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Revista de Derecho

Print version ISSN 0121-8697On-line version ISSN 2145-9355

Rev. Derecho  no.31 Barranquilla Jan./June 2009

 

CONFIANZA: EL RETO PARA LAS CIENCIAS SOCIALES

Juan José Plata C.*

* Economista, magíster en Antropología Social de la Universidad Nacional de Colombia jplata@colciencias.gov.co


Resumen

El artículo presenta una reflexión sobre el papel de las ciencias sociales en el mundo moderno, resaltando como los orígenes, principios y fundamentos que la sustentan, nos permiten orientar posibles soluciones en el actual conflicto social. Para lo anterior acudimos a una metodología descriptiva entre metáforas, conocimiento y desarrollo

Palabras clave: Ciencias sociales, razón, confianza, conciencia.


Abstract

The article presents a reflection on the role of social sciences in the modern world, highlighting the origins, principles and fundamentals that support it, allow us to target potential solutions in the current social conflict. To go to the above methodology between descriptive metaphors, knowledge and development.

Keywords: Social science, reason, confidence, conscience.

Fecha de recepción: 19 de junio de 2008
Fecha de aceptación:
3 de febrero de 2009


"Engañar tiene su ciencia".
Aterciopelados

¿Qué es ser colombiano?
Ser colombiano es un acto de fe.

Jorge Luis Borges. Ulrika.

"Un mundo termina cuando su metáfora ha muerto. Una época
se vuelve época, y mucho más, cuando poetas sensuales en su
orgullo inventan emblemas para el contenido del alma que dicen
los significados que los hombres jamás conocerán pero que
imágenes hechas por el hombre podrán mostrar: perece cuando
esas imágenes, aunque vistas, ya no significan nada".

Archibald Maclein

¿Cuáles son las metáforas en las que vivimos (George Lakoff, 1990)? ¿Nos permiten las ciencias sociales y las humanidades, hoy, dar cuenta de la época en que vivimos? ¿Estamos acaso viviendo un momento de transición, de una época a otra?, si esto es así, cuál es la metáfora que ha muerto?; ¿cuáles las imágenes que aunque vistas, ya no evocan ningún sentido?; ¿cuáles son las nuevas metáforas, cuáles las nuevas imágenes?

Un vocablo frecuente en uso es el de sociedad postmoderna, así como otros afines, tales como: sociedad postindustrial, postcapitalista, postguerra fría, postnacional. Sin embargo, toda esta después-logía poco nos ayuda a comprender el espíritu de la época. Luego de la euforia de los profetas del final de la historia y de la sobrevaloración del mercado, no parece tan cierto que hayan muerto las metáforas propias de la época moderna. Parece, más bien, que se acentúa la pesadilla emanada de los monstruos de la razón incubados en los sueños de Newton. Recordemos que la empresa colonial, así como la emergencia de las instituciones propias de la modernidad, en especial la del estado-nación, fueron procesos que se caracterizaron no precisamente por ser pacíficos. El advenimiento del mundo moderno está atravesado por el conflicto social, por las guerras entre pueblos, por la dominación y el sometimiento social. Y no conocemos aún todos los horrores que somos capaces de producir.

¿Qué tanta conciencia tenemos de los riesgos que afrontamos por nuestros propios errores, por nuestras cegueras? Parte, de la reflexión que me propongo hacer tiene que ver por la pregunta por el papel de las ciencias sociales. ¿De qué sirven los conocimientos propios de las ciencias sociales, si cada vez que nos proponemos orientar el cambio, por lo general, nos abocamos a la emergencia de nuevos sufrimientos, al fracaso no controlado, a la incertidumbre?

1. LAS CRISIS DEL MUNDO PRESENTE Y CIENCIAS SOCIALES

Metáforas, conocimiento y desarrollo en tiempos de incertidumbre, bien podría ser este el título de este escrito, en el que buscamos adelantar una reflexión sobre lo que significa ser humano y tener sentido de pertenencia en contextos de globalización. Buscamos, además, preguntarnos por las ciencias sociales, la pertinencia o no de sus conocimientos para sortear las incertidumbres y las crisis por las que atravesamos. Ante esto sugerimos una serie de claves para desenredar las sendas perdidas del sentido de lo público y de lo humano cuando pensamos en la condición humana en los tiempos presentes.

Siendo la primera de tales claves reconocer que si bien la razón y el cálculo racional han permitido el desencantamiento del mundo (el llamado progreso y los avances científico-técnicos con todos los consumos y las formas de vida que caracterizan hoy a Occidente) no es menos cierto que esta manera de conocer y actuar está en la base del malestar y la crisis del mundo presente.

