba un posicionamiento más intransigente que la promesa de Vázquez de hacer cumplir la "Ley de Caducidad"26. "No perdonamos, no nos reconciliamos" decía el cartel que Leonel llevó en su pecho a uno de los actos en que se presentó la fórmula en Buenos Aires. Decidió hacerlo, explicaba, porque era una forma de "recuperar nuestros principios. El Frente acá [en Argentina] nació luchando para que tengamos eso, verdad y justicia (...) Si el Frente llegaba al gobierno, no podía dejarlo a un costado".

Para la militancia frenteamplista local, las elecciones de 1999 fueron excepcionales en más de un sentido. Las nuevas reglas introducidas por la reforma constitucional, el debilitamiento del vínculo orgánico con el FA y las dificultades -pero también la agencia- derivadas de ello potenció la coincidencia de los cronogramas electorales y la hasta entonces inusitada cobertura de la prensa argentina. Esta última medió y tradujo las coordenadas de la campaña y fue insumo fundamental de los programas radiales que estaban sustituyendo a la prensa partidaria, cuyos costos de producción resultaron cada vez más difíciles de solventar. Pero más allá de todos los avatares, el desplazamiento electoral de 1999 puso fin al ciclo "aspiracional". Con él terminaron los "malos viajes" y, de los próximos, la militancia del FAUA regresó como anhelaba: "Siendo Gobierno".

Victoria e institucionalización

Luego de más de dos décadas de militancia transnacional, el desplazamiento electoral de 2004 se grabó a fuego en las memorias del frenteamplismo local. No solo porque su resultado, deseado y fantaseado tantas veces, se hizo realidad con la contundencia de un triunfo obtenido en la primera vuelta, sino porque el desplazamiento electoral, dicen, "no pudo ser mejor". Ignacio, que integró el comando de campaña en Buenos Aires, puntualizaba aquello que hizo a la diferencia: "movimos lo que movimos porque la campaña estuvo bien pensada, bien organizada, bien acompañada acá por todos, por los compañeros argentinos". En esta ocasión la militancia local no sólo festejó el arribo a la presidencia de Tabaré Vázquez y el logro de la mayoría parlamentaria, también celebró la consagración del propio viaje electoral. Distintos medios de comunicación y analistas políticos de ambos países se hicieron eco del "voto Buquebus"27 que fue tapa del diario Página 12 tras conocerse los resultados; aquel que desde entonces designa y visibiliza a un segmento del electorado uruguayo extraterritorial y, con él, a quienes lo gestionaban.

La combinación de la intención de voto arrojada por las encuestas en los días previos al acto electoral, las especulaciones respecto de la cantidad de votantes que se trasladaron desde Argentina y la diferencia porcentual entre el FA y el Partido Nacional -la segunda fuerza política más votada- dio lugar a una serie de interpretaciones que atribuyeron, nada más y nada menos, la primera victoria nacional frenteamplista a "los votos llegados desde Argentina". Este dato, aun cuando es materia de debates e impugnaciones, encontró un masivo "efecto de verdad" que contribuyó a modificar las representaciones que circulaban sobre la militancia local tanto en Uruguay como en Argentina. Por esta razón, el desplazamiento de 2004 señaló para los compañeros un "doble triunfo" que, sin embargo, no estaría exento de conflictos.

Haberse hecho "famosos", en palabras de Eleonor, no solo estaba vinculado con las interpretaciones del resultado electoral y el protagonismo decisivo otorgado al FAUA, también se debía a las transformaciones operadas sobre la infraestructura y los canales de circulación que hasta entonces habían hecho posibles los desplazamientos. Nunca antes las redes locales habían estado en tan buenas condiciones de apuntalar la campaña frenteamplista en Argentina. Al mismo tiempo, nunca antes el FA había accedido a las posiciones de enunciación y negociación que detentaba en 2004. Los diálogos y experiencias trasversales que habían resultado de la experiencia frentista en la década anterior abrieron la posibilidad de impulsar una campaña extensa y masiva que redundó en la organización de una gran cantidad de actos en clubes de barrio, sedes sindicales y teatros que trascendieron Buenos Aires para llegar a varias ciudades importantes del resto del país.

A pocos días de las elecciones, pero con el tiempo suficiente para recoger sus frutos, el cierre de campaña incluyó una caravana que atravesó la capital argentina y un masivo festival musical cuya recaudación fue destinada al alquiler de ómnibus y al financiamiento del descuento partidario para la compra de pasajes de Buquebus que, tras la negociación de la Comisión de Organización, la empresa fluvial ofertó a menos de la cuarta parte de su costo habitual. En la medida en que las encuestas comenzaron a reflejar que la victoria podía alcanzarse en primera vuelta, en "Montevideo", decía Mariano, "se tomaron en serio, organizativamente hablando, nuestros viajes". Esto, entre otras cuestiones, implicó hacerse eco de cálculos e indicios:

Los pasajes se iban de las manos, tenías cola en las mesas [de información], en los comités. Sabíamos que podíamos convocar y nos mandamos (...) Allá [el comando electoral del FA] tenían dudas, ¿viste? Preguntaban a quiénes nos mandaban [en referencia a los candidatos], y nosotros: "¡qué vengan todos!" ¿En dónde íbamos a juntar la cantidad de gente que nosotros juntamos acá? ¿En Treinta y Tres? ¿En Artigas? (...) En 10 días armamos el acto de cierre [de campaña], sacamos los permisos, conseguimos el escenario y el sonido, mandamos las invitaciones a todos los compañeros argentinos (.) Había que hacer un acto de fuerza, y nos salió bien.28

En esta ocasión, al igual que en los años 1980, el FAUA volvió a ocupar "la calle": el acto de cierre, realizado en plena avenida Corrientes bajo la consigna "Por una victoria popular" -escribía Martín Granovsky en el diario Página 12- logró "el milagro de juntar, por una noche, a los argenti-nos"29. En rigor, tratándose de una convocatoria impulsada por la militancia frenteamplista local, no había mucho de "milagro" en aquel acto: todas las organizaciones, fuerzas y partidos argentinos presentes en aquella jornada eran parte de las redes labradas desde los años fundacionales del FAUA. El "clima de concordia y hermandad", que según Aurora rodeó este proceso electoral se potenció tras conocerse el resultado que fue saludado enfáticamente por el presidente argentino Néstor Kirchner y proyectado por prácticamente todo el arco político nacional. Nada por entonces parecía anunciar que se avecinaba uno de los conflictos bilaterales más resonantes de las últimas décadas, aquel originado por la instalación de "las papeleras" 30 sobre el río Uruguay.

Cinco años después, en 2009, el desplazamiento electoral que contribuyó al segundo triunfo nacional y depositó en la presidencia a José Mujica no pudo darse en circunstancias más diferentes al de 2004. Muy posiblemente, por esta razón, ambos (2004 y 2009) se configuran en los recuerdos de quienes los organizaron como una suerte de tándem que coloca, blanco sobre negro, las condiciones materiales, las estrategias electorales y las tensiones con "Montevideo" para cada caso. Si algo confirma la suma de sus comparaciones es el modo en que la hiperintegración de la militancia gravita y guía la vida política transnacional. La diferencia entre un desplazamiento gestionado en el marco de relaciones armónicas entre los candidatos y las redes locales y otro atravesado por las tensiones que siguieron al resonante conflicto por "las papeleras" es elocuente, aunque no se agota allí. El contraste entre ambos también radica en el paulatino pero sostenido proceso de institucionalización de los desplazamientos por parte del FA.

"Ser gobierno" desde 2004 había hecho que la militancia local se mantenga activa fuera del periodo electoral. Para 2009, además del local central compartido con el Partido Intransigente Argentino se encontraban en funcionamiento veinticuatro comités de base cuyo despliegue territorial reflejaba, al menos en parte, las relaciones sostenidas con algunas de las intendencias del conurbano bonaerense. Estas interlocuciones "por abajo", que proveyeron espacios para actos y pusieron a disposición sus bases para tareas de propaganda y difusión, no lograron aminorar el peso de una campaña que resultó "cuesta arriba", más allá del resultado obtenido. Aunque en términos materiales e infraestructurales parecía que "nada podía ser mejor", Nelson matizaba la situación como sigue: "Teníamos todo junto. Teníamos al mejor candidato [en referencia a José Mujica], [el] que mejor podía representarnos a los compañeros acá (...) Y teníamos dos temas súper importantes para los uruguayos en Argentina, [los plebiscitos sobre] la Ley [de Caducidad] y el voto epistolar. Todo eso junto y ¡en el peor momento posible!"31.

Puestos a diseñar la campaña, los compañeros coincidían en que era "demasiada información" la que había que transmitir al electorado local: se trataba de difundir los logros del primero de los Gobiernos frenteamplistas, de instalar la fórmula presidencial, la plataforma y las razones por las cuales debía apoyarse el "SÍ" en ambos plebiscitos. Sin duda, ambas consultas ponían a consideración causas sumamente sensibles, aunque de arraigo diferente entre el electorado local. Sin embargo, el rumbo que tomó la contienda electoral dejó poco margen para su difusión: "las papeleras" y el creciente deterioro de las relaciones bilaterales acapararon todos los esfuerzos. Aquella campaña, "la más sucia que yo me acuerde", decía Nelson y coincidían varios compañeros, estuvo plagada de denuncias de "intromisión" o "injerencia" en el proceso electoral uruguayo por parte del Gobierno y de distintas figuras políticas argentinas. Aunque, tal como venimos apuntando, se trata de una recurrencia que se actualizó ante cada desplazamiento electoral, la diferencia en esta ocasión fue que el "blanco" resultó la propia militancia frenteamplista local, acusada en la prensa montevideana de repartir pasajes gratuitos y dinero entre los votantes movilizados.

Las respectivas campañas de los dos partidos tradicionales -el Partido Nacional y el Partido Colorado- habían logrado instalar "las papeleras" como uno de los ejes clave de la disputa electoral, para lo cual abrevaron en fuertes críticas al Gobierno argentino, pero fundamentalmente al Gobierno frenteamplista por su incapacidad para arribar a una adecuada resolución del conflicto ambiental. En Buenos Aires -hasta entonces una plaza tranquila, sin la presencia movilizada de adversarios políticos- y ante la mirada atónita de la mili-tancia local que temía por la estabilidad de sus redes locales fuertemente alineadas con el Gobierno argentino se comenzó a "jugó duro": tan duro como en Uruguay. En virtud de ello este desplazamiento incluyó lo que los compañeros llaman "operetas", es decir operaciones políticas, en este caso reterritorializadas. Si en 2004 todo fue "sobre rieles", como decía Alex, 2009 traería un montón de "dolores de cabeza".

