SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue35Identification of elements associated with exclusion in autobiographical stories of teachers in initial training in Bogotá D.C., ColombiaPaternity experiences in military men linked to the National Army of Colombia author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Prospectiva

Print version ISSN 0122-1213On-line version ISSN 2389-993X

Prospectiva  no.35 Cali Jan./June 2023  Epub Dec 23, 2022

https://doi.org/10.25100/prts.v0i35.12373 

Artículos

“Se está luchando por una vida más justa”: Narrativas del estallido social en Chile, 2019

“We are fighting for a fairer life”: Narratives of the social outbreak in Chile, 2019

Viviana Rodríguez-Venegas1 
http://orcid.org/0000-0001-7474-8917

Cory Marcela Duarte-Hidalgo2 
http://orcid.org/0000-0002-1532-3123

1 Universidad de Atacama. Copiapó, Chile. Correo electrónico: viviana.rodriguez@uda.cl

2 Universidad de Atacama. Copiapó, Chile. Correo electrónico: cory.duarte@uda.cl


Resumen

En octubre de 2019, Chile vivió un proceso de intensas movilizaciones sociales en todo su territorio, un estallido social que se extendió hasta el inicio de las primeras restricciones por la pandemia. En ese marco, se realiza un estudio cualitativo que pretende develar narrativas desde múltiples matices y visiones que permiten re-vivir lo vivido, para así comprender las resistencias, ilusiones, demandas y luchas en pleno proceso de protestas sociales en Chile. La investigación utiliza un diseño narrativo bajo la modalidad de entrevistas a distancia, a través de WhatsApp, pesquisadas entre los meses de noviembre y diciembre de 2019. Los principales resultados arrojan la sorprendente masividad, rabia acumulada y (des)ilusiones ciudadanas, así como la necesidad de cambios profundos, demandas históricas y resistencias desde un plano emotivo y afectivo. Lo novedoso del estudio es que presenta una mirada desde las propias voces ciudadanas en distintos territorios en el contexto inmediato del estallido social.

Palabras clave: Movimiento social; Desigualdad social; Estallido social en Chile; Memoria colectiva

Abstract

In October 2019, Chile experienced a process of intense social mobilization throughout its territory, a social outburst that lasted until the start of the first restrictions due to the pandemic. In this framework, a qualitative study is carried out that aims to reveal narratives from multiple nuances and visions that allow re-live the lived to understand the resistance, illusions, demands, and struggles in the process of social protests in Chile.

The research uses a narrative design under the modality of remote interviews, via WhatsApp, surveyed between November and December 2019. The main results show the surprising massiveness, accumulated anger, and citizen (dis)illusions, as well as the need for profound changes, historical demands, and resistance from an emotional and affective level. The novelty of the study is that it presents a view from the voices of citizens in different territories in the immediate context of the social outbreak.

Keywords: Social movement; Social inequality; Chile social outburst; Collective memory

1. Introducción

El estallido social de octubre de 2019 es el punto más álgido de un ciclo de protestas y luchas sociales enfocadas en la expresión del descontento generalizado de la población chilena ante la injusticia de un modelo social, económico y político que profundizó las desigualdades heredadas de la dictadura y sostenidas en democracia (Jiménez-Yañez, 2020). Durante meses, la ciudadanía se volcó a las calles, manifestando de distintas formas el malestar ciudadano, en una narración colectiva que se estructura de demanda a exigencia en torno a tres ideas fuerza: dignidad, contra los abusos y el fin de las desigualdades (Brieba, 2020); en un proceso que acude a la remembranza de la memoria larga y colectiva de organización y lucha comunitaria/poblacional en diversos territorios y corporalidades a lo largo de todo el país.

Creímos relevante construir un relato sobre lo vivido durante los días posteriores al estallido social en Chile, en el cual se pudieran entrelazar y convocar múltiples voces, miradas y sentires de personas situadas en distintas ciudades de Chile, respecto de las emociones y reflexiones que se suscitaron durante los meses de noviembre y diciembre de 2019. Al mismo tiempo, sentíamos la necesidad de dejar un registro de lo vivido, por lo que llevamos un cuaderno, a modo de diario de campo, en el que se iban apuntando algunos hechos informativos que marcaban la pauta de aquellos días, ejercicio que permitió ubicarnos en un contexto histórico nacional que no siempre tenía un correlato con la vivencia diaria en el territorio en el que nos situamos.

El estudio cualitativo, de diseño narrativo, pretende indagar en el modo en que se vivencian las luchas sociales y demandas de la ciudadanía, coyunturas pesquisadas por medio de la técnica de entrevistas a distancia realizadas a través de WhatsApp. En ese contexto, urdimos una trama en la que también participamos como narradoras de un momento histórico relevante, generando un proceso de carácter intersubjetivo entre quienes observamos lo narrado y quienes son protagonistas de la narración (Salazar-Henao y López-Moreno, 2016; Arias y Alvarado, 2015) conjugando elementos asociados a la memoria, la conciencia histórica y la vivencia, narrada desde las biografías, experiencias y construcciones sociopolíticas de quienes accedieron a participar en la investigación.

Dialogamos con las narraciones, las habitamos y encarnamos de forma que, la investigación, se trazó resaltando “la legitimación de voces como un excedente de visión del otro que se cruza con los horizontes de sus propias interpretaciones” (Salazar-Henao y López-Moreno, 2016, p. 14), en una trama constante de ires y venires, de conversaciones, reflexiones, de diálogos teóricos y cotidianos sobre lo vivido durante las primeras semanas de la revuelta. Apostamos por “poner lo vivido en palabras, en tanto ideas y emociones; resignificar las experiencias, llenar de sentido la propia historia al re-nombrar y re-crear una serie de acontecimientos” (Arias y Alvarado, 2015, p. 172), una espiral que se conjuga con nuestras propias narraciones y visiones del contexto social, y que no aspira a la construcción de una verdad. Levantamos este estudio desde una mirada situada y parcial (Haraway, 1991), encarnada en propuestas difractivas, orientadas hacia la oportunidad de levantar investigaciones otras, considerando posibilidades polifónicas, en el que se construye “un método de investigación” como “una manera para descubrir cosas sobre [nosotras] mismas y [nuestras] temáticas" (Richardson, 1994, p. 516). De esta forma, asumimos el planteamiento de Biglia y Bonet-Martí (2009), quienes señalan la posibilidad de “narrativizar el diálogo que se ha producido en nuestras intersecciones y, favorecer que las narrativas propuestas puedan ser transformadas y/o subvertidas por otras subjetividades y colectividades” (p. 6).

En virtud de lo anterior, el artículo inicia con una breve cronología que permite situar las narrativas, seguidamente, se expone la metodología para dar paso a los principales hallazgos, generando discusión y conclusión en virtud de lo tratado.

2. Contextualizar lo narrado

Las memorias son procesos subjetivos, objetos de disputa, luchas y conflictos, enmarcadas en relaciones de poder, que pueden ser modificadas e historizadas (Jelin, 2002). El ejercicio de seleccionar lo que se recuerda y lo que se olvida acude a ciertos marcos colectivos (Halbwachs, 1992) que recogen narrativas de ritos, conmemoraciones e hitos de carácter grupal (Ricoeur, 1999), los que son permanentemente reconstruidos, en tanto históricos y modificables. En este sentido, hacemos un ejercicio de memoria, de articulación y remembranza de hechos sociopolíticos que nos parecen relevantes de considerar para contextualizar las narrativas que posteriormente exponemos.

