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La Palabra

versão impressa ISSN 0121-8530

La Palabra  no.45 Tunja jan./jun. 2023  Epub 13-Mar-2024

https://doi.org/10.19053/01218530.n45.2023.14781 

Artículos

Oralidad fingida e identidad: el caso de Chabela en Temporada de huracanes de Fernanda Melchor*

Fictional Orality and Identity: The Case of Chabela in Hurricane Season by Fernanda Melchor

Oralidade ingida e identidade: o caso de Chabela em Temporada de furacões de Fernanda Melchor

Nathaly Bernal Sandovala 
http://orcid.org/0000-0003-3001-6129

a Universidad Nacional Autóno ma de México. Estudiante del Doctorado en Le tras UNAM. Maestra en Traduc ción por El Colegio de México. Miembro del grupo de investiga ción GLOTTA (UIS). Autora del libro Carta a un joven poeta, de Virginia Woolf. Estudio y retraducción comentada (Ediciones UIS), así como de artículos de investigación, ensayos, traduc ciones literarias y reseñas. nbernal@colmex.mx https://orcid.org/0000-0003-3001-6129


Resumen

En este trabajo se analiza la oralidad fingida en el discurso directo del personaje de Chabela en Temporada de huraca nes (2017), de Fernanda Melchor, y su relación con la identi dad del personaje. Para esto, tomamos el capítulo V de la no vela, en donde abundan los diálogos entre Chabela y Norma. Partimos de estudios sobre el español coloquial (Briz Gó mez; Gaviño Rodríguez; Narbona Jiménez) y clasificamos las estrategias empleadas en el lenguaje coloquial de Cha bela en tres niveles de la lengua: sintáctico, léxico-semánti co y pragmático-contextual. Concluimos que se emplea un conjunto de elementos coloquiales más o menos estable para la configuración del personaje y, con base en el concepto de identidad propuesto por Charles Taylor, que la identidad de Chabela se ha construido en su uso particular de la lengua, al mismo tiempo que se refleja en este.

Palabras-clave: oralidad fingida; español coloquial; identi dad; literatura mexicana; Temporada de huracanes; Fernan da Melchor

Abstract

This paper studies the fictional orality in Chabela's direct speech, a character in Hurricane Season (2017), by Fernanda Melchor, and how it contributes to the configuration of the char acter's identity. To this end, we focus on Chapter V of the novel, which is based on dialogues between Chabela and Norma. We have considered several studies on spoken colloquial Span ish (Briz Gómez; Gaviño Rodríguez; Narbona Jiménez), in order to present a classification of colloquial strategies employed by Chabela, in the syntactic, lexical-semantic, and pragmat ic-contextual levels of language. It is concluded that a more or less stable set of colloquial elements is employed for the configuration of the character. Finally, based upon the concept of identity proposed by Charles Taylor, we conclude that Chabela's identity has been built on her particular use of the language, at the same time it is reflected in it.

Keywords: fictional orality; spoken language; identity; Mexican literature; Hurricane Season; Fernanda Melchor

Resumo

Este trabalho analisa a oralidade fingida no discurso direto da personagem de Chabela em Temporada de furacões (2017), de Fernanda Melchor, e sua relação com a identidade da personagem. Para isso, tomamos o capítulo V do romance, onde abundam os diálogos entre Chabela e Norma. Partimos de estudos sobre o espanhol coloquial (Briz Gómez; Gaviño Rodríguez; Narbona Jiménez) e classificamos as estratégias utilizadas na língua coloquial de Chabela em três níveis da língua: sintático, léxico-semântico e pragmático-contextual. Concluímos que um conjunto mais ou menos estável de elementos coloquiais é utilizado para a configuração da personagem e, com base no conceito de identidade proposto por Charles Taylor, que a identidade de Chabela foi construída a partir de seu uso particular da lingua gem, ao mesmo tempo que nele se reflete.

Palavras-chave: oralidade fingida, idioma falado, identidade; literatura mexicana; Tempora da de furacões; Fernanda Melchor

Introducción

El asunto de la oralidad en la literatura latinoamericana se remonta hasta los procesos de con quista y mestizaje (Ostria González "Identidad regional"; Lienhard). En este entorno hetero géneo, una cultura tradicionalmente oral (indígena) y una cultura escrita (europea) entran en contacto e inician un proceso de influencias mutuas. De acuerdo con Ostria González ("Iden tidad regional"), en el momento en el que los pueblos aborígenes reconocen en la escritura una posibilidad de supervivencia y registro de la memoria, en los textos escritos empiezan a abundar referencias y estrategias orales.

Entre las posibles formas de abordar la relación entre oralidad y literatura, este estudio se enmarca en la "referida a las diversas formas de imitación de la oralidad en textos escritos literarios (oralidad ficticia)" (Ostria González "Literatura oral"). Aquí el punto es que las estrategias orales empleadas solo pueden manifestarse a través de la escritura, por lo que esta oralidad no es en ningún caso real (Goetsch citado en Cadera; Ostria González "Literatura oral"; Brumme y Hildegard; Gaviño Rodríguez; Narbona Jiménez). Diríamos con McHale que "real-world speech does not 'look' very much like dialogue in a novel [...]. Novelistic speech depends for its legibility on conventional models that may be very distant from observable patterns of everyday speech" (121). De allí el uso del término oralidad fingida: impresión, ilusión de oralidad.

Cuando Goetsch introduce este término por primera vez en 1985 (citado en Cadera), en el plano de la lingüística se cuestionaban las diferencias entre oralidad y escritura. Entonces aparece la propuesta esclarecedora de Oesterreicher, según la cual hay dos diferencias: el modo de transmisión y el de verbalización (1997). En cualquier caso, afirman estos autores, no se trata de fenómenos apartados. Oralidad y escritura forman parte, posiblemente como polos opuestos, de un mismo espectro. Para explicar esta diferencia, Koch y Oesterreicher introducen los términos inmediatez y distancia comunicativa; de donde se tiene que, sin importar el medio empleado (fónico/gráfico), un texto puede acercarse a cualquiera de estos polos (2012).