El desplazamiento de 2009, tan complejo en términos políticos, contó con un financia-miento inédito: como decía Pepe, el dinero "fue el menor de los problemas". A la campaña financiera local se sumó la desafiante propuesta del "voto amigo" que buscó desindividualizar el voto para multiplicarlo. Concretamente, el "voto amigo" invitó al frenteamplismo radicado en países distantes -en Europa y Estados Unidos- a donar el dinero de sus pasajes para comprar los de quienes residían en Argentina. La propuesta se basó en un cálculo simple: con el costo del pasaje de un votante frenteamplista residente en un país lejano, podían financiarse varios pasajes de votantes frenteamplistas residentes en Argentina32. Sin importar entonces quien lo depositara en la urna, el "voto amigo", multiplicado vía el "voto Buquebus", contribuiría a ganar las elecciones por segunda vez consecutiva. Más allá del éxito que pudo tener esta apuesta, lo cierto es que el contexto económico por el que transitaba Argentina -"había plata en el bolsillo, se podía viajar", recordaba Alcida- fue decisivo; también la negociación que había logrado el comando electoral con la empresa Buquebus que, en esta ocasión, ofertó los pasajes a un costo único -en todas las clases y servicios- que representaba la mitad del valor habitual en clase turista.

En un sentido completamente diferente, la travesía también fue inédita para quienes la hicieron por tierra. Desde 2006, el Puente Internacional Libertador General San Martín permanecía bloqueado por la Asamblea de Gualeguaychú, por lo cual la caravana debió alterar su recorrido habitual para cruzar la frontera. El "puente cortado" resultó un límite que "agrietó" a la militancia local. Pedro, que desde 1989 realizaba este trayecto para votar en Paysandú, lo explicaba como sigue: "No nos dejaron pasar. Por eso no me banco a los Kirchner, porque no hicieron nada. Yo crucé llorando de bronca, mucha impotencia sentía. Íbamos a votar... ¿Vos sabés [usted sabe] lo que es eso para nosotros? ¿Lo que nos cuesta ir? Es una cosa injustificable, no hay perdón"33.

En 2014, la experiencia de 2009, rodeada de denuncias y "operaciones" introdujo una serie de modificaciones que, en términos materiales, financieros y organizativos, tendieron más que al incremento del caudal de votos, al reaseguro de una campaña centralizada y controlada, libre de sospechas y acusaciones. La presencia de "Montevideo" en Buenos Aires fue interpretada como una "intervención", según Ignacio, o como una "ayuda fundamental" que, de acuerdo con Mónica, alivianaba el trabajo de "una militancia ya mayor". En términos materiales, la institucionalización del desplazamiento implicó que, como decía Marcos, "ahora todo se manda de allá [Montevideo]: prensa, propaganda, banderas, carteles, todo". En una plaza del conurbano bonaerense, en una feria de la capital, podía recibirse el "mismo" volante o escuchar los "mismos" jingles de campaña que en cualquier punto geográfico del Uruguay. A ello se sumó que, en esta ocasión, hicieron su debut las redes sociales y el uso de dispositivos móviles. Entre los compañeros, estas mediaciones que revolucionaban el activismo político en la escala global, más que traer novedades, visibilizaron sedimentaciones de su hacer.

En 2014 los llamados telefónicos para extender invitaciones a actos y actividades estaban siendo reemplazados por el envío de correos electrónicos o publicaciones en Facebook. Algo semejante ya había sucedido con la prensa escrita, que fue sustituida por distintas emisiones radiales que, en varios casos, podían seguirse por la web. Los debates iniciados en los comités de base comenzaron a prolongarse en distintos grupos de WhatsApp; estos, a su vez, demostraban los accesos diferenciales a la información, especialmente cuando se trataba de saber qué decía o pensaba "Montevideo". Aun así, pese a la conectividad permanente, la militancia local tenía claro que aquellos compatriotas que recibían los "volantes importados" o veían una invitación a un acto en Facebook, no eran asimilables a los habitantes de Montevideo o de alguno de los departamentos del país. Los debates que trajo consigo la instalación de la fórmula Tabaré Vázquez - Raúl Sendic daban cuenta de ello. Si bien la mayoría de los y las compañeras reconocían que en Uruguay "es distinto", Vázquez portaba en Buenos Aires, de acuerdo con Carlos, "una carga difícil de trabajar": sus declaraciones respecto de una hipótesis de guerra con la Argentina a raíz de la instalación de "las papeleras" durante su primer mandato, así como el pedido de ayuda al Gobierno norteamericano de George W. Bush ante un eventual conflicto bélico actualizaba la polarización del escenario político argentino que los compañeros buscaron sortear.