Las movilizaciones comenzaron en el mes de octubre de 2019, tras el llamado de estudiantes de secundaria a evadir masivamente el pago del transporte público en el metro, debido a un alza en la tarifa. La respuesta de las autoridades de gobierno estuvo marcada por declaraciones que solo ayudaron a agudizar el malestar de la población ante la desconexión del mundo político con el sentir ciudadano.

Durante la jornada del 18 de octubre, las federaciones universitarias, gremios y sindicatos se sumaron a las movilizaciones. Por la tarde, en Santiago, las barricadas dificultaron los traslados y el transporte público dejó de funcionar. La violencia en las calles no tardó en presentarse, en una noche caótica en la que se quemaron estaciones de metro, hubo saqueos y desórdenes públicos. Horas más tarde y ante la gravedad de lo acontecido, el gobierno invocó la ley de seguridad del Estado y decretó Estado de Excepción Constitucional en las principales ciudades del país, entregando el control del orden público a las fuerzas armadas, en un hecho inédito desde la llegada a la democracia.

En las regiones seguíamos con inquietud el estallido a través de las redes sociales, la televisión y la radio. Con sorpresa nos enteramos de lo sucedido en Santiago, de patrullajes militares y de los primeros rumores y denuncias de graves atropellos a los Derechos Humanos. El 19 de octubre, el estallido social adquirió un carácter nacional, en acciones colectivas calificadas como las de mayor masividad en la historia (Sasse, 2021), las cuales desplegaron múltiples repertorios, violentos y pacíficos. La población se moviliza bajo la consigna “no son 30 pesos, son 30 años”, poniendo en evidencia el fracaso del modelo neoliberal instaurado en Chile. El 20 de octubre, el expresidente Sebastián Piñera señaló “estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable”. Como respuesta el movimiento, sin soltar las calles y plazas, clamaba: “No estamos en guerra, estamos unidos”, llamando la atención sobre la urgencia de las demandas sociales y la necesidad de la esperanza.

Ese mismo día se conocieron reportes de las primeras muertes1: cinco personas en el incendio de una fábrica textil, otro encontrado en un supermercado santiaguino, otro asesinado por militares en la ciudad de La Serena2. Por la tarde, se produjeron enfrentamientos entre manifestantes y militares, quienes hicieron uso de armamento para “disuadir” a quienes ocupaban el espacio público. La primera línea, compuesta por una diversidad de personas que acuerpaban la resistencia, se transforma en actor relevante en la lucha contra la represión.

En las ciudades de Arica, Antofagasta, Copiapó, Talca, Chillán y Punta Arenas, se realizaron cacerolazos, protestas y actividades masivas; a la par, se reportaron saqueos y ataques a farmacias, supermercados y edificios públicos. En las calles y plazas se realizaban asambleas autoconvocadas, denominadas cabildos ciudadanos, en los que se conversaba y discutía la crisis política y social. En este punto, las respuestas políticas se enfocaron en intentar un acuerdo para modificar la constitución política de 1980. El 22 de octubre, el presidente se dirige al país proponiendo una “Nueva Agenda Social”, sin embargo, los anuncios ya no eran suficientes para contener las manifestaciones.

Chile pasa de ser un oasis sudamericano para el mercado internacional, a un espacio asolado por la rabia y el resentimiento contenidos por una “receta social” que remite a la dictadura. A partir de este momento, se pudo observar a un mandatario que parecía dislocado de su liderazgo y que anunciaba medidas sociales y cambios de gabinete junto con arreglos cosméticos, que no lograban aplacar el descontento ciudadano (Spyer-Dulci y Alvarado-Sadivia, 2021, p.45)

El 25 de octubre se convocó a la “marcha más grande de la historia”, congregando más de un millón de personas en Santiago y miles en las otras regiones. El 26 de octubre, el presidente anunció el fin del toque de queda y el 27 de octubre, el término del Estado de Excepción Constitucional. Días más tarde se anunció la suspensión de la Conferencia de las Partes [COP] y el Foro de la Cooperación Económica Asia-Pacífico [APEC]. La idea de Chile como un oasis económico y social había terminado.

Los días posteriores se realizaron nuevas manifestaciones, concentradas en lugares icónicos en distintas ciudades y territorios del país. Noviembre estuvo marcado por marchas, cacerolazos y la presentación de una Agenda de Seguridad propuesta por el gobierno que promovía el endurecimiento de las sanciones por delitos que alteren el orden público. Los incidentes y enfrentamientos entre agentes del Estado y manifestantes persistían. Las mutilaciones oculares se presentan como táctica y estrategia desplegada de forma masiva y sistemática contra quienes se manifiestan.

En la madrugada del 15 de noviembre representantes de la oposición y del oficialismo, firman un acuerdo nacional que incluyó un plebiscito para modificar la constitución política chilena3 vigente desde el período dictatorial. Esto marca el inicio del reciente proceso constituyente. No obstante, con los días emergieron temas ausentes en el acuerdo como paridad y participación de pueblos originarios a través de escaños reservados, lo que generó nuevas manifestaciones (Spyer-Dulci y Alvarado-Sadivia, 2021).

Con la llegada del verano y el cierre de año las movilizaciones disminuyeron. El año nuevo se celebró en el centro neurálgico de la revuelta, en la rebautizada Plaza Dignidad (ex Plaza Italia en Santiago de Chile), y fue transmitido vía streaming a todo el país, bajo la consigna “Feliz dignidad y próspera rebeldía”. En enero de 2020, el movimiento estudiantil logró suspender el proceso de selección universitaria en distintas ciudades.

En marzo el escenario se reactivó con el llamado a un super lunes, coincidente con el primer lunes de marzo y el reingreso a clases tras las vacaciones (Spyer-Dulci y Alvarado-Sadivia, 2021). El 8 de marzo de 2020 se produjo la última movilización masiva previa a la pandemia. Millares de mujeres y disidencias sexo-genéricas salieron a las calles en todo el país. Dejando en claro la importancia del movimiento feminista y de la disidencia sexual en visibilizar la rabia y denunciar los abusos (Hiner, Badilla, López, Zúñiga-Fajuri & Hatibovic, 2022). En Santiago, se levanta la marcha feminista más grande de la historia, la que fue grabada con la consigna “históricas” en el pavimento de Plaza Dignidad (Duarte-Hidalgo, Rodríguez-Venegas, Bugueño-Carvajal y Calderón-Navarro, 2022).

