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Cuadernos de Desarrollo Rural

Print version ISSN 0122-1450

Cuad. Desarro. Rural vol.8 no.66 Bogotá Jan./June 2011

 

Proceso de acumulación de capital en campesinos El caso de los horticultores bolivianos de Buenos Aires (Argentina)*

Capital accumulation process in peasants The case of the Bolivian horticulturists from Buenos Aires (Argentina)

Processus de capitalisation des paysans Le cas des maraîchers boliviens de Buenos Aires (Argentine)

Matías García**

*Este artículo forma parte del proyecto de investigación "Principales transformaciones socioeconómicas de la estructura agraria hortícola platense en los últimos 20 años. Consolidación y protagonismo del productor boliviano". Financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Facultad de Agronomía (UBA) y Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (UNLP).
**Magíster en Estudios Sociales Agrarios y doctorando en Agronomía. Docente y becario del Conicet. Departamento de Desarrollo Rural, Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (Universidad Nacional de La Plata - Argentina). Correo electrónico: garciamatias@agro.unlp.edu.ar
Cómo citar este artículo: García, M. (2011). Proceso de acumulación de capital en campesinos. El caso de los horticultores bolivianos de Buenos Aires (Argentina). Cuadernos de desarrollo rural, 8(66), 47-70.

Recibido: 2010-05-19, Aceptado: 2010-06-11, Evaluado: 2010-11-15, Publicado: 2011-06-30.


Resumen

El proceso de capitalización de campesinos se asocia, en el mejor de los casos, con el surgimiento de una pequeña burguesía rural, adoptándose como patrón de referencia al capitalismo urbano-industrial, entendiéndose, por lo tanto, innecesario el estudio de los mecanismos de su funcionamiento específico de las actividades agropecuarias. La realidad demuestra que la capitalización de campesinos es un proceso más complejo de lo que se piensa. El propósito de este artículo es describir y caracterizar la forma en que un grupo de campesinos bolivianos en proceso de descomposición, tras migrar a Argentina, encuentran un área que le brinda oportunidades -área hortícola bonaerense-, logrando una movilidad económica y diferenciación como productores capitalistas, a partir de una estrategia de acumulación que conserva elementos campesinos. Concretamente, se busca identificar las estrategias domésticas y productivas que le permitieron y permiten este ascenso socioeconómico, capitalización y diferenciación en un período de tiempo relativamente acotado.

Palabras clave autor: horticultura, acumulación de capital, campesinos, estrategias productivas.

Palabras clave descriptor: territorios productivos, cinturón hortícola, movilidad social, unidad económica campesina, capitalización de campesinos.


Abstract

The process of capitalization of peasants is -at best- to be associated with the emergence of a small rural bourgeoisie. Urban-industrial capitalism is adopted as the standard reference. Thus, the study of the mechanisms for the specific functioning of agricultural activities becomes unnecessary. Reality shows that capitalization of peasants is a more complex process than it is normally thought. The purpose of this article is to describe and characterize how a group of Bolivian peasants during a process of disintegration discovers a new area of opportunities after migrating to Argentina -Buenos Aires Horticultural Area- and how they acquire economic mobility and differentiation as capitalist producers, on the basis of accumulation strategies preserving farm elements. Specifically, we want to identify domestic and productive strategies that have allowed socio-economic promotion, capitalization and differentiation in a relatively short time period.

Key words author: horticulture, capital accumulation, peasant, productive strategies.

Key words descriptor: Productive territories, horticultural belt, social mobility, peasant economic unit, peasant capitalization.


Résumé

Dans le meilleur des cas, on relie le processus de capitalisation des paysans au surgissement d'une petite bourgeoisie rurale, en adoptant comme modèle de référence le capitalisme urbain et industriel, comme si l'étude des mécanismes du fonctionnement spécifique des activités agropastorales, n'était pas nécessaire. Pourtant, la réalité démontre que la capitalisation des paysans est un processus plus complexe que l'on ne le pense. Cet article propose de décrire et caractériser la façon dont un groupe de paysans boliviens en processus de décomposition sociale, une fois migrés en Argentine, retrouvent un espace riche en opportunités -l'aire maraîchère de Buenos AiresD, accèdent à la mobilité économique et se différencient comme producteurs capitalistes, grâce à une stratégie d'accumulation qui conserve cependant des traits paysans. Concrètement, l'article cherche à identifier les stratégies domestiques et productives qui leur ont permis, et permettent, l'ascension socio-économique, la capitalisation et la différenciation dans un laps de temps relativement limité.

Mots-clé: Maraîchage, accumulation de capital, paysans, stratégies productives.

Mots-clé descripteur: Territoires productifs, ceinture maraîchère, mobilité sociale, unité économique paysanne, capitalisation des paysans.


Introducción

Numerosos e importantes investigadores han tenido como objeto de estudio al desarrollo del capitalismo en el agro. El mismo tendría un resultado ineludible: polarización social con la aparición de una burguesía rural en algunos (pocos) casos, y un proletariado en su gran mayoría. Este último proceso ha sido frecuentemente analizado, detallándose los mecanismos que tiene como consecuencia la descapitalización y, finalmente, la proletarización. Contrariamente, el proceso de capitalización de campesinos se asocia, en el mejor de los casos, al surgimiento de una pequeña burguesía rural, adoptándose como patrón de referencia al capitalismo urbano-industrial, entendiéndose, por tanto, innecesario el estudio de los mecanismos de su funcionamiento específico en las actividades agropecuarias. Y la realidad demuestra que la capitalización de campesinos es un proceso más complejo de lo que se piensa (Pachano, 1980).

