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Prospectiva

Print version ISSN 0122-1213On-line version ISSN 2389-993X

Prospectiva  no.36 Cali July/Dec. 2023  Epub June 06, 2023

https://doi.org/10.25100/prts.v0i36.12586 

Artículos

Construcción del conocimiento en Trabajo Social para una praxis profesional emancipadora en Cuba

Construction of Knowledge in Social Work for an emancipating professional praxis in Cuba

Celia Marta Riera-Vázquez1 
http://orcid.org/0000-0002-1996-3283

Idalsis Fabré-Machado2 
http://orcid.org/0000-0001-5241-8634

1 Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Santa Clara, Cuba. Correo electrónico: celiam@uclv.edu.cu

2 Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Santa Clara, Cuba. Correo electrónico: idalsisFM@uclv.edu.cu


Resumen

El artículo expone los resultados de investigación y de la práctica profesional de las autoras en su condición de docentes, capacitadoras y asesoras en Trabajo Social fundamentalmente en el territorio central de Cuba durante más de diez años. Las reflexiones que se ofrecen a continuación versan sobre la necesidad de revalorizar el papel de la ciencia (o del conocimiento científico) en el Trabajo Social (como disciplina y como profesión) para desarrollar una praxis realmente emancipadora y viabilizar el diálogo entre academia, política y profesionales en cuestión, en calidad de sujetos de la transformación (teórica y práctica) del Trabajo Social en Cuba y de la cuestión social. Como punto de partida se asume que, el sentido y direccionalidad de la profesión no se define sólo por contenidos discursivos y la voluntad de los agentes profesionales y directivos, sino por su pertinencia respecto a la dinámica social como específica práctica social. Básicamente se emplea la investigación acción ya que las autoras son participantes directas en los procesos que se investigaron. Se alcanzaron aportes teóricos y metodológicos importantes que enriquecen la comprensión de la necesaria transformación del Trabajo Social en y para Cuba, así como del proceso de formación de sus profesionales.

Palabras clave: Trabajo Social; Praxis emancipadora; Diálogo académico-político; Profesión

Abstract

The article exposes the research results and the authors' professional practice in their capacity as teachers, trainers, and advisers in Social Work, fundamentally in the central territory of Cuba for more than 10 years. The reflections offered below deal with the need to revalue the role of science (or scientific knowledge) in Social Work (as a discipline and as a profession) in order to develop a truly emancipatory praxis and make viable the academic, political, and professional dialogue in question, as subjects of the (theoretical and practical) transformation of Social Work in Cuba and of the social question. As starting point, it is assumed that the meaning and directionality of the profession is not defined only by discursive content and the will of professional agents and managers, but by its relevance to social dynamics as a specific social practice. Basically, action research is used since the authors are direct participants in the processes that were investigated. Important theoretical and methodological contributions were made that enrich the understanding of the necessary transformation of Social Work in and for Cuba and the process of training its professionals.

Keywords: Social Work; Emancipatory praxis; Academic-Politic dialogue; Profession

1. Introducción

Entre los elementos esenciales de la agenda de desarrollo económico y social de Cuba hasta 2030 está el de reducir progresivamente la desigualdad económica y social, y en correspondencia con ello entre sus objetivos se encuentra la atención específica a poblaciones vulnerables o de riesgo (Partido Comunista de Cuba [PCC], 2017). El Trabajo Social es fundamental para alcanzar estos objetivos, lo cual ha quedado refrendado no solo por la instancia rectora de esta actividad en Cuba, que es el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), sino desde los fundamentos esenciales de la política social y la política preventiva. No obstante lo anterior, el logro de estas metas supone para el Trabajo Social retos importantes, cuyo punto de partida estriba en superar voluntarismos, eliminar improvisaciones, aplicar el conocimiento científico desde una perspectiva multidisciplinar y superar lo que constituye la principal contradicción en la que se ha debatido su praxis: la contradicción rol-función.

Apuntan Peñate-Leiva et al. (2022) que:

Desde mediados del año 2021, la sociedad cubana acoge la profundización del diálogo academia-política. En particular, las ciencias sociales reportan intercambios diversos e intensos, que recorren diferentes temas, entre ellos, las contribuciones a las distintas dimensiones del desarrollo humano con equidad y justicia social. (p. 19)

Sin embargo, queda un largo camino en relación con los debates academia política respecto al Trabajo Social en la que estará mediando su historia, sobre todo la más reciente, sus prácticas, las representaciones sociales de sus profesionales y las construidas por y desde otros, beneficiarios, directivos, etc.

Para el Trabajo Social en Cuba ese debate es tan perentorio como complejo, toda vez que en su caso la práctica profesional institucionalizada es preciso ubicarla tanto en la academia como en la política, prevaleciendo tendencialmente la segunda. Ha sido común concebirlo como herramienta para capitalizar la voluntad política del Estado de atender problemáticas relativas a la vulnerabilidad, la marginalidad, las situaciones de desventaja social, las desigualdades sociales y la delincuencia. Lo anterior ha incidido en que se considere al Trabajo Social una profesión de naturaleza práctica-operativa, en detrimento del fundamento científico en que debe sustentarse.

En la Cuba revolucionaria el Trabajo Social tiene una historia de continuidades y discontinuidades. Su institucionalización está marcada por las distancias entre el ideal, el deber ser, la normatividad y la práctica misma (Rojas-López, 2019) en contextos histórico sociales dinámicos; la formación profesional ha sido contingente; las conceptualizaciones y definiciones científicas que sustentan la profesión y se emplean en la discursividad política se debaten entre sentidos asistencialistas-emancipatorios, todo lo cual sitúa a esta praxis profesional hoy en la necesidad de la reconfiguración del campo profesional en medio del contexto político-social cubano, frente a los desafíos que impone a la práctica sociopolítica el sistema de contradicciones de la sociedad y los momentos agudos de la expresión de las mismas.

Lo señalado anteriormente constituye la esencia de la contradicción rol-función y es además el eje argumentativo que permite comprender a qué se hace referencia cuando se habla de praxis emancipadora. Lo emancipador en su concepción dialéctica no puede asumirse solo respecto a la transformación que el trabajador social pueda lograr en los sujetos con los que interactúa. A partir de esta lógica se estaría concibiendo el Trabajo Social desde un pragmatismo que a la postre lo tecnocratiza.

El proceso emancipatorio tiene que producirse también en el profesional del Trabajo Social, respecto a los sesgos instalados, naturalizados y normalizados en el imaginario social, en sus cosmovisiones sobre aquellos fenómenos a los que debe enfrentarse. En todo ello juega un papel esencial la producción del conocimiento científico, un conocimiento contextualizado e históricamente situado.

