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Prospectiva

Print version ISSN 0122-1213On-line version ISSN 2389-993X

Prospectiva  no.35 Cali Jan./June 2023  Epub Dec 23, 2022

https://doi.org/10.25100/prts.v0i35.12142 

Reseña de libros

No-cosas: quiebras del mundo de hoy

1 Editorial Comunitaria Multiverso. Bogotá, Colombia. Correo electrónico: jcrispin@unal.edu.co

Han, Byung-Chul. No-cosas: quiebras del mundo de hoy. Bogotá, Colombia: Taurus, ISBN: 9788430624348. 2021. 144 páginas,


Byung-Chul Han nació en Corea del Sur en la ciudad de Seúl en el año 1959. En su juventud estudió metalurgia en la Universidad de Corea que es una de las instituciones universitarias más prestigiosas de este país. A finales de la década de los ochenta, cuando contaba con 26 años de edad, en plena Perestroika viajó a Alemania en donde se instaló como residente, sin saber la lengua alemana y sin haber realizado lecturas importantes sobre el tema de filosofía. Han estudio filosofía en la Universidad de Friburgo, literatura alemana y teología en la Universidad de Múnich; luego se doctoró en la Universidad de Friburgo con una disertación sobre el pensamiento y obra del filósofo alemán Martin Heidegger. La obra intelectual de Han comprende más de 15 libros publicados. El texto de ensayo NO-COSAS: QUIEBRAS DEL MUNDO DE HOY, es el primer libro del autor publicado por la editorial Taurus. Este libro ha sido traducido del alemán al español por Joaquín Chamorro Mielke. El orden expositivo del texto consta de un prólogo, ocho apartes y, unas notas bibliográficas.

En el prólogo el autor cita la novela distópica: La policía de la memoria, de la escritora japonesa Yoko Ogawa. Obra literaria que describe y hace una lectura análoga del mundo y las sociedades de la actualidad con un régimen totalitario que destierra cosas y recuerdos con ayuda de una policía, similar a la policía del pensamiento presentada por George Orwell, en su novela1984. La novela de Orwell, a su vez, se inspiró también en el “crimen de pensamiento” al que fueron sometidos los “ciudadanos” que “pensaban” en detrimento de las consignas del Partido de Stalin, en la URSS, a manos de la NKVD. Al final del prólogo Han expresa que a diferencia de lo propuesto por Ogawa en su novela, hoy vivimos en un régimen del frenesí, ya que la comunicación e información digital ahora no es un régimen de la violencia física, sino un régimen de la información que se hace pasar por la libertad. En este régimen las no-cosas son la información en donde voces sin cuerpo flotan y los recuerdos se olvidan, pero se convierten en datos, los cuales son usados por los dueños e intereses de medios digitales que sustituyen en el mundo contemporáneo a la policía de la memoria.

En el primer aparte del libro titulado “De la cosa a la no-cosa”, el autor plantea cómo el orden del mundo terreno está siendo sustituido por un orden digital, ya que las cosas están siendo informatizadas, es decir convertidas en no-cosas. Ahora habitamos La Nube y Google Earth y no la Tierra. El mundo es cada vez más intangible, nublado, espectral y la identidad humana que se construye a partir de la información carece de firmeza. La cosmología del ser, se transforma en una cosmología de la contingencia en la que las obsesiones humanas ya no son las cosas, sino los datos. Como seres, ahora somos dirigidos y objetos de una visión digital panóptica que como utopía es una prisión inteligente en la que se convierte al mundo en una infóesfera, en la cual estamos sometidos a una vigilancia y control crecientes, con el solo uso de dispositivos digitales como Google y su Smarthome en red. La digitalización acaba con el paradigma de las cosas y convierte al ser humano en un infómano que ya no se comunica con otros, sino con infómatas, es decir con actores digitales irreales que procesan información desde una red informativa móvil. En la Smarthome los infómatas se preocupan por nosotros y nos cuidan. Ahora el ser es información que se monitoriza y el mundo de lo humano es controlado por algoritmos. La sociedad se convierte en posfáctica a causa de la entropía informativa del espacio hiperreal de un nuevo orden: el orden digital. Este orden pone fin a la era de la verdad y abre paso a las Fake News, a la posverdad, a la pospolítica, a la era del Phono Sapiens y el Smartphone, a la era del pan y circo posmoderno de la renta básica y los juegos espectaculares de ordenador, a la era de la psicopolítica, es decir a la poshistoria, al Big Data.

En el segundo aparte titulado “De la posesión a las experiencias”, el filósofo Byung-Chul Han plantea que consumir hoy información es experimentar, pero con ello estamos experimentando un cambio de paradigma ya que nos separamos del arraigo de las cosas, las personas, los vínculos y la libertad. La libertad es ahora la experiencia en el sentido consumista. Consumimos experiencias y contenido informativo de una marca por encima del valor de uso de las cosas, es decir la economía de la experiencia hoy sustituye a la economía de la cosa. En el panóptico digital representamos y construimos la identidad del ser humano a partir de producción de información digital. El capitalismo de la información convierte a lo inmaterial, la vida y el afecto humano en mercancía, para ello ahora están en uso los Likes. La cultura hoy es mercancía comercializable y la comunidad en términos de seres humanos está siendo destruida y reemplazada por plataformas digitales que son una forma de comunidad mercantil.