El propósito de este artículo es describir y caracterizar la forma en que un grupo de campesinos bolivianos en proceso de descomposición, tras migrar a Argentina, encuentran un área que le brinda oportunidades -Área Hortícola Bonaerense-, logrando una movilidad social y diferenciación como productores capitalistas, a partir de una estrategia de acumulación que conserva elementos campesinos. Concretamente, se busca identificar las estrategias domésticas y productivas que le permitieron escalar social y económicamente y diferenciarse en un período de tiempo relativamente acotado. Para ello se describe someramente el proceso global bajo estudio: pauperización, descomposición, migración y ascenso social. Y, finalmente, se identifican las estrategias domésticas y técnicas productivas que caracterizan a esta última etapa (ascenso social) del proceso global, que le permitieron y permiten a este sujeto social una capitalización y diferenciación1 en el sector hortícola argentino en general, y platense en particular.

1. Pauperización, descomposición, migración y ascenso social

La influencia y la relevancia que posee el horticultor boliviano en la actual estructura hortícola de Argentina es incuestionable, ya sea tanto cuali como cuantitativamente. La significancia alcanzada es una característica que adquieren, con diferentes grados de avance, en la mayoría de las regiones hortícolas del país. En este apartado se busca describir y explicar, bajo la denominación de "Proceso Global", el fenómeno de movilidad geográfica, social y económico logrado por los ahora actores sociales. El mismo tiene como punto de partida un sujeto que, con el sistema de producción típicamente campesino, sufre un proceso de descomposición que lo obliga a semiproletarizarse, buscando trabajo ya sea en otras regiones de Bolivia como fuera de ella. De esta manera, la migración hacia la Argentina tiene diversos destinos hasta concentrarse en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Es en este lugar, en un contexto económico determinado y con un territorio constituido por una comunidad de transmigrantes que generan externalidades positivas, que se lleva a cabo el proceso de capitalización y ascenso social, en interacción con una serie de estrategias domésticas y productivas que se tratarán más adelante.

1.1 Pauperización y descomposición

Estos horticultores del país limítrofe provienen, en general, de familias campesinas bajo condiciones de descomposición (hacia abajo) en el contexto de procesos de modernización capitalista (Benencia, 1999). El mismo habría ocurrido en forma tardía, en concordancia con el lento avance del capitalismo en Bolivia. Murmis (1991) denomina descomposición2 a la resultante de un proceso en el cual los elementos capitalistas adquieren preeminencia por sobre los elementos campesinos, generando semiproletarios campesinos o bien capitalistas campesinos.

El proceso de pauperización y descomposición se evidencia con unidades productivas que no logran siquiera la reproducción simple, encontrándose en proceso de descapitalización. Esto genera que los campesinos deban recurrir al empleo temporal fuera del establecimiento para completar sus ingresos. La pluriactividad resultante involucra un descuido y/o menor producción, lo que obliga a una mayor dedicación externa, pudiendo esto implicar tanto simples trabajos extraprediales permanentes, como migraciones internas y externas. En nuestro caso, el sujeto bajo estudio migra hacia Argentina como semiproletario.

1.2 Migración

La migración desde Bolivia hacia Argentina es algo tardía (década de1930), impulsada por el auge de las economías regionales y la alta demanda de cosecheros. Se destacaban el trabajo en el norte del país (caña de azúcar y tabaco), junto a la vendimia y la recolección de ajo en la región cuyana.

Comenzado ya la segunda parte del siglo pasado, la migración boliviana se intensifica y comienza a dirigirse hacia el AMBA. El cambio del destino se debió al proceso de mecanización ahorradora de mano de obra que mostraba el sector agropecuario en general, como así también por las mejores condiciones laborales (en relación con Bolivia y a los mercados de trabajo de las provincias del interior del país) que caracterizó a la etapa de industrialización sustitutiva de importaciones en Argentina.

Finalmente, en la década de 1990, con un tipo de cambio fuertemente sobrevaluado, se observa una pujante corriente inmigratoria boliviana que encuentra un espacio de inserción en el mercado de trabajo hortícola en el periurbano de las grandes ciudades. La misma muestra gran influencia en la conformación de redes, como en la consolidación de las preexistentes.

La migración del último tercio del siglo pasado hasta la actualidad debe enmarcarse también en los procesos de globalización y sus efectos en el agro (Cavalcanti & Neiman, 2005). Paralelamente, las políticas neoliberales generan mayor costo de reproducción por el distanciamiento del Estado, tasas de desempleo mayores, informalidad y desregulación del trabajo y descenso de salarios reales (Deere, 2006). Esta interacción permite una mejor interpretación de los procesos de migración interna y externa (internacional). La combinación no solo incita y/o obliga a esta migración de la mano de obra, sino que impone el nacimiento de una "agricultura flexible" que promueve a su vez, formas de organización del trabajo "salvajes (Lara Flores, 1998) que se observarán en la horticultura bonaerense.

La migración desde Bolivia incluyó a la totalidad de sus departamentos3, aunque con peso desigual. Los lugares de donde provienen mayoritariamente los horticultores son los valles andinos (Tarija, Oruro) y el sur del altiplano (Potosí). Hasta no hace mucho, en estos últimos departamentos se practicaba una agricultura de características campesinas: autoproducción de alimentos y comercialización de excedentes para obtener productos que ellos no producían (lo que representaba un típico sistema de Producción Mercantil Simple)4. Así, por su pasado campesino y por ser los departamentos más expuestos a la frontera con Argentina, la mayoría de los horticultores migrantes son tarijeños (o chapacos), potosinos y, en menor medida, orureños (Figura 1).

La inserción en un nicho agropecuario como es la horticultura fue posibilitada y potenciada ya que estos semiproletarios se ajustaban armonizadamente a la función macroeconómica de producción hortícola5. La misma estaba compuesta por una alta demanda del factor mano de obra y baja exigencia en tierra y capital. Si bien hubo cambios en el sector, la horticultura aun sigue siendo la que mejor se adapta a este tipo de sujeto.