El 18 de marzo, todas las previsiones de la segunda etapa del estallido se derrumbaron ya que, debido a la contingencia de pandemia internacional por el Covid-19, el gobierno decretó Estado Excepcional de Catástrofe, cuyas atribuciones permiten la restricción de locomoción y reunión, por lo que las marchas, protestas y manifestaciones se vieron reducidas en su totalidad y el plebiscito se reagendó para el día 25 de octubre de 2020. (Spyer-Dulci y Alvarado-Sadivia, 2021, p 46)

No podemos dejar de mencionar que, a partir de octubre de 2019, ocurrieron graves y generalizadas violaciones a los derechos humanos, producidas por la brutal represión durante el estallido y que son centrales en el ejercicio comprensivo de remembranza. Durante la revuelta social hubo golpizas, detenciones masivas, apremios ilegítimos, lesiones, tortura física y psicológica, violencia innecesaria, homicidio, homicidio frustrado, tortura con violencia sexual y otros tratos crueles. El informe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos [ACNUDH] (2019) señala que “en su actuación, Carabineros y el Ejército no han adherido a las normas y estándares internacionales de derechos humanos relacionados con la gestión de las asambleas y el uso de la fuerza” (p. 9); asimismo menciona que “ha habido un uso innecesario y desproporcionado de armas menos letales, en particular escopetas antidisturbios, durante manifestaciones pacíficas y/o fuera del contexto de enfrentamientos violentos (..) Esto ha resultado en un gran número de personas heridas”. Igualmente, las mutilaciones oculares, en su mayoría ocasionados por balines y perdigones de goma (Rodríguez et al., 2021), superan con creces las estadísticas existentes en otros conflictos internacionales. El informe de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos [ACNUDH] señala que:

Según información de la Sociedad Chilena de Oftalmología, durante el período del 19 de octubre al 3 de diciembre, 345 personas han sufrido lesiones relacionadas con traumatismos oculares. Según el INDH, 352 personas han sufrido traumas oculares (del 17 de octubre al 6 de diciembre). El Ministerio de Salud señala que entre el 18 de octubre y el 2 de diciembre, el Hospital del Salvador en Santiago proporcionó atención a 239 pacientes con lesión ocular. La ACNUDH considera que el número alarmantemente alto de personas con lesiones en los ojos o la cara (aproximadamente 350) muestra que hay razones fundadas para creer que las "armas menos letales" se han utilizado de manera inadecuada e indiscriminada, en contravención de los principios internacionales para minimizar el riesgo de lesiones. (ACNUDH, 2021, p.14)

Muchas de estas situaciones no han sido resueltas por los tribunales de justicia, existiendo un número importante de personas recluidas con una medida de prisión preventiva desde el año 2019, sin que sus procesos hayan concluido; así mismo, la cantidad de agentes del Estado condenados por violaciones a los derechos humanos es mínima.

3. Metodología

La investigación realizada tiene un carácter cualitativo, centrada en narrativas asociadas a la expresión de demandas, luchas sociales y resistencias tras el estallido social en Chile. Para tal propósito, se utilizó el diseño narrativo para la construcción de historias y experiencias vividas, que se expresa por medio de una narración oral sobre un suceso sociohistórico determinado. El estudio tuvo por objetivo el comprender los significados, luchas sociales y demandas de la ciudadanía, materializado por medio de la técnica de entrevistas a distancia centrada en dos preguntas de indagación: ¿Cómo cambia tu vida después del 18 de octubre? y ¿Cuáles son tus principales luchas y demandas en el marco del estallido social chileno?

El trabajo de campo se desarrolló entre noviembre y diciembre de 2019, mediante un muestreo por bola de nieve, entrevistando un total de 41 personas, de las cuales la gran mayoría se autoidentificó como mujeres (66%), con edades que fluctuaron entre los 18 y 69 años, de diversas ocupaciones y niveles socioeconómicos, ubicadas en distintas regiones del país (Atacama, Valparaíso, Metropolitana, Araucanía y Aysén).

Con respecto a la técnica de recolección de información, se utilizó entrevistas a distancia por medio de la plataforma WhatsApp, elemento que, dadas las circunstancias, fue el medio más idóneo para la construcción de datos, ya que permitió la indagación de las miradas cotidianas (Scribano, 2017), en el epicentro del estallido social y la participación de una diversidad de personas ubicadas en distintos lugares geográficos del país. Para generar el contacto inicial se hizo circular un audio en distintos grupos de WhatsApp, invitando a participar de la investigación. El audio daba cuenta del objetivo, alcance y características del estudio, además se daba un número telefónico para quienes quisieran formar parte. Una vez establecido el contacto, se enviaba un mensaje que solicitaba datos iniciales como nombre, ocupación, sexo/género, edad y ubicación geográfica, para luego enviar el consentimiento informado. Posteriormente, se realiza la entrevista a través de mensajes de voz. La técnica permitió la emergencia de relatos espontáneos, en una especie de catarsis frente a estas situaciones coyunturales, una suerte de confesión íntima sobre el tema, en el que se dejaba fluir sin tapujo emociones, experiencias y demandas. Como señala Scribano (2017) el uso de WhatsApp como instrumento de indagación social facilita la “redefinición de las conexiones/desconexiones entre observar y registrar, (...) participación de observadores múltiples, (…) acceso a diversos momentos de la realidad social en términos de las tensiones de “mundos” vividos y (...) registro de múltiples aristas del conflicto social” (p.17).

Estas decisiones metodológicas facilitaron la expresión de tensiones entre discursos dominantes y narrativas contrahegemónicas, colocando en juego la visibilización, creación de imaginarios y la libertad para expresar sentimientos y emociones (Gandarias-Goikoetxea y García-Fernández, 2015).

La información recopilada concentró 51 mensajes de voz pesquisados en la Plataforma WhatsApp, los que fueron transcritos e ingresados al software de análisis de datos cualitativos Atlas.Ti, lo que permitió ordenar y esquematizar la información. Posteriormente, por medio de un análisis de contenido (Krippendorff, 1990) se procedió a la comparación y codificación abierta con base en diversas categorías analizadas: significados del estallido social, experiencias significativas, sentimientos y emociones colectivas, demandas históricas y luchas sociales. Entre los resguardos éticos contemplados en este estudio está el uso del consentimiento informado oral individual, el almacenamiento y tratamiento de datos de forma confidencial, garantizando anonimato. Finalmente, se consideró una etapa de devolución de información y retroalimentación de los resultados de la investigación, la que se llevó a cabo a través de audios de WhatsApp a mediados del año 2020.

4. Hallazgos

El estallido social es narrado como un fenómeno sociopolítico inédito, por su puesta en marcha y acción, y por la extensión que tuvo a nivel nacional, desplegándose en distintas comunas y localidades, levantando acciones colectivas transformadoras y esperanzadoras. En este sentido, se narran alegrías y esperanzas ante las masivas convocatorias en regiones distintas a la Metropolitana y lugares aislados, lo que permite una urdimbre social de conversaciones, opiniones y expectativas en el hogar, en el trabajo, en las instituciones públicas y privadas, en la calle. Así, se instalan en la cotidianidad ciudadana discusiones políticas, sociales y económicas silenciadas durante décadas, protagonizadas por personas de distintas edades e identidades en una pluralidad de voces, cuerpos y contextos sociales.

...cambiar una cultura en cómo nos relacionamos, donde existiera la posibilidad de conocer esa otredad que ha estado tan en general excluida, deslegitimada por ser pobre, por ser afro, por ser indígena o de pueblos originarios, por ser anciano, anciana por lo tanto; también hay un correlato social que creo que tiene que ver también con los aparatos culturales y comunicacionales que habría que modificar a través de leyes y del cambio de la institucionalidad y por sobre todo y lo más importante cambiar un modelo. O sea, yo quisiera que… no vamos a terminar con el modelo neoliberal, probablemente, si modificamos estas cosas, pero si podemos rasguñarlo y modificarlo dentro de nuestro país. (Mujer, 38 años, periodista, comuna de Santiago Centro, región Metropolitana. 15 de diciembre de 2019).

Se reconoce el protagonismo de los/as jóvenes en la revuelta social denominados como “primera línea”, pues son los actores/as relevantes en la continuidad de las luchas y resistencias en cada una de las localidades del país. Igualmente, se admira y reconoce el movimiento estudiantil chileno, en su potencial articulador y organizador de rabia y descontento. Las narrativas ponen énfasis en que son las juventudes quienes hacen frente a las injusticias y arbitrariedades de quienes toman las decisiones en Chile.