En el tercer aparte titulado “Smartphone”, Han cita al filósofo Walter Benjamín para describir el uso inicial del teléfono a comienzos del siglo XX, así como el uso del teléfono de hoy, es decir el Smartphone, del cual analiza que no tiene ahora la gravedad del destino oficial del teléfono alámbrico, porque más que el medio como mensaje en el dispositivo digital moderno se obliga a una pasividad indefensa en donde la voz del otro se difumina en el proceso de la comunicación humana. En la actualidad, el uso del Smartphone masifica la relación de las personas con el mundo y refuerza su egocentrismo, ya que el mundo parece estar digitalmente a nuestra entera disposición. Pero el Smartphone somete la vista a la compulsión háptica, porque en la red digital la imagen pierde su encanto, ya que esta se convierte en una exposición pornográfica de información que se puede consumir o desechar con el solo uso de los dedos a través de un clic. En Tinder, por ejemplo, al otro se le degrada a la calidad de objeto sexual consumible. En el Smartphone no vemos al otro como voz o como mirada, porque en la era digital se pierde la empatía y se convierte al mundo en imágenes que transmutan a ser mera información disponible. Al pasar el mundo a ser una realidad hiperreal digital se conduce al mismo a lo superfluo.

Cuando el mundo pasa a ser una realidad hiperreal digital se lo conduce a lo superfluo. Miramos a través del Smartphone hacia la infóesfera e infómatas que aunque nos hípercomunican nos aíslan del mundo, nos dirigen, nos distraen, nos controlan, nos espían, nos vuelven devotos y sumisos al régimen del capitalismo neoliberal digital.

En el cuarto aparte del libro titulado “Selfies”, Han analiza que la fotografía análoga es una cosa que encarna la transitoriedad de lo real y la naturaleza de la imagen, pero en cambio en el medio digital los rayos de luz de este arte se transforman en datos que pueden ser almacenados y manipulados por la inteligencia artificial. La fotografía digital es una apariencia que elimina el objeto, ya que en ella la visión se delega al aparato que la torna autorreferencial e hiperreal. En el Smartphone la fotografía tiende a ser momentánea y atemporal. Si el retrato del rostro humano es central en la fotografía primitiva, ahora el rostro humano es conquistado en la era digital en forma de Selfies, pero las Selfies son imágenes sin aura del rostro que representan al narcisismo. Las Selfies no son una cosa, sino una información cuya esencia es la exhibición que tiende a ser chismosa, ruidosa y de pobre expresión. La comunicación de imágenes digitales del rostro humano hace de la fotografía una mercancía de expresiones faciales estandarizadas, sin destino e historia de tipo Duckface.

En el quinto aparte del libro titulado “Inteligencia artificial”, Han retomando a Heidegger y los postulados de su fenomenología anímica, ilustra diferencias entre inteligencia artificial e inteligencia humana. El pensamiento humano es un proceso analógico en el que lo afectivo es esencial para poder desarrollar la inteligencia, contrario a la inteligencia artificial que no posee una dimensión afectivo-lógica, ya que los datos y la información no son la disposición anímica fundamental que nos hace pensar. La inteligencia artificial no piensa porque le falta espíritu. El pensamiento escucha y pone atención, la inteligencia artificial es sorda, es apática, pues solo calcula, y procesa hechos predeterminados. El Big Data es una forma de saber bastante primitiva, ya que la inteligencia artificial es aditiva y maquinal. No puede ésta alcanzar la profundidad oscura de un enigma. El pensamiento humano se alimenta del eros, la inteligencia artificial de datos e información que no seducen. La inteligencia artificial es incapaz de pensar, porque el cálculo es incapaz de ser idiota, en sí es incapaz de comenzar a filosofar por sí mismo.