Si esto no ocurre el Trabajo Social se vuelve enajenante y opresor, en tanto se constituye sobre la base de un modelo interventor-asistencialista, que coloca a unos en calidad de tramitadores de conflictos y necesidades y a otros en calidad de asistidos, “beneficiarios”.

La intervención de cara al conflicto social más apremiante produce siempre algún desfasaje en la necesaria articulación entre conocimiento, producción del mismo e intervención eficaz y que, por lo tanto, en este proceso que es de rupturas, superaciones y conservaciones las resultantes son muchas veces equívocas y no unívocas.

El actuar ante las urgencias en las que se expresan las formas agudas de las asimetrías sociales, no puede soslayar la necesaria sistematización de las prácticas de intervención e ir contribuyendo desde la producción teórica en el campo de esta disciplina, a orientar la toma de decisiones en materia de política social y de formación profesional; asumir dialécticamente dicha historia y cultura, el momento de continuidad y ruptura superadora, tanto en concepción, como en acción profesionalizada.

Tal estado de cosas hace que se planteen preguntas a la academia y la política en relación con los nuevos caminos superadores de las prácticas asistencialistas y de una perspectiva tecnocrática en la evaluación de su eficiencia; se interrogue con relación a la necesidad de interpretar y tomar en consideración el estado de la cuestión social1, “… entendida como expresión ampliada de las desigualdades sociales” (Pastorini, 2018, p. 54), el abordaje adecuado de la dicotomía universalidad-focalización en la política social, la realización del principio de equidad -que garantiza asegurar igualdad de acceso a las oportunidades y diversidad de opciones- y el acceso a servicios sociales desde un enfoque de derechos y la superación activa de brechas y desigualdades (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2019; Zabala-Argüelles y Díaz-Pérez, 2022).

Es un reto una formación profesional que dote de los instrumentos teóricos-metodológicos, éticos-políticos y técnico-operativos para que los trabajadores sociales en los diferentes espacios de intervención, puedan contribuir a transformar los modos de sus intervenciones en la misma medida que van transformando las realidades donde actúan (Iamamoto, 2003).

Se requiere transformar la fuerza profesional con la que se cuenta, en activos y comprometidos sujetos de la transformación social en la gestación de lo comunitario, como tipo específico de relación social, cuyo desarrollo transcurre orientado a la generación de simetría social, que supone un encuentro entre sujetos manifiesto en procesos de participación y cooperación en torno a proyectos colectivos que devienen comunitarios2. La solución a problemáticas sociales, dígase las propias del Trabajo Social, tienen en ello una perspectiva de análisis de la realidad y alternativa emancipatoria para la solución de las mismas donde devienen sujetos de la transformación social sus principales actores, tanto los profesionales como los “beneficiarios”.

Ello en tanto alternativa viable y necesaria para la realización, perfeccionamiento y consolidación del proyecto social de la Revolución Cubana, que no se limiten a reproducir en su práctica cotidiana, “la forma instituida de responder a las demandas” (Pastorini, 2018, p. 56) y que desde la reflexión sobre el nuevo contexto político y económico del país puedan ser críticos y competentes al vincularse conscientemente con la realidad concreta, respondiendo al ser profesional con una “clara naturaleza interventiva y directamente articulada con las diversas manifestaciones de la cuestión social” (Pastorini, 2018, p. 56).

La lógica expositiva del artículo se ha estructurado en correspondencia con los principios desde los que se parte para la fundamentación crítica que realizan las autoras respecto a la necesidad de gestar una praxis transformadora del Trabajo Social como profesión desde el conocimiento científico. En tal sentido desde la reflexión inicial, el artículo transita por una serie de apartados en los que se devela el sistema de contradicciones que caracteriza al trabajo social como disciplina y como profesión, a partir de determinadas tendencias y regularidades que se particularizan para el caso de Cuba. Cada uno de estos acápites incluye la constatación del estado de cosas debidamente argumentada, así como las propuestas para la superación de estas contradicciones, no a partir de proponer acciones como recetas preconcebidas, sino identificando en el sistema de relaciones donde se materializa el Trabajo Social, aquello sobre lo que se debe incidir para lograr la transformación. En resumen, el objetivo central consiste en develar las contradicciones y exponer las potencialidades para posicionar la cientificidad del Trabajo Social como profesión para una praxis emancipadora en Cuba.

2. Metodología

Como se apunta en el resumen, las autoras participan como sujetos-objetos de la investigación desde el paradigma de la investigación-acción. Se empleó el análisis de documentos, entrevistas no estructuradas (como intercambio informal) a profesionales del Trabajo Social, directivos, docentes y capacitadores que posibilitaron ascender a los análisis teóricos conceptuales y a la síntesis en el mismo orden. Los datos que sirven de sustento a las reflexiones realizadas en el artículo no se derivaron en stricto sensu del empleo de técnicas de análisis de contenido sino de encontrar regularidades en la revisión de documentos oficiales, bibliografía, tesis de maestría e intercambios con directivos, trabajadores sociales, profesores y capacitadores con los cuales las autoras han estado vinculadas a lo largo de más de 10 años.

Desde estos presupuestos se realizó la revisión y análisis de secuencia de documentos y de contexto de sus producciones relacionados con la regulación del TS desde el programa de TS y del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social al cual se adscribió después de su extinción. Ello permitió analizar palabras, frases, estructuras verbales que expresan la reproducción del asistencialismo desde la concepción, las funciones y el rol del trabajador social, así como su burocratización.

Junto a ello se trabajó con la producción científica del Centro de Estudios Comunitarios (CEC de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas), el proceso de formación de Trabajadores Sociales (de varias provincias del país) en la maestría en Desarrollo Comunitario anclada en el CEC (2008-2012), tesis de maestría dedicadas o concomitantes con el TS (desde 2008 hasta 2021), y en las que se evidenciaron los elementos señalados y se construyeron alternativas de cambio; espacios de formación que se constituyeron en porciones de la realidad observada las cuales se amplían y complementan con entrevistas, intercambios y entrenamientos a directivos nacionales y provinciales del Programa Nacional de Trabajadores Sociales (2001-2012); cursos de posgrado y capacitaciones a Trabajadores Sociales del país y específicamente de Villa Clara.

En febrero de 2022 se realizan talleres de intercambio con 62 trabajadores sociales de esta provincia involucrados en proceso de evaluación del desempeño en la que participan las autoras.

3. Hallazgos

3.1 De la herencia

Núñez y un colectivo de investigadores de GUCID3 develan el núcleo de los debates de la literatura contemporánea respecto a cuáles son los modos de producción de conocimientos más apropiados para impulsar los objetivos de desarrollo sostenible y la Agenda 2030 (Núñez-Jover et al., 2021) e, implícitamente, convoca a reflexionar respecto al reto presente que tiene el Trabajo Social cubano en su articulación con dichos procesos de desarrollo -emancipador- que no pueden dejar de lado la cuestión social y los procesos de inclusión e integración social.

Para el Trabajo Social que debe producirse entre académicos y trabajadores sociales, se trata, en principio, de retomar orgánica y críticamente las líneas fundamentales del Trabajo Social que se han consensuado desde el ejercicio de la profesión -orientación, organización, movilización- para, junto al necesario momento de asistir, contribuir a promover sujetos autosuficientes en el sentido de su postura frente a las problemáticas de su vida, es decir, personas que desde una conciencia crítica sobre su realidad concreta puedan constituirse, con la facilitación del Trabajo Social en sujetos de la modificación de tales condiciones.

En este sentido se demanda superar la unilateralización del enfoque, la acción individual-individualizada como única alternativa, para transitar hacia un escenario que promueva la acción colectiva en procesos de participación y cooperación común, en la que renazcan las viejas solidaridades y aparezcan nuevas, en un proceso continuo de recuperación del rol de sujetos -individuales y colectivos- para desterrar el rol de objeto de la asistencia y la compasión que ha sido consustancial a las posiciones asistencialistas con que nació y se ha venido reproduciendo, casi espontáneamente y en buena parte, la profesión.

La capacidad renovadora del Trabajo Social se revelará entonces en promover al papel de sujetos de la transformación y la autotransformación, a los hoy considerados objetos de la asistencia y el control, de propiciar, con dicha intervención, verdaderos procesos de co-responsabilidad, participación y cooperación social desde y junto a aquellos sectores poblacionales “beneficiarios” del Trabajo Social.

Alcanzar estos objetivos significa para el profesional del Trabajo Social cubano, adquirir el vigor teórico, social y político que permita orientar las fuerzas y tendencias que se expresan en los objetivos de la intervención profesional de dicho profesional.

Dadas estas circunstancias, el Trabajo Social en Cuba hoy tiene entre sus desafíos, en el orden de la cultura profesional, el situarse frente a ella con mirada crítica y propositiva.

Esto significa develar las posiciones teóricas de las Ciencias Sociales que le han tributado conceptualmente, a una concepción del ser humano, la sociedad y sus sistemas de relaciones, mediadas siempre por una ideología y el sistema de valores asociados al Trabajo Social, así como las formas vías y métodos de actuación profesional.

La característica quizás más relevante del Trabajo Social no consiste tanto en sus métodos ni en sus objetivos de acción específica, sino, en el hecho de que, al no contar con una matriz epistemológica, recurre a los aportes de las otras disciplinas y tecnologías sociales, lo cual no es ilegítimo por sí mismo; sólo que al no tener definido aún sus objetos-sujetos de investigación, se torna más difícil la legitimación de su estatuto científico y la elaboración de una categoría central que defina, además de dicho estatuto, la especificidad de sus relaciones (síntesis y sistematización) con el resto de los dominios particulares o generales de la ciencia transdisciplinaria.

Sumado a ello, están también las representaciones sociales que tienen las personas y los sujetos institucionales en relación al Trabajo Social y al profesional de esta actividad, todo lo cual ha venido contribuyendo a generar una auto-percepción del profesional, plena de significados.

Según refiere Aquín (1999)

…si tomamos algunas designaciones que nos han otorgado distintos autores de la teoría social en general, y de la teoría del Trabajo Social en particular, encontramos que hemos sido considerados alternativamente como bomberos del Estado, fiscalizadores de la pobreza, policías de las familias, agentes de control social. Todas estas designaciones producidas por lo que podríamos llamar miradas "calificadas" nos han significado, …Simultáneamente, la mirada de los sectores con quienes trabajamos nos inviste con una extensión de la imagen con que el Estado nos ha presentado históricamente a la sociedad: somos en su imaginario los benefactores, volcados principalmente hacia el bienestar de los ciudadanos, guardianes de la justicia, detentores de una ética incorruptible, representantes de intereses generales. A través de estas imágenes viene a coincidir la presentación social del trabajador social con la presentación social que históricamente ha asumido el Estado a través de sus políticas sociales. (p. 31)

Descubrir tal cultura significa interpretarla, con ojo crítico y actuar creador, descubrir la telaraña de significados en la que está suspendida tanto la profesión, las instituciones que articulan con ella y sus profesionales.

3.2 El prejuicio o el desprecio por la teoría

La intervención profesional y la investigación social son categorías centrales en la praxis cotidiana del Trabajo Social, las cuales se sustentan y redefinen mutuamente como parte de la postura misma de ese sujeto que interactúa y participa en el proceso de investigación-intervención (Falla- Ramírez, 2019). No obstante esta verdad inobjetable, lo cierto es que en la práctica cotidiana ha prevalecido un desbalance en favor del hacer y no del pensar. De ahí que, en esas representaciones predominantes sobre el Trabajo Social, se le considere una disciplina venida a menos, porque se asume que no tiene nada de ciencia, o peor aún, que no lo necesita.

Como tendencia en las concepciones sobre el Trabajo Social, se considera que lo más importante es el cómo, y por eso la mirada está enfocada hacia los métodos de intervención profesional, hacia la preocupación en relación al cómo llegarle a la gente, cómo hacer para que un alcohólico, un desvinculado, un antisocial, una familia disfuncional dejen de serlo porque, esencialmente es por tal resultado final que se evalúa y exige como criterio de eficacia de la acción.

La obsesión por los medios de la actividad en función de resultados palpables en el orden práctico, constatable en “partes” y tablas estadísticas hace que se genere un cierto despego, incluso desprecio por la teoría, por la reflexividad teórica en tanto, junto a las exigencias burocráticas, se mueve la representación social de que la teoría es cosa de los que no tienen mucho que hacer salvo dedicarse a pensar y a criticar a los que hacen, a los que tienen que caminar por las calles y de institución en institución.

Incluso tributa a ello, una consideración simple y pragmática del triángulo necesidades-servicios-política social del desempeño profesional del Trabajador Social.

Frecuentemente la preocupación y la ocupación del Trabajador Social se concentran en las necesidades de “sus casos” y la tramitación de las mismas, relegando la posibilidad real de sugerir y accionar en relación a los servicios sociales y las políticas -que asumen como inamovibles-. Se obvia la totalidad en la articulación de los tres ángulos que es la expresión de la dinámica Cuestión social -Institucionalidad social4.

En la interacción de estos tres componentes la búsqueda de respuestas para las inconsecuencias e incongruencias de la misma podría colocar a los Trabajadores Sociales en situación de superar el problema teórico que significa, por ejemplo, la inscripción del análisis de las políticas sociales y la evaluación de sus impactos en el conjunto de necesidades sociales que presentan las personas y los grupos/objetos de la acción profesional, convirtiéndolo en interrogantes científicas, en objeto del quehacer académico-profesional del Trabajo Social.

En relación a ello se insiste en que es preciso tener en cuenta que la institucionalidad no puede comprenderse al margen de la dialéctica instituido-instituyente. Tan instituida es la relación pautada desde lo jurídico, como desde aquellas prácticas que emanan del resto de las normas sociales (en términos culturales, de la tradición, de los valores).

Lo instituido es aquello que funciona como pauta que rige comportamiento y se expresa tanto en las normas formales que adquieren estatus legal y se materializan en el encargo social de organizaciones e instituciones, como en las normas informales de naturaleza grupal. Igualmente, lo instituyente, o sea la capacidad de institucionalizar, que se relaciona con las realidades que vivencian las personas, con su cotidianidad, debe estar presente tanto en lo formal, como en lo informal. Para la praxis del Trabajo Social esta relación dialéctica es imprescindible.

La necesaria y permanente readecuación instrumental en dependencia del estado de la cuestión social y los resultados parciales que se van alcanzando no puede ser sólo resultado de tal readecuación instrumental y la consiguiente influencia activa de ésta en relación a las acciones realizadas, sino que transita, fundamentalmente, por el dominio teórico de la realidad a partir del sistema conceptual con el cual se asumen medios y fines, para los diferentes grados progresivos de eficiencia del mismo.

En mucho de lo heredado en materia de Trabajo Social, evidentemente, existe una limitación política en la reflexión teórico-analítica; ella se presenta como vacío conceptual, la ausencia de un proceso de conceptualización activado por la práctica social -específicamente científico-política- que media entre lo que pudiera asumirse como su(s) marco(s) teórico(s) o de referencia y sus análisis situacionales, particulares, a saber, salud, vivienda, seguridad y bienestar social, penitenciarismo y resocialización, educación, desarrollo local, comunidad, situación de vulnerabilidad en la contradicción de límite y potencialidad, etc.

En consecuencia, afirma Aquín que muchas veces no se logra "aterrizar" en la realidad, en su concreción y particularidad en los ámbitos del proceso histórico-político con sus contradicciones y las potencialidades de su transformación ni tampoco, desde el Trabajo Social, se descifra los elementos diferenciales entre el conflicto y el consenso interno, propios de las relaciones sociales que constituyen a los objetos-sujetos de la acción profesional (Aquín, 1999).

Sin supuestos, axiomas, hipótesis ni abstracción, ninguna teoría y específicamente de Trabajo Social, sería posible.

Una perspectiva correcta para el Trabajo Social a enfrentar en el contexto cubano debe instituirse desde las siguientes interrogantes:

  • ¿Con qué tipo de conceptos se orienta la profesión?

  • ¿Qué visión de la realidad contienen y proponen?

  • ¿Qué criterios de cientificidad trasmiten?

  • ¿Cómo se conciben y expresan categorialmente lo humano, lo social, lo nacional, lo local, lo comunitario, lo económico, lo político, lo ideológico, lo científico, lo universal, lo esencial, lo concreto, lo práctico, lo objetivo, lo-subjetivo, lo natural, lo cultural, lo cotidiano, lo popular?

  • ¿En la determinación de grupo meta, también denominados como beneficiarios se incorporan enfoques interseccionales para su definición?

  • ¿Se es consciente de dicha necesidad para el tratamiento de la inclusión social? (Riera-Vázquez y Fabré-Machado, 2022)

  • ¿Con qué estrategia se articulan en los procesos de intervención profesional?,

  • ¿En qué método estos conceptos se "materializan", se traducen para la acción profesional?

Se puede decir que, planteada la posibilidad real de obtener resultados deseables a partir de acciones metódicas orientadas hacia ciertos fines, la concepción que se tenga del significado de estrategia de Trabajo Social está activada por las determinaciones teóricas de las visiones del mundo y de la sociedad en particular que se hayan interiorizado en las prácticas de esta disciplina y de la profesión.

Así, implicados con las categorías asumidas, se encuentran el método y las técnicas de análisis e intervención de/en la realidad social; a estos corresponderán la forma y el contenido de la inclusión o exclusión de variables, elementos, momentos, etapas, aspectos, factores, clasificaciones o dimensiones de la realidad social contenida y fijada en los conceptos.

Por otra parte, de ello se derivarán también las relaciones, armónicas o en conflicto, de las estructuras del pensamiento científico-disciplinar-profesional y los procesos sociales, pasando a ser dichas relaciones, estructurales o marginales al campo de acción profesional. Consiguientemente, por ejemplo, la cuestión de la integración social será esencial, fenoménica, relacional o será comprendida como una ecuación (de suma o resta de individuos, grupos meta, sectores poblacionales) y en consecuencia la política y lo político serán incorporados sustancialmente o asumidos como telón de fondo de los análisis y elaboraciones disciplinares y de la práctica profesional del Trabajo Social.

A partir de las contradicciones enunciadas en relación a las formas y contenidos diferentes del conocimiento construido y heredado de el/los objeto/s de conocimiento e intervención en el Trabajo Social -conceptuales, metodológicos y técnicos- las posiciones disciplinar-profesional diferentes, serán relativizados o absolutizados en los análisis e intervenciones frente a las problemáticas sociales, refiere Aquín (1999).

Para el Trabajo Social la actitud de reflexividad permanente sobre la influencia de las condiciones materiales y simbólicas de existencia a la hora de pensar en los contextos sociales es insoslayable; de otra manera no se enfrenta y transforma de raíz el problema relativo a las estructuras sociales que promueven formas de relación social opresoras e individualizadoras (Riera-Vázquez y Fabré-Machado, 2022).