Durante el desplazamiento de 2014, los veintidós comités de base activos en el país tuvieron a su cargo la difusión de información, las jornadas de propaganda, el contacto y la recepción de las consultas de los compatriotas y la organización de los actos. En este último caso, los "nodos neutrales" -no partidarios- de las redes locales aportaron la locación: sindicatos, universidades nacionales y distintas asociaciones de la sociedad civil eran imaginados como espacios convocantes y no polarizados por el escenario argentino. Los comités de base conservaron todas estas tareas pero perdieron el control sobre la distribución de los pasajes. La institucionalización del desplazamiento por parte del FA abarcó la organización y gestión del viaje: el FA estableció una comisión -integrada por miembros de las comisiones de Transporte, Organización y Finanzas- que se ocupó específicamente de la negociación de los costos de los pasajes y de la supervisión de la entrega de los vouchers. Dos de sus miembros se instalaron en Buenos Aires varios días antes de las elecciones para ocuparse de estas tareas.

La decisión de dejar la entrega de vouchers en manos de militantes "especialmente llegados desde Montevideo", modificó lo que hasta entonces era la dinámica de los comités de base en tiempos de campaña. Buena parte del saber hacer y de las estrategias que desde hacía décadas permitían nutrir de votantes las travesías se vieron limitadas. Por ejemplo, los modos en que la militancia local escrutaba al potencial electorado a fin de distinguir "votantes frenteamplistas" de quienes se acercaban a los comités o las mesas de información "para aprovechar un pasaje barato". Aunque no se trataba de una regla infalible, para los compañeros existía una notable diferencia -que buscaban hacer evidente- entre quienes se valdrían de la jornada electoral para viajar "de paseo" a Uruguay y quienes viajarían convencidos de la importancia de su voto al Frente. Esta distinción, que por lo general se enmarcaba, interpretaba y dramatizaba en términos de clase, permitía imaginar la composición del electorado que movilizaban. Esto último no es un dato menor: los y las compañeras definían con ello una concepción particular respecto de los desplazamientos electorales, cuyo criterio era ideológico y no meramente electoral: "Nosotros no cruzamos a cualquiera", "cuidamos la plata del FA" parecían tiros por elevación a las decisiones tomadas en "Montevideo". En este mismo sentido, la experiencia acumulada por la militancia también oponía a los cálculos más optimistas los condicionales de la coyuntura: la gran diferencia cambiaria existente entre ambos países y los análisis de las consultoras que aseguraban que el "voto Buquebus" no tendría incidencia en el resultado electoral orbitaba las discusiones sobre la cantidad de vouchers que deberían emitirse.

Si algo demostraba el contraste entre los desplazamientos de 2004 y 2009 era que existía el "tanque de reserva" frenteamplista en Argentina, pero que su movilización no era obvia ni automática, menos aun cuando el FA llevaba dos periodos presidenciales consecutivos que, entre otras muchas cuestiones, habían transformado a la población emigrante en sujeto de políticas públicas vía la implementación de una serie de programas de vinculación. En este sentido, no sólo "la diáspora" en el país aguardaba gobernabilidad extraterritorial, también la militancia frenteamplista local esperaba protagonizarla. Ambas expectativas se hicieron evidentes en el transcurso de la última presentación de la fórmula presidencial en Buenos Aires. Un aplauso cerrado emergió cuando Tabaré Vázquez aseguró a la asistencia que "la patria los necesita" y que una tercera gestión del FA trabajaría para que "el Uruguay de los próximos años sea una sociedad que pueda recibir a quienes quieran regresar". Fuera del libreto parecía estar lo que necesitaban de "la patria" las y los presentes: desde el público, una señora pidió en un grito la derogación de la Ley de Caducidad; cerca del escenario, también podía verse una pancarta que formulaba al candidato otra solicitud concreta: que la cónsul general en Buenos Aires "siga en sus funciones".

Además de las transformaciones introducidas por la presencia de "Montevideo" en Buenos Aires, a nadie escapaba que aquel desplazamiento se realizaba bajo el signo del resultado del plebiscito de 2009 en torno al "voto epistolar". Más allá de todas las interpretaciones que podían matizar los efectos del resultado negativo -"lo que se rechazó fue la forma epistolar, no el derecho", decía Rosa-, lo cierto es que para quienes emprendían análisis más sutiles, no era la misma situación. Algunos creían que el resultado adverso de 2009 podía tener un efecto desalentador; otros, por el contrario, consideraban que ese posible efecto era a favor del FA: "No cruzarán [no viajarán a votar] blancos y colorados, pero el voto frenteamplista acá es distinto, tiene una historia larguísima que no se para con plebiscitos", afirmaba Rodrigo con mucha convicción34.

Por primera vez, a contracorriente de la emoción latente en la sala de embarque de Buquebus o de la felicidad reinante en la terminal montevideana de Tres Cruces, el diario Página 1 2 informaba que "miles y miles de orientales que viven en la Argentina se moviliza[ban] a su Uruguay para votar" como "una repetición que no debería alegrar"35, pues era consecuencia de una desigualdad que volvía al voto un privilegio de quienes podían trasladarse al país para emitirlo. Sin embargo, lo cierto es que sí lo hacía: sí emocionaba. Tal vez porque los desplazamientos ideados por el FAUA indican más que una respuesta pragmática ante la inexistencia de un mecanismo que habilite el voto extraterritorial; posiblemente porque, tal como los describimos hasta aquí, estos constituyen la oportunidad de poner en acto y movilizar cooperaciones, voluntades y sensibilidades colectivas transnacionales que se abrieron y abren paso en las inequidades y asimetrías que persisten en la norma. En síntesis, porque ante la desigualdad en el acceso a los derechos cívicos, los desplazamientos electorales emergen como agencia. Este artículo no se propuso otra cosa que contar su historia.

Debate y conclusión

Hasta el momento, gran parte de la literatura que ha problematizado las prácticas políticas transnacionales se ha concentrado mayoritariamente en las trayectorias migratorias que se desplazan del sur al norte global, particularmente en los flujos desde diversos países latinoamericanos y africanos a Estados Unidos y Europa. Aun cuando las preocupaciones que guían las indagaciones son sumamente diversas, pues abarcan múltiples niveles, procesos, estructuras y actores, están orientadas por algunas preguntas comunes: ¿qué desafíos suponen las prácticas políticas transnacionales a las teorías políticas tradicionales y las democracias liberales? ¿Qué las impulsa y caracteriza? En este sentido, la jerarquización de las sociedades y sistemas políticos para los países de origen (sur) y los países de destino (norte) del activismo transnacional parecería informar más sobre las valoraciones -y ciertos etnocentrismos- con que las investigaciones se han aproximado a las prácticas políticas transnacionales que sobre estas en sí mismas. No se trata de algo menor: su reiteración analítica, más que contribuir a reducir las asimetrías y desigualdades -en este caso cívicas y políticas- crudamente evidenciadas por los desplazamientos migratorios abordados, tiende a reforzarlas.

En cuanto al primero de los interrogantes, Samuel Huntington36 observa que el activismo político transnacional erosiona las relaciones democráticas, por lo que plantea cuestiones polémicas sobre el orden cívico y la cohesión de las "sociedades anfitrionas". Desde otra perspectiva, Thomas Faist37 sostiene que la participación en la vida política del país de origen no solo no es incompatible con las filiaciones políticas en el país de destino, sino que son estas las que orientan la militancia "en origen".

En este sentido, Roger Waldinger38, entre otros investigadores, explica la acción política transnacional como una contribución a los procesos de desarrollo y democratización en los países de origen, producto de los aprendizajes y libertades que brindaría la residencia en sociedades cuyas democracias son descritas como "ricas" o "consolidadas", también por la disponibilidad de mayores recursos económicos obtenidos en ellas. En los países del norte, mediados por la legitimidad del lenguaje de la ciudadanía, los migrantes que pueden convertirse y ser valorados como "agentes emergentes de desarrollo en su país de origen"39 aprenderían a demandar, a modo de ejemplo, "una mejora de la gobernanza o un mayor respeto por los derechos humanos, étnicos y religiosos" o la implementación de medidas que pongan "freno a la corrupción y la burocracia"40. En virtud de ello, distintos trabajos han señalado que las agendas del activismo político transnacional con frecuencia resultan más intransigentes que las movilizadas dentro de las fronteras territoriales de sus países de origen. Según Cathy Wilcock41, esto es así porque los principios de activación y movilización de estas agendas, orientadas por la apertura de determinadas estructuras de oportunidad político-discursivas vinculan las posiciones asumidas en el país de residencia con procesos políticos que las exceden, supone la pertenencia a dos culturas políticas que deben mostrarse diferentes y, al mismo tiempo, permeables.

La posibilidad de calibrar y balancear el sentido de bifocalidad o la doble pertenencia señalada por Wilcock, resulta indisociable de la inscripción de la militancia en robustas y múltiples redes, tanto en "origen" como en "destino". Esta "hiperintegración" que Lacroix42 define como agenciamiento, se despliega particularmente en tiempos de campaña extraterritorial: cuando se trata de movilizar remesas políticas, las redes locales de los activismos transnacionales hacen la diferencia, al igual que el sistema de representación de la población migrante. Recientemente, Eva 0stergaard-Nielsen e Irina Ciornei43 observaron que, aun cuando se presupone que en la era digital las campañas transnacionales resultan muy factibles, los eventos proselitistas y el contacto directo con los candidatos son decisivos. En el caso de los sistemas sin representación especial de los emigrantes, los partidos políticos acceden a desarrollar campañas en el extranjero cuando los beneficios superan los costos, es decir, cuando la masa de votos proyectada compensa las complicaciones logísticas, la volatilidad y baja participación generalizada del electorado emigrante.

En cuanto al segundo interrogante, a la hora de ponderar las razones, motivaciones y condicionamientos de la militancia transnacional, Alejandro Portes y Rubén Rumbaut44 observan que las referencias para la participación en la vida política del país de origen se encuentran en el país de residencia; más específicamente serían parte de una "etnicidad reactiva"; es decir, una respuesta a los distintos mecanismos de estigmatización y discriminación sufridos en las sociedades de residencia. En virtud de ello, la lucha por los derechos cívicos y políticos, entre los cuales el derecho al voto extraterritorial resulta el más importante, se explica como resultado de la "pérdida de la pertenencia a la comunidad política", como defecto del proceso de desciudadanización sufrido en "la patria"45. Esta demanda, apalancada por el envío de remesas económicas apuntaría, sin embargo, más que al deseo de participación política real en el país de origen, al sentido simbólico otorgado al reconocimiento formal de la pertenencia a la comunidad política. Cuestiones como el tiempo de residencia, el estatus legal alcanzado, la incorporación al mercado de trabajo y el acceso a servicios en el país de residencia operarían como bases o plataformas de estas demandas encausadas particularmente desde el norte global. Esto último puede constatarse en algunos de los casos reunidos en las obras coordinadas por Leticia Calderón-Chelius y Jean-Michel Lafleur46.

En lo que respecta al Cono Sur, a diferencia de lo que sostienen Stephen Castles y Mark Miller47, la creciente politización de la migración no es un fenómeno nuevo ligado al 9/11, sino que se encuentra fuertemente enraizada en los procesos políticos, económicos y sociales seguidos en la región desde fines del siglo XIX. En consecuencia, la pregunta por los modos en que se despliega la vida política transnacional requiere de una respuesta empírica, históricamente situada, que no contemple solo la movilidad poblacional, sino también las redes -basadas en acuerdos y alianzas- por las que circulan ideas, valores y materialidades que, entre otras cuestiones, fueron transformando los modos y espacios en los que construir identificaciones y hacer política; aquellos que en líneas generales fueron demostrando, entre muchas otras cuestiones, la profesionalización de las izquierdas más allá de su "melancolía"48. En este punto, aun cuando los estudios transnacionales no fueron el marco teórico de sus investigaciones, los trabajos de Alejandro Grimson y Gerardo Halpern constituyen antecedentes fundamentales a la hora de explorar desplazamientos electorales transfronterizos en la región49.

Como nos propusimos describir y analizar hasta aquí, los desplazamientos electorales que hacen a la experiencia transnacional del FAUA no parecen encuadrarse en una "etnicidad reactiva", es decir, no están determinados por las dificultades de incorporación o integración de su militancia a la sociedad argentina, más bien todo lo contrario: se presentan como el resultado de inserciones múltiples, incluso de las múltiples tensiones que surgen de ellas. Tampoco sería correcto entender la dinámica deliberativa que desde hace más de tres décadas sigue la militancia local como el resultado de un aprendizaje en el país de destino del juego democrático y, mucho menos, informa acerca de un proceso asociado a la pérdida de pertenencia a la comunidad política. Por el contrario, los desplazamientos indican la existencia de un amplio repertorio de estrategias y agenciamientos que, en diversas circunstancias, más que recurrir a los argumentos que sostienen las demandas en torno a la concesión de derechos cívicos extraterritoriales, se basó en la radicalización de posiciones ideológico-partidarias de otro orden; aquellas que, erigiéndose como "bastión" o "memoria viva" del terrorismo de Estado, daría cuenta del eclipse de un frenteamplismo posible dentro de las fronteras territoriales del país.

Este artículo se propuso abordar los desplazamientos electorales impulsados por el FAUA desde 1984 haciendo foco en las continuidades y transformaciones de las redes políticas que los hicieron posible, los canales de comunicación empleados para la difusión de la información y la infraestructura material que los sustentó. Para ello, en la medida de lo factible, prestamos particular atención a la dimensión material pues, como observa Daniel Miller50, su análisis constituye una vía de acceso privilegiada a los procesos culturales, ya que las cualidades más mundanas de los soportes materiales -que en este caso van desde los espacios físicos en los que realizar un acto a las herramientas necesarias para hacer un mural- permiten captar las sutiles conexiones existentes entre la vida social, las normas y los valores. En este último sentido, los desplazamientos electorales se revelan como una potente puesta en acto de una serie de agenciamientos que, al mismo tiempo que resultan desplegados y movilizan hondas emociones, no dejan por ello de hacer a la reproducción de la desigualdad.

Bibliografía

Fuentes primarias

Archivos

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*Artículo de investigación financiado por el Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) (Buenos Aires, Argentina).

1Para los debates e instancias normativas relativas a la habilitación del voto extraterritorial en el caso uruguayo ver Amalia Stuhldreher, "Consideraciones en torno a al sufragio transnacional en el caso uruguayo", Temas de Antropología y migración, no. 5 (2013): 55-69 y Fernanda Mora, "Citoyenneté diasporique. Problématiques et horizons sous le prisme de l'expérience uruguayenne" (tesis de doctorado, Université Paris VIII, 2017).

2Paolo Boccagni, Jean-Michel Lafleur y Peggy Levitt, "Transnational Politics as Cultural Circulation: Toward a Conceptual Understanding of Migrant Political Participation on the Move", Mobilities 11, no. 3 (2015): 444 463, https://doi.org/10.1080/17450101.2014.1000023

3Como es sabido, estas narraciones no configuran un relato de lo "realmente ocurrido", sino una reelaboración selectiva que asigna sentidos y significados al "espacio de la experiencia" en el presente. Ver Elizabeth Jelin, Los trabajos de la memoria (Buenos Aires: Siglo XXI, 2002).

4Eduardo Archetti, Masculinities, Football, Polo and the Tango in Argentina (Oxford y Nueva York: Berg, 1999).

