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Prospectiva

versión impresa ISSN 0122-1213versión On-line ISSN 2389-993X

Prospectiva  no.36 Cali jul./dic. 2023  Epub 11-Mayo-2023

https://doi.org/10.25100/prts.v0i36.12584 

Artículos

Jóvenes recicladores, economía popular y medio ambiente. Una experiencia integral de inclusión socio laboral en el Conurbano Bonaerense, Argentina

Young recyclers, popular economy, and environment. A comprehensive experience of socio-occupational inclusion in the Buenos Aires suburbs, Argentina

Analía Elizabeth Otero1 
http://orcid.org/0000-0001-6774-1434

Yael Yanina Barrera2 
http://orcid.org/0000-0002-4347-8384

Tamara Santoro-Neiman3 
http://orcid.org/0000-0002-6906-9845

1 Instituto de Investigaciones Sociales de América Latina IICSAL (FLACSO-CONICET). Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: aotero14@gmail.com

2 Ministerio Público de la Defensa del Poder Judicial de la CABA. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: yaelbarrera@gmail.com

3 Shalom Bait. Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: tamarasantoroneiman@gmail.com


Resumen

Las problemáticas vinculadas a la inserción laboral del sector poblacional joven son un tópico importante en las investigaciones y políticas actuales en Argentina. Su magnitud presentó el desafío de reflexionar ampliamente sobre la vinculación de los/as jóvenes en actividades productivas, sobre todo de quienes pertenecen a sectores populares cuyas trayectorias de vida están atravesadas por la precariedad y resultan el sector más afectado por la desocupación y el trabajo precario. La información disponible refleja que dentro de la llamada economía popular en Argentina, representan un grupo mayoritario. Este artículo se enfoca en el análisis de una experiencia actual, la Cooperativa de Recicladores Unidos de Avellaneda, que surge en el marco de una organización social, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y que, a su vez, forma parte de un movimiento más amplio, la Unión de Trabajadores de la Economía popular (UTEP). El caso de estudio se configuró para explicar cómo la organización alrededor de una actividad propia de la economía popular, el reciclaje, permitió generar trabajo, productividad y cuidado ambiental, a la vez que se configuró como una estrategia integral en tanto promovió el trabajo coordinado entre una organización social y el Estado en sus diferentes niveles. Es así que esta experiencia se constituyó en una alternativa de inclusión al mundo del trabajo para los/as jóvenes de sectores populares del conurbano bonaerense, quienes llegaron a la cooperativa a través de sus vínculos más próximos, de sus lazos barriales o comunitarios.

Palabras clave: Jóvenes; Cooperativas de trabajo; Economía popular; Inclusión sociolaboral

Abstract

The problems related to the labor insertion of the young population sector are an important topic in current research and policies in Argentina. Its magnitude presented the challenge of reflecting broadly on the involvement of young people in productive activities, especially those who belong to popular sectors whose life trajectories are crossed by precariousness and are the sector most affected by unemployment and precarious work. The available information reflects that within the so-called popular economy in Argentina, they represent a majority group. This article focuses on the analysis of a current experience, the Cooperativa de Recicladores Unidos de Avellaneda, which emerged within the framework of a social organization, the Movement of Excluded Workers (MTE) and which, in turn, is part of a movement broader, the Popular Economy Workers Union (UTEP). The case study was configured to explain how the organization around an activity typical of the popular economy, recycling, allowed to generate work, productivity and environmental care, at the same time that it was configured as an integral strategy while promoting coordinated work between a social organization and the State at its different levels. Thus, this experience became an alternative for inclusion in the world of work for young people from low-income sectors of the Buenos Aires suburbs, who came to the cooperative through their closest ties, their neighborhood or community ties.

Keywords: Work cooperatives; Popular economy; Social and labor inclusion

1. Introducción

El desempleo, la inestabilidad y la precarización son algunos de los rasgos más relevantes en la evolución de la estructura laboral argentina de las últimas décadas. Los/as jóvenes son uno de los sectores más afectados por el proceso de deterioro y reestructuración del mercado laboral, que como segmento de la clase trabajadora en periodo de formación experimentan múltiples dificultades a la hora de vincularse con el mundo del trabajo, en especial, quienes proceden de sectores populares, cuyas trayectorias de vida están atravesadas por la precariedad (Otero, 2006).

Este texto se centra en indagar la situación socio-laboral de un grupo de jóvenes de sectores populares que habitan el conurbano bonaerense, participantes de la cooperativa de trabajo Recicladores Unidos de Avellaneda, ubicada en el municipio de Avellaneda. La intención es analizar dicha actividad productiva como modo de inclusión sociolaboral. Se analizarán sus particularidades a partir de las vivencias de jóvenes que trabajan allí, una cooperativa que surge en el marco de la economía popular.