Con una generación que está marcando el cambio, que me parece es uno de los ejemplos que hay actuales a nivel global. Una generación que está luchando para que haya una vida más justa. Muchas gracias (Jubilada, 65 años, comuna de Temuco, región de la Araucanía. 22 de noviembre de 2019).

Conjuntamente, se menciona al movimiento feminista chileno, como eje central frente a la demanda de igualdad y denuncia contra la violencia e injusticia patriarcal, dando realce a la performance “Un violador en tu camino” de la colectiva feminista “Las Tesis”, enarbolándose como un himno de lucha frente a la violencia estatal y represión policial. Esta performance fue rápidamente difundida por redes sociales, apropiada y visibilizada sororamente por organizaciones feministas de todo el mundo, posicionando al cuerpo femenino como un territorio de lucha y de protesta social, que permite, desde la rabia, tejer un mundo distinto en el que se puede “volver a tener esperanza” y “volver a estar contenta”, pues, “sales a hacer la performance de Las Tesis y tienes otro rato de alegría, de estar junto a otra gente, de pertenecer a este pueblo que se está movilizando por más derechos, que ya se cansó” (Mujer de 43 años, Periodista, Comuna de Recoleta, región Metropolitana. 15 de diciembre de 2019).

La masividad de la revuelta social se expresa por medio de una rabia acumulada ante las injusticias y desigualdades generadas por la política neoliberal del modelo chileno; en ello, se expone una profunda desilusión e indignación por el escaso manejo político e insensibilidad del presidente de la República Sebastián Piñera. El discurso en cadena nacional del día 20 de octubre de 2019 impacta. La declaración de “Estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable”, es algo que trae memorias de otros tiempos, de otras historias. Sorprende también el Estado de Excepción Constitucional, los militares en la calle, las declaraciones de diciembre en que se señalaba que las protestas eran organizadas desde fuera de Chile, a través de redes sociales. Da la sensación de que se quiere desconocer las vulneraciones de derechos humanos, que eran montajes, falsedades. Las narrativas demuestran una potente animadversión contra el jefe de Estado, tildándolo de “mentiroso”, “mitómano”, “engañador” y “corrupto”, entre otros calificativos.

Las actuaciones ilícitas de los regímenes de emergencia decretados por el presidente de la república, su ilegalidad, su inconstitucionalidad. Pero lo más grave: la negación o la instalación de un discurso negacionista de la violación a los derechos humanos resulta intolerable (Abogado de 47 años, comuna de Copiapó, región de Atacama. 23 de noviembre de 2019).

La represión, violencia y abuso policial/militar y la criminalización de la protesta son temas muy presentes en las oralidades. También el toque de queda, el despliegue de tanques en las calles, la imagen de policías y militares atacando a la ciudadanía, controles de identidad, golpes, maltratos y ensañamiento hacia quienes se manifiestan. Estas vulneraciones y violencias generan, por un lado, una sensación de sometimiento y control del aparataje estatal y policial, y por otro, sentimientos de miedo, desesperación, angustia e incertidumbre (sobre todo en las primeras semanas tras la revuelta). Todo esto hace rememorar la dictadura cívico-militar del General Augusto Pinochet (1973-1990), con imágenes similares y un miedo equivalente. La memoria colectiva aparece, propone ritos y códigos a seguir para proteger y cuidar-se. La protesta se apodera de los mismos espacios, la memoria se activa, revitaliza y actualiza, en un relato colectivo y nuevo. Al mismo tiempo, se radicaliza la acción, desatando la rabia acumulada - “Hasta que la dignidad se haga costumbre”- la indignación y el desencanto masivo de la ciudadanía frente a un escenario violento y represivo.

Lo descrito se transforma en un eje movilizador de formas de organización y resistencia. La puesta en escena se expresa con múltiples representaciones artístico-culturales (conciertos, cafés literarios, danzas, performance, coreografías, graffiti, stencil, obras de teatro, etc.), agitaciones públicas (cacerolazos, marchas, mítines, etc.), hasta actuancias más radicales (barricadas, incendios, saqueos, etc.). Estos episodios -sin importar su intensidad- son violentamente reprimidos, cuyo clímax deviene en el uso criminal de la escopeta a balines, perdigones de goma y bombas lacrimógenas lanzadas a los/as manifestantes. El resultado es mutilación y muerte.

Se ha estado luchando en la calle protestando, todo ese afloramiento espontáneo y sobre todo tan oculto que tenía el chileno, toda esa energía, toda esa gente que ha perdido su vista, toda esa gente que ha sido golpeada que ha desaparecido y que ha muerto, mujeres que han sido violadas por quien se supone tienen que velar por nuestra seguridad. (Hombre de 45 años, Publicista, comuna de Copiapó, región de Atacama. 22 de noviembre de 2019).

Asombra la impunidad, afecta la sensación de injusticia, se repite el nombre de Fabiola Campillay y Gustavo Gatica, quienes quedaron ciegos, tras sufrir mutilaciones oculares por disparos de las policías en las protestas en Santiago de Chile.

Las narrativas establecen con claridad una reapropiación del espacio público, acuerpados en las manifestaciones y actuancias callejeras que se caracterizan por poseer contenidos sociopolíticos, estéticos y lenguajes que congregan voces y cuerpos plurales, múltiples comunidades y colectivos, (pueblos originarios, feministas, medioambientalistas, estudiantes, comunidad LGTBIQ+, sindicatos de trabajadores, organizaciones populares y/o barriales, entre otros). Estas expresiones acuerpan las luchas y resistencias sociales utilizando un lenguaje artístico-simbólico, apropiándose de las calles y ciudades mediante ollas y cucharas de palo, pancartas, lienzos, stencil, graffiti, murales, performance, instalaciones, uso y confección de capuchas, escudos pintados, uso de punteros láser e incluso sus propios cuerpos como actos/medios/creaciones para transmitir rebeldía, libertad de expresión y mensajes que se convierten en consignas y símbolos populares de lucha.

La política se hace en la calle, en movimiento sociales, con educación popular, en lucha social, en organizar asambleas; no siendo dirigente estudiantil y después ser congresista. O sea, en realidad ahí no hay ningún aprendizaje detrás. El aprendizaje creo que ahora es un gran ejemplo, el aprendizaje se da en la calle, la formación política se da en la calle, no bajo cuatro paredes. Se da en base al asambleísmo, en base a autonomía, en base al poder de los pueblos. (Estudiante universitaria, 23 años, comuna de Caldera, región de Atacama. 30 de noviembre de 2019).

En esta reapropiación de lo público, los/as participantes destacan las acciones de protesta a raíz de la destrucción de monumentos y esculturas nacionales, especialmente de personajes relacionados con la conquista de América y militares conocidos como los “héroes patrios”. En Plaza Dignidad (Ex Plaza Italia) se derriba la estatua de Manuel Baquedano. En la ciudad de Temuco, fue colgada la cabeza del conquistador Pedro de Valdivia en las manos del líder mapuche Caupolicán, como ejemplo de resistencia indígena, pero también, como una expresión del deseo de escribir una nueva historia. Así mismo, en La Serena, se elimina la estatua del fundador de la ciudad Francisco de Aguirre y en su lugar se levanta el dorso de Milanka, mujer diaguita como reivindicación de los derechos de su pueblo. Las acciones colectivas transmiten un descontento con la historia oficial, asumiendo la oportunidad de narrar una distinta, una que cuestione el origen histórico y sociocultural de las desigualdades e injusticias en Chile.

