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Cuadernos de Desarrollo Rural

Print version ISSN 0122-1450

Cuad. Desarro. Rural vol.9 no.68 Bogotá Jan./June 2012

 

Las tensiones de los mercados orgánicos para los caficultores colombianos. El caso del Valle del Cauca*

Tensions of Organic Markets for Colombian Coffee Growers: The Case of Valle del Cauca

Les tensions des marchés de l'agriculture biologique pour les producteurs de café colombiens. Le cas de Valle del Cauca.

Santiago Gómez-Cardona**

*Este artículo presenta parte de los resultados de la tesis de maestría en Antropología de la Universidad Nacional de Colombia, trabajo enmarcado dentro de la investigación, "¿Quiénes son los campesinos hoy" (2008-2010), coordinada por Juana Camacho (Icanh) y Nadia Rodríguez (Universidad del Rosario), financiada por Colciencias. La financiación de la maestría estuvo apoyada por el programa de sostenibilidad de la Universidad de Antioquia

**Docente Universidad de Antioquia, Instituto de Estudios Regionales (INER). Magíster en Antropología de la Universidad Nacional de Colombia. Correo electrónico: santiago@iner.udea.edu.co

Recibido: 2011-06-25 Aceptado: 2011-06-27 Evaluado: 2011-11-20 Publicado: 2012-06-30


Cómo citar este artículo.

Gómez-Cardona, S. (2012). Las tensiones de los mercados orgánicos para los caficultores colombianos. El caso del Valle del Cauca. Cuadernos de desarrollo rural, 9 (68), 65-85.


Resumen

El surgimiento de reglamentaciones no estatales de los mercados es una consecuencia inesperada del neoliberalismo como doctrina económica imperante en la globalización. En el caso del café, las certificaciones de producción orgánica y de comercio justo consolidadas en la primera década del siglo XXI son los ejemplos más importantes. Para aproximarse a los impactos de este proceso en contextos locales se realizó un estudio de caso de productores de café en el suroccidente de Colombia utilizando herramientas etnográficas y de reconstrucción histórica por fuentes orales y escritas. A principios de la década de los noventa, estas iniciativas de comercio eran una manera de apoyar iniciativas ambientales y agroecológicas de producción. Sin embargo, la consolidación de un mercado para estos productos, y el desarrollo de las certificaciones como mecanismos de control transformaron las posibilidades que esto representaba e impusieron restricciones a los campesinos vinculados a estas alternativas.

Palabras clave autor: Café, economía rural, comercio internacional, producción agrícola.

Palabras clave descriptores: Café - aspectos ambientales, economía rural, comercio internacional, producción agropecuaria.


Abstract

The emergence of non-state market regulations is an unintended consequence of the neoliberal economic doctrine prevailing in globalization. In the case of coffee, the certifications of organic production and fair trade consolidated in the first decade of this century are the most important examples. To assert the impact of these processes in local contexts, we made a case study of coffee growers in southwest Colombia using ethnographic tools and historical reconstruction from oral and written sources. In the early nineties, these trade initiatives were a way to support environmentally friendly and agro-ecological production initiatives. However, the consolidation of a market for these products and the development of certification and control mechanisms transformed the opportunities offered by these alternatives and imposed restrictions to the farmers participating in them.

Keywords author: Coffee, rural economy, international trade, agricultural production.

Key words plus: Coffe - environmental aspects, rural economy, international trade, agricultural production.


Résumé

L'apparition des réglementations non gouvernementales des marchés est une conséquence inattendue du néolibéralisme comme doctrine économique dominante de la globalisation. Au cas du café, les certifications de production biologique et les certifications de commerce équitable consolidés à la première décade du XXIème siècle sont les exemples le plus importants. Pour se rapprocher aux impacts de ce processus en des contextes locaux, une étude de cas des producteurs de café au sud-ouest de la Colombie a été réalisée en utilisant des outils ethnographiques et de la reconstitution historique à travers des sources orales et écrits. Au début de la décade des années 90, ces initiatives de commerce étaient une manière d'appuyer les initiatives environnementales et agro-écologiques de la production. Cependant, la consolidation d'un marché pour ces produits et le développement des certifications comme les mécanismes de contrôle, ont transformé les possibilités que ces produits-ci représentaient et ont imposé des restrictions aux paysans liés à ces alternatives.

Mots-clés auteur: Café, économie rural, commerce international, production agricole.

Mots-clés descripteur: Coffe - aspects environnementaux, économie rurale, commerce international, production agricole.


Introducción

El comercio del café por su extensión, dispersión y formas de ligar un gran espectro de zonas de producción y de consumo proporciona una entrada privilegiada para indagar por las transformaciones sociales y culturales del mundo del cual hace parte (Roseberry, 1996, p. 770). A través de él podemos comprender las transformaciones que rodean al capitalismo mundial de fines del siglo XX y principios del siglo XXI, en particular con la consolidación de doctrinas económicas neoliberales en un contexto de globalización.

El final de los paradigmas keynesianos —en los que la protección y regulación estatal eran la norma— dio paso a la consolidación del neoliberalismo como una nueva receta económica que promulga, entre otras acciones, la desregulación estatal de los mercados. Sin embargo, esto no implicó la desaparición de las regulaciones, paradójicamente, junto a la implementación de las reformas neoliberales las regulaciones no estatales no han hecho más que multiplicarse a través de "reformas regulatorias que se han expandido en el globo a través de nuevas instituciones, tecnologías e instrumentos" (Levi-Faur y Jordana, 2005, p. 6)1.

