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Cuadernos de Desarrollo Rural

Print version ISSN 0122-1450

Cuad. Desarro. Rural vol.6 no.62 Bogotá Jan./June 2009

 

Expansión agrícola en áreas extrapampeanas de la Argentina. Una mirada desde los actores sociales1

Extra-pampean agricultural expansion in Argentina. A Stakeholders view

L'expansion de l'agriculture dans les zones extra-pampeanes de l'Argentine. Un point de vue des actéurs sociaux

María del Carmen González2, Marcela Román3


1Este artículo surge como resultado de una investigación financiada por el proyecto UBACyT G013
2Máster en Economía Agraria. Investigadora de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA). E-mail: mdcgonza@mail.agro.uba.ar
3Máster en Economía Agraria. Investigadora Universidad de Buenos Aires, Facultad de Agronomía, Cátedra de Economía Agraria. E-mail: mroman@agro.uba.ar

Recibido: 2008-10-15 Aceptado: 2009-04-25 Publicado: 2009-06-30



Resumen

Con el término "agriculturización" y "sojización", se han caracterizado en Argentina, a los procesos técnicos, económicos y sociales, desencadenados por la expansión de la agricultura anual, centrada en la producción de soja. El objetivo de este trabajo es analizar el impacto socioeconómico de esta expansión, comparando los resultados obtenidos en distintos contextos. Uno en el que se verificó la intensificación de la producción capitalista (región pampeana) y otro en el que predominó la expansión agrícola, con un corrimiento de la frontera agropecuaria (regiones extra pampeanas). Nuestras reflexiones se orientan a mostrar una imagen menos homogénea de las consecuencias de la expansión. Más allá de analizar los beneficios del aumento de las exportaciones para el país en su conjunto, es discutible que el proceso haya generado desarrollo local. Si algún beneficio generó, éste no fue para la mayor parte de los actores de territorios extra pampeanos.

Palabras clave: agricultura, expansión de la soja, actores sociales.


Abstract

The terms "agriculturización" and "sojización" refer to some technical, economic and social processes that have originated from the annual expansion of grain production centered in soybean. This work aims to analyze the socioeconomic impact of this expansion in Argentina, comparing the results in different contexts. In one of these contexts, intensification was verified in the frame of capitalistic-style production (Pampean region) and in the other, the expansion was the result of an advance of the agricultural frontier (Non Pampean regions). Our reflections are orientated to show a more detailed image of the consequences of the expansion. The benefits that the increase in exports has generated for the country are undeniable, but the impact on local development is open to discussion. If any local benefit was generated, it was not for most of the people in non pampean territories. agriculture, expansion of soya, social.

Key words: agriculture, soya expansion, social actors.


Résumé

Les termes "agriculturización et sojización", ont été caractérisées, en Argentine, par les procédés techniques, économiques et sociales provoqués par la croissance de l'agriculture annuelle, en mettant l'accent sur la production de soja. L'objectif de ce document est d'analyser l'impact socio-économique de cette expansion, en comparant les résultats obtenus dans des contextes différents. Celui dans lequel il y avait une intensification de la production capitaliste (Pampas), et un autre dans lequel l'expansion agricole a résulté d'un déplacement de la frontière agricole (régiones extra-Pampeanes). Nos pensées sont dirigées à montrer une image moins homogène des conséquences de l'expansion. Au-delà de l'analyse des avantages d'une augmentation des exportations pour l'ensemble du pays, on peut discuter si le processus a engendré le développement local. Si tout bénéfice généré, il n'a pas été pour la plupart des acteurs des territoires extra-Pampeans.

Mots-clés: l'agriculture, l'expansion du soja, acteurs sociaux.


Introducción

Con el término "agriculturización" y más recientemente "sojización", se ha caracterizado, en la Argentina, a una serie de procesos técnicos, económicos y sociales, altamente homogéneos en términos de las propuestas técnicas, pero heterogéneos desde el punto de vista de sus resultados y consecuencias socioeconómicas. Se alude así al aumento de la superficie agropecuaria destinada a la agricultura, que se inicia durante la década de los setenta, pero que se acentúa en años recientes. En efecto, con posterioridad a 1996, cuando las autoridades nacionales liberan para su comercialización a las variedades transgénicas de soja, la superficie sembrada con la oleaginosa se expandió a una tasa anual superior al doble de la del período anterior. El resto de los cultivos mostró un comportamiento más errático e incluso declinante (Figura 1, Tabla 1). Además, a partir de 2001, se liberó el tipo de cambio que estaba fijado en una relación de paridad con el dólar (1 a 1) lo que otorgó un nuevo impulso a los productos exportables, que como la soja, aumentaron su competitividad en el escenario internacional. Por esa razón el término de "sojización" parece más representativo para explicar lo sucedido durante los últimos años.

Si bien la expansión del cultivo de soja se concentró en la región pampeana, la de mayor fertilidad y mejores condiciones agroclimáticas, los mayores cambios se produjeron en las zonas que denominamos "extrapampeanas" (Satorre, 2005, Lombardo y Pescio, 2006, García y Puppi, 2007) y que hasta entonces tenían un menor desarrollo de la producción extensiva de granos. Si se comparan dos provincias representativas de regiones pampeanas (Buenos Aires) y extrapampeanas (Santiago del Estero del noroeste argentino) –mapa 1–, las condiciones previas marcan las primeras diferencias. Mientras que en la región pampeana el cultivo avanzó básicamente reemplazando a otros cultivos anuales y a la ganadería extensiva, en las provincias del norte lo dominante fue el reemplazo de la vegetación natural por la soja (Paruelo, 2005), con el agravante de diezmar extensas superficies de monte nativo de especies valiosas, como el algarrobo y el quebracho.

Para analizar el impacto socioeconómico de esta expansión, se ha propuesto como objetivo de este trabajo, comparar los resultados obtenidos en esos distintos contextos. Uno en el que se verificó la intensificación de la producción capitalista sobre suelos agrícolas o mixtos y otro en el que predominó la expansión agrícola, también de alto nivel tecnológico, pero con un corrimiento de la frontera agropecuaria. Vale la pena retomar lo planteado por de Dios (2006) en el sentido de que esa frontera no avanzó sobre territorios vacíos, sino sobre territorios poblados por familias campesinas con una racionalidad no ligada con esa expansión. Se trata de pequeñas economías campesinas, en muchos casos dirigidas por poseedores de tierra sin títulos, pero con derechos de posesión veinteañal, lo que a menudo derivó en conflictos de diverso tipo, cuando algunas empresas nuevas pretendieron desalojarlos o compraron sus derechos en forma lícita ó mediante engaños. Específicamente nos interesa mostrar el contraste de esta comparación porque las tecnologías suelen presentarse como "neutras" y homogéneas respecto a las bondades que generan, a la eficiencia con la cual se aplican y a los sujetos sociales que las adoptan.

Para cumplir con este objetivo se analiza el resultado económico para partidos seleccionados de la provincia de Buenos Aires y departamentos agrícolas de la provincia de Santiago del Estero, que experimentaron un crecimiento significativo de la superficie sembrada con soja en los últimos años. Las comparaciones se refieren al tipo de planteo técnico y su impacto en la estructura de costos, a las diferencias en el monto de capital involucrado y a los tipos de productores protagonistas (beneficiados o no) por esta expansión. Además se rescata la palabra de técnicos y productores entrevistados que analizan lo sucedido en años recientes. Finalmente se discuten las consecuencias sociales y económicas de los planteos tecnológicos vigentes, en territorios con características también diferentes.

Los cálculos económicos se realizaron para el año 2007, en el que también se realizaron entrevistas a informantes calificados de la provincia de Santiago del Estero. Se trata de profesionales independientes; técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA); de la Dirección General de Agricultura y Ganadería, y de la Dirección General de Tierras, ambas perteneciente al Ministerio de Producción, de Recursos Naturales, Forestación y Tierra de Santiago del Estero; del Programa Social Agropecuario (PSA) dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación. Además se entrevistaron pequeños productores del MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) e integrantes de la Mesa de Agricultura Familiar de la provincia.

La propuesta tecnológica

Además del aumento de los precios internacionales y la devaluación de la moneda local, que operaron como marco de la rentabilidad privada, especialmente a partir de 2001, la expansión sojera estuvo motorizada por la introducción de tecnología y la expansión de lo que algunos autores denominan nuevas formas de organización de la producción (Bisang, 2004). En efecto, el aumento de precios llegó a su pico, para luego declinar, en marzo de 2008, en el que los precios FOB aumentaron más del 120%, tomando a marzo de 2001 como punto de partida. Respecto a la expansión mencionada, mientras que la superficie sembrada mostró un crecimiento espectacular, desde los años ochenta, la evolución de los rendimientos fue más modesta y errática. Los otros cultivos, complementarios o competitivos con la soja, (como trigo o maíz) muestran un comportamiento inverso: leve aumento o disminución de la superficie sembrada pero con una evolución más importante en los rendimientos. Esta observación, nos permite adelantar que el impacto más importante del cambio tecnológico que acompaño la expansión de la oleaginosa, siempre desde el punto de vista económico, estuvo más centrado en el abaratamiento de costos, que en el aumento de los rendimientos, cuyo promedio disminuyó por la entrada en producción de tierras menos aptas para su cultivo. Si bien ciertos desarrollos tecnológicos venían ensayándose desde tiempo atrás, fue la liberación de los primeros materiales de soja transgénica tolerantes al glifosato, entre 1996 y 1997, lo que marcó el hito más importante, en la modificación de los costos. La Figura 1 presentada más arriba, muestra como a partir de esa fecha, la evolución de la superficie sembrada se expande con mayor velocidad. Esto se debe básicamente a que la liberación de los transgénicos potenció la combinación con otros adelantos como la difusión de la siembra directa, cuya incorporación se había iniciado a fines de los ochenta, el aumento del uso de herbicidas y fertilizantes, la ampliación del doble cultivo anual (trigo/soja), el acortamiento de los tiempos de ocupación de cada actividad (Satorre, 2005) y más recientemente el uso de información satelital, la agricultura de precisión y los grupos de variedades de diferente ciclo.

La reducción de los costos operó básicamente por la disminución en el número de labranzas, a través de la siembra directa (la siembra se realiza directamente sobre los restos vegetales del cultivo anterior), y la consecuente disminución del consumo de combustible. El paquete técnico, afectó entonces los requerimientos de diferente tipo de capital. Se generó, por un lado, un aumento en los requerimientos de capital circulante, por la incorporación de insumos clave (semillas, herbicidas, fertilizantes, plaguicidas), que se vio compensado por una disminución en los requerimientos de combustible. Por otra parte, aumentaron los requerimientos de capital fijo (sembradoras de siembra directa), tecnología que resultó parcialmente divisible a través del alquiler de equipos de labranza a empresarios particulares. Por otra parte, operó una disminución en los requerimientos de mano de obra, por la disminución de las necesidades de laboreo del suelo.

El avance del cultivo en Santiago del Estero

La posibilidad de sembrar cultivos anuales en áreas de secano de Santiago del Estero, se ve limitada por las precipitaciones anuales (distribución y cantidad), más que por las condiciones edáficas. De todas formas, los entrevistados coinciden en señalar que no es una provincia con claras aptitudes agrícolas. Corresponde a una zona semiárida con un promedio de 2% de materia orgánica en las mejores regiones, que suele disminuir al 1% con la agricultura convencional en un plazo de dos años. La expansión sojera está restringida a los límites que impone la isohieta de los 800 mm. desde el este hacia el centro de la provincia. (Mapa 2) Para las tres últimas décadas, se habla del "corrimiento" de la mencionada isohieta hacia el centro (Pertiné, 2005), lo que ha motivado también cierto corrimiento de las siembras. En términos de los rendimientos obtenidos, esa expansión hacia el oeste tuvo resultados inestables. Cuando la precipitación media disminuye, los riesgos aumentan y se considera más conveniente un emprendimiento mixto agrícola-ganadero.

En consonancia con esa variabilidad, aunque se mencionan rendimientos que pueden igualar a los de las provincias pampeanas en algunos años y ubicaciones, la evolución de la productividad media provincial es más errática para Santiago del Estero que para Buenos Aires (Figura 2). Por otra parte, en Buenos Aires los rendimientos medios son superiores a los 3.000 kg./ha en todos los partidos, mientras que en Santiago del Estero sólo superan los 2.500 kg./ha en uno de ellos (el departamento Jiménez).

Dado que el paquete técnico es prácticamente el mismo para casi todas las regiones sojeras, con excepción de ciclos de cultivo (grupos de madurez), requerimientos de fertilización, variedades y fecha de siembra (Díaz Zorita, 2004), se espera que los costos medios de producción, resulten más altos en Santiago del Estero, debido a que los mismos se reparten entre menores rendimientos. En efecto, de acuerdo a los técnicos consultados, las diferencias en el uso de insumos entre ambas provincias se encuentran básicamente en la fertilización fosforada, que no se realiza en las áreas sojeras de Santiago del Estero debido a que se considera a los suelos bien provistos de fósforo y potasio. En cambio, incide en forma destacada la distancia a los puertos, a través del flete que afecta a los costos de comercialización. La producción de soja de Santiago del Estero, como la de otros granos, se comercializa por el puerto de Rosario (provincia de Santa Fe), la de Buenos Aires, por el puerto homónimo. Ambas diferencias, rendimientos y distancias, actuarían generando una renta diferencial (por fertilidad y por ubicación) entre los predios ubicados en ambas provincias. Es decir, los costos directos medios de producción, (medido en pesos por quintal) son más altos en Santiago del Estero y menores en Buenos Aires, en ambos casos comparando partidos sojeros. Por lo tanto se espera que las explotaciones ubicadas en Buenos Aires, gocen de una "ganancia extraordinaria" respecto a las de Santiago del Estero.

En el apéndice, se presenta una estimación de esas diferencias, a partir del cálculo del margen bruto4 para ambas zonas, en la campaña 2006/2007. El mismo se realiza para un planteo de siembra directa, semilla transgénica y herbicida de contacto (glifosato) y no se incluyen intereses ni costos indirectos a los efectos de mantener la comparación. La estimación muestra una diferencia en los costos medios de 3,35 US$/qq, para un planteo sobre tierra propia (sin incluir costo de alquiler). Una renta que percibirían los propietarios pampeanos respecto a los del norte, bajo el supuesto de que son empresarios diferentes. ¿Hacia dónde se canalizó esa renta diferencial? Los datos sugieren que parte de esa renta se canalizó precisamente hacia la expansión sojera en áreas extrapampeanas. Pero el análisis no estaría completo sin incluir el costo del arrendamiento. Ocurre que el precio de la tierra, y en consecuencia el valor del alquiler, también presentan importantes diferencias entre ambas regiones, de acuerdo con las rentas que cada localización asegura. Mientras que en Buenos Aires el valor puede variar entre 12 y 19 quintales de soja por ha. para la campaña analizada, en Santiago del Estero, se habla de valores que oscilan entre los 5 y 9 quintales (CAT, 2007). La inclusión del costo del arrendamiento por hectárea dentro de los costos directos del cultivo achica entonces las diferencias entre los márgenes de ganancia de una y otra localización5 . Sin considerar costos de alquiler, la diferencia del costo medio es del 33% (ver apéndice) y cambia al 3,2% al incluirlo. Es decir, si el planteo se realiza sobre tierras arrendadas, ya no resulta tan ventajosa la diferencia en los costos medios de los productores pampeanos, siempre en ausencia de fertilización en suelos santiagueños.

La estrategia de aumento de escala fue una consecuencia de los mayores requerimientos de capital., y ese aumento se dio básicamente a través del alquiler para las provincias pampeanas (Román, González y García, 2006). Esta expansión se trasladó a los costos de producción para las explotaciones que aumentaron su escala a través del arrendamiento. Por lo tanto, si en Buenos Aires la expansión es sobre tierras arrendadas y en Santiago del Estero sobre propiedad, las diferencias en los márgenes prácticamente se anulan, siempre que se trate del mismo planteo técnico. Los valores de la tierra, así como los valores de arrendamiento vienen subiendo desde 1996 en forma casi ininterrumpida, tanto en Buenos Aires como en Santiago del Estero, con las diferencias del caso, debido a la presión de demanda por tierras agrícolas. Con posterioridad a 2001, los entrevistados coinciden en señalar que los nuevos productores del territorio santiagueño provienen de las provincias pampeanas (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe) comprando campos relativamente baratos en Santiago del Estero, como también en otras provincias (Chaco y Formosa) ubicadas más al norte.

    "Una primera oleada vino a Santiago, después como acá hay en muchos lugares problemas de tierra porque hay, nosotros no decimos ocupantes, hablamos de poseedores, muchos siguieron de viaje y fueron a comprar a Formosa, pero acá mucho, mucho...cordobeses sobre todo, muchísimos. Cordobeses, santafesinos, no tanto bonaerenses, pero te diría que casi más cordobeses que santafesinos, aunque bueno...Santiago del Estero es una provincia grande, con fronteras contiguas con todos. Y en el norte tucumanos también, pero tal vez lo más destacado sea lo de los cordobeses".

    "En Los Juríes6 una hectárea de monte hace diez años atrás, y con el uno a uno7 , la conseguías por 200 dólares. Hace seis años atrás por 500, y después en los últimos 6 ó 7 años subió a un ritmo de 100 a 200 dólares al año, hasta estar hoy en 1500 y hasta en 2000 dólares si está limpio. Hoy limpiar, o sea un desmonte, con 500 dólares por hectárea desmontás y limpiás".

Un componente adicional de la inversión para las zonas productoras de Santiago del Estero, que no se observa en un cálculo de corto plazo como el presentado, es el costo del desmonte al menos durante el año inicial. La producción de granos requiere superficie abierta para el laboreo y los cuidados del cultivo, razón por la cual, la expansión de la frontera, significó el desmonte de amplias superficies. Las tierras de las áreas sojeras de la provincia de Santiago del Estero poseen valores inferiores cuando se encuentran sin desmontar, que prácticamente se triplican luego de realizado el mismo. De todas formas los valores de los campos desmontados apenas llegan a los límites inferiores de los valores de las tierras agrícolas de Buenos Aires (CAT, 2008). La necesidad de campos abiertos para la agricultura explica que la superficie con montes y o bosques naturales registrada en los censos agropecuarios (1988-2002) haya disminuido en 180.000 ha en el departamento de Moreno, casi 100.000 ha en el de Belgrano y 60.000 ha en General Taboada, los departamentos que más expandieron la superficie con soja en Santiago del Estero (García y Puppi, ob.cit.). Si bien la Dirección General de Protección de Recursos Naturales de la Provincia, estima que entre 1990 y el 2001 fueron autorizados desmontes por 170.500 ha., otros trabajos (Mariot, 2005) hablan de cifras algo más altas y de un ritmo de deforestación que continúa creciendo.8 Por otra parte, mucha de la superficie nueva dedicada al cultivo de soja, fue desmontada y habilitada por primera vez para la explotación agrícola comercial con este cultivo (de Dios, ob.cit.). Otra, lo había sido con anterioridad para el algodón. De todas formas, las entrevistas ponen de manifiesto que el valor de la tierra supera la inversión de capital necesario para ponerla en condiciones de realizar agricultura.

    "Hoy la hectárea de desmonte ... no he hecho mucho los cálculos yo pero me imagino que 1.100 a 1.200 dólares pero fácil, 700 está solamente el topado y el cordonado, y después hasta que lo ponen en producción el destaponado, el rastreado, el acomodado, el sacar la madera porque ahora no se puede ni quemar tampoco. Y no cualquiera tiene 1.200 dólares, por eso es que ahora valen las tierras 3.000".

    "En esa zona hay muchos campos que no son agrícolas puros, 0 dólares. Una tierra que yo te la compro lista para sembrar, 3.000 dólares seguro." son mixtos o incluso hay campos ganaderos también exclusivos, o sea tampoco llevarse la imagen de que es el sur de Santa Fe, que lo único que hay es agricultura, no hay alambrados, no. Hay agricultura fuerte, pero la ganadería también, la ganadería bovina también es fuerte porque usan el rastrojo9 , se usan pasturas, ahí se ha desmontado mucho más que lo que la ley aconsejaba, pero por eso muchos de los campos grandes en realidad son campos mixtos, lo que pasa es que por ahí te hacen 2.000 ha. de agricultura y tienen 3.000 ha. para ganadería, por eso hay mucha hacienda. Es más, lo notable ha sido que en los últimos datos de vacunación la cantidad de hacienda aumentó, para mí ha sido una sorpresa."

    "Después (la soja) se empieza a trasladar a este lado, este lado, este lado...y empieza a llegar a un límite que estaría dado por la isohieta de los 650 mm. donde ya la soja empieza a tener problemas, porque esos 650 mm. no son regulares, por ahí tenés 3 lluvias, 4 lluvias. Pero bueno, decí que la soja es un cultivo extraordinario, pero por ejemplo el maíz es complicado para hacer, u otros cultivos, pero la soja...".

    "El paquete tecnológico de directa10 les permitió ir tirándose un poquito más para las isohietas de menos precipitación, si antes el límite eran los 800 mm. ahora son los 600, porque la siembra directa permite trabajar mejor el agua en el perfil del suelo, y entonces les dio un poquitito más de flexibilidad como para decir 'bueno, me corro un poquito más que el maíz no aguanta pero la soja sí aguanta'".

    "...acá empiezan a caminar en la Ruta 34, esta que va bordeando todo esto que está acá está desmontado. Es impresionante los desmontes, ves potreros de 10.000 has. sin un solo árbol. Parece la pampa húmeda. Soja, trigo, soja, trigo, todo lo que ves es soja y trigo. Yo esto lo camino mucho...".

En la actualidad, no sólo se expandió la superficie en propiedad con soja, sino también la que se realiza bajo alquiler. Un alquiler que se conoce como "accidental", porque se establece por plazos cortos. Una mejor manera para especular con las variaciones en el valor del alquiler y el precio del grano. De la superficie sembrada con soja, se calculaba que un 70-75% se realizaba sobre campos alquilados, en los cuales muchas veces no se realiza una rotación con otros cultivos o con ganadería, como sería adecuado para conservar las propiedades del suelo.

    "Los contratos aquí no son realizados a varios años, son por una cosecha, entonces si usted analiza los mercados evidentemente se va a dedicar a producir soja y no cualquier otra cosa, porque la soja hoy es lo más rentable. Entonces hay un poco de complicidad entre el dueño del campo y el que alquila: al que alquila le interesa producir soja y al dueño del campo le interesa el máximo retorno".

    "(los productores nuevos que llegaron a Santiago) todo lo que compraban lo compraban en su pueblo, todo, absolutamente todo excepto el insecticida, que era lo único que no se podía planificar o programar. Esto porque bueno, venía un gusano y tenían que salir a comprar, entonces compraba en la casa de agroquímicos más cercana. Pero después herbicida, semilla, el tractor y todo...venía de allá... Manejaban mil hectáreas con dos tipos. Inclusive él era uno de esos tipos que se subía al tractor. O sea que con un tipo más él, manejaban todo, tenían la producción, se vendía afuera y aquí queda lo que queda, el arrendamiento, y unos pocos litros de insecticida. Era una economía de enclave, venían pero aquí no quedaba nada.

Los sujetos sociales involucrados (...así no queramos nosotros ser...Vamos a terminar siendo)

El impacto de la "sojización sobre la continuidad de las explotaciones puede analizarse a través de la comparación de los registros censales (1988 -2002). Para el conjunto de las provincias pampeanas la comparación intercensal muestra una disminución del peso porcentual de las explotaciones de menor tamaño y un aumento del peso de las más grandes. En la provincia de Buenos Aires, se produjo una caída del 32% en la cantidad de explotaciones y un aumento del tamaño medio de las que permanecieron (Román, González y García, 2006). Si nos referimos a los partidos o departamentos más significativos para explicar la expansión sojera de cada provincia, en Buenos Aires cae la cantidad de explotaciones. Esa disminución oscila entre el 30% a más del 45% y se debe a explotaciones con límites definidos en su totalidad (Tabla 2). Las explotaciones sin límites definidos no alcanzaban el 1% del total de EAP de Buenos Aires y además no se encontraban en los partidos sojeros seleccionados.

Esa caída es generada por la desaparición de las explotaciones de menor tamaño en todos los partidos analizados. Las explotaciones superiores a las 200 ha. aumentaron su participación en el conjunto de las EAP, pero las de menor tamaño perdieron importancia relativa (Román y González, 2006).

En consonancia con los cambios ocurridos, las proporciones de la superficie bajo diversas formas de tenencia también cambiaron. Para el conjunto de la provincia de Buenos Aires, las formas basadas exclusivamente en la propiedad pasaron desde el 62% de la superficie (1988) al 49,3% (2002) y la combinación de tierra propia más arrendada aumentó desde el 17% (1988) al 26,2% (2002). Pero esa variación fue diferente según el estrato de tamaño, tal como se observa en la Figura 3. En los estratos más chicos la proporción de cada forma prácticamente no varió. En cambio en los más grandes el cambio resultó relevante.

En las explotaciones más grandes las formas basadas en la propiedad y propiedad más arrendamiento explican en 2002 similar porcentaje (casi un tercio cada una). En las explotaciones menores, predomina en cambio la propiedad (o sucesión indivisa). El resultado observable es entonces una expansión de la escala, pero basado fuertemente en formas contractuales y no en la propiedad. Esto claro está, referido a tendencias generales para la provincia en su conjunto, lo que no excluye la existencia de otro tipo de procesos simultáneos. La aparición de los "pequeños rentistas" (Román y González, 2006) fue la contracara que explica parte de la desaparición de unidades productivas.

Una importante diferencia respecto a la situación inicial en Santiago del Estero, es la presencia relevante de unidades productivas sin delimitación de superficie. Estas representan casi la mitad de las explotaciones de la provincia (48% en 2002 y 45% en 1988) aunque sólo explican el 1% de la superficie con soja (García y Puppi, ob. cit.). Los partidos sojeros, no eran de todas formas los más relevantes en cuanto a la proporción de EAP sin límites definidos, porque las explotaciones sin límites definidos corresponden en su amplia mayoría a pequeños productores minifundistas alejados de esta producción (Paz, 2001).

Para el total provincial, la cantidad de explotaciones prácticamente no varió entre censos, pero en los departamentos sojeros esta tendencia no fue tan clara. Aumentó en algunos y disminuyó en otros. De todas formas, si bien en el conjunto provincial las EAP sin límites definidos aumentaron levemente, en los departamentos sojeros siempre disminuyen su peso, con la excepción de Alberdi y Pellegrini (Tabla 3).

En cuanto a las variaciones por estrato de tamaño, éstas son difíciles de analizar pues no es posible cuantificar el tamaño de las explotaciones sin delimitar, que resultan ser las que sufrieron mayores modificaciones. Para las EAP delimitadas, en el conjunto de la provincia sólo disminuyen su peso aquéllas con superficies menores a las 25 ha.

No obstante, si se incluyera la participación de las explotaciones sin delimitar, que caen en todos los departamentos sojeros, se observaría probablemente un escenario de concentración en todos los distritos analizados.

Esta evolución de Santiago del Estero, se da en el contexto de una ampliación de la superficie en explotación agropecuaria total de la provincia que pasa de 4.836.613,8 ha (1988) a 5.393.633,3 ha (2002). Estos datos contribuyen a describir el escenario de disputa por la ocupación de la tierra en Santiago del Estero en la que buena parte de sus productores son "poseedores" sin la propiedad acreditada legalmente, mayoritariamente ubicados sobre las unidades productivas no delimitadas.

    "Algunas compañías tenían gran cantidad de tierras y ni sabían que tenían más de 100.000 hectáreas, empiezan a darse cuenta cuando la tierra se valoriza y empiezan a caer acá en la década del 80, y así se genera el primer conflicto en Los Juríes11 , por el tema de la tierra, con una compañía que se llamaba "Los Mimbres", tenía varios nombres, nosotros los conocimos porque teníamos la consultora acá y nos vinieron a ver a nosotros, eran gente de una financiera que se llamaba "Financiera San Martín". Vinieron acá y empezó un conflicto de tierra en la zona de Los Juríes, que es el primer conflicto donde había gente que... vos sabés que son propiedades que no tenían límite definido, gente que hacía muchos años que estaba, que tenía sus animales, por ahí tenía un cerco de 15 a 20 ha., hacía algodón o hacía alguna otra cosa, después tenía los animales y ocupaban como 200 ó 300 ha. pero no tenían límites definidos. Había muchas familias y éstos que vinieron con la idea de desalojarlos, de sacarlos. Bueno, ahí se genera el primer conflicto y ahí nace un movimiento agrario que después termina siendo el MOCASE. Había una cooperativa ahí, una asociación de productores..."

    "Eran antiguos obrajes que cuando no rindió más el tema de la madera se fueron los empresarios y quedó la gente ... algunos migraron, otros quedaron, armaron su familia y ahí están ..."

Si en Los Juríes el problema de la tierra se dio sobre campos con títulos aunque sus dueños fueran ausentes, en el norte de la provincia el problema se observó sobre campos fiscales que fueron tomados «ilegalmente», aunque muchos técnicos opinan que esos procesos están casi legalizados a través del tiempo.

    "Y, en su momento, estoy hablando del año 93/94, es decir cuando apareció la agriculturización, o sea que esta gente fue la que armó la zona, porque ni caminos había ahí. Si, eran con montes y ahora ya quedaron pampas. Hubo inversión. Y como hace muchos años que están es complicado sacarlos, no es tan fácil. Me refiero a que es complicado recuperar las tierras a nombre del gobierno, porque ya hace tantos años que están...Ya son procesos legales".

Cuando las nuevas empresas sobre territorio santiagueño desembarcan sobre tierras en las que existían antiguos poseedores, el conflicto no se expresó sólo en la porción que cada pequeño productor ocupaba, sino en las tierras de "mancomún". La utilización de la tierra por sus antiguos poseedores consistía en la obtención de madera y cría de animales bajo una forma de tenencia que se conoce como "mancomún" –mancomunada o en condominio– con el concepto de que la naturaleza no puede tener propiedad privada. Los animales suelen pastar todos juntos en las tierras de mancomún, el monte, sin diferenciar porciones diferentes para cada familia. Cuando las empresas adquieren grandes superficies, a los poseedores se les reconoce sólo la superficie familiar delimitada, que ronda las 50 ha por famila, pero las tierras de mancomún se achican, con lo que se destruye la racionalidad agronómica de su sistema de pastoreo y se cuestiona la posibilidad de subsistencia.

    "Porque había el concepto de mancomún, es decir la tierra era para todos, no había problema, si el tipo así tenía su casa, su cerco, su lugarcito ahí, sus hectáreas, tenía por ahí agua o...una hectárea donde hacía maíz, pero después los animales pastaban en el monte que era de todos. Ese concepto se siguió manteniendo pero a la gente qué le dieron, le dieron 50 ha. a cada uno, hoy estamos con un rollo muy complicado porque se está cerrando toda la vuelta y la gente se queda con las 50 ha. y un tipo con 50 ha. no puede tener...si le pusiéramos toda la técnica disponible podría tener 30 vientres en 50 ha., no más que eso".

Las modalidades de desalojo fueron diversas, desde la utilización de la fuerza –mediante topadoras– hasta propuestas que involucraban a los antiguos poseedores como provedores de mano de obra con la oferta de dejar mejoras en la edificación. En otras ocasiones las ventas se realizaron sin conocimiento de los poseedores, en Buenos Aires, pagando los impuestos, y terminando por legalizar la tenencia.

    "Hoy en día es un momento de mucho conflicto, mucho conflicto de tierras, se ha desarrollado mucho la organización campesina, hay mucha resistencia a esto, y digamos que los que vienen de afuera o tienen que arreglar, o algunos generan violencia y cuando hay violencia se generan situaciones muy complicadas, hay disputas".

    "Alguien les tiene que dar información, tienen que trabajar un catastro, no sé cómo vienen trabajando, porque en definitiva después cuando ya lo ves están con más poder, con los derechos que las familias –que vivieron por años ahí– sin importar eso, eso es lo que más duele porque uno- por más que no tenga la documentación de los papeles del terreno, tiene toda la historia, la familia, el pasado y los quehaceres y lamentablemente no se puede defender mucho porque no tiene los medios como ellos los tienen".

    "Con engaños, siempre vienen con engaños. Eso es lo primero que se imponen ellos, que no ..., que a dónde vas a ir a trabajar ..., que si yo vengo aquí y me instalo vas a tener trabajo ..., y así te tienen".

    "Se hacen sus alambrados, usted no puede tener su animal, porque entra a la finca de ellos y ya lo matan. O sea, de alguna manera nos están absorbiendo, así no querramos nosotros ser...Vamos a terminar siendo, no pequeños productores, vamos a terminar siendo empleados de ellos, y por un tiempo corto, después a dónde iremos no sabemos hasta ahora, anda a saber dónde estamos. Yo creo que eso está pasando a nivel provincial, lo están manejando, estratégicamente nos están encerrando. Eso se está viendo..."

    "Lo único que nos queda es salvarnos lo poquito que nos está quedando, defenderlo, no nos alcanza pero lamentablemente hay que subsistir ahí".

Reflexiones finales

Nuestras reflexiones se orientan a mostrar una imagen menos homogénea de las consecuencias de la expansión agrícola de la que se desprenden propuestas a futuro diferentes.

La dinámica en zonas pampeanas implicó un proceso de aumento de la renta, –aumento del valor de la tierra– aumento de costos, que, junto a los cambios económicos post-devaluación, empujaron a muchos empresarios a expandirse hacia zonas de tierras más baratas. Santiago del Estero recibió básicamente la expansión agrícola desde provincias vecinas (Córdoba, Santa Fe) pero también desde otras no pampeanas: Chaco y Tucumán (de Dios, ob.cit.). Se encontraron allí con tierras de menor regulación que en zonas pampeanas, pequeños productores con situaciones poco establecidas respecto a la propiedad que dieron origen a conflictos de tierra, aún no resueltos. Sin embargo, la ocupación con ventas o desalojos, fraudulentos o no, en muchos casos compensó para el empresario rendimientos más inestables, el costo del desmonte y los mayores costos de transporte. Una consecuencia, fue la disminución de unidades "no delimitadas", características de las pequeñas explotaciones. Ambos procesos auguran las consecuencias conocidas respecto al empleo, ya que son las unidades en manos de pequeños productores las que generan mayor ocupación rural permanente (Obstchatko y otros, 2006). Más allá de analizar los beneficios del aumento de las exportaciones para el país en su conjunto, es discutible que el proceso haya generado desarrollo local. Si algún beneficio generó, este no fue para los actores locales del territorio santiagueño.


Pie de página

4Si bien el margen bruto no es un cálculo de la renta de la tierra, en la medida que refleja los costos directos de la actividad (tanto fijos como variables, según la producción) da una idea bastante aproximada de las diferencias de renta entre las producciones ambas provincias.
5Este análisis es válido también si se calcula el costo medio de producción con tierra propia, ya que en éste se considera el costo de oportunidad de la inversión en tierra, que es sensiblemente inferior en Santiago del Estero que en Buenos Aires.
6Localidad de Santiago del Estero.
7Se refiere al tipo de cambio con el dólar.
8Los Departamentos con mayor superficie desmontada entre el 2000 y el 2003 fueron Moreno (140.987 ha.); Alberdi (116.912 ha.), Taboada (75.706 ha); Jiménez (64.729 ha.); Ibarra (56.937 ha.) y Belgrano (46.316 ha.) Mariot, ob.cit.
9Se refiere a los restos vegetales que quedan luego de la cosecha.
10La siembra directa, o labranza cero, consiste en mantener el rastrojo del cultivo anterior en la superficie y no realizar laboreos, las malezas se combaten con herbicidas, el suelo permanece cubierto y la siembra se realiza con sembradoras que cortan esos residuos, mediante una incisión en la tierra de aproximadamente 5 cm. de profundidad. Este método de labranza evita la erosión del suelo pero puede aumentar la resistencia o dureza del mismo en superficie.
11Localidad de Santiago del Estero.


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