La nueva historia se escribe en comunidad, los discursos nos hablan del encuentro vecinal, en un (re)armado del tejido social. En el que emerge la esperanza como práctica política de resistencia, se teje la memoria y se habita la “otra” historia, aquella que se está escribiendo en ese instante. Hay consciencia del momento histórico, un relato épico de lo que se está viviendo. Se conversa en asamblea, en escucha atenta, en un marco de respeto por la diversidad de opiniones y cuerpos. Es un momento de fuerte implicación emocional. Se ríe, baila, canta, abraza y llora, en espacios cálidos y cercanos, dejando de lado las distancias y reticencias tan propias del individualismo neoliberal. El espacio asambleario se convirtió en un espacio “bisagra” que, por un lado, se presenta como el espacio público acoge el debate coyuntural, y, por otro, se forja como una instancia de cuidado comunitario que permite estar en mayor resguardo e intimidad, facilitando el encuentro, el compartir saberes y la conjugación de espacios propios de formación ciudadana.

El tener una relación con tu vecino, con la gente de la población, la gente se juntaba en la calle y tomaba tecito o compartían un desayuno o uno mismo o una misma se protege en las marchas con las compañeras. Eso que yo no veía hace tiempo de vivir de alguna manera en comunidad y de reforzar las organizaciones sociales, porque el movimiento sirvió de alguna manera para rearticular organizaciones con base política (Abogada, 34 años, comuna de Valparaíso, región de Valparaíso. 15 de diciembre de 2019).

En encuentro asambleario fue fundamental para (re)armar el tejido político. Al poco tiempo se organizan cabildos comunales, sectoriales y locales, asambleas territoriales y autoconvocadas. Los relatos mencionan que las reuniones se levantan mayormente en colegios, plazas, parques y/o sedes vecinales en todo el país desde finales del mes de octubre. Las asambleas permitieron el diálogo, la conversación, el debate y el aprendizaje mutuo, transgeneracional. Llega la constatación de que se puede resistir desde lo colectivo, en espacios de construcción conjunta, de lucha, protesta y disputa social. Así mismo, las plazas se renombran, ya no son de armas, son rebautizadas como “Plaza Dignidad” en Santiago, “Plaza de la Resistencia” en las ciudades de Copiapó y Valparaíso, convertidos en espacios colectivos de lucha social, de escucha activa, tolerancia, contención y ayuda mutua.

Pese a todo lo que conocemos, a las violaciones a los derechos humanos, pero, aun así; pese a ese dolor, y a la denuncia que se hace de eso hay un ambiente que tiene que ver, y principalmente, con quienes vivimos. Yo vivo de manera muy cercana a la zona cero, no a la zona cero mismo, pero muy cercana a la zona cero, me refiero a la Plaza Dignidad y efectivamente hay un ambiente de saludarse, de verse, de hacer la vida más en comunidad y de reunirse, de hacer actividades que no habíamos visto. Yo no había visto, no vivo hace tanto tiempo en Santiago hace dos años pero en el mismo edificio y por ejemplo se han hecho conversatorios, se ha citado a ferias de intercambio (...) hacer una vida un poco más sencilla y más cotidiana (Mujer de 43 años, Periodista, Comuna de Recoleta, región Metropolitana. 15 de diciembre de 2019).

La lucha de la primera línea tiene sentido, pues acuerpa la idea de una confrontación entre “El pueblo y los poderosos”. Las narrativas definen a “El pueblo”, un cuerpo en lucha y resistencia que defiende y reivindica las demandas históricas a través de diversos repertorios de acción. El segundo grupo, “Los poderosos”, expresa su apoyo a la gestión del gobierno, fuerzas armadas y Carabineros, con fuertes discursos neoconservadores y neoliberales. Ambos grupos toman posicionamiento. No se podía ser neutral. Existe una apropiación de dichas identidades caricaturizadas y una idea de polarización reforzada por los medios de comunicación tradicionales. Las críticas son duras para la prensa, se le acusa de escasa objetividad, manipulación informativa y censura, en alianza con los poderes hegemónicos.

Esto es una guerra, aunque yo estoy de acuerdo con lo que dijo Piñera. Él tuvo un ataque de sinceridad en su momento, la gente se escandalizó mucho pero esto es una guerra fría por ahora. La diferencia es que por ahora nosotros [El Pueblo] no estamos armados, no tenemos la fuerza que ellos tienen, pero en algún momento se va a tener. En algún momento. Todo esto es inevitable en Chile (Trabajador Social, 28 años, comuna de Copiapó, región de Atacama. 27 de noviembre de 2019).

Así mismo, observamos en las narrativas que emerge la categoría “Pueblo”, pues deviene de las dinámicas sociales sostenidas en los espacios asamblearios y actuancias de carácter masivo, en la que se niega esta “guerra” entre bandos y se instala que es el “Pueblo” quien está dando una lucha social y política por la reivindicación de sus derechos. Se retoma la categoría “Pueblo” dotándola de significado y contenido, definiéndose como una nueva relación intersubjetiva de cuerpos plurales que encarnan una diversidad de género(s), raza/etnia, clase, edad y otras, que comparten sentidos y senti-pensamientos centrados en las transformaciones sociales, políticas y económicas urgentes que se necesitan para la construcción y/o refundación de un nuevo Chile.

Esta es nuestra oportunidad para que las nuevas generaciones, para manifestarles a ellos, de que eso nunca fue lo correcto y de que todos debemos luchar para un país mucho más justo y equitativo (Empleada pública, 33 años, comuna de Puerto Saavedra, región de la Araucanía. 02 de diciembre de 2019).

Las demandas históricas del Chile de la post dictadura se posicionan como una de las grandes deudas del Estado hacia los pueblos en Chile. Por ello, se entremezclan demandas, luchas sociales y esperanzas de un cambio rotundo en el aparato estatal a raíz de las acciones colectivas emprendidas y observadas en este efervescente escenario social. Se refuerza que todas ellas puedan finalmente influir y transformar profundamente la columna vertebral del modelo económico chileno, la Constitución Política de 1980 redactada en dictadura.

Yo creo que desde ahí la base para todo es cambiar la constitución. Yo creo que mis expectativas son que en concreto que la constitución debería cambiar. Debería cambiar y redactar todos los chilenos (Trabajadora Social, 33 años, comuna de Aysén, Región de Aysén del General Carlos Ibáñez del Campo, 09 de diciembre de 2019).

Las narrativas proponen un cambio constitucional, a través de una asamblea constituyente que debe contener una diversidad de actores/as, comunidades y colectivos sociales participantes de estas discusiones coyunturales. Exigen en ella paridad de género, inclusión de pueblos originarios, representación de colectivos de diversidades sexo-genéricas, medioambientalistas, sindicalistas y otros. En esta misma línea, no contemplan la participación de partidos y figuras políticas tradicionales en la redacción de la nueva Constitución, reforzando el desprestigio y desconfianza hacia los mismos, quienes quedan en una posición minorizada en la dinámica del estallido social.