Confiamos en la razón. Confiamos en el cálculo racional, confiamos en la ciencia, confiamos en nuestra capacidad de someter y dominar la naturaleza. Por cierto, esta confianza no fue defraudada del todo; prueba de ello son la metrópoli moderna, el ciberespacio, la posibilidad de viajes de turismo al espacio exterior, el plasma, la telefonía móvil, el automóvil, los alimentos transgénicos, las más variadas fuentes de energía y de goces asociados a artefactos nunca imaginados. De igual manera, nos enfrentamos a nuevos riesgos, a efectos no deseados: el calentamiento global, las guerras, las pandemias, el hambre en medio de la abundancia. Las promesas de la razón y de la ciencia no parecen ya tener los mismos seguidores. Sin duda, confrontamos como especie, como humanidad, retos vitales.

Lo propio del mundo contemporáneo es la incertidumbre, el riesgo y la desigualdad. Nos enfrentamos a recurrentes paradojas de lo incierto/ lo real, la contradicción es lo recurrente, el mundo de lo social es a la vez orden/desorden. Enfrentamos situaciones que demandan nuevos conocimientos, así como acciones en términos de las políticas públicas y del accionar de los ciudadanos. Empezamos a reconsiderar nuestras certezas y se empieza a reconocer que en gran medida el problema reside en la fe ciega en la razón, en el cálculo racional que termina en el sometimiento y la depredación del otro, sea este otro una persona, un animal o una cosa. En esta lógica todo tiende a caer en manos del poder. No tanto porque la razón no sea útil, sino por cuanto se ha convertido en algo externo a la condición humana que tiende a gobernarlo todo.

Esta reflexión nos trae a la mano el encuentro con la presentación del libro reciente de Edmond Wrigh, donde indica que con la Ilustración nos acostumbramos a decir que "In reason we trust" -en la razón confiamos- pero sugiere la necesidad de darle la vuelta para reconocer que "in trust we reason" -en la confianza razonamos-; de hecho es así: si no hay confianza, no es posible construir consensos para la acción consensuada. Si no hay confianza, no es posible construir las reglas del juego que regulan la vida en común. Pero, esta posición tiene implicaciones en la manera como desarrollamos y construimos nuestras maneras de conocer y ser en el mundo. La segunda posición es necesaria si reconocemos que no hay verdades absolutas, como en efecto pasa, y según lo sugiere Wrigh (2006), quien indica que "si escogiéramos el mismo pedazo del mundo, como este es, no nos hablaríamos... nos hablamos unos a otros porque asumimos cosas diferentes sobre lo mismo". Muy en concordancia con buena parte de lo que queremos presentar: los retos que confrontamos como humanidad concuerdan a la par con los nuevos retos de las ciencias sociales, si queremos que sus conocimientos sean pertinentes.

Las ciencias sociales también son hijas de la Ilustración, son parte del pensamiento ilustrado, desde la primacía del logos en Grecia se constituyen las bases para el desarrollo de las ciencias, y esto incluye a las ciencias sociales. Pero un dato importante de resaltar, la ciencia occidental no ha reconocido la influencia que en su desarrollo ha tenido la cultura islámica: los aportes del álgebra y la experimentación son sus aportes a la ciencia moderna. Modelos de formalización centrados en la matemática, la lógica y la experimentación. Escritos como el realizado por Gidenns (1985), El capitalismo y la moderna teoría social (1985), remiten de una parte a la figura de los clásicos de las ciencias sociales, Marx, Weber y Durkheim; de otra, a la concomitancia de la moderna teoría social y el capitalismo. En el libro compilado por Leal y Rey, Discurso y razón (2000), se hace una revisión de la misma relación para el caso de las ciencias sociales en el país.

La segunda clave invita a la recuperación del sentido. Los procesos de construcción de sentido, el significado que le damos a lo vivido, los sistemas de valores de una sociedad pasan por la familia, la escuela, la ciudad, los medios de comunicación. Esto por cuanto nos hacemos humanos en el conversar, en el compartir en la convivencia. No hay posibilidad de conocer sino a través de la comunicación con otros, a partir de la participación en redes conversacionales vivas como lo sugería en un artículo de nuestra autoría (Plata, 2001). Morris Bergman (2004) ha sugerido en sus obras la necesidad de reencantar el mundo, volver a unir pensamiento y acción, mito y razón, mente y cuerpo. Humberto Maturana y Francisco Varela (1990) han destacado el papel del lenguaje y la conversación en el conocimiento. Existen diversos cuerpos de conocimiento, a la vez que, diversos conocimientos sobre el cuerpo. Conocemos con todo el cuerpo es la conclusión que se entresaca de la lectura de Varela, Thompson y Rosca (1997) y de los aportes más recientes de las ciencias cognitivas. El conocimiento es ante todo estrategia adaptativa al entorno, para nuestro caso dicho entorno mantiene una continuidad desde lo biofísico a lo sociocultural. Somos a la vez seres biológicos y seres sociales con diversas expresiones culturales. Nuestra diversidad es ante todo cultural y se encuentra mediada lingüísticamente.

