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Prospectiva

versão impressa ISSN 0122-1213versão On-line ISSN 2389-993X

Prospectiva  no.35 Cali jan./jun. 2023  Epub 22-Dez-2022

https://doi.org/10.25100/prts.v0i35.12207 

Artículos

La vida familiar y afectiva de estudiantes de Trabajo Social de la Universidad del Valle durante la pandemia y el confinamiento por la COVID-19 en Colombia. Impactos y afrontamientos

Family and emotional life of the Social Work students at the Universidad del Valle during the pandemic and confinement due to COVID-19. Impacts and coping

Alba Nubia Rodríguez-Pizarro1 
http://orcid.org/0000-0003-1055-9636

Jesica Alexandra Vargas-Chate2 
http://orcid.org/0000-0002-5078-5542

Ginna Catalina Acevedo-Vargas3 
http://orcid.org/0000-0002-0586-0750

Andrea Ortega-Arenas4 
http://orcid.org/0000-0002-8461-8195

1 Universidad del Valle. Cali, Colombia. Correo electrónico: alba.rodriguez@correounivalle.edu.co

2 Estudiante de Trabajo Social en la Universidad del Valle. Cali, Colombia. Correo electrónico: jesica.vargas@correounivalle.edu.co

3 Estudiante de Trabajo Social en la Universidad del Valle. Cali, Colombia. Correo electrónico: ginna.acevedo@correounivalle.edu.co

4 Estudiante de Trabajo Social en la Universidad del Valle. Cali, Colombia. Correo electrónico: andrea.arenas@correounivalle.edu.co


Resumen

En este artículo se presentan los resultados de la investigación realizada en la asignatura de Diseño etnográfico de la carrera de Trabajo Social de la Universidad del Valle, sobre los impactos de la pandemia y el confinamiento por la COVID-19 en los ámbitos de vida familiar y erótico-afectivos de estudiantes de trabajo social de la Universidad del Valle. La investigación realizada tuvo un enfoque descriptivo a partir de una metodología cualitativa. Se muestra cómo en estos ámbitos ocurrieron violencias en los procesos de interacción social entre quienes confluían en una unidad doméstica. De igual manera, se exponen los afrontamientos que se desplegaron en los tres ámbitos mencionados. Así, este artículo aporta al conocimiento de las múltiples afectaciones provocadas por la pandemia y el confinamiento en personas jóvenes, estudiantes universitarios, sus experiencias vividas y cómo desplegaron distintas estrategias para enfrentar dichas afectaciones. Entre los hallazgos están los altos impactos en la convivencia de las familias, la pérdida de las interacciones físicas entre parejas y la aparición y profundización de situaciones de violencia.

Palabras clave: Violencias; Vida familiar; Relaciones erótico-afectivas; Impacto de la pandemia; Afrontamientos

Abstract

This article presents the results of the research carried out on the subject of ethnographic design of the Social Work career in the Universidad del Valle, Colombia, on the impacts of the pandemic and confinement by COVID-19 in the areas of family life and erotic-affective behavior students of social work of the University. It shows how in these areas’ violence occurred in the processes of social interaction between those who converged in a domestic unit. In the same way, it describes the coping strategies that were deployed in the three areas mentioned above.

The document is structured in five sections: initially, general comments are presented on the research carried out; then, the methodology with which the investigative process was carried out; thirdly, the theoretical references; then the findings and finally the conclusions. Thus, this article contributes to the knowledge of the multiple affectations caused by the pandemic and the confinement of young people, university students, their experiences, and how they deployed different strategies to address these affectations. Among the findings are the high impacts on the coexistence of families, the loss of physical interactions between couples, and the emergence and deepening of situations.

Keywords: Violences; Family life; Erotic-affective relationships; Impacts of the pandemic; Coping

1. Introducción

El virus SARS-CoV-2 comenzó a expandirse en el 2019 en Asia y llegó a Colombia a principios del 2020. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020), la COVID-19 es la enfermedad causada por este coronavirus, se propaga por medio de aerosoles y partículas expulsadas por alguien contagiado y se puede transmitir por contacto directo con la persona contagiada. Por tanto, para atender la situación, el gobierno nacional decidió adoptar medidas de contención (distanciamiento social y aislamiento preventivo) para evitar la propagación del virus. Estas medidas implicaron transformaciones en la vida cotidiana y en las interacciones sociales: la pandemia en la ciudad de Cali, disparó los niveles de trabajo informal, registrando el alza más alta, de 47.5% a 50.7% entre el año 2019 y 2020 (Amaya, 2020); el desempleo juvenil también se agudizó en la pandemia aumentando 10 puntos porcentuales entre febrero 2020 y febrero 2021 (Mora, Herrera, y Álvarez, 2022); las mujeres han sido un grupo poblacional afectado por la pandemia, pues asumieron protagónicamente el trabajo doméstico durante el confinamiento y sufrieron más de violencia familiar (Gómez, 2020). En este contexto surgió el interés por comprender las experiencias de estudiantes (hombres y mujeres) de Trabajo Social de la Universidad del Valle, Cali y reconocer éstas en sus diferencias en el marco de una investigación formativa del curso de Diseño etnográfico. Esto sucedió en el segundo semestre del 2021.

Así, las y los estudiantes en sus unidades domésticas vieron afectadas sus dinámicas de la vida diaria y sus diferentes ámbitos personales al tener que convivir de manera constante en un mismo lugar de residencia. Además de desarrollar actividades diarias a través de la copresencia on-line, entendida, según Pires, Vilasís-Pamos, Álvarez-Cueva y Anglada-Pujol (2020) como una serie de prácticas “que permiten la socialización entre personas que pueden estar ubicadas físicamente en distintos lugares pero que, al mismo tiempo, hacen uso de tecnologías y plataformas digitales para comunicarse y realizar actividades sincrónicas” (p. 58), y que logran generar un sentimiento de presencia como el que se da al compartir un espacio físico. En suma, la pandemia y el confinamiento impusieron medios para nuevas formas de interacción consigo mismos/as, con el medio social y entre las familias, donde la convivencia sostenida en el tiempo y en un mismo lugar, dio paso a la resignificación de espacios; es decir, a nuevas formas de habitar el entorno y de relacionarse con las personas.

El tema del proyecto se escogió en medio de un proceso de reflexión sobre las limitaciones impuestas por la pandemia y el aislamiento para realizar una investigación formativa con metodología cualitativa. Con todo el grupo se decidió escoger un problema de investigación que se pudiera desarrollar con herramientas tecnológicas y que, además, les comprometiera íntima y emocionalmente. Así, se eligió investigar las estrategias de afrontamiento para mejorar las situaciones problemáticas o tensiones que se generaron a causa de la pandemia y el confinamiento por la COVID-19 con estudiantes de tercero, cuarto, sexto, octavo y décimo semestre de Trabajo Social.

En este artículo se presentan algunos hallazgos del proyecto de investigación realizado entre las y los estudiantes de trabajo social, con relación con tres dimensiones de las siete observadas y analizadas en las técnicas implementadas1: la vida familiar, las relaciones erótico-afectivas y las violencias. Se escogieron éstas con base en la categoría de unidad doméstica, pues se encontró una conexión de hallazgos en relación con ésta.

De acuerdo con el punto de partida se presentan los impactos en los aspectos señalados y las estrategias de afrontamiento. Al respecto, es importante señalar que este artículo se construye con base en la investigación realizada, partiendo del proyecto, las entrevistas, los cierres parciales, grupos focales, sus análisis, y el informe final. Así, el documento se estructura en cinco apartados: inicialmente, se presentan comentarios generales sobre la investigación realizada; a continuación, la metodología con la que se realizó el proceso investigativo; en tercer lugar, los referentes teóricos; seguidamente, los hallazgos y finalmente las conclusiones.

2. Metodología

El Trabajo Social en su devenir histórico se ha destacado por contribuir a caracterizar, comprender y acompañar la transformación de situaciones y problemáticas sociales junto con las y los participantes implicados en estas. Por consiguiente, la construcción de los hallazgos del presente artículo se basa en la información obtenida en la investigación empírica y el análisis sustentado en construcciones teóricas a partir del paradigma hermenéutico. La pertinencia de investigar sobre los impactos y estrategias de afrontamiento a causa de la pandemia y el confinamiento por la COVID-19, radica en la importancia de visibilizar y reconocer las construcciones de sentido que hicieron el grupo de estudiantes de Trabajo Social sobre sus experiencias.

En ese sentido, la investigación realizada tuvo un enfoque descriptivo a partir de una metodología cualitativa. Por tanto, se describen los impactos y afrontamientos a partir de las voces, las realidades y los significados que las y los estudiantes reconocieron. El interés de la investigación estuvo dirigido por la manera en que “el mundo es comprendido, experimentado, producido por el contexto y por los procesos; por la perspectiva de los participantes, por sus sentidos, por sus significados, por su experiencia, por su conocimiento, por sus relatos” (Vasilachis de Gialdino, 2006, p. 29). Como también por las motivaciones, actitudes, sentires, vivencias, entre otras de este grupo de estudiantes. Es así como la investigación estuvo orientada por la pregunta: “¿Cuáles son los impactos de la pandemia y el confinamiento provocados por la COVID-19 y las estrategias de afrontamiento identificadas por las y los estudiantes de Trabajo Social de la Universidad del Valle, matriculados en el periodo 2020-2021 sede Meléndez, en los ámbitos de lo económico, la vida familiar, la vida académica, la salud mental, las relaciones erótico-afectivas, los desplazamientos y las violencias?”2

En la investigación participaron 27 estudiantes de la asignatura Diseño Etnográfico3 del Programa de Trabajo Social de la Universidad del Valle. El estudio se realizó con 55 de los estudiantes de Trabajo Social de la Universidad del Valle, sede Meléndez, matriculados en el segundo semestre del año lectivo 2021 (febrero-junio). Este grupo de estudiantes pertenecían a diferentes semestres: tercer semestre, 13 personas; cuarto, 10 personas; sexto, 16 personas; octavo, 11 personas y décimo, 5 personas. El grupo investigador decidió optar por un tema con el cual se sintieran identificadas e identificados; es decir, eligieron una realidad de la que hacen parte (confinamiento por la COVID-19 y ser estudiantes de Trabajo Social en la misma universidad). La emergencia sanitaria implicó que las clases se trasladaran a la Presencialidad asistida por medios tecnológicos (PAT)4, es decir, de la universidad al lugar de residencia de las y los estudiantes por medios virtuales. Por tanto, se optó por realizar una investigación con personas con quienes se tuviera mayor posibilidad para interactuar y llevar a cabo el proyecto, además del interés que se señaló en el párrafo anterior.