5Miguel Aguirre-Bailey, Frente Amplio. Uno solo dentro y fuera del Uruguay contra la dictadura (Montevideo: Cauce, 2007).

6Comité de Base es la nominación que reciben las células barriales del FA, su característica es el trabajo político y social en el territorio.

7Vania Markarian, Idos y recién llegados. La izquierda revolucionaria uruguaya en el exilio y las redes transnacionales de derechos humanos 1967-1984 (Ciudad de México: Uribe y Ferrari, 2006) ha estudiado con sumo detalle la participación de diversos actores transnacionales en estas campañas.

8Aun cuando en su nombre el FAUA alude una escala nacional, en tanto existieron o existen comités de base en ciudades de distintas provincias argentinas, la mayor parte de vida política transcurrió y transcurre en Buenos Aires y el conurbano bonaerense. A lo largo de este artículo, cuando se mencione la "militancia local" o la "militancia frenteamplista local" estaremos aludiendo a esta territorialidad.

9Su reconocimiento formal como parte de la coalición antecedió a la reorganización de algunas de sus departamentales en el propio territorio nacional, como por ejemplo las de Salto y Maldonado.

10Silvina Merenson, Frenteamplismo uruguayo en Argentina. Trayectorias, redes y desplazamientos transnacionales (Buenos Aires: Pomaire-Gorla, en prensa).

11Desde comienzos de los años 1980, el FAUA sostuvo y consolidó lazos en Argentina con gran parte del arco político nacional. Esto incluyo a la izquierda —Partido Intransigente, Partido Comunista, Partido Socialista—, a los dos partidos mayoritarios —Unión Cívica Radical y Partido Justicialista— y a diversas organizaciones del campo de los derechos humanos: Madres de Plaza de Mayo, Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y Centro de Estudios Legales y Sociales.

12Volveremos 1, no. 3 (1983): 3.

13Archivo del Frente Amplio de Uruguay en Argentina (FAUA), Bases Programáticas de la Unidad. Líneas fundamentales de acción y medidas de emergencia (Buenos Aires: Comisión de Propaganda del Frente Amplio de Uruguay y Argentina, 1984), 7.

14FAUA, "Discurso de Líber Seregni", Buenos Aires, 27 de octubre de 1987.

15FAUA, "Mesa Ejecutiva del Frente Amplio de Uruguay en Argentina. Lineamientos generales de trabajo para 1986", Buenos aires, enero de 1986.

16FAUA, "Comisión de Organización, informe al plenario del Frente Amplio de Uruguay en la Argentina", Buenos Aires, septiembre de 1989, 5.

17Boletín del FA 1, Buenos Aires, 1989, 7.

18Boletín del FA 1, Buenos Aires 1989, 7.

19El País, "Cantaron el himno al volver a pisar el suelo patrio", 26 de noviembre de 1984, 2.

20Javier (militante del FAUA), entrevistado por Silvina Merenson, 12 de julio de 2013. De acuerdo a los protocolos éticos de la investigación, los nombres de los entrevistados no son los reales.

21Boletín del FA, "Los Comités se sienten más efectivos sin comisión central. Entrevista a Gustavo Negro, de la Comisión de Organización", Buenos Aires, Año 1 no. 4, 1989, 3. Las comillas y cursivas son de la autora.

22La Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación fue una coalición política creada 1997. En 1999, su candidato, el radical Fernando de la Rúa, llegó a la presidencia. Se disolvió tras su renuncia el 20 de diciembre de 2001.

23FAUA, "Discurso de Eleuterio Fernández Huidobro en Casa Cultural", Buenos Aires, 1998, 1.

24Dos Orillas, "Discurso de Alicia Pintos", Buenos Aires, 1999, 5.

25La Nación, "La banca teme un triunfo de Vázquez", 29 de octubre de 1999, 4.

26Entendida por amplios sectores de la sociedad uruguaya como una "ley de impunidad", la Ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado fue sancionada en 1986. Desde entonces, dificulta seriamente el enjuiciamiento de los funcionarios militares y policiales que participaron de la represión ilegal durante la dictadura. Esta ley intentó ser derogada en 1989 mediante una consulta popular y, nuevamente en 2009, momento en que también encontró un resultado negativo.

27Buquebus es el nombre de una de las empresas fluviales que une Buenos Aires con Colonia y Montevideo, aquella que emplean mayoritariamente los uruguayos en Buenos Aires para viajar a emitir su voto.

28Mariano (militante del FAUA), entrevistado por Silvina Merenson, 5 de septiembre de 2014.

29Martín Granovsky, "Buscamos un país que quiera más a su gente", Página 12, 19 de octubre de 2004, https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-42534-2004-10-19.html

30En 2003 cobró trascendencia la instalación de dos plantas de producción de pasta de celulosa en territorio uruguayo, sobre las aguas binacionales del río Uruguay, en las proximidades de la ciudad argentina de Gualeguaychú. Como medida de protesta, entre 2005 y 2010, sus habitantes organizados en la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú bloquearon el acceso al Puente Internacional que une esta ciudad con la localidad uruguaya de Fray Bentos. Argentina demandó a Uruguay ante la Corte Internacional de Justicia argumentando que la instalación de estas plantas es contaminante y violatoria del Estatuto del río Uruguay. Uruguay, por su parte, demandó a Argentina ante el sistema de solución de controversias del Mercosur y la Corte Internacional de Justicia, argumentando que los cortes de ruta violan el principio de libre circulación. En 2010, tras el fallo de la Corte de La Haya, el conflicto finalizó con la firma de un acuerdo para monitorear las aguas del río Uruguay.

31Nelson (militante del FAUA), entrevistado por Silvina Merenson, 6 de septiembre de 2014.

32Sobre la gestión del "voto amigo" para el caso de los residentes uruguayos en España ver el trabajo de Natalia Moraes, "El voto que el alma no pronuncia: un análisis de las movilizaciones y los discursos sobre el derecho al voto de los uruguayos en el exterior", en Migración y participación política. Estados, organizaciones y migrantes latinoamericanos en perspectiva local-transnacional, eds. Ángeles Escrivá et al. (Córdoba: Consejo Superior de Investigaciones Científicas Instituto de Estudios Sociales de Andalucía, 2009), 103-123.

33Pedro, (militante del FAUA), entrevistado por Silvina Merenson, 13 de noviembre de 2014.

34Rodrigo (militante del FAUA), entrevistado por Silvina Merenson, 23 de abril de 2016.

35Mario Wainfeld, "Un día crucial, para allá y para acá", Página 12, 26 de octubre de 2014, https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/subnotas/1-70213-2014-10-26.html

36Samuel Huntington, Who We Are? America's Great Debate (Londres: The Free Press, 1997).

37Thomas Faist, The Volume and Dynamics of International Migration and Transnational Social Spaces (Oxford: Oxford University Press, 2000).

38Roger Waldinger, Engaging from Abroad: The Sociology of Emigrant Politics (Los Ángeles: UCLA International Institute, 2013).

39Agnieszka Weinar, "Instrumentalising diasporas for development: International and European policy discourses", en Diaspora and Transnationalism: Concepts, Theories and Methods, eds. Rainer Baubock y Thomas Faist (Ámsterdam: Ámsterdam University Press, 2010).

40Eva 0stergaard-Nielsen, "The Politics of Migrants. Transnational Political Practices", International Migration Review 37, no. 3 (2003): 760-786, https://doi.org/10.1111/j.1747-7379.2003.tb00157.x

41Cathy Wilcock, "Why are Migrant Campaigns Different from Homeland Campaigns? Understanding Belonging in Context among UK-Sudanese Activists", Global Networks 19, no. 2 (2018): 179-196, https://doi.org/10.1111/glob.12216

42Thomas Lacroix, "Conceptualizing Transnational Engagements: A Structure and Agency Perspective on (Hometown) Transnationalism", International Migration Review 48, no. 3 (2014): 643-679, https://doi.org/10.1111/imre.12105

43Eva 0stergaard-Nielsen e Irina Ciornei, "Political Parties and the Transnational Mobilization of the Emigrant Vote", West European Politics 42 (2018): 618-644, https://doi.org/10.1080/01402382.2018.1528105

44Alejandro Portes y Ruben Rubaut, Immigrant America: A Portrait (Berkeley: University of California Press, 1990).

45Leticia Calderón-Chelius, Los superhéroes no existen. Los migrantes mexicanos ante las primeras elecciones en el exterior (Ciudad de México: Instituto Mora, 2010).

46Ver Leticia Calderón-Chelius, ed., Votar en la distancia: la extensión de derechos políticos a distancia, experiencias comparadas (Ciudad de México: Instituto Mora, 2003) y Jean-Michel Lafleur, ed. Diáspora y voto en el exterior. La participación política de los migrantes bolivianos en las elecciones de su país de origen (Barcelona: CIDOB, 2012).

47Stephen Castles y Mark Miller, The Age of Migration. International Population Movements in the Modern World (Londres: Palgrave Macmillan, 2009).

48Enzo Traverso, Melancolía de izquierda. Marxismo, historia y memorias (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2018).

49Ver Alejandro Grimson, La nación en sus límites. Contrabandistas y exiliados en la frontera Argentina-Brasil (Barcelona: Gedisa, 2003) y Gerardo Halpern, Etnicidad, inmigración y política. Representaciones y cultura política de exiliados paraguayos en Argentina (Buenos Aires: Prometeo, 2009). Un estado de la cuestión más amplio sobre el voto extraterritorial en la región puede encontrarse en Silvina Merenson, "El Frente Amplio de Uruguay en Argentina y el 'voto Buquebus': ciudadanía y prácticas políticas transnacionales en el Cono-Sur", Estudios Políticos, no. 48 (2016): 115-134, http://doi.org/10.17533/udea.espo.n48a07

50Daniel Miller, Material Cultures (Londres: UCL Press - University of Chicago Press, 1998).

Cómo citar / How to Cite Item: Merenson, Silvina. "Agencia y desigualdad en la acción política transnacional: los desplazamientos electorales del Frente Amplio de Uruguay en Argentina (1984-2014)". Historia y Sociedad, no. 40 (2021): 297-323. http://dx.doi.org/10.15446/hys.n40.82485

Recibido: 27 de Septiembre de 2019; Aprobado: 28 de Abril de 2020; Revisado: 22 de Noviembre de 2020

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