El sexto aparte del libro titulado “Vista de las cosas”, aborda siete sub-apartes. En el primer sub-aparte, subtitulado “Perfidias de las cosas”, Han analiza cómo las cosas en la era digital pierden perfidia y alteridad debilitándose así nuestro sentido de la realidad. Ahora las cosas pierden su vida y conflictividad y se convierten en herramientas y vínculos. El ser humano ya no choca con la realidad de las cosas. En el segundo sub-aparte, subtitulado “La espalda de las cosas”, el filósofo citando a Ernst Bloch y otros, sobre sus postulados sobre el valor de las cosas en la cultura humana, propone que quizás usemos el internet de las cosas en la actualidad para combatir el temor de que las cosas pueden hacer travesuras en nuestra ausencia. En ese sentido, la infóesfera pone grilletes a las cosas, porque en ella el mundo no tiene ojos y pierde su alteridad, ya que la digitalización quita a las cosas cualquier materialidad o resistencia. Los infómatas se amoldan a las necesidades humanas y nadie se hace aparentemente daño hoy con su Smartphone. En el tercer sub-aparte, subtitulado “Fantasmas”, Han citado un relato de Kafka y su personaje Odradek, analiza que en este se encarna a lo absolutamente otro y la tozudez de la cosa, es decir aquello que no le hace daño a nadie. Sin embargo, Kafka piensa que las no-cosas, en una carta escrita a su novia la traductora Milena Jsenska, son toda la infelicidad que proviene de su vida y que se representan como fantasmas reales en sus cartas. Para Kafka escribir cartas es tratar con fantasmas, pues los versos escritos generalmente no llegan a su destino. En ese sentido, para el filósofo la humanidad ha buscado eliminar el medio fantasmal a través de los medios de transporte y comunicación, pero ahora esos fantasmas se recrean y logran salir victoriosos a través de la digitalización con el correo electrónico y el Smartphone, ya que la infóesfera es de hecho fantasmal y acelera la desaparición del otro en un infierno de lo igual. En el cuarto sub-aparte, subtitulado “Magia de las cosas”, Han plantea que percibimos la representación de la realidad en términos de información y de monotonía, ya que hoy el me gusta inunda al mundo y lo convierte en un infierno de lo igual en donde lo misterioso de las cosas pierde su orden simbólico y su magia. Las cosas se vuelven mera información, es decir no-cosas. En el quinto sub-aparte, subtitulado “El olvido de las cosas en el arte”, el filósofo analiza que las obras de arte son cosas; incluso las obras lingüísticas y la poesía que es un cuerpo bello que florece, es decir el poema es un cuerpo, una cosa con palabras que seduce, una lectura háptica, una caricia, pero el arte actual tiende a comunicar una opinión preconcebida, una convicción, una ideología política, es decir a trasmitir una información, en el olvido de las cosas que instruye y, en vez de seducir pierde su magia y misterio. En el sexto sub-aparte, subtitulado “La mano de Heidegger”, el filósofo retomando la obra de Heidegger analiza cómo la no-cosa hoy se impone porque no informa, además cómo la palabra es degradada a la información que oculta la esencia de la mano. En el aparato digital se instrumentaliza al lenguaje y la cosa pierde su modo de ser útil, porque el orden digital es lo no condicionado por la cosa. En el séptimo sub-aparte, subtitulado “Las cosas queridas”, el autor habla sobre el pasaje del libro El Principito, de Antoine de Saint Exupery en donde el hombre encuentra a un zorro y lo invita a jugar con él, pero este no puede porque no está domesticado. Con este pasaje el filósofo analiza cómo los lazos humanos y sociales en la actualidad pierden su valor y se convierten en mercancía comercializable en plataformas virtuales como Facebook y, otras. Entonces, la humanidad al olvidar hoy el rito como técnica temporal de clausura en el tiempo, deja de escucharse generando compulsión hacia lo nuevo. Las cosas queridas que son repetibles generan ritmo cardíaco que viene del corazón, pero estas pierden su forma y ruido quedando atrás en la era digital.

En el séptimo aparte del libro titulado “Silencio”, Han plantea cómo el silencio nos hace escuchar al otro, sin embargo en el capitalismo de la información digital el escuchar se sustrae del proceso de comunicación aduciendo que este proceso la hace lenta, pero no escuchar es igual a la compulsión de la información y la desacralización que profana el mundo y acentúa la soledad de un yo aislado que se cambia por el ruido. Si el silencio abre la trascendencia en lo humano, en la comunicación digital se pierde el silencio y se satura con el ruido de la información que no escucha, sino presenta mercancías espectacularmente. Ahora bien, las no-cosas, entonces destruyen en esencia el paisaje silencioso y discreto de las cosas y producen ruido que puede ser mercancía.

Finalmente, en el octavo aparte del libro titulado “Una digresión sobre la gramola”, el filósofo recrea la historia de cómo una tarde en el otoño del 2017, después de un accidente en bicicleta se refugia y accede a una tienda de antigüedades en donde encuentra una cantidad de objetos y accesorios entre ellos un gramófono, el cual compra y lleva a su departamento. En el departamento se encuentran el gramófono, un piano de cola para ser tocado y él, como un ser en un vacío que se transporta a un mundo desconocido de música por los años 60. La gramola y el piano en la escena hacen de ese otro real que comunica las cosas al yo, mientras se pierde al otro lado del espejo en el mundo digital el egocentrismo de una era poshumana que anula lo humano buscando hacerse a lo absoluto.

Referencias bibliográficas

Han, B. C. (2021). No-cosas: quiebras del mundo de hoy. Bogotá, Colombia. Taurus. [ Links ]

Recibido: 26 de Abril de 2022; Aprobado: 28 de Agosto de 2022

Autor de correspondencia:Jairo Crispín. Editorial Comunitaria Multiverso. Bogotá, Colombia. Correo electrónico: jcrispin@unal.edu.co

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