En este artículo, sin desconocer los debates acerca de las conceptualizaciones de diversos/as autores/as sobre economía social; economía social y solidaria y economía popular, siguiendo, entre otros a Grabois y Pérsico (2015) y Larramendi (2020), se entiende a esta última como el conjunto de actividades económicas que realizan quienes pertenecen a los sectores populares, en base a la administración de los recursos que tienen a su alcance para organizar su subsistencia. Así mismo, esos recursos pueden o no ser monetarios y se destinan principalmente a satisfacer necesidades básicas, como la alimentación, e incluyen todas aquellas actividades y procesos económicos inmersos en la cultura popular que estos sectores de la sociedad desarrollan para responder a sus necesidades materiales (Coraggio, 2018; Grabois y Pérsico, 2015). También es importante plantear que el término economía popular comienza a ser acuñado por los/as mismos/as trabajadores/as que, acompañados/as por las organizaciones sociales de base territorial en nuestro país, empiezan a autogestionar unidades productivas para resolver sus necesidades de subsistencia desde los inicios de este siglo XXI. En esta línea, se puede trazar una línea de acumulación política desde la soledad del desocupado/a, pasando por la acción directa de organizaciones sociales agrupadas en movimientos, hasta la institucionalización del trabajador/a de la economía popular, que autogestiona de manera colectiva su supervivencia en un mundo cada más hostil y desigual. La experiencia de la cooperativa de Recicladores Unidos de Avellaneda, se encuadra en este marco.

Esta experiencia cobra interés en tanto parte de su estrategia consiste en convocar a participar de las cooperativas a los/as jóvenes con trayectorias laborales precarizadas, a la vez que se constituye en una oportunidad de inclusión en actividades productivas para estos/as. En cuanto a la situación en la que se encuentran los/as jóvenes del conurbano bonaerense, que de acuerdo al informe del Centro de Estudios de Ciudad de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (CEC Sociales), son cerca de 2 millones y representan el 16,5% del total de quienes viven en esta región son, junto con la infancia, uno de los segmentos poblacionales más afectados por situaciones de pobreza: aproximadamente la mitad pertenece al 40% de las familias de menores ingresos. Del mismo informe se desprende que dicha precariedad en las trayectorias de vida de estos/as jóvenes ha adquirido un carácter estructural, especialmente en el mercado de trabajo, caracterizadas por su informalidad y marginalidad.

Es así como se van configurando distintos escenarios de oportunidades para los/as jóvenes, como el acceso restricto a instituciones educativas y la heterogeneidad de trayectorias laborales según estrato social (Busso y Pérez, 2019). Su posición en el mercado de trabajo es relativamente desventajosa: triplican la desocupación con relación a los/as adultos/as y su informalidad es un 50% más alta, proporciones que se intensifican entre los/as jóvenes de menores ingresos (Clemente, 2019).

En este contexto, la economía popular, entendida como una pluralidad de actividades que se desarrollan sin derechos laborales y sin patrón visible, ha generado en los últimos años nuevas formas organizativas, asociativas y de representación gremial que vinieron a dar una respuesta y estrategia a la incapacidad del mercado laboral de ofrecer empleo digno, remunerado para gran parte de la población, incluidos/as estos/as jóvenes (Fernández-Álvarez y Natalucci, 2021).

Es así como se presentan nuevas y múltiples situaciones laborales que desafían al imaginario social sobre qué es trabajo y qué no lo es. Asimismo, los/as jóvenes trabajadores/as de la economía popular tensionan las ideas y representaciones tradicionales que remiten al trabajo asalariado, que permanecen en la memoria colectiva, a pesar de que gran parte de los/as actuales jóvenes no hayan transitado por dicha experiencia ni vayan a hacerlo (Suárez y Schamber, 2007).

De modo que, a contrapelo de la promoción del trabajo individual, este artículo incursiona en el terreno de la constitución de colectivos, bajo el modo de cooperativas de trabajo, tanto de cara a sus dificultades como potencialidades. Esta variante -no novedosa- cobra renovado interés en el marco de la economía popular como forma de reproducción de la vida cotidiana, ante la complejidad que el panorama socioeconómico regional actual presenta. El crecimiento de organizaciones de trabajo asociado en la última década en Argentina ha contribuido a revitalizar antiguos debates en torno al papel de la autogestión como práctica que habilitaría la construcción de formas diferentes de organizar la producción, la distribución y el consumo. La extensión de nuevas formas de precarización en el mundo del trabajo dadas como consecuencia de los nuevos patrones que rigen el modelo de acumulación global actual han llevado al reverdecer de experiencias de trabajo asociado y de autogestión de diversa índole, diferentes a las primeras organizaciones de este tipo inscriptas en el contexto de la revolución industrial. La emergencia de una nueva cuestión social ha dado paso a la creación de formas novedosas de organización popular, cuyo eje ha estado centrado en la promoción de prácticas solidarias y cooperativas en defensa del trabajo (Maldovan-Bonelli, 2019).

Los movimientos sociales son los protagonistas de este nuevo ciclo de autogestión y acción colectiva a nivel regional, estando entre sus logros más contundentes la consolidación de cooperativas de trabajo de actividades productivas propias de los sectores populares, como el reciclaje. Esto es resultado de un largo camino de lucha que permitió poner en agenda sus reclamos y reivindicaciones.

Otra cuestión por señalar tiene que ver con los beneficios ambientales que conllevan las actividades de recuperación y reciclaje y la potencia que presenta este sector productivo. En tal sentido, la Nueva Agenda Urbana (United Nations Human Settlements Programme [UN-Habitat], 2020) señala la urgencia del tema, no solo por el aumento exponencial previsto en la generación de basura y desechos sino por el impacto y las consecuencias ambientales que esto acarrea. Sin embargo, las falencias en el tratamiento de los residuos representan una realidad transversal en todas las ciudades del país, considerando que la tasa de urbanización supera el 92% de la población. El promedio de generación diaria es de 1,15 kg per cápita, lo que representa unas 49.300 toneladas diarias, y alrededor de 18 millones de toneladas anuales (UN-Habitat, 2020).

En Argentina se estima que son 200 mil las personas que viven del reciclaje de basura. Sólo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) alcanzan las 30 mil, que recuperan al menos diez mil toneladas diarias de residuos reciclables1. Originalmente fueron llamados “cartoneros/as”, al calor de la crisis económica del 2001. Empieza a configurarse, a partir de allí, la figura del/la reciclador/a urbano/a. En este momento, como señala Hindi (2018), la sociedad se dividió entre aquellos/as “empleables”, e “inempleables”. Así, la organización autogestora tuvo como propósito en sus orígenes acompañar a ese sector que fue inventando su propio trabajo para sobrevivir a las recurrentes crisis económicas, a la vez que se fue configurando como un actor político relevante y novedoso: “por sus formas de acción colectiva en el espacio público, en su relación con el Estado y en su construcción en los territorios” (Pieroni, 2019, p. 136), pero, como también afirma el autor, por ser un sector económicamente productivo.

Al día de hoy, el MTE, organización en la que se enmarca nuestro caso de análisis, se constituye como actor central en el sector de la economía popular. Cuenta con varias ramas de trabajo, entre ellas la cartonera o recicladora, a través de las cuales apoya y promueve la organización de los/as trabajadores/as y la conformación de unidades productivas. Si bien anteriormente los estudios sobre recuperadores/as urbanos/as organizados/as se orientaron desde la perspectiva de la informalidad económica y pobreza urbana, actualmente el enfoque de análisis se orienta a, por un lado, vincularlos/as a los movimientos sociales como resultados de procesos de exclusión y crisis, y por otro, al campo de la ecología urbana y cuidado del medioambiente (Suárez y Schamber, 2007).

La actividad de la recuperación y reciclaje reúne numerosos beneficios ambientales. El reciclaje y sus trabajadores/as son indispensables en la lucha contra la crisis climática, sanitaria y ecológica mundial. Han logrado lo que ninguna política estatal ha conseguido en años: generar conciencia ambiental al tiempo que transforman la recolección de residuos en su sustento diario. Uno de los aspectos más palpables y nocivos del sistema económico y de consumo actual es la generación de grandes volúmenes de Residuos Sólidos Urbanos (RSU). La disposición inadecuada de RSU continúa generando efectos negativos en forma de contaminación, riesgos sanitarios y sociales.

De acuerdo al último informe de la Nueva Agenda Urbana (UN-Habitat, 2020), los residuos que producen las ciudades tienen enormes consecuencias y son un problema urgente para el desarrollo urbano en lo referido a la salud pública, a los usos del suelo y a la mitigación del cambio climático. La generación de RSU está destinada a crecer más del doble que la población para el 2050.

Argentina no es ajena a este escenario. El manejo de los RSU está regulado por la Ley 25.916/2004 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para la Gestión Integral de Residuos Domiciliarios. La misma propone y regula el manejo adecuado de los desechos domiciliarios a partir de propender a la gestión integral de los mismos, su valorización, promover su minimización en la generación y su disposición final.

La gestión de los RSU, por competencias institucionales, recae en los gobiernos locales (como en el caso de estudio, al caer parte de la gestión sobre el municipio de Avellaneda), y para una proporción significativa de ellos representa uno de los problemas de gestión más acuciantes por falta de medios técnicos y financieros. Si bien en los últimos años se registra una mejora en algunos aspectos de la gestión integral de RSU, la problemática continúa siendo de relevancia ambiental clave. La situación deriva en un panorama heterogéneo en el que conviven basurales a cielo abierto sin control ni técnicas de saneamiento, rellenos sanitarios insuficientes o próximos a agotarse, falta de recursos financieros y una incertidumbre general respecto del escenario futuro que evidencia soluciones parciales y provisorias (UN-Habitat, 2020).

Frente a esto, en Argentina existen iniciativas y organizaciones que entienden que los RSU no deben ser pensados como basura sino como bienes con un valor económico a través del reciclaje, así como unidades productivas que trabajan en su recolección, separación, valorización y reinserción en el circuito productivo. El estudio de caso ilustra lo dicho a partir de conjugar el tratamiento sustentable de los RSU con la generación de trabajo

En este escenario, la población económicamente activa se presenta heterogénea en su composición, incluyendo a los/as trabajadores/as de la economía popular, aunque no sean reconocidos/as como tales en las estadísticas oficiales. Estas definen a este sector como “informal”, lo cual es una de las principales dificultades a la hora de cuantificar esta población en tanto toma como punto de partida las formas legales de relaciones de trabajo, reduciendo así su amplia y compleja diversidad.

Frente a ello, en julio de 2020 se impulsó una iniciativa novedosa: el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular-ReNaTEP (Resolución Ministerial 408/2020) en el marco de la Secretaría de Economía Social del Ministerio de Desarrollo de la Nación, que había sido creado por la Ley de Emergencia Pública (Ley 27.345/2016). El ReNaTEP abrió un registro en el que se inscribieron, entre julio de 2020 y febrero de 2021, un total de 2.093.850 personas de todo el país, de las cuales el 64.2% son jóvenes. Este registro constituye un paso relevante, aunque no suficiente, para la generación de información y estadísticas en torno a este universo de trabajadores/as.

En este sentido, Fernández-Álvarez y Natalucci (2021) señalan “la necesidad de construir nuevas formas de recopilación de información, con preguntas actualizadas respecto de las situaciones sociales y laborales que permita captar las realidades de los/as trabajadores/as y las heterogeneidades que los atraviesan” (p. 7). Proponen una forma de medición periódica a partir datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC que pretende instalar el debate sobre la necesidad de dar cuenta tanto de la magnitud que asume este universo, así como de su heterogeneidad en cuanto al peso relativo que detentan las sub-poblaciones constitutivas por sus características, como es la situación de los/as jóvenes que integran nuestro caso de análisis. Tomando en cuenta el sector productivo de la economía popular en el que gran parte de la población, incluidos/as jóvenes, resuelven su reproducción social cotidiana, estos informes arrojaron que para el año 2020, el universo amplio de la economía popular ascendió a 4.278.751 personas, un 33.1% de la Población Económicamente Activa del trimestre. En términos de composición, “Cuentapropistas no profesionales representaron un 53.2%; Asalariados con predominancia de ingresos provenientes de “subsidios del gobierno” un 31.2%; Desocupados No Profesionales 7.1%; Servicio Doméstico no registrado 7.1%, y, Trabajadores/as familiares sin remuneración no profesionales 1.4%” (Fernández-Álvarez y Natalucci, 2021, p. 13).

En suma, lo cierto es que los/as jóvenes de sectores populares se encuentran en condiciones desventajosas en el mundo del trabajo, son los/as más pobres y si trabajan lo hacen en peores condiciones. Las actividades productivas en el marco de la economía popular, tomando la de reciclaje como estudio de caso, ofrece una alternativa y abre posibilidades de inclusión al mundo del trabajo, para estos/as jóvenes con trayectorias laborales precarizadas.

2. Metodología

Cabe mencionar aquí que, el análisis y las reflexiones presentadas surgen en el marco de una investigación titulada “Jóvenes y cooperativismo. Caminos en construcción. Otras miradas de lo posible, experiencias cooperativas recientes en el contexto argentino (2019-2021-2023)”, CONICET; cuyo objetivo general es contribuir al campo de los estudios de la juventud a través de una investigación que aborda las especificidades de la vinculación entre los/as jóvenes y el cooperativismo. Como parte de dicha investigación se realizó, en primera instancia un sondeo de actores activos del cooperativismo en el ámbito de Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, utilizando la técnica de entrevista semiestructurada sobre una muestra no representativa de 14 registros, abordados luego desde un análisis reflexivo. Para esta construcción se utilizó una doble estrategia: intencional y bola de nieve indagando en la opinión de organizadores/as y/o referentes de distintas redes y confederaciones que nuclean cooperativas. Intencional, porque partiendo de un primer sondeo en páginas web, se localizaron actores activos del cooperativismo bajo el criterio de entrevistar a informantes claves; y bola de nieve, dado que los primeros entrevistados facilitaron la ubicación de otros referentes a entrevistar. Cabe aclarar que esta primera etapa de sondeo se ha realizado antes del periodo de pandemia. Las entrevistas se realizaron durante el 2019 (8 varones y 6 mujeres), socios cooperativistas y participantes, a su vez de distintos espacios (FEDECABA; GESTARA; CNTA; FACTA; FUNCAT; IDELCOOP). Posteriormente, luego de atravesar la pandemia y el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO), se dio continuidad al trabajo de campo de la investigación a través del estudio de un caso, el que se desarrolla en el presente artículo. Se trata de la Cooperativa de Recicladores Unidos de Avellaneda, fundada en 2018, desarrollada por el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). La misma está ubicada en una localidad del conurbano bonaerense (Municipio de Avellaneda), en un espacio que llaman Ecopunto, compuesta por aproximadamente 300 trabajadores/as jóvenes y adultos/as, cuya actividad central es el reciclado de basura.

Es así que, para el desarrollo de este artículo, durante el primer semestre de 2022 se llevaron a cabo ocho entrevistas semi-estructuradas. Las entrevistas se grabaron, con previo consentimiento de las personas entrevistadas, tuvieron una duración de entre 25 y 45 minutos. Para ello, previamente se diseñó una guía de preguntas en las que se buscó indagar sobre la situación social, familiar, educativa y laboral de cada joven entrevistada/o, las trayectorias laborales, opiniones y percepciones respecto a la experiencia cooperativa de la cual forman parte, así como sus expectativas futuras.

Luego, se transcribieron aquellos fragmentos que se seleccionaron por su relevancia para el caso de estudio y que hacían referencia a los ejes propuestos para el análisis; experiencias previas de trabajo, cómo ingresaron o fueron convocadas/os a trabajar en la cooperativa, expectativas respecto de su participación y del proyecto cooperativo en general. En cuanto a las características generales de la población entrevistada, fueron ocho jóvenes, de entre 20 y 26 años, que trabajan en la cooperativa. Tres mujeres y cinco varones, cinco de los/as cuales tienen hijos/as. El nivel educativo varía desde primario incompleto (2), primario completo (3), secundario incompleto (2) y una joven con secundario completo. Con una trayectoria laboral previa ligada al cartoneo y reciclado, mencionado en los relatos como “trabajo en ruta"; actividad implica salir con el carro a recolectar residuos en la calle. Otros/as mencionaron antecedentes de trabajo en albañilería, mantenimiento, peluquería, lavadero de autos y dos se nombraron como desocupados/as. En su totalidad fueron convocados/as a integrar la cooperativa por un/a referente barrial, familiar, cercano o conocido/a por el trabajo de cartoneo.

3. Hallazgos

3.1 Recicladores Unidos de Avellaneda: una respuesta integral para la inclusión sociolaboral de los/as jóvenes

La cooperativa Recicladores Unidos de Avellaneda tiene como actividad central el reciclaje de residuos sólidos, una de las áreas más potentes de la economía popular, como fue señalado. Inaugurada en el año 2018 en Avellaneda, en lo que se conoce como Ecopunto ubicado en la zona de quintas de Sarandí, recuperó una planta recicladora abandonada, a través de la formalización del proyecto junto al municipio local2. Trabajan, en todo el sistema, aproximadamente 370 recuperadores/as urbanos/as y actualmente, se recuperan más de 100 toneladas de residuos por mes, lo que equivale a 4500 kilos diarios.

Se analizó esta experiencia a la luz de los aportes de Repetto (2010), quien propone que para que las políticas sociales tiendan a la integralidad se debe fortalecer el trabajo coordinado entre distintos niveles jurisdiccionales y diferentes sectores. Estas acciones buscan promover un proceso de sinergias y complementariedades entre diferentes sectores de los diferentes niveles de gobierno, así como con actores del territorio y organizaciones sociales. Así, se asume una perspectiva de la totalidad que supera la mirada sectorialista y estrecha de las políticas (Repetto, 2010). En este sentido, la tendencia a la integralidad que se identifica en el trabajo de la cooperativa está dada por la coexistencia entre la generación de ingresos a partir de la suma entre lo producido en la unidad con programas sociales nacionales y municipales. Se presenta, así, un escenario donde se entretejen la autogestión del trabajo popular con el apoyo estatal, en el marco de una actividad productiva y ambientalmente sustentable (Suárez y Schamber, 2007). La experiencia bajo análisis vincula diferentes sectores: el productivo, el ambiental, el social y el político. La propuesta amalgama la inclusión en el mundo del trabajo de los/as jóvenes de los sectores populares, a la vez que articula con el Estado a través de estrategias coordinadas entre distintos niveles jurisdiccionales.

El Potenciar Trabajo3, como se señalará a continuación, representa una parte de los ingresos de los/as trabajadores/as. Se trata de un programa nacional que reemplaza al anterior Salario Social Complementario4, equivalente a la mitad de un Salario Mínimo, Vital y Móvil5. Se presenta como una acción para el fortalecimiento de la economía popular y como un derecho individual e intransferible que complementa los ingresos diarios que el/la trabajador/a percibe por sus actividades: agricultura familiar, producción textil, comercialización popular, construcción, tareas socio-comunitarias, y en el caso de estudio, el reciclado (Movimiento de Trabajadores Excluidos [MTE], 2021). Por su parte, el Municipio de Avellaneda también aporta a los ingresos de los/as trabajadores de Recicladores Unidos, a través del programa local “Ecopunto”.

Este proceso de sinergias y complementariedades, producto de la coordinación entre diferentes niveles estatales constituyen “a la vez un proceso técnico y político” (Repetto, 2010, p. 60). Se trata de articulaciones intersectoriales e intergubernamentales, coordinadas, entendiendo siempre que “la coordinación es una función estatal, que requiere ser cumplida para avanzar en la integralidad” (Repetto, 2010, p. 61).

Como se mencionó en el apartado de metodología, los/as jóvenes entrevistados/as tienen entre 20 y 26 años de edad, en cuanto a su nivel educativo varía desde primario incompleto (2), primario completo (3), secundario incompleto (2) y solo una de las jóvenes cuenta con secundario completo. En su mayoría, sus trayectorias laborales previas están ligadas al cartoneo y reciclado, mencionado en los relatos como “trabajo en ruta”. Esta actividad implica salir con el carro a recolectar residuos en la calle. Otros/as mencionaron antecedentes de trabajo en albañilería, mantenimiento, peluquería, lavadero de autos y dos se nombraron como desocupados/as. Todos/as los/as entrevistados/as son de la localidad de Avellaneda o de zonas cercanas. Algunos/as trabajan en la cooperativa desde hace más de seis meses, otros/as hace un año o más. Todos/as cuentan con familiares, amigos/as o vecinos/as que integran la cooperativa y es por medio de ellos que fueron convocados/as a formar parte: de los relatos de los/as jóvenes entrevistados/as se desprende que todos/as fueron convocados/as a participar de la cooperativa por alguna vinculación cotidiana y próxima (“mi papá”; “un compañero en la calle”; “alguien que trabajaba en la calle, también con el carro”; “compañeros de ruta”; “un coordinador”; “vecino del barrio”; “un coordinador del barrio”, “una amiga del barrio”; “un compañero del barrio”). Esto muestra que, los antecedentes de las trayectorias laborales precarizadas, o el contar o no con experiencias de trabajo en el rubro, no fueron un impedimento para su ingreso a la cooperativa. Por el contrario, lo significativo en el “reclutamiento” de los/as trabajadores/as es que sucede en el plano de las relaciones próximas, comunitarias, barriales.

En cuanto a sus opiniones y percepciones, todos/as señalan como positiva su integración a la experiencia cooperativa, no solo por la estabilidad que les proporcionó en cuanto a ingresos económicos, sino por las expectativas de estabilidad laboral futura que perciben en sus puestos de trabajo: todos/as piensan seguir trabajando en la cooperativa, a la vez que identifican las posibilidades productivas que ofrece el sector.

Como fue señalado, en la Cooperativa Recicladores Unidos de Avellaneda trabajan actualmente 370 personas, recuperando más de 100 toneladas por mes, lo que equivale a 4500 kilos diarios. Las tareas principales del proceso de reciclaje en la cooperativa son recuperar, separar y enfardar distintos tipos de materiales. Respecto a la recuperación, los/as trabajadores/as trasladan al Ecopunto diferentes materiales recolectados en la vía pública, desde distintos puntos de la Ciudad (actividad que refiere al mencionado "trabajo en ruta"). Asimismo, existen las llamadas Estaciones de Reciclado que funcionan como lugares de acopio de material reciclable para luego también ser trasladado al Ecopunto.

A grandes rasgos, al llegar allí se descargan los materiales, y mecánicamente se introducen en un trommel que desgarra las bolsas y el contenido se desplaza por una línea de separación, donde los/as trabajadores/as seleccionan y separan cada tipo de material, disponiéndose en distintas bateas. Por último, el material se prensa y enfarda, para su posterior reciclaje en otras plantas. Así, se convierte en materia prima para nuevos productos.

Al referir a sus tareas de trabajo, los/as entrevistados/as mencionaron:

Vamos rotando en las tareas, ahora estoy en la cinta y en clasificación de materiales, lo movemos a la fardadora… los coordinadores te van asignando tareas. Empecé clasificando y después los compañeros me empezaron a mostrar las máquinas, fui aprendiendo otras tareas y pasé por todas las actividades que se hacen acá adentro. (Entrevistado, comunicación personal, 12 de mayo de 2022).

Cuando algún compañero falta un par de días seguidos los coordinadores lo mandan a la ruta, que es ir a levantar materiales por la calle. (Entrevistada, comunicación personal, 12 de mayo de 2022).

La rotación interna en tareas y puestos de trabajo es la regla general, con el sentido de poder conocer y aprender la totalidad de las actividades que hacen al proceso productivo. Se hace mención de la importancia del trabajo en equipo y de hacer comunes los saberes propios.

Ingresé a la cooperativa hace 3 años atrás. Trabajaba solo, cartoneando, con el carro y los caballos hasta que me los sacaron por tracción a sangre… ahí conocí a un compañero en la calle y él me propuso sumarme a una planta recicladora que estaban por abrir, para los cartoneros, le dije que sí y me sumé. (Entrevistado, comunicación personal, 20 de mayo de 2022)

Empecé a trabajar acá hace 1 mes. Me trajeron los coordinadores que son vecinos de mi barrio, nunca trabajé en una cooperativa, antes era albañil, desde los 15 años. Dejé ese trabajo y me sumé a la cooperativa, me gusta reciclar, aprendí sobre los materiales, las máquinas, distintas cosas. Ingresé con un grupo nuevo y los compañeros nos fueron enseñando. (Entrevistado, comunicación personal, 20 de mayo de 2022)

Llegué a la cooperativa el año pasado. Me echaron de mi trabajo anterior, me dedicaba a reparto, y quedé desocupado sin preaviso… Mi viejo trabaja acá y le dije si podía empezar. Hace unos años ya había trabajado como cartonero con mi viejo, teníamos nuestro carro, ya venía reciclando. (Entrevistado, comunicación personal, 20 de mayo de 2022)

Trabajo desde los 17 años, en una carpintería con mi abuelo, en un lavadero, en reciclaje… En la planta trabajo hace 1 año y medio, conocí la cooperativa gracias a alguien que trabajaba en la calle cartoneando y me dijo que me sume” (Entrevistado, comunicación personal, 12 de mayo de 2022).

Como se expresa en los dichos de los/as entrevistados/as, por un lado, la forma en la que los/as jóvenes se integran a trabajar en la cooperativa es a través de alguien próximo: familiar, compañero/a cartonero/a o vecino/a que le propone acercarse al espacio. Fueron convocados a la unidad productiva a través de vínculos cercanos, comunitarios, producto de ese entramado social que sucede en el territorio donde estás vinculaciones próximas se constituyen en una posibilidad de acceso al mundo del trabajo. Al respecto, Pighin (2011) sostiene que existe una multiplicidad de organizaciones con estructuras heterogéneas que forman parte de la economía popular y que se articulan en redes sociales. Dentro de estas redes se encuentran nuevos repertorios de acción colectiva que, a partir del legado neoliberal, permiten explicar el paso de una politicidad centrada en el mundo del trabajo a una enfocada en la inscripción territorial. En esta línea, señala que cuanto más masiva es la precariedad y más fallas muestran las instituciones, más se multiplica el arraigo de los grupos a sus espacios de pertenencia. En efecto, el territorio de los barrios se construye a partir de la superposición de círculos de pertenencia, entre los cuales se ubican las organizaciones sociales (Pighin, 2011). Es así como estos espacios se constituyen como sustitutos de la esfera de lo público ante su deterioro, en un contexto de creciente desigualdad económica. Allí se organizan las comunidades sobre la base de criterios de igualdad que no operan en lo institucional, desplegándose un conjunto diverso de organizaciones que permiten la integración socioeconómica de los/as jóvenes.

Por otra parte, analizando las trayectorias laborales previas, muchos/as de estos/as jóvenes “estaban en ruta”, “que es ir a levantar materiales por la calle”, dando cuenta de la precariedad en sus ocupaciones previas. Como señala Suárez y Schamber (2007) “el análisis de esta dinámica sugiere que, por un lado, la actividad se presenta como una estrategia disponible a nivel barrial, refugio del desempleo, y por otro, que las reincorporaciones a la actividad cartonera ofrecen menos resistencia” (p. 9).

Si bien en un principio la inclusión en la cooperativa significa un ingreso económico, la estabilidad en el puesto de trabajo va de la mano de mejoras en las condiciones laborales. Respecto a sus ingresos, los/as jóvenes refieren distintas situaciones que dan cuenta de esto:

Algunos cobramos por quincena, otros cobran por mes, por la producción, y aparte está el complemento del Potenciar trabajo. (Entrevistada, comunicación personal, 12 de mayo de 2022)

En lo económico al principio puede costar pero después mejora, y lo mejor que tiene este trabajo es que es seguro. Hay trabajo para rato. (Entrevistado, comunicación personal, 20 de mayo de 2022)

A los más nuevos les pagan quincenalmente, yo que estoy hace más tiempo por ejemplo además de la producción cobró el salario del Potenciar y un apoyo del Municipio. (Entrevistado, comunicación personal, 20 de mayo de 2022)

El ingreso de cada trabajador/a se compone en parte por lo que se produce, repartido en partes iguales más allá de la antigüedad o puesto de trabajo, lo que refieren como “producción”, y por otra parte por lo que llaman “salario” o “tarjetas”. Este componente del ingreso proviene del Potenciar Trabajo. Cuando los/as jóvenes comienzan a trabajar en la cooperativa perciben ingresos sólo por la producción. Tiempo después, son “dados de alta” por la coordinación para poder complementar ese ingreso con el proveniente del Programa mencionado.

Respecto a las percepciones sobre la cooperativa como espacio de trabajo, los/as entrevistados/as cuentan:

Económicamente la cooperativa me ayudó un montón. No estaría igual si siguiera laburando solo. A veces salía a la calle y no encontraba nada, y era quedarme sin un plato de comida para mi casa. Acá hay compañerismo. (Entrevistado, comunicación personal, 12 de mayo de 2022)

La gente que viene a trabajar acá es gente de la calle, y está bueno eso porque pueden sentirse parte de un conjunto y saber que trabajando pueden salir adelante. Hay que apoyar este tipo de proyectos para la gente que no tiene laburo, o que labura solo… este trabajo te da estabilidad, en el trabajo y en la vida. (Entrevistado, comunicación personal, 20 de mayo de 2022)

Para mí el cooperativismo es el trabajo en conjunto, estabilidad, equipo, no te sentís solo, aislado de la sociedad… es muy diferente trabajar en una cooperativa a trabajar en la calle solo, ahí no cobras los beneficios que sí en la cooperativa, sólo lo que juntas. Además, acá también tenemos comedor, un colectivo que nos trae a la planta, cosas que tal vez otras cooperativas no tienen. (Entrevistado, comunicación personal, 12 de mayo de 2022)

Al principio sentía que estaba acá por necesidad, pero fui aprendiendo y a ser parte y ahora elijo estar acá. Creo que el grupo siente lo mismo. (Entrevistada, comunicación personal, 12 de mayo de 2022)

Compañerismo, estabilidad, solidaridad, trabajo en conjunto, son algunos de los valores que surgieron entre los/as jóvenes entrevistados/as. Asimismo, la identificación de unos/as con otros/as a partir de sus historias de vida, genera un fuerte lazo social que construye su identidad colectiva, pudiendo acceder a un universo muy distinto al que se vive trabajando solos/as. Para estos/as jóvenes, esta experiencia resulta ser la primera en su percepción de desarrollo personal y laboral como participantes de una experiencia cooperativa y autogestiva. Mencionan, también, las ventajas materiales de trabajar en este espacio: mejores ingresos y condiciones laborales que incluyen comedor y transporte.