La consolidación de nuevas formas de regulación de los mercados ha estado acompañada de la implantación de reformas neoliberales en las diferentes naciones del globo (Levi-Faur, 2005, pp. 12-14; Schneiberg y Bartley, 2008, p. 38). Este proceso es producto de la emergencia de nuevos actores y agencias en las políticas internacionales, además de los gobiernos nacionales, los cuales han creado mecanismos de regulación que no pasan por tratados internacionales entre naciones sino que implican autorregulación por parte de los actores sociales involucrados en diferentes cadenas comerciales y productivas (Biermann y Pattberg, 2008, pp. 278-80).

Estas nuevas condiciones tienen una clara expresión en el funcionamiento contemporáneo del mercado internacional del café, en especial en relación con los cafés orgánicos y de comercio justo, y los múltiples sistemas de certificación que los regulan. Este segmento ha visto un crecimiento extraordinario desde fines de los años noventa en los principales mercados de consumo (Estados Unidos y Europa), multiplicando su volumen y valor de manera sostenida durante los últimos diez años.

Esta condición ha impactado el segmento de la producción y, en el caso colombiano, a los campesinos caficultores. Inicialmente, a principios de los años noventa, el acceso a estos mercados constituyó una ventaja para los campesinos, en gran parte por los sobreprecios que tenían y que eran adicionales al precio del mercado tradicional, lo cual otorgaba ventajas e incentivos a aquellos pioneros que se involucraron en estos esquemas; en la actualidad, sin embargo, en la medida en que estas nuevas formas de mercado y su regulaciones asociadas se fortalecen, la participación es cada vez más onerosa para los campesinos. Este texto busca mostrar lo que han significado estos cambios para los campesinos caficultores a través del caso de productores de café orgánico y de comercio justo para el mercado internacional en el Valle del Cauca.

1. Marco teórico

Los cafés que poseen certificaciones hacen parte de un mercado diferenciado en el cual se agrupan aquellos que se distinguen de los corrientes por alguna característica particular. En su mayoría se trata de cafés de producción orgánica, que son producidos sin insumos químicos; cafés de comercio justo, que implican un pago mínimo al productor que, se supone, garantiza su sobrevivencia2; cafés ecológicos o de cultivo bajo sombra, y otros cafés certificados bajo criterios que usualmente acogen algunos de los anteriores (Rainforest, UTZ, entre otros).

Estos cafés ocupan un nicho de mercado dirigido a compradores que pagan más por un café si posee mejores calidades que las promedio, o características que los corrientes no tienen. La existencia de esta gran variedad en tipos de café no es una condición sui generis de este producto; se trata, en cambio, de la adopción de las lógicas de consumo de mercados altamente diferenciados, en los cuales, para cada tipo de producto hay un sinnúmero de variedades dirigidas, cada una, a un tipo específico de consumidor. Una tendencia que se consolidó en los mercados de los países industrializados hace varias décadas (Renard, 1999, p. 69), y que comienza a ser cada vez más visible en nuestro medio.

El café orgánico y de comercio justo fue incorporado en el mercado cafetero en la década de los ochenta (Roseberry, 1996), a partir de iniciativas de producción orgánica y de comercio justo aparecidas en los años sesenta en el contexto del surgimiento de los nuevos movimientos sociales. Esta incorporación fue posible porque en un mercado diferenciado, que busca dar a cada clase de consumidor un tipo de café, es posible tratar aquellas personas afines a temas ambientales y de justicia social para el tercer mundo como un nicho específico al cual se le puede otorgar un producto acorde a sus creencias.

El impulso y la consolidación de las iniciativas de comercio justo y de agricultura orgánica a nivel internacional durante la década de los noventa estuvieron enmarcados en el impulso que diversas iniciativas dieron a preocupaciones ambientales y de equidad en diferentes sociedades y, junto a ello, a la presencia de una red de organizaciones no gubernamentales que proveyeron soporte y mediaciones para conectar diversas iniciativas de países productores y consumidores (Langman, 2005, p. 1; Ponte, 2004, p. 49; Geier, 1998, p. 3 y Fridell et al., 2008, p. 10).

La Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (Infoam), creada durante la década de los setenta en Francia, tuvo un papel prota-gónico en la construcción de estándares para la producción orgánica, mientras que la ONG holandesa Solidaridad fue el actor que proporcionó el mayor impulso a los estándares y al sello de comercio justo a finales de los años ochenta en Europa. Estas organizaciones, y otras similares, lograron consolidarse como nuevos actores globales en la medida que las políticas neoliberales disminuyeron los alcances de las políticas estatales y abrieron un nuevo espacio político internacional que pasaron a ocupar. Sin estas transformaciones, los alcances de instituciones como Infoam y Solidaridad habrían sido mucho más limitados en su impulso a la consolidación de las alternativas de agricultura orgánica y comercio justo.

La adopción de la producción orgánica y el comercio justo dentro del mercado del café fue posible con la implementación de mecanismos que generaron confianza en el consumidor sobre el origen del producto, pues las características orgánicas y de comercio justo no son perceptibles en las propiedades del producto en sí mismo. Los esquemas de certificación adoptados consisten en una reglamentación que regula la producción orgánica, o la producción de comercio justo, y un organismo privado que controla el seguimiento de las reglas y otorga un sello que garantiza al consumidor que el producto cumple los requisitos para denominarlo orgánico o de comercio justo.

Desde la perspectiva de los actores que impulsan el comercio justo y la producción orgánica las certificaciones buscan, en último término, crear un incentivo que sostenga estas iniciativas. Esto se realiza de manera explícita en el caso del comercio justo, al colocar precios base, y de manera implícita en el caso de la agricultura orgánica, buscando que los consumidores paguen un excedente por el hecho de ser un producto orgánico3 (Guthman, 2004, p. 140). Debe llamarse la atención, sin embargo, que a pesar de las consideraciones que se encuentran para la implementación de las certificaciones por parte de los actores directamente involucrados, "en la práctica los esquemas de certificación han estado dirigidos más por consideraciones de mercado que por consideraciones ideológicas" (p. 143), lo cual se hace visible en los impactos que estas prácticas tienen en el nivel local para los pequeños productores, como se verá más adelante.

Si bien los primeros experimentos de certificación surgieron con la agricultura orgánica en la década de los setenta (Schneiberg y Bartley, 2008, p. 45), no se trata de una idea exclusiva de estas iniciativas. Dentro de un contexto más amplio, las certificaciones de agricultura orgánica y comercio justo hacen parte de las denominadas regulaciones civiles, las cuales se refieren a "códigos, regulaciones y estándares que no son implantados por ningún estado y que tratan los impactos sociales y ambientales de mercados y firmas globales, especialmente en países en desarrollo" (Vogel, 2008, p. 262). Este tipo de certificaciones ha tenido un aumento significativo desde principios de la década de los noventa cuando, en el contexto de la desregularización estatal de los mercados, un amplio número de organizaciones no gubernamentales lograron crear una red de actores y fuerzas que desplazaron el monopolio sobre reglamentaciones internacionales que habían tenido los Estados en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial.

Con la disminución de las capacidades estatales para regular el comercio internacional, las diversas organizaciones de la sociedad civil, apoyadas en su creciente influencia en la política global, buscaron nuevos mecanismos para incentivar el mejoramiento de las condiciones sociales y ambientales en diversas regiones del globo. A la presión ejercida sobre los diferentes gobiernos nacionales se sumaron presiones sobre organizaciones privadas para que adoptaran correctivos o imple-mentaran prácticas social y ecológicamente responsables, ello se logró a través de boicots y campañas publicitarias ante la opinión pública (Vogel, 2008, p. 267). En este proceso crearon sus propias regulaciones alternas, sumándose al auge regulatorio no estatal global.

El éxito de estos procesos se debe, en no poca medida —y de ello el café es un caso ejemplar—, a las alianzas entre actores que buscaban promocionar intereses ambientales y sociales, y a actores que veían posibilidades de generar ganancias con estas iniciativas (Schneiberg y Bartley, 2008, p. 38). La clave de ello fue que se logró, mediante las certificaciones, que el comercio de productos orgánicos y de comercio justo beneficiara tanto a aquellos comprometidos con los temas ambientales y sociales (pues les otorga beneficios que incentivan o facilitan su trabajo), como a los comercializadores y empresarios, en la medida que aumentan sus márgenes de ganancia.

Las certificaciones fueron el mecanismo que posibilitó esta confluencia pero, como veremos a continuación, es también el mecanismo más fuerte por el cual se introducen en los contextos locales de producción las nuevas configuraciones del capitalismo global. Aunque estas certificaciones están restringidas a definir qué puede ser considerado como agricultura orgánica o de comercio justo, como menciona Guthman sobre las regulaciones orgánicas:

... su resultado es amplio, afectando muchos aspectos de la organización de la producción más allá de las prácticas de las granjas. Esto incluye no solo la gestión de las granjas, el uso del suelo, y las relaciones laborales sino también relaciones económicas externas con proveedores, intermediarios y consumidores, en última instancia jugando en las dinámicas de búsqueda de ganancias en la economía de alimentos global (2004, p. 142)4.

En la actualidad, los cafés certificados constituyen el segmento del mercado con mayores crecimientos y los mayores precios de venta; si las tendencias de los últimos años continúan, se espera que del 8% en volumen de las transacciones globales para 2009 se llegue al 25% del mercado para el 2015 (Pierrot et al., 2010). En 2009, las transacciones de café certificado como comercio justo sumaron algo más 1.500.000 sacos de café, siendo Colombia el segundo exportador mundial después de Perú, y para el caso de café orgánico se llegó a alrededor de 1.700.000 sacos5 a nivel global para el mismo periodo (pp. 6-7).

2. Metodología

Los resultados que aquí se presentan se deben a un trabajo etnográfico realizado en la zona centro-norte del Valle del Cauca, y enfocado, principal, aunque no únicamente, en las áreas rurales del municipio de Riofrío, en la zona centro del departamento del Valle del Cauca, Colombia. Se trabajó con el apoyo del Instituto Mayor Campesino (IMCA), y de la Asociación de Caficultores Orgánicos de Colombia (ACOC) - Café Sano.

Se realizaron diversas visitas de campo entre junio de 2008 y junio de 2009, que totalizaron cerca de cuatro meses de estadía en la zona. Durante este tiempo se realizaron diversas actividades, incluyendo recorridos en la zona, estadías en las fincas, reconocimiento de los sistemas de producción en las mismas, así como el acompañamiento a diversas actividades en las que se involucraban miembros de la Asociación, todas estas actividades sistematizadas mediante diario de campo. Igualmente, se realizaron entrevistas semiestructuradas a miembros de la Asociación y a diversos agentes que se han relacionado con ellos en los procesos de exportación.

A pesar de tratarse de un estudio de caso que no empleó metodologías comparativas, de manera contextual se realizaron indagaciones en otras asociaciones similares de la zona noroccidental del país involucradas con la caficultura orgánica y el comercio justo, muchas de las cuales han tenido alguna relación con ACOC - Café Sano o el IMCA, lo cual permitió comprobar que el caso de esta asociación no es sui generis, y que más allá de sus particularidades se trata de procesos comunes en esta región del país.

Igualmente, se realizaron indagaciones específicas de la historia de la zona y de la asociación a través de entrevistas y, de manera particular, de la revisión de material de archivo, lo cual permitió reconstruir la historia de esta organización en la zona desde su conformación a principios de 1990, así como los procesos históricos mayores en los cuales se ha visto involucrada.

3. Resultados

Este apartado muestra los efectos locales de las iniciativas orgánica y de comercio justo en la medida en que se han consolidado como nuevos esquemas comerciales dentro del capitalismo global, para ello haremos uso del caso de la Asociación de Caficultores Orgánicos de Colombia (ACOC) - Café Sano. Los sucesos acontecidos son un ejemplo típico de los procesos que han sufrido diversas organizaciones campesinas del noroccidente de Colombia que se han vinculado a procesos de exportación de café orgánico o de comercio justo.

El origen de la ACOC - Café Sano está vinculado a intereses de diversos actores por desarrollar sistemas ambientales de producción, explícitamente agroecoló-gicos, quienes advirtieron en la exportación café orgánico la posibilidad de apoyar económicamente esta iniciativa. Las vinculaciones iniciales de productores a producción orgánica o de comercio justo durante la década de los noventa estuvieron vinculadas, en su gran mayoría, a iniciativas ambientales y de justicia social que fueron apoyadas e incentivadas por diferentes organizaciones no gubernamentales6.

La primera etapa de exportación de la ACOC - Café Sano ocurrió entre 1990 y 1995. Para este momento los esquemas de certificación apenas comenzaban a desarrollarse en el mercado internacional. En sus primeras exportaciones la Asociación garantizaba la producción orgánica a través de un proceso de confianza con los vendedores en Estados Unidos (Equal Exchange) quienes les compraban directamente el producto. Sin embargo, ante el crecimiento del mercado en ese país y el desarrollo de las certificaciones como mecanismo de control, la ACOC - Café Sano se vio en la necesidad de certificarse en producción orgánica.

Para aquel momento, sin embargo, no existían entidades de certificación en el país. Se hicieron contactos con Organic Crop Improvement Association (OCIA)7para afiliarse y comenzar la certificación de predios. El proceso estuvo lleno de contratiempos que comenzaron por la búsqueda de la figura de afiliación, pues no estaba muy claro si era necesario crear un capítulo de esta organización para Colombia, o si dado que se trataba de una sola asociación podía matricularse a otro país. El proceso de certificación, en sí mismo, también tuvo inconvenientes, pues no quedaba muy claro para la ACOC - Café Sano en qué exactamente tenían que certificarse, situación que se agravó dado que en pleno proceso OCIA cambió la reglamentación para adecuarse a la nueva legislación ambiental estadounidense8. Finalmente, cuando se tuvo una certificación orgánica, en 1994, la vigencia del certificado constituyó un inconveniente, pues si bien se suponía suficiente para dos cosechas anuales, una de las cosechas ya había sido exportada, y solo serviría para la siguiente (la traviesa, y por ende el menor volumen). Si bien este inconveniente pudo ser aclarado, poco tiempo después se detuvieron las exportaciones9, y el certificado solo terminó siendo útil para un proceso de exportación10.

La dificultad que conllevó este proceso obedeció al estado incipiente de desarrollo en el que se encontraban las certificaciones dentro del mercado internacional del café. La falta de procedimientos depurados daba lugar a inconvenientes y retrasos, como los vividos por la ACOC - Café Sano. La ausencia de una institu-cionalidad presente en el país que manejara el tema, así como el desconocimiento de muchos de los procedimientos, añadió dificultades a ello.

Durante el quinquenio siguiente la organización se dedicó a la promoción de diversas actividades ambientales para sus miembros, incluyendo proyectos financiados por diversas agencias nacionales. Desde el momento de su creación, y particularmente durante la segunda mitad de la década de los noventa, la Asociación consolidó un trabajo alrededor de temas ambientales y, en específico, de promoción de la agroecología en la producción campesina, que la consolidaron como un referente del tema en el ámbito regional.

A finales de los años noventa se presentó una nueva posibilidad de exportación, y poco después, ya en el 2000, se retoman las exportaciones. En este momento las certificaciones se encontraban ya bien establecidas en el medio, existían empresas nacionales que se encargaban de los procedimientos y las reglas eran mucho más claras y estables. Poseer certificaciones era una condición sine qua non para poder exportar café orgánico y de comercio justo, por ello la ACOC - Café Sano, suscribió ambas. A continuación se describirá, a rasgos generales, qué involucra cada una de ellas, para pasar luego a reflexionar sobre lo que ha significado para la asociación y sus miembros suscribirlas.

3.1 Producción orgánica

Los estándares internaciones para la certificación son fijados por Infoam quien ha establecido un Sistema de Garantía Orgánico que incluye una normatividad para la producción orgánica y procedimientos para el otorgamiento de certificados y uso del sello. Infoam produce la normatividad, vigila y garantiza su cumplimiento para todo aquel a quien se haya otorgado un certificado. Igualmente, acredita agencias de certificación para que realicen las inspecciones correspondientes y otorguen los certificados a su nombre. Tal como se presenta en la actualidad, la normatividad cubre nueve capítulos que incluyen alrededor de 150 normas (Infoam, 2007).