Paul Ricoeur (2001) al igual que Johnson y Lakoof (1980) han sugerido que vivimos en y a través de metáforas. Lo que tiene implicaciones éticas muy importantes, pues, somos responsables por lo que decimos y hacemos. Ya no es posible escudarse en otros, o en la pretendida objetividad de la ciencia. Solo a través de la conversación, de la narración de la vida le damos sentido a lo vivido. Por otra parte Emile Durkheim plantea que los seres humanos en el vivir construimos tanto relaciones (lazo social) como estrategias cognitivas diferentes. Es en este doble proceso de individualización y socialización que devenimos humanidad, a la vez que emerge la cultura. Solamente mediante tales narrativas compartidas, solamente mediante acciones sociales compartidas construimos sentido moral, construimos valores morales, asumimos posturas éticas. Bien vale recordar a Wittgenstein (1999) quien sobre estos tópicos señala como la ética es algo de lo que no se puede hablar sin caer en moralismos, la ética está implícita en lo que decimos y hacemos.

En la especie humana el proceso de socialización está mediado por la lengua, por la capacidad representativa de los seres humanos, por la posibilidad de construir consensos para la acción social. La construcción de esos consensos para la acción son posibles solamente si vivimos juntos lo suficiente; solo son posibles en los procesos de construcción cultural, en el desarrollo socialmente compartido de estrategias cognitivas. Cuando no establecemos conceptos que hagan notar la diferencia de las relaciones emergentes entre hombres y mujeres, entre docentes y dicentes, entre gobernantes y gobernados, según el sistema social en el que se construyen, y de la cual son tanto producto como proceso. De igual manera, nos dejan sin poder abordar los retos antes enunciados en relación con las implicaciones para la educación y la realización plena de los derechos humanos, cuando al mismo tiempo no precisamos las diferencias que entrañan las relaciones entre estrategias cognitivas y lazo social, según género y generación, según grupos sociales, según la cultura local y la búsqueda de valores universales, como son, la aceptación universal de los derechos humanos, los derechos de los niños, los derechos que emergen de nuestra condición humana.

La tercera clave invita a recuperar el papel de la cultura, de las metáforas y los conocimientos locales. La opción por la humanidad de la humanidad (Morin, 2006) se sitúa en el campo de la educación y la cultura. De ahí lo relevante que se torna la relación entre la educación, como mediación entre generaciones, entre profesores y alumnos, entre padres e hijos, entre gobernantes y gobernados, y los derechos humanos como reconocimiento de los valores que le damos al ser humano por el hecho de ser persona sin distinción de color de piel, grupo social o nacionalidad. ¿Qué significa reconocer que ningún ser humano puede ser utilizado como medio porque el ser humano es un fin en sí mismo? ¿Qué significa reconocer la autonomía del sujeto individual y colectivo, qué significa reconocer los derechos humanos en el devenir humanidad?

La cultura es una característica emergente del vivir juntos lo suficiente en el lenguajear, utilizo aquí ese neologismo propuesto por Maturana1. La posibilidad de una cultura gilánica parte del reconocimiento de la gravedad de la crisis, del malestar en la cultura patriarcal, malestar asociado al paradigma tecnocientífico dominante, a la ambición de poder, a la pérdida de sentido, como lo expresa Hannah Arendt en relación con la violencia y la secularización del mundo:

"No creo que el ateísmo sea un sustituto de la religión ni que pueda cumplir la misma función que esta, así como tampoco creo que la violencia pueda llegar a ser un sustituto de la autoridad. Pero si seguimos las recomendaciones de los conservadores, que en este momento tienen una buena oportunidad de ser escuchados, estoy bastante convencida de que encontraremos difícil producir tales sustitutos, que emplearemos la violencia y pretenderemos haber restablecido la autoridad o que nuestro descubrimiento de la utilidad funcional de la religión producirá un sustituto de la religión, como si nuestra civilización no estuviera ya bastante atestada de toda clase de sucedáneos y disparates".

Esta perspectiva analítica lleva a reconsiderar la manera como nos hemos acostumbrado a manejar las dimensiones espacio-temporales.

Pero, de igual modo, nos sirve para cuestionar las aproximaciones que se hacen en la indagación social, como una indagación sobre cosas y no sobre relaciones. Sobre la base de una pretendida objetividad cosi-ficamos la sociedad, las personas, los hechos sociales. Para superar esta perspectiva es oportuno aceptar con todas sus consecuencias la invitación de Norbert Elías (1920, p. 16) de "hacerse cargo de uno mismo como persona en medio de otras personas", reconocer la importancia del entramado social, y reconocer que este no es un producto dado, sino algo que emerge de la relación, siempre en permanente proceso de construcción, con elementos de permanencia y de cambio.

La cuarta clave, estar atentos a nuestras cegueras. Muchos de los errores que hoy confrontamos son errores epistemológicos; fácilmente confundimos lo denotativo con lo connotativo, nos quedamos atrapados en los hechos, las cosas y perdemos de vista los contextos, los procesos, el sentido. ¿Hasta dónde vivimos una vida con sentido? Como lo sugiere Heinz von Foerster (1994, p. 16) es menester pasar de los objetos a los procesos, pasar de los elementos a las relaciones, de lo virtual a lo virtuoso.