[La Constitución] es la concreción para que, que, podamos por fin ser un país más igualitario en donde todos tengamos acceso en todos los bienes, en salud, en educación principalmente, en cariño, en cobijo en mil formas sociales que tenemos de poder vivir nuestra vida mejor y en paz. (Trabajador área salud, 50 años, comuna de Temuco, región de la Araucanía. 06 de diciembre de 2019)

Con respecto a las “demandas históricas”, los/as participantes las definen como petitorios y consignas de lucha que tienen larga data en Chile, se levanta el derecho a la educación pública como una de las más sentidas, reposicionando la consigna “Educación pública, gratuita y de calidad” como pilar fundamental en las luchas y resistencias del Estallido Social. El derecho a la salud constituye otra demanda histórica. Esta deviene de las reformas autoritarias gestadas en la década de los ochenta, en un sistema que se ha caracterizado por la segmentación e inequidad en el acceso y uso, siendo las poblaciones más afectadas las comunidades indígenas y migrantes del país, ya sea por la escasa información y modalidades de acceso al sistema de salud, miedo a la discriminación, desconfianza en las instituciones y falta de pertinencia cultural en la prestación de servicios sanitarios. En este contexto, se profundiza el nulo diálogo que existe entre los sectores público y privado en salud, debido a las diferencias de infraestructura, profesionales calificados y coberturas médicas destinadas a la población. Igualmente, y pese a existir un avance con las reformas en salud del plan de Acceso Universal con Garantías Explícitas [AUGE], aún siguen siendo insuficientes para garantizar una atención digna, oportuna, de calidad y gratuita. Asoma la crítica a los abusos de los cobros de las Instituciones de Salud Previsional [ISAPRES], el negocio de los tratamientos médicos (en especial a las enfermedades relacionadas con el Cáncer) y al consecuente lucro en salud.

Me ha tocado sufrir algunas situaciones porque tengo una hija que tiene una discapacidad y ella en carne propia ha tenido que vivir la discriminación por el hecho de tener una discapacidad intelectual. Y también por el hecho de haber tenido alguna situación de salud, también me tocó ver la otra cara de la moneda, en la que uno por más recursos que tenga dentro de su área, digamos de bienes y bienes materiales que uno tiene, no le puede dar todo lo que uno quisiera. Porque la salud en este país es demasiado cara. (Mujer de 42 años, periodista, comuna de Santiago Centro, región Metropolitana).

Los derechos laborales se posicionan en la precariedad de los salarios y el consecuente endeudamiento para sobrevivir, lo que afecta el acceso a los servicios básicos, a la vivienda propia y a la educación superior.

[Que] se solucionen gran parte de las demandas sociales, que la gente pueda vivir de manera más digna con mejores salarios, que se pague lo justo (..) Sobre todo para aquellos que quizás tienen un poco menos, o para aquellos que ya están en una edad avanzada de sus vidas y que dieron todo por su familia, sus hijos y por el crecimiento del país (..) el individualismo, el egoísmo, la vanidad, el egocentrismo, son situaciones que debieran ser o pudieran ser apartadas de esta situación para poder lograr un entendimiento común y vivir en paz, finalmente vivir en paz (Profesor, 33 años, comuna de Batuco, región Metropolitana. 25 de noviembre de 2019).

Sin dudar en este ámbito, una preocupación central en los discursos es el régimen de pensiones y la importancia de contar con jubilaciones dignas para la vejez, a través de un verdadero soporte estatal, la eliminación de las Administradoras de Fondos de Pensiones [AFP] y una transformación radical al sistema de pensiones. Además, se precisa que las mujeres adultas son las más vulneradas por el mismo sistema, ya que son las que poseen mayores interrupciones en su vida laboral y en sus cotizaciones.

El estallido es definido como un proceso sociopolítico de larga duración (Braudel, 2006) que marca un giro histórico radical, resultado de dos crisis sociopolíticas fundantes: la crisis neoliberal y la crisis de la legitimidad política de las democracias, asociada, esta última, a la desconfianza de las instituciones estatales. Es relevante rastrear la forma en que se traman los acontecimientos y cómo se gestaron a través del tiempo y el espacio, a través del ejercicio de rememoración (Ricoeur, 2008) ; en este sentido, la larga duración se presenta como un “personaje embarazoso, complejo, con frecuencia inédita” (Braudel, 2006, p. 11), necesario de considerar en el análisis de este proceso. Así, el estallido responde a una estructura en la que “la historia es la suma de todas las historias posibles: una colección de oficios y de puntos de vista, de ayer, de hoy y de mañana” (p.12). De esta forma, el proceso dialoga constantemente con la memoria colectiva, tramada con los recuerdos de otros y otras, articulada en el compartir marcos sociales en los que reconocemos vivencias y recuerdos que se colectivizan (Halbwachs, 1992); que evocan y rememoran el pasado reciente, en una “búsqueda o esfuerzo de recordación” (Ricoeur, 2008, p. 36), que en este caso evoca la democracia simulada, la vivencia dictatorial, la unidad popular, los procesos revolucionarios y todas las historias posibles. La memoria colectiva “retiene del pasado sólo lo que aún está vivo o es capaz de vivir en la conciencia del grupo que la mantiene” (Halbwachs, 1995, p. 213), por ello, el recuerdo de la resistencia articulada en los movimientos sociales, entrega sentido al tejido social y sostiene lo comunitario desde un carácter discontinuo, trazado entre el rememorar y el olvidar, en un proceso que no es absoluto y que se recrea con la construcción de nuevas memorias y marcos colectivos (Halbwachs, 1992, 1995).

El estallido chileno es también, una profunda crítica a “la legitimidad del ordenamiento constitucional neoliberal y del sistema de democracia restringida” que se ha mantenido hasta el día de hoy (Spyer-Dulci y Alvarado-Sadivia, 2021, p. 50). En ese sentido, Chile vivía en una ilusión de democracia (Pérez-Soto, 2018), marcada por la extrema desigualdad socioeconómica, la incapacidad para la resolución de problemas sociales mediante la política pública y la falta de respuestas pertinentes ante los síntomas de malestar social que manifiesta la población, por lo que el estallido social se transforma en una forma de expresión popular cuyas manifestaciones son dirigidas, primero, contra el Estado y, segundo, contra el capital, a través del ataque y saqueo de supermercados, farmacias, bancos y comercios que representan las colusiones de precios, sobreendeudamiento y el monopolio del mercado (Garcés, 2019).

Los movimientos y actorías sociales articuladas en este proceso poseen nuevas características, subjetividades y temporalidades, sin caudillismos, sin petitorios, ni líderes que llevan la vocería del malestar ciudadano (Brieba, 2020; Garcés, 2019), utilizando sus propios medios de comunicación e intercambio -redes sociales- tanto para coordinar sus acciones como para demostrar las vulneraciones de derechos y criminalización de la protesta (Garcés, 2019), en un diálogo permanente con el relato histórico de abusos e injusticia, pero que es revitalizado y reconceptualizado a través del uso de acciones performáticas (Hiner et al., 2022).