Certificarse en agricultura orgánica requiere iniciar un proceso ante una agencia de certificación acreditada por Infoam, la cual verifica las "conformidades" -cumplimientos- con la normatividad y expide el certificado. Para este proceso también existen procedimientos y reglamentaciones que homogeneizan los protocolos de certificación y que buscan asegurar la objetividad de las verificaciones. Dicha certificación comienza con una solicitud a la agencia certificadora la cual, luego de verificar los cumplimientos mínimos, realiza una visita (en esencia una auditoría exhaustiva), produce un reporte, el cual se evalúa por un comité (diferente al que realizó la visita) y se otorga o niega la certificación. Hay igualmente establecidos procedimientos de quejas y apelaciones. Las certificaciones son procedimientos anuales para el caso de la ACOC - Café Sano, pero incluyen una o más visitas adicionales no anunciadas como procedimiento de control por parte de la agencia certificadora. Estos procedimientos hacen necesario cumplir con obligaciones adicionales, esencialmente un seguimiento detallado por escrito de las actividades productivas en los predios y, para el caso de las organizaciones, un sistema interno de control, es decir, procedimientos para ordenar, registrar y controlar las labores realizadas por los miembros y la organización.

3.2 Comercio justo

En 1997 se creó Fairtrade Labelling Organization (FLO), como una manera de tener una organización que se hiciera cargo de las múltiples iniciativas de comercio justo que existían, entre ellas, Max Havelaar, creada por la ONG Solidaridad (mencionada anteriormente). En la actualidad FLO se compone de dos organizaciones FLO-CERT y FLO; la primera se encarga del proceso de certificación y su auditoría —en este caso no existen organizaciones independientes que puedan llevar a cabo el proceso—, y la segunda es la productora de los estándares, la normatividad y la fijación de los precios mínimos de compra, considerados los precios mínimos justos para los productores.

Para los pequeños productores, como es el caso del café, y partiendo del principio del mejoramiento de sus condiciones de vida, se requiere el cumplimiento de unas garantías mínimas que incluyen la existencia de organizaciones basadas en principios cooperativos y requisitos laborales que cumplan con los criterios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), además de demostrar un desarrollo y mejoramiento continuo. Para poder controlar esto, FLO ha fijado una normatividad específica que incluye reglas mínimas —se deben cumplir para ingresar— y normas de progreso —deben cumplirse progresivamente conforme pasa el tiempo dentro del sistema de comercio justo—. El esquema de la normatividad para pequeños productores incluye 4 capítulos y 105 normas (FLO, 2009).

Esta normatividad es muy específica a la hora de señalar los procedimientos de funcionamiento de las organizaciones, incluyendo aspectos como los tipos de estructuras administrativas, la necesidad de asambleas anuales, cargos específicos para verificar aspectos ambientales y laborales, entre otros. Es importante señalar que a diferencia de la normatividad orgánica, donde la necesidad de mecanismos de control y documentos de seguimiento son una consecuencia de la necesidad de controlar el cumplimiento de las normas de producción, para el caso del comercio justo, este tipo de mecanismos están insertos en la normatividad, dentro de la cual se incluyen, por ejemplo, planes de desarrollo y otros instrumentos de planeación. El procedimiento de certificación es, con diferencias mínimas, esencialmente el mismo seguido para el caso de la producción orgánica.

3.3 Las certificaciones para la ACOC - Café Sano

La entrada de la ACOC - Café Sano a principios de la década del 2000, de nuevo, a un mercado internacional, implicó la necesidad de enfrentarse a estos procesos de regulación. La mayor parte de la normatividad existente para la producción orgánica y el comercio justo no difería mucho de los procesos productivos que se tenían con anterioridad. Para el caso de la producción orgánica, el trabajo agroeco-lógico y los múltiples procesos de formación habían incorporado muchas de estas prácticas, y aun para aquellas que no aplicaban existía familiaridad. En el caso del comercio justo, el constante acompañamiento y asesoría por parte de organizaciones no gubernamentales había amoldado muchas de las formas de organización a aspectos que están presentes en esta normatividad (por ejemplo, asambleas anuales o procesos de planeación)11.

Lo que sí constituyó un inconveniente fueron los procesos de control y seguimiento o, en palabras de muchos de ellos, el "papeleo" que implica estar afiliado a estas iniciativas. Diseñar formatos y llenar registros no era una práctica desconocida, pero la frecuencia y el volumen superaban con creces cualquier ejercicio o experiencia previa en este sentido. Parte de ello tiene que ver con los tiempos que se deben dedicar a estas actividades, pues suelen eliminar tiempos que antes se empleaban en otras tareas, entre ellas atender la producción.

Este año [2009] están estrenando un nuevo formato para el sistema de control interno, buscando adquirir homogeneidad con las otras asociaciones vinculadas al colectivo de caficultores orgánicos. Lo que me llamó la atención es su extensión, el anterior era bastante completo: una hoja de cuestionario con la posibilidad de escribir comentarios en su parte posterior. El nuevo, sin embargo, realizado en concordancia con los formatos de certificación, tiene por lo menos cuatro páginas por lado y lado, donde se da cuenta de absolutamente todo tipo de actividades relacionadas con la producción y las familias. En Aprocai [Asociación de Pequeños Productores de Caicedonia] me mencionaron la semana pasada que algunas personas no entraban a la asociación por tanto "papeleo", el "papeleo" es una queja que es común oírla de muchos de los productores (Diario de Campo, marzo de 2009).

La implementación de estas prácticas y procedimientos es el último momento de un proceso creciente de formalización que ha estado presente desde la creación de la Asociación. El siguiente es un ejemplo de la manera como esto se inserta en las prácticas cotidianas de sus miembros.

... junto a Camilo12 nos dirigimos a la finca de Juan [...] terminamos el recorrido en su huerta que ha tenido algunos problemas de plagas. Dentro de la conversación Camilo comentó que él había visto recientemente unas trampas para orugas que parecían ser muy efectivas, Juan quedó intrigado y le preguntó cómo eran, finalmente Camilo le dio una explicación, igualmente Juan comentó de una nueva variedad de mafafa [un tubérculo] que le habían traído, a la vez que de otras variedades de plantas para la huerta que le habían comentado. Camilo quedó de pasar luego para recoger un pie de mafafa para su finca. [En poco tiempo, y de manera bastante informal, Camilo y Juan acaban de intercambiar información técnica valiosa] (Diario de Campo, junio 2008).

Mientras me tomaba un tinto y conversaba con Inés llegó Francisco en la moto, venía como parte de sus visitas como promotor del grupo de la zona. Llevaba la camiseta y la cachucha de la Asociación. Saludó, conversamos un rato, y luego se dirigió a revisar el lote de café. Lo acompañé. Es evidente lo mucho que sabe del tema. Luego se sentó con Inés, le preguntó algunas cosas sobre el manejo del predio y le dio algunos consejos. Le pidió la carpeta de seguimiento, revisó el formato de la visita anterior y seguidamente sacó el nuevo formato de visita y se apoyó en una mesa para llenarlo. Le dejó una copia a Isabel [la otra copia se guarda en la sede de la Asociación]. [...] Inés luego me comentó que siempre recibía muy buenos consejos de Francisco (Diario de Campo, julio 2008).

Los anteriores extractos presentan situaciones de intercambio de información e ideas con respecto a las actividades productivas. La primera corresponde a los mecanismos informales y cotidianos de intercambio de información realizados de manera tradicional; enfrentadas a un problema, o por simple curiosidad, las personas en una conversación con un vecino o conocido pueden obtener soluciones o nuevas ideas. La segunda situación corresponde a la institucionalización y formalización que estos procesos han sufrido con la creación y el desarrollo reciente de la Asociación. En este caso se ha elegido a una persona quien realiza seguimientos regulares y proporciona soluciones e ideas para el desarrollo de las actividades productivas. Igualmente, y no menos importante, se poseen registros por escrito, y en duplicado, de los procesos.

La incorporación de estas prácticas de formalización, control y seguimiento de los procesos productivos fue fomentada por los actores con los cuales se relacionó la Asociación desde sus inicios, en particular las organizaciones no gubernamentales que impulsaron iniciativas agroecológicas y procesos organizativos; estas prácticas, sin embargo, recibieron un impulso particularmente fuerte con la necesidad de acceder a certificaciones. La caficultura orgánica y el comercio justo no pueden ser pensados solo como la simple producción sin químicos o la recepción de mejores precios. Aunados de manera indisoluble se encuentra una creciente formalización y control de las prácticas productivas y asociativas. Ello se refleja en las normas y es posible evidenciarlo en las maneras como se reorganizan tareas cotidianas ante los nuevos requerimientos: hay que sacar tiempo para llenar registros, pero igualmente hay que estar evaluando y midiendo la producción, hay que hacer planes anuales de trabajo, asistir a asambleas, etc.

Estos cambios en el interior de la organización en relación con su funcionamiento, e igualmente, en sus miembros, en las formas de producción en las fincas, se ven acompañados por cambios en su contexto. A medida que se consolida la comercialización de estos cafés dentro del mercado internacional, cada vez más diversos actores que poca o ninguna vinculación e interés tienen con los discursos alternativos o ambientales de la gran mayoría de estas organizaciones comienzan a involucrarse por la oportunidad de negocios que representan.

El nuevo contacto para compra de café orgánico de la ACOC - Café Sano es un buen ejemplo de ello. En una visita reciente a la zona, quizá el mayor impacto que generó entre los miembros de la Asociación fue su lenguaje típico de un hombre de negocios, y muy diferente de la cordialidad y familiaridad con la que se trabajaba con los anteriores empresarios (Conversación con asociado, junio 2009)13. Esto es igualmente visible con la existencia en el país, y en la zona en particular, de personas que ofrecen servicios alrededor de asesorías de negocios para la vinculación a estas alternativas, o con el hecho de que es cada vez más frecuente encontrar productores que alejados de cualquier tipo de discurso ambiental o social buscan acercarse a estas iniciativas por su oportunidad para mejorar ingresos.

Estos cambios han impulsado o facilitado el fortalecimiento de un nuevo discurso dentro de las organizaciones: la necesidad de tener manejos empresariales y gerenciales para las propuestas de producción y comercialización de café. Esto no es un desarrollo aislado, y concuerda igualmente con el discurso del Gobierno nacional sobre las economías rurales, que en el marco de ideas neoliberales ha propendido con mucha fuerza desde 1990 por el desarrollo de iniciativas empresariales para la producción agrícola (Gómez-Cardona, 2009) lo cual, por supuesto, tiene su complemento en el área cafetera en la medida que la Federación Nacional de Cafeteros (FNC) implementa una política para el sector. Muchas de las nuevas certificaciones con las que trabaja la FNC, en especial Rainforest14, implican capacitaciones y un trabajo fuerte y explícito sobre manejos empresariales y la "empresa cafetera" (Claros, 2009).

Todo lo anterior se ve reforzado porque en la medida en que aumenta el número de organizaciones involucradas en el proceso se dificulta la exportación. Si un comprador no encuentra en una organización condiciones apropiadas para proveerle con regularidad volúmenes y calidades apropiadas, tiene alternativas para proveerse de otras fuentes; en pocas palabras, se ha consolidado un mercado de competencia. Si no se adoptan este tipo de prácticas empresariales, que implican aumentar la eficiencia de los procesos organizativos, la posibilidad de seguir comerciando café orgánico o de comercio justo a futuro será cada vez más difícil para muchas de ellas. Como un ejemplo, Colombia es el segundo productor mundial de café de comercio justo, entre el 2009 y el 2011 se pasó de 35 a 47 organizaciones afiliadas a la iniciativa en el país, siendo muchas de las nuevas cooperativas de caficultores que abarcan a un grupo muy importante de miembros, una afiliación promovida de manera activa por la Federación Nacional de Cafeteros.

Los productores son conscientes de estas tensiones. Durante el desarrollo del trabajo de campo fue muy común escuchar a muchos productores de diversas organizaciones afirmar que, como van las cosas, probablemente en un futuro cercano la caficultura orgánica y el comercio justo no impliquen beneficios y sobreprecios, y que mantenerse dentro de ellas sería para muchos más una opción por una producción ambientalmente responsable, sin ningún beneficio o recompensa por esta labor.

En este contexto, la instauración de sistemas de control, seguimiento y, en general, de la formalización de las relaciones, que tiene su mayor expresión en la adopción de certificaciones no corresponde, en ningún caso, a un hecho aislado, se articula de manera clara con procesos de consolidación de un mercado competitivo, y la consolidación de los cafés orgánicos y de comercio justo como formas estándares de comercio en el mercado internacional del café.

Quizá el efecto más importante de este proceso desarrollado durante los últimos diez años son las dificultades que impone sobre muchos productores que se afiliaron a estas iniciativas precisamente como una apuesta ambiental, y para el caso de la ACOC - Café Sano, como una apuesta por la agroecología. Una posición que se mantiene y que se expresa en la pertenencia de la organización a una red de organizaciones ambientales y campesinas, y al trabajo agroecológico de muchos de sus miembros.

Con las fuertes reglamentaciones que imponen las certificaciones y el aumento de la competencia, mucha de la energía de los socios se tiene que dedicar a las necesidades cotidianas de administración de la organización y los procesos exportadores. El siguiente es un ejemplo para el caso de uno de los miembros de la ACOC - Café Sano:

Carlos no es de la zona, pero lleva algunos años viviendo allí. Desde muy pequeño ha estado involucrado en diversas iniciativas alrededor de temas ambientales, desde su llegada se vinculó a diversos procesos en este ámbito, que lo llevaron a involucrarse con la ACOC - Café Sano, y ocupar uno de los cargos de la organización. Las apuestas ambientales, y específicamente, agroecológicas de Carlos se expresan en la manera como ha construido un sistema de producción en su finca que sigue los diferentes principios de la agroecología. Sin embargo, la carga que constituye estar involucrado en actividades de administración de la Asociación implica que tres o cuatro días a la semana tenga que estar fuera del trabajo en la finca, lo cual constituye un obstáculo para trabajar en el sistema de finca que desearía implementar, esto lo ha llevado a plantear su salida de las actividades administrativas como una manera de dedicarle el tiempo necesario al trabajo que su finca requiere para poder implementar completamente un sistema agroecológico (Diario de campo, junio 2009).

Otro problema que enfrentan las apuestas agroecológicas de la Asociación es que las reglamentaciones de las certificaciones son cada vez más estrictas, marcando límites muy claros sobre aquello que puede ser o no considerado como comercio justo y agricultura orgánica. Esto impone severos limitantes, en especial en momentos en los cuales las condiciones particulares de un determinado proyecto productivo llevan a la implementación de prácticas que no están incluidas en la reglamentación de lo que es considerado agricultura orgánica, pero que no por ello implican que haya un quiebre de los compromisos y las apuestas ambientales con las cuales se trabaja. La definición de lo agroecológico pareciera ser cada vez más una imposición que una propuesta local en diálogo con un contexto de mayor alcance. Uno de los casos más impactantes es el siguiente:

Julia hasta hace muy poco tiempo ocupó un cargo dentro de la ACOC - Café Sano. La finca de su propiedad no llega a tener una hectárea, sin embargo, es una de las más diversas en cuanto a cultivos y variedades de plantas que se puedan encontrar en la Asociación, y en la implementación de diversos principios de la agroecología. Durante mucho tiempo fue uno de los lugares preferidos hacia donde se dirigían las visitas de actores externos que deseaban conocer el trabajo de la ACOC - Café Sano. Era uno de los "casos de mostrar". En el primer semestre de 2009, Julia se retiró de la Asociación. Hace un tiempo relativamente largo estaba teniendo problemas de plagas [hormigas] y aunque utilizó diversas propuestas de manejo, todas las cuales involucran un gran esfuerzo, no logró controlarlas. Dado que se trata de su medio de subsistencia decidió utilizar productos químicos para hacer frente a la plaga antes de que acabaran con sus cultivos. Ello implicó que perdiera su certificación, y decidió retirarse de la Asociación. Sin embargo, Julia no ha perdido el interés por el trabajo en su finca, en los términos en los que lo realizaba, simplemente ante una necesidad agobiante debió tomar un decisión, que le permitía continuar con su trabajo, pero que estando por fuera de los parámetros establecidos en la normativi-dad implicaron su descalificación como productor orgánico. Es un problema que tiene que ver más con el poco margen de maniobra permitido por una muy estricta reglamentación que con una pérdida de compromiso del productor (Diario de campo, junio 2009).

De esta manera, las probabilidades de ser un productor agroecológico en el contexto de una organización de productores dirigida a la exportación, como es el caso de la ACOC - Café Sano, se vuelve cada vez más difícil debido a que los esquemas de trabajo que se imponen por los procesos de comercialización en los que se involucran riñen de manera fuerte con las propuestas de trabajo agroecológicas. Por ello es cada vez más difícil mantener la comercialización de productos orgánicos como soporte a una perspectiva de trabajo y vida basada en la agroecología.

Conclusiones

La entrada de pequeños productores en las redes de mercado de las iniciativas orgánica y de comercio justo ha conllevado, en un contexto neoliberal, a su encuentro con una amplia normatividad no estatal que regula estos esquemas comerciales. Estas regulaciones, surgidas en otros contextos, llegan como imposiciones en la medida que se constituyen en condiciones sine qua non para poder participar de estos mercados. A diferencia de otras normatividades, estas implican cambios muy fuertes en la vida diaria de la gente y, de esta manera, constituyen un poderoso factor de transformación. La consolidación de estas regulaciones acompaña la creciente y fuerte competitividad de este mercado.

Dicho proceso, a medida que se implementa y fortalece, está conduciendo a fuertes tensiones sobre las formas como los actores locales habían concebido estos procesos los cuales, siendo oportunidades iniciales para adoptar propuestas de producción agroecológica, se ven transformados en esquemas comerciales que poco margen dejan para la implementación de estas perspectivas.

Para el caso presentado pareciera existir una mayor autonomía a principios de los años noventa que durante la primera década del siglo XXI, y ello está relacionado con la manera como las iniciativas de agricultura orgánica y comercio justo se incorporaron en el mercado internacional del café. Cuando constituían una iniciativa relativamente menor, que no había definido completamente sus estrategias en el ámbito global, la posibilidad de que las condiciones locales influyeran notablemente en la manera como podían ser adoptadas era mayor; fue en este contexto que, para el caso del suroccidente del país, diversos productores asociados con organizaciones no gubernamentales se afiliaron a estas iniciativas como una forma de fomentar el trabajo ambiental, y en este caso específico, agroecológico. Sin embargo, en la medida en que se ha convertido en una estrategia comercial de rápida expansión, se institucionaliza —siendo las certificaciones un mecanismo muy importante en este proceso— y se pierden posibilidades de tener una mayor influencia sobre la manera como ello puede ser adoptado, ocasionando fuertes restricciones a los intentos de desarrollar una perspectiva de producción agroecológica.

Los actores locales, sin embargo, están lejos de ser actores pasivos. Diversas iniciativas se dan como reacción a ello, por ejemplo, la constitución de sistemas de participación de garantías como alternativas a las certificaciones tradicionales en las cuales se reducen los costos significativamente tanto en dinero como en tiempo y "papeleo" al instituir relaciones de confianza entre productores y consumidores. Son ellos mismos quienes garantizan, por ejemplo, una producción orgánica sin tener que estar referidos a terceros actores. Sin entrar a analizar los alcances que esto pueda llegar a tener, es importante anotar que corresponden a la búsqueda de responder y resistirse a la incorporación de estas iniciativas en los canales predominantes del mercado.


Pie de página

1Un ejemplo de ello son las denominadas regulaciones ISO (9000, 14.000, etc.), reguladas por una agencia no gubernamental internacional (http://www.iso.org/iso/about.htm). Estas reglamentaciones cada vez se vuelven más ubicuas e incluso han sido acogidas por diversas oficinas de gobiernos nacionales.
2En la actualidad, en 125 centavos de dólar por libra para cafés arábigas.
3Debe anotarse que la mayor parte de las ganancias siguen estando en los eslabones posteriores de la cadena comercial.
4Traducción propia.<
5Es importante tener en cuenta que muchos granos poseen una doble certificación, cerca del 42% del café certificado como comercio justo está igualmente certificado como orgánico (Pierrot et al., 2010).
6Ver Renard (1999) para un reporte detallado de los productores mexicanos que se comenzaron a exportar bajo el sello de comercio justo a finales de la década de los ochenta. Esta condición no es exclusiva de América Latina, ver el trabajo de Guthman (2004), donde se documentan los mismos procesos para el caso de la producción orgánica en California, Estados Unidos.
7Esta es una de las más antiguas certificadoras de producción orgánica, que tiene su origen en una organización de granjeros creada en los años treinta en Estados Unidos, que a mediados de la década de los setenta se comenzó a acercar a las ideas de agricultura orgánica (precisamente el tiempo durante el cual surgió Infoam), y que para principios de la década de los ochenta elaboró guías para el trabajo orgánico que se transformaron luego en un programa de certificación. Para finales de la misma década se comenzó a expandir internacionalmente (http://www.ocia.org/AboutOCIA/History.aspx).
8Archivo Físico IMCA, Fondo ACOC, Carpeta ACOC-"OCIA".
9La detención de las exportaciones se debió a dificultades ajenas al proceso de certificación. Para una explicación detallada de estos procesos referirse a Gómez-Cardona (2010).
10Archivo físico IMCA, Fondo ACOC, Carpeta ACOC-"OCIA".
11Es muy importante anotar que la mayor parte de estas organizaciones de productores han estado involucradas, desde sus inicios, con una amplia red de organizaciones no gubernamentales que fomentan este tipo de iniciativas.
12Todos los nombres han sido cambiados.
13Hasta este momento todos los compradores con los cuales se habían relacionado tenían claras perspectivas ambientales, y muchas de las conversaciones giraban alrededor de estos temas; en este caso es la primera vez que el asunto se reduce primordialmente a volúmenes y tiempos de entrega.
14Sello que busca certificar la producción que se realiza en cultivos bajo sombra, que se consideran ambientalmente más responsables.


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