Poder identificar las condicionantes, obstáculos y potencialidades que permitan reorientar la profesión desde lo alcanzado como disciplina, concordando con Vivero-Arriagada en su significación, “… visibilizar y tensionar la complejidad misma de las condiciones materiales, como hechos históricos concretos, relaciones sociales de producción, conflictos sociales, relaciones político-económico que, …, repercuten en la formación y práctica del Trabajo Social” (Vivero-Arriagada, 2020, p. 197).

Para la profesión adquirir el vigor teórico, social y político que permita orientar las fuerzas y tendencias que se expresan en los objetivos de la intervención profesional implica afrontar los desafíos señalados. La formación profesionalizada, como consecuencia de un período relativamente largo de predominio del empirismo en su realización en nuestro país, aparece como un gran primer paso y, conjuntamente, dicha solución impone el momento de ruptura superadora tanto en concepción como en acción profesionalizada (Riera-Vázquez y Fabré-Machado, 2022).

Así en medio de las transformaciones que en el orden de lo social ha traído la Revolución y las contradicciones sociales de su desarrollo complejo cabría preguntarse ¿En qué medida el Trabajo Social está en su praxis realizando los fines emancipatorios del Proyecto Social de la Revolución Cubana?

Trabajadores sociales de Santa Clara, en las entrevistas realizadas durante el proceso de evaluación del desempeño, identificaron debilidades que remiten, en tanto dato, a lo anteriormente expresado. Así Esme (comunicación personal 20 de julio de 2022) aseguró que “es insuficiente el trabajo preventivo en las comunidades”; por su parte Luis (comunicación personal 20 de julio de 2022) se duele de que “nos hemos dirigido hacia el asistencialismo”, mientras que se insiste en que “no se cuenta con recursos suficientes” y “no tiene apoyo de instituciones y factores de la comunidad” (Suset, comunicación personal, 20 de julio de 2022).

Como sugerencias a la Dirección de Trabajo y Asistencia Social para perfeccionar su acción profesional coinciden en la necesidad de recibir capacitaciones y ofertas de superación. Ello es evidencia de un contexto regresivo para la formación graduada y posgraduada que impacta fuertemente la profesionalidad. Dadas estas fuentes se aprehenden mediaciones recurrentes que obstaculizan los sentidos emancipatorios del trabajo social que es necesario para Cuba.

Se está ante el problema de los desencuentros entre medios y fines. Si bien es cierto está mediado por una cuestión teórica, como ya quedó planteado, es, ante todo, un problema práctico sólo posible de ser superado dentro de la praxis histórica; ésta, precisamente por histórica, requiere de los conceptos de estrategia y direccionalidad, de tener claridad de los fines y hacer de los medios coincidentes con él en sus contenidos y formas.

3.3 El empirismo

En la práctica de Trabajo Social por tradición acrítica y por la ausencia de una preocupación teórica y epistemológica se labora con nociones y simples denominaciones -desvinculados, desventaja social, etc.- sustitutivas de categorías analítico-relacionales -asimetrías sociales, inclusión-exclusión social, etc.-; por lo que éstas devienen abstraccionismos empiristas que falsean no sólo la reflexión teórica al servicio de la praxis, sino, también, la exposición, la explicación y la comprensión (y ¿por qué no, la predicción, la prospectiva?) misma del orden social. Las relaciones se transforman en simples datos y por consiguiente se abstraen de la lógica de su movimiento como condición de posibilidad para su superación transformadora.

Y aquí viene otro problema, el Trabajo Social tanto en su versión clásica, tradicional o académica no ha hecho de éstos un objeto de estudio, de reflexión teórica y de sistematización crítica. No obstante, su práctica cotidiana inscribe en su significado e intencionalidad una cierta estrategia para la producción de informaciones, conocimientos, teorías y modelos de intervención social, por ejemplo, los métodos clásicos de caso, grupo, comunidad que han sido conservados y enriquecidos por la psicología, la sociología, la medicina y otras disciplinas.

Tales posturas empiristas y pragmáticas hacen que el Trabajo Social se encuentre atrapado tanto en un problema teórico como en un problema práctico que le impide la búsqueda de la contradicción, de la teoría y la concreción de una específica práctica científico-política que -quiérase o no- tiene que contener las contradicciones de la realidad social activadas en cada uno de los heterogéneos ámbitos objeto de la intervención en cada periodo histórico.

Todos estos sesgos, cuya esencia es básicamente epistemológica, hacen al Trabajo Social mucho más propicio a quedar sujetado en las lógicas del discurso político y su accionar, que es básicamente pragmático y, por la propia naturaleza de sus dinámicas funcionales, termina anteponiendo lo urgente a lo estratégico. Al permearse por las denominaciones y nociones que se manejan desde el discurso político, el Trabajo Social pierde su capacidad de comprender integral y dialécticamente las contradicciones sociales, a cuyas expresiones como malestares de vida cotidiana, se les denomina “problemas” y como tal es su tratamiento.

La mirada simple de la contradicción teoría-práctica/herencia-renovación en el Trabajo Social, por ejemplo, conduce a ver al discapacitado, al adulto mayor, a los niños que no cumplen sus deberes escolares, a los grupos en situación de vulnerabilidad, etc., como problemas -concepción patológica de la cuestión social-. Ello deriva, en prácticas e intervenciones re-funcionalizadoras y no de transformación, aun cuando en estas problemáticas esté contenida como potencialidad el cambio superador.

3.4 La causalidad lineal

Es recurrente en los análisis de la cuestión social bajo la óptica del Trabajo Social, en los estudios y tratamientos de tales situaciones, además de la mirada patológica, -y quizás consecuente con ella- la perspectiva positivista caracterizada por el abordaje de variables e indicadores, con cuyas operacionalizaciones se pretende dar explicación -bajo el epistema de la causalidad lineal o interactiva- a las “desviaciones”, procesos anómicos, delito y delincuencia, etc. Estas perspectivas conceptuales tienen la característica de centrarse en las llamadas causas y condiciones que al actuar ya predeterminan la aparición del efecto que les “corresponde”. Dicho de otra manera factores patológicos producen efectos patológicos, hogares con violencia, constituidos por familias monoparentales, marginalidad, subescolarización, por ejemplo, son la explicación -en muchos estudios e informes así aparecen- de la antisocialidad temprana y la delincuencia.