Las narrativas, significados, experiencias, demandas históricas, sentimientos y emociones colectivas están circunscritas al proceso coyuntural del estallido social. Se participa de la construcción de una nueva subjetividad más libertaria y ciudadana, compuesta por una imbricación de movimientos sociales que han incrementado y cimentado su presencia e incidencia política (Garcés, 2019). Esta potencia política de cuerpos reunidos y protesta social se manifiesta como una “performatividad colectiva” (Butler, 2017), en la que se pone en el centro a las personas y sus actuancias colectivas emancipatorias, como actos performáticos cruciales para la transformación social, la justicia transicional y la reparación en Chile (Hiner et al., 2022). De esta forma, la revuelta o estallido social se gesta y organiza desde diversidades e identidades plurales, pulsadas desde la “política de la calle” (Butler, 2017), encontrando amistad, organización y resistencia como respuesta a sus rabias, deprivaciones y demandas históricas en este indignado Chile. De esta forma se articula la emergencia del pueblo como “idea de una forma histórica concreta de la conciencia social, con anclajes pluriclasistas en diversos sectores y grupos subalternos de la sociedad (Ruiz-Encina, 2022, p. 33). Este escenario político callejero se ha transformado en un campo de batalla, un territorio de resistencia, un lugar de invención y de encuentro, de un punto de fuga transitorio. También, “sitio de frustraciones, represiones, pérdidas y reapropiaciones conservadoras” (Butler, Cano y Fernández, 2019, p. 14). Ocurriendo “momentos delirantes de acción colectiva” que permiten grandes cambios en “la conciencia colectiva, en las identidades y formas de conocer, en los modos de concebir la política” (Rivera-Cusicanqui, 2010, p.10). Así, los modos de organización y resistencia se sustentaron en la desobediencia civil, en la rebeldía, en la creatividad, en la diversidad e identidad de quienes lo protagonizan y en la gestación de prácticas políticas de esperanza (Butler, 2017).

No obstante, también se produjo el recrudecimiento de las políticas de seguridad del Estado, reviviendo los “discursos de la inseguridad, el pánico moral o la criminalización y “alterización” del reclamo y la organización social” (Butler et al., 2019, p. 15). Ansaldi y Giordano (2014) establecen que esto es un fenómeno recurrente en América Latina, cuyo propósito fundante es la preservación del status quo y la mantención del orden social. Así, se produce en Chile, como en otros escenarios del continente, una “criminalización de la resistencia popular e imposición de obediencia” a través de la inacción de la justicia, la “violencia institucional” y “la manipulación de los medios de comunicación” (Torres-Vásquez, 2018, pp. 180-181). La cifra impactante de personas con traumas y mutilaciones oculares evidencia una estrategia política de dominación, control y orden social en el que “lo “no dicho” es lo que más significa; las palabras encubren más que revelan, y el lenguaje simbólico toma la escena” (Rivera-Cusicanqui, 2010, p. 13).

La “furia chilena” -denominada así por la prensa internacional- consigue desbaratar “el orden social utópico basado en el individuo “individualista”, considerado como un ente abstracto sin sociedad, limitado a relaciones de tipo transaccionales” (Rojas-Hernández, 2006, p. 46). En este sentido, Araujo (2019) señala que, la sociedad chilena posee perversas consejeras caracterizadas por la “prisa y la aceleración, caras tanto al ideal neoliberal como al universo del reinado irrestricto del orden” (p.16).

Los encuentros asamblearios gestados ampliamente en el estallido social permiten analizar la “performatividad asamblearia” (Butler, 2017), en los que las personas se reúnen y disuelven voluntaria o involuntariamente sus vínculos que están estrechamente asociados a la crítica frente al Estado y a sus respectivas necesidades y demandas. Así mismo, son comprendidos como actos performativos de “autoconstitución” ya que se cruza lo lingüístico y lo corporal, siendo fundantes para la comprensión de “nosotros el pueblo” cuyo discurso alude a “necesidades, deseos y demandas [que] no son todavía completamente conocidas, y cuya unión está vinculada a un futuro 'que está por vivir´” (p.171). Por otro lado, las asambleas se establecen como “actos cotidianos que nos permiten entender la política performativa en su batalla contra y desde la precariedad” (p.56), en una “política del cuerpo” (Rivera-Cusicanqui, 2018) que implica formas de organización y resistencia desde los márgenes, que convocan a "poner el cuerpo, hacerlo en un encuentro de comunidades de afectos, que quizás irradiarán hacia afuera y se conectarán con otras fuerzas e iniciativas, lejos de la competencia y de las estrategias del éxito” (p.73). Se tiene la gran oportunidad de reencantar el mundo, reconociendo la vida cotidiana en permanente crisis (Federici, 2020), lo que permite forjar “otra racionalidad que no solo se opone a la injusticia social y económica, sino que también nos reconecta con la naturaleza y nos permite reinventar lo que significa ser humano” (p. 278). En un “proyecto histórico de los vínculos” (Segato, 2016, p. 29), basado en lazos de ternura y solidaridad, situadas desde emociones colectivas y comunidades de afectos, para “restaurar un tejido social cuyas tramas han sido heridas -y en cierto modo desgarradas- por las violencias estructurales, simbólicas, políticas, estatales, inorgánicas o interpersonales” (Araujo, 2019, p. 15).

5. Conclusiones

Las desigualdades e injusticias sociales quedan al descubierto en el llamado “Estallido Social Chileno”, sin embargo, se debe reconocer que, actores/as y movimientos sociales venían pulsando y exigiendo demandas sociales, políticas y ambientales desde hace al menos una década sin ser escuchados (Aylwin, 2017), conectadas en un proceso de larga duración (Braudel, 2006) que evoca y articula la memoria colectiva (Halbwachs, 1992), evidenciando el profundo malestar y rabia acumulada por la desigualdad socioeconómica y la gestión abusiva del poder político y económico (Garcés, 2019).

En este sentido, nos pareció relevante el hilar narrativas desde diversas territorialidades y corporalidades, distintas a las que emergen en los relatos académicos centralistas y hegemónicos. El narrar, nos permitió hacer un ejercicio de escribir historias, desde una mirada crítica y reflexiva, desde una experiencia cercana y personal (Richardson, 1994), en la que nos reconocemos como parte espectadora y protagonista del relato, que a la vez intenta construir desde lo afectivo, desde la valorización de la vida cotidiana, desde “esa poderosa pero casi invisible madeja de afectos y emociones que forman la substancia y el suelo en el que se producen las relaciones comunitarias” (Federici, 2020, p. 219). Creemos que la narración permite trazar y entrelazar experiencias, rememorando y urdiendo la memoria colectiva, apuntando a la idea de saberes que se colectivizan, desde una mirada poliédrica que revaloriza las palabras y nos interpela constantemente, desde un enfoque subversivo situado, que puesto en circulación, facilita la re-creación de realidades encarnadas (Biglia y Bonet-Martí, 2009).

6. Referencias Bibliográficas

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos [ACNUDH]. (2019). Informe sobre la misión a Chile 30 de octubre-22 de noviembre de 2019. Recuperado de https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/Countries/CL/Report_Chile_2019_SP.pdfLinks ]

Ansaldi, W., y Giordano, V. (2014). América Latina. Tiempos de violencias. Buenos Aires, Argentina: Editorial Ariel. [ Links ]

Araujo, K. (2019). Desmesuras, desencantos, irritaciones y desapegos. En Araujo, K. (ed.), Hilos Tensados. Para leer el octubre tensado. Santiago, Chile: Editorial USACH. [ Links ]

Arias, A. y Alvarado, S. (2015). Investigación narrativa: apuesta metodológica para la construcción social de conocimientos científicos. CES Psicología, 8(2), 171-181. Recuperado de http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2011-30802015000200010Links ]

Aylwin, J. (2017). Proceso constituyente en Chile: análisis crítico desde la perspectiva de derechos humanos. En J. Aylwin y J. Mariman, Proceso constituyente en Chile. Análisis crítico desde la perspectiva de los derechos humanos y la plurinacionalidad (pp. 9-36). Temuco, Chile: Observatorio Ciudadano. [ Links ]

Biglia, B., y Bonet-Martí, J. (2009). La construcción de narrativas como método de investigación psicosocial. Prácticas de escritura compartida. Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research, 10(1), 1-25. doi: https://doi.org/10.17169/fqs-10.1.1225Links ]