La migración es un proceso espacial que provoca mucho más que una redistribución poblacional, genera transformaciones en el territorio de origen y destino, en su estructura y funcionalidad. Los bolivianos asentados en áreas de producción hortícola del periurbano bonaerense se inscriben en un fenómeno de migración con características de transnacionalidad (Schiller, et. al, 1994, en Benencia, 2006). Este concepto concibe la conformación de territorios productivos constituidos por comunidades de transmigrantes, cuyos integrantes desarrollan un comportamiento propio -diferente del de los pobladores de los países de origen y del de los de destino- que les permite enfrentar de una manera singular las consecuencias de las crisis económico-políticas que se producen en ambos territorios nacionales. Entre los elementos que conforman dicho comportamiento transnacional, Benencia (2006) destaca: el uso de redes familiares para el desplazamiento territorial; los lazos de relación continua con las comunidades de origen; la combinación entre una fuerte endogamia, que cohesiona, y la tenencia de una familia numerosa, con mayoría de hijos argentinos; las estrategias económicas que les posibilitan el acceso a la tierra (el ahorro, la autoexplotación y el préstamo de dinero) y a la comercialización propia de la producción hortícola.

Este enclave étnico resultará uno de los pilares del ascenso social de estos sujetos.

1.3 Ascenso social, contexto y permeabilidad

El concepto de movilidad social hace referencia al paso de los individuos de un estrato social a otro, o de un grupo a otro. Y en el contexto de una sociedad diferenciada en clases sociales, cuyas capas se encuentran jerarquizadas, se puede hablar de movilidad vertical en sentido ascendente o descendente (Di Tella, 1989). La estratificación que se adopta es aquella valoración social de individuos o familias basada en criterios económicos, básicamente, cuantía de fuentes monetarios que a su vez dependen en parte de la fuente de los mismos (Benencia, 1999). Así, el primer estrato sería el de asalariado, compuesto por migrantes recién llegados a la región, cuyo único factor de producción disponible es su mano de obra. El segundo estrato sería el de trabajador-mediero, caracterizado por un migrante y su familia que, a cambio de aportar toda su mano de obra, "acuerdan" con el patrón recibir un porcentaje de la producción. El tercer estrato es el de productor arrendatario, en donde el migrante no solo adquirió conocimientos para gestionar una quinta, sino de capital para alquilar una tierra y ponerse a producir. De esta manera, se engloba como trabajadores tanto a peones como a medieros, obteniendo el primero sus ingresos de un salario y el segundo de un porcentaje de las ventas. Mientras que el productor ("patrón") obtiene un beneficio por las ventas de sus productos hortícolas (Figura 2).

Para dicho ascenso, el grado de permeabilidad, definido como la disposición para la movilidad social en un lugar y momento dado, es una variable de significativa importancia que facilita o entorpece el proceso. A diferencia del clásico estudio de Lynn Smith (1940), en el caso de los horticultores en el área hortícola bonaerense la permeabilidad es media o baja, impidiendo al boliviano llegar al último peldaño (propietario de la tierra). Sin embargo, esta permeabilidad ha sufrido modificaciones en el tiempo. En ese sentido, en un reciente trabajo (García & Kebat, 2008) se realizaron análisis comparativos de censos hortícolas, lográndose inferir que el abandono de la actividad de un significativo número de explotaciones hortícolas, principalmente tras la devaluación de 2002, provocó la pérdida directa de la fuente laboral (especialmente afectando a los medieros bolivianos) a la vez que ocasionó un abaratamiento del costo de arrendamiento. Estas formarían parte de las condiciones objetivas de permeabilidad para la movilidad social que habría interaccionado positivamente con el proceso de acumulación ejercida por estos migrantes, tanto en su rol de peón, de mediero, de productor como de productor-comerciante.

Tras este proceso de pauperización de campesinos en Bolivia, descomposición (hacia abajo) a semiproletarios, migración hacia Argentina en donde se genera o consolida un enclave étnico, resta identificar una serie de estrategias productivas y domésticas que, en interacción con el contexto económico y político, determina la posibilidad de acumulación, diferenciación y ascenso social (descomposición hacia arriba).

2. Estrategias combinadas de acumulación de capital

Se coincide con Pachano en que "... para entender un fenómeno como este no se trata de conocer cuanto acumula un productor, sino más bien de comprender la forma como realiza el proceso.". Es decir, el fenómeno de ascenso social logrado por un grupo de horticultores bolivianos es evidente, pero restan desentrañar cuestiones que describan críticamente y con mayor grado de detalle esta etapa del proceso.

El ascenso social practicado por el horticultor boliviano comienza desde el peldaño "peón", pasando luego por la mediería, llegando a ser productor y, en algunos casos, mostrando avances en el estrato de comerciante. A medida que se avanza en la escalera boliviana, las estrategias se modifican, observándose un incremento de la flexibilidad, el aprendizaje de los secretos de la actividad y el riesgo, coherentemente con el mayor nivel de acumulación6.

2.1 Etapa de peón

Empíricamente se observa que los migrantes limítrofes (y principalmente los bolivianos) han tenido una inserción marginal en el mercado de trabajo, funcional a la demanda de empleos de condiciones y remuneraciones precarias7. Esto ha sido posible debido al aprovechamiento que los patrones realizan de un trabajador con baja calificación, en condiciones de residencia irregular y con una dependencia total de su mano de obra como único ingreso para su supervivencia, lo que genera trabajadores fácilmente explotables (Benencia, 2006). A pesar de esta situación y con el transcurso del tiempo, muchos de ellos han podido evolucionar hacia el mercado de trabajo mixto e inclusive, ascender hasta constituir una pequeña empresa familiar.

Apenas arriban a la región, comienzan a trabajar como peón en las quintas, generalmente recomendados por medieros que los conocen (por ser familiares, conocidos o provenientes de la misma provincia8 o región de Bolivia) o bien por productores paisanos que los van a buscar a Bolivia. El objetivo doble en esta primera etapa es, además de ganarse el sustento, aprender acerca de la actividad productiva hortícola. Ya que si bien la mayoría de estos migrantes eran campesinos que trabajaron durante toda su vida la tierra, la realidad indica que la horticultura comercial la aprendieron aquí, en forma análoga a los migrantes europeos de la primera mitad del siglo XX9.