En su momento, las y los estudiantes participantes tenían edades comprendidas entre los 18 y 35 años, con procedencia de ciudades como: Cali (48), Cartago (1), Jamundí (1), Dagua (1), Florida (1), Choachí-Cundinamarca (1), Caldono-Cauca (1), Caquetá (1). En cuanto a la identidad de género 13 personas se identificaron con el género masculino y 42 con el femenino. Respecto a la pertenencia étnico-racial: 16 personas (mujeres y hombres) se autorreconocieron como mestizas, 31 personas (mujeres y hombres) no se identifican con ningún grupo étnico-racial, 6 mujeres son afrodescendientes, un hombre indígena y una mujer que se autoreconoce como campesina. Los estratos socioeconómicos del grupo de estudiantes oscilan entre el estrato uno al cuatro, siendo el estrato dos y tres los predominantes. Sobre el estado civil solo una persona manifestó estar casada, una en unión libre y 20 solteras y solteros. En virtud de todo lo anterior, en adelante se continúa con el determinante gramatical genérico: la, el, las, los, alguna/as, alguno/s, etc.

En este artículo se abordan los resultados de la participación de las y los 55 estudiantes en el proyecto: 20 participaron en las entrevistas semiestructuradas y 35 en los grupos focales; estos espacios tuvieron como criterio que fueran 2 entrevistados/as por semestre y entre 5 y 8 personas el grupo focal; y así, las y los estudiantes decidieron participar en la técnica en la que tuvieran interés y se les facilitara por su disponibilidad horaria. La entrada a campo se realizó con la selección de la muestra a través de “saloneos”5 virtuales en los que se convocó a las y los estudiantes por medio de la presentación de un volante que incluía la información sobre el proyecto. Así mismo, se creó una cuenta de Instagram para informar a las personas sobre el avance de este. Además, se les pidió a las personas interesadas en participar que llenaran un formulario, con el cual se obtuvieron los datos de contacto de las personas participantes. En cada momento de la investigación se planteó un contrato comunicativo y de consentimiento informado en el que se habló de la confidencialidad de los datos y el permiso para que la voz de quienes participaran se incluyera en los escritos derivados del proyecto.

El desarrollo del proyecto de investigación estuvo asistido por diferentes medios y tecnologías de la comunicación y programas virtuales, atendiendo a las medidas de bioseguridad decretadas por el gobierno nacional para evitar el contacto físico-personal. Esto facilitó la participación del grupo de estudiantes a lo largo de todo el proceso. Asimismo, los medios tecnológicos contribuyeron a la organización del equipo de investigación por medio de chats de WhatsApp, videollamadas por Google Meet y documentos en Google Drive para coordinar los encuentros con las y los participantes.

De este modo, se emplearon técnicas dialógicas individuales como las entrevistas semiestructuradas, y dialógicas colectivas como los grupos focales, ambas técnicas de carácter conversacional. En total se realizaron diez entrevistas semiestructuradas individuales (dos por cada semestre participante). El instrumento se diseñó con base en las siete categorías de análisis previas que surgieron de los objetivos específicos; esto no impidió el surgimiento de categorías emergentes como los emprendimientos como estrategia de afrontamiento, los impactos de ser estudiante en prácticas profesionales (últimos semestres) y el paro nacional. En suma, la implementación de las técnicas se dividió en dos momentos: en el primero, se aplicaron técnicas individuales cualitativas, para esto se realizaron entrevistas de pilotaje; en el segundo, se realizaron entrevistas definitivas para reconocer categorías emergentes con las participantes.

Con los cinco grupos focales como técnica colectiva, se buscó comprender percepciones, actitudes, creencias y prácticas. Esto permitió contrastar las construcciones de sentido sobre las realidades individuales y llegar a conclusiones colectivas sobre las violencias experimentadas en la vida familiar y las relaciones erótico-afectivas, en relación con las dinámicas de copresencia que se encontraron al conectar estas tres categorías y los hallazgos sobre impactos y estrategias de afrontamiento.

El proceso de análisis de la información se hizo a partir de cierres parciales de cada una de las entrevistas6, en las que a la luz de la teoría y de los objetivos se analizaron los aspectos de cada categoría que se presentaron en cada una de las entrevistas: las afectaciones a la vida del participante y los recursos con los que cuentan para enfrentar estas situaciones. En cuanto a los grupos focales, se organizaron los datos de cada tópico en conclusiones que fueron socializados al final de cada sesión. Esto permitió analizar la información obtenida en cada eje temático abordado. La información obtenida en los grupos focales se comparó con aquella obtenida en las entrevistas, y con ello se hizo un análisis de contenido final7 en el cual se recogieron todos los aspectos relevantes para la construcción del informe.

3. Referentes teórico-conceptuales

Como ya se mencionó, en este artículo se abordan los resultados correspondientes a los ejes de: la vida familiar, desde la convivencia en una unidad doméstica, las relaciones erótico-afectivas desde las relaciones de pareja e intimidad, y las violencias en el marco de la convivencia familiar. Para ello, se asumen aproximaciones teóricas a partir de los impactos y estrategias de afrontamiento que reconocen ser estudiantes en el marco de la pandemia por la COVID-19. A continuación se presentan referentes de cada uno de los ejes y de las categorías transversales de impactos y estrategias de afrontamiento.

3.1 Impactos y estrategias de afrontamiento durante la pandemia y el confinamiento por la COVID-19

Con la llegada de la pandemia causada por la COVID-19 se implementaron regulaciones que limitaron la manera en la que se vivía, las y los estudiantes se enfrentaron a cambios en distintas dimensiones de sus vidas que fueron impactadas por la situación, ellas fueron: la formación académica, la organización familiar, las relaciones en la familia, las relaciones erótico-afectivas, las violencias, entre otras dimensiones. Los impactos implicaron cambios que generaron en las y los estudiantes reacciones como la intranquilidad, incertidumbre, desconcierto, pero también oportunidades. Por ello se afirma que la pandemia por la COVID-19 y el aislamiento en la investigación es significado y por ende afrontado de distintas formas dependiendo del contexto de las personas que lo experimentan. Así pues, las categorías de impactos y estrategias de afrontamiento son de necesaria conceptualización ya que se identificó su carácter transversal a lo largo de todas las dimensiones que serán abordadas.

El concepto de impacto es uno de los principales en la investigación pues es transversal a todas las categorías de análisis. Libera-Bonilla (2007) menciona que un impacto es el término usado para designar los efectos que tiene un acontecimiento sobre un medio. Es decir, los impactos son cambios, consecuencias que pueden ser favorables o desfavorables e implican un antes y un después.

El concepto de afrontamiento suele ser usado para referirse a la adaptación de las personas a situaciones estresantes. Así, desde la perspectiva de los autores Avery Weissman y William Worden citados en Vargas-Manzanares (2009), el afrontamiento es lo que “hace un individuo ante cualquier tipo de problema percibido para conseguir alivio, recompensa o equilibrio” (p. 30). Por otro lado, desde Lazarus y Folkman (1986, citados en Pérez-Molina y Rodríguez-Chinchilla, 2011) se definen las estrategias de afrontamiento como “herramientas o recursos que el sujeto desarrolla para hacer frente a demandas específicas, externas o internas. Estos recursos pueden ser positivos al permitirles afrontar las demandas de forma adecuada, o negativos, y perjudicar su bienestar biopsicosocial” (p. 21). Según lo planteado por estos autores, este concepto puede entenderse como la forma en que las personas afrontan una situación y depende de los recursos disponibles para poder enfrentarlo.

De esta manera, las estrategias de afrontamiento se definen como el conjunto de recursos que una persona puede utilizar para resolver, mejorar o evitar las situaciones problemáticas que le ocurren y así reducir las tensiones que se generan. Partiendo de lo anterior, el interés en las dimensiones de la vida familiar, las relaciones erótico-afectivas y las violencias, surge de la lectura hecha a partir de los resultados del proyecto de investigación, ya que se encontraron hallazgos interesantes en torno a cómo la pandemia causada por la COVID-19 y el confinamiento, causaron impactos en distintos temas dentro de dichas dinámicas y a su vez las y los estudiantes manifestaron una variedad de estrategias para hacerle frente a estos impactos.

3.2 La vida familiar desde la convivencia en una unidad doméstica

La situación pandémica también afectó la dimensión familiar de las personas; fue con el grupo social primario con quien se compartió el confinamiento y con ello el traslado de todas las actividades rutinarias a un mismo lugar de residencia. Al mismo tiempo, el confinamiento significó barreras físicas con otros grupos poblacionales, generando y agudizando conflictos de orden económico, político y social. Teniendo en cuenta que la pandemia y el confinamiento a causa de la COVID-19 fueron acontecimientos inesperados y que cada grupo familiar vivía un momento distinto, los impactos se diferencian según lo que venía sucediendo previamente en cada familia y unidad doméstica.

Según los planteamientos de Bourdieu (1994) la unidad doméstica es considerada como un “agente activo, dotado de voluntad, capaz de pensar, de sentir y actuar y fundada sobre un conjunto de presupuestos cognitivos y de prescripciones normativas concernientes a la manera correcta de vivir las relaciones domésticas” (p. 128); es el universo donde confluyen las leyes corrientes del mundo económico.

En este sentido, en este artículo se asume a la familia como base de la reproducción cotidiana de las unidades domésticas en tanto dimensión simbólica. La familia se entiende como una construcción sociocultural, que tiene un lugar primario en la organización social, compuesta por jerarquías y relaciones de poder entre sujetos unidos por vínculos de matrimonio, consanguinidad, adopción o filiación, que pueden compartir o no un espacio físico (Zonabend, 1988). Los ámbitos social, político, religioso y cultural en los que se desarrollan las personas, proporcionan condiciones de vida y construcciones de sentido sobre la realidad, que son interpretadas, transformadas y significadas por los integrantes de cada familia, a través de sus experiencias y vivencias desarrollando con ello un intercambio con el entorno y co-construyendo su identidad familiar (Heritiere, 2001).

Así, a partir de los planteamientos Duch y Mélich (2009) -que derivan en una perspectiva histórico-social de lo que es la familia- y Heritiere (2001) -que desarrolla una perspectiva antropológica-cultural de la misma-, se comprende a la familia como un grupo que está en constante cambio, dado que su sentido de ser varía de acuerdo con su estructura y función dentro de una sociedad concreta, reflejada en la convivencia.

Como una unidad económica de producción y de consumo, la familia es un grupo privilegiado del ejercicio de la sexualidad entre compañeros autorizados, para cuyo establecimiento y sus diversas composiciones es fundamental la variedad de reglas y normas (Duch y Mélich, 2009). Así, la familia tiene un efecto político y su función se basa en la reorganización social con base en la trayectoria de vida de sus integrantes. De manera que es una institución que tiene como fin generar capital, ser flexible y resistente para su adaptación a los cambios que conlleva la sociedad a la que pertenece (Heritiere, 2001).

Como situación externa, la pandemia y el confinamiento implicaron cambios en las relaciones familiares instalando “una dinámica mundial y cotidiana distinta a la preexistente, se fusionan lo público, lo privado, lo familiar y lo íntimo, configurando espacios quebradizos, que exacerban las vulnerabilidades” (Palacio, 2021, citado en Suárez-Barros et al., 2022, p. 37). Estas vulnerabilidades relacionadas con todas las dimensiones del ser humano generaron cambios en las formas de habitar y relacionarse con el mundo. Algunas se reflejan en los conflictos que surgen en el intento de organización que realizan integrantes de las familias para el uso de espacios en un mismo lugar de residencia, pues las rutinas diarias se vieron afectadas dando lugar a situaciones estresantes (Suárez-Barros et al., 2022).

En la investigación realizada por Díaz-Leyva (2021) sobre los efectos psicosociales de la pandemia en la familia, se sitúa la ansiedad, la depresión, el estrés, la angustia económica, síntomas psicosomáticos y la violencia doméstica como efectos más recurrentes en la convivencia familiar. Estos efectos “se ven acrecentados por las pérdidas físicas, económicas y materiales que originó la pandemia, el temor al virus y las normas del gobierno para disminuir su transmisión” (p. 153). En Colombia, la pandemia como crisis se sumó a la inestabilidad sociopolítica después de las protestas masivas contra el gobierno en noviembre y diciembre de 2019. Y se añadieron las desfavorables perspectivas económicas de los años siguientes “-producto de la bajada en los precios del petróleo y la desaceleración económica regional- y la realidad de una desigualdad estructural, que puede hacer que la pandemia tenga un impacto desproporcionado en algunos sectores sociales” (Rodríguez-Pinzón, 2020, p. 1).

A nivel mundial, Robles-Mendoza, Junco-Supa y Martínez-Pérez (2021) plantean que las personas no estuvieron exentas de los efectos negativos socioemocionales del confinamiento, entendiendo que “los procesos socioemocionales hacen referencia al manejo emocional de las personas en función de su posición social, estrechamente relacionada con sus identidades de género, generacionales, de estratificación social, educativas y de situaciones vitales” (p. 45). En este sentido, afrontar impactos psicosociales y socioemocionales van a depender de los factores socioeconómicos y culturales de cada familia; además, es menester ubicar el sentido de obligatoriedad del confinamiento y la responsabilidad social al trasladar la vida presencial física a una virtual donde las condiciones habitacionales no estaban pensadas para ello. También, fue primordial considerar los diferentes grupos poblacionales que confluyen en un mismo lugar de residencia y las diferentes medidas en que se vieron afectadas por la pandemia y el confinamiento, como lo son adultos/as mayores, adultos/as, niñas, niños, adolescentes y jóvenes (Aedo-Neira, 2022).

Investigaciones centradas en la convivencia familiar durante el confinamiento por la pandemia, plantean que en ese periodo se impusieron nuevas formas de interacción familiar. En primer lugar, las relaciones de poder y subordinación se expresaron constantemente en violencias de género, psicológicas y físicas entre todas/os las/os integrantes. Ello bajo la premisa de que la familia define identidades de cada uno de sus miembros y del grupo como un todo y de esta manera establece parámetros en la acción de unos sobre otros. Aunque:

En todas las relaciones humanas existen desacuerdos y roces entre los integrantes de un grupo, sin embargo, la modificación de las rutinas y los tiempos de convivencia entre ellos exacerba la probabilidad del desarrollo de problemas que estaban latentes con anterioridad. (Robles-Mendoza et al., 2021, p. 48)

En segundo lugar, Granja (2020) y Panizo (2020) (citados en Suárez-Barros et al., 2022), afirman que “el confinamiento al inicio tuvo una consecuencia positiva para las familias, en el que se dio el reencuentro consigo mismo, el reconocimiento de los miembros de la familia y la potenciación de la comunicación” (p. 38). Esto último, se relaciona con los problemas que afloran del pasado, dado que la comunicación como proceso de relacionamiento entre las familias y sus integrantes se refleja en la convivencia y caracteriza la interacción como un espacio para la expresión de emociones y sentimientos (Sánchez-Rengifo, 2016).

En tercer lugar, la incertidumbre hacia el futuro fue una constante en el diario vivir, e implicó activar la habilidad de adaptabilidad de las familias bien sea “para cambiar su estructura de poder, sus roles, sus reglas de relación, en respuesta bien sea a estrés situacional o de desarrollo” (Sánchez-Rengifo, 2016, p. 17), o para aumentar la rigidez frente a los cambios. Osorio (2021) expresa la incertidumbre así:

A veces, la pantalla de proyección de este mundo futuro era la ventana. Con la mirada hacia el exterior, imaginábamos que estaríamos afuera de nuevo, pero sin tocar ni ser tocados, y recordábamos −porque a veces el futuro de la angustia se alimenta con el pasado de la melancolía− cómo era la relación de las manos con el mundo antes del confinamiento. (p. 22)

Finalmente, Suárez-Barros et al., (2022), presentan dos aspectos fundamentales en relación con la población estudiantil y su lugar en la familia y la sociedad. Por un lado, la desigualdad de género relacionada “con la recarga en el rol femenino con tareas domésticas y cuidado de niños y niñas, adicional a las cargas de tensión por la situación de confinamiento, que hacen que las actividades académicas se vivencien como fuertemente estresantes” (p. 45). Por otra parte, las y los estudiantes tuvieron dificultades técnicas y afectaciones emocionales, pues no tenían los recursos necesarios para adaptarse a una vida académica mediada por tecnologías y programas virtuales.

3.3 Las relaciones erótico-afectivas desde las relaciones de pareja e intimidad

El aislamiento y la pandemia por la COVID-19 trajeron consigo múltiples impactos en las relaciones erótico-afectivas de las y los estudiantes, en especial, en las dinámicas que existían entre las parejas, quienes, ya estaban constituidas antes de la pandemia o se constituyeron en medio de la pandemia. En consecuencia, cada estudiante agenció estrategias de afrontamiento para hacerles frente a esos impactos, tomando decisiones alrededor de la relación con otra persona, en la búsqueda de bienestar, placer y estabilidad.

El erotismo no sólo se puede entender como la experimentación de relaciones que se relacionan con el placer a causa de las experiencias corporales de intimidad, como mencionan Pérez-Fernández y Rubio-Aurioles (2013), sino que también siguiendo a Lagarde (2005, citado en Garzón-González, Barrios-Acosta y Oviedo-Córdoba, 2017), lo erótico está normatizado por la “sociedad y la cultura; donde existen prescripciones y prohibiciones, códigos, preferencias, prácticas, conocimientos, sabiduría, concepciones, lenguajes y tabúes” (p. 102).

Por otro lado, las relaciones afectivas se entienden como las relaciones en las cuales las conductas individuales van en la búsqueda de la creación de condiciones que permitan la proximidad física y psicológica entre las personas, para un sostenimiento del vínculo afectivo que dure a través del tiempo y que involucre la sexualidad como elemento vinculante (Castaño-Zapata y Ruiz-Romero, 2022).

Así pues, se entienden por relaciones erótico-afectivas las interacciones que se dan con una u otro y en las que coexisten tanto el desarrollo de afectos y creación de vínculos intensos como las experiencias corporales que se originan en el apetito por obtener excitación y que tienen como resultado placer, goce y respuestas genitales/corporales, tales como la masturbación, los besos, las caricias, la penetración, el sexo oral, entre otras. En este sentido, los impactos en las relaciones erótico-afectivas se definen como aquellos efectos que la pandemia COVID-19 y el aislamiento social han tenido en las interacciones con entre personas en las que coexisten el desarrollo de afectos, la creación de vínculos intensos y las experiencias corporales que tienen como objetivo la obtención de placer. Para efectos de este artículo, se verá como la pandemia y el confinamiento por la COVID-19 ha trastocado la intimidad y las relaciones de pareja, las dinámicas se han intensificado para bien o mal dependiendo de la comunicación y entendimiento entre los afectados (Rodríguez-Salazar y Rodríguez-Morales, 2020).

3.4 Las violencias en el marco de la convivencia familiar

En la categoría de las violencias identificamos que hubo un incremento a raíz del confinamiento, así como una agudización de esta en los hogares en los que ya se presentaban conflictos. Los hallazgos en su mayoría correspondían a la violencia de género, definida según Varela (2015)

como aquella que sufren las mujeres y que tiene sus raíces en la discriminación histórica y la ausencia de derechos que han sufrido y continúan sufriendo en muchas partes del mundo, sustentada sobre una construcción cultural (el género), basada en la cosmovisión binaria a partir de los cuerpos sexuados. (p. 214)

Estas violencias se dividen en cuatro tipos: simbólica, emocional, económica y física.

La violencia simbólica según Bourdieu y Wacquant (1992) es aquella que:

se ejerce sobre un agente social con su complicidad […] donde los agentes sociales son agentes cognoscentes que, aun cuando estén sometidos a determinismos, contribuyen a producir la eficacia de aquello que los determina en la medida en que lo estructuran (p. 240).

En segundo lugar, se presentó violencia psicológica reconocida según la Ley 1257/2008 como:

Consecuencia proveniente de la acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas, por medio de intimidación, manipulación, amenaza, […] o cualquier otra conducta que implique un perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación o el desarrollo personal.

En tercer lugar, en los hallazgos se presentó violencia económica que se basa según Duque y Vieco (2012 en “Controlar el acceso de toda la familia al dinero, se hace chantaje y control de los ingresos familiares, con el fin de mantener autoridad y ganar poder dentro del grupo”. Por último, la más evidente fue la violencia física definida según la Ley 1257/2008 como “riesgo o disminución de la integridad corporal de una persona'', en las acciones se desarrolla el uso de la fuerza física de parte de quienes se encuentran en una situación de poder. Vale aclarar que, a partir de los hallazgos, se pudo evidenciar que en un hogar se pueden presentar múltiples violencias, por lo que hay una mezcla entre estas que hace difícil el reconocimiento de cada una.

4. Hallazgos

4.1 La convivencia en una unidad doméstica en medio del confinamiento obligatorio por la pandemia de COVID-19

Para caracterizar los impactos y las estrategias de afrontamiento identificados por estudiantes de Trabajo Social de la Universidad del Valle en el periodo 2020-2021, sede Mélendez, en las relaciones familiares, la comunicación y la identidad familiar, generados por la pandemia y el confinamiento a causa de la COVID-19, se presentan seis aspectos para abordar los impactos de la pandemia y el confinamiento por COVID-19 en la vida familiar.

El primer aspecto tiene que ver con la composición diversa de las familias del grupo de estudiantes, pues se trata de: familias extensas, nucleares y monoparentales. Esto es importante a la hora de compartir un mismo espacio de residencia de forma constante, puesto que los espacios domésticos antes del confinamiento eran utilizados, casi que exclusivamente, para el encuentro y el descanso. Pero pasaron a constituirse en espacios en los que los integrantes de la familia debían desarrollar todas sus actividades cotidianas (trabajo, estudio, descanso, encuentro, entre otros). Esto ocasionó conflictos en torno al uso de los espacios y los horarios que se establecieron para los mismos, en algunos casos debido al ruido y el desorden, pues la mayoría de estas familias residen en viviendas pequeñas. A su vez, generó en una parte del grupo de estudiantes la sensación de incomodidad por no habitar sus casas como un lugar seguro y tranquilo, ya que no podían realizar actividades sin interrupciones:

A la hora de llevar a cabo nuestros procesos educativos, formativos, de forma paralela, esa parte sí ha sido, de hecho, aún, una lucha tremenda. ¡Ja! Porque (...) no estamos en un espacio muy amplio, (...) Entonces, de hecho, lo que estoy hablando en estos momentos, muy probablemente mis padres lo estén escuchando en la sala, la cuestión incluso de la privacidad no existe aquí (hombre, 22 años, comunicación personal, 2021).

En esta línea, en relación con la convivencia durante el confinamiento, una estudiante dijo que la convivencia familiar durante el confinamiento se dio de forma involuntaria con personas que no quería compartir y que además, no pudo decidir cambiar esto (mujer, 28 años, grupo focal 6 semestre).

Un segundo aspecto para abordar los impactos en la vida familiar son las relaciones de poder y subordinación que fueron el marco de violencias psicológicas. En algunos casos, el confinamiento puso a estudiantes de frente a situaciones en las que se les asignaban más cargas (actividades domésticas) con el argumento de que sólo estudiaban. En un caso, se trataba de tensiones de años atrás que durante el confinamiento se expresaron así:

Los hechos violentos no son físicos, pero sí son psicológicos, y esos no dejan de presentarse, y mi papá pues que, en este caso, es digamos el violentador, vivía echándome de la casa. (...) cuando iba a dictar los talleres con mi compañera, pues los talleres de la práctica, me hacía bulla, no me dejaba… era denso (mujer, 22 años, comunicación personal, 2021).

El tercer aspecto son los impactos en la comunicación entre quienes hacen parte de una familia. En relación con la convivencia, algunas personas mencionaron conflictos familiares previos a la pandemia que aún no habían sido resueltos: situaciones de vida no tramitadas que incluyen a la familia y a personas externas, infancias atravesadas por la violencia. Una estudiante de 24 años manifestó sentir una regresión caer en la cuenta de que había situaciones no tramitadas en mi historia de vida que tenían que ver con mi familia (mujer, 24 años, comunicación personal, 2021).

También se presentaron crisis de parejas y tensiones relacionales entre las y los integrantes de cada familia: “Pasamos tanto tiempo juntos, que uno a veces sale como a hablar y como que dice cualquier cosa y ¡pum! se genera el roce y no me puedo ir porque estamos en pandemia y me tengo que quedar aquí” (hombre, 20 años, comunicación personal, 2021). A pesar de que estos aspectos son difíciles, fue posible abordarlos por medio del diálogo. Las condiciones impuestas por el confinamiento situaron a las y los integrantes de la familia en una posición donde no podían “huir” de forma física y eso llevo al grupo de estudiantes a enfrentar lo pendiente.

Un cuarto aspecto sobre los impactos en la vida familiar son los sentimientos de tristeza, rabia e incertidumbre frente al futuro. Las familias, en su proceso de aprender a convivir y construir nuevos sentidos frente a la vida y los vínculos familiares-sociales durante el confinamiento, experimentaron conflictos que los situaron frente a cambios que debían hacerse para permanecer como unidad. Esto hizo que una parte del grupo de estudiantes buscaran independizarse porque no lograron establecer acuerdos con sus progenitores, por ejemplo, una de las participantes aseguró que: La pandemia fue la oportunidad para salir de casa, me fui con mi pareja” (mujer, 20 años, comunicación personal, 2021). En otros casos, cada miembro de la familia estableció su propia rutina diaria y lograron respetarse evitando ruidos o discusiones en las viviendas. Además, no tener certeza sobre volver a lo que alguna vez fue la vida presencial, implicó que las familias evitaran noticias sobre la COVID-19.

En otros casos, la convivencia en un mismo lugar fue una oportunidad para el reencuentro, y la comunicación se tornó simétrica y complementaria, mostrando actos de apoyo:

Fue un ejercicio de conocernos y de saber qué hacía cada uno ¿no? Por ejemplo, mi papá también da clases. Entonces nos toca a todos escucharle la clase (...) yo a veces daba charlas o hacía talleres, y pues les tocaba escuchar la charla o el taller. (…) No compartía tan bien con mi familia antes (mujer, 22 años, comunicación personal, 2021).

Un quinto aspecto para abordar los impactos en la vida familiar es la falta de recursos económicos y la ausencia de conocimientos para adquirir y saber usar herramientas tecnológicas y programas virtuales. Esto llevó a que las y los integrantes de toda la familia presentaran episodios de estrés causados por estudiar a través del modelo de Presencialidad Asistida por Tecnología (PAT)8. Asimismo, realizar las actividades rutinarias por medio de un celular o computador, irrumpió en procesos académicos, sociales y laborales que se venían realizando de forma presencial. Estos cambios implicaron aprender a convivir con varias personas y con sus rutinas particulares y enfrentar la dificultad de separar los espacios de la vivienda para las distintas actividades. La mayoría de las y los estudiantes tenían su habitación como un espacio donde estudiaban, descansaban y trabajaban, en muchos casos esto produjo estados mentales de ansiedad y depresión: “Todo el mundo hace en su habitación de todo y eso abruma, ya no es un espacio tan chévere para estar, sino un espacio constante para organizar” (mujer, 26 años, comunicación personal, 2021). En suma, se resignificaron los espacios virtuales y presenciales en el lugar de residencia.

La falta de recursos económicos fue una consecuencia de que al menos, el 60% de las familias del grupo de estudiantes tuvieran integrantes que se quedaron sin trabajo durante el confinamiento, ya sea porque trabajaban de manera informal o porque sus empresas entraron en quiebra en medio de la crisis sanitaria; por efecto de la pandemia, en Cali se perdieron cerca de 400.000 empleos (Mora, 2021). Esto provocó que en estas familias se hicieran recortes de gastos en la canasta familiar y tuvieran que adquirir computadores y/o celulares. Así mismo, para el grupo de estudiantes implicó la necesidad de adecuar su habitación, y en algunos casos, se utilizó la cama o se improvisaron escritorios con elementos como cajas de cartón para ver las clases virtuales: Yo tuve que usar unas cajas de cartón para colocar el portátil, leer y hasta comer” (mujer, 22 años, comunicación personal, 2021). Esto también implicó algunos cambios en los roles familiares: “Antecito que llegara pandemia, mi mamá empezó a trabajar y ya en la pandemia mi mamá se volvió como la fuente principal de ingreso, porque mi padrastro quedó sin trabajo (mujer, 19 años, comunicación personal, 2021).

Como último aspecto, la necesidad de recurrir a los medios tecnológicos para asistir a clases, trabajar y desarrollar las actividades personales, supuso para el grupo de estudiantes una obligatoriedad para desarrollar sus interacciones. Así, los medios virtuales fueron el mecanismo para continuar con sus actividades académicas en medio de: las afectaciones en el ambiente como el ruido, el estrés o el cruce con otras actividades; la dificultad para separar los espacios de las distintas actividades; y los problemas de conectividad, por la falta de dispositivos tecnológicos y las limitaciones en el acceso a redes de internet de calidad. Un participante, al respecto comentó: “Mi internet no es bueno, mi mamá lo usa para trabajar y mi hermana para ver clases, si no fuera por la tablet y la simcard que me dieron en la Universidad sería complicado” (hombre, 18 años, comunicación personal, 2021).

Respecto a los factores distractores del medio, otro participante comentó: “uno intenta como acostumbrarse, como que bueno esto no va a cambiar o al menos no en este futuro inmediato o presente, pero si pues ya queda irse acoplando” (hombre, 22 años, comunicación personal, 2021). La pandemia y el confinamiento plantearon desafíos para la vida del grupo de estudiantes con la implementación del modelo PAT desde un mismo lugar físico, lo que generó tensión en su concentración y rechazo hacía lo que se estudiaba. Dos estudiantes manifestaron que no querían seguir viendo las clases virtuales porque sentían que no aprendían, no lograban concentrarse (Grupo focal 8 y 10 semestre, mujer de 28 años y hombre de 21 años, 2021).

Entre las estrategias de afrontamiento que las personas agenciaron frente a los impactos en el manejo del espacio durante el confinamiento, se encontró el establecimiento de límites con el fin de respetar las actividades de cada integrante y evitar discusiones. Esta estrategia fue implementada para regular el contacto y la autonomía por medio de normas. Aunque, se resalta que fue difícil, si bien había un límite en la privacidad, debieron realizar actividades en un mismo espacio que produjeron desgaste en su salud mental y física por la monotonía de la rutina diaria propia y compartida. En el grupo focal de 10º semestre, se le dio un lugar de importancia positiva a poder contar con un espacio propio, en el cual las y los estudiantes pudieran definir el orden del espacio y tener privacidad, creando sus propias normas. Sin embargo, también se debe destacar que este mismo hecho puede tener una connotación negativa, por ejemplo, una estudiante manifestó que su cuarto se convirtió en un espacio “asfixiante”.

Ante esto una parte de las y los estudiantes adecuaron la vivienda para realizar ejercicios físicos y dedicar tiempo al ocio; algunas personas iniciaron junto con su familia la búsqueda de apoyo psicológico. Para muchos, las profesoras de Trabajo Social de la Universidad del Valle fueron un apoyo para momentos de crisis personales y familiares cuando necesitaban conversar o ser escuchados por profesionales: llamé a la profe: auxilio, estoy en crisis, por favor me voy a enloquecer, estoy encerrada. Ahí pues sí tuve como un pequeño acompañamiento por teléfono” (mujer, 24 años, comunicación personal, 2021). Es importante precisar que la función de los límites no sólo es proteger y diferenciar a los miembros de la totalidad de un grupo familiar, sino también la de delimitar el sistema, el subsistema y el entorno (Sánchez-Rengifo, 2016).

Como estrategias de afrontamiento frente a las relaciones de poder y subordinación en la vida familiar, durante el confinamiento y después de este, un parte de las y los estudiantes decidieron mudarse de casa o desplazarse continuamente durante la semana a las viviendas de amigos y parejas para realizar sus actividades diarias como ver clases, trabajar, pasar tiempo de ocio y hacer ejercicio. Así, una minoría de estudiantes utilizaron su lugar de residencia como un espacio sólo para dormir. En cambio, las y los estudiantes que vivieron violencias físicas y psicológicas, quienes, además, no tenían recursos económicos para independizarse o para movilizarse a otros lugares, continuaron viviendo con sus familias porque no tenían otra posibilidad de “huir”; privilegiando así, su habitación como un espacio seguro donde se aislaban de los conflictos familiares. Respecto a esto, una estudiante, por ejemplo, se quedó sin empleo para subsistir por sí misma y dedicarse a la academia, tuvo que regresar a la casa de su familia donde vivía violencia psicológica. En sus palabras: “Yo termino con mi pareja, me separo y me veo como en ‘no voy a poder sola’. Eso representó otra crisis muy grande y volví a mi casa, yo considero que no es un lugar seguro, pero es donde puedo estar” (mujer, 22 años, comunicación personal, 2021).

Sobre las estrategias de afrontamiento ante los impactos en la comunicación, la pandemia y el confinamiento permitieron visibilizar problemas familiares y, en algunos casos, buscar ayuda de profesionales de la psicología o el Trabajo Social para solucionar las dificultades. Esta situación dio lugar a la metacomunicación, en tanto se gestaron encuentros mediados por el diálogo para aclarar situaciones del pasado no tramitadas y así intentar resolverlas como grupo familiar: “Naturalmente hubo conflictos, pero pues todo siempre como que se tramitaba desde el diálogo (mujer, 21 años, soltera, comunicación personal, 2021). En este sentido, es importante señalar que varios estudiantes participantes de la investigación mencionaron que los aprendizajes a lo largo de la formación académica en Trabajo Social se constituyeron en herramientas para enfrentar conflictos que se desarrollaron en la vida familiar. Realizaron así, un proceso referencial y reflexivo respecto a lo aprendido en el proceso formativo: “Uno recordaba lo que vio en Individuo y familia y ya entendía un poquito por qué la gente se enojaba” (hombre, 21 años, comunicación personal, 2021).

En cuanto a las estrategias de afrontamiento ante los sentimientos de tristeza, rabia e incertidumbre acerca del futuro, las familias dedicaron tiempo a actividades que les permitiera centrar sus emociones y pensamientos en el momento presente. Entre estas se identificaron: compartir espacios para ver películas, realizar juegos de mesa y contar anécdotas; esto les permitió desde el encuentro con otra persona, sentirse acompañadas y acompañados disminuyendo los sentimientos mencionados. Un estudiante contó que “Jugábamos bingo todos los días con los vecinos, hasta que se dejó sólo para los fines de semana y nos reímos mucho” (hombre, 18 años, comunicación personal, 2021). También, se identificó que algunas personas encontraron en el autocuidado una forma de gestionar y/o tramitar aquello que no querían sentir, con ayuda del ejercicio físico y la meditación como herramientas para modificar estos sentimientos y mediar episodios de estrés: “Algo que me ha servido que no lo hago siempre, pero que me ha servido es bañarme antes de las clases, o sea, como desayunar, bañarme, arreglarme también, como maquillarme, peinarme” (mujer, 21 años, comunicación personal, 2021). “En la terraza de mi casa, subía en la noche, musiquita y con vídeos empecé a hacer ejercicio, para cuidarme” (mujer, 28 años, comunicación personal, 2021).

Así mismo, respecto al cuidado y el trabajo doméstico, algunas mujeres debieron asumir casi todo el peso de estas labores, sin la participación de los hombres con los que se convivía en el hogar. Una mujer que vivía con su madre (gerontóloga), un hombre (decorador de interiores) y sus dos hermanas (estudiantes de 21 y 27 años) expresó:

Era hacer como un horario, entonces si yo descanso, yo estoy haciendo la comida o estoy haciendo el oficio o tal cosa, mientras tú estás en clase. Y cuando tú salgas, te encargas del almuerzo, te encargas de la niña (mujer, 19 años, comunicación personal, 2021).

Para hacerle frente a los impactos en relación con la carencia de recursos económicos, algunas/os estudiantes se vieron en la necesidad de emprender negocios; por ejemplo, uno de los participantes inició una óptica con recursos propios y otros con la venta de productos como curado9, postres, arepas o tamales, para sustentar sus gastos personales y aportar económicamente a sus familias. Sin embargo, no todo el grupo de estudiantes pudo crear emprendimientos porque no contaban con un capital inicial.

Con el auge de los emprendimientos como actividad económica para generar ingresos, se resalta un factor contextual, las escasas oportunidades laborales son un factor que obstaculiza afrontar las necesidades básicas de las familias: “Creé un emprendimiento de joyería artesanal, compré insumos y yo edito las redes, mi tiempo está en la casa, estudiar y mi emprendimiento” (mujer, 18 años, entrevista personal, 2021). Por otro lado, las y los estudiantes que no contaban con recursos económicos para adecuar los espacios en su lugar de residencia para asistir a las clases virtuales, optaron por recurrir a compañeros o amigos para ver las clases y realizar trabajos en grupo, lo cual se convirtió en una herramienta que facilitaba sobrellevar las cargas académicas: “Donde mi amiguita la paso tranquila, hacemos trabajos juntas y no hay bulla como en mi casa” (mujer, 26 años, e comunicación personal, 2021).

Entre las estrategias de afrontamiento ante los impactos relacionados con los medios tecnológicos, las familias debieron cambiar sus dinámicas y formas de interactuar con otras personas que estaban fuera del hogar. Por medio del uso de herramientas tecnológicas se sostuvo contacto con otras personas al mismo tiempo y se acompañaron de formas que antes no habían experimentado durante crisis, como: dialogar con profesionales de la salud mental, celebrar cumpleaños utilizando una videollamada, entre otras. Un ejemplo de ello para celebrar una fiesta: “Nos cantamos el cumpleaños por Meet y cada uno en su casa come” (mujer, 25 años, comunicación personal, 2021). Con el paso de los meses del confinamiento se gestaron más reencuentros de forma presencial porque para algunas/os estudiantes la presencia virtual no era suficiente para sostener y crear vínculos, obviando así, las medidas de bioseguridad impuestas por el estado colombiano. En el grupo focal de 6º semestre, dos estudiantes mujeres de 20 años, afirmaron que se reunieron con amigos y amigas de forma presencial para comer y conversar, lo que aliviaba el estrés del encierro en el lugar de residencia.

En este sentido, hubo estudiantes que reorganizaron sus quehaceres diarios para dedicarle tiempo a enseñarles a sus padres y madres a utilizar tecnologías y aplicaciones para comunicarse con otras personas o para jugar en su tiempo de ocio. La identidad familiar en relación con las trayectorias de vida se vio influenciada por intercambios entre el sistema social, pues, aunque había aislamiento, las familias continuaron realizando algunas actividades sociales y sosteniendo relaciones con otras personas como lo hacían antes de la pandemia y el confinamiento: “le enseñé a mis papás a manejar su celular para que hablaran con la abuela y así” (mujer, 18 años, comunicación personal, 2021).

Respecto de la vida universitaria, en los dos grupos focales de 8 y 10 semestre, siete estudiantes coincidieron en que una estrategia para mantener un límite entre los procesos académicos y la vida familiar fue la solicitud de permisos para ocupar la universidad, esto lo realizaron con el objetivo de encontrar espacios para realizar las actividades con mayor concentración. Por otra parte, algunas/os estudiantes manifestaron que escuchar música para leer y hacer tareas facilitó la concentración al momento de desarrollar labores académicas. Finalmente, el confinamiento supuso que algunas/os estudiantes ahorrarán tiempo desplazándose a otros lugares como la universidad para aprovechar el tiempo libre y poder descansar.

4.2 Construyendo, reconstruyendo y manteniendo relaciones de pareja e intimidad durante el confinamiento por la pandemia de la COVID-19

Los impactos generados por la pandemia y el confinamiento por la COVID-19 se desarrollaron en relación con la pérdida de la interacción física con otra persona diferente a la familia o grupo cercano con quien se compartió el lugar de residencia. De este modo, 55 estudiantes reconocieron y narraron impactos en sus interacciones con otras personas con quienes existían afectos, pero también en cuanto a la creación de vínculos, y las experiencias corporales que tienen como objetivo obtener placer. Las estrategias de afrontamiento para los impactos en las relaciones erótico-afectivas son entendidas como las herramientas usadas para hacer frente a esos cambios, tomando decisiones alrededor de la relación con una otra y otro, buscando bienestar, placer y estabilidad. En esta medida, se presentan hallazgos en cuatro aspectos.

Primero, se reconoce la importancia que se le da socialmente a la constitución y manifestación de las relaciones de forma presencial en contraposición a hacerlo por medio de plataformas tecnológicas. Respecto a esto, una fracción de estudiantes manifestaron su malestar en torno a los pocos encuentros de manera presencial con sus parejas, expresando que: “En tiempos de confinamiento la posibilidad de encuentro era demasiado nula, entonces teniendo en cuenta esa dificultad, las veces en la que se podía encontrarse con la pareja se intentaba de disfrutar mucho” (hombre, 22 años, comunicación personal, 2021). También, se escucharon expresiones como: “en el momento en el que uno quería cómo afectó, uno extrañaba mucho esa persona y más físicamente y fue difícil, pero ya tocaba esperar a que nos viéramos físicamente” (mujer, 19 años, comunicación a personal, 2021). Además: “Respecto a las relaciones que se dan en la virtualidad me siento mal, porque uno quiere ver y sentir a la humanidad” (mujer, 22 años, comunicación personal, 2021).

Además, se identificó como la pandemia y el confinamiento repercutieron en la cotidianidad de algunas parejas. En una pareja, por ejemplo, pasaron tres meses y medio sin verse de forma presencial:

Veníamos de una relación en la que todos los días nos veíamos en la universidad. Mi campus era el campus de él, era nuestro espacio. Entonces llegó el encierro, y ya no nos podíamos ver y eso fue lo que más duro nos dio al principio, estamos en la misma ciudad, lejos, pero en la misma y no nos veíamos (mujer, 22 años, comunicación personal, 2021).

Además, muchos estudiantes iniciaron relaciones de pareja en medio de la pandemia con encuentros que fueron virtuales al principio, pero que con el paso del tiempo se trasladaron al contacto físico: “Fue en la pandemia que yo tuve novio y pues yo creo que me enamoré. Fue de manera virtual, nos conocimos por internet y luego nos vimos presencialmente y fueron como varias salidas juntos” (mujer, 19 años, comunicación personal, 2021).

Otras personas empezaron a utilizar redes que antes no tenían:

Yo caí en las garras de esas redes sociales pa’ conocer gente al azar, tan raro (en tono de ironía), porque estaba aburrida y yo decía “ah, bueno, mmm me voy a meter aquí pa’ distraerme y así, conocí algunas personas (mujer, 22, comunicación personal, 2021).

En suma, aunque se plantea que en la pandemia por la COVID-19 y el confinamiento aparecieron las herramientas tecnológicas como una alternativa para mantener la interacción, es importante señalar que en su mayoría las y los estudiantes plantearon que antes tenían la posibilidad de elegir cómo desarrollar estas interacciones y la pandemia llevó a trasladar todas las actividades que se realizaban a la virtualidad, imponiendo una obligatoriedad para relacionarse con las parejas.

Como segundo aspecto, algunas/os estudiantes identificaron que durante el confinamiento manifestaron la presencia de dificultades en la convivencia provocadas por la distribución de las labores domésticas, esto en relación con la atribución de dichas tareas al género femenino:

Las labores del hogar se volvieron un problema, porque ellos si tienen la posibilidad y vemos que es un tema cultural de que ellos se puedan dedicarse simplemente a trabajar o a estudiar ¿no? En el caso de las mujeres era, estudie, trabaje y también haga aseo (…) eso empezó a generar ciertos líos (mujer, 27 años, comunicación personal, 2021).

En relación, alguien expresó:

[…] siento que estoy saturando a mi mamá con las actividades del hogar, o sea, el hecho de que ella esté asumiendo ese tipo de cosas, a criterio mío pienso que sí la estoy violentando de alguna manera (hombre, 22 años, comunicación personal, 2021).

En casos de personas cercanas, se dijo:

Muchas de las compañeras se volvieron las nanas de las casas o las empleadas. Entonces claro como usted no trabaja y usted pues no da nada en la casa, entonces haga aseo, entonces era mediar entre el estudiar y las labores del hogar fuertemente. En otros pues sí sé que se les intensificó las problemáticas ¿no?, por ejemplo, con hermanos, (...) a ellos casi no les ponen a hacer las mismas tareas que a una mujer (mujer, 27 años, comunicación personal, 2021).

En cuanto al tercer aspecto, las personas que no tuvieron pareja antes ni durante la pandemia y el confinamiento por la COVID-19, consideraron que es importante tener la compañía de otra persona que les demuestre interés, y se preocupe por ellas y ellos, además de su familia, esto se manifestó con expresiones como:

Siempre tener una persona al lado es mejor que estar sólo (risa) para mí. Todos somos seres sociales así que necesitamos que un otro muestre interés en nosotros, ¿no? Saber que hay alguien que no es de tu familia, que no tiene ninguna obligación contigo y esté pendiente de ti, obviamente aumenta la autoestima y el sentirse bien con uno (mujer, 18 años, comunicación personal, 2021).

Durante la convivencia sostenida en el tiempo con un grupo de personas, se ve reflejada la necesidad humana de interactuar con otras personas. Al respecto, Mann (2004) habla de la “privación sensorial” la cual implica un confinamiento a un espacio limitado (en este caso la vivienda), y por tanto reduce la estimulación sensorial que otorga el medio, produciendo así un medio ambiente constante, monótono y hasta molesto.

Finalmente, en este último aspecto, sobre la relación con el espacio y límites de la intimidad y la sexualidad, una parte de las y los estudiantes manifestaron como impactos, tener que dotar sus espacios del lugar de residencia de nuevas construcciones de sentido. Algunas personas expresaron que: “Debido al confinamiento los espacios que compartimos son pequeños y esporádicos” (mujer, 18 años, conversación personal, 2021).

Otra de las entrevistadas, durante la conversación decidió escribir en el chat lo siguiente:

La parte sexual la escribo por aquí porque no puedo hablar de eso muy duro; la verdad sí se ha visto muy afectada en todo el sentido de la palabra. Ya nada es como antes, ya no tenemos relaciones, él no tiene intimidad en la casa de él y eso lo ha afectado mucho. (mujer, 22 años, conversación personal, 2021).

El deseo se vio afectado, en algunos casos aumentó o disminuyó en relación con las emociones y sentimientos ya mencionados sobre la vida familiar. Así, la relación con el propio cuerpo fue un tema de mayor interés para la mayoría de los estudiantes, y se gestaron acciones para su cuidado con nuevos hábitos de: alimentación saludable, actividad física, cuidado de la salud mental con citas de psicología, y en el ámbito sexual con actos como la masturbación. Sin embargo, este último se vio condicionado por el confinamiento, pues la convivencia en un mismo lugar donde más de una persona, ocasionó que la intimidad con el propio cuerpo o una pareja no fuera plena. En algunos casos, las y los estudiantes manifestaron experimentar sentimientos de culpa por llevar una vida sexual en los mismos espacios familiares.

En cuanto a las estrategias que agenciaron los estudiantes para hacerle frente a los impactos mencionados, se presenta algunas como: “utilizar herramientas tecnológicas como Meet, Discord y nos han favorecido, ya que de no tenerlas a mano tendríamos que limitarnos a vernos cada vez una vez al mes” (mujer, 18 años, conversación presencial, 2021). Otro ejemplo de dichas estrategias es la siguiente expresión:

Para dar una cercanía pues aprovechando los medios virtuales se recurrió a fotos, videollamadas o vídeos, no sé, hacerlo más frecuente, así fueran cosas muy sencillas como “ve, estoy escribiendo esto y por ejemplo puse tu nombre, en una esquina, con un corazón (sonríe)”, entonces oh, que bonito (sonríe). (hombre, 22 años, conversación personal, 2021).

A partir de estas expresiones, se identificó que las herramientas tecnológicas fueron una alternativa para establecer presencia digital. Con ello, se construyó una conexión con el medio exterior con acuerdos para los encuentros como: programación de encuentro por Google Meet, encender la cámara en los encuentros y ubicarse en espacios solitarios de la casa para tener privacidad en reuniones con otras personas. Pese a la importancia del contacto físico en las relaciones erótico-afectivas, también fue posible el contacto sexual por medio de conversaciones eróticas que incluían el envío de fotografías y videos; además, los encuentros sexuales por video llamada se convirtieron en herramientas para mantener y crear vínculos a distancia. Asimismo, en las relaciones afectivas como mencionan los autores Castaño-Zapata y Ruiz-Romero (2022) se busca tener lugar a través de la pantalla, lo cual puede representar un espacio de experimentación consigo mismos ya que, este tipo de interacción exige el descubrimiento de la palabra para manifestar aquello que no se puede expresar implícitamente con el cuerpo.

Respecto a las relaciones de pareja conformadas antes del confinamiento, el grupo de estudiantes planteó que se tomaron decisiones dirigidas a: terminar temporal o definitivamente la relación, establecer nuevos acuerdos o compromisos (organizar el tiempo de conversaciones para no interferir con el proceso académico, repartir responsabilidades afectivas), e ir a terapia juntos o modificar la dinámica entre ellas/os por medio de actividades como películas, juegos, entre otros. A lo largo de las entrevistas y grupos focales que hubo con el grupo de estudiantes se encontró que esas estrategias de afrontamiento implicaron el uso constante de herramientas tecnológicas para mantener el contacto tanto emocional como sexual. En suma, podemos plantear que algunos vínculos de pareja se fortalecieron en virtud de lo manifestado por el grupo de estudiantes sobre la importancia de la compañía y el apoyo en momentos críticos. Por otro lado, quienes terminaron su relación buscaron ayuda de sus redes de apoyo como familia y amigos.

Quienes no tuvieron pareja antes ni durante de la pandemia y el confinamiento, reconocieron la importancia de tener una y agenciaron diferentes estrategias en la búsqueda de satisfacción. Entre ellas se encontró: hacer actividad física, generar satisfacción sexual con el propio cuerpo, construir espacios de interacción con sus amigos, dedicar más tiempo a actividades académicas, ocupar tiempo en gustos personales, entre otras; todas estas en función de construir y mantener vínculos afectivos seguros sin la necesidad de una relación de pareja.

Las discusiones y reflexiones que se produjeron en parejas que estaban en una misma vivienda, conllevaron a establecer negociaciones para distribuir las responsabilidades equitativamente. De este modo se considera que la estrategia en sí misma se construyó a partir de la necesidad creada por la situación de pandemia, en este caso de re-organizar esas responsabilidades domésticas en pro de construir una colaboración equitativa en la pareja. También, para algunas/os estudiantes fue necesario crear espacios en sus viviendas para tener encuentros con otras personas de forma segura, respetando la intimidad y privacidad tanto personal como familiar o grupal.

4.3 La convivencia familiar, entre los vínculos y las violencias

Durante la pandemia de la COVID-19 hubo un aumento significativo de las violencias en los hogares y en las relaciones erótico- afectivas tanto en Colombia como en el mundo. A partir de los relatos de las y los estudiantes de Trabajo Social se identifica una agudización de la violencia de género, siendo, en su mayoría, los familiares y parejas masculinas los agresores y las mujeres las víctimas. Así mismo, se evidencia que se presenta con mayor frecuencia violencia en mujeres racializadas empobrecidas. A continuación, se presentan los hallazgos iniciando por las violencias menos identificadas por las y los estudiantes a las más explícitas:

Inicialmente, la violencia simbólica la interpretamos a partir del no-reconocimiento de la violencia por parte de algunas/os entrevistadas/os, normalizando las violencias que ocurrían en sus hogares. Sin embargo, en sus relatos se presentaban comentarios por parte de sus familiares discriminando a las orientaciones sexuales diversas afirmando: “qué chimba de compañía esa, qué chimba de compañía” (mujer, 21 años, conversación personal, 2021). También, había comentarios con el fin de controlar la forma en la que se vestía la entrevistada: “¡Ay! Cuando me pongo shorts, o sea, no es como que él me diga “prohibido usar shorts”, dice “esos shorts tan cortos”. (mujer, 21 años, conversación personal, 2021). Como último hallazgo, en relación con la violencia simbólica se presentó que en medio del confinamiento algunas de las entrevistadas tuvieron que cumplir con las labores domésticas de su hogar al no contar con los recursos económicos suficientes para aportar.

A partir de las expresiones de las participantes, podemos afirmar que las relaciones de desigualdad para las mujeres estudiantes se agudizaron. Ellas debieron responder en el ámbito laboral, académico y doméstico; este último ha sido impuesto de manera social asumiendo que las mujeres deben ser las encargadas de las actividades del cuidado; asimismo, el no- reconocimiento de las violencias traía como resultado la permanencia y normalización de las mismas. En relación con la violencia psicológica, algunas/os de los/as entrevistados/as expresaban que existían gritos y humillaciones constantes en la convivencia familiar: “las discusiones no eran por cosas tan graves, pero, igual explotaban mucho y la gente se iba a los madrazos” (hombre, 22 años, conversación personal, 2021).

Por otro lado, dos entrevistadas relataron que en conflictos con sus parejas fueron ignoradas por ellos, la primera mencionaba que cuando tenían un problema, él se iba sin despedirse o evadía el problema con el fin de no afrontarlos. La segunda expresó haber sido violentada psicológicamente por su pareja: “tomó una actitud super extraña, me “goshtió” como cinco o seis días, me dejó como en veremos y yo ahí (mujer, 18 años, conversación personal, 2021).

En algunas de las entrevistas realizadas se logra identificar el hogar como un espacio poco seguro en el que se presentaban ciclos de violencia: “A veces se estaba en calma, pero había momentos donde como que se comenzaba a subir la tensión” (mujer, 22 años, conversación personal, 2021). En estos periodos se daban gritos y humillaciones por parte del padre hacia ella, su hermano y su madre; por medio de estos los insultaba por no haber realizado las labores domésticas de manera óptima. Así mismo, el padre realizaba acciones para no permitirles desarrollar su vida cotidiana como forma de vengarse y reafirmar que tenía el control. En este mismo periodo, la estudiante decide irse a vivir sola como una estrategia de afrontamiento frente a lo que sucedía en su casa, lo cual desencadenó que se dieran acciones de violencia psicológica con su pareja después: “yo empecé a gritar, a azotar las cosas, a volverme agresiva y (…) mi pareja digamos que no era agresivo físico, pero sí me gritaba” (mujer, 22 años, conversación personal, 2021).

Las entrevistas también nos permiten afirmar que se presentó un incremento de la violencia económica ejercida por quienes tenían el poder económico en la familia, principalmente en los hogares de las y los estudiantes de octavo y décimo semestre que realizaban su práctica profesional, y no contaban con los recursos necesarios para sostenerse a sí mismos. Entre los hallazgos se encontró que algunas estudiantes tuvieron que estar en espacios violentos debido a la dependencia económica. En sus relatos expresaron un aumento en las exigencias por parte de sus parejas y/o familiares y en los tratos violentos provocados por no aportar económicamente. En una entrevista, una estudiante expresó que en medio del confinamiento no hubo monitorias, además estaba en práctica profesional. Eso implicaba que debía pedirle dinero a su papá para sus mascotas, quien hacía comentarios humillantes. En otra entrevista una estudiante manifiesta sentir pérdida de su autonomía por depender económicamente de su pareja, de manera regular le pedía para sus gastos y aunque él respondía sin problema, esto le generaba una “carga moral” (mujer, 22 años, conversación personal, 2021), que, para compensarla, se sobrecargaba con labores domésticas.

Por último, la violencia física en el confinamiento no la vivieron las y los estudiantes, pero sí la observaron en su entorno. Primero de las figuras maternas/paternas hacia sus hijos e hijas menores de edad; en una de las entrevistas un estudiante reconoce que durante el encierro han aumentado los conflictos, aguzando la violencia hacia su hermano. Otros estudiantes reconocieron que la agudización de la violencia se debía a la convivencia en un mismo espacio y al aumento de los sentimientos de angustia en los miembros de la familia. En esta misma línea, un estudiante comentó que en hogares cercanos al suyo hubo violencia física: “yo escuchaba todo en mí cuarto: los golpes, como la azotaban en la pared y todo eso” (mujer, 20 años, conversación personal, 2021). La estudiante expresaba sentirse confundida al no saber cómo intervenir en la situación, dado que no han desarrollado una buena relación con su vecino, pero a su vez considera que esa familia necesita ayuda. Vale aclarar que al presentarse la violencia física también se presenta violencia psicológica, dado que quien es víctima de golpes tiene afectaciones en su esfera emocional.

Frente a las estrategias de afrontamiento se presentaron respuestas violentas como gritos y frases ofensivas de parte de quienes habían sido violentados psicológica y simbólicamente en sus relaciones de pareja con “gritos y golpes”. Otra estrategia fue comentar la situación con sus redes de apoyo, lo cual en algunos casos fue un soporte para abandonar estos espacios.

Al mismo tiempo, el confinamiento ocasionó que se agudizaran los episodios de violencia en los hogares en los que ya se presentaban. Algunas víctimas, como estrategia de afrontamiento, decidieron iniciar demandas anónimas ó a nombre propio tanto legales como en redes sociales: “Mi hermanito hace algunos meses hizo una denuncia ante el ICBF, de forma anónima” (mujer, 22 años, conversación personal, 2021). Además, estudiantes de octavo y décimo semestres identifican que el feminismo y los contenidos teóricos del programa de formación les proporcionaron recursos para reconocer y confrontar la violencia que estaban atravesando, lo cual se puede caracterizar como una estrategia de afrontamiento. Por otro lado, se intentó crear espacios de diálogo por parte de quienes observaban o sufrían las acciones de violencias con quienes las ejercían. Por último, en pocos casos se intentó buscar ayuda profesional pero no fue posible dado que no contaban con los recursos suficientes y fueron pocas las personas que sí lograron acceder a esta ayuda.

5. Conclusiones

La pandemia y el confinamiento por la COVID-19 afectaron a las familias evidenciando sus dificultades para construirse y reconstruirse a sí mismas en las condiciones de distanciamiento social y convivencia continua en el tiempo y el espacio dentro de un mismo lugar de residencia. Las formas de interacción como se practicaban antes de la pandemia cambiaron y con ello surgieron desafíos sobre cómo ser familia en el confinamiento obligatorio. En este proceso, resignificar las dinámicas familiares fue la ruta que siguieron todos los grupos primarios y la alternativa al encierro no se centró en el aislamiento, sino más bien en crear estrategias para los encuentros con personas externas a quienes se convivía. El modelo PAT fue el medio de la copresencia para crear, mantener vínculos a distancia y realizar actividades que relacionan a las personas con los ámbitos sociales. Las relaciones de poder y subordinación en la familia siguieron gestando violencias físicas y psicológicas, se agudizaron las desigualdades e inequidades basadas en el género, la incertidumbre frente al futuro fue una constante y sólo el hecho de bañarse antes de una clase fue una forma de afrontar la ola de afectaciones socioemocionales.

La pérdida de las interacciones físicas durante el confinamiento y la pandemia implicó el traslado de actividades eróticas y afectivas a la virtualidad. Desafío que, por un lado, afecta a la mayoría de los estudiantes en su vida sexual en espacios donde los límites entre los ámbitos privados, públicos e íntimos se desdibujan; sin embargo, el uso de dichas herramientas tecnológicas también abrió la oportunidad de experimentar nuevas formas de interacción en pareja. Por otro lado, el grupo de estudiantes en sus discursos privilegió los encuentros presenciales (por las caricias, abrazos, etc.), por encima de los de carácter virtual para construir, concretar o mantener relaciones de pareja e intimidad, y vínculos fuera del hogar. Finalmente, las herramientas tecnológicas se configuraron como la principal estrategia de afrontamiento para los impactos que se dieron en esta dimensión.

El confinamiento también trajo consigo la aparición y agudización de las violencias físicas, económicas, psicológicas y simbólicas. Estas formas de violencia operan dentro de sistemas de poder y dominación que excluyen a integrantes que no aceptan patrones de conducta que se imponen en la estructura familiar y están mediadas por las relaciones, las prácticas y el género. Por lo cual, las expresiones de violencias no se reconocían al responder a lógicas de lo que se considera socialmente legítimo. Así, durante el confinamiento la convivencia e interacción entre estudiantes y sus familias o personas con quienes conviven está por lo general mediada por la subordinación de las mujeres a roles de cuidado y labores domésticas, por medio de conflictos, y en algunos casos, por el intercambio y la cooperación.

Este artículo fue una oportunidad para retroalimentar el proceso de formación de quienes inician y de quienes están próximos a graduarse. En este sentido, la investigación en Trabajo Social brinda la posibilidad de conocer fenómenos que aún no han sido estudiados a nivel local desde contextos de formación profesional de las y los estudiantes, que reflejan impactos, pero también estrategias de afrontamiento de los agentes y actores participantes. No obstante, él estudió presenta limitaciones: la recolección de información por medios virtuales condicionó a algunas/os estudiantes a responder lo que podían escuchar sus familiares; condensar las experiencias de 55 estudiantes en un artículo termina por dejar de lado algunos datos en los que se puede ahondar más. Por ejemplo, podría abordarse las estrategias de afrontamiento que surgen de las instituciones públicas, como la Universidad del Valle, para atender los impactos que se mencionaron, pues hacen parte del proceso formativo de las y los estudiantes.

Las experiencias como investigadoras y observadoras de primero y segundo orden, sitúan en el reconocimiento de la afectación e implicación de la realidad manifestada por algunas/os estudiantes en tanto se comparte la misma carrera y algunas vivencias similares. Fue un desafío enfrentarse al desarrollo del proyecto de investigación por medios tecnológicos-virtuales, desde interacciones con personas por Google Meet que a veces no encendían las cámaras o con quienes se sostenían silencios incómodos. En suma, el grupo de investigación tuvo que ser creativo para facilitar la participación y llevar a término el proyecto, teniendo en cuenta que “la tarea del trabajador social consiste en producir un saber específico a partir de la práctica misma” (Viscarret, 2007, p. 28), acompañando de manera activa a los sujetos y siendo conscientes de la importancia de sus perspectivas y saberes en el proceso.

Embarcarse en la escritura de este artículo planteó desafíos, desde lo físico, como las diferentes labores y tiempos que se deben organizar para escribir; y los distintos sentimientos que afloran y deben ser reconocidos a lo largo de la escritura: ansiedad, angustia, interés por las expectativas frente a los resultados de la escritura. También, sentido de pertenencia como un logro personal, académico y profesional como estudiantes y futuras trabajadoras sociales; y tener presente la escritura como una responsabilidad política fundamentada en el porqué, el para qué y quiénes se escribe.

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Notas:

1A partir de los objetivos planteados en el proyecto, los conocimientos teóricos de la situación problema y el contexto, se construyeron 7 ejes de análisis previos: vida familiar, vida académica, relaciones erótico-afectivas, salud mental, desplazamientos, violencias y aspectos económicos. Los cuales estuvieron orientados por categorías de análisis y subcategorías en relación con los impactos y las estrategias de afrontamiento reconocidas por los/las estudiantes en conexión con cada eje.

2 Pregunta de investigación que guió el proyecto de investigación realizado.

3 Ginna Catalina Acevedo Vargas, Leticia Arizala Rodríguez, Valeria Bain Aspiazo, Heidy Bermeo Guali, Naiyuli Betancourt, Cazandra Calderón Gutierrez, María Fernanda Calero, Karol Castillo Ocampo, Thomas Gabalán, Angie Valentina Gómez Uchima, Daniela Grajales Henao, Isabella Granados, Joan Sebastián Gordillo, Mayra Alejandra Lievano Vallejo, Isabella Montealegre Álvarez, Andrea Ortega Arenas, Daniela Pinzón López, Natalia Puchana, Sirley Rosero, Maira Alejandra Solis Orobio, Cruz Elena Ussa, Francisco Valencia Sierra, Luisa Valencia Marcillo, Jesica Alexandra Vargas Chate, Yeraldin Yantén Garzón, Alexandra Zapata González y Laura Zapata, bajo la dirección de la profesora y monitora del curso.

4La presencialidad asistida por tecnología (PAT) es un modelo que pretende trasladar el encuentro presencial sincrónico y todas las obligaciones curriculares a diferentes plataformas digitales en el proceso de enseñanza (Agencia de Noticias Univalle, 2020).

5Con el permiso de profesores se entró a las reuniones de Google Meet a presentar el proyecto.

6Los cierres parciales son los procesos de análisis de contenido que se realizaron con cada una de las entrevistas y los grupos focales.

7“Este tipo de análisis es una técnica de interpretación y comprensión de textos escritos, orales, filmados, fotográficos, transcripciones de entrevistas y observaciones, discursos, documentos, es decir, todo tipo de registro teniendo en cuenta el contexto en el que se produce tanto lo manifiesto como lo latente de los discursos, y posible de realizar análisis” (Schettini y Cortazzo, 2015, p. 45).

8La Presencialidad Asistida por Tecnología (PAT) es un modelo que pretende trasladar el encuentro presencial sincrónico y todas las obligaciones curriculares a diferentes plataformas digitales en el proceso de enseñanza (Agencia de Noticias Univalle, 2020).

9Es una bebida alcohólica de tipo artesanal que se fabrica con el jugo de la caña de azúcar, cortada antes de su maduración (Cococauca, 2019).

Notas:

10Artículo derivado de la investigación Impactos y estrategias de afrontamiento en les estudiantes de Trabajo Social de la Universidad del Valle - Sede Meléndez (2020-2021) a causa de la pandemia y el aislamiento por la Covid-19, realizada en el periodo abril - octubre de 2021 con la dirección de la docente Alba Nubia Rodríguez Pizarro y la monitora Jemima Parra, en el marco del curso de Diseño etnográfico del programa de Trabajo Social, de la Universidad del Valle, en la ciudad de Cali, Colombia

Recibido: 24 de Mayo de 2022; Aprobado: 11 de Octubre de 2022

Autor de correspondencia: Jesica Alexandra Vargas-Chate. Estudiante de Trabajo Social en la Universidad del Valle. Cali, Colombia. Correo electrónico: jesica.vargas@correounivalle.edu.co

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