Braudel, F. (2006). La larga duración. Revista Académica de Relaciones Internacionales,(5), 1-36. [ Links ]

Brieba, D. (2020). El estallido social en Chile desde el igualitarismo relacional de Elizabeth Anderson. Revista de Sociología, 35(1), 31-42. doi: https://doi.org/10.5354/0719-529X.2020.58105Links ]

Butler, J. (2017). Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría performativa de la asamblea. Bogotá, Colombia: Paidós Básica. [ Links ]

Butler, J., Cano, V., y Fernández, L. (2019). Vidas en lucha. Conversaciones. España: Katz Editores. [ Links ]

Duarte-Hidalgo, C., Rodríguez-Venegas, V., Bugueño-Carvajal, Y., y Calderón-Navarro, P. (2022). Hilvanando narrativas: Procesos de resistencias y organización de mujeres en un territorio en sacrificio. Asparkía. Investigació Feminista, (40), 133-149. doi: https://doi.org/10.6035/asparkia.6174Links ]

Federici, S. (2020). Reencantar el Mundo. El Feminismo y la Política de los Comunes. Madrid: Traficantes de Sueños [ Links ]

Gandarias-Goikoetxea, I. y García-Fernández, N. (2015). Producciones narrativas: una propuesta metodológica para la investigación feminista. En I. Mendia, M. Luxán, M. Legarreta, G. Guzmán, I. Zirion, J. Azpiazu (Eds.), Otras formas de (re) conocer: reflexiones, herramientas y aplicaciones desde la investigación feminista (pp. 97-110). Recuperado de https://publicaciones.hegoa.ehu.eus/uploads/pdfs/269/Otras_formas_de_reconocer.pdf?1488539836Links ]

Garcés, M. (2019). Octubre de 2019: Estallido social en el Chile neoliberal. Recuperado de https://www.ongeco.cl/wp-content/uploads/2019/10/Estallido-social-en-el-Chile-neoliberal.pdfLinks ]

Halbwachs, M. (1992). On collective memory (L.A. Coser, Trad.). Chicago, Estados Unidos: The University of Chicago Press. [ Links ]

Halbwachs, M. (1995). Memoria colectiva y memoria histórica. Reis. Revista Española de Investigaciones Sociológicas, (69), 209-219. Recuperado de https://reis.cis.es/REIS/PDF/REIS_069_12.pdfLinks ]

Haraway, D. J. (1991). Simians, cyborgs, and women. The reinvention of nature. New York: Routledge [ Links ]

Hiner, H., Badilla, M., López, A., Zúñiga-Fajuri, A., & Hatibovic, F. (2022). Patriarchy is a Judge: Young Feminists and LGBTQ+ Activists Performing Transitional Justice in Chile. The International Journal of Transitional Justice, 1(16), 66-81. doi: https://doi.org/10.1093/ijtj/ijab035Links ]

Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid, España: Siglo XXI. [ Links ]

Jiménez-Yañez, C. (2020). #Chiledespertó: causas del estallido social en Chile. Revista mexicana de sociología, 82(4), 949-957. doi: http://dx.doi.org/10.22201/iis.01882503p.2020.4.59213Links ]

Krippendorff, K. (1990). Metodología de análisis de contenido: teoría y práctica. Barcelona, España: Paidós. [ Links ]

Pérez-Soto, C. (2018). La democracia como dictadura. En S. Grez-Toso, D. Opazo-Ortiz, P Vidal- Molina (Comps), Ciudadanías para la Democracia. Reflexiones desde la problemática constitucional y constituyente chilena del siglo XXI (pp. 29-48). Chile: Ariadna Ediciones. [ Links ]

Richardson, L. (1994). Writing. A method of inquiry. En N. Denzin y Y. Lincoln (Eds.), Handbook of qualitative research (pp. 516-529). Estados Unidos: Sage. [ Links ]

Ricoeur, P. (2008). La memoria, la historia, el olvido. Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Ricoeur, P (1999). La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid, España: Arrecife Producciones. [ Links ]

Rivera-Cusicanqui, S. (2010). Ch’ixinakax utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores. Buenos Aires, Argentina: Retazos-Tinta Limón. [ Links ]

Rivera-Cusicanqui, S. (2018). Un Mundo Ch’ixi es posible. Ensayos desde un presente en crisis. Buenos Aires, Argentina: Retazos-Tinta Limón. [ Links ]

Rodríguez, A., Peña, S., Cavieres, I., Vergara, M., Pérez, M., Campos, M., Morales, S. (2021). Ocular trauma by kinetic impact projectiles during civil unrest in Chile. Eye, 35, 1666-1672. https://doi.org/10.1038/s41433-020-01146-wLinks ]

Rojas-Hernández, J. (2006). La sociedad neoliberal. Sociedad Hoy, 10(1), 41-72. https://www.redalyc.org/pdf/902/90201004.pdfLinks ]

Ruiz-Encina, C. (2022). Chile: revuelta social en el neoliberalismo avanzado. Anuario de la Escuela de Historia Virtual, (21), 15-37. doi: https://doi.org/10.31049/1853.7049.v.n21.34658Links ]

Salazar-Henao, M. y López-Moreno, L. (noviembre, 2016). Las narrativas como método de investigación en las ciencias sociales: una mirada a la investigación transformadora. En V Encuentro Latinoamericano de Metodología de las Ciencias Sociales. Métodos, metodologías y nuevas epistemologías en las ciencias sociales: desafíos para el conocimiento profundo de Nuestra América. Universidad Nacional de La Plata, Mendoza, Argentina. Recuperado de https://memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.8571/ev.8571.pdfLinks ]

Sasse, L. (2021). Chile despertó - The reasons for the mass protests in Chile 2019/2020. Recuperado de https://www.econstor.eu/bitstream/10419/237731/1/1767267142.pdfLinks ]

Scribano, A. (2017). Miradas cotidianas. El uso de WhatsApp como experiencia de investigación social. Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social, 13(7), 8-22. Recuperado de http://relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/63/66Links ]

Segato, R. (2016). La guerra contra las mujeres. Madrid, España: Traficantes de sueños. [ Links ]

Spyer-Dulci, T. y Alvarado-Sadivia, V. (2021). El Estallido Social en Chile: ¿rumbo a un Nuevo Constitucionalismo? Revista Katálysis, 24(1), 43-52. doi: https://doi.org/10.1590/1982-0259.2021.e73555Links ]

Torres-Vásquez, H. (2018). La Operación Cóndor y el terrorismo de Estado. Revista Eleuthera, 20, 114-134. http://dx.doi.org/10.17151/eleu.2019.20.7Links ]

Notas:

1 Se reportan 34 personas fallecidas en el contexto del estallido social.

2Nos referimos al caso de Romario Veloz, quien recibió un impacto de bala mientras participaba de una manifestación en la región de Coquimbo.

3Originalmente planificado para el mes de abril de 2020, fue reprogramado y realizado en octubre del mismo año debido a la crisis sociosanitaria por la pandemia de COVID-19.

Notas:

4Artículo derivado de la investigación Resistencias, ilusiones y esperanzas en las narrativas del estallido social en Chile realizado entre noviembre de 2019 y octubre de 2020, avalado por la Universidad de Atacama. Copiapó, Chile

Recibido: 30 de Julio de 2022; Aprobado: 15 de Noviembre de 2022

Autor de correspondencia: Viviana Rodríguez-Venegas. Universidad de Atacama. Copiapó, Chile. Correo electrónico: viviana.rodriguez@uda.cl

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons