Resistencia
Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.
Wislawa Szymborska
Ni siquiera porque tiraron de sus recios goznes,
y al sacudirla le quebraron
la entraña,
el barniz de pared,
su hueso de color.
Ni porque con la hierba consumida
también descerebraron
el montículo de tierra que yo traje,
la cama de rocío que tendí
para calmar al animal que bebe verde.
Ni la piedra,
ni la grama,
ni la palabra
Despojo
quedó intacta.
Pero que nadie niegue la altivez de aquella casa
en la que aún no entró la muerte.
Niebla
Al volver nos falta padre para olfatear peligros
en la bruma.
Que no nos hablen de bosques o de flores,
cumbres sembradas de rocío y plantas.
No se ve nada.
Visibles son las casas que alguien despobló de
prisa,
la cama a medio hacer,
los bordes de un tazón de sopa
y todo lo que pinta un roñoso polvo verdinegro.
La guerra trabaja para el desierto.
Migraciones
Regresamos por la misma senda
por la que partimos la otra madrugada.
Si no fuera porque el viento
lleva retazos de junco y paja herida,
habríamos creído que era el mismo mundo.
Por la parte que todo lleva intacta:
trazado de calle que persiste,
ausencia del tendero que hace
esquina en cada pueblo.
Espigado recorrido por lo llano y nuestras pobres preguntas
¿No era todo esto más grande?
Las pieles desleídas por la espera
en la penumbra de otros encierros.
Las primeras mujeres que nos vieron
descreyendo lo vacío de las manos,
el olor a hierba santa,
el frío de otros mundos.
El lenguaje, por su parte,
también otro
criando gente que ahora tiene hijos
y no les pone nombre.
En tanto,
por la cresta
sube y baja un caudal de legiones extranjeras,
hordas de gente que camina,
lo mismo da si van o vuelven
avanzan por un país que no es el propio.