En esta etapa, la principal estrategia se centraba en la contracción del consumo y la autoexplotación de la mano de obra. Cuando lograban acumular cierto capital, traían a su familia que había quedado en Bolivia. Así, con una mayor oferta de mano de obra y sumado a los conocimientos que habían adquirido en la actividad, propiciaban su contratación y ascenso como mediero.

2.2 Etapa de mediero

Si bien la mediería era una modalidad ya conocida en el área, la expansión y los cambios que tuvo con la llegada de los migrantes del Altiplano fue más que significativa. Más aún, se podría afirmar que la figura del mediero es representada por el boliviano, trabajador que ha monopolizado este tipo o modalidad de mano de obra en las áreas de producción hortícola de, prácticamente, todo el país.

La hegemonía de este migrante en la figura del trabajador hortícola en general, mediero en particular, se centra en la disposición de trabajar en condiciones no aceptables para los trabajadores locales, tanto por las exigencias, el riesgo y la remuneración recibida.

La mediería constituye en la horticultura una modalidad que se desplaza entre una relación de trabajo dependiente no salarial (ya que su remuneración es un porcentaje de la producción obtenida) y una sociedad desigual entre el capital y el trabajo (Benencia & Quaranta, 2003). Esta modalidad le trae aparejado beneficios al productor, ya que genera un mayor involucramiento de los trabajadores, menor necesidad de supervisión y transforma un costo fijo en uno variable, trasladando los riesgos (y los costos) hacia abajo. A pesar de ello, esta modalidad le posibilita al mediero una mayor acumulación, si bien esto se logra a través de la explotación y autoexplotación no remunerada de toda su familia y la asunción de los riesgos (productivos y de mercado). Es decir, el mediero logra una maximización de los ingresos, aunque si se mide por el aporte que realiza cada familiar, el beneficio es mucho menor. Aquí surge con nitidez una estrategia que combina un rasgo campesino con un objetivo capitalista. Por un lado, para este sujeto la valorización del trabajo es algo subjetivo y que no considera como un componente independiente, haciendo difícil asignar un salario o equivalente a cada integrante de la mano de obra familiar. Este rasgo se direcciona hacia el cumplimiento de un objetivo capitalista como es la maximización del ingreso a un nivel que supera la reproducción simple y le permite acumular, aun a costa de un alto grado de autoexplotación de la mano de obra10.

Principalmente durante la década de 1990, muchos bolivianos recién llegados a Argentina comenzaban a trabajar como medieros, salteándose el escalón de peón o tantero, y el consecuente aprendizaje. Por ello, si bien la principal forma de instruirse que tienen es la constante "prueba y error", es común la enseñanza desinteresada entre paisanos. Como afirmó un productor arrendatario, ". si bien los paisanos no te van a decir directamente qué y cómo hacerlo, sí se puede discutir como se trabajó, los resultados que se obtuvieron y allí sí salen recomendaciones. no hay egoísmo.". Surge aquí claramente una de las ventajas del enclave étnico, que no se sesga simplemente a conseguir un puesto de trabajo, sino que también provee información y el know-how.

En esta etapa de la escalera boliviana, los cultivos que se llevan a cabo surgen de la negociación entre el productor y el mediero, teniendo obviamente un mayor poder de decisión el "patrón". En ese contexto, la preferencia del mediero se focaliza en los cultivos de alto valor, como el tomate y pimiento. La selección se basa en la posibilidad de una mayor ganancia que brindan estos cultivos siendo los (altos) costos del mismo pagados en su totalidad o bien adelantados por el productor. Esto último viabiliza la producción y posibilita una mayor acumulación en relación a los cultivos de hoja, a costa de un mayor riesgo económico (ya que el ingreso depende de la producción y de los precios del mercado cuatro meses después de la siembra) y una mayor explotación (no se remunera a cada miembro que trabaja como un asalariado).

Paralelamente, la estrategia se completa con la persistencia de la contracción del consumo, no solo en cuanto a la compra de bienes de primera necesidad, sino también por el ahorro en vivienda que es generalmente otorgada por el productor (y que mínimamente se la podría describir como precaria), como también así por la producción de bienes de uso (verduras) que constituye parte importante de la dieta de la familia boliviana en el sector.

2.3 Etapa como productor

Diversos autores han descrito algunas características del ascenso social de antiguos medieros bolivianos que igualmente enfrentan problemas de disponibilidad de tierra y capital, y cuyas estrategias de resistencia adoptan "otro cariz" (Tenencia, et al, 2009, p. 45) Estos nuevos productores bolivianos logran llegar al tercer peldaño de la escalera boliviana (Benencia, 1999) en un momento en que las condiciones objetivas se permeabilizan para la movilidad social. La crisis de 200I generó el abandono de la actividad de un significativo número de establecimientos hortícolas, lo que se tradujo en una coyuntura ideal para dar el salto. Por un lado existió una pérdida directa de la fuente laboral, principalmente afectando a los medieros (que eran mayoritariamente, sino totalmente, bolivianos); mientras que el abandono de la actividad en general provocó una mayor disponibilidad de tierras, lo que a la vez ocasionó una disminución del costo de arrendamiento. Esta coyuntura de la crisis habría resultado clave; la caída de la mediería y el aumento del arrendamiento relevados en 2005 fortalecen esta presunción (García & Kebat, 2008).

Los buenos resultados económicos obtenidos desde ese momento fueron un gran atenuante que, junto a las redes sociales de apoyo de los ex medieros bolivianos, posibilitó la supervivencia de estos nuevos establecimientos hortícolas de alta vulnerabilidad.

Si bien el pasaje de mediero a productor fue un salto que se observó ya hacia fines de la década de 1990, gran parte de este fenómeno es catalizado por la crisis de 2001/2002. Y las estrategias productivas llevadas a cabo coinciden, en líneas generales, cualquiera haya sido el momento de arribo al status de productor. Ya sea como una "subescalera", podemos hablar de tres tipos de estrategias productivas en función del grado de acumulación alcanzado y que guardan cierto orden temporal.

Las primeras dos subetapas se caracterizan por estar basadas en la producción de hortalizas de hojas. A diferencia de su etapa como mediero, el nuevo productor boliviano modifica su estrategia productiva. Ya no elige hacer pimiento y tomate, inclinándose y especializándose en cultivos de bajo valor, ciclo corto y rápida circulación de capital como las verduras de hoja. Esto se debe a los siguientes motivos:

  • El tomate y el pimiento son cultivos con altos costos. Estos se pueden desagregar en el precio de las semillas importadas, la alta y especializada mano de obra, la enorme demanda y dependencia de insumos y la necesidad de desinfectar el suelo con bromuro de metilo.
  • El tomate y el pimiento tiene un ciclo productivo largo, con un tiempo hasta cosecha de 3-4 meses.

Por tanto, la combinación de altos costos, ciclos largos e incertidumbre hace de estos cultivos un negocio cuyo riesgo y financiamiento no quieren/pueden asumir estos productores en esta etapa de su ascenso social. En ese sentido, los cultivos de hoja poseen características opuestas en relación a la producción de hortalizas de fruto.

Por otra parte, se puede establecer una distinción en cuanto al "tipo de ingreso" generado por las hortalizas de fruto y por las de hoja. Mientras que el primero sería como una suerte de "ganancia" o pago al capital utilizado, el segundo es entendido casi como una retribución o "salario" que se le asigna al productor (Pachano, 1980, p. 494). Surgen entonces más claramente las diferentes potencialidades de cada tipo de cultivo en el proceso de acumulación, obteniendo el productor de fruto mayores ventajas.

Consecuentemente, en el escalón de productor, dentro de las estrategias llevadas a cabo, podemos diferenciar una primera etapa en donde prevalece la producción especializada en hoja, mientras que posteriormente comienza una que incluye los cultivos de fruto.

Al ascender de estatus, el nuevo productor boliviano se especializa en lechuga, acelga y espinaca en ese orden de importancia11. Tal ha sido el avance y posterior hegemonía del boliviano en estos cultivos que se ha podido registrar una polarización productiva. La producción de verduras de fruto que realizaban los productores tradicionales12, ahora son aportadas principalmente por grandes productores-empresas especializadas que hacen pimiento y/o tomate, quienes a su vez renuncian a competir con los costos, calidad y volumen de las hortalizas de hoja que ofertan los ahora productores bolivianos.

Las nuevas tecnologías que permiten la producción en épocas no tradicionales y la complementación de la oferta local con producción de otras regiones, permiten estabilizar el volumen y la calidad ofertada durante el año, disminuyendo así las probabilidades de picos de altos precios. A pesar de esto, el productor boliviano de hortalizas de hoja apuesta a una estrategia que, si bien logra buena calidad, básicamente pretende cantidad y continuidad13. Esta continuidad en la entrega junto con los (cada vez menos) días de altos precios de las hortalizas de hoja como consecuencia de las adversidades climáticas, son los que sustentan su negocio.

Los productores bolivianos que no solo subsistieron en su nuevo estatus de productor, sino que progresaron y lograron capitalizarse, se encuentran ahora dispuestos a aumentar el riesgo con la finalidad de poder acumular más. Para ello recurren a la complementación de la producción de hoja con hortalizas de fruto. De esta manera, en esta subetapa el productor boliviano estaría retomando la estrategia de producción diversificada de los viejos horticultores italianos, por lo que se comienza a redefinir así la polarización productiva que se había gestado tiempo atrás14. Esta subetapa tendría una producción base de cultivos de hoja que, si bien le aporta menores ingresos, posee bajo costo y riesgo, lo que en cierta medida le garantiza un lucro. Paralelamente, reservan una superficie a la que dedican a la producción de tomate y/o pimiento. Esta superficie autolimitada de hortalizas de fruto es acorde a las posibilidades de financiamiento y riesgo que el productor boliviano está dispuesto a asumir en esta etapa de acumulación. A la vez, la complementación con estos cultivos les permite ir conociendo los secretos de un cultivo cuyo manejo es significativamente más complejo que los de hoja.

Además de las estrategias productivas, aún persiste en el estrato de productor la autoexplotación de la mano de obra, aunque la contratación de asalariados posee un grado de flexibilidad mayor. Esta dependerá no solo de la disponibilidad de tierra, sino también de capital para ampliar la producción. Y la otra variable que viabiliza la contratación de trabajadores permanentes externos al grupo familiar es la necesidad (y posibilidad) de concentrarse en otras tareas, tales como la comercialización directa de la producción en mercados mayoristas. Sea cual fuere el motivo, el trabajador externo complementa, pero nunca reemplaza mano de obra familiar, ya que esta seguirá totalmente abocada a la quinta. En la contratación se privilegia la modalidad del asalariado por sobre la mediería, siendo todos ellos indefectiblemente familiares o conocidos de la misma región de Bolivia que la familia. De no encontrarse en la zona15, es usual que el productor viaje a Bolivia a traer jóvenes trabajadores, quienes se quedan una temporada (de septiembre a junio) o bien se instalan definitivamente, incorporándose a la escalera boliviana.