La visión metafísica de la relación causal, la no comprensión de la complejidad de la realidad social conduce a posturas deterministas del llamado sentido común tales como “El hijo de gato caza ratones”, “Árbol que nace torcido jamás su tronco endereza” o a la ingenua interrogante “¿Cómo es posible que Fulanito que viene de tan buena familia sea así?” o las lamentaciones abstractas “¡Con todas las posibilidades que les da la sociedad y mire UD. qué clase de muchach@ es!” inscritas en la vida cotidiana pero que también, con elaboraciones más sistematizadas, aparecen como de segunda mano, en la clandestinidad, en el diseño de estrategias, acciones y políticas sociales bien intencionadas y cuyos objetivos persiguen la tranquilidad ciudadana, el ordenamiento cívico, el respeto a la legalidad, la garantía de un contexto social saludable para el desarrollo social.

El abandono del enfoque de la causalidad dialéctica, el que considera que los diferentes niveles de la realidad social y su desarrollo integran procesos muy complejos que son mediatizados5 y a su vez, mediatizadores, conduce a que cualquier acción preventiva o “re socializadora” que se diseñe sólo a partir de factores de riesgo y de sujetos en riesgo, a la larga conduzca al reforzamiento de la situación de partida tras un lapso de reacomodo de factores y sujetos a las nuevas realidades generadas por las medidas de control, por un lado y por el otro -cara de una misma moneda- al círculo vicioso que implican los procesos de “acción-reacción” y de “ensayo-error”.

Es importante comprender también que la realidad junto a los factores de signo negativo o criminógenos contiene potencialidades o factores positivos que coexisten como contrarios y cuya presencia puede ser una barrera, una mediación, que se interponga, que transforme, modifique los efectos de signo negativo, los llamados patológicos o que los propios factores negativos se trastruequen en positivos.

Este enfoque dialéctico y la comprensión de las mediaciones conducen a la visión de la multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad en la investigación científica y en la praxis trasformadora de la realidad social y particularmente en lo relativo a las problemáticas vinculadas al Trabajo Social y las variadas formas, tipos, procesos y agentes del cambio transformador.

En el escenario del Trabajo Social se está siempre en procesos relacionales sea, la realidad social propiamente dicha, sea la herencia en el orden de la cultura de la profesión, por tanto nunca se estará en contacto -mucho menos directamente- con esencias “puras” (denomínense o no grupos, sectores, clases, “casos”) ya que el lenguaje que lo atrapa en términos, nociones y conceptos -como forma externa del pensamiento- remite y aprehende la realidad a partir de los grados de conocimiento de la misma alcanzados en el decursar histórico-cultural y en dependencia los instrumentos que hasta ese momento permiten pensar la realidad y su compleja trama de relaciones.

Cada término contiene una zona en la que no se puede apuntar directamente a algo completamente definido, nítido; el referente presenta siempre, en algún momento, una ambigüedad que se desplaza, deriva o difiere hacia otros términos que no están preconstituidos y por consiguiente es permanente la necesidad, en Trabajo Social, de la actividad científico-teórica para contribuir a la conformación de un aparato conceptual de la disciplina que facilite adecuar cada vez más la práctica profesional a la realidad.

Lo social, entonces, como categoría analítica relacional, -en este caso, en relación con lo político y la política social pero también con lo cultural, lo económico y lo comunitario-, es un proceso muy complejo y prácticamente inagotable de representaciones y producción de imágenes presentes, pasadas y futuras creadas a la largo y ancho de la historia social, las cuales, consistentemente o no, pretenden diferenciar y organizar de alguna manera los significados y sentidos de la realidad social existente para el Trabajo Social.

A partir de aquí, la categoría mediación, como categoría de análisis para dar cuenta de lo social en la praxis del Trabajo Social permite desterrar la omnisciencia y omnipotencia del trabajador social en los procesos de intervención y eliminar la auto-culpabilidad y el espíritu de todopoderosos, la representación social y la auto-imagen en relación a asumirlos(nos) como la causa última de todo lo bueno o todo lo malo resultante de las acciones profesionales.

3.5 El quiebre paradigmático en Trabajo Social: dialéctica de la conservación y el cambio

Los modelos o paradigmas de comprensión-explicación de la cuestión social que está en el campo de actuación del Trabajador Social tienen que hacerse conscientes para subvertir las prácticas asistencialistas, instrumentalizadas, clasificatorias y excluyentes que nada tiene que ver con los ideales del proyecto emancipador de la Revolución Cubana.

Es por ello que se impone un balance crítico, sobre la base del conocimiento científico, de la herencia cultural de la profesión, tanto en el orden de las teorías sociales, la comprensión del ser humano que las han sustentado, así como en las prácticas profesionales que son orientadas por ellas.

Tal balance implica:

1. En la interpretación de la cuestión social desde la profesión, asumir que lo clasista no es telón de fondo, está consustancialmente ligado a las asimetrías sociales -explícitas o implícitas- y por consiguiente no se está frente a una cuestión o problemática social de naturaleza meramente antropológica, sino a un sistema de relaciones y vínculos sociales anclados en relaciones de dirección, propiedad, distribución, cambio y consumo.

2. Desterrar las miradas sin ninguna alternativa que, conscientemente o no, conducen a naturalizar las desigualdades, las asimetrías sociales, expropiándoles de su carácter histórico y social.

Resulta preocupante que el valor teórico predominante desde las Ciencias Sociales que nutren la disciplina de Trabajo Social, esté instalado desde la cultura positivista y en vez de relación social conflictiva, contradictoria, se instale el análisis y la intervención desde el hecho social, desde la resultante de procesos complejos de relaciones sociales.

Al amparo de esta suerte de complicidad teórica instalada, se eliminan categorías centrales para comprender la cuestión social; por ejemplo, y entre otras, se eliminan las asimetrías sociales, la pobreza, la delincuencia, la disfuncionalidad familiar y/o institucional como relación social, colocándose en su lugar a los vulnerables, a los antisociales y delincuentes, a los padres, significados como discapacitados y/o incapaces, impotentes.

3. nfrentar las exigencias de focalización, tanto de las necesidades como de la población meta, coloca al trabajador social en el lugar de experto habilitado para clasificar a las personas en tanto son emisores casi con exclusividad de las aparentemente neutras patentes de desventaja social, vulnerabilidad, riesgo.

Esa operación tan cotidiana está poblada de significaciones, ya que tales certificados implican, fundamentalmente, una asignación de identidad, a través de la cual se ponen en juego múltiples ejes de inclusión y exclusión sociales.

4. Enfrentar la invocación permanentemente del saber tecnocrático en el modelo actual en el que, desde la herencia cultural de la profesión, se ha reproducido en la práctica del Trabajador Social, el cual se puede constatar en:

  • La formalización del campo de acción del control social desde este saber interesado en asegurar y ampliar esta dimensión de su campo de acción. Quizá los trabajadores sociales no sean conscientes de las múltiples actividades que realizan en orden al control social de la población a través del llenado de planillas, de los “partes estadísticos”, del “seguimiento” de los “casos”.

  • La identificación de lo que existe con lo único posible, de manera que se da cuenta de la situación, el orden vigente con la situación y el orden de cosas posible.

  • La reducción de “la razón” a una racionalidad técnica que selecciona estrategias al margen de la inclusión de otras racionalidades, y de la reflexión sobre las condiciones sociales de producción de las diversas racionalidades. A saber y esencialmente de los “atendidos”, los “casos”, los “clasificados”.

  • La transformación de los problemas sociales en problemas técnicos de costo-beneficio, cuya solución está en manos de técnicos, y al margen de cualquier discusión en el espacio público. La destreza y el buen oficio pretenden sustituir a la conciencia y la voluntad colectiva. La pasividad ante lo que “no procede” desde la normativa en el ámbito de la búsqueda de soluciones a los “casos”.

5. Descubrir que el discurso filantrópico de nuevo tipo interacciona con la consideración del otro como víctima y no como ciudadano, y por lo tanto se le ignora o limita en su derecho a participar en la búsqueda de alternativas de solución a sus propias problemáticas y a las de su comunidad, a las de la sociedad en su conjunto. Esta es la estrategia discursiva central que hoy se ha abierto paso desde el neoliberalismo y que de alguna manera puede estar impactando, las concepciones y prácticas, pudiendo aparecer como un desplazamiento de la intervención en la cuestión social basada en una concepción de derechos y responsabilidades sociales, a una con fundamento en el deber moral, los actuares a partir de sentimientos de compasión y piedad hacia los grupos más vulnerables.

3.6 La profesión en la dialéctica relación teoría-práctica

Riera-Vázquez y Fabré-Machado (2022) han explicitado:

La profesionalización del Trabajo Social se define -fundamentalmente- en el terreno de la intervención en tanto se está respondiendo a la necesidad de modificar un estado de cosas existente en la sociedad, sin embargo, las ideas, las concepciones, los principios, las teorías operan como mediaciones de dicha práctica, de ahí que:

  • Es un imperativo para el Trabajo Social -en Cuba y desde Cuba- realizar un balance crítico de los elementos racionales que direccionan y dan contenido a la práctica profesional en nuestras condiciones, el cual se inscribe en un dilema que data desde los orígenes de la profesión: la necesidad de repensar la relación entre intervención e interpretación de los fenómenos sociales.

  • Desde la academia se hace necesario promover investigaciones científico-sociales de corte interdisciplinar y transdisciplinar que posibiliten perfeccionar las acciones de intervención y permitan un crecimiento teórico de esta disciplina, a partir de las circunstancias particulares en las que tiene lugar el proyecto social cubano.

  • La propia práctica profesional deberá, en los próximos años, fortalecer la autorreflexión -constituida como investigación- para perfeccionar lo técnico operativo a partir de la sistematización de saberes acumulados. Esto permitiría redimensionar el ámbito de competencia del trabajador social convirtiéndolo en investigador social también.

  • Deberán promoverse espacios cooperados de encuentro y producción científica entre “intelectuales de la academia” e “intelectuales de la profesión” para, desde la praxis de nuestro Trabajo Social, enfrentar la dicotomía entre el saber-representación -formalizado y objetivado, listo para el consumo- y el saber-destreza -propio del saber hacer-. (Riera-Vázquez y Fabré-Machado, 2022, p. 39)

Al someter la práctica profesional a un proceso de indagación, de reflexión crítica profunda, de encuentro con otros, se podrá reconstruir la acción social desde una perspectiva de cambio. Mirar así la experiencia profesional y la acción social, requerirá formas de trabajo acordes a la dinámica y compleja realidad social que enfrenta nuestro país; por consiguiente, se hacen necesarios marcos teóricos y metodológicos que permitan la validación profesional y disciplinaria desde esta realidad (Riera-Vázquez y Fabré-Machado, 2022). Pensar lo que hacemos y saber lo que pensamos dice Aquín (1999).

Se impone un profesional con formación universitaria y el desarrollo de espacios de construcción de conocimiento como nichos de una visión de la profesión que supere críticamente el lastre asistencialista e instrumentalista que padece para, prospectivamente, configurar una política social que contenga al Trabajo Social desde sus sentidos emancipatorios y críticos-propositivos, transformador; como agente del desarrollo comunitario a escala local, consciente de las condiciones materiales y subjetivas que permitan contribuir a un cambio orientado a la emancipación cuya práctica concreta esté sustentada, de manera consciente, en una concepción teórico-conceptual que explique la realidad social, como totalidad, sobre la cual desarrolla su acción profesional (Riera-Vázquez y Fabré-Machado, 2022). “Esta relación de la conciencia con la realidad es lo que realmente posibilita una unidad de la teoría con la práctica” (Lukács, 2013, p. 91).

Por ello es esencial hacer un Trabajo Social (con) con-ciencia es decir saber desde dónde se piensa, desde dónde se habla y en qué consiste la capacidad de conocer, proyectar, actuar.

Es además posicionarse en lo que concluye Vivero-Arriagada “… repensar la formación, lo cual significa tensionar el qué hacer y el para qué hacer. Es decir, pensar en qué intereses estamos reproduciendo, cuál es la direccionalidad, el telos de nuestra existencia como disciplina” (Vivero-Arriagada, 2020, p. 208)

A diferencia de otros contextos en los cuales se realiza Trabajo Social rutinario y legitimador de los intereses del capital e, incluso, de aquel que se lleva a cabo por sectores profesionales comprometidos con el cambio social en circunstancias nacionales y globales nada favorables al logro de las metas propuestas desde los ideales de justicia social, dignificación personal y emancipación, en Cuba es voluntad política la consecución de dichos ideales.

En consecuencia, el Trabajo Social se ubica en la perspectiva que indaga los vínculos entre emancipación y conocimiento, de la praxis como categoría central para pensar y transformar la realidad donde, la profesionalizada en el Trabajo Social, se constituye en medio particular para la explicación y el tratamiento de la cuestión y la institucionalidad social en el contexto cubano.

La emancipación desde lo comunitario, en el necesario Trabajo Social para Cuba, expresión concreta que consideran las autoras, del saber desde dónde se piensa, desde dónde se habla y en qué consiste la capacidad de conocer, proyectar, actuar, está remitiendo a un aspecto de la realidad donde los actores se encuentran en relaciones de asimetría social respecto a determinada condición y pueden producir una transformación deviniendo sujetos de ese aspecto en que se produce el proceso de intervención profesional.

De esta manera se redimensiona el ámbito de competencia del Trabajador Social convirtiéndolo en investigador social también, como plantea Aquín, al decir de Bourdieu:

… hay que luchar por romper con la funesta dicotomía entre quienes se consagran al trabajo científico, realizado según métodos científicos y dirigido a otros científicos, y quienes se comprometen y “sacan afuera” su saber. Lo que equivale a romper con la dicotomía entre intérpretes y expertos. (Aquín, 2003, p. 108)

El trabajo social comunitario no es una clasificación más dentro del apartado de tipologías que han acompañado a dicha profesión, es la cualidad esencial que lo define. Lo comunitario, tal como ha sido explicitado a lo largo del artículo, no se limita a identificar el contexto o demarcación geoespacial donde se desarrolla la acción, sino que es una concepción que remite al tipo de relación social que debe gestarse para, por y desde el trabajo social. Como parte de un proceso donde tienen un lugar protagónico tanto los sujetos que materializan el ejercicio de la profesión como aquellos a los que tradicionalmente se les ve como depositarios de las acciones.

Al enfrentar las expresiones cotidianas de la vida social, las oportunidades y satisfactores, las interacciones problemáticas, contradictorias en sujetos individuales y colectivos resultantes de los condicionantes macro-estructurales, es posible aportar visiones y conocimientos de competencia de varias Ciencias Sociales contribuyendo, desde esta producción, al desarrollo de las mismas. Los procesos de intervención profesional sistematizados podrán ser aportes, tanto en el orden teórico como práctico, a la actividad profesional en Trabajo Social y a la construcción de esta disciplina no sólo para Cuba, con lo que se está frente a un compromiso solidario y una responsabilidad pública como profesionales y ciudadanos cubanos.

4. Conclusiones

La reflexión teórica para el ejercicio profesional del Trabajo Social permite superar críticamente la visión localista del mismo, que se enmarca en miradas tradicionales, de lo dado en demarcaciones político-administrativas, para enfocarse a las relaciones sociales y socio-profesionales. El redimensionamiento del conocimiento científico desde un posicionamiento contextual, político-ideológico, teórico-epistemológico y metodológico, posibilita interpretar e intervenir lo social, partiendo de la crítica propositiva como eje principal.

Desde la perspectiva de lo comunitario, cuyas premisas esenciales sustentan las consideraciones planteadas en este texto, se pone en tela de juicio al Trabajo Social burocratizado al enfrentarlo a la necesidad de superar las fórmulas que reproducen el asistencialismo y la subestimación del o los “beneficiarios”; al ubicar a este último como sujeto individual y colectivo en situación de cambiar y develar las potencialidades contenidas en el riesgo y la exclusión, para transformarlas en su contrario, desestructurando el rol de “beneficiario”, en su pasividad, de “sujeto sujetado”, frente a su realidad concreta.

El Trabajo Social cubano necesita vivificar la reflexión crítica que no puede hacerse sólo hacia el interior de la disciplina y su práctica. El aporte de visiones y conocimientos de competencia de varias Ciencias Sociales, contribuye a comprender, problematizar y enfrentar desde el Trabajo Social las expresiones cotidianas de la vida social, las oportunidades y satisfactores, las interacciones y contradicciones en sujetos individuales y colectivos resultantes de los condicionantes macroestructurales y de otra naturaleza.

El trabajador social cubano ha de devenir profesional que pueda: (1) vincular lo microsocial cotidiano, expresión de lo diverso, con lo macrosocial histórico en su praxis profesional, en aras de mejorar la calidad de los servicios a partir de la valoración crítica de la relación demanda-servicios sociales-políticas sociales, decodificar la cuestión social concreta; (2) promover procesos de participación creciente de la población para la evaluación y el control de los servicios, de la realización de la política pública y (3) contribuir desde su participación, la sistematización de su experiencia y conocimientos, en la producción, control y evaluación de las políticas públicas.

Se trata entonces de hacer un Trabajo Social donde se involucren las organizaciones comunitarias e instituciones barriales por medio de una metodología participativa que propicie y estimule relaciones de simetría social, allí donde los “beneficiarios” se encuentran en relaciones de asimetría social respecto a determinada condición; la vivencia, la experiencia del encuentro y la construcción colectiva produce una transformación facilitada por la intervención profesional lo cual constituye un paso adelante respecto a los tratamientos asistencialistas, paternalistas o por la vía de imposición de un estado de cosas, que puede extenderse a otros planos de la vida de los involucrados, incluso del propio profesional.

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Notas:

1 Castells (1997) se refiere a la cuestión social como un elemento fundamental en el cual las sociedades experimentan y dirimen la complejidad de su cohesión y tratan de solucionar el riesgo de su fractura definiéndola, un desafío que pone en cuestión la capacidad de una sociedad o Nación para existir como un conjunto vinculado por relaciones de interdependencia. Netto (2002) por su parte, precisa que no es posible comprehender la cuestión social (y las políticas sociales articuladas con ella) solamente en su aspecto político-ideológico, desvinculada de la base material que la origina.

2El Centro de Estudios Comunitarios (CEC) de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Cuba asume una concepción de autodesarrollo comunitario que rescata lo comunitario como tipo específico de relación social cuyo desarrollo transcurre orientado a la generación de simetría social. (Alonso-Freyre y Díaz-Hurtado, 2022).

3Red de Gestión Universitaria del Conocimiento y la Innovación para el Desarrollo de Cuba.

4En el documento Acepción de algunos términos utilizados en la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista y en las Bases del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, se plantea que institucionalidad es “el término es utilizado como el marco institucional de la actividad económica que abarca el conjunto de organizaciones administrativas del país, así como las leyes, regulaciones económicas y contratos” (CUBADEBATE, 2017, p. 15). Esta definición enfatiza el contenido de la institucionalidad en el plano de lo formal.

5En varias de sus obras tanto Marx (1970, 1973) como Lenin (1986, 1987) apreciaron oportunamente la dialéctica de la mediación como unidad de análisis de las interrelaciones e interconexiones del mundo material, del mundo social y del conocimiento en su desarrollo.

Recibido: 12 de Noviembre de 2022; Aprobado: 21 de Marzo de 2023

Autor de correspondencia: Celia Marta Riera-Vázquez. Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Santa Clara, Cuba. Correo electrónico: celiam@uclv.edu.cu

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