"El lenguaje, a raíz de su aspecto denotativo, nos seduce y nos hace buscar las propiedades de la realidad "afuera" en lugar de buscarlas dentro de nosotros. Este hábito genera a menudo complacencia; considérese, por ejemplo, que al referirnos a nosotros mismos hablamos de seres humanos. Como seres humanos que somos y no que devenimos, nada puede sucedernos. Ahora los invito a renunciar a esta autocompla-cencia de ser seres humanos y a emprender la aventura de convertirse en devenires humanos. La situación cambia muchísimo: pruébelo. Hablen de ustedes mismos como devenires humanos y observen qué pasa. La cuestión es, entonces: ¿Cómo podemos observarnos a nosotros mismos? La única manera de vernos a nosotros mismos que puedo sugerirles es verse a través de los ojos de los demás".

En este contexto debemos pensar la relación entre metáforas, conocimiento y desarrollo. La multiplicidad de crisis por las que pasamos requiere volver a poner la mirada en el conocimiento local, en la necesidad de una educación de calidad, una educación centrada en los valores más caros de la sociedad. Conócete a ti mismo. Este es el mandato básico de toda vida humana personal y grupal. De igual manera reconocemos la imperiosa necesidad de vivir plenamente, de vivir la vida con sentido, lo que nos liga sin duda a lo sagrado; de hecho ,reconocemos lo sagrado de toda vida humana. La educación en valores, en especial en la valoración y respeto a la vida humana, es primordial para devenir humanidad.

Así como se han logrado avances en las construcción de indicadores, por ejemplo, el Índice de Desarrollo Humano, también esto nos ha permitido conocer los retos sociales y los problemas estructurales que confrontan las ciencias sociales y humanas, en las preguntas y problemas a estudiar; en las situaciones a transformar en términos de conocimiento (como explicar y comprender la desigualdad social, la exclusión, las pandemias y las múltiples crisis); en los nexos que se establecen entre la investigación social y las políticas públicas o los programas de intervención y acción. Tal cual lo señala Wrigth Mills (1997) en su libro La imaginación sociológica: si entre cien uno no tiene empleo. se trata de un problema personal; pero si son diez o más, como es en la actualidad el caso colombiano, el problema es estructural y tiene que ser abordado por las ciencias sociales y humanas.

Varios son los intentos recientes de dar cuenta de la especificidad de nuestro devenir nacional, según lo veremos más adelante; en nuestro caso, nuestros dilemas sociales básicos rompen, en buena parte, con los esquemas convencionales de análisis, comprensión y solución. Pero, en general, son los nuevos rumbos globales y las nuevas tensiones las que en conjunto formulan nuevas preguntas a las ciencias sociales y humanas. Problemas como la pobreza, la exclusión social, las guerras y los crecientes conflictos (económicos, étnicos, sociales, etc.) emergen en todos los rincones del planeta. De modo tal que si bien hay especificidades en nuestro devenir social, no lo es menos que hay problemas comunes, que resaltan la necesidad de una mayor comunicación con la comunidad de investigadores a nivel internacional. Programas como el promovido por la UNESCO sobre la gestión de las transformaciones sociales (MOST) resaltan la necesidad de hacer público el conocimiento relacionado con las dinámicas sociales de tipo general y las políticas públicas, los diseños institucionales en prueba. Así, desde nuestras especificidades nacional y regional se hace necesario contribuir a la generación de conocimiento para aplicarlo a nuestras realidades, pero en conversación con la producción que sobre estos temas se da desde varias disciplinas y saberes tanto en el país como en otras latitudes.

Es bueno reconsiderar nuestros estilos de pensamiento y la manera acostumbrada de organizar nuestra vida. Preguntémonos, si sobre la base de la racionalidad instrumental nuestras vidas pueden estar inmersas, sin saberlo, en aquel error de tipo tres del que habla Javier Medina para resaltar esa pérdida de sentido, como sería el preguntarse por la mejor disposición de las sillas en el Titanic mientras este se hunde; hasta dónde lo que construimos como nuestras historias narradas compartidas o nuestras acciones sociales comunes hacen sentido, permiten vivir una vida con sentido. Esto demanda de conocimiento propio de las ciencias sociales, conocimiento sobre aquello que nos identifica. Ser colombiano implica toma de conciencia sobre lo que somos y queremos ser como nación. Colombia, decía Sousa Santos y García (2001), es un país imponderable: a) la democracia más antigua y estable de América Latina acompañada de los menores grados de autonomía; b) estabilidad macroeconómica durante muchos años que termina en la más profunda crisis del modelo productivo; c) las más viejas y nuevas formas de confrontación del establecimiento (guerrillas y narcotráfico); d) un estado del bienestar; en crisis donde no ha habido un estado del bienestar, e) una de las mayores biodiversidades del planeta acompañada de los mayores riesgos medioambientales (pobreza, guerra y narcotráfico).

En el caso colombiano varios son los ejercicios de reflexión estratégica que se han ocupado de señalar los principales dilemas sociales que enfrentamos como sociedad. Entre otros señalamos el reto de la gobernabilidad, expresado en una sociedad civil débil y en una escasa capacidad de las instituciones para garantizar la construcción de bienes públicos; el reto de la pobreza y la deuda social; el creciente deterioro del medioambiente producto de la presión sobre los recursos por pobreza, guerra y cultivos ilícitos; la difícil inserción internacional , con deterioro de los pilares que habían sostenido la economía (crisis cafetera, proceso de desindustrialización, desempleo, etc.); las dificultades de la integración nacional, las desigualdades regionales y la debilidad de las estrategias para superarlas, y nuestra precaria capacidad científica y tecnológica (Gómez Buendía, 1999). Pero a la vez nos caracteriza una solidaridad y una creatividad inimaginables. Estamos, hoy, frente al reto de construir caminos de esperanza; la crisis es tanto riesgo como oportunidad, y solamente mediante el conocimiento, solamente mediante la apuesta por el saber incorporado, solamente en los aprendizajes sociales será posible hacer ciertas las posibilidades que tenemos como nación, pero ante todo como humanidad.

La quinta y última clave es la que nos invita a construir y pensar colectivamente el futuro desde lo local con aspiraciones universales. El futuro de la especie humana se plantea hoy como dilema: ¿humanidad o barbarie? Son múltiples los signos de barbarie que hoy presenciamos en todas partes del mundo; desde las guerras sin razón, de hecho no debe haber razón para la guerra, hasta la trata de personas, la exclusión y la opresión de otros seres humanos. Pero, de igual manera, son múltiples los signos de humanidad y compasión; bien lo ejemplifica la madre Teresa de Calcuta y miles de miles de seres humanos que devienen en humanidad. Frente a los fenómenos de la globalización se dan concurrentemente manifestaciones de lo local. El riesgo que tenemos frente a nosotros, ya lo sugirió Alan Toureine en un encuentro en Medellín, es evitar la homogenización de la globalización y los encerramientos de los fanatismos. Hay que estar alertas a nuevos esencialismos, como los de la antioqueñeidad, o la huilensidad, o la costeñidad; recordemos con Nicolás de Buenaventura que lo propio debe ser hablar de manifestaciones culturales.

Reconocer en la cultura el hogar en movimiento, permite destacar ese hecho básico del lenguajear, devenimos humanos en tanto nos relacionamos con los otros (Maturana, 1992). Pero a la vez destaca esa característica de la época moderna de creciente individualización, en la que la identidad se convierte en una situación en permanente negociación (Giddens, 1995). Las relaciones entre generaciones no son otra cosa que la expresión de estos procesos de negociación. La familia, el género, la sexualidad, la crianza, el trabajo son instituciones y conceptos socialmente construidos. Por lo mismo, si se quiere avanzar en su comprensión, hay que replantearse la manera simplificada y hegemónica como a veces se tratan los hechos. Quizás sea oportuno explorar la riqueza y posibilidades de una epistemología diatópica que permita dar cuenta a la vez de fenómenos distintos, relacionarlos y tratarlos en su complejidad.

Un pensamiento capaz de asumir el reto de la paradoja de lo social, de comprender las posibilidades y los límites de la lógica, pero a la vez capaz de reconocer los retos y las dificultades que entraña el desarrollo de nuevas perspectivas. Un pensamiento crítico y reflexivo, capaz de tratar con elementos contradictorios, con imaginación suficiente para no sucumbir ante las dificultades del método. Se trata de propiciar el abandono del sujeto trascendente del método cartesiano para volver al ser humano, a la vida, a la referencia autobiográfica. Es confrontar la disyuntiva sobre si hablar en primera persona o en una hipotética tercera persona, impersonal, en aras de una supuesta objetividad2. Buscar la complementariedad entre las aproximaciones inductivas y deductivas con la abducción, la metáfora y la analogía.

En esta perspectiva la cultura dej a también de ser un universal inmutable, para configurarse en el lugar antropológico, en su perspectiva histórica, geográfica y social. Es dar cuenta de los grandes procesos, pero seguidos a través de las historias particulares. Se trata de explorar en busca de lo que Mauss denomina el hecho social total. Con el (des)cubrimiento del Nuevo Mundo, la historia se hace realmente universal. Este hecho no solo cambia la vida en el Nuevo Mundo, de igual modo se ven afectadas las vidas e imaginarios del Mundo Antiguo. Aníbal Quijano (1998) destaca que América Latina no es ajena a las aspiraciones de la modernidad, las culturas prehispánicas y sus vivencias se constituyeron en hitos iluminadores de la intelectualidad europea. La nación se construye, como es de suponer, dentro del conflicto y a partir del conflicto. Las naciones latinoamericanas se construyen sobre la base de la exclusión, en el afán de la copia, desprecian las raíces aborígenes, mestizas, negras.

¿Qué es una estrategia adaptativa en el caso de la especie humana? Evolución, adaptación, aprendizaje son vocablos que se asocian cuando se quiere dar cuenta de la permanencia y la diversidad de la vida sobre el planeta. La adaptación al medio no es un proceso en una sola dirección, es ante todo relacional3. En la especie humana el proceso está mediado por la lengua, por la capacidad representativa de los seres humanos, por la posibilidad de construir consensos para la acción social. La construcción de esos consensos para la acción sólo son posibles si vivimos juntos lo suficiente, solo son posibles en los procesos de construcción cultural, en el desarrollo socialmente compartido de estrategias cognitivas. En los procesos de contacto cultural, en las zonas de frontera, se dan los procesos de identidad y cambio. En relación con las estrategias adaptativas, los procesos sociales y los contactos culturales es necesario precisar dos conceptos: el de la asimilación y el de la exclusión. Especialmente importante cuando se quiere dar cuenta de la presencia creciente de la mujer en el ámbito de lo público.

Ante todo estamos hoy frente a la necesidad del cambio. Lo dice H.G. Wells en su máquina del tiempo: "sólo allí donde hay necesidad y necesidad de cambio se llama a la inteligencia". Y nosotros estamos frente a imperativos grandes de cambio. De una sociedad orientada a la solución de las diferencias por medio del conflicto y orientada a la ganancia inmediata se requiere pasar a una sociedad orientada al diálogo como medio de solución de las diferencias y a un desarrollo humano y social. Esto demanda esfuerzos en la educación y transformaciones en el mundo de la cultura. Devenir humanidad y tomar conciencia de la responsabilidad planetaria. Aceptar y tomar conciencia de la necesidad de la solidaridad y la comprensión de lo humano. Desarrollar los aprendizajes sociales para la convivencia, el aprender a aprender, los ajustes institucionales así como el aprecio por la vida, la comprensión y el compartir como parte de la cultura.

2. CONFIANZA: EL RETO PARA LAS CIENCIAS SOCIALES.

Una sociedad que no es capaz de generar el conocimiento sobre sí misma y el saber hacer de sus instituciones está condenada a desaparecer. Pues, como lo señala Mary Douglas (1996), las instituciones constituyen la memoria social, que son a la vez el sustrato en el que emergen las representaciones colectivas, el sentido del lugar, la pertenencia. Pero el pensar la sociedad, el pensarnos deviniendo humanidad requiere del conocimiento propio de las ciencias sociales y las humanidades. Requiere construir de nuevo confianza en el conocimiento que como científicos sociales podemos generar, requiere recuperar el sentido de las preguntas pertinentes en la investigación social y humana. Algunas notas sobre esta urgencia.

Un primer llamado de atención que es necesario mantener es la distinción y la distancia que hay del mapa al territorio, de la palabra a la cosa nombrada. El segundo, que se asocia al anterior, es el reconocimiento de la mediación lingüística que existe de la acción humana4. El lenguaje cumple así en una perspectiva cibernética tres funciones, una comunicativa, otra de intercambio de información entre subsistemas y la tercera, de coordinación de acciones. Aproximación compatible con la definición que hemos hecho de cultura como estrategia adaptativa al entorno, cultura como conocimiento. Esta, a su vez, se relaciona con el reconocimiento de la base subjetiva y local del conocimiento, que se encuentra asociada a la comunidad de dominio lingüístico, una de las cuales la constituyen los académicos en sus diferentes especialidades y dominios de saber.

En estas condiciones los retos de la investigación social son inherentes al propio objeto de indagación, pues se trata de un juego bien peculiar, como diría Alicia al referirse al juego de croquet con la reina, un juego en el que los investigadores son a la vez parte del mismo. Además, hemos de recordar que como en todo juego son los jugadores quienes crean y convienen sus propias reglas. Así se puede plantear que el fin de la investigación social es comprender la sociedad, o, como otros sugieren, se puede asumir que su finalidad más allá de interpretar sea la de transformar la sociedad.

Heinz von Foerster plantea que según optemos por una de dos posturas epistemológicas, construiremos tanto relaciones (lazo social) como estrategias cognitivas diferentes. No da lo mismo asumir que uno es parte del mundo, y cambiar concomitantemente con él, a asumir que uno está aparte del mundo, en un lugar privilegiado para observar y dar cuenta de las cosas. En el segundo de los casos se asume la posición positivista en ciencia, que considera que vivimos en un mundo de cosas, y que los científicos descubren la verdad. En el primero, por el contrario, existe el reconocimiento de que el mundo del conocimiento es un mundo construido, que la realidad no se descubre: se inventa. Que como lo dice Wittgenstein (1999), la ética es algo de lo que no se puede hablar sin caer en moralismos, la ética está implícita en lo que decimos y hacemos.

Hoy se abren debates muy importantes alrededor de la necesidad de un nuevo contrato de la ciencia, que señale lo inadecuado de hablar de ciencia como un método único, una manera única de producir conocimiento, para destacar la diversidad de caminos a través de los cuales se genera el conocimiento así como la indicación categórica de que todo conocimiento es local, todo saber es situado. Se destaca la diferencia, la necesidad de reconocer la importancia de los contextos locales y globales en la generación, apropiación y uso del conocimiento. En buena parte se abandona el sueño hegemónico de la razón. Se destaca hoy la preocupación por las implicaciones éticas, estéticas, culturales, de género y ambientales de la investigación.

Abordar el tema de la investigación social pertinente es remitirse a la moderna torre de Babel. Hablar de investigación social de segundo orden es abordar el tema de las posibilidades de conversación entre distintas culturas. Pero, necesariamente, hay que decir que no es posible asumir a la cultura en nuestros días como algo dado, acabado, que se tiene por adscripción. La cultura es una característica emergente del vivir juntos lo suficiente en el lenguajear, utilizamos aquí ese neologismo propuesto por Maturana. Si el conocimiento es de igual manera estrategia adaptativa al entorno, entonces la investigación intercultural debe, entre otras cosas, tratar de poner en comunicación diversos mundos de experiencia, diversas redes conversacionales.

Reconociendo las limitaciones en este tema, nos atrevemos a proponer tres retos para la investigación social reflexiva:

El primero es el propio reto del reconocimiento mutuo de las distintas culturas académicas en nuestro medio, y la apertura para la investigación y la comunicación alrededor de las necesidades de conocimiento en contexto que requiere nuestra sociedad.

Como lo ha sugerido Inmanuel Wallerstein (2000), se hace necesario repensar la reorganización de las instituciones universitarias pero, ante todo, el de los nuevos campos del saber. Dogan (1997) lo dice de otra manera; según este autor es necesario propiciar "el resquebraj amiento de las murallas disciplinarias para que se comuniquen las especialidades".

Este reto prodríamos expresarlo como la necesidad de promover la inter y la transdisciplinariedad, actividad en la que UNESCO ha manifestado un particular interés. Debemos resaltar la emergencia de revistas especializadas en este tipo de temas que no se pueden adscribir a una sola disciplina, como pueden ser temas sobre: a) resolución de conflictos; b) estudios sobre la familia; c) jóvenes; d) desarrollo; e) género. En estos temas es más probable que se comuniquen entre sí investigadores de varias disciplinas interesados en los temas antes que se comuniquen con sus pares disciplinares.

Adicionalmente resaltamos en el estudio la emergencia de nuevos campos, como el de los estudios de área, que obedecen más a las necesidades del centro de conocer qué está pasando en áreas geográficas; surgen entonces los centros académicos dedicados a estudios asiáticos, o africanos, o estudios latinoamericanos y emergen nuevas propuestas desde el Sur. Así mismo quisiéramos destacar los retos que a la investigación social proponen nuevos hechos sociales, como los generados por el movimiento social de las mujeres, que en términos de la investigación social se expresa en las investigaciones con perspectiva de género. O los retos propuestos por los recientes avances en ciencias básicas sobre estudios de complejidad, matemáticas de caos y geometría de fractales que han incidido sobre la investigación social.

El segundo reto, y quizá uno de los más vitales, es lograr la integración entre el mundo de la academia y el mundo de la vida, el reto planteado en el pasado por Orlando Fals Borda como el de la investigación-acción y que, de alguna manera, se refleja en los supuestos que se debaten hoy cuando afirmamos que todo conocimiento es situado, que se hace necesario globalizar lo local y localizar lo global.

Desde una de las perspectivas de la ética, acogidas por la declaración de la UNESCO en Budapest, la construcción de la(s) sociedad(es) del conocimiento implica la disminución de la brecha entre países. Lo que no significa en modo alguno la búsqueda de la homogenización, sino, todo lo contrario, la reivindicación de la especificidad desde donde cada sociedad provee esa función esencial del conocimiento sin la que no es posible su permanencia. Significa trazar estrategias que nos permitan superar viejas concepciones y prácticas según las cuales unas sociedades generan el conocimiento y otras las aplican, significa aceptar el reto de la diversidad de saberes.

El reto del diálogo entre saberes también implica construir un diálogo más descentrado, promover la comunicación y los esfuerzos conjuntos que generen la capacidad de producir y apropiar conocimiento entre los países del Sur y su interlocución con los países del Norte en pie de igualdad. De igual manera significa la posibilidad de comunicación entre la academia y las comunidades. Entre los investigadores y los tomadores de decisiones. Esta necesidad puede allanarse mediante el fortalecimiento de las capacidades de generación y apropiación social de conocimiento en regiones próximas por su legado histórico, cultural, natural, dinámicas económicas y productivas.

Este reto no podemos abordarlo sin antes reconocer que las comunidades también generan conocimiento. Las comunidades tradicionales indígenas, campesinas o de pescadores así como las conformadas por habitantes urbanos han desarrollado estrategias adaptativas al entorno, formas de hacer y saber. Es a este tipo de diálogo que convoca la investigación-acción. El diálogo entre ciencia y vida, entre academia y comunidades. Diálogo permanente entre pensamiento y acción.

El tercer reto, el diálogo intercultural, nos plantea el desarrollo de la Constitución colombiana de 1991 para hacer efectivo el reconocimiento a la diversidad étnica y cultural; es el reto de la generación del conocimiento pertinente en contextos de multiculturalismo y de diversidad de manifestaciones étnicas, de grupos sociales y de saberes. Es el reto de comunicación mayor que engloba los anteriores; o los retos para vivir juntos como diría Alan Tourine; o los retos de la unidad en la diversidad, de la conciencia planetaria, de la ética de la vida y la condición humana, en palabras de Edgar Morin.

En términos de investigación son los retos que implica asumir el conocimiento para la vida, conocimiento con sentido y pertinente, conocimiento construido en los procesos de comunicación intercultural. ¿Cómo comunicar el proyecto de vida de las comunidades indígenas y la ciencia normal? ¿Cómo innovar en lo conceptual y en lo metodológico? ¿Cómo comunicar el sentido común con la indagación científica? ¿Cómo relacionar la vida y la ciencia? ¿Cómo hacer del conocimiento factor de inclusión y desarrollo humano y social?

Una ética dialógica, centrada en redes conversacionales vivas, en el legítimo reconocimiento del otro debe ser la base de la educación para la sociedad del futuro. El diálogo y la comprensión son necesarios para el pleno ejercicio de los derechos humanos. Callar al otro es matarlo. Buena parte de la soledad, de la pérdida de calidad de vida en muchas sociedades tiene que ver con la reducción al silencio, a la incomunicación.

La libertad, la fraternidad y la igualdad siguen siendo aspiraciones propias de la vida moderna tanto como los derechos humanos de primera, segunda y tercera generación. Entre estos últimos tenemos los derechos socioculturales y económicos que hemos plasmado en la Constitución del 91 entre los que se destacan el derecho a la educación, la ciencia y la cultura. Está en la ética pública hacer que tales derechos se expresen plenamente en nuestra sociedad. Optar por la humanidad frente a la barbarie implica transformar las prioridades educativas, comunicativas y éticas de nuestra sociedad. Implica apostarle al diálogo y la comprensión. Apostarle al conocimiento y a la vida. Apostarle al amor y la solidaridad.

"Los dioses poseen la certeza, pero a nosotros como
hombres nos ha sido dado sólo conjeturar".

Alcmeón


Notas

1 Maturana define cultura del siguiente modo: "Una cultura es una red de coordinaciones de emociones y acciones en el lenguaje que configura un modelo particular de entrelazamiento del actuar y el emocionar de las personas que la viven. Yo llamo conversar, aprovechando la etimología latina de esta palabra que significa dar vueltas juntos, al entrelazamiento del lenguajear y el emocionar que ocurre en el vivir humano en el lenguaje. Más aún, mantengo que todo quehacer humano ocurre en el conversar, y que todas las actividades humanas se dan como distintos sistemas de conversaciones. Es por esto que también mantengo que, en un sentido estricto, las culturas como modos de convivir humano en lo que hace lo humano, que es el entrelazamiento del lenguajear y el emocionar, son redes de conversaciones. Y es también por esto mismo que mantengo que las distintas culturas, como distintos modos de convivencia humana, son distintas redes de conversaciones, y que una cultura se transforma en otra cuando cambia la red de conversaciones que la constituye y define". Prólogo al libro de Riane Eisler. 1991 El cáliz y la espada. Editorial Cuatro Vientos, Chile.

2 Como lo señala Víctor Turner referenciado por Rosaldo opus cit. "Con humor más político Turner continúa diciendo que las etnografías al estilo antiguo dividen sujeto de objeto y presentan otras vidas como espectáculos visuales para el consumo metropolitano. 'El dualismo cartesiano', explica, 'insiste en separar el sujeto del objeto, a nosotros de él. Ciertamente ha interpretado a los mirones del hombre occidental, exagerando la perspectiva mediante instrumentación macro y micro, como los mejores para aprender las estructuras del mundo con miras a su explotación'. Así, Turner, conecta la 'mira' de la etnografía con el 'Yo' del imperialismo", página 48.

3 Como indica G. Bateson. "Si la repetida experiencia de cierto tipo de contexto muestra que cierto tipo de respuesta da regularmente buen resultado, esa respuesta se vuelve habitual y se da una economía de proceso mental, por la cual la respuesta habitual puede darse inmediatamente sin invertir en el esfuerzo de ensayos y errores internos y externos, que serían necesarios si se afrontara la situación como si fuese desconocida. El fenómeno del hábito es un atajo económico que conduce a la adaptación. Deja en libertad, para resolver otros problemas, aquellas partes de la mente que son más flexibles, y que son, si ustedes quieren, los órganos de la conducta adaptativa". En: Una unidad sagrada, Ed. Gedisa, página 150.

4 Norbert, E (....) "Los objetos más corrientes de nuestra vida cotidiana como botones, camisas, escaleras y bicicletas necesitan una representación simbólica regularizada para que podamos comunicarnos sobre ellos. De hecho, todo lo que no está representado simbólicamente en el idioma de una comunidad lingüística no es conocido por sus miembros: no pueden comunicarse entre sí sobre ello".


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