El ascenso social que experimentaron precisa de cierta acumulación previa de capital. Pero tan cierto como eso, es la posibilidad diferencial de financiamiento que obtienen16. Parte del financiamiento lo obtienen intracomunidad boliviana. En ese sentido, familiares o amigos prestan dinero a quienes se inician o quieren expandir su producción (compra de plástico, madera, plantines, agroquímicos, etc.), en retribución y tal como ellos mismos han sido ayudados. Pero también existe un financiamiento de algunos comercios de insumos y madereras para horticultores bolivianos conocidos de la zona. Esto se justificaría no solo por la inversión que poseen (lo que dificultaría el abandono de la actividad y el no pago de la deuda) como así también y principalmente por el grado de cumplimiento con que se asocia con este actor social.

La contracción del consumo es otra estrategia que aún se mantiene en este peldaño. Otra constante es la precariedad de la vivienda, aunque ahora la justificación ante el nivel de acumulación es otra: "la casa precaria es coherente con la precarización de la tenencia de la tierra". Esto es, más de 90% de los productores bolivianos (CHFBA'0517) son arrendatarios, por lo que la inestabilidad del acceso a la tierra es motivo de peso para no construir nada que no pueda ser trasladado. Esto determina la paradoja de productores que viven en casillas de madera y plástico al lado de invernáculos con plantaciones cuyos valores superan varias veces las decenas de miles de pesos.

La acumulación que logra en este período es mayor que en la etapa de mediero y aun superior que en la de peón. Y el destino que tiene este capital varía según la zona del AMBA. En el caso de la zona sur del cinturón verde bonaerense, en donde se destaca La Plata, prácticamente la totalidad de los ahorros que se generan es direccionado hacia la construcción de invernáculos, en búsqueda de responder a las actuales exigencias de una oferta de calidad, cantidad y continuidad.

3. Discusión

Proceso global - Sujeto/actor bajo estudio

El presente trabajo hace referencia a un sujeto social -el horticultor boliviano- que sufre una movilidad geográfica -de Bolivia hacia el cinturón verde bonaerense- y una movilidad social -de campesino a productor capitalizado-, con un pasaje previo a semiproletario.

Analizándolo a través del esquema teórico de Murmis para Latinoamérica, se estaría ante la presencia de un fenómeno dual. Por un lado, descomposición de la estructura campesina con la consecuente semiproletarización de los miembros de una familia en Bolivia. Tras migrar a Argentina, encuentran un área que le brinda oportunidades -cinturón verde bonaerense-, logrando una movilidad social como productores capitalistas, a partir de una estrategia de acumulación que conserva elementos campesinos.

Claro está, la existencia de un fenómeno de ascenso social basado en una serie de estrategias domésticas y productivas no implica el éxito para todos aquellos que inician el proceso. Los datos estadísticos existentes dificultan cuantificar el grado de eficiencia o éxito de este fenómeno. Se reconoce, entonces, que no todos los horticultores bolivianos logran llegar hasta el status de productor. Las claves del éxito dependen del grado de cumplimiento de las estrategias descriptas en el presente trabajo, como así también influiría el destino del capital acumulado (incorporación de más capital, tipo de inversión, etcétera18.

Esta última parte del proceso global ocurre en un tiempo y en un espacio relativamente acotado, en un contexto político y económico propicio, junto a un espacio organizativo (enclave étnico) favorable que, en interacción con una serie de estrategias que combinan elementos capitalistas y campesinos, dan por resultado un proceso de acumulación, diferenciación y ascenso social.

3.1 Estrategias

En cuanto a las estrategias relevadas, se pueden observar que mientras algunas se mantienen constantes o con leves modificaciones, otras caracterizan justamente a cada uno de los peldaños o estadíos del proceso de ascenso social del horticultor boliviano.

Entre las primeras, es para destacar la contracción del consumo, la producción de bienes de uso, la autoexplotación de la mano de obra y el trabajo familiar.

Si bien en los primeros estadíos de la escalera boliviana (durante la etapa de peón principalmente) la "contracción del consumo" lejos de ser una opción es una imposición, dicha práctica no se modifica sustancialmente en peldaños superiores. Así, la contracción del consumo en situaciones económicas más "holgadas" es una práctica que persiste como estrategia tendiente a lograr un proceso de mayor acumulación. En el caso particular de las condiciones (paupérrimas) de la vivienda tanto del peón, el mediero y el productor boliviano, es una constante, cuyas causales varían en el tiempo. La misma responde a la precariedad del trabajo (en su condición de peón y de mediero) y la de la tierra (en su rol de productor-arrendatario), aunque se enmarca en una estrategia de contracción del consumo.

En su vieja etapa de campesino en Bolivia, la producción prioritaria de bienes de uso (es decir, de productos para autoconsumo) le otorgaba una gran independencia de los avatares que podían suceder en los mercados. Asimismo, de existir excedentes se comercializaban en búsqueda no de acumular, sino de obtener bienes que ellos no producían. Si bien la actividad que realizan en el sector hortícola tras la migración es claramente comercial, dichas mercancías son a la vez bienes de uso, por lo que continúan formando parte importante de la dieta familiar durante todos los estadíos del ascenso social, brindando flexibilidad para una mayor contracción del consumo. Pero claro está que el sistema en donde se hallan actualmente insertos le impide la opción de prescindencia del mercado, por cuanto la posibilidad de la autoproducción de alimentos no lo exime de la necesidad de contar con dinero para afrontar exigencias tales como el pago del arrendamiento y de bienes que no se producen en la quinta19. Por tanto, la producción de bienes de uso es una estrategia típicamente campesina que, ante este cambio de contexto, aun le sigue aportando al horticultor boliviano cierto grado de flexibilidad.