En otra línea de trabajo, es importante mencionar que el hecho de que los escritores empleen elementos orales en su obra constituye una postura política e incluso un proyecto ideológico, al tratarse de un "rescate" de manifestaciones que no se consideran parte de la alta cultura o de la cultura "estándar" (Blanco; Ostria González "Identidad regional"). Esta marginalidad del discurso oral puede verse de forma predominante en relación con la posición socioeconómica de los personajes y las circunstancias que de esta se derivan (ocupación, prestigio social, relaciones familiares, entre otras). Sobre el caso particular de esta novela y el proyecto concebido por Fernanda Melchor volveremos más adelante.

En Lengua literaria y lengua popular en América (1969), Ángel Rosenblat revisa la relación que existe entre estos dos sistemas que, aunque diferentes, conviven en las obras literarias desde la época de la colonia hasta el siglo XX. En este último periodo, su análisis recae en algunos autores del boom latinoamericano, como Cortázar, García Márquez, Leza ma Lima y Fuentes. Por una parte, Rosenblat toma la obra de Cortázar y de García Márquez como ejemplo de "la repulsión al lenguaje literario o 'repulsión a la retórica'" (100). Aquí se trae a colación la relación entre lengua hablada y escrita, sin que la segunda se convierta en parodia de la primera, sino en la búsqueda de espontaneidad, de riqueza, de frescura, de verosimilitud en el desarrollo de personajes y, en últimas, de un "tono convincente" (121). Para esto, se explica que estos autores recurren, entre otros mecanismos, a elecciones léxicas coloquiales, ortografías reformadas y alteraciones en la sintaxis.

Por otra parte, para Rosenblat la obra de Lezama Lima y de Fuentes representa lo opues to: el lenguaje literario culto y barroco, sin importar si en un escenario real los personajes de sus novelas realmente hablarían así o acaso tendrían acceso a la suma de referencias culturales y literarias que rebasan sus páginas. En últimas, Rosenblat se permite cuestionar si no se trata acaso de "literatura para literatos" (119) y, al llegar al asunto de la novela futura, se pregunta: "¿Qué caminos nuevos se abren para que nuestra novela esté a la altura de los tiempos y no quede reducida a un pasatiempo anacrónico?" (124). Rosenblat explicaba que la preocupación máxima de los autores que conformarían el llamado boom era "la forma expresiva, el lenguaje" (91). Casi medio siglo más tarde, esta búsqueda de un lenguaje sigue vigente en la literatura latinoamericana, aunque no se hayan estudiado con suficiente atención los textos escritos durante lo que va del siglo XXI.

A su vez, los estudios sobre oralidad fingida no han reparado en la forma en que esta contribuye a la construcción de la identidad de los personajes, o bien se da por sentado el hecho sin mayores discusiones teóricas a propósito del concepto mismo de identidad (cf. Narbona Jiménez). Entendemos en este trabajo, con Charles Taylor, que la identidad es una definición de sí mismo, en la que participa, por supuesto, el individuo en cuestión, pero siempre mediante el trato con el entorno, con los otros. Pero más en línea aún con nuestro trabajo, entendemos con Zárate Ortiz, a propósito de la propuesta de Taylor, la identidad como

una forma de narración social, con base en el lenguaje, que se fundamenta en dos aspectos: 1) en la tesis de que el sujeto no decide o no elige las fuentes de su identidad, sino que la construye a partir de la relación social en el marco de la comunidad con los otros significan tes, y 2) que la identidad, a partir de la comunidad definidora asumida como una comunidad lingüística, se vuelve una narración de lo que somos y de quiénes somos (121).

Es esto lo que justifica el análisis de cómo se aproximan a la cuestión de la forma, en relación con la identidad en una sociedad particular, los escritores de este siglo. En este caso, Fernanda Melchor y la sociedad mexicana contemporánea; aunque, más específicamente, la sociedad y el estado de violencia en Veracruz.1 El corpus de este trabajo lo constituye Tempo rada de huracanes, novela de Melchor publicada en 2017 y, de forma específica, el capítulo V, en donde abunda el discurso directo del personaje Chabela, cuya selección para el presente ejercicio justificaremos en los siguientes apartados.

Hasta el momento, esta obra ha sido estudiada en su mayoría desde la perspectiva de la violencia (cf. Godínez Rivas y Román Nieto; Ávalos Reyes; Hernández; Walczak; Islas Arévalo). Otros estudian las prácticas culturales relacionadas con la brujería (Wolfenzon); las relaciones con el capitalismo y la llamada petroficción (Di Bernardo) o las geografías imaginarias en relación con el devenir histórico de México (Lemus).

Como se ve, hasta la fecha la novela no ha sido abordada desde la perspectiva que presentamos aquí. Así pues, para el análisis que presentamos a continuación, partimos de las siguientes preguntas: ¿cuáles son los rasgos predominantes de oralidad fingida en el discurso directo del personaje Chabela y por medio de qué mecanismos se expresan?; ¿cómo es que estos rasgos apoyan la construcción de la identidad de dicho personaje?

Aspectos metodológicos

En primera medida, dadas las dimensiones de la novela (223 páginas distribuidas en 8 capítulos), la cantidad de personajes y de formas de enunciación discursiva (estilo directo, estilo indirecto, estilo indirecto libre), para efectos de la extensión del presente trabajo ha sido ne cesario tomar como materia de análisis un personaje, una forma de enunciación discursiva y un fragmento de la novela. Estos serán Chabela y su discurso directo en el capítulo V.

En segunda medida, resulta necesario identificar las estrategias por medio de las cuales se expresa la oralidad en el discurso de Chabela, a fin de establecer y definir categorías de análisis que permitan abordar el fenómeno. Con esta intención, estudiamos la oralidad a la luz de los planteamientos sobre el español coloquial de Briz Gómez, Gaviño Rodríguez y Narbona Jiménez. Al revisar estas propuestas es posible clasificar los rasgos de lenguaje oral coloquial en cuatro niveles, así: sintácticos, fónicos, léxico-semánticos y pragmático-contex tuales.

En el último estadio, y a partir de los resultados que arroje el análisis de dichos rasgos, se prestará atención a la construcción de la identidad de este personaje, retomando los postula dos de Charles Taylor. De esto se tiene que la elección de este personaje también tiene que ver con la hipótesis de que la identidad se fundamenta en el uso de la lengua y en las relaciones que se tejen con otros a través de él.

Lo coloquial y lo literario

La elección del capítulo v obedece al tipo de narración allí presente. El tiempo narratológico en Temporada de huracanes podría representarse con la fórmula nR/1H (Rimmon 181): la novela está dispuesta de tal forma que un mismo hecho del nivel de la historia (1H) se narra varias veces en el nivel del relato (nR), cada vez desde un punto de vista diferente, con focalización variable.2

Desde el inicio de la novela, con todo, hay una voz narrativa extradiegética, que la propia Melchor ha identificado como una voz indeterminada, identificada con un coro de mujeres del pueblo, que, a la manera del rumor, se suman al recuento de la historia (Hermida Rosales; Rodríguez Mendoza). Es en este marco narrativo que se acude a narradores hipodiegéticos (Yesenia, Munra, Norma, Chabela, Luismi y Brando), quienes van contando sus historias personales, a partir de las cuales construimos su grado de implicación en el relato general.

Esta configuración narratológica favorece así la introducción del lenguaje oral coloquial y, más aún, la creación de idiolectos y sociolectos. Para este fin, era necesario no distanciarse, como lo haría un narrador omnipresente. Por el contrario, al convertir a cada personaje en un narrador hipodiegético, Melchor abre la posibilidad de recurrir al lenguaje que usarían estos personajes, "recreando una oralidad que en cada caso es particular y distinta según su edad y condición" (Melchor en entrevista con Rodríguez Mendoza).

Esto se traduce en que no hay un personaje principal. En cada capítulo se sigue a un personaje mientras este da cuenta de los hechos, al tiempo que comenta la opinión que tiene sobre los demás personajes y acciones. No obstante, no todos los personajes aparecen en esta doble configuración. Es decir, no todos se refieren a los hechos sucedidos ni todos están en boca de los demás personajes. Chabela, por su parte, sí cumple con estas dos funciones. En el capítulo iii Yesenia la menciona por primera vez como "la puta esa" (Melchor 36); y el personaje se mantiene relevante, hasta que en el capítulo v tenemos acceso a su punto de vista por medio de discurso directo, a través de sus conversaciones con Norma, la nueva novia de su hijo, el Luismi3.

En torno a cómo se reproducen los modos orales en los textos literarios, parece haber consenso en que se trata de un conjunto de efectos que intenta reproducir aquello que hemos aceptado por convención como oral en la literatura, "capaz de fingir todas las formas de ser virse del idioma" (Narbona Jiménez 335). Las estrategias pueden ser de naturaleza literaria -técnicas narrativas como el discurso directo o el indirecto- o lingüística. En todos los fragmentos seleccionados para este trabajo se usa el discurso directo, al tiempo que nos enfo camos en las estrategias lingüísticas empleadas, por lo que conviene revisar ahora qué carac teriza ese discurso que reconocemos como fingimiento de la oralidad en los textos literarios.

A este respecto, los estudiosos reconocen algunos niveles de la lengua, casi siempre como dicotomías o puntos dentro del contínuum del habla: especializada/general, formal/coloquial, dado que no parece viable delimitar la totalidad de registros que puedan existir (Briz Gómez; Gaviño Rodríguez). Nuestra atención aquí recae en la segunda parte de las du plas mencionadas, debido a que, para muchos estudiosos de la lengua, son las características en torno a lo coloquial las que reconocemos como orales en los discursos escritos. De otra forma, si los escritores no recurrieran al empleo de estrategias coloquiales, sería muy difícil la evocación -el reconocimiento por parte del lector- del habla cotidiana en un contexto particular.

De forma que, si convenimos en que es este registro el que está presente en los apartados literarios en que se finge la oralidad, conviene entender qué lo caracteriza. Son varios los au tores que proponen una definición a partir de parámetros situacionales, considerando además que los hablantes se ven influenciados en algún grado por su nivel sociocultural y por el tipo y género de discurso en que se ven inmersos. En el prototipo de lo coloquial, pues, sería posible distinguir los siguientes rasgos (Briz Gómez):

  • Relación social o funcional de igualdad entre los interlocutores

  • Relación vivencial de proximidad entre estos: saberes, experiencias y contextos compartidos

  • Marco interaccional familiar

  • Cotidianidad temática de la interacción

  • Planificación sobre la marcha

  • Fin interpersonal (inmediatez, implicación emotiva y carácter subjetivo)

  • Tono informal

Ahora bien, surge la necesidad de caracterizar no solo unos parámetros situacionales sino también lingüísticos, de forma que la identificación de estos aspectos sea practicable en el objeto de estudio seleccionado. Así pues, encontramos que es posible clasificar los rasgos de lenguaje coloquial en cuatro niveles de la lengua, así: sintácticas, fónicas, léxico-semánticas y pragmático-contextuales (Briz Gómez; Gaviño Rodríguez; Narbona Jiménez).

Análisis y resultados

A continuación se presentan algunas estrategias empleadas en cada uno de los niveles mencionados en el apartado anterior, con excepción de las fónicas. Esto se debe a que estos rasgos son prácticamente inexistentes en el discurso directo de Chabela. No encontramos alarga mientos, adiciones, cambios en la posición o pronunciación de sonidos; y, por supuesto, al tratarse de un texto escrito, tampoco podemos analizar elementos suprasegmentales, como la entonación o el acento.

Salvo por algunos casos de debilitamiento, como en "no vamos a decirle nada por el momento, ¿verdá??" (Melchor 113)4, en donde se ha eliminado la consonante oclusiva final; o por las pausas "motivadas por fallos en el mecanismo de interacción, [como] el cambio de turno de palabra" (Gaviño Rodríguez 61), que ocurren en la única conversación telefónica que mantiene Chabela con Barrabás, su nuevo amante, no hay registros considerables del uso de estas estrategias. Este par de fragmentos aquí mencionados no resultan significativos para caracterizar la oralidad en el discurso de este personaje, por lo que prescindiremos de esta categoría y procedemos a identificar las estrategias más frecuentes y productivas en el corpus seleccionado.

Estrategias sintácticas

Cuando se trata de definir la sintaxis coloquial, uno de los asuntos más criticados en la bibliografía es que "se es más proclive a considerarla poco elaborada o escasamente trabada, e incluso no se duda en tacharla de inmadura, primitiva, huidiza y proteica" (Narbona Jiménez 51). En estos casos, explica Narbona Jiménez, suele compararse la sintaxis coloquial con la sintaxis de los textos canónicos cultos, literarios, escritos, aun cuando estos textos, continúa este autor, no pueden verse como un estándar del uso de la lengua. Además, como mencio nábamos en el apartado anterior, aquí también debe considerarse la escasa planeación del discurso coloquial.

Con todo, los estudiosos coinciden en que no existe un uso de la lengua que sea "li neal, regular, normal" (51), por lo que afirmar que la sintaxis del lenguaje coloquial es una alteración está del todo fuera de lugar. Antes bien, la sintaxis que se emplea en los registros coloquiales responde a una necesidad inmediata; las formas empleadas dan cuenta de una naturalidad al decidir qué recursos resultan más pertinentes para el hablante en un momento dado. A continuación se presentan las estrategias sintácticas que predominan en el discurso de Chabela.

Concatenación y parcelación: se trata de la acumulación de enunciados que guardan alguna relación, pero que no necesariamente son independientes en términos sintácticos (Narbona Jiménez). En el siguiente fragmento, en el que Chabela habla por primera vez con Norma, Chabela se interrumpe y retoma en varias ocasiones:

No seas marrana, mamacita [...]. Hay un baño aquí adentro, dijo [...]. Si necesitas usarlo, nomás pasa; con confianza, que no muerdo. [...] Me llamo Chabela, dijo. ¿Y tú quién eres? [...]. ¿Sabes qué? Eres igualita a Clarita, mi hermana la más chiquita. Hace un chingo de años que no la veo pero cómo te pareces a ella. Y de seguro eres igual de putita que la Clarita, ¿verdad? Porque vienes de cogerte a ese cabrón, ¿no? [...]. ¡Te pasas, cabrón! ¡Está bien chiquita! [...], de verdá que sí te pareces un chingo a la pinche Clarita, mamacita; nomás que ya te urge una bañada, apestas a pescado podrido, y ese pinche vestido que traes está todo mugroso (Melchor 108-109).

Estas estrategias son recurrentes en el discurso de Chabela, pues esta a menudo se refiere a varios temas al mismo tiempo, e incluso involucra a otros personajes que no están presentes en la conversación, como el "¡Te pasas, cabrón! ¡Está bien chiquita!" (108) que le dedica a Luismi a manera de reproche. Esto hace que el resultado sea un texto con pausas y con conexiones más o menos armoniosas.

Rodeo explicativo: la información no se presenta de forma directa, sino que alrededor del mensaje "principal" se acumulan paráfrasis, descripciones detalladas, explicaciones e incisos (Briz Gómez 1998). El mensaje "principal" en el siguiente ejemplo tiene que ver con el regalo de unos vestidos de segunda mano, que se ve atravesado por varios comentarios a manera de incisos: "Por aquí tengo unos vestidos que casi ni uso; había pensado en regalárselos a las monas del Excálibur, pero esas cabronas no saben agradecer nada, son unas pinches igualadas trepadoras, que se chinguen. [...] Mira, pruébate este, le ordenó" (Melchor 110).

Redundancia: entendida como una forma de repetición, puede tener fines tan varios como la reelaboración, la autocorrección, la recuperación del hilo discursivo o la intensifi cación, entre otros (Briz Gómez 1998). Continuando con la situación de los vestidos, en el fragmento a continuación Chabela intenta convencer a Norma de que se quite el vestido sucio que trae puesto y se lo cambie por uno que ella le está ofreciendo. Insiste varias veces en ello, pero en medio se interrumpe por muchas razones, y no es sino hasta tres páginas más adelante que finalmente retoma el hilo discursivo y concluye:

[...] nomás que ya te urge una bañada, apestas a pescado podrido, y ese pinche vestido que traes está todo mugroso. [...] Si quieres yo te presto para el camión, mamacita, para que te regreses a tu pueblo o de donde chingados seas, porque me corto los huevos que no tengo si eres de La Matosa... ¿Verdá que no? Seguro ni siquiera eres de Villa... Ay, ¡Dios de mi vida! ¿Por qué sigues ahí parada como verga, Clarita? Quítate ese pinche vestido, muchacha (Melchor 109-112).

Según la propuesta de Garcés Gómez para la clasificación de las repeticiones en el discurso oral, este ejemplo daría cuenta de una autorrepetición autoiniciada no literal, pues es la propia Chabela quien vuelve a referirse al vestido de Norma, por medio de una expresión formal mente diferente a la del principio.

Sintaxis paratáctica: esto implica que a lo largo del texto hay más casos de coordinación que de subordinación. En este tipo de estructuras no se emplean conectores que expresen la relación entre las cláusulas, sino que estas se presentan independientes y de igual nivel. Consideremos el siguiente ejemplo: "Tienes que ponerte buza, Clarita; tú que estás tan joven, mamacita; tú sí puedes buscarte algo mejor que ese pinche chamaco pendejo" (Melchor 112).

Si bien la idea podría expresarse en una sola oración subordinada, con conectores que expresen la relación que exista entre las partes, que en este caso sería de causa-efecto, esta se presenta en tres partes coordinadas con punto y coma. Poniendo esto en relación con el fingi miento de la oralidad, resulta más usual en el lenguaje no planeado formular oraciones de esta forma que a partir de conectores. El sentido y la relación que exista entre las partes queda, entonces, a juicio del interlocutor, que se ve obligado a interpretar a medida que escucha.

Estrategias léxico-semánticas

De acuerdo con Gaviño Rodríguez, al comparar los registros formal y coloquial, este últi mo destaca precisamente por "realizaciones lingüísticas con una marcada pobreza léxica y plagadas de repeticiones" (73). Sin embargo, el hecho de limitar el léxico en una situación de informalidad no afecta la intención o expresividad comunicativas; antes bien, a tales expresiones los hablantes asignan "mayor capacidad significativa" (74). Cuáles elementos resultan frecuentes en estos usos particulares del lenguaje está directamente relacionado con "el origen, el lugar de residencia, la clase social, el sexo, la raza, la edad, la ideología, en el más amplio sentido del término, etc., [pues] son factores que favorecen el surgimiento de idiolectos y sociolectos marcados lingüísticamente" (Briz Gómez El español coloquial, 100).

No es de extrañar que, al prestar atención al léxico que emplea Chabela, empecemos a reconocer un conjunto de expresiones recurrentes. Dichas elecciones no solo permiten la representación de un tipo de discurso oral, sino que también se emplean, junto con las demás estrategias que ya hemos considerado hasta aquí, para caracterizar y configurar un personaje verosímil, de forma que se distinga notablemente de los demás.

Aunque ya vimos que en algunos textos poco importa si el personaje tiene en realidad acceso a ciertas referencias cultas por su condición socioeconómica, en Temporada de huracanes sí hay una correspondencia cabal entre estos aspectos. Hay unos estereotipos sociales de los que "difícilmente podemos librarnos", recuerda Gaviño Rodríguez (74), y autores como Melchor entienden muy bien este recurso y lo explotan a su favor.

Esta es, en términos cuantitativos, la categoría más fructífera en la novela. Las estrategias más frecuentes son el uso de 1) unidades fraseológicas y locuciones, 2) coloquialismos, 3) regionalismos y 4) léxico del insulto. Con respecto a la primera de estas, Gaviño Rodríguez propone que en la categoría de unidad fraseológica podrían entrar "refranes, proverbios, dichos, expresiones fijas, locuciones y otros enunciados formulísticos", bien sea que provengan de la "tradición o porque son creaciones nuevas que poco a poco van alcanzando popularidad entre los hablantes" (81). En el habla coloquial abundan estos formulismos, que, por ser de diversas naturalezas, han recibido diversos nombres en diferentes propuestas lingüísticas. Inmaculada Penadés, por ejemplo, con respecto únicamente a las locuciones, señala que sus dos características esenciales son la fijación y la idiomaticidad.

En segundo lugar, al hablar de coloquialismos, nos referimos a "palabras o locuciones con una carga semántico-pragmática no estandarizada que surge en el discurso informal y donde el emisor pretende que el receptor decodifique de manera efectiva todos los componentes que comprende el elemento para que el acto comunicativo se efectúe con éxito" (Andrade Preciado y Lázaro 2021).

En tercer lugar, en lo que respecta a los regionalismos, nos interesan aquí aquellos usos léxicos que se presentan particularmente en México y que, por tanto, en cualquier otra región hispanohablante corresponderían a otro hecho lingüístico, para ponerlo en palabras de Raúl Ávila. Si bien los hechos de la novela se desarrollan en dos pueblos ficcionales llamados Villa y La Matosa, es el léxico precisamente el que permite configurarlos como correlatos de pueblos mexicanos.

Finalmente, cuando hablamos de un léxico del insulto, lo hacemos desde el reconoci miento de que insultar es uno de los actos verbales en que incurrimos los hablantes, y de que la agresividad es un sentimiento innato en el ser humano. Nos referimos, así pues, a todas aquellas expresiones que se emplean con el objetivo de agredir verbalmente, de denigrar a al guien, que puede ser nuestro interlocutor inmediato, terceras personas o inclusive situaciones externas (Kornfeld; Lisowska; Gaviño Rodríguez). Además del hecho de que su aparición es frecuente en contextos coloquiales e informales, la razón de nuestro interés por los insultos también está relacionada con su influencia en la conformación de la identidad de quien los usa.

En palabras de Kornfeld, "los insultos forman parte de la identidad lingüística más ínti ma [...]. Y la identidad no se limita a lo nacional: podemos decir que cada generación tiene su propio 'estilo insultativo' y que, a menudo, los insultos de una persona caracterizan su habla" (párr. 7). De forma que el análisis de los insultos que utiliza una persona, o personaje, en el caso de Chabela, también nos lleva a la identificación de ciertas características demográficas: su nacionalidad mexicana, su pertenencia a una clase media-baja, su género o su experiencia como prostituta, por mencionar algunas de ellas. Todas estas características, pero con más fuerza las dos últimas, se ven reflejadas en un ejemplo como el siguiente: "¿Tú qué dices, Clarita? ¿Lo mando a la verga o lo sigo manteniendo, al pinche cojo culero ese? Al fin que esta es mi casa, carajo; levantada con el sudor de mis nalgas" (Melchor 112).

El estilo insultativo de Chabela no solo revela que es una mujer mexicana que ejerce la prostitución, sino que revierte algunos estereotipos socioculturales, como la idea de que es el hombre quien sostiene la economía familiar. Aquí es ella quien provee el sostén para su casa, lo que le permite cuestionarse si seguir o no con Munra, el "pinche cojo culero", según sus propias palabras.

En la Tabla 1 se ofrecen ejemplos de las cuatro estrategias mencionadas en esta sección. Por supuesto, dependiendo del análisis que se realice, las expresiones reunidas bajo una categoría también podrían estudiarse como parte de otra, o podrían al mismo tiempo tratarse de locuciones coloquiales, regionales y vulgares. Con el ánimo de mantener la organización propuesta, y de evitar confusiones y repeticiones, las expresiones se incluyen aquí en una sola categoría. Si, según el Diccionario de americanismos (Asociación de Academias de la Lengua Española) y el Diccionario del español de México (El Colegio de México), la palabra en unidad tiene un uso particular en México, se opta aquí por incluirla con prelación como regionalismo, antes que en cualquier otra categoría.

Tabla 1 Ejemplos de estrategias léxico-semánticas empleadas por Chabela] 

1. Unidades fraseológicas y locuciones Cuántas veces no me has hecho el paro a mí; O te pones ver ga o si no el dinero se lo va a gastar en pura droga; Que a los hombres así hay que tenerlos en chinga y bien ocupados; Mejor decirlo bien claro y sin pelos en la lengua y que todo el mundo lo sepa: eso de tener hijos está de la verga; Recién llegada a Villa, hasta la madre de cortar limones allá en el rancho.
2. Coloquialismos Si el chamaco está de acuerdo con todo esto, ¿verdad, mama-cita? Qué se me hace que ya está chocheando; Anda, no seas mensa; Porque Maurilio me tenía enculada con su labia; Si en ese pinche changarro no se paraban ni las moscas.
3. Regionalismos (mexicanismos) No seas culera, pinche bruja; Hace un chingo de años que no la veo pero cómo te pareces a ella; Si en ese pinche changarro no se paraban ni las moscas; Me lo desgraciaron bien gacho, Clarita; La gente luego decía que yo empecé en el talón por que él me lo exigió, pero mentiras.
4. Léxico del insulto Porque vienes de cogerte a ese cabrón, ¿no?; pero esas ca-bronas no saben agradecer nada, son unas pinches igualadas trepadoras, que se chinguen; No te me apendejes, que así son todos los hombres: unos pinches huevones aprovechados; lo único que ese cabrón tiene en la cabeza es la droga. La droga y la putería.

Fuente: Elaboración propia. Todos los ejemplos son tomados de Melchor, cap. V.

Estrategias pragmático-contextuales

Vale la pena llamar la atención sobre el hecho de que toda comunicación tiene la intencionalidad de hacer que el interlocutor comprenda nuestros mensajes y, de ser posible, que estos influyan en sus decisiones posteriores (Narbona Jiménez 1996; Briz Gómez 1998). Recogiendo los postulados de Beaugrande y Dressler, Briz Gómez recuerda que, para cumplir con su meta, la comunicación sigue unos planes que responden a principios de textualidad, eficacia, adecuación y efectividad (1998). De allí que, como hablantes, acudamos a recursos lingüísticos variados para obtener la aceptación de nuestros interlocutores, y que estemos dispuestos a pasar por alto redundancias, omisiones, incoherencias, entre otros.

A continuación, consideraremos el yo como centro deíctico, así como las estrategias de atenuación e intensificación, empleadas frecuentemente como cortesía lingüística, pese a que "más que deferencia auténtica hacia el interlocutor, persiguen con mayor frecuencia en la conversación cotidiana el propio interés del hablante" (110).

El yo como centro deíctico: "la estricta actualización en la conversación coloquial hacen del yo-aquí-ahora el centro deíctico personal, espacial y temporal" (Briz Gómez El español coloquial). En términos pragmáticos, esta configuración hace que la presencia del yo no solo sea manifiesta, sino que también intente manipular el rol que juega en el discurso de acuerdo con sus objetivos De aquí que en el discurso de Chabela (ejemplos a-c) sean tan recurrentes sus anécdotas, recuerdos y experiencias, y sea a partir de ellos que tengamos acceso a lo que pasa a su alrededor.

  1. Me llamo Chabela, dijo. ¿Y tú quién eres? [...] ¿Sabes qué? Eres igualita a Clarita, mi hermana la más chiquita. Hace un chingo de años que no la veo pero cómo te pareces a ella.

  2. Porque yo tenía catorce años cuando lo conocí, recién llegada a Villa, hasta la madre de cortar limones allá en el rancho y que mi papá se clavara todo el dinero y se lo gastara empedándose y jugándoselo a los gallos.

  3. Siempre me han tenido mala fe, todas ellas, y desde que entré a la fonda me trataron con la punta del zapato, y peor aún cuando se enteraron de que yo andaba con Maurilio (Melchor cap. V).

Atenuación: una de las funciones de esta estrategia, que a primera vista podría parecer una muestra de cortesía, tiene que ver con lograr los intereses del hablante. Así pues, a menudo la atenuación parte de una simulación de humildad por parte del hablante, con el fin de manipu lar a su interlocutor. El siguiente ejemplo constituye un acto de habla de petición, en el que Chabela, que no ha empleado diminutivos en todo su discurso hasta entonces, utiliza tres de ellos cuando le pide a la Bruja que le ayude a Norma a abortar. Si bien la Bruja le ha ayudado a este propósito en ocasiones anteriores, tanto a ella misma como a otras trabajadoras sexua les, sabe que se trata de un favor importante. De allí que adapte la forma en que formula la petición: "Vas a ver cómo enseguida te ayuda; tú nomás déjame hablar a mí: ándale, manita, hay que ayudarla, pobrecita, ¿no ves que es una pobre chamaca babosa? Dile cuántos años tienes, mamacita. Y Norma: trece. ¿Ya viste?" (Melchor 146).

Los diminutivos cumplen cuando menos dos funciones en este ejemplo: por una parte, el primero constituye una fórmula cariñosa (manita), mientras que los otros dos apuntan a convencer sobre la niñez de Norma y, por tanto, su incapacidad para ser madre. Además del uso de diminutivos, Chabela recurre a un imperativo, a frases impersonales e incluso a la aceptación de que la culpa recae en Norma, por ser una "chamaca babosa". La Bruja se resiste con el argumento de que ya es muy tarde en el proceso de gestación para intentar un aborto, pero después de más ruegos de Chabela, accede a preparar la bebida que surtirá tal efecto.

Intensificación: en el nivel sintáctico, ya apuntábamos que uno de los fines de la repeti ción es la intensificación. En el siguiente fragmento, Chabela está hablando en un tono "rea lista" sobre la maternidad. Podría decirse que está alterada y que hay un énfasis significativo en cada frase, lo cual se refleja en las repeticiones. Su motivación es convencer a Norma de que tener un hijo a su corta edad podría ser el error más grande de su vida, como lo fue para ella quedar embarazada de Luismi: "[...] y todo por la pinche jaria, no digas que no; por la pinche calentura, y por pendeja, por creer que los hombres van a ayudarte pero a la mera hora es una la que tiene que partirse la madre para sacárselos de adentro, y partirse la madre para cuidarlos, y partirse la madre para mantenerlos" (Melchor 145).

Discusión y conclusiones

En este trabajo hemos considerado el discurso directo del personaje de Chabela para el análi sis de la oralidad fingida y, a partir de este aspecto, de la construcción de su identidad. Como se ha visto, varios estudiosos de la lengua coloquial incluyen en sus propuestas factores demográficos que "favorecen el surgimiento de idiolectos y sociolectos marcados lingüística mente" (Briz Gómez El español coloquial, 100). Si estos elementos demográficos marcados condicionan cómo una persona -o personaje- usa la lengua, de manera inversa podríamos decir que el estudio de dichos rasgos en el uso de la lengua daría cuenta de su identidad. O cuando menos, permitiría llegar a ciertas afirmaciones sobre su identidad.

En el caso de los personajes literarios, el fenómeno de la oralidad fingida sería el único punto de encuentro con su "habla", de forma que es a partir de su estudio que podríamos abordar el asunto de la identidad. Como se echó de ver en el apartado anterior, las estrategias empleadas con más frecuencia en el discurso de Chabela son de orden sintáctico, léxico-se mántico y pragmático-contextual. Pese a que, con el fin de favorecer la organización, hemos presentado aquí ejemplos de forma independiente en cada una de las estrategias y categorías, es frecuente que muchas de estas estrategias aparezcan mezcladas en una sola intervención del personaje. Separarlas nos ha sido útil para llevar a cabo el análisis, pero conviene llamar la atención sobre el hecho de que un mismo enunciado puede contener estrategias de los tres tipos ya mencionados.

Por consiguiente, es la conjugación de estos elementos en el discurso oral la que per mite llegar a unas conclusiones con respecto a la identidad de Chabela. Una forma concreta de expresar estos hallazgos es volver la mirada a los factores demográficos que ya hemos discutido hasta aquí. De esta forma, sabemos con certeza, por la elección de un léxico marcado, que Chabela es de nacionalidad mexicana. Si bien hemos mencionado que Melchor se refiere a una posible correspondencia entre los pueblos ficcionales de la novela y el estado de Veracruz, esto no resta al hecho de que en la novela ha habido un proceso de ficcionalización, tanto de los lugares como del lenguaje mismo empleado. De forma que, después de la lectura, no resulta factible señalar con certeza de cuál región en particular proviene Chabela o cualquier otro personaje.

Asimismo, sabemos que está en una situación socioeconómica baja y que, tras llegar a Villa solo ha tenido dos trabajos, uno pasajero atendiendo la fonda de doña Tina y la prostitución: "La gente luego decía que yo empecé en el talón porque él me lo exigió, pero mentiras, hasta para eso era pendejo; nunca tuvo espíritu emprendedor. Yo empecé en esto de la putería sola, vaya; si a mí esa madre siempre me salió natural" (Melchor 142).

Y si bien todas estas cuestiones se narran en la novela, es decir, no las deducimos únicamente del uso del lenguaje, no es menos cierto que caracterizan y condicionan el discurso oral del personaje5. Aparecen en la elección del léxico, en los elementos retóricos a los que recurre (v. g. las comparaciones, las anécdotas), en sus estrategias pragmáticas y de contextualización, y en las estrategias sintácticas con que organiza su discurso. Del siguiente enun ciado se puede inferir, por ejemplo, que Chabela no ha tenido acceso al sistema educativo, o que, en el mejor de los casos, solo asistió a algunos años de la escuela:

[...] porque yo tenía catorce años cuando lo conocí, recién llegada a Villa, hasta la madre de cortar limones allá en el rancho y que mi papá se clavara todo el dinero y se lo gastara empedándose y jugándoselo a los gallos; hasta el día que me enteré que por acá estaban cons truyendo una carretera nueva, para conectar los pozos con el Puerto, y que según esto era una mina de oro y que había cantidad de trabajo, y yo no sabía hacer nada, nada más que cortar limones, pero igual me vine para acá yo sola (Melchor 140).

Y es ya su condición socioeconómica desde niña, creciendo en una zona rural (el rancho), sin acceso a educación, lo que la lleva a tomar las decisiones que la ubican en la posición en donde la encontramos en Temporada de huracanes.

Retomemos ahora la discusión que plantea Zárate Ortiz a partir del concepto de identidad propuesto por Charles Taylor. Estos aspectos del entorno en que ha crecido Chabela han configurado cómo se relaciona ella con los demás, a través de un uso particular de la lengua. En otras palabras, estos aspectos se hacen evidentes en el uso que hace de la lengua y dan cuenta de quién es y de cómo es. Y es que precisamente si se analiza el lenguaje que emplea Chabela al interactuar con diferentes personajes, resulta patente que su "persona" o "identidad" no es un ente monolítico, sino performativo, que se adapta a las situaciones.

Tomemos, por ejemplo, su faceta como madre. En un momento del capítulo v, Chabela expresa que la maternidad fue lo peor que le pudo ocurrir en la vida, y el lenguaje que adopta al hablarle a su hijo resulta coherente con su postura: "Qué chingados te importa, pendejo, entrometido, le gritó Chabela, con un nuevo cigarrillo en los labios" (Melchor 114). Otro es el caso cuando se trata de Chabela y sus relaciones amorosas. Al referirse al Munra, su mari do, el lenguaje es tosco y expresa desdén. En el siguiente ejemplo se hace énfasis en su falta de hombría: "Así como lo ves, ese pinche estorbo un día fue un hombre de verdá, un cabrón bien plantado, antes de que tuviera su accidente. [...] Ya tendría que haberlo mandado a la verga, ¿verdá? Cambiarlo por modelo del año, un hombre de a deveras; mira que pretendien tes me sobran, ¿eh?" (Melchor 111).

Esto contrasta con el tono adoptado por Chabela cuando mantiene una conversación telefónica con el Cuco Barrabás, su nuevo amante, de quien "todo el mundo sabía que el rubio del sombrero era narco" (Melchor 119). Aquí sus respuestas son complacientes, y no hay rastro del lenguaje vulgar que ha empleado en casi todo el capítulo V: "Mi vida, cómo estás, mi vida, estaba pensando en... Claro, afirmativo, ahorita mismo... No, no, pero ya casi llego, es que andaba... No, no te preocupes, en quince, sí" (Melchor 149).

De esta manera, vemos que el estudio del lenguaje empleado por un personaje puede aportar a la comprensión de construcciones multifacéticas, complejas y verosímiles en la literatura. Por otra parte, vale la pena retomar aquí también el hecho de que este lenguaje, en cualquier caso, es una representación de la oralidad. Ya desde el principio apuntábamos al uso de la oralidad fingida como un reflejo ideológico y político, y creemos que este, en efecto, es el caso de esta obra de Fernanda Melchor. En entrevistas, Melchor ha comentado sobre la forma en que concibió este proyecto: al utilizar un lenguaje oral y verosímil, "con influencias del lenguaje veracruzano", se proponía, si bien no una denuncia, sí "hablar del mundo en el que vivimos, del México en el que vivimos" (El Financiero Bloomberg).

Ya desde el estado de la cuestión sobre esta novela veíamos que ha recibido especial atención desde la perspectiva de la violencia. Quizá valdría la pena ahora conjugar las perspectivas de la identidad y la violencia, a fin de reflexionar, por ejemplo, sobre qué tipo de personajes recaen en mayor grado los hechos violentos de la novela, o qué tipos de violencia recaen sobre qué tipos de personajes. En este trabajo nos hemos enfocado en la oralidad fin gida en el discurso de Chabela, pero el estudio podría replicarse con cualquiera de los demás personajes.

Además, como decimos que la lengua es el lugar de interacción que permite la confor mación de identidad en el marco de una comunidad lingüística, para futuros estudios sería relevante considerar asimismo lo que se dice sobre el personaje en cuestión, bien sea por parte del narrador o de otros personajes. De esta forma, el panorama sobre la construcción de su identidad será mucho más amplio.

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* Artículo de investigación producto de la tesis doctoral en curso titulada Oralidad fingi da, traducción e identidad del personaje literario en Tempo rada de huracanes de Fernanda Melchor (FFyL/IIF, UNAM). Esta investigación cuenta con apoyo del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tec nologías (Conahcyt).

1 Melchor ha referido en entrevistas (HKW, 2019) que la idea que originó este libro se remonta a hechos reales ocurridos en un pueblo de Veracruz, sobre los cuales leyó por primera vez en prensa en el año 2010. Lo que en principio iba a ser un libro de crónica se convertiría en un libro de ficción, debido precisamente a la violencia en la región, que hizo que Melchor dejara a un lado la idea de visitar los lugares y entrevistar a las personas involucradas (cf. Rodríguez Mendoza).

2Esta propuesta de análisis de tiempo narrativo la presenta originalmente Genette en Figures III (1972).

3Aunque Chabela la concibe así cuando la ve por primera vez afuera de la casita de Luismi, la historia de Norma es mucho más compleja que eso: se escapa de casa, en otro pueblo lejano, al descubrir que está embarazada de su padrastro, con el objetivo de suicidarse en el mar. Sus planes se ven truncados y en su lugar llega a Villa. Asustada, sin dinero y sin saber qué hacer, se encuentra a Luismi, quien le ofrece comida y posada. Es en ese contexto, tras pasar la primera noche con Luismi, que Chabela y Norma se conocen.

4En esta cita de la novela, y en adelante, todo el énfasis es añadido.

5Sobre el sociolecto literario, véase Gandolfo Santonja.

Citar: Bernal Sandoval, Nathaly. "Oralidad fingida e identidad: el caso de Chabela en Temporada de huracanes de Fernanda Melchor". La Palabra, núm. 45, 2023, el4781 https://doi.org/10.19053/01218530.n45.2023.14781

Recibido: 24 de Agosto de 2022; Aprobado: 09 de Mayo de 2023; Publicado: 14 de Septiembre de 2023

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