Respecto a la realización de otras actividades en la cooperativa, además de las tareas de reciclaje, los/as entrevistados/as manifestaron la realización de distintas actividades algunas de las cuales les resultan convocantes:

Hacemos asambleas mensuales y charlamos de todo lo que estamos haciendo en la cooperativa, los problemas que tenemos, para que vaya para adelante. (Entrevistado, comunicación personal, 12 de mayo de 2022)

Además de trabajar también armamos asambleas y vamos a marchas, todo en conjunto. (Entrevistado, comunicación personal, 20 de mayo de 2022)

Tuvimos algunos cursos o capacitaciones, hace poco sobre normas de seguridad, como el uso de matafuegos, de cascos, de guantes, la importancia de la seguridad acá en la planta. (Entrevistado, comunicación personal, 20 de mayo de 2022)

Asambleas, cursos de formación, capacitaciones, forman parte de las tareas de los/as trabajadores/as. Su presencia y participación en movilizaciones también es habitual, nucleados/as en el MTE, el movimiento social parte de la UTEP que integra esta cooperativa que se constituye como una alternativa de inclusión socio laboral para los/as jóvenes con trayectorias laborales precarizadas.

4. Conclusiones

El caso de estudio, la Cooperativa de Recicladores Unidos de Avellaneda, es un ejemplo de cómo la organización popular alrededor de una actividad como el reciclaje permite generar trabajo e ingresos para un sector poblacional cuyas trayectorias de vida se encuentran marcadas por la precariedad. Asimismo, la cooperativa genera lazos para la integración social de éstos/as jóvenes. Si bien hay tensiones y controversias para precisar el escenario, lo cierto es que son uno de los segmentos poblacionales más afectados por la pobreza y quienes trabajan lo hacen en condiciones más precarias que el resto de la población. En este contexto, la economía popular ofrece alternativas convocando a estos/as jóvenes por medio de sus vinculaciones más próximas, comunitarias y barriales. En este sentido, las redes comunitarias del territorio demuestran tener una importancia sustantiva para la creación de oportunidades de accesibilidad.

Compañerismo, estabilidad, solidaridad, son algunas de las características que los/as trabajadores/as atribuyen al cooperativismo, revitalizando antiguos debates en torno al rol de la autogestión como práctica que habilita la construcción de otras formas de producir, distribuir, consumir. Las nuevas formas de precarización en el mundo del trabajo actual han llevado al resurgimiento de experiencias de trabajo cooperativo y autogestivo de diversa índole. De ahí la emergencia y posicionamiento de los movimientos sociales en la promoción de prácticas solidarias y cooperativas en defensa de la generación de trabajo para los/as excluidos/as a partir de actividades productivas de la economía popular.

La Cooperativa de Recicladores Unidos de Avellaneda se inscribe en este contexto y se caracteriza a su vez por algunas particularidades, comunes a las cooperativas de reciclaje. Una de ellas, como quedó manifiesto, es que para quienes trabajan en ellas es su primera experiencia en una práctica asociativa y de autogestión, lo cual conlleva afrontar un amplio conjunto de desafíos y aprendizajes en torno al trabajo colectivo. En este sentido, esta organización muestra el carácter social de las cooperativas de recuperadores/as, al permitirles acceder a un universo al que no podían acceder trabajando de manera individual, como hacían hasta el momento. Incluso, para muchos/as, resulta ser la primera experiencia laboral, a la vez que es percibida como estable.

En relación al rol del Estado, su intervención es resultado de un largo camino de lucha de movimientos sociales que permitió poner en agenda los reclamos y reivindicaciones de estos sectores. Con la expansión de la cosmovisión y práctica de la economía popular, se generó la articulación con sus diferentes niveles y sectores, en conjunto con las organizaciones sociales, cooperativas, autogestivas y productivas, principalmente para complementar con recursos estatales la sostenibilidad de estos proyectos.

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Notas:

2La ampliación de la planta Ecopunto significó una inversión total en obras, maquinarias y equipamiento de higiene urbana, de casi $ 361 millones de pesos, de los cuales la Municipalidad de Avellaneda aportó más de $300 millones, mientras que el resto provino de un convenio firmado con ACUMAR en 2014 (https://www.mda.gob.ar/noticias/el-ecopunto-tiene-una-nueva-planta-de-tratamiento-de-residuos/).

3El programa Potenciar Trabajo busca mejorar el empleo y generar nuevas propuestas productivas, a través de la finalización de estudios, formación laboral y capacitación en oficios para personas que se encuentren en situación de vulnerabilidad social y económica. El programa prevé una contraprestación por parte del/ la titular, la que podrá realizarse con su participación en proyectos socio-productivos, socio-laborales y/o socio-comunitarios o a través de la terminalidad educativa.

4En el año 2016, en conjunto con una amplia gama de organizaciones, sumadas la CGT y las CTAs lograron proponer con éxito la Ley 27.345/2016 de Emergencia Pública que los/as reconoce como trabajadores/as de la economía popular, con derecho al Salario Social Complementario, pasando a la historia como el primer programa social para la economía popular.

5El programa Potenciar Trabajo del Ministerio de Desarrollo Social (Resolución 285/2020), unifica los programas Hacemos Futuro y Salario Social Complementarios.

Recibido: 11 de Noviembre de 2022; Aprobado: 30 de Marzo de 2023

Autor de correspondencia:Yael Yanina Barrera. Ministerio Público de la Defensa del Poder Judicial de la CABA. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Correo electrónico: yaelbarrera@gmail.com

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