Similar al caso de la contracción del consumo, la explotación de la mano de obra fue una imposición en los primeros estadíos de la escalera, en un marco de precarización, desprotección y aprovechamiento que hacían uso parte de los productores. Más allá de esto, siendo el único factor de producción disponible durante mucho tiempo, su uso intensivo autoimpuesto (autoexplotación) resultó una estrategia medular en el proceso de ascenso social, asociado tanto a la no concepción del trabajo como factor independiente, medible y con una valorización subjetiva, atada a unas pautas culturales que se modifican, como así también a la concepción de que el esfuerzo físico directo es la única forma de lograr el progreso, teniendo como estímulo y espejo la evolución de otros paisanos de la zona. Dicha estrategia persiste en todos los estratos, y significa además un claro quiebre con el postulado de Chayanov (1985, p. 56) en cuanto a que el trabajo del campesino persigue como fin la satisfacción de sus necesidades.

Por último, la estrategia de la utilización de la mano de obra familiar tiene el doble objetivo de ofertar una mayor cantidad de este recurso totalmente flexibilizado, sumado al ahorro del costo de la contratación de mano de obra permanente externa. Esto último se hace más elástico en los estratos más altos de la escalera boliviana, invariablemente a través de la contratación de "paisanos"20, bajo la modalidad de asalariado o "tantero". Pero lo más destacable de este último comportamiento, es que la contratación de la mano de obra no tiene un fin de suplantación, sino de complementación, con el propósito que algún familiar pueda dedicarse a nuevas tareas que requieren mayor confianza, tales como la comercialización. Esto a su vez comienza a erosionar otra típica característica campesina, como es el nivel simple de división social del trabajo dentro de la unidad productiva.

Es para destacar la persistencia de la autoexplotación, el uso intensivo y no remunerado de la mano de obra familiar como así también de la contracción del consumo, aun con importantes niveles de acumulación.

También se observa una serie de estrategias que fueron variando a medida que se avanzaba en la escalera boliviana, acorde con las posibilidades de acumulación y a la asunción de mayores riesgos.

En el marco de las lógicas de acumulación, existen una serie de estrategias técnico-productivas en donde el horticultor boliviano se apoyaría en su proceso de diferenciación. Justamente, a medida que se asciende socialmente, la acumulación también crece, coherentemente con la asunción de riesgo. Existe una relación directa entre el grado de acumulación y el riesgo, variables que se pueden asociar a los tipos de cultivo que se realiza. Es decir, el mayor riesgo económico que implica el ascenso de peón a mediero, y de mediero a productor genera cambios en el producto que se tiende a producir como mercancía, como así también en la capacidad de apropiación del ingreso. Mientras en la etapa de peón el cultivo a trabajar le era indistinto (ya que su ingreso era fijo y su poder de decisión casi nulo) en su rol de mediero busca influir para que se trabajen cultivos de fruto que posibilita un mayor grado de acumulación, cuyo riesgo (de mercado y productivo) y costos, se comparte con el productor. Pero esta posibilidad de dilución de riesgos y costos desaparece en la etapa de productor, por lo que los mismos serán asumidos en función del grado de vulnerabilidad económica. Como esta última decrece a medida que el productor acumula, se puede diferenciar en este estrato una miniescalera. En cada uno de esos peldaños se van incrementando los ingresos al mismo tiempo que se logra acumular y reinvertir.

Allí, tal vez como continuidad de la escalera boliviana, el avance hacia el escalón de la comercialización sería una estrategia que permite la apropiación de un mayor margen del ingreso (Benencia y Quaranta, 2009), posibilitando así no solo su supervivencia sino su consolidación y aun expansión.

La dinámica seguida por este agente es representada en la Figura 3:

4. Reflexiones finales

El proceso global parecería mostrar un final en cuanto a la movilidad geográfica. En ese sentido, el grado de acumulación de muchas familias de horticultores bolivianos, junto con la tenencia de hijos que nacieron y se criaron aquí son algunos de los argumentos que esgrimen para justificar una radicación definitiva en el país. De la misma manera, existen algunos indicios que el proceso de acumulación logrado en algunas familias de horticultores bolivianos genera cierto aburguesamiento, es decir, de prácticas que conlleva la pérdida de los rasgos campesinos que aún perduran.

En ese sentido, Kraser y Ockier (2008, p. 16) comentan que en la zona de Daniel Cerri (Bahía Blanca) "...es posible identificar en las prácticas el arraigo de hábitos y costumbres propias de la cultura del altiplano. Formas de pensar y de actuar que si bien tienen mucho de la idiosincrasia boliviana con el tiempo y según las edades se van mimetizando con pautas culturales y sociales del nuevo lugar de destino."

Se observa que la combinación de elementos campesinos con objetivos capitalistas, no genera necesariamente una categoría pasajera o de transición de una situación (campesino) a otra totalmente distinta (burguesía). Por el contrario, le confiere cierta permanencia o estabilidad en una condición intermedia ("horticultor con rasgos campesinos"), siendo paradójicamente puntales del desarrollo del capitalismo en la región. Al respecto Ciarallo (2007, p. 3) apunta que ".en los migrantes, las comunidades de origen y de destino mantienen una identidad porosa, en la que al mismo tiempo y en diferentes espacios sobrevive el pasado y el presente, lo tradicional y lo moderno, lo rural y lo urbano, lo campesino y lo proletario, que aparentemente son contradictorios por no evolucionar de acuerdo a la lógica de la modernidad". Esto último se condice con Roberts (1980), quien al analizar la problemática migratoria de poblaciones rurales en la periferia de las grandes ciudades del Tercer Mundo mencionaba la presencia de "formas de producción arcaica en un contexto de expansión de economías modernas". Es decir, este sujeto y su forma de producción permiten al capitalismo que siga operando sin la esperable polarización y el surgimiento de burgueses y proletarios. Así es como el capitalismo, en su zigzagueante penetración en el agro, encuentra diferentes mecanismos que le permiten encauzar su desarrollo.

Finalmente, el estudio del proceso de acumulación de los migrantes bolivianos muestra las características propias del desarrollo del capitalismo en la región hortícola. Y en concordancia con Pachano (1980, p. 465) "... la superación de los lugares comunes en la visión del proceso del desarrollo del capitalismo dependerá, en gran medida, de la capacidad de considerar las formas propias que adopta en cada situación particular. No se trata, por tanto, de encontrar las líneas generales del capitalismo agrario, sino más bien de detectar sus particularidades en cada caso.".


Pie de página

1Una discusión conceptual acerca de las categorías campesino y capitalista y su relación con el horticultor boliviano en Argentina se encuentra en García, M. (2010) "Lógicas de acumulación de capital y ascenso social del horticultor boliviano. Su rol en las transformaciones de la estructura agraria hortícola platense en los últimos 20 años". Tesis de Maestría en Estudios Sociales Agrarios. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Argentina.
2Diferente es el concepto de descampesinización (Lenin, 1974), con la emergencia de proletarios y capitalistas, despojados de todo elemento campesino, aun cuando provengan de un origen campesino.
3Bolivia es una república unitaria, políticamente subdividida en nueve departamentos.
4"Está claro que la particularidad de la cuestión agraria boliviana, es la coexistencia de tres tipos principales de relaciones productivas: la empresa agropecuaria, la economía campesina y el modo productivo de los pueblos indígenas de las tierras bajas. También estamos convencidos de la gran importancia numérica de los campesinos, que suman por lo menos 550.000 familias distribuidas en el altiplano valles y zonas de colonización" (Paz Ballivian, 2009, p.161).
5Se denomina función macroeconómica de producción a la relación que indica las proporciones en que trabajo, capital y recursos naturales se conjugan para engendrar el producto de determinado sector (Castro & Lessa, 1981, p. 20).
6Para un análisis que estime -indirectamente- la dimensión cuantitativa del proceso de escalera boliviana, revisar García y Kebat (2008).
7Si bien la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA - Resolución de diciembre del 2007) estipula un estipendio para el peón hortícola de Buenos Aires que va de 395 a 512 dólares por mes según tareas y experiencia, dicha retribución raramente supera en la actualidad los 344 dólares netos. Asimismo, y según la Resolución 16/02 de la CNTA, los trabajadores hortícolas de Buenos Aires y La Pampa deben trabajar 8 horas diarias o 48 horas semanales, debiéndose reconocer un recargo de 50% por cada hora extra o bien de 100% si se trabaja los días domingos y feriados. Mientras que en la práctica, un peón trabaja entre 7 y 9 horas en época invernal y de 8 a 10 horas en verano, teniendo franco solo los días sábados generalmente; a la vez que los domingos son días de trabajo de cosecha y empaque en todas las quintas, ya que el lunes hay mercado, no recibiendo por ello ningún tipo de adicional (García & Lemmi, 2010) Es decir, además de los bajos salarios estipulados por el Gobierno, los mismos no solo no se cumplen, sino que además se les exige trabajar más horas y aun en días no laborables, no recibiendo por todo esto compensación alguna.
8La división política de Bolivia está compuesta por 112 provincias que se distribuyen en los nueve departamentos que forman parte del país. Sería análogo a lo que en Argentina se denomina Partido.
9"... En el altiplano la horticultura no es realizada con propósitos comerciales sino como medio de subsistencia (...) la subsistencia se completa con la crianza de animales, fundamentalmente de chivos y ovejas. Estas últimas en ocasiones son empleadas para transacciones comerciales mediante la venta del animal o de su lana (.) se puede percibir que es la misma estrategia que emplearon los primeros pobladores europeos en la localidad." (Kraser & Ockier, 2008, p. 7).
10De esta manera, se mantendría el postulado que indica que la lógica campesina no persigue ganancia, sino satisfacción de sus necesidades culturalmente definidas (Chayanov, 1985; Wolf, 1971). Lo que se modifica son las "necesidades", otrora solo de subsistencia, y que en el marco del modo de producción capitalista incluye la acumulación.
11Entre 2001 y 2005, el incremento de la superficie cultivada bajo invernáculo de lechuga fue de 624%, de la espinaca 153%, mientras que la acelga pasa de 4 a 229 hectáreas en el mismo período (García & Kebat, 2008)
12Se hace referencia a los típicos productores italianos y, en menor medida, españoles y portugueses.
13El tiempo de corte de la lechuga es de 2-3 días durante el verano y hasta 7 días en invierno. Esto implica, por un lado, la necesidad de realizar la siembra semanalmente, no solo en busca de la continuidad de mercadería demandada, sino también para aprovechar picos ocasionales de buenos precios. Así, el acotado período de cosecha impide especular con los precios más o menos favorables para vender: a la lechuga en el momento que está lista hay que cosecharla y llevarla al mercado.
14En este caso la diversificación hace referencia al cultivo tanto de hoja como de fruto. La diferencia es que antes la diversificaran era entre hortalizas de hoja.
15El déficit de mano de obra en la horticultura es uno de los principales problemas por los que atraviesa el sector en los últimos años (García & Mierez, 2007).
16Es para destacar cierta unanimidad o consenso en cuanto a que en los años 90 existía facilidad para la financiación, mientras que en la actualidad el acceso al crédito es mucho más restringido.
17Censo Hortiflorícola de Buenos Aires, 2005.
18Ver García, M. (2010) "Lógicas de acumulación de capital y ascenso social del horticultor boliviano. Su rol en las transformaciones de la estructura agraria hortícola platense en los últimos 20 años. Tesis de Maestría en Estudios Sociales Agrarios. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), sede Argentina.
19Se destaca, por ende, otro cambio en la estrategia productiva. Si bien en esta etapa el sujeto continúa produciendo bienes de uso y mercancías, su relación se invierte. Mientras que el campesino típico produce bienes de uso y comercializa los excedentes, el productor familiar produce mercancías y solo consume una parte menor de ellas; por último, se diferencia del por ahora capitalista, quien produce exclusivamente mercancías, obteniendo lo que necesita del mercado.
20Y generalmente con algún tipo de lazo familiar o por lo menos del mismo municipio o provincia de